domingo, 15 de febrero de 2015

Terrores Nocturnos Capitulo 12



Hyun maldijo entre dientes mientras corría por las escaleras que conducían al pequeño departamento a donde Saeng y Jun recientemente se mudaron.

Desde que había recibido la breve pero urgente llamada de Sunhwa, su corazón no había dejado de golpear, en todo lo que podía pensar era en las palabras que ella le dijo. «Saeng está en problemas. Él te necesita ahora. Date prisa, no hay mucho tiempo».

Dado que tenía una llave, él mismo abrió y entró, gritando, —¡Saeng! ¿Dónde estás?


—Está aquí y mejor te apresuras. La situación es realmente, necesita conseguir... eh, ¿una mano? —Sunhwa volvió a decir.

Hyun entró corriendo, solo para detenerse ante la vista que le esperaba. Saeng estaba en la cama, con los pantalones lo suficientemente abiertos para liberar su pene. Acariciaba su erección de frenética y rápida manera, gemidos de frustración salían de sus labios. El sudor brillaba sobre su cuerpo y sus mejillas sonrojadas por la excitación.

Tan pronto como la mirada de Hyun se enfocó en el par de puntos en el cuello de Saeng , la ira se apoderó de él. Se giró hacia Sunhwa y le gruñó. —¿En qué diablos estabas pensando?

Ella se encogió de hombros, totalmente despreocupada de su arrebato. —Sólo en que… lo jodas. Ya
es hora de que ustedes dos lo hagan y dado que ninguno de ustedes saca la cabeza de su culo lo suficiente para que eso suceda, decidí que tenía que hacer algo para empujar las cosas.

—¿Así que inyectarle un afrodisíaco es tu idea de ayudar?

En ese momento, Saeng gritó cuando su pene entró en erupción, ríos de semen cubrían su mano. Dejó escapar un suspiro de alivio que se vio interrumpido cuando la erección se mantuvo, —Joder, no de nuevo. Simplemente no cede.

El dolor en la voz de Saeng cortó a Hyun como una espada. Él regresó la mirada hacia ella. —No puedo hacer esto. No es justo.

Ella se encogió de hombros. —Está bien, voy a ir a buscar a alguien más para ayudar a Saeng. Estoy segura de que Jun o uno de los otros Protectores o Guardias estarían más que felices de ayudar.

Antes de que pudiera detenerlo, un posesivo gruñido brotó de su pecho. —Nadie más puede tocarlo.

Ella arqueó una ceja. —Bueno, es mejor que alguien haga algo. No podemos tener a Saeng sufriendo.

Maldición, ella tenía razón. Hyun echó un vistazo más al sudado rostro de dolor de Saeng y sabía que no había manera de que pudiera dejar a su bebé sufrir. Dándole a Sunhwa una última mirada, le gruñó: —Fuera. Hablaremos de lo que hiciste más tarde.

Ella tuvo el descaro de sonreír y decirle adiós con un ligero movimiento de sus dedos antes de salir. No fue hasta que escuchó la puerta cerrarse que Hyun se acercó a la cama.

Saeng levantó la mirada, sus ojos tan salvajes que las pupilas casi explotaban. —Lo siento mucho, yo nunca le pediría que hiciera esto. Ella solo saltó sobre mí.

Quitándose la ropa, Hyun le dijo: —Lo sé.

—Mierda, he soñado con estar contigo desde hace años y nunca pensé que sería así. Siento que te estoy forzando.

Le sorprendió a Hyun saber que Saeng se había sentido atraído por él durante tanto tiempo. Eso le llegó de muchas maneras, sintiendo que la última de las barreras se disolvía. Terminando de desnudarse, dijo: —No me estás forzando a hacer algo que no quiera. Lo prometo.

Saeng gimió. —Me duele mucho.

—Sé qué hacer. Voy a hacerte sentir mejor.

Y Hyun comenzó a hacer precisamente eso, bajando la cabeza pasó su lengua alrededor de la cabeza del pene de Saeng, antes de tomarlo todo en el interior de su boca. Dado que el hombre ya se había corrido varias veces, el eje estaba manchado de semen, el sabor salado provocó un gemido de aprobación en Saeng. Mierda, había soñado con este momento desde la primera vez que había visto a Saeng en esa maldita pijama y ahora era mejor que el sueño que se hubiera atrevido a soñar.

Dado que Saeng ya estaba en el borde, sólo le tomó un momento antes de que se corriera, empujaba sus caderas hacia la boca de Hyun mientras disparaba. Saeng se apartó lo suficiente para tragarse la oferta.

Para el momento en que lamió y limpió a Saeng, el Protector ya estaba duro de nuevo. Hyun cuidadosamente desnudó a Saeng, y le preguntó: —¿Dónde están los condones y el lubricante?

Saeng señaló violentamente la mesita de noche, y Hyun abrió el cajón superior. Tuvo que mover unas cosas, haciendo a un lado un e-Reader, algunos libros de Manga y diversas armas antes de encontrar una pequeña botella de lubricante y una caja cerrada de los condones.

Tratando de no sentirse muy presumido ante el hecho de que Saeng no había estado jugando recientemente con cualquier otra persona, Hyun sacó un condón, luego humedeció sus dedos en el lubricante.

Para ahora Saeng se retorcía, gemidos salían de entre sus labios. —Por favor, te necesito dentro de mí.

—Pronto —dijo Hyun mientras deslizaba un dedo dentro de Saeng.

Maldición, Saeng era estrecho. Tanto que Hyun casi se corre en ese momento al pensar en cómo se sentiría tener al Protector alrededor de él. Aun así, se obligó a ser paciente, estirando con cuidado a Saeng con el primer dedo, luego con un segundo, antes de añadir un tercero. En ese momento, Saeng rogaba, gritaba, maldecía y gruñía.

—Sólo jódeme ya —gruñó Saeng.

Hyun palmeó ligeramente su cadera. —Recuerda, aun sigues bajo mis reglas.

Incluso después de recordar eso, Hyun tomó el condón y rápidamente lo deslizó en su pene, añadiendo más lubricante como medida adicional. Sólo entonces alineó la punta en la abertura de Saeng y se empujó al interior.

—Sí, oh ¡diosa, sí! —Saeng gritó, sus manos aferrándose a los hombros de Hyun.

Hyun quería tomarlo lentamente con calma para poder disfrutar de cada centímetro de su Protector, pero ese maldito veneno de súcubo no se lo permitía. Saeng pronto estaba retorciéndose bajo él, gemidos de frustración salían de sus agrietados labios.

—Más. Oh, maldición, necesito más —sollozaba Saeng.

Así que Hun tomó las caderas de Saeng como palanca y empezó a empujarse al interior. Al mismo tiempo, Saeng apretaba más fuerte los hombros de Hyun . Probablemente ambos tendrían interesantes moretones, pero en ese momento, ¿a quién infiernos le importaba?

—Voy a correrme —gimió Saeng.

Hyun sintió el toque caliente de semen entre sus abdómenes cuando Saeng encontró su liberación. Hyun se empujó contra él unas cuantas veces más antes de que gritara el nombre de Saeng y llenara el condón, el apretado culo de Saeng lo ordeñaba hasta que la última gota de Hyun salió.

Hyun colapsó arriba de Saeng, ambos jadeando por respirar.

—Para que lo sepas, estoy muy lejos de terminar —le susurró Saeng.

—Sí, temía eso —dijo Hyun, carcajeándose.

Hyun despertó varias horas más tarde con la sensación de una boca caliente rodeando su pene. Gemía adormilado, ya que milagrosamente logró estar duro de nuevo. Teniendo en cuenta el hecho de que pasó la mayor parte del día anterior sin hacer otra cosa que joder, habría pensado que era imposible lograr una erección en al menos una semana.

Sin embargo, cuando Saeng lo vio con esos ojos marrones, el alma de Hyun pareció fundirse y de alguna manera se encontró excitado de nuevo. Entonces, cuando lo vio de cerca, se dio cuenta de algo más, los ojos de Saeng eran claros sin la fiebre del veneno súcubo.

Como si sintiera su pensamiento, Saeng sacó el pene de Hyun y le dijo: —Por favor, sé que no vamos a ser capaces de hacer esto de nuevo después de hoy. Sólo quiero tener un momento en el que queramos estar uno con el otro por nuestros verdaderos sentimientos y no a causa de algún afrodisíaco.

¿Cómo podría Hyun rechazar una petición como esa?

Asintió dando su consentimiento y Saeng tomó un condón, deslizándolo sobre la erección de Hyun. Añadió un poco de lubricante antes de ruborizado confesar: —No hace falta que me estires. Yo me encargué de eso en la ducha hace unos minutos.

—Joder —Hyun gruñó ante la imagen.

Saeng se montó a horcajadas sobre las caderas de Hyun, tomando su pene. Entonces lentamente Saeng se empaló en Hyun. Ambos dejaron escapar un gemido. El placer en espiral atravesó a Hyun ante la dulce sensación de culo de Saeng apretándolo y de la erótica imagen que le daba su Protector.

Su cuerpo era tan esbelto y hermoso mientras lentamente comenzaba a montar a Hyun. Los músculos bajo la pálida piel de Saeng ondulaban perfectamente. Tenía los ojos cerrados, sus labios abiertos con pasión.

«Estoy tan enamorado de ti y no me parece que vaya a ser capaz de renunciar a ti. Reglas o no reglas, eres parte de mí».

Hyun quería gritar esas palabras, pero las mantuvo para si mismo temiendo arruinar el momento.
Saeng siguió montándolo lentamente y Hyun saboreaba cada momento de eso. Extendió la mano y tomó el pene de Saeng, acariciándolo perezosamente con el ritmo de los movimientos de Saeng.

Pero incluso con ese perezoso ritmo, aun así terminarían demasiado pronto. La manera en que Saeng tomaba aire le hizo saber a Hyun que su hombre había llegado al borde. Así que le dio al pene de Saeng un último fuerte jalón que envió al Protector a su orgasmo. Saeng dejó escapar un ronco grito cuando se corría, su semen cubrió la mano de Hyun. La vista fue suficiente para lanzar a Hyun sobre el borde y se unió a su amante en la compartida felicidad.

Una vez que se había recuperado, esperaba que Saeng se acurrucara. Entonces cuando se puso de lado dándole la espalda a Hyun, eso lo confundió. Frunciendo el ceño, Hyun le preguntó: —¿Te arrepientes de lo que pasó entre nosotros?

Sin dar la vuelta, Saeng susurró: —No, fue lo mejor que me ha pasado.

—¿Entonces por qué estás actuando de esta manera?

—Porque yo sé que me vas a dar el discurso de que los Protectores no deben tener apegos y no quiero escucharlo. Sé que puede ser verdad y estoy dispuesto a cumplir con las malditas reglas, pero eso no significa que tenga que ver cómo te alejas de mi cama, la única vez que he logrado compartir contigo.

El corazón de Hyun se rompió en mil pedazos y entonces se dio cuenta que no había manera de que jamás fuera capaz de renunciar a Saeng. No era sólo debido a que el sexo había sido genial. Era debido a que Hyun finalmente estaba dispuesto a admitir que Saeng significaba tanto para él que prefería estar muerto que vivir sin su amante.

Jaló los hombros de Saeng hasta que el Protector cedió y se dio la vuelta. Acunando la mejilla de Saeng, Hyun le dio un suave beso en los labios. —Esta no va a ser nuestra última vez.

Lejos de eso. Si lo hacemos a mi manera, nunca vamos a separarnos de nuevo.

El labio inferior de Saeng temblaba. —Pero ¿qué pasa con las leyes que lo prohíbe? No quiero que nos separen.

—Ahora voy con el Oráculo. Voy a defender nuestro caso con ella y espero que ella tenga misericordia de nosotros y nos permite estar juntos.

—¿Y si ella se niega?

—Entonces nos vamos a algún lugar donde nunca sean capaces de encontrarnos —prometió Hyun.

Sólo rezaba para que un lugar así existiera, porque la última vez que revisó, el Oráculo seguía sabiendo todo y ¿cómo infiernos te escondes de alguien así?



Continuara................

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