lunes, 20 de octubre de 2014

Barcos en la noche. Capitulo 6



Saeng pulsaba en su guitarra, experimentando con sonidos, varios acordes mientras la canción sonaba en su mente. Sabía exactamente qué clase de canción se ajustaba a la película de Hyun. Había leído la historia durante la noche, de una sentada.

Saeng no era un lector asiduo; prefería ver las imágenes en una pantalla en lugar de tener que visualizar las escenas mentalmente. Así que cuando había empezado a leer el guion de Hyun, estaba sorprendido al encontrarse enganchado con la historia.

La trama era simple. Los personajes eran defectuosos. La combinación de esos dos factores transformaba lo que podía haber sido una historia cliché de amor en algo más conmovedor.



Saeng había llorado durante una de las escenas donde los dos personajes principales tuvieron una gran pelea, conduciéndolos a un error que cambió los cursos de ambas vidas. Y a pesar de toda la angustia y lágrimas por las que pasaron, esos dos personajes, a pesar de ser ficticios, fueron hechos para estar juntos.

Las letras empezaron a formarse en la mente de Saeng, las letras hablaban de amor y congoja y perdón y, más que todo, fe.

Cuando vi por primera vez al amor de mi vida
Vi esa radiante mirada tuya

Amor de mi vida, que sorientemente te acercaste a mi

Hablare de mis recuerdos en este momento

Dire que los momentos que he pasado contigo, son mi felicidad

No puedo sentir amor por ti

¿Es amor?

El sonido de un teléfono móvil sonando interrumpió la furiosa garabateada de Saeng en un cuaderno que contenía todas sus reflexiones.

—Hola —respondió la llamada con brusquedad, no habiendo checado el identificador de llamadas.

—¿Es un mal momento? —la profunda voz de Hyun lo saludó.

—Estaba justo escribiendo letras para la canción. Ya sabes, para la canción, ¿la que va a estar en tu película? —No podía evitar estar enojado con la interrupción de Hyun. Cierto, la voz de Hyun despertaba ese calor, ese sentimiento oscilante en su estómago, pero la parte creativa de él que estaba en el rol no podía evitar estar disgustada.

—Es un mal momento, entonces —se rio Hyun, y maldición si eso no estimulaba esas sensaciones oscilantes en el estómago de Saeng de nuevo.

—¿Qué es tan gracioso?

—Tú, francamente —rio de nuevo Hyun—. No has desayunado todavía, ¿verdad?

—¿Cómo sabías eso? —preguntó Saeng sospechosamente.

—Oh, no te preocupes, Saeng. No te estoy acechando ni nada. Solamente que si yo me pierdo el desayuno antes de empezar a trabajar u otras cosas… bien, yo sería tan desagradable como un oso, también.

—Hmm. No es tanto el desayuno, sino que tú me perturbaste —señaló Saeng.

—Ya veo. De todos modos, llamé para preguntarte si te gustaría que nos reuniéramos para el almuerzo.

—¿Por qué?

—¿Qué quieres decir con “por qué”? —dijo Hyun, leve molestia atada a su tono—. ¿Los amigos no pueden almorzar juntos?

Saeng suspiró, colocando su pluma sobre la mesa. Esta llamada estaba tomando más de lo esperado. —No somos exactamente amigos, ¿lo somos, Hyun? Mira, fui el chico con el que tuviste una aventura de una noche. Y ahora estoy escribiendo una canción para esta película que estás produciendo. Eso es todo.

—¿Por qué te fuiste esa noche? —preguntó Hyun, cambiando el tema.

—¿Q-qué?

—Esa noche, ¿Por qué te fuiste? Desperté y te habías ido. Sabes, eso fue un poco grosero.

—Bueno… pues, tenía que irme —farfulló Saeng.

—¿Tenías?

—No deberíamos tener esta conversación por teléfono —dijo Saeng.

—Sugerí almuerzo, pero tú vetaste la idea.

—Bien, almorzaremos. Hasta podemos discutir el progreso de la canción.

—Lo que sea que te haga sentir mejor acerca de nuestra cita para el almuerzo, bebé. Sí, almuerzo. Te enviaré un mensaje con la hora y lugar. Ahora tengo que irme. Tengo una entrevista por teléfono en unos minutos. Adiós.

—¡Espera! —Saeng habló en una línea muerta—. ¿Qué debería ponerme? —preguntó al cuarto vacío.




Saeng usó unos jeans negros y una camiseta verde oscuro… en un restaurante cuatro estrellas. Al menos el pensó que era un restaurante cuatro estrellas después de darle una rápida mirada al salón a los elegantemente ataviados invitados comiendo silenciosamente sus comidas. Afortunadamente para él, había traído consigo su chaqueta de cuero, la cual al menos cubriría su triste excusa de camisa. En la defensa de Saeng, era una realmente, realmente cómoda camisa. Probablemente se hubiera negado a entrar si Hyun Joong no hubiera estado a su lado. Su cerebro no podía comprender la idea de alguien alguna vez rechazando a Kim Hyun Joong. Por supuesto, eso podría parcialmente ser porque el hombre en sí mismo estaba vestido con un traje caro… para almorzar. Y también que, sí, él era Hyun Joong, estrella favorita de Hollywood.

Saeng abrió el menú para ojear los artículos alimenticios y sus cejas se elevaron hasta casi su línea del pelo.
Hyun sonrió disculpándose, adivinando la causa detrás de la expresión alarmada de Saeng. —Perdón. Este es el único lugar al que puedo ir sin ser acosado. Y estoy pagando por esta comida.

— Hyun, Sé que eres una estrella de cine, pero ¿has visto los precios? Mejor que la comida sea malditamente buena —gruñó Saeng—. Y, sí, por supuesto que tú vas a pagar.

Hyun rio, el sonido atrayendo la atención de otros comensales en el demasiado tranquilo salón. —Esto es por lo que me gustas. Eres único en tu tipo, ¿sabes eso, Young Saeng?

Saeng resopló. —Todos somos el único en nuestro tipo, Hyun.

—Sí, pero tú eres más especial que otros. Me gusta tu honestidad —dijo Hyun, su voz sincera.

—Gra-gracias —replicó Saeng, rápidamente bajando la mirada al menú cuando sintió el cálido calor florecer en sus mejillas.

—De verdad debes aprender a aceptar los cumplidos graciosamente. —Hyun sofocó una sonrisa—. ¿Estás listo para ordenar?

Saeng asintió.



Saeng miró el despliegue de comida en el plato blanco frente a él. Creyó que había ordenado una hamburguesa con queso y papas fritas. En su lugar, su plato sostenía una más bien grande, hamburguesa de ternera a la parrilla con dos gruesas, mitades de pan tostado colocados en un arreglo evidentemente destinado a joder su mente. Las papas fritas estaban probablemente hechas por los mismísimos chefs del restaurante. Ellas giraban, formando largas, figuras espirales, no como las papas fritas curveadas que uno encontraría en un restaurante de comida rápida. 

Saeng esperaba que supieran diferente, sin embargo, cuando colocó una en su boca, sabía cómo ninguna otra papa frita que hubiera probado excepto por un ligero matiz de hierbas. Sintió la ensalada rociada con algún aderezo hecho en casa, probablemente bajo en calorías. A Saeng nunca le gustaron mucho sus vegetales.

Cuidadosamente colocó la carne de ternera a la parrilla entre los dos panes antes de tomar un largo mordisco al artículo que ahora podía llamar hamburguesa. —¡Oh, Jesús! —medio gritó, medio gruñó.

El jefe de meseros inmediatamente apareció a su lado, preguntando si estaba bien y diciendo una completa cadena de oraciones que Saeng no se molestó en descifrar. Estaba demasiado ocupado enamorándose de su hamburguesa. 


Continuara.................

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