domingo, 22 de febrero de 2015

Prerrogativas de Alfa Capitulo 9



El teléfono de Hyun vibró en su cadera, y lo sacó de su bolsillo. Sin reconocer el número, frunció el ceño. — Espera un momento, Himchan. —Rodó el teléfono para abrirlo

—. Aquí Hyun.

—Hola, Hyun. Soy Jun. Perdona que te moleste.

—¿Jun? —Frunció el ceño. ¿Qué podría el veterinario necesitar?— ¿Está Min bien?

—Uh, sí. Eso no es por lo que te estoy llamando.

Podía oír la preocupación y el temor en la voz del humano. —Toma una respiración profunda, y dime qué te tiene tan alterado, Jun—ordenó serenamente.

Jun suspiró, y podía imaginar al hombre frotándose la frente. Lo había visto hacerlo lo suficiente a menudo, cuando estaba cansado o preocupado. En el fondo se escuchó una voz femenina murmurar algo.

Jun dijo: —No quiero cuestionar tu juicio, Alfa, pero...

Hyun sabía que era grave para que el hombre fuera tan formal. —¿Seguro que está bien que Saeng esté levantado y correteando por ahí?

—¿Qué? Por supuesto que no debería estar levantado y por ahí.

—Bueno, está en el zoológico.

—¿Que está qué? —Hyun prácticamente rugió en el teléfono—. ¿Qué demonios hace allí? — Por el rabillo del ojo, vio caer la mandíbula de Himchan, Kyu se levantó del sofá en el que descansaba, dispuesto a apoyar a su Alfa si era necesario. Tomando una respiración profunda, sintió un dolor, su mano empuñada. Hyun miró hacia abajo y vio que sus garras estaban fuera y excavando en su palma.

Maldita sea, ¿cuándo fue la última vez que había perdido el control de su cambio? Cubriendo sus garras, se dio cuenta que Jun había empezado a hablar.

—Es la excursión de campo de la manada. Lo ha estado planeando con Sulli y Jessica durante semanas.

Me imaginé que iba a encontrar un acompañante de reemplazo a causa del ataque, pero luego lo vi aquí con los niños. Forzando la voz para salir razonablemente en calma, dijo: —Mantén un ojo en él. Estoy en camino. — Desconectando la llamada, su mirada recorrió sobre Kyu  y Himchan—. Me tengo que ir.

Cuando se dio la vuelta, Kimchan le agarró del brazo. — Alfa, no entiendo. ¿Por qué te has nombrado tú mismo tutor de Saeng? No es uno de nosotros.

Hyun dejó escapar un suspiro, sabiendo que era hora de compartir la verdad con su Beta. Se volvió y miró al lobo a los ojos. —Sí, lo es. Es mi compañero, Himchan.

El hombre contuvo el aliento, soltó el brazo de Hyun, y retrocedió un paso. —¿Tu compañero? Pero... —Negó con la cabeza—. El Alfa no puede aparearse con otro hombre.  Simplemente no se hace.

¡Joder! Su Beta sólo había expresado la preocupación que sabía que escucharía de más de un miembro de su manada. Hyun dejó escapar un suspiro y frunció el ceño a Himchan. —¿Qué? ¿Te parece que esta elección es prerrogativa de Alfa? No elegimos a nuestros compañeros. Sabes eso. —Su frustración iba en aumento, lo fulminó con la mirada—. Además, Saeng es dulce, atento y amable. Es la mejor maldita cosa que me ha pasado. — Cuando dejó de hablar, se dio cuenta de la verdad de sus palabras. No podía perder a Saeng, no importa qué pasara.

—Pero nunca te han gustado los hombres antes, y ha estado alrededor de nosotros durante casi cuatro meses.

¿No deberías haberte dado cuenta antes?

Kyu se rió. —Joder, Himchan. ¿En qué agujero has tenido tu cabeza? Hyun es bi. Siempre ha sido así. Si el destino ha querido que su compañero sea de sexo masculino, ¿quiénes somos nosotros para cuestionarlo?

Hyun no podía detener que se le abriera la boca, mientras que la cara de Himchan se sonrojaba.

La profunda risa de Kyu llenó la habitación. — ¿Qué? ¿No creías que yo lo supiera? Al igual que sé que te gusta, Alfa. —Le dio una palmada en el hombro—. Reúnete con tu pareja, Hyun. Tengo tu espalda.

El alivio lo inundó, sabiendo que su ejecutor le apoyaba. Hyunsonrió severamente. —Gracias, Kyu. — Giró su mirada hacia Himchan y levantó una ceja preguntando.

El hombre hizo una mueca, pero asintió. —Tu nunca nos has guiado mal, Alfa. No tendrás ningún desafío por parte de mí.

Hyun hizo un gesto brusco, pero vio la pregunta en sus ojos, así que alzó la barbilla en agradecimiento.

Himchan vaciló antes de responder: —¿Le has reclamado ya?

Hyun sacudió la cabeza. —Todavía no, pero lo haré. —Salió de la casa.

Treinta minutos más tarde, estaba en el zoológico.

Maldita sea, odiaba este lugar. Sabía la necesidad de él, para que los humanos pudieran aprender sobre los animales que les rodeaban. Y sabía que ayudaban con los programas de cría para ayudar a reponer las especies en peligro de extinción, pero todas las jaulas, sólo ponían su piel de gallina.

Se bajó del coche y se dirigió hacia las puertas. Después de pagar la cuota, entró. Sólo podía distinguir los débiles rastros del olor de Saeng , pero ya era demasiado antiguo y demasiada gente había pasado por la zona para que se decidiera por una dirección.

—¡Hyun!

Se volvió hacia la persona que lo llamaba. Un hombre bajito se dirigió hacia él, llevando una serpiente. —Bum—dijo, con una sonrisa al reconocer a el compañero humano de Kiseop. Cuando llegó hasta él, se fue a darle un abrazo y él levantó una mano—. Ah, espera. No me importan las serpientes, pero no voy a abrazar a una. ¿Has visto a Saeng? 

Kibum rodó los ojos. —Sí, es por eso que estoy colgada en la puerta esperando por ti. Vamos.

El alivio le inundó, y la siguió rápidamente detrás. Un par de momentos más tarde, rodeó el redil del elefante y localizó a Saeng en medio de una multitud de cachorros. Hyun se dirigió resueltamente hacia él, su mirada fija en su compañero. Quizás dándose cuenta que alguien lo observaba, o tal vez sintiendo su presencia, Saeng se volvió para mirarlo. Vio cómo los ojos de su compañero se ampliaban por la sorpresa.

Saeng dio un involuntario paso atrás.

Viendo el movimiento, Hyun se obligó a dejar su frustración a un lado, suavizando su expresión. Sabía que Saeng nunca aprendería a confiar en él si no podía probar que nunca haría daño al hombre, incluso en la ira. Hyun sonrió. —Saeng —dijo—. Agradable reunión aquí —ronroneó.

—Hyun—Saeng quedó sin aliento—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Captó la demasiado pálida cara de Saeng, las líneas apretadas alrededor de la boca de su compañero que hablaban de su dolor, y se acercó. —La pregunta es, Saeng, ¿qué diablos estás haciendo aquí?

—¿Tenemos que hacer esto aquí? —susurró Saeng.

Hyun miró de refilón a los niños con curiosidad antes de pasar a ver a los animales que les rodeaban. —Ven a sentarte antes de que te caigas, Saeng. No deberías estar de pie así —murmuró, llevándole a un banco. Una vez que Saeng estuvo sentado, Hyun se dejó caer a su lado. Su compañero no lo miraba, así que acarició la mejilla y levantó la cara de Saeng a la suya—. ¿Qué es tan jodidamente importante que tenías que estar aquí?

Los ojos de Saeng buscaron su rostro durante varios segundos antes de susurrar: —Hyo.

Hyun parpadeó. Su confusión debía haber sido evidente, para que Saeng continuara.

—Le dije a su padre que la recogería para la excursión al zoo. Sabía que era la única manera que le permitiría ir.

—Hyo. —Hyun se devanaba los sesos, pero se quedó en blanco.

Saeng se dio cuenta de su pérdida, porque miró fijamente a una niña pequeña de pie sola. Miraba indecisa entre el grupo de niños mientras que se movía a lo largo del camino, que les daban miradas encubiertas, del elefante delante de ella, a Saeng.

Entonces Hyun recordó a la linda niña sentada en el regazo de Saeng el fin de semana pasado en la barbacoa. — Hyo Lee, la hija de Sungmin.

Saeng asintió. —No habría podido llegar de otra manera.

Hyun se inclinó hacia adelante y apoyó su frente contra la de Saeng. —¿Por qué no sólo me lo dijiste? — susurró, pero ya sabía la respuesta. Saeng no confiaba en él, todavía. Sonrió levemente—. Estoy agradecido de que pienses en los otros de la manada antes que en ti mismo, Saeng.

—¿No estás enfadado? —murmuró Saeng.

—Un poco frustrado, sí, pero nunca podría quedarme enfadado contigo, hermoso. Además, tu devoción a la manada es una cualidad maravillosa. Una que aprecio y ciertamente no quiero cambiar. —Sonrió cuando pasó un dedo por la mandíbula de Saeng—. Vamos a atemperarla tal vez un poco. —Hyun besó la frente del sorprendido hombre—. Ahora consigamos una silla de ruedas y alcancemos al grupo, ¿bien?

La mirada de Hyun se deslizó ligeramente a los labios entreabiertos de Saeng y no pudo resistir la invitación inconsciente. Capturó los labios Saeng, su lengua deslizándose por el sabor de su compañero.

Los ojos de Saeng se abrieron y gimió por la sorpresa.

¡Dios! A Hyun le encantaba los sonidos que su compañero hacía. Justo cuando estaba a punto de
profundizar el beso, Saeng se echó hacia atrás y miró a su alrededor con timidez. Percibiendo su incomodidad, Hyun retrocedió. —Relájate, hermoso —murmuró—. Vamos a ir a buscar esa silla.

Hyun atrapó la atención de Kibum, que todavía rondaba en las cercanías, ahora con una sonrisa de complicidad en su rostro. —Una silla de ruedas, Bum, para Saeng.

El sonrió. —Marchando.

—Kiseop es muy afortunado de tenerlo —murmuró Saeng, mirando a su forma desaparecer.

—Sí —dijo Hyun—. Los shifters siempre tienen la suerte de encontrar a sus compañeros.

—¿Cómo funciona eso de todos modos?

Dándose cuenta de que podía haber inclinado la mano antes de que estuviera listo, Hyun se movió para que la todavía oscilante Hyo llegara a ellos. —¿Qué quieres decir?

Saeng sonrió mientras la chica se dirigía hacia ellos. — La shifter de puma que rescatamos piensa que su compañero es un shifter de alce. ¿Qué pasa si tienen hijos? ¿Qué van a ser?

—Eso está decidido en la pubertad —contestó, aliviado por la dirección en la que iba la pregunta de Saeng. Vio a Hyo parada enfrente de Saeng con expectación y sabía lo que quería—. Oye, Hyo. 
La barriga de Saeng le duele al igual que la muñeca. ¿Te sentarás en mi regazo en su lugar? —
Abrió los brazos a la niña y esperó, preguntándose si aceptaría su oferta. Ella envió una mirada incierta hacia Saeng. Cuando su compañero sonrió y asintió con la cabeza alentadoramente, la chica se metió en su regazo. Atrajo a la niña más cerca, y ella se acurrucó contra su pecho. Cuando inhaló su olor, frunció el ceño. Al ver su mirada, se puso tensa y empezó a bajar. —Tranquila, Hyo. Está bien. Sólo relájate. —A la mirada inquisitiva de Saeng, le dio una sacudida imperceptible de cabeza.

Saeng frunció el ceño, pero entonces preguntó: —¿Qué quieres decir con eso de que se decidió en la pubertad?

Una vez más sentía a la niña rígida, por lo que se suavemente frotó su espalda, en silencio rogándola que se estableciera contra él. Una vez que ella lo hizo, contestó. — Si los padres son de dos especies diferentes, eso se decidió en los genes. Recibirás señales a medida que comienzas a crecer, pero el primer cambio lo confirma. No hay ningún medio puma medio alce —dijo con una sonrisa—. Los niños o bien seguirán a uno o bien al otro. —Sonrió—. Una vez oí hablar sobre un apareamiento de un shifter de oso y un ciervo. Terminaron con tres hijos, dos osos y un ciervo. Así que, realmente todo termina en los genes de los cachorros.

—¡Eso es asombroso! ¡Me pregunto si podría estudiar muestras de sangre de shifters y ver si podría averiguar lo que lo determina!

Hyun levantó las cejas en interés. —Sabía que eras un médico, Saeng, pero no me di cuenta que estabas especializado en eso. —Su compañero se ruborizó y desvió la mirada.

—No lo estoy. Es más un hobby. —Sus ojos se iluminaron—. Oh, ahí están Bum y Jun.

Hyun reconoció el cambio de tema por la táctica evasiva que era, pero decidió dejarlo ir. Revisarían el tema más adelante, porque tener un médico que pudiera ayudar con las enfermedades de los shifter recorrería un largo camino en apoyar no sólo a su clan, sino a otros en todo el mundo.

Se levantó, colocando a una cansada Hyo en su cadera, mientras Jun ayudaba a Saeng en la silla de
ruedas. Su compañero suspiró y rodó los ojos. Frunciendo el ceño, Hyun sacudió la cabeza. —Ni una palabra. Si esperas disfrutar del zoológico para el resto del día, vas a sufrir la silla de ruedas. ¿Y has tomado los medicamentos de esta tarde?

Saeng le fulminó con la mirada, pero sacudió la cabeza.

—Sulli dijo que íbamos a parar en la próxima cafetería para el almuerzo, así podemos encontrarlos allí, conseguir algo de comer, y tomaré mis pastillas.

—¿Qué hay de malo en su vientre, Alpha? —susurró Hyo.

—Puedes llamarme Hyun mientras estemos entre los humanos, cariño —murmuró de nuevo—. Y se lastimó las costillas. —Le hizo cosquillas a su lado, provocando la risa de la cachorra—. ¿Sientes esto? —preguntó, mientras ella se reía y asentía—. Estas son tus costillas. Se las golpearon y están débiles.

Casi cinco horas más tarde, Hyun llevó el coche a la casa de Lee SungMin. De camino a casa, Hyo se había puesto más y más tranquila, y Hyun estaba preocupado por su vida en el hogar. Como Alfa, era su tarea velar por la seguridad de todos en su manada, incluyendo a los cachorros. Decidió que era hora de inspeccionar el ambiente de un cierto lobo. Dejó a Saeng en el coche y se dirigió con la niña hasta la puerta.

Abrió la puerta y entró. —Gracias, Hyun. 

Su susurro apenas le alcanzó. —Espera. Me gustaría hablar con tu padre, cariño. Vamos a ver si lo podemos encontrar, ¿no? —dijo, entrando en la casa. El olor a sudor y cerveza golpeó su nariz, y tuvo que reprimir un encogimiento. ¿El hombre no sabía cómo limpiar?

Se encontró una nota en la mesa diciendo a Hyo que había fideos ramen en la despensa y que lavara la ropa.

Hyun frunció el ceño. —No me siento bien dejándote en tu casa sola, Hyo. Voy a decir a tu padre que te recoja en mi casa. ¿Por qué no preparas una bolsa de viaje, por si acaso?

Sabía por la expresión de angustia en su rostro que Hyo quería negarse, pero él sólo sonrió y esperó a que ella cumpliera. Finalmente, salió de la habitación e hizo lo que le dijeron. Sacó su teléfono móvil, llamó a Kyu.

—Aquí Kyu—la voz profunda de su ejecutor le saludó.

—Sí, soy Hyun. ¿No tienes un número de teléfono móvil de Lee Sungmin?

—Déjame ver.

Oyó unos papeles arrastrando de fondo antes de que Kyu volviera al teléfono.

—Sí, tengo uno. —Después que el hombre lo recitó, le preguntó: —¿Hay algún problema?

—Tal vez. ¿Sabes con quién estaba acoplado Sungmin?

—El lobo se había presentado hace ocho meses con una hija a cuestas, que era la única razón por la que Hyun había accedido a que el lobo entrara en su manada.

—Puede que haya algo en mis archivos. Me pondré en contacto contigo.

—Gracias. —Después de colgar, Hyun marcó el número.

Sonó cuatro veces antes de que Sungmin respondiera con aspereza. —Sí.

—Hola, Sungmin. Soy Hyun Joong. Me alegro de atraparte. — Esperó un instante, sonriendo y preguntándose cómo le respondería el hijo de puta.

—¿Alfa? ¿Qué puedo hacer por usted?

—Fui con los cachorros al zoológico hoy y estaba llevando a algunos de ellos a casa. Mira, yo no me siento bien en dejar a Hyo sola, así que voy a llevarla a casa conmigo. Cuando hayas terminado allí, gira por mi cabaña y recógela.

Hubo una larga pausa en el otro extremo de la línea. Si su oído de lobo no hubiera recogido la respiración de Sungmin, se habría preguntado si la línea había sido desconectada.

—Usted no necesita hacer eso, Alfa. Yo trabajo en turnos variables, por lo que Hyo está acostumbrada a estar sola en casa.

—¿Ah, sí? Mencionó que no es gran cosa, pero, bueno, estoy un poco pasado de moda, ya ves. —No pudo mantener la sonrisa lejos de su cara y esperaba que el otro lobo no pensara que se estaba riendo de él—. Pero como trabajas en un turno variable y probablemente no acabarás hasta muy tarde, ¿por qué no la recoges por la mañana? Tengo habitaciones libres, así que no te preocupes de nada.
Sólo hazme una llamada antes de que estés en camino y la tendré lista. —Su tono no abordaba ningún argumento y el otro lobo lo sabía. Esto no era una petición. Era una orden de su Alfa.

—Sí, Alfa. Siento, que haya sido tal molestia para usted —Sungmin casi gruñó.

—Oh, ninguna molestia en absoluto. Te veré por la mañana. —Hyun colgó el teléfono sin dar al otro lobo la oportunidad de responder. Se volvió para encontrar a Hyo de pie detrás de él, sus grandes ojos marrones mirándole, sus pequeñas manos agarrando una mochila enfrente de ella—. ¿Qué edad tienes, Hyo? —preguntó de repente.

—Casi doce años —le susurró.

Le hizo un asentimiento y luego llegó con una mano hacia la puerta. —Después de ti, cariño. —Una vez que llegó el coche, la ayudó a instalarse atrás y se deslizó en el asiento del conductor. Sonrió a Saeng—. Sungmin está en el trabajo, así que Hyo va a permanecer con nosotros durante la noche. —Sonrió maliciosamente y dijo: —Ahora, algo ocurrió esta mañana, y no fui capaz de llegar a la tienda de comestibles. ¿Está bien si recogemos algo en el camino?

Saeng se ruborizó, asintiendo. —¿Qué hay el Chili?

Tienen lugar de recogida, y tengo el número de la oficina local en mi teléfono. —Se ruborizó, murmurando: —Me encanta su queso.

—Suena fantástico —dijo Hyun—. Sólo pide un filete  grande y estoy bien.

La sonrisa del hombre envió temblores de lujuria a través de Hyun y su polla, que había estado medio-dura desde el beso en el banco.

Saeng sonrió. —Eres fácil. —Al darse cuenta de lo que había dicho, los ojos de Saeng se agrandaron—. Quiero decir...

Hyun le cortó envolviendo su mano libre alrededor del cuello de Saeng y tirando de él en un beso rápido. — Tienes razón —murmuró—. Lo soy, y pronto te mostraré lo fácil que puedo ser.

La cara de Saeng enrojeció y miró por encima del hombro a Hyo. —No deberías decir cosas como esa —dijo — ella...

Riendo, Hyun liberó a Saeng. —Relájate, m-mi hermoso. Ella me va a verme sostenerte toda la noche, así que será mejor que superes la timidez.

—¿Qué? —balbuceó Saeng.

Hyun se echó a reír. —Saca tu teléfono y pide la cena, cariño.



Continuara........................  

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