viernes, 23 de enero de 2015

El novio de reserva Capitulo 39



El miércoles, después del partido de los Tigres, Min presionó los números de la combinación en la entrada sin llave de la puerta principal de Jun y dejó escapar un suspiro.

Hombre, qué día tan apestoso.

Su compresor de aire finalmente había dado su último suspiro, y la sustitución que había comprado había llegado faltándole partes vitales. Había asumido que el flamante aparato llegaría completo con un regulador como se indicaba en la caja. Había asumido mal. Para cuando fue de nuevo a la ferretería y regresó al taller, con el regulador faltante, Min había perdido cerca de tres horas de su ocupado día laboral. El resto de la tarde la había ocupado para para ponerse al día, una hazaña imposible de cumplir.


Afortunadamente, todo estaba a punto de dar un giro para mejorar.

Con un prolongado bip, el bloqueo fue retirado, y Min entró en la casa, inhalando el olor de ajo, hierbas y tomates. Cena tardía por lo general significaba que Jun haría algo especialmente delicioso y a veces incluía postre. Hoy parecía no ser ninguna excepción. Por el olor, Jung Min supuso que el horno contenía su favorito: berenjena parmesano.

¿Cómo diablos había terminado amando una receta sin carne?

Min nunca lo sabría.
Supuso que se debía a Jun que la mitad de la jodidamente fantástica variedad de platos que preparaba Jun no contenían nada de carne. Pero ni su pésimo día ni el pensamiento del ex podrían arruinar el estado de ánimo de Min.

Jung Min desató los cordones y se quitó las botas antes de ir por el pasillo hacia la cocina. Se detuvo en la entrada y miró la escena familiar. Jun estaba de pie en la isla del centro cortando las verduras para una ensalada, de espaldas a Min. Estudiando los movimientos de Jun y su eficiencia en la cocina, Min se cruzó de brazos, una sonrisa tiró de los bordes de su boca.

Cuando Min miraba a Jun, solía ver el cuerpo delgado de un académico. Entonces comenzaba a apreciar el culo bien formado y el abundante cabello oscuro ideal para enterrar los dedos durante el sexo. Los ojos de Jun emitían cada una de sus emociones —si estaba seguro, balbuceando, nervioso, o completamente mudo—, y Min lo encontraba totalmente convincente.

Le gustaba especialmente ver los ojos de Jun mientras se corría.

No había duda de que el hombre también disfrutaba del sexo, pero también le gustaba cada aspecto de tener a un compañero en su casa. Jun rezumaba domesticidad, disfrutaba de actividades simples como cocinar para dos o hablar de su día en la cena. Pese a las protestas de Min, Jun incluso insistía en ayudar con la limpieza, prefiriendo la compañía en la cocina que relajarse en la sala solo. Siempre esperaba a que Min se instalara frente al televisor antes de tomar cualquier material de lectura que eligiera para la noche. Después de años de vivir solo, Min debió haber necesitado tiempo para ajustarse.

Era curioso lo cómodo que se sentía aquí. Con el tiempo, sus herramientas se abrieron lentamente camino hasta el garaje de Jun. Min había comprado un banco de trabajo y una mesa de acero inoxidable que dejó en una esquina. Min había reclamado un estante a lo largo de la pared y estaba ahora en camino para llenar el estante. Jun había hecho un comentario sobre ensuciar la cosa y Min había rodado sus ojos, secretamente complacido.

El sexo con Jun se definía por la palabra impresionante.

Y ahora Min podía elegir entre rápido, brusco y placentero que él anhelaba o largo y lento que lo dejaba muriéndose por más hasta que se corría. El alivio de la liberación era casi tan emocionante como el orgasmo en sí mismo.

Varios días habían pasado desde su confesión, y Min se sentía más ligero, más libre y más cómodo con Jun de lo que jamás había estado con otra persona. Nunca había compartido esa parte de su pasado con nadie.

Ni siquiera con Kyu.

Min se preparó para el dolor aplastante que siempre seguía, cuando pensaba en su amigo, pero hoy esa sensación parecía más un dolor sordo. El agujero se sentía más pequeño y claramente menos definido —ya era jodida hora después de cinco años.

Jun se giró para tomar un pimiento rojo y vio a Min. —Hey. Estás en casa.

Casa.

Los labios de Min se arquearon. —Me retrasé hoy, así que me salté el cambio de aceite de la Ducati que tenía previsto.

No había necesidad de compartir que había reprogramado la tarea, eligiendo volver a casa temprano porque sabía que Jun ya estaría aquí.

—¿Realmente ella la necesita? —preguntó Jun.

—Sólo lo mejor para mis chicas.

Jun sonrió, arrugas aparecieron en las esquinas de sus ojos. —Entonces la reprogramaste. ¿Qué tienes en tu agenda para esta noche?

—A ti.

Jun se rio, y una familiar luz encendió su mirada.—Bien —dijo Jun—. Quiero conversar algo contigo.

Las palabras se estrellaron contra Min como un autobús a exceso de velocidad.

«Mierda». Reconoció esa mirada en el rostro de Jun, y no tenía nada que ver con el sexo. Min había visto la misma expresión en Jun varias veces desde el partido de fútbol. Min no podía estar seguro, pero tenía la sensación de que las cosas de las que quería hablar Jun involucraban el futuro.

Su pecho se tensó fuertemente, y Min se aclaró la garganta, forzando un tono ligero. —¿Quieres hablar sobre cambiarnos a una nueva marca de lubricante?

—No. —Jun nerviosamente acomodó su cabello detrás de las orejas—. Espero que puedas controlar tu mente calenturienta durante cinco minutos, porque hay algo que quiero preguntarte.

«Mierda». Odiaba haber tenido razón.

Necesitando tiempo para prepararse, Min dijo: —Podemos hablar durante la cena. Solo voy a tomar una cerveza y lavarme antes de comer. —Abrió la puerta de la nevera y agarró una botella, escapando luego al garaje.

—Voy a terminar la ensalada —Jun le gritó.

Con el corazón martillando a un estúpido ritmo, Min se detuvo y miró fijamente su muro de herramientas, preguntándose cómo se había metido en este lío. Preguntas obstruían sus pensamientos y lo dejaban sin saber qué hacer.

Por lo que Min podía entender, Jun había querido tener esta conversación hace varios días. Min, siendo el maldito cobarde que era, nunca había alentado a Jun a compartir sus pensamientos. Sólo una posibilidad tenía sentido. El hombre iba a pedirle que se mudara, para poder vivir juntos como una pareja.

Jesús.

Min no sabía qué hacer primero, reírse de lo absurdo de su situación, tener pánico, o darle a la idea una seria consideración. La idea de reclamar la mitad de la cama de Jun sostenía una apelación definitiva, y por más que las ventajas obvias.

Min tomaba una cantidad extremadamente vergonzosa de placer al dormir al lado de Jun. De hecho, Min había llegado a odiar despertar solo. Anhelaba el calor y amaba la sensación de piel sobre piel.

Envolverse alrededor de Jun, o viceversa, era tan natural como respirar.

Pero seguro como el infierno que no quería ser el alguien significativo de otro.

Empujó los sentimientos conflictivos a un lado y se dirigió a su Indian Blackhawk aparcada al lado de la mesa de trabajo, que tenía herramientas en la parte superior. Tomó una llave Allen y distraídamente frotó con el pulgar la herramienta de metal, su cabeza estaba revuelta.

—Treinta minutos más para la cena —dijo Jun mientras entraba en el garaje—. Quizás deberíamos hablar ahora.

Min se puso tenso, aún no estaba preparado para la posible conversación.

La mirada regresó a la cara de Jun, y él se acercó más. —Min…

—Mi viejo compresor de aire finalmente murió hoy. —Con el corazón atorado en la garganta, Min se giró y se arrodilló junto a la motocicleta, pasando su dedo a lo largo de la cadena, como si probara la tensión. Debió haberse ocultado en la casa, como hace diez minutos—. Tuve que comprar uno nuevo.

Hubo una pausa de dos segundos antes de que Jun respondiera. —De lo que has dicho, ese fue el evento que te retrasó. —Parecía indeciso ahora, casi cauteloso.

Min luchó para mantener la calma, al menos en el exterior.—Sí —dijo Min—. Llegué a un punto en el que arreglar el jodido costaba más que comprar uno nuevo.

—Min—dijo Jun—. Yo...

—Antes quiero preguntarte. ¿Cómo está Hyun?

Min mantuvo sus ojos en la moto. Era evidente que había perdido completamente la cabeza si estaba preguntando por el ex para esquivar la conversación. Min suprimió la burla amenazando con escapar. Lo siguiente sería invitar a Hyun a compartir su comida, sólo para retrasar lo inevitable.

—Está bien —dijo Jun—. Kiki todavía está dándole mierda. Y está disgustado con Hyun porque no podrá estar en la entrega de premios. —Se aclaró la garganta—. Lo que me recuerda, hay algo que quiero preguntarte…

Sonó el celular de Jun, y Min se apoderó de la cadena y cerró los ojos, agradecido por la demora, su mente luchando. ¿Cómo iba a evitar la conversación sin apartar a Jun? Min miró a Jun por el rabillo del ojo mientras respondía el teléfono con un saludo.

Inmediatamente la expresión de Jun cayó. —Hola, mamá. —Se dio vuelta, su perfil frente a Min mientras continuaba—. Te lo dije, eso no es necesario.

Min pudo distinguir una voz femenina zumbando a través del teléfono, y fingió que no se esforzaba para oír las palabras. Ahora lamentaba que fueran interrumpidos porque —aunque pudiera ser un completo cobarde de mierda acerca de conversaciones que involucraban el futuro— odiaba ver a Jun molesto.

Los labios de Jun se tensaron. —Lo sé, es sólo…

Las palabras murieron cuando la voz de su madre continuó, y Jun se apartó de la mesa —lejos de Min— y comenzó a caminar.

Min veía a Jun ir y venir. Algunos minutos más pasaron mientras la conversación telefónica continuaba, y la tensión en los hombros de Jun nunca disminuyó. Desafortunadamente, las murmuradas respuestas de una sola sílaba de Jun no le daban ni una pista sobre el tema.Jun finalmente se despidió y puso su teléfono en el bolsillo de sus pantalones color caqui, regresando con Min. —Mi madre.

—Sí —dijo Min con una pequeña sonrisa, con la esperanza de animar a Jun—. El "hola, mamá" fue una especie de pista.

Jun no continuó, y Min se mordió el labio. ¿Debería dejar que el momento pasara? ¿Emplear una maniobra evasiva y regresar a la casa, como estaba previsto? ¿O debería preguntarle a Jun sobre la conversación telefónica? Al final, Min no podía ignorar la mirada abatida en el rostro de Jun, sus ojos sangrado vulnerabilidad.

No cuando la expresión hacía doler el pecho de Min.

—¿Qué sucede? —preguntó Min.

Jun lo miró a los ojos. —Mis padres aún están pensando en venir a la ceremonia de premiación.

—Bueno, hey, eso es bueno, ¿verdad?

Jun se frotó la frente con ambas manos como para depurar sus preocupaciones. Parecía inseguro de su respuesta.

—¿O no? —Min continuó en voz baja.

Hyun sabía el porqué tener a los padres de Jun asistiendo a la recepción era un problema, pero Min no. El ex sabía, y Min no tenía ni una puta idea. El darse cuenta de eso le molestó como el infierno. Y la culpa era claramente de Min.

Jun dejó caer las manos a los lados. —He comprado un nuevo espejo para mi moto. Voy a buscarlo en mi carro.

Desapareció por la puerta lateral que conducía a la entrada, y Min se le quedó mirando. Podía detectar una maniobra evasiva a un kilómetro de distancia, sobre todo porque su superpotencia personal era Evasión. Min aún estaba debatiéndose en qué hacer con Jun cuando él regresó al garaje, con un espejo retrovisor en la mano.

—¿Quieres un poco de ayuda? —preguntó Min.

—No —dijo Jun—. Puedo manejar esto.

Desde su posición en cuclillas delante de su motocicleta, Min vio a Jun empujar su Harley más cerca de la de Min y la mesa de trabajo. Y aunque él no era la persona más práctica con las herramientas, sin duda había mejorado con un poco de instrucción. Ahora podía hacer cosas simples y sustituir el espejo era sin duda una de ellas.

El logro de Jun hacía que Min se sintiera tan jodidamente satisfecho que era ridículo, y lo último que quería era arruinar su estado de ánimo con una seria conversación.

Con ese pensamiento, la garganta de Min se tensó tanto que amenazaba con estrangularlo.
Pero ignorar el estado de ánimo de Jun apenas sería justo. Hablar de Kyu el día de su cumpleaños había contribuido mucho para evitar que Min perdiera la cabeza. Follar a Jun como si no hubiera un mañana también había ayudado. Jun también se merecía algún tipo de salida, y las palabras parecían ser su herramienta de elección.

—El premio es algo grande —dijo Min.

—Lo sé.

Cuando Jun no continuó, Min presionó de nuevo. —Debes de estar orgulloso.

—Lo estoy.

La respuesta de Jun fue seguida por un minuto de silencio.

Con un suspiro, Min apoyó el brazo en su rodilla. —Entonces, ¿por qué no quieres a tu familia aquí?

Jun desenroscó el tornillo que sujetaba el espejo roto con más atención de lo que el proceso requería. —Mi madre adoraba —adora— a Hyun. —Su mano se quedó inmóvil mientras se encontraba con la mirada de Min—. Y ella... uh... está teniendo dificultades para dejarlo ir.

—Ella tendrá que encontrar la manera por su cuenta. No puedes hacerlo por ella.

La mano de Jun hizo una breve pausa antes de continuar con su tarea, su aliento escapando apuradamente. —Me gustaría que el tema fuera tan sencillo.

Con el tornillo ahora suelto, Jun retiró el viejo espejo. Min esperó pacientemente para que Jun continuara mientras atornillaba el nuevo en su lugar. Justo cuando pensó que Jun había decidido terminar la conversación, el hombre continuó.

Jun comprobó la estabilidad del espejo. —Ella asistió a casi todas las protestas en tres condados, con la esperanza de poner fin a la Proposición 8. Trabajó más arduamente que nadie que yo conozca para que Hyun y yo tuviéramos el derecho a casarnos. —Se quedó mirando el manillar, y luego, con un pequeño resoplido, arrojó el destornillador de nuevo en la mesa de trabajo—. Y ahora, por supuesto, eso no va a suceder.

—Amigo, ella tendrá que entenderlo.

—Yo le debo mucho.

—Tú no le debes tu vida personal.

Jun apretó brevemente los ojos al cerrarlos. —Ser adolescente es una mierda. Ser un adolescente gay hace la fase un millón de veces peor. —Con las manos en la cintura, Jun miró su motocicleta como si estuviera buscando algo más que arreglar—. Yo estaba en un lugar oscuro cuando salí ante mis padres.

La declaración se instaló en el estómago de Min, dejándolo enfermo al pensar en un Jun deprimido. Min se puso de pie y apoyó la cadera contra la mesa de trabajo, buscando que decir. Como de costumbre, las palabras le fallaron.

—Mi mamá no es una madre típica —Jun continuó con una sonrisa irónica—. Ella encuentra mostrar afecto... difícil. Pero cada tarde cuando llegaba a casa de la escuela, me había dejado una nueva pieza de literatura o un folleto sobre mi escritorio. Por lo general, algo acerca de los gais adolescentes. —Los ojos de nuevo fijos en Min, y la sonrisa de Jun se desvaneció—. Durante un tiempo, todos esos folletos y su apoyo sin palabras eran las únicas cosas que se interponían para que yo no sucumbiera ante el odio a mí mismo.

Las palabras desoladas desencadenaron otra contracción dolorosa en el pecho de Min.

—Yo le debo más de lo que le puedo pagar —dijo Jun.

Min debería estar elaborando un plan para escapar de la próxima charla acerca del "futuro". Debería irse, pero cualquier cosa que interfiriera con la sonrisa de Jun y las arrugas resultantes, lo tenían bloqueado. Y pronto. Cuanto más tiempo pasaba mirando la expresión de Jun, más duro hería el corazón de Min, y sentía aun más la necesidad de arreglar la situación.

Por desgracia, la única manera que conocía era reemplazar el aspecto derrotado de Jun por uno de deseo.

«Jesús, Jung Min, realmente eres un patético hijo de puta»

Min dio un paso adelante, poniendo la mano en el torso de Jun. La apariencia turbulenta en la mirada de Jun lentamente se relajó cuando Min deslizó la palma hasta la polla de Jun, acunándola.

—¿Qué estás haciendo? —dijo Jun.

—Si tienes que preguntar, no estoy haciendo las cosas bien.

Min frotó el pulgar sobre la cabeza, y el aire a su alrededor se volvió pesado mientras la polla de Jun crecía lentamente rígida. Aparte de los dedos de Min moviéndose, ninguno de los dos se movió.

La mirada de Jun ahora era oscura, y dijo: —¿Qué tienes en mente?

—Vas a tener que ser paciente y ver.

Esto Min lo podía manejar. El sexo era preferible a hablar y malditamente mejor que ver una expresión desgraciada en la cara de Jun. Min haría cualquier cosa, incluso saltar del puente más cercano para animar a Jun. Por supuesto, él prefería el sexo que saltar.

—Desabrocha los pantalones —murmuró Min.

Con el ceño fruncido en pregunta, Jun dijo: —¿Deberíamos ir a la habitación?

—Nop.

Jun dudoso miró hacia la mesa de trabajo con su surtido de productos derivados del petróleo y elevó una ceja con seriedad. —Pero ¿qué pasa con el lubricante?

—Nosotros no vamos a necesitar lubricante.

Las cejas de Jun se levantaron, y hubo una breve pausa antes de que siguiera la indicación anterior y desabrochara el pantalón y bajara la cremallera. —Estás demasiado lejos de mí para…

Min se puso de rodillas, y Jun se quedó inmóvil, con una expresión de asombro en su rostro. Era evidente que esto no era lo que había estado esperando. Un poquito sorprendido de sí mismo, Min ignoró los pensamientos perturbadores en su cabeza y sacó la polla de Jun a través de sus boxers.

Así que, sí, en un principio una mamada había estado totalmente fuera de cuestión, porque la sola idea agitaba recuerdos feos que había trabajado tan malditamente duro para olvidar, graciasmuchasgracias. Pero esto era por Jun. Un pequeño regalo —aunque eso parecía un lamentable uso de la palabra. A pesar de eso, otro trabajo de mano se sentía... inadecuado. ¿Qué tan duro podría ser darle una mamada? Min sabía que se sentía bien y se lo mostraría en un momento.

Jun llevó una mano hasta el hombro de Min, la preocupación en su rostro. —No tienes que hacer esto.

—Jesús, hombre. Yo sé eso —dijo Min—. Deseo hacerlo.

—¿Por qué no ir con una actividad que ambos podamos disfrutar?

«Porque tengo que hacer esto»

—Porque quiero hacer algo sólo para ti —dijo Min.

Jun murmuró una protesta, que se cortó en seco cuando Min enterró su nariz, dándose una charla interna mientras acariciaba la polla de Jun. Le había dado a Jun un montón de trabajos manuales, pero ver su polla tan cerca, justo en la línea de visión de Min, era nuevo. Y aunque una pequeña parte de él expresaba sus dudas, gruñendo ante la sensación de la erección de otro hombre en su cara por primera vez en quince años, otra parte de Min definitivamente estaba encendida.

Hunh. No había factorizado esa reacción en la ecuación.

Pero este era Hyung Jun, y todo con Jun resultaba bien.

Con la intención de experimentar primero, Min tocó con la lengua la cabeza de la polla. Un silbido agudo salió de la boca de Jun. Animado, Min cerró los labios sobre la punta, maravillándose de cómo algo tan duro podía sentirse tan sedoso y suave. Comprobó la sensación en la boca, revisando el tamaño, antes de ir más lejos. Cuando empezó a chupar con más fuerza, Jun dejó escapar un gemido y retorció los dedos en la camisa en el hombro de Min. El agarre se hizo más y más fuerte entre más tomaba Min en su boca el eje de Jun. Después de un minuto Min levantó la vista.

Con los labios entreabiertos, Jun jadeaba, su respiración audible. A pesar de su evidente excitación, Jun tomó la mandíbula de Min. Su pulgar raspó suavemente la incipiente barba, como para calmar cualquier duda. El gesto era una señal tranquilizadora, dejando que Min supiera lo que ya sabía, que podía confiar en Jun.

Min envolvió su mano alrededor de la base y comenzó a bombear la cabeza, tomando la mayor cantidad de Jun en su boca como le era posible. El tiempo pasaba sin incidentes, y la confianza de Min creció. La saliva agrupada en la lengua, lubricaba el camino. Disfrutando la piel suave, salada y el peso de la polla de Jun estirando su boca, la acción era erótica como el infierno.

Pero entonces el débil olor del líquido preseminal lo golpeó, y él entró en pánico, los recuerdos surgieron súbitamente. No podía respirar.

«No podía respirar»

Min cerró los ojos con fuerza y se retiró una fracción. Con la esperanza de encubrir su reacción, se tomó su tiempo para circular con su lengua la punta de la cabeza de la polla de Jun, mientras seguía acariciando a Jun con su mano. Concentrándose en respirar lenta y serenamente.

«Dentro y fuera a través de la nariz»
«Dentro y fuera a través de la nariz»

Y mientras la sensación sofocante pasaba lentamente, el ritmo cardíaco de Min se recuperó. Llevando la cabeza de la polla dentro de su boca, levantó la mirada y se centró en el aspecto lleno de deleite en el rostro de Jun, los ruidos sexuales que escapaban de sus labios. Finalmente, Min notó de nuevo el sabor salado en la lengua.

Pero esta vez se acordó de lamer el semen de Jun de su boca en ese momento increíblemente caliente en el garaje.

La polla de Min se movió, muy interesada en llevar las cosas más lejos. Presionó la boca en la rendija de Jun y chupó, buscando más del sabor. Jun clavó los dedos en el hombro de Min y dejó escapar un largo gemido. Si la intensidad de su agarre era algo, estaba cerca, sin duda estaba disfrutando de los esfuerzos de Min.

Jun comenzó a empujar sus caderas hacia adelante y luego se detuvo.

—Está bien —dijo Min. Necesitaba ahora superar totalmente cualquier rastro persistente de miedo. Min recorrió con su lengua la vena llena de sangre a lo largo de la base de la polla de Jun, alrededor de la corona acampanada, y luego lamió una gota brillante de líquido preseminal de la punta—. Haz lo que tengas que hacer —murmuró y tragó a Jun hasta abajo.

Jun dejó escapar algo parecido a un sollozo y balanceó sus caderas, deslizándose profundamente dentro de la boca de Min. Varias visiones golpearon la libido de Min.

Jung Min en cuatro patas, Jun bombeando dentro de él desde atrás.
Jun encima, separando ampliamente las rodillas de Min y golpeando la próstata de Min con infalible exactitud.

Min todavía no podía decidir cuál le gustaba más.

Follar a Jun era impresionante, pero ser jodido por Jun era como increíble al cuadrado multiplicado por mil.

Y Jun usando la boca de Min de manera similar era igualmente excitante.

Min gimió, su pene creciendo con fuerza. No tenía la coordinación de Jun. No podía jalarse a sí mismo mientras se encontraba en medio de una mamada —quizás la próxima o después de un poco más de práctica.

Pero, por ahora, el momento era perfecto.

Hoy todo giraba en torno a Jun y hacer feliz a Jun.

Además, si Min se jalaba a sí mismo, se perdería las pequeñas cosas, como la mano de Jun ahora tomado en su puño el cabello de la parte posterior de la cabeza de Min. El desesperado agarre de sus dedos en el hombro de Min. El arco de las caderas de Jun y la lenta manera en que empujaba su polla dentro y fuera de la boca de Mn.

Le gustaba escuchar los ruidos que salían de la garganta de Jun. Chupar a Jun no era tan bueno como estar en el extremo receptor. Pero, Jesús, estaba muy muy cerca.

—Min—AlJun ec gimió en señal de advertencia, sus embestidas se hicieron más rápidas—. Voy a…

Jung Min no retrocedió. En cambio, agarró el culo de Jun y lo empujó más profundo. Jun gritó cuando el semen golpeó la parte posterior de la garganta de Min. Tragó ávidamente alrededor de Jun mientras el hombre seguía bombeando sus caderas, cabalgando su orgasmo, la cálida eyaculación pulsando, pulsando y pulsando...

A pesar de sus intentos, Min no pudo tomárselo todo. Cuando Jun finalmente se desplomó hacia adelante y apoyó su otra mano en el hombro de Min para sostenerse, Min soltó la polla de Jun.

Semen goteaba por su barbilla.

Ya no sería nunca más víctima de un recuerdo infernal, Min le sonrió a Jun, llevando las gotas con orgullo. En lo que a él se refería, eran una maldita insignia de honor.

—¿Qué piensas? —preguntó Min.

Bueno, quizás no debería regodearse tanto sobre el aspecto estupefacto en el rostro de Jun. En serio, ¿qué tan necesitado podría un hombre llegar a estar? No debería estar buscando la aprobación de alguien que ahora se veía incapaz de parpadear, y mucho menos de hablar coherentemente.

Jun murmuró las palabras mal pronunciadas: —Amé cada momento. —Aturdido y con los ojos vidriosos, envió una oleada de necesidad que golpeó y recorrió a Min cuando acarició con el dedo la mancha en su barbilla—. Te amo.

«Jesusjodidocristo»



Continuara.......................... 

3 comentarios:

  1. Hey Min está superando sus traumas y además se está esforzado porqué baby sea feliz, espero que se de cuenta lo importante que Jun es en su vida y ya deje los temores

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  2. Ojala que Min no pierda a Jun por su indesicion y su miedo a lo formal, es ovio que lo ama por que aria lo que fuera por verlo feliz, ojala y ya acepte que lo ama

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  3. Madre santa !!! Lo dijo!!!! y ahira Minnie saldra huyendo se pasa de cobarde >-< Junnie le romperan el corazon de nuevo T.T

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