lunes, 26 de enero de 2015

Solo palabras Capitulo 1




Kyu se reclinó en su silla y se quedó con la mirada fija arriba, hacia las enceguecedoras luces fluorescentes.

—Dios mío, odio este jodido trabajo.


* * * *


Había sido un día bastante jodido desde el principio. Como la mayoría de los otros, había comenzado con Kyu golpeando el botón de repetición de la alarma por lo menos cinco veces seguidas. Luego había pasado demasiado tiempo en la ducha, tratando de lavar la falta de sueño y una feroz resaca. Su retraso se agravó cuando fue al Starbucks y le atendió el camarero del infierno, quien no podía comprender el concepto básico de café con sabor a café.

Kyu se había imaginado que una vez que llegara a la estación y se acomodara en su escritorio, su día mejoraría.

No lo había hecho. En todo caso, había empeorado.

En primer lugar, algún gilipollas había tomado la grapadora de su escritorio una vez más, la tercera que había perdido en dos semanas. No es que grapara mucho las cosas, el detective Kim Kyu Jong era más una persona del tipo del clip. Las grapas eran demasiado malditamente permanentes, dejaban marcas en el papel, y eran demasiado problemáticas para deshacerse de ellas si se ha cometido un error o simplemente se ha cambiado de opinión.

En segundo lugar, algún gilipollas había decidido usar el trabajo de oficina que él había abandonado la noche anterior, como un posavasos. Justo en el medio de la página superior había un anillo marrón húmedo, exactamente como la circunferencia de la taza común de café de a dólar de la tienda.

Por último, pero no menos importante, un gilipollas había decidido alertar al capitán de que llegaba tarde otra vez, yendo tan lejos como para empujar al capitán a la habitación justo a tiempo para ver a Kyu arrastrarse hasta su escritorio con anillo de café y sin grapadora.

Kyu había decidido justo entonces, en términos generales, que los policías eran generalmente gilipollas.

* * * *


—No —dijo el policía sentado al otro lado del pasillo—. No odias el trabajo, Kyunnie. Odias venir a esta maldita oficina, eso es todo. No es un club privado, ¿sabes?

Kyu sonrió.

—¿Cómo está tu esposa, Jun?

—Gorda. Gruñona. Dijo que si no tengo una pinta de Ben & Jerry's (empresa de helados) en mis manos cuando llegue a casa esta noche, va a arrancarme las pelotas y hacer de ellas adornos de Navidad.

Kyu se encogió y se echó a reír.

—¿Cuándo nacerá el bebé?

—No lo suficiente –jodidamente- pronto —gruñó Jun de buen humor.


—¿A quién tratas de engañar? Ya sabes que la amas. —Kyu sonrió de nuevo.

—Algo terrible. —Una sonrisa de aspecto orgulloso se extendió por el rostro de Jun—. Gorda, irritable y todo.

Y ahí fue precisamente cuando la agradable escena de película compañeropolicía, de repente se echó a perder, y la poca recuperación que le había dado a la mañana de mierda de Kyu se fue por el retrete.

Kyu miró hacia arriba. A través del cristal blindado que separaba las oficinas de la policía del vestíbulo vio un rostro familiar. Esa cara hermosa, con los ojos oscuros y espesas pestañas oscuras.

Los pómulos obscenamente altos, labios gruesos y la elegante melena  con la parte central metida coquetamente detrás de sus perfectas orejas. Incluso tan temprano por la mañana el trabajo de
maquillaje era perfecto. La cantidad justa, apropiada de acuerdo a las estaciones, colores apagados durante el día. Siempre elegante, siempre de buen gusto, siempre impecablemente hermoso.

Kyu vio a Lee Hong Ki buscándolo con la mirada, cuando espió por la ventana.

Sus uñas largas, pintadas de un suave tono coral, juguetearon nerviosamente con el escote de su largo jersey verde salvia. Hongki le sonrió. Soy hombre muerto. Kyu cerró los ojos y negó con la cabeza, y cuando miró de nuevo hacia el vestíbulo no vio Hongki  allí. Estaba a punto de dar las gracias a su
buena estrella por las alucinaciones causadas por la resaca cuando el sargento de guardia irrumpió por la puerta.

—¡Kim! Tienes una visita. —El hombre bajo y enjuto sonrió como el jodido gato de Cheshire. (gato de alicia en el pais de las maravillas) Kyu hizo una mueca. Nunca le había gustado el pequeño bastardo, el tipo debilucho era más chismoso que una maldita mujer, y Kyu no confiaba en el gilipollas para nada.

—¿Sí, sargento?

—Sí.

—¿Y bien? —Kyu puso los ojos en blanco—. ¿Quién es?

—El flacucho maricón de esa tienda de ropa pomposa de la vuelta de la esquina.

Kyu palideció. Sus ojos se movieron por la habitación justo a tiempo para ver a Hongki de pie en la puerta, los pómulos altos se volvieron de un rojo brillante.

El debilucho sargento de guardia no se enteró de lo que lo había golpeado hasta que el capitán de la comisaría se lo dijo más tarde en la sala de emergencias.


* * * *

Hubo una gran cantidad de papeleo que llenar por un incidente entre empleados, como había descubierto Kyu. Una vez que estuvo completo, el capitán había conducido a Kyu personalmente a la casa del sargento de guardia, donde Kyu había ofrecido al hombre con la nariz gravemente destrozada, la disculpa más sincera que fue capaz de decir. El sargento no había pedido disculpas por el comentario desafortunado, ni siquiera se lo habían pedido, y Kyu no estaba seguro de lo que le molestó más.

Después de unas palabras concisas con el capitán durante el camino de regreso a la estación, Kyu no sólo había sido suspendido por dos semanas, sino que ahora estaba sin cobrar su sueldo en lugar de la mera licencia administrativa. Esa mierda tendía a aferrarse a tu expediente personal por un muy,
muy largo tiempo.

Una vez que hubo devuelto su placa y arma, Kyu había ido a su habitual refugio después del trabajo para ponerse bien y emborracharse. Había logrado esa hazaña con bastante rapidez, pero maldita sea si su mal día no había empeorado todavía más. Dos policías fuera de servicio de su distrito, entraron como si nada, un veterano fuera de forma y su imbécil compañero novato. Habían empezado burlándose de él por su novio-chica-con polla.

Advirtiendo a otros policías en el bar sobre cuidarse de “Kyu Jong, el fisgón” en los vestuarios. Sobre no dejar caer el jabón, ese tipo de mierda.

Kyu había perdido. Después de que los policías de servicio hubieron entrado y detenido la pelea, Kyu se había encontrado con una herida de diez centímetros de largo en el omóplato derecho al ser cortado con una botella de cerveza rota.

Después de que el polvo se hubo asentado, empujó a un paramédico y condujo directamente hasta la tienda de ropa.


* * * *

Era mucho después del anochecer cuando Kyu finalmente apareció y Hongki casi saltó fuera de su piel cuando sonó el timbre de la puerta principal. Había tenido los nervios de punta todo el día, se había preocupado y preguntado lo que había sucedido después de que Kyu hubo derribado al oficial uniformado.

Hongki había sido arrastrado afuera abruptamente. Fue directo a casa y cerró la tienda, no tenía
ninguna disposición para hacer negocios. Luego, él había esperado. Y esperó.

Después de horas de preocupación y pasearse, se le había ocurrido a Hongki que no sabía los números de teléfonos de la casa de Kyu, o su celular. Diablos, ni siquiera estaba seguro de si Kyu tenía un teléfono en su casa, y él solo sabía que sí tenía un celular porque lo había visto usarlo.

Hongki se levantó del sofá, alisando las arrugas en las rodillas de los leggings negros que llevaba debajo de su falda. Kyu se quedó junto a la puerta, se estremeció y siseó cuando su espalda chocó contra la madera moldeada.

Los ojos de Hongki se desviaron, y sus manos volaron a sus mejillas.

—¡Oh, Dios mío, Kyu Jong! ¿Estás herido? —Corrió hacia adelante, haciendo una mueca cuando vio que el pelo castaño de Kyu estaba enmarañado con sangre en algunas partes. Kyu cuadró los hombros.

—¿Tienes algo para beber, Kiki? He tenido un día muy jodido. —Hongki presionó una palma suavemente contra la mejilla de Hyun.

—El que empezó conmigo apareciendo sin previo aviso en la estación. Lo siento.

—No, en realidad era jodidamente malo incluso antes de eso.

—Pero eso lo hizo peor, y por eso lo siento. —Hongki tomó la mano de Kyu y lo llevó a la parte de atrás de la tienda y lo colocó en el viejo y mullido sillón que se había convertido en el favorito de Kyu—. Quítate la chaqueta y ponte cómodo, voy a buscar algo de beber.

—Kyu Jong, estás sangrando —dijo Hongki a su regreso. Dejó rápidamente la bandeja de refrescos en la mesa de café—. Aquí, déjame ver.

—Deja de preocuparte por mí —se quejó Kyu, tratando de alejarse—. No es gran cosa.

—Tonterías. —Hongki frunció el ceño—. Tu camisa está roja, completamente empapada. ¿Cómo sucedió esto? —Desabrochó la camisa ensangrentada de Kyu, cautelosamente la alejó de su piel y tiró de ella hacia abajo sobre sus hombros—. Tengo un botiquín en la parte de atrás. Cuando vuelva, quiero que me lo cuentes todo.



Continuara............

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