sábado, 4 de abril de 2015

El orgullo del asesino Capitulo 11



Jun acariciaba con sus dedos la piel de Precious, mientras escuchaba a Min, Hyun, Kyuhyun, y Changmin hablar. Estaba cansado y frustrado. Se sentía irritable y de mal humor. Después de que Precious había sido atendida, y todo el mundo hubiera tenido una buena noche de sueño, de nuevo se congregaron en la sala para discutir lo que Jun debía hacer. Habían estado hablando desde que Hyun regresó con ropa nueva para Min.

Cada uno de ellos tenía una opinión sobre lo que pensaban que Jun debía hacer con su tío. Ninguno le preguntó que pensaba, ni siquiera Min. Kyuhyun y Changmin pensaban que Jun debía tomar el trono. Su pareja vetó cualquier idea que lo pudiera poner en peligro. Y Hyun parecía pensar que todos estaban locos.


Kyuhyun y Changmin estaban sentados en el sofá frente a Jun y Min. Hyun seguía sentado en la encimera de la cocina. Los vasos colocados en la mesa de madera sin porta vasos. Jun solo sabía que iban a quedar marcas. Hyun ni siquiera limpió los platos después de comer, los dejó en la encimera. Todo estaba fuera de lugar.

Eso le hacía rechinar los dientes.

Jun gruñó bajo en su garganta y se puso en pie, dejó a Precious en la silla. Atravesó la sala y recogió la pila de vasos de la mesa de café. El silencio llenó la sala mientras recogía cada vaso y hacía una torre con ellos.

Una vez que lo hubo hecho, recogió el resto de los platos y se los llevó a la cocina. Empezó a aclararlos, y colocarlos en el lavavajillas, sus movimientos fuertes y enérgicos. Era mejor que gritar. Su madre le había enseñado a no gritar nunca con ira. Aunque eso empeoraba la situación. Jun tenía que esperar hasta calmarse antes de hablar con nadie.

—Jun, ¿estás bien?

Éste asintió al oír las palabras de Min, apretando los labios para no decir nada. Terminó de enjuagar el último plato y lo colocó en el lavavajillas antes de agregar el jabón y, cerrar la puerta. Con un movimiento de su muñeca el lavavajillas volvió a la vida.

Dio un pequeño suspiro de alivio al tener eso hecho, cogió un paño limpio y un poco de jabón. Todavía tenía que limpiar la cocina de la suciedad que tenía por la preparación del almuerzo. Jun negó, no comprendía por qué la gente no limpiaba mientras cocinaba. Hacer eso era lo que tenía sentido, menos trabajo y menos lío.

—Jun, amor, ¿qué pasa?

El joven se estremeció, sintiendo el aliento de su pareja de golpe en la parte de atrás de su cuello. Brazos fuertes llegaron a su alrededor y tiraron de él hacia atrás contra un pecho sólido. Jun combatió el abrazo por un momento antes de inclinarse de nuevo en el cuerpo de Min.

—Dime, amor.

—Es muy complicado. —Jun oró por no haber sonado como un quejica. No soportaba el desorden. Eso destruía todo su mundo. Si las cosas estaban organizadas, podía pensar, hacerles frente, enfrentar la situación. El desorden lo hacía sentir... confuso.

—Te sientes agobiado, ¿no?
Jun asintió.

—¿Sabes qué, amor, podemos pedir la cena y así no ensuciaremos esto. Y mientras tanto puedes darte una ducha y ponerte ropa limpia. Apuesto a que te hará sentir mejor, ¿eh?

—Oh, sí, por favor —se quejó Jun ante el pensamiento de tomar una ducha. Estaba seguro de que estaba sucio. Su ropa también lo estaba. Su cuerpo limpio y ropa limpia lo haría sentir mucho mejor. Sería incluso mejor si Min pudiera reunirse con él. Se volvió para mirar hacia atrás a su pareja—. ¿Necesitas una ducha también?

—Sí. —Min sonrió—. Supongo que sí.

La respiración de Jun se quedó atrapada en su garganta. Rápidamente dobló el paño y lo puso sobre el mostrador antes meterse en los brazos de Min. —Supongo que podría limpiar la cocina después.
—O podrías poner a Hyun a hacerlo. Es su lío.

El joven se echó a reír. —Me gusta tu forma de pensar.

Jun agarró de la mano a Min y comenzó a salir de la cocina. Señaló a Hyun en el momento en que lo vio. —Tienes un lío que limpiar en la cocina. Ve a por ello.

Jun hizo caso omiso de las sonrisas conocedoras de Kyuhyun, Changmin y Hyun mientras tiraba de su compañero hacia el dormitorio. Pasó junto a la cama y giró hacia el cuarto de baño. En el momento en el que entró en el baño, Jun se giró hacia Min. Podía ver una sonrisita en la cara del hombre cuando Alargó la mano hacia los botones de su camisa. Lo quería desnudo y en la ducha más de lo que quería su siguiente respiración.

Botón a botón se iba revelando el magnífico pecho de Jung Min ante la mirada hambrienta de Jun. Éste empujó los bordes de la camisa hasta los hombros tanto como le fue posible, pero era muy difícil teniendo en cuenta que el hombre era mucho más alto que él. Min ayudó encogiéndose de hombros hasta que la camisa se deslizó y cayó al suelo.

Jun aspiró profundamente cuando recibió una buena vista del impresionante pecho desnudo ante él. Lo acarició lentamente subiendo y bajando sus manos por los abultados músculos, riéndose, cuando Min flexionó los músculos pectorales. Parecía que bailaban.

Jun quería quedarse donde estaba, explorando la extensión de los apretados músculos, pero el bulto duro debajo de la cintura de Min le llamó la atención. Se mordió el labio mientras miraba hacia arriba y movió sus manos hasta el borde de los pantalones.

La sensual sonrisa en los labios de Min, junto con el deseo que ardía en los ojos del hombre, le dio el coraje a Jun. Le abrió los pantalones, entonces llegó a los dos bordes, separándolos hasta que la polla dura rebotó. Sus ojos casi se le salen ante la hermosa y gruesa polla que sobresalía de la ingle de Min.

Jun trató de tragar el exceso de salivación, cayó de rodillas y comenzó a quitarle los zapatos. No fue fácil. La polla de Min estaba delante de su cara, tan cerca, tan gruesa. Jun gruñó y apartó la mirada de la polla para ayudar al hombre a salir de sus pantalones.

Una vez que Min se puso delante de él totalmente desnudo, Jun se recostó sobre sus rodillas y miró al hombre. Comenzó a acariciar sus pies y se fue moviendo lentamente por el cuerpo de su compañero, más allá de sus fuertes pantorrillas y muslos gruesos y musculosos. Sintió cada músculo, cada depresión y cresta, cada plano ondulado.

El aliento de Jun en sus pulmones era irregular y apenas era capaz de alimentarlos. Sentía como si cada soplo de aire estuviera siendo forzado, como si no pudiera respirar, pero no podía apartar sus ojos del hermoso hombre ante él.

—¿Vas a sentarse ahí y a mirarme, gatito, o a desvestirte?

—Creo que voy a sentarme aquí y mirar.

Jung Min se echó a reír, fijando sus ojos en la cara de Jun. Este agarró con entusiasmo las manos tendidas hacia él porque quería ser presionado contra el exuberante cuerpo del hombre más que nada de lo que podía pensar en este momento.

Podría ser incluso más importante que respirar.

—Min—susurró Jun cuando presionó su rostro contra el esternón del hombre y aspiró profundamente. La fuerte esencia del hombre y la excitación se extendieron por él, quemando su mente, e integrándose con sus células, afirmando que su cuerpo estaba a punto para ser reclamado. Jun sabía que no importaba dónde, siempre sería capaz de encontrar a Min sólo por su aroma.
—Vamos a desnudarte y a la ducha, Jun. Podemos jugar allí.

El pequeño joven estaba de acuerdo. Empezó a tirar de su camiseta por encima de su cabeza antes de que Min, incluso dejara de hablar. Sus pantalones y ropa interior la siguieron momentos más tarde, hasta que se quedó tan desnudo como el otro.

Jun no tenía ni idea de donde venía su valentía gesticuló con su dedo hacia Min mientras se apoyaba en la ducha. Solo sabía que tenía que poner sus manos sobre el caliente cuerpo tan rápido como pudiera. Min arqueó una ceja hacia Jun, pero la sonrisa que cruzó sus labios le dijo que había tomado la elección correcta en sus acciones.

Jun abrió el agua y esperó a que se calentara antes de entrar bajo la alcachofa. Gimió e inclinó su cabeza hacia atrás mientras el agua corría por su cuerpo. Sabía que ser un loco de la limpieza era un poco extraño, pero se sentía siempre mejor después de ducharse. Para él, la limpieza era como si alejara todo y así podía hacer frente a lo que viniera después.

—Sabes que el sonido es casi tan caliente como tú ronroneo, ¿verdad? —se rio entre dientes Min en su oído cuando atrajo sus cuerpos juntos. Jun sonrió y se inclinó contra él, con la cabeza apoyada en el pecho del hombre.

—Te gusta esto, ¿verdad?

—Me gusta.

Jun gimió cuando las manos de Min empezaron a vagar por su pecho. Cada caricia hacía que se le curvaran los dedos de los pies, su piel hormigueaba. Quería que lo tocara por todas partes. —Creo que este es un buen medio de que escuches más.

—Oh, tengo mejores formas.

—¿Mejor? —Jun se ahogó. Miró a Min, ansioso por saber a qué se refería—. ¿Hay algo mejor que esto?

—Oh, sí.

Jun gimió y volvió a empujarse más cerca de Min, entregándose a la pasión que corría a través de él, cuando las manos de su pareja recorrían su cuerpo. El hombre parecía que estaba tratando de tocar cada centímetro de su cuerpo. él estaba por eso.

Su cuerpo dolía, y no sólo por su dura polla que podía notar presionándose contra su compañero como pidiendo atención. Cada uno de sus nervios hormigueaba, como esperando que el siguiente toque del asesino los despertara. Cuando las manos de Min de repente lo agarraron por su culo y lo levantó en el aire, Jun se entusiasmó envolviendo sus piernas alrededor de la cintura del hombre.
Jun casi se corre cuando sus pollas de golpe se juntaron. Solamente apretando los puños y enterrando su rostro en el cuello de Min fue capaz de mantener a raya a su inminente orgasmo. Podía sentir como el pecho de su pareja subía y bajaba rápidamente y sabía que el hombre estaba en la misma situación que él. Eso al menos le dio una cierta satisfacción.

También le dio una idea.

Tomó dos grandes puñados del pelo de Min y le ladeó la cabeza al hombre lo suficiente como para llegar a su garganta. Empezó a lamer y mordisquear a lo largo de los gruesos músculos, el sabor salado de la piel del hombre explotó en su lengua.

—¿Te acuerdas de lo que te dije antes? —susurró Jun mientras lo lamía hasta llegar a sus oídos—. Mi cuerpo ahora solo te responde a ti, Min. Una gota de tu semen y mi cuerpo se preparará para ti, para tu posesión.

Las manos de Min se tensaron en las mejillas del culo de Jun, y todo su cuerpo se estremeció cuando el hombre se quejó. —Realmente necesitas cuidar lo que dices, bebé. Estoy colgando de un hilo.

—Me puedes follar en cualquier momento que desees. Mi cuerpo te pertenece.

—No voy a hacer nada que te pueda hacer daño, Jun.

El joven echó la cabeza hacia atrás para poder mirarlo a los ojos. Podía ver la preocupación combatir con la necesidad que tenía por reclamarlo. Jun sonrió y tomó la cara de Min entre las manos.

—Confía en mí.

Su compañero parecía indeciso, pero finalmente asintió. Suavemente presionó a Jun contra la pared. Este se agarró a los hombros de Min, cuando sintió al hombre posicionar su polla en su culo Poco después, la cabeza de la polla se empujó contra su ajustado agujero.

Los ojos de Min volaron a los suyos.

—Sólo espera. Sucederá. Sólo le lleva un momento a mi cuerpo reconocer al tuyo. —El aliento de Jun se quedó atrapado en su garganta al sentir que su cuerpo comenzaba a abrirse a Min—. Ves, ahí... ahí está para ti.

El gemido de Jun apenas se había apagado cuando Min de repente empezó a deslizarse en él. Jun Podía sentir los músculos tensos de Min en sus manos. Sabía que quería más que nada empujarse profundamente, pero se mantenía a raya por el bien de Jun.

En el momento en el que sintió que podía tomar toda la polla, Jun se apoderó de los hombros del hombre con fuerza y flexionó los músculos de sus piernas. —Ahora, Min, lléname ahora.

El gritó de alegría de Jun llenó la habitación cuando Min embistió hasta su casa, llenándolo hasta el límite. Por el agarre que su pareja tenía en su culo sabía que probablemente tendría hematomas por la mañana. No podía importarle menos. Quería que el hombre le diera todo lo que tenía.

Jun aspiró profundamente, llenando su alma con el aliento de Jung Min cuando éste empezó con un ritmo incesante, golpeándolo. Jun estaba en la gloria con cada profunda embestida, cada golpe de la polla frotaba su punto dulce.

Poco a poco, las manos de Hyung Jun se deslizaron sobre los hombros para atrapar los rizos de pelo en la nuca del cuello del hombre. Le inclinó la cabeza hacia atrás y se inclinó para succionar los fuertes músculos de su garganta. Se llenó de euforia cuando los empujes de Min pasaron a erráticos, los profundos gemidos del hombre llenaban la ducha.

Olas de éxtasis palpitaban a través de su cuerpo. Jun gritó, su gemido de liberación llenó la ducha, cuando el calor húmedo llenó el espacio entre ellos. Su cabeza cayó hacia atrás contra la pared de azulejos, mientras Min golpeaba en él un par de veces más.

El cuerpo de su pareja de repente se puso rígido. Jun gritó de nuevo cuando la polla en su culo se amplió, el nudo tomó forma dentro de él, mientras soltaba chorro tras chorro de su semilla.

Jun se derritió contra Min, y el mundo se estrechó solo para ser llenado por él. Jun podía sentir el pecho del asesino moverse arriba y abajo, sentía el aliento caliente del hombre cepillando su cuello. Podía oír las palpitaciones de su compañero, como si todo el aire hubiera sido succionado de sus pulmones y estuviera desesperado por respirar.

Lentamente acarició con su mano el pelo de Min y empezó a ronronear, sabiendo que a él le gustaba oír el suave sonido. Su pareja decía que el sonido lo calentaba, pero tal vez también fuera un sonido reconfortante para el asesino.

Cuando Min finalmente levantó la cabeza para mirar abajo a los ojos de Jun, tenía un aspecto apacible, sereno. Las líneas de tensión que habían estado presentes anteriormente se habían alisado para ser sustituidas por una sonrisa relajada.

—¿Te sientes mejor, gatito? —preguntó Min mientras le apartaba el pelo mojado de la cara.

—Sí. —Jun sonrió.

—Yo también.

Jun se quejó en señal de protesta, cuando Min se alejó de él. Sus piernas temblaron, casi derrumbándose bajo él. Se agarró a su compañero en el mismo momento que sintió los fuertes brazos
del hombre envolverse a su alrededor. Jun sintió su rostro sonrojarse cuando miró a Min.

—Supongo que estoy más cansado de lo que pensaba.

—Has tenido un par de días llenos de acontecimientos —dijo Jung Min.

—No es de extrañar que estés cansado.

—Supongo, pero no han sido más azarosos que los tuyos.

—Cierto, pero estoy acostumbrado la tensión. Tú no.

Jun frunció el ceño. No le gustaba como sonaba eso. Si Min estaba acostumbrado a tener una vida llena de acontecimientos, ¿cómo podía compararse con eso? Su aliento quedó atrapado en su garganta cuando de repente se preguntó si sería capaz de hacerlo lo bastante feliz para que se quedara.

¿Qué sabía él de complacer a un hombre? ¿Qué sabía de complacer a alguien? Aparte de su madre, que había fallecido hacía años, Jun realmente nunca había tenido a nadie en su vida. Estaría totalmente solo, si Min decidiría que su vida con él era demasiado aburrida.

—Tengo que lavarme el pelo —le susurró Jun.

—¿Quieres que lo haga por ti?

—Eh... sí, supongo. —Jun no pudo ocultar la confusión de su voz cuando se dio la vuelta para hacer frente a la ducha de la pared. Nunca había tenido a nadie que le lavase el pelo antes, no por lo menos que pudiera recordar.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que casi saltó cuando sintió las manos de Min hundirse en su pelo. Un golpe de los dedos en su cuero cabelludo, y Jun no pudo evitar ronronear. Nunca había sentido algo tan bueno en su vida fuera de las relaciones sexuales. Ni siquiera sabía que era posible sentir esto fuera del sexo.

—¿Te gusta esto, gatito? —murmuró Min.

Jun asintió, más allá de hablar en ese momento, especialmente cuando los dedos de Min llegaron a sus oídos y rascó detrás de ellos. Si hubiera sido un cachorro cambiaformas, su pierna habría estado palpitando. Jun dio gracias a los poderes por ser un cambiaformas gato adulto en cambio. No quería parecer más palurdo de lo que ya lo hacía.

—Está bien, la cabeza hacia atrás.


Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Sentía los dedos de Min retirarle el champú mientras el agua caliente se precipitaba sobre él. Jun no pudo dejar de ronronear. Todo parecía demasiado bueno. Estaba siendo lavado, y por el hombre más sexi del planeta. ¿Había algo mejor en el mundo?

—Por cierto, no he escuchado tu opinión, sin embargo, Jun—dijo Min— ¿Qué te gustaría hacer?
Su pequeña burbuja estalló. Hizo una mueca y sacó la cabeza de debajo del agua dándose la vuelta y mirando a Jung Min. —¿Qué quieres decir?

Min sonrió. —Sabes exactamente lo que quiero decir.

Suspiró profundamente y cerró la ducha. Hizo caso omiso de la ceja arqueada en la cara de Min y salió de la misma, agarrando una toalla del toallero a su paso. Jun se envolvió la toalla a la cintura y buscó otra para secarse el pelo y el resto de su cuerpo.

Por mucho que había querido que le hiciera esa pregunta y que su opinión contara, Jun no estaba seguro de lo que quería más allá de conservar a Min. Simplemente no era capaz de pensar en nada más allá de la posibilidad de perderlo.

Jun arrojó la toalla al cesto, junto con su ropa sucia. Recogió la ropa de Min y comenzó a estirarla, cuando de repente se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Jun volvió a mirar a Min, sólo para encontrarse que el hombre le sonreía.

—Mis ropas deben lavarse también, Jun. Además, Hyun salió esta mañana y me compró algunas nuevas así que estoy listo para salir.

Jun sonrió, sintiendo un gran alivio, y la arrojó a la cesta de la ropa sucia, junto con la suya. Miró abajo a la pila por un momento, dándose cuenta de que era la primera vez en el tiempo transcurrido desde que podía recordar, que su ropa estaba apilada junto con la otra persona. Una maravillosa sensación lo barrió, ya no estaba solo después de tantos años.

—¿Jun? No has respondido a mi pregunta.

Mierda, ahí se fue su burbuja de nuevo.
Jun se volvió y se apoyó en el lavabo mirando a través del cuarto de baño al hombre. Trató de elegir cuidadosamente sus palabras. No quería molestar a Min o decir nada que pudiera hacer que se fuera, pero realmente no tenía ni idea de lo que quería.

—No sé.

—¿No sabes qué, bebé?

—No sé lo que quiero hacer.

—¿Quieres ser el rey?

Jun resopló y sacudió la cabeza. —En realidad no.

—Está bien. —Min se rio entre dientes—. Supongo que eso es bastante normal.

—No tengo materia de rey, Min, en serio. Eso lo joderá todo de alguna manera.

—No creo eso, Jun. Creo que si optas por tomar el manto del liderazgo, serías un maravilloso rey.

—¿Sí? —Jun susurró mientras su rostro se calentaba. Cruzó los brazos sobre el pecho para evitar la inquietud porque sabía que vendría. Podía sentir como su nerviosismo escalaba cuando Min se lo quedó mirando—. ¿Quieres que sea rey?

—Creo que la decisión tiene que ser tuya, Jun.

—¿Por qué? —Jun frunció el ceño cuando otro pensamiento lo golpeó—. No debería ser esta decisión de los dos, o no quieres... —Cerró la boca cuando se dio cuenta que estaba empezando a sonar quejumbroso de nuevo.

Supo que tendría que tomar esta decisión el solo si quería conservar a Min. El asesino estaba acostumbrado a ser únicamente responsable de sí mismo. No querría a alguien tan necesitado como él. Jun se sentía bien en ese momento con su vida. Respiró hondo y asintió.

—Si piensas que puedo ser un buen rey, entonces eso es lo que voy a hacer. —Incluso si odiaba cada momento de eso.

—¿Es eso lo que quieres?

«¿Por qué Min seguía haciéndole estas preguntas?» se preguntó Jun. No importaba cuál fuera la respuesta que le diera al hombre, las preguntas seguían llegando, como si Min no estuviera satisfecho con las respuestas, pero, Jun no sabía cual era la correcta.

Jun se sentía como si todos sus nervios se crisparan y estaba empezando a desmoronarse. Metió las manos a su espalda para que Min no lo viera apretar los puños. Bajó la mirada confuso, cuando su compañero se limitó a seguir mirándolo, esperando.

—¿Qué te gustaría que dijera, Min?

—La verdad sería de gran ayuda.

Jun levantó la cabeza rápidamente. —¿La verdad?

—¡Jun!

Jung Min pareció sorprendido por las palabras que Jun había dicho a toda prisa, y él no entendía eso. No entendía nada de esto, y lo hacía sentir como si Min se le escapara con cada segundo que pasaba.
Jun se dejó caer al suelo y se frotó las manos por su cara antes de apoyarlas en sus rodillas. Miró a Min, tratando de medir su reacción. Nada se mostraba en el rostro del hombre, y tuvo que preguntarse si era debido a su profesión o simplemente que el hombre era así.

—Haré lo que pienses que es mejor —dijo finalmente.

—Eso no vale, Jun. —Min se deslizó hacia abajo por la pared para sentarse en el suelo al otro lado de Jun—. Quiero saber cómo te sientes, lo que quieres.

—No, no quieres.

Jun se sorprendió al ver como Min abría la boca y le caía brevemente antes de que la cerrara. Se puso tenso, no estaba seguro de qué esperar. Su pareja parecía enfadado. Tenía la mandíbula tensa, como si estuviera moliendo sus dientes.

—Si no quisiera saber lo que piensas, no te lo habría preguntado, Jun.

—Pero me preguntaste y te di mi respuesta, entonces volviste a preguntar porque te di la respuesta equivocada. Por lo tanto, te di una respuesta diferente y aun así seguiste preguntando. —Jun sacudió la mano en el aire como demostrando su punto—. No sé lo que quieres que te diga, Min. Dímelo y te lo diré.

Jun podría jurar que Min parpadeó extrañado hacia él antes de ponerse de pie y caminar hacia la puerta, haciendo una pausa durante un momento con la mano en el marco. Volvió a mirarlo por encima del hombro con una fulminante mirada.

—Avísame cuando averigües lo que quieres, Jun
.
El joven vio cómo Min salía del cuarto de baño. Oyó un golpe un momento después, la puerta del armario se abría y se cerrada. Jun se quedó sentado por un momento, no estaba seguro de qué era exactamente lo que acababa de pasar, cuando oyó como la puerta principal se cerraba de un portazo.
Hizo una mueca cuando el ruido pareció llenar todo el apartamento. Su corazón latió más y más rápido, Jun se puso de pie y salió del cuarto de baño. No estaba en lo más mínimo sorprendido al encontrarse la habitación vacía.

Sintió como si estuviera caminando en una niebla, fue hacia la puerta del dormitorio y la abrió. De alguna manera no se sorprendió al ver a Kyuhyun y Changmin sentados en la sala de estar, pero más allá de eso, la habitación estaba vacía, nadie, excepto Precious, que estaba acurrucada sobre Changmin.

—¿Min y Hyun salieron?

—Sí, alteza —respondió Changmin, pero Jun sabía lo que iba a decir antes de que lo dijeran. El silencio que llenaba la sala hablaba por sí mismo. Min se había ido. Al parecer, Jun no le había dado la respuesta que quería.

Jun asintió y volvió a cerrar la puerta en silencio tras él. No sabía si estaba en estado de shock o qué, porque no parecía sentir nada.

Se acercó a la cómoda y sacó unos pantalones limpios y una camisa. Se los puso, después llevó su toalla a la cesta de ropa sucia en el baño. En tan solo unos minutos limpió el baño, lo cual dejó después a Jun sin nada que hacer.

No estaba cansado o lleno de energía. No estaba triste o feliz. En realidad no sentía nada. Se sentía entumecido. Jun se acercó y se sentó en el acolchado asiento de la ventana, pegó sus las rodillas contra su pecho y sus brazos alrededor de ellas.

Apoyó la barbilla en las rodillas y miró por la ventana. Podía ver a la multitud de gatos merodeando por el exterior, algunos sentados en los árboles de la calle, otros paseando o cerca de los tapacubos de los coches. Ninguno de ellos parecía tenían ninguna intención de irse en un momento próximo.

Jun tuvo que preguntarse por qué había sido condenado a ser el último rey de la línea de sangre real. Eso le había costado todo lo bueno que había en su vida. La gente lo quería muerto. Su cuidadosamente organizada casa había sido invadida. Millones de gatos durmiendo fuera de su edificio de apartamentos. Y lo más importante, Min se había ido.

Un pequeño sollozo escapó de su garganta. Lo sofocó presionando los labios con tanta fuerza como pudo. Su madre siempre le había dicho que no tenía sentido llorar ante lo inevitable. Jun nunca había entendido esa declaración hasta ahora, por ridículo que sonara.

Min se había ido, y no había nada que él pudiera hacer al respecto. Había tomado su decisión. Jun tenía que aceptarla. No podía forzar a Min a que lo quisiera o se preocupara por él.

Un amor forzado no era verdadero amor. Dejarlo ir era su única opción. Con ese conocimiento firmemente en su mente, Jun se acercó y abrió la ventana de la habitación tan silenciosamente como pudo. El aire fresco del atardecer se precipitó sobre su brazo poniéndole la piel de gallina. Jun inhaló el aire, el olor de la ciudad llenó sus sentidos e hizo que arrugara la nariz con disgusto. Olía a humedad y suciedad, pero era en la que vivía. Tendría que aceptar eso.

Con una última mirada alrededor de su dormitorio, Jun cambiado a su forma de gato y saltó al alféizar de la ventana. El suelo parecía estar demasiado lejos para saltar, pero el árbol a pocos metros de su ventana no lo estaba.

Tomó una respiración profunda y saltó, cayendo sobre el árbol con sus patas. Apenas tocó la corteza con sus garras tuvo que luchar para no caerse. Una vez que se encontró a salvo en una rama de un árbol, Jun buscó una sección tranquila y agradable para acurrucarse, encontrado una pequeña área cóncava entre el tronco del árbol y una rama grande.

Se agachó en la medida que pudo y cerró los ojos, esperando que los días anteriores solo se desvanecieran como si nunca hubieran sucedido. Había perdido su tiempo con Min, pero al menos no sentiría esa profunda herida que le estaba arrancando su corazón.

Tal vez solo se quedaría como un gato para siempre.


Continuara............

2 comentarios:

  1. min se fue porque quiere que jun tome su decisión y o interferir en ella, pero el idiota solo lo hizo sufrir...y ahora quiere quedarse como gato, cuando min decida volver y no lo encuentre se pondrá como loco...

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  2. Que pasó??? por qué lo abandono??? aish!! ese caballo me desespera, porque no entiende que es muy difícil para Jun asimilar que de ser el raro y solitario ahora será el rey de quien sabe que jodidos gatos y bb lo único que quiere es joder a ese caballo cabezotas 🐴

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