martes, 23 de junio de 2015

Evasor de ataudes Capitulo 4



Para cuando Jun se cambió a su uniforme, la mayoría de los otros Protectores habían llegado. Reunidos afuera, Jun se subió al vehículo más cercano, una camioneta manejada por Hyun, el Guardián de Saeng. Hyosung se deslizó junto a Jun y de inmediato comenzó a regañarlo.

—¿Te aseguraste de revisar todas tus armas?


Jun suspiró. Aunque él sabía que ella tenía buenas intenciones, sus preguntas a veces rayaban en un insulto. Había sido entrenado desde el principio para tener siempre cuidado de su equipo de batalla, y sugerir lo contrario, hacía parecer como si no confiara en él, en absoluto.

Saeng  se dio la vuelta y le lanzó una sombría mirada. —Jun sabe cuáles son sus funciones. Él es quien me enseñó a limpiar mis armas cuando yo era apenas un niño que no sabía diferenciar una espada larga de una daga.

—Estoy seguro de que Hyosung no quiso decir nada con su pregunta. Ella solo cuida a su Protector —dijo Hyun, tratando de suavizar las cosas.

—No, ella está actuando como si él no supiera hacer su trabajo —argumentó Saeng, con los ojos marrones cada vez más atormentados por la ira.

—Está bien —dijo Jun, dando a su Protector amigo una sonrisa de agradecimiento—. Ella sólo se preocupa por mí. Eso es todo.

—No, Saeng tiene razón —Hyosung sorprendió a Jun al admitirlo—. No debería de haber preguntado de esa manera. A veces me olvido que...

Se interrumpió, su cara ruborizada mientras parecía luchar por encontrar las palabras adecuadas. Dado que Jun no podía soportar ver cómo buscaba casi dolorosamente, se decidió a tener algo de piedad por ella. —A veces se te olvida que soy altamente capacitado y eficiente en mi trabajo porque tengo la costumbre de enloquecer de vez en cuando. Está bien, entiendo. Si yo estuviera en tu posición, me sentiría de la misma manera.

Sus ojos tenían una triste expresión con un toque de arrepentimiento. —Lo siento mucho.

—Te diré qué, dejas pasar nuestra próxima sesión de meditación y te perdono todo —bromeó en un intento de aligerar el ambiente.

Saeng dejó escapar un suspiro. —Oh, Dios mío, ¿acabas de hacer realmente una broma?

Jun sintió el calor en su rostro. —Sí, ¿cuál es el problema?

—No te he oído hacerlo desde que llegaste a casa. —Saeng sonrió—. Es agradable ver ese lado de ti.
Ese comentario hizo que Jun hiciera una pausa, mientras se preguntaba qué había causado el cambio, porque ahora que lo pensaba, no se sentía tan enojado o herido como de costumbre. ¿Podría toda la basura de la meditación ayudar en realidad? ¿O fue debido a su encuentro con Min? Aunque Jun había cumplido con su justa parte de gritos y ser un idiota durante esa conversación, ¿habría sido el beso? Además Min por primera vez, había mostrado que podía tener algunos sentimientos románticos hacia Jun. Algo que Jun nunca había pensado posible, ni siquiera en sus sueños más salvajes.

No es que un beso podría hacer que todos los dolorosos recuerdos se fueran —no durante un gran tiempo, pero ahora Jun sabía que no todo el mundo apestaba, aunque eso fue sólo una muestra pequeña, pensaba aferrarse a ella.

Se quedaron en silencio el resto del camino, una tensa e incómoda sensación persistía en la camioneta. No era a causa de la conversación anterior, sino porque todos sabían lo que les esperaba una vez que llegaron a su destino.

Demasiado pronto, llegaron a una hilera de oscuros edificios abandonados, eran más escombros que otra cosa. Mientras Jun veía los agujeros en los techos y la forma en que la mayor parte de las paredes se derrumbaron, se preguntó cómo alguien podía estar tan desesperado como para refugiarse ahí, sobre todo en la mitad de noviembre, cuando el invierno de Seul se aproximaba.

Mientras caminaban al interior, el hedor de la sangre le golpeó duro, a pesar de todo el aire frío que entraba. Las salpicaduras de rojo cubrían las pocas paredes intactas, basura y ropa sucia cubrían el suelo. Mezclado de los restos de lo que parecían ser al menos diez civiles adultos. Luego Jun vio lo que estaba colocado en el centro de la habitación principal y el corazón dio un vuelco de miedo.

—No eran ocupantes ilegales —jadeó.

—¿Qué quieres decir? —Min preguntó llegando junto a él.

Por extraño que pareciera, sólo tener a Min a su lado hizo que algo del pánico disminuyera. Por lo menos lo suficiente para que Jun respirara con normalidad. —Las personas asesinadas aquí eran esclavos de sangre.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

Jun señaló con la cabeza a la silla. —Ese es el tipo de cosa que los vampiros utilizan para la alimentación. Inmovilizan a las víctimas, pero aun así les da fácil acceso a los vampiros al cuello del esclavo.

—Entonces, ¿por qué matar a la gente? —Kyu preguntó, arrugando la nariz con disgusto—. ¿No quieren conservarlos con vida para siempre tener su fuente de alimento a la mano?

Jun hizo un gesto con la mano en torno a la carnicería. —Imagino que uno o más de ellos perdió el control y llevó las cosas demasiado lejos. Después de todo, ya que estamos tratando con vampiros que ya son salvajes, sabemos que su auto-control es mínimo. No se necesita mucho para que uno de ellos se vuelva loco.

Kyu Jong tocó uno de los cuerpos con la punta de su pie. —Si ese es el caso, entonces ¿por qué no vemos las jaulas?

Jun se encogió de hombros. —Tal vez no mantenían a sus cautivos en jaulas. Podrían haber utilizado cadenas y se las llevaron cuando abandonaron este lugar.

—¿Pero por qué dejar la silla y los cuerpos?

—Debido a que la silla está atornillada al suelo y los humanos ya no eran de ninguna utilidad para ellos. Para los vampiros, un esclavo muerto no tiene más importancia que cualquier otro tipo de basura en el suelo —dijo Jun firmemente.

En el interior, estaba temblando de miedo, y todo por culpa de ver esa maldita silla. A pesar de que no se parecía a la silla de pesada madera en la que lo habían atado, la cosa estaba lo suficientemente cerca como para traer de nuevo los sentimientos de impotencia y terror.

La que estaba frente se veía aterradora, la verdad sea dicha. Estaba hecha de grueso metal con hileras de pequeños agujeros perforados en el asiento, parecía tan frío y clínico. Jun pasó los dedos sobre la parte superior de la misma, el frío metal lo hizo temblar y se preguntaba cómo los esclavos debieron haberse sentido atados a ella, a sabiendas de que podría estar respirando su último aliento.

Los otros se dispersaron a revisar a su alrededor, pero Jun se quedó arraigado en el lugar, con la mano aún en la silla. Min llegó detrás de él.

—¿Estás bien?

—Sí, solo que ver esto trajo de regreso un montón de mierda —declaró Jun, sorprendiéndose a sí mismo por la admisión.

—¿Quieres irte? Nadie va a pensar menos de ti.

Jun sacudió la cabeza con determinación. —Yo nunca me alejaré de mi deber. No importa cuán duro puedan ponerse las cosas.

—Oye, Min. Es posible que quieras darle un vistazo a esto —dijo Kyuhyun desde el otro lado de la habitación.

Min y Jun corrieron. Kyuhyun se puso en cuclillas sobre una pila de papeles. Al igual que los otros Protectores llevaba una capa, pero él tenía su capucha puesta para detener la masa de rizos castaños. Su esfuerzo fue en vano ya que muchas hebras errantes aun lograban salirse del grueso material de lana.

—¿Qué descubriste? —Min le preguntó.

Kyuhyun mostró una foto. Jun se acercó para ver mejor e inmediatamente deseó no haberlo hecho. Era papel barato y la calidad no era buena, pero aun así puso de relieve todos los detalles en su terrible gloria.

Tomado en algún momento durante el cautiverio de Jun, se le veía en cuclillas dentro de una jaula. El suelo a su alrededor estaba muy sucio, como él. Su cabello caía sobre el extremadamente pálido rostro, la pobre iluminación hacía que sus ojos se vieran salvajes y casi feroces mientras levantaba la vista a la cámara.

Debió haber sido tomada durante el primer año de su cautiverio, porque sólo llevaba los pantalones negros que usaba cuando fue capturado. Varias marcas de mordida manchaban su desnudo pecho, pero muchas más adornaban su cuello. Algunas de las heridas en parte sanadas, mientras que otros eran de aspecto más crudo y fresco, la sangre seguía goteando de ellas.

Kyuhyun giró la fotografía alrededor y Jun sintió como si todo su mundo se derrumbaba sobre él. Garabateada en el dorso, con lo que parecía ser sangre había un corto mensaje:

Jun,
Te extraño,
Amor y besos, B.

—No —susurró Jun, dando un paso hacia atrás, casi como si la fotografía pudiera saltar y atacarlo.
—Así que tomo eso como que ese Benson no es un viejo amigo o un novio —bromeó Kyuhyun.

—No, él era mi dueño —dijo Jun, que odió que su voz temblara un poco ante la admisión.

—Parece como si estuviera encariñado contigo —dijo Kyuhyun en su forma habitual.

—Me dijo que mi sangre era la más rica y más potente porque yo era un Protector.

Hyosung se acercó y arrebató la fotografía apartándola y viendo fijamente a Kyuhyun. —Desafortunadamente, Benson no estaba mintiendo. Los vampiros siempre han afirmado que la sangre de un Protector les da una mayor altura. Algunos dicen que es incluso mejor que beber de una bruja o brujo y eso dice mucho, ya que su sangre lleva la magia.

—Benson también me dijo que mi sangre era adictiva. Por eso nunca me vendió, a pesar de que le ofrecían un montón de dinero todo el tiempo. Él me compartía a veces, pero eso era todo.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Jun y cuando Min se acercó por detrás y lo envolvió en un abrazo protector, Jun ni siquiera pensó en alejarse. En lugar de eso, se encontró hundiéndose de nuevo en el cuerpo de Min y bebiendo el confort que el tacto del hombre le ofrecía.

Kyuhyun vio de nuevo a Jun. —Yo no sé nada de eso. Sólo podría ofrecer cincuenta dólares por tu escuálido culo y eso sólo si te comprometes a limpiar las ventanas.

—Jódete —bufó Jun.

Eso le ganó una traviesa sonrisa de Kyuhyun. —Seguro, cariño. Limítate a poner la hora y lugar.

Jun se sobresaltó sorprendido cuando Min aumentó la presión y dejó escapar un gruñido. —Mejor nunca lo toques.

La sonrisa de Kyuhyun solo creció. —Oh, miren eso. Parece como si alguien es muy protector de repente. O quizá debería decir, que tú siempre has sido protector. Es la primera vez que te molestas en ser tan abierto al respecto.

—¿De que infiernos estás hablando? —Jun exigió.

Kyuhyun podría haber sido un dolor en el culo antes, pero nunca había sido de esa manera.
Kyuhyun se puso de pie y extendió la mano pasando suavemente los nudillos a lo largo de la mejilla de Jun, lo que hizo la situación aún más confusa. —Digamos que Min no fue el único que te extrañó cuando te fuiste.

Antes que Jun siquiera pudiera responder a esa sorprendente confesión, Kyuhyun se alejó. Hyosung sacudió la cabeza mientras lo veía retirarse. —¿Qué pasa últimamente con ustedes, Protectores? Todo el mundo se está yendo a la mierda y ninguno de ustedes puede dejar de pensar con sus partes privadas. Lo juro. Algunas cosas nunca cambian.




Continuara................

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