miércoles, 22 de octubre de 2014

El novio de reserva. Capitulo 31


El lunes después del trabajo, Jun subió en el ascensor hasta el apartamento de Hongki con los ojos arenosos por la falta de sueño. Apretó su latte con gratitud. Después de la semana que pasó ya sea en la carrera de póker, o en el trabajo, o en la cama con Min, Jun necesitaba la infusión de cafeína para así poder finalizar la jornada. Especialmente a la luz de lo que tendría que soportar antes de que pudiera encontrarse con Min cuando volviera a casa.

Su teléfono sonó, y Jun vio el mensaje de texto. 

«Estoy de camino a tu casa con pollo kung pao, sopa wonton, y un columpio sexual» 

La risa de Jun se perdió en el ruido de las puertas corredizas del ascensor cuando se abrieron. Pero, mientras se dirigía por el pasillo que conducía a la casa de Hongki, la sonrisa se desvaneció de su rostro.

Durante el debate del mes pasado sobre el Fondo Residencial Clínica, el plan para encontrarse con Hyun y Hongki aquí le había parecido razonable. En general, Hongki suministraría los refrigerios y comentarios sarcásticos mientras él y Hyun hablarían acerca de cómo iban a poner en marcha la siguiente fase de sus planes. Pero con los eventos recientes, es decir, su decisión de ignorar el consejo inicial de Hongki acerca de dormir con Min, el lugar de la reunión ahora se sentía complicado. No sólo tendría que escuchar los regaños de Hongki por eso, sino que también lo haría porque se había pasado una buena parte de la semana ignorando sus mensajes de texto acerca de la recaudación.

Jun solía dejarlo todo cuando algo debía hacerse en lo que respecta a la lucha contra la Proposición 8 o apoyar el fondo de vivienda. En retrospectiva, se dio cuenta que su agenda había sido muy patética.

Ahora que había conseguido sentirle el gusto y disfrutar de su motocicleta y Min—y la vida—, se sentía menos dispuesto a estar tan ciegamente disponible.

Envió un mensaje a Min en respuesta.

«Estaré allí lo antes posible»

Cuando se acercaba a la puerta de Hongki, Jun hizo tronar su cuello para aliviar la tensión, cada uno de sus músculos adoloridos de la forma en que sólo los podía dejar una semana de actividades sexuales, valían la pena. Unas magulladuras en forma de huellas marcaban las muñecas de Jun. La quemadura de la alfombra en su culo escocía por debajo de sus calzoncillos y lo hacía cuestionarse acerca de su marca de suavizante de telas. Pero Jun disfrutó de los recordatorios de un Min resistentemente crudo... y entusiasta.

Hace dos domingos, Jun había pasado cinco segundos considerando la posibilidad de llamarlo, cancelar todo de nuevo y traspasar las puertas del infierno y aterrizar en la cama con Min.

Aunque Jun no tenía dudas de que las acciones de Min del sábado en la noche habían sido parcialmente alimentadas por un ataque de melancolía, la actitud del hombre, después, había sido simplemente tranquilizadora. El viaje de regreso había sido espectacular, con cielos despejados y la compañía de amigos. 

Min había regresado a su habitual estado relajado. Había seguido con una actitud de manos fuera en público, pero su comportamiento y ocasional guiño tranquilizador reafirmó que los dos estaban, sin lugar a dudas, en un terreno más sólido.

Después de eso, había sentido que le era imposible ponerle fin a las cosas.

Como amigo, Min hacía a Jun feliz. Tenían sexo. Sexo-caliente-licua-cerebros. Un bono extra con el potencial para complicar las cosas seriamente con certeza. Quizás la decisión de seguir con Min no tenía sentido. Quizás Jun se arriesgaba a una caída aún mayor que la de antes. Porque, ¿quién sabía dónde terminaría está loca relación? Por una vez en su vida, había tomado la firme decisión de que no le importaba.
Alec se detuvo frente al apartamento y timbró. Preparándose para los próximos encuentros, cuadró los hombros y se dio una rápida patada mental en el culo. 

Escuchó pasos y tiró de las mangas para cubrir las marcas en sus muñecas. Entrar. Discutir acerca de la siguiente recaudación de fondos. Salir.

Debería ser simple.

Hongki abrió la puerta. —Ahí estás.

Bueno, simple, excepto por dos cosas. Tendría que soportar la tensión entre él y Hyun y enfrentar a Hongki, quien parecía no poder comprender que Jun finalmente había salido y encontrado una vida.

Negándose a sentirse culpable, Jun agarró con más fuerza su taza de café. —Por supuesto que estoy aquí. —Jun pasó por un lado de su amigo y entró en el vestíbulo.

—Tú me has estado evitando toda la semana —dijo Hongki—. Y se supone que debías llamarme anoche para discutir acerca de esta reunión. 

En su mente buscó una excusa creíble, Jun podía sentir los ojos de Ki sobre él cuando entró en la sala hecha en dorado apagado y ruginoso, el mobiliario y la decoración reflejaban los gustos caros de su amigo. Hyun estaba sentado en un mullido sofá en frente de las ventanas de piso a techoo. Jun se dirigió hacia el sofá de dos plazas a juego.

No tenía sentido mentir porque él apestaba en eso. —Estaba ocupado, Kiki.

Ocupado aprendiendo la verdadera forma en la que a Min le gustaba tener sexo. Mucho sexo.

Alec se dejó caer en el cojín y una punzada de dolor se disparó en su culo, un recordatorio de que tuviera cuidado. Trató de moverse a una posición más cómoda y luego notó que Hyun lo miraba, con los ojos entrecerrados. Así que Jun fingió colocar su latte en la mesa de centro junto a una bandeja con galletas y queso.

Centrarse en el motivo de la reunión parecía ser la mejor esperanza para Jun de salir de aquí, en un plazo razonable. —¿Por cierto, cuánto tenemos en el fondo de construcción? 

Hyun tomó su ordenador portátil, encendiéndolo. —Les diré en un segundo.

—Corrígeme si me equivoco. —Hongki se apoyó contra el quicio de la puerta, con los ojos en Jun—. Pero creo que tú estuviste de acuerdo en imprimir un informe financiero antes de esta reunión. 

—Lo olvidé —dijo Jun—. Tengo una vida fuera del trabajo, y de este proyecto, Hongki.

Escépticas líneas entre corchetes se formaron en los ojos de Hongki. —¿Desde cuándo?

—Desde que el DOMA murió y Jun y yo rompimos —dijo Hyun.

Jun intentó, pero fracasó, determinar si en la declaración de su ex había incluido algún mensaje oculto o no. Desde la fiesta habían intentado en lo posible evitarse el uno al otro. La constante glaciar tensión había empezado a agobiar a Jun.

Hongki miró a Jun. —Lo que no explica por qué no respondiste a mi mensaje de ayer.

—¿A cuál de los ocho mensajes te refieres? —Jun dijo secamente.

—¿Ocho en un día? —Hyun levantó la vista de su ordenador portátil—. Parece que es hora de tener el número de Hongki bloqueado.

Jun no podía estar seguro, pero el comentario burlón de Hyun se había sentido como apoyo.

Hongki le lanzó a Hyun una mirada tolerante, mientras caminaba, finalmente, hacia la sala de estar. —He comprado estas galletas sólo para ti, Hyun, a pesar del hecho de que parecen estar hechas a base de alpiste.

No me obligues a tirarlas por la ventana.

Hyun se concentró en su ordenador. —Tú sabes que me amas, Kiki.

—No te hagas ilusiones, hombre vegano.

—Vegetariano —dijo Hyun—. No vegano.

Hongki desestimó la distinción con un gesto de la mano. —Lo que sea. —Al parecer, finalmente se había dado cuenta de que Jun se negaba a pedir disculpas por no estar disponible, porque Hongki les dio a ambos una sonrisa—. Pero ustedes dos me van a amar aún más cuando les comparta las noticias acerca de nuestros esfuerzos de recaudación de fondos.

Al fin. Ahora sí la reunión había comenzado oficialmente. La tensión en los hombros de Jun bajó, tomó una galleta y le dio un mordisco. El teléfono de Jun volvió a sonar, y él discretamente comprobó el mensaje.

«Entrando en la ducha. No me hagas empezar sin ti.»

Una semilla quedó atrapada en la garganta de Jun, y tosió, tomando un sorbo de su café con leche.

—Dios, Hyun—dijo Jun, tratando de recuperarse de la imagen mental de Min haciéndose una paja mientras se lavaba todo un día de sudor y suciedad—. Me olvidé de lo secas que son estas galletas.

—Pensé que te gustaban —dijo Hyun.

—Jun mintió para no herir tus sentimientos, porque él es demasiado bueno. —Hongki se dejó caer en el sofá—. Sin ánimo de ofenderte, Hyun, pero tú dieta estrictamente sana es terriblemente aburrida.

—Lo tendré en mente cuando esté ajustando el goteo de insulina para tratar tu diabetes inducida por la carne roja, Hongki—dijo Hyun.

Una risita escapó de Jun, y Hongki le disparó una mirada.

—Volvamos a nuestro tema de la financiación —dijo Hongki, su expresión se tornó seria—. ¿Recuerdan a el bastardo de mal humor que es miembro de la junta directiva del Charity Regional Hospital? En fin, recibí una llamada de él hoy, tienen una propuesta para nosotros.

Jun se enderezó en su asiento. Quizás esta discusión estaría acabada incluso antes de lo que él había esperado.

—Ellos quieren que nosotros hagamos una subasta de solteros para recaudar fondos —dijo Hongki.

Hyun miró a Hongki, obviamente, poco impresionado, y Jun se hundió en el sofá, con su optimismo para una reunión rápida escapando.

—¿Una subasta de solteros? —dijo Jun.

Por la forma en la Hongki lo había dicho, Jun había pensado que la pareja planeaba entregar suficiente para cumplir con sus objetivos. Problema resuelto. Volver a Min. Un sueño imposible, claro, pero no obstante uno bueno.

—Por favor, dime que estás tomándonos el pelo —dijo Hyun—. Un evento como ese, es una pérdida de tiempo.



Continuara................

2 comentarios: