Hyun se arrodilló en la parte inferior de la tarima, donde su Amir se sentó, con la cabeza inclinada en señal de respeto. Por mucho que quería esta reunión, él mantuvo su boca cerrada y esperó a ser reconocido por su líder.
—Hyun, —dijo el Amir después de varios momentos de silencio—. ¿Qué trae a uno de mis guerreros más temidos ante mí?
Hyun finalmente levantó la cabeza y miró hacia el Amir. —Pido su comprensión, Amir. He venido a solicitar formalmente la admisión de mi Demonas Amaté a mi clan.
—¿Tu Demonas Amaté? —El Amir se rió entre dientes—. Felicitaciones sean dichas, entonces.
—Sí, Amir.
—¿Y de dónde es tu Demonas Amaté?
Hyun tragó el nudo en su garganta. Aquí iba la parte difícil. Los que están muy dentro de Jinnistan son bastante desdeñosos a la hora de aceptar a cualquier habitante de la superficie. Hyun esperaba que el Amir pasara por alto ese pequeño detalle y le concediera su petición.
—Mi Demonas Amaté está en la superficie, Amir.
—¿Un habitante de la superficie?
Hyun hizo una mueca de dolor. Podía oír la indignación en la voz del Amir.
Él inclinó la cabeza respetuosamente, a pesar de que quería lanzar su rabia contra el Amir. Su compañero era un hombre honorable. Él lo sabía. Si no lo fuera, no habría tratado de doblegar a Tuloq sin hacerle daño.
—Sí, Amir. —Hyun tragó de nuevo. Tenía la garganta tan seca que se preguntaba si podría hacer algún sonido—. Él derrotó a Tuloq, permitiéndonos capturarlo con vida.
—¿Qué es esto? —Preguntó el Amir—. ¿Un habitante de la superficie derrotó a un Shaiatín?
—Sí, Amir. —Hyun se sentía muy orgullo de que su compañero derrotara a uno de los Shaiatín. Incluso a los cazadores de demonios les era difícil derrotar a los demonios rebeldes. Era una gran hazaña el que un habitante de la superficie pudiera hacerlo.
—Me gustaría entrevistarme con este habitante de la superficie, Hyun, antes de tomar una decisión.
Con lo mucho que quería discutir, Hyun sabía que no podía. El Amir era el líder escogido de su pueblo. Su palabra era ley. Ir en contra de la palabra del Amir era una invitación a su propia muerte.
—Como usted quiera, Amir.
—Trae a este habitante de la superficie ante mí, así podré ver al que derrotó a Tuloq.
—Sí, Amir. —Hyun se puso de pie, juntó las manos, y se inclinó sobre ellas antes de volver a salir de la sala del trono—. Y, Hyun, —dijo el Amir antes de que Hyun llegara a la puerta doble—, no reclames a este hombre hasta que me haya reunido con él. Todavía no he decidido si se le permitirá unirse a tu clan o no.
Hyun apretó los dientes. Él respiró hondo antes de volver a inclinarse ante el Amir de nuevo. —Como usted diga, Amir.
Hyun esperó hasta que salió del palacio real y por el camino a su complejo clan. Pasó por todos los que se encontró, haciendo caso omiso de sus saludos al entrar en el recinto, y se dirigió directamente por las escaleras hasta el punto más alto en el edificio que albergaba su clan, el mirador. Él arqueó la cabeza hacia atrás, cerró los puños en el aire, y rugió su rabia.
¿Cómo se atrevía el Amir prohibirle reclamar a su Demonas Amaté?.
Era inaudito que a un cazador de demonios se le negara su compañero demonio. Simplemente no debía pasar.
Un Demonas Amaté era la otra mitad de su alma, su razón de vivir. Como un cazador de demonios, Hyun luchaba cada día para mantener su reino y su pueblo a salvo de los Shaiatín. Su recompensa por años de lucha era el consuelo de que iba a encontrarse al fin en los brazos de su Demonas Amaté.
La rabia de Hyun lo dejó, sólo para ser reemplazada por un dolor tan profundo que sentía como si su pecho se fuera a rasgar en dos. Se sentó en uno de los escalones de piedra y escondió la cabeza entre las
manos, sintiendo la desesperación y la angustia de las emociones que sólo él podía sentir.
—Hyun.
—El Amir me prohibió reclamar a mi compañero hasta que pueda reunirse con él —dijo Tehmper en un susurro.
—Ciertamente, es broma —resopló Kyu.
Hyun levantó la cabeza y miró a su hermano del clan. —¿Me veo como que estoy bromeando?
—Pero él no puede hacer eso.
Hyun resopló. —Bien, él lo hizo. Quiere conocer a mi Demonas Amaté antes de que se le conceda la admisión en nuestro clan. Mientras tanto, me ha prohibido que lo reclame.
—No, tú no entiendes, Hyun. Va contra nuestras leyes que alguien interfiera en el apareamiento de un cazador de demonios con su Demonas Amaté. Está escrito en nuestros antiguos pergaminos. Ningún hombre, mujer o niño puede interferir con un cazador de demonios para que reclame al compañero que le corresponde por derecho.
Hyun frunció el ceño. Sus cejas se juntaron en confusión.
—Entonces, ¿por qué el Amir me lo prohíbe? —Hyun pronto respiró rápido—. No crees que quiera elegir a mi compañero para él, ¿verdad?
—No veo cómo —respondió Kyuhyun—. Si tú lo has reclamado, entonces es tuyo.
—Sólo le he dado mi marca.
—Entonces él sigue siendo libre hasta que termines tu reclamación. —Kyuhyun se pasó la mano por la barbilla cuando comenzó a pasear por el pequeño balcón—. Si tu Demonas Amaté es digno de ser reclamado por un cazador de demonios y todavía no ha sido reclamado, entonces imagino que el Amir estaría interesado en él. Cualquier persona que pueda derrotar a un Shaiatín, habitante de la superficie o no, sería un consorte apto para el Amir.
—Él es mi Demonas Amaté —gruñó Hyun—. El Amir no lo tendrá.
—Entonces te sugiero que pongas a alguien a buscar los pergaminos antiguos de las leyes relativas a un cazador de demonios reclamando a su compañero, y yo lo haría antes de volver a la superficie y reclamarlo.
Una vez en Jinnistan, cae bajo el dominio del Amir.
Hyun resopló y apretó los puños. ¿Qué sabía él acerca de antiguos pergaminos? Él era un cazador de demonios. Él sabía cómo cazar, cómo defender y cómo matar. No sabía cómo ir a través de manuscritos antiguos en busca de alguna oscura ley.
Finalmente, miró a su hermano del clan. —¿Me puedes ayudar? Parece que sabes más acerca de estos pergaminos antiguos que yo. Yo no sabría cuál sería el lugar en el que mirar en primer lugar, y aunque lo supiera, no sabría lo que buscar.
—Yo estaría encantado de ayudarle, Hyun, tú lo sabes.
Hyun asintió. Él lo sabía. Kyuhyun era su hermano del clan, junto con Min y Kyu. Juntos, los cuatro, habían formado su clan. Trabajaban juntos, vivían juntos, y entrenaban juntos.
Confiaban sus vidas el uno al otro.
Cada clan de demonios cazadores estaba formado por cuatro guerreros, cada demonio tenía el control de un elemento diferente. Hyun era un demonio de fuego, Kyu un demonio de agua, Min un demonio de aire, y Kyuhyun era un demonio de tierra.
Todos ellos eran nacidos medio demonios. Si ellos fueran uno de los afortunados, sufrirían una transformación al llegar a la madurez. Su capacidad elemental se manifestaría y se unirían a las filas de los cazadores de demonios. Si no se transformaban, no eran más que ciudadanos comunes de Jinnistan, o Afrit, como ellos llamaban al lugar. Podrían unirse a la guardia imperial y proteger a la familia real o convertirse en tutores y proteger a los ciudadanos de Jinnistan. Pero sólo los cazadores de demonios se transformaban.
—¿De verdad crees que el Amir tratará de tomar a mi Demonas Amaté? —preguntó Hyun mientras él consideraba las características del siniestro Kyuhyun.
Kyuhyun se encogió de hombros. —El Amir desea encontrar a su compañero al igual que nosotros.
—Pero este hombre es mi Demonas Amaté, no el del Amir.
—También derrotó a un Shaiatín —dijo Kyuhyun—. Eso dice mucho de su fuerza. Nunca he oído hablar de
un habitante de la superficie que derrotara a un Shaiatín antes. Estoy seguro de que es un rasgo atractivo para el Amir.
—No importa —espetó Hyun—. Él es mi Demonas Amaté. Le di mi marca y mi colgante. La reclamación está casi realizada. Es sólo una cuestión de traerlo de regreso a Jinnistan.
—E intercambiar sangre con él durante el sexo.
La ingle de Hyun se apretó con la idea de reclamar a su compañero de una manera sexual, de beber su dulce sangre otra vez. —Eso también.
Continuara.........
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