lunes, 16 de noviembre de 2015

La Evolución del Amor Capitulo 24




Jun se recuperó rápidamente. Tres semanas después del accidente su apetito era casi normal, él era capaz de caminar treinta metros con sus muletas y no gemía de dolor cada vez que trataba de moverse.

La doctora Norris declaro que podía regresar a casa.

―Dios, finalmente ―dijo Jun, cuando ella le dijo que probablemente lo darían de alta al día siguiente―. Quiero decir que todo el mundo fue genial, pero, es asombroso estar en casa de nuevo. ―Le dio una resplandeciente sonrisa a Min, quien estaba sentado en un sillón reclinable a lado de la cama.


Min tomo su mano. ―Eso es maravilloso y realmente estoy feliz de tenerte en casa. ―Se giró a la doctora Norris, con el ceño fruncido―. ¿Pero como en la tierra lo va a lograr? Él posiblemente no pueda manejar subir las escaleras.

―Oye, el terrorista del terapeuta físico comenzó a hacerme subir un par de escalones hace dos días ―Jun protesto―. Voy a estar bien. Soy lento con las muletas, pero mis costillas no me duelen tanto así que eso lo hace más fácil.

La doctora Norris se rio. ―Si, él lo está haciendo muy bien. Necesita seguir con su terapia una vez que regrese a casa. Escribiré las órdenes para que acuda como paciente externo a su terapia física, y le darán la primera cita antes de irse.

Jun hizo gestos. ―Oh genial, justo cuando pensaba que ya había terminado.

―No puedes pensar tal cosa ―La doctora Norris dijo―. Te advertí que tenías que seguir la terapia durante un tiempo.

―Si, está bien. ―Jun le sonrió―. Aunque no se le puede culpar a un hombre por tener esperanzas, sin embargo.

Ella sacudió la cabeza. ―Te revisare de nuevo en la mañana y a menos que ocurran circunstancias imprevistas te daré de alta mañana. Continuaras con el medicamento para el dolor por un tiempo y van a pasar algunos meses antes de que regreses a tus actividades normales tales como el snowboarding. Pero vas a estar bien. ―Ella lo vio seriamente durante un momento―. Eres un joven muy afortunado.

Jun levanto la mano de Min a sus labios y beso sus nudillos. Sus ojos brillaban. ―Lo sé.

De algún modo Min no creía que él estuviera hablando sobre el accidente.



Fiel a su palabra la doctora Norris dio de alta a Jun el día siguiente. Min llevo a Jun a casa con medicamento para el dolor, una cita para la terapia física y tres páginas de instrucciones de todo lo que debía y no debía hacer y cuando llamar al médico. Min estaba feliz de haber escrito todo. No creía que fuera a recordar todo eso de otra manera.

―Bueno, aquí estamos. ―Jung Min se giró y le sonrió a Jun cuando llegaron a la entrada de la casa―. Bienvenido a casa, dulce corazón.

Jun se rio, paso su mano por el cabello de Min y le dio un entusiasta beso en la boca. ―Bebé, es jodidamente genial estar de vuelta.

Min ayudo a Jun a salir del carro. Él estaba muy nervioso mientras Jun subía las escaleras del porche solo con sus muletas.

―Desearía que me dejaras ayudarte, ―dijo Min una vez que Jun estaba seguro en el escalón superior.

―Puedes ayudarme en las escaleras hacia la recamara, pero maldición si voy a acobardarme por cuatro escalones del porche. Hice más en el hospital. ―Con un profundo suspiro, Jun se dejó caer en el sofá y estiro las piernas arriba sobre los almohadones.

―Bien, chico rudo ―Min bromeo―. Voy a hacer café, ¿quieres?

―Oh, hombre, eso sería genial. Me muero por algo de tu café. Me estas mimando, señor Chef.

Min se rio. ―Vivo para mimarte, princesa. ―Evadió la palmada que Jun le iba a dar y se inclinó para besar la cima de la cabeza de Jun, entonces se dirigió a la cocina para preparar el café.

―Oye, Min, ―Jun le grito.

― ¿Si?

― ¿Tienes roles de canela?

Min sonrió. ―Sí. Los hice anoche.

― ¡Estupendo! Traes algunos.

―Jun, lees mi mente.

Unos minutos después, Min estaba acurrucado a lado de Jun en el sofá. Ellos hablaban acerca de pequeñas cosas mientras tomaban su café y comían los suaves roles de canela. Finalmente la conversación llego a la boda de Hyo y Hyun.

―No va a ser una ceremonia tradicional, ―dijo Jun.

― ¿Oh? Entonces ¿qué va a ser?

―Handfasting.

Min parpadeo. ― ¿Handfasting?

―Sí. ―Jun se metió medio rol de canela a la boca―. Ih Wihuh.

Minsonrió. ―De nuevo, pero esta vez en Español. ―Se inclinó y limpio las migajas de la esquina de la boca de Jun con su dedo.

Jun mastico y trago. ―Tonto. Dije que es Wiccan. Quiero decir que esa será la ceremonia que ellos tendrán. Básicamente la feliz pareja une sus manos y el ministro o lo que sea, las une juntas con cordones. Diferentes colores de cordón significan diferentes cosas. Hyori dice que todas las religiones acostumbraban el handfasting, pero que ellos lo harán en una ceremonia Wiccan, dado que Hyori es Wiccan. Dame eso. ―tomo la mano de Min y chupo el glaseado de naranja de su dedo.

―Yo, um…yo pensé que Hyori no formaba parte de ninguno de los aquelarres de Asheville, ―dijo Min. La lengua de Jun recorría su dedo, haciéndole difícil concentrarse en la conversación.

―Ella no estaba hasta hace unas semanas. ―Jun giro la cara y beso la palma de Min ―. Pero sabias que ella era un miembro activo en el aquelarre local de Oregón antes de mudarse aquí. Supongo que ella extrañaba eso.

―Sí. ―Jun lamio la muñeca de Min haciendo que gimiera―. ¿Que acerca…acerca de Hyun? ―Min preguntó―. Él no es Wiccan. Dios, Jun…

Los dedos de Jun acariciaban la cara interna del muslo de Min, tan ligeramente que Min apenas y podía sentirlo a través de sus pantalones. La sonrisa de Jun era totalmente traviesa.

―Eso no importa ―dijo Jun, su voz era demasiado baja y seductora para lo que estaba diciendo―. No tienes que ser un Wiccan. No tiene que ser ninguno. Ellos hacen un handfasting para cualquiera.

Min lo vio pensativamente. ― ¿Cualquiera?

―Sí. Hyori me dijo todo acerca de eso, es realmente interesante. ―Jun se deslizo hacia adelante gimiendo un poco cuando movió su pierna―. Ahora cállate y bésame.

La pasión en la mirada de Jun envió la poca sangre que quedaba en el cerebro de Min rápidamente a regiones algo más abajo. Alcanzo a Jun y lo beso.

―Te extrañe, bebé. ―Las palabras de Jun eran quebradas por los besos―. Te quiero con tanta urgencia.

―También te quiero ―Min contesto jadeando, paso una mano por el soporte que cubría la pierna de Jun desde el tobillo hasta medio muslo―. ¿Pero qué hacemos con esto?

―Aw, hombre ―Jun gruño. Frunció el ceño pensando―. Supongo que vamos a tener que tener sexo oral por un tiempo. Maldición.

― ¿Eso es tan malo? ―Min acaricio con su nariz el cuello de Jun.

―No. ―Jun arqueo el cuello para que Min pudiera besarlo―. Amo cuando jodes mi culo eso es todo.

―Yo también. Pero supongo que podemos vivir con la alternativa durante algunas semanas. ¿No crees?

―Uh. Uh-huh. ―El pulso de Jun se aceleró bajo los labios de Min. Min se apartó para ver la cara de Jun. Sus ojos estaban nublados por el deseo.

Jun no se resistió cuando Min desabotono su camisa y se la quitó, entonces Min paso sus dedos por los descoloridos hematomas en el pecho de Jun. El beso tiernamente su recorrido por el abdomen de Jun, siguiendo la línea del suave vello castaño donde desaparecía dentro del pantalón de algodón, tratando de no tocar la incisión que estaba sanando que iba desde debajo de las costillas hasta el hueso del pubis. Tomo la pretina de los pantalones de Jun y los bajo.

Él sabía que Jun no tenía ropa interior, porque él lo ayudo a vestirse. Él había estado ocupado en otras cosas, en ese momento para pensar en eso. Ahora, el encontró la desnudes de Jun muy excitante. Enterró la cara entre las piernas de Jun e inhalo su aroma.

―Joder, Min―Jun gruño―. Dios chúpame, ahora.

Arrodillado en el suelo del sofá, Min tomo el pene de Jun en su mano y lo vio a los ojos.

―No tienes ni idea ―dijo Min―, cuanto extrañe esto.

―Si, y yo. ―Jun pasó sus dedos por el cabello de Min―. También lo extrañe. Te extrañe.

Min sonrió. Abrió su boca y dejo que la erección de Jun se deslizara en su interior.

Habían pasado tres semanas desde que habían hecho el amor, pero parecían años. Tener a Jun entrando en su boca de nuevo se sentía como estar en casa. El sabor de Jun , su olor, el calor de su cuerpo, hacía que la sangre de Min cantara en su cabeza. El suave movimiento de las caderas de Jun marcaba el ritmo de su corazón.

Cuando Jun se corrió, el grito de liberación y el sabor caliente del semen envió una feroz alegría que recorrió la piel de Min. Sintió que las lágrimas llenaban sus ojos y no hizo nada para detenerlas.

―Dios, bebé ―Jun suspiro―. Se sintió tan jodidamente genial. ―Le jalo el cabello a Min―. Ahora déjame hacértelo.

Min sonrió ante el rubor de las mejillas de Jun y sus parpados pesados. ― ¿Estás seguro que te sientes bien? No quiero presionarte.

Jun le dio a Min una mirada de no-seas-estúpido. ―Min, el día que no quiera chuparte será mejor que llames a la funeraria, porque estaré muerto. Ahora dámelo.

―Tan impaciente. ―Min le sonrió pacientemente a Jun mientras se quitaba la ropa―. Aquí, levanta tu cabeza. Jun se empujó apoyándose en el codo. Min acomodo una gran almohada debajo de su cabeza. Jun se lamio los labios.

―Dios, me moría por chupar tu pene de nuevo, Minnie.

―Bueno, aquí estoy, mi amor. Todo para ti. ―Min coloco sus rodillas a cada lado de la cabeza de Jun y rozo con la punta de su pene los labios de Jun. Jun suspiro, abrió la boca y tomo a Min en su interior.

El sentir la cálida y húmeda boca de Jun, después de tres largas semanas de obligado celibato era casi suficiente para hacer que Min se corriera. Requirió un gran esfuerzo contenerse.

Acunando la cabeza de Jun entre sus manos, Min empezó a empujarse al interior de su garganta. Jun  gimió y enterró sus dedos en las caderas de Min.

A pesar de todos sus esfuerzos para contenerse, no tomo más de algunos minutos para que Min se corriera. El expulso lo que sintió eran galones de semen por la garganta de Jun. Jun lo trago con experimentada facilidad. Cuando el orgasmo termino, Min quedo débil y jadeando, se sentó en el suelo y apoyo la cabeza en el sofá a lado de la cadera de Jun. Jun acaricio su cabello.

―Jun―dijo Min cuando recupero la respiración―, ¿Alguna vez te he dicho lo bueno que eres en esto? Tienes realmente talento.

―Sabes lo que se dice, la practica hace la perfección.

―Mm.

―Sube aquí conmigo.

― ¿Qué con tu pierna?

―Esa ya está aquí.

Min se rio. ―Quiero decir no quiero lastimar tu pierna.

―No lo harás. Vamos, por favor. Quiero sostenerte.

―Está bien.

Min se subió al sofá a lado de él.

Jun se acomodó hasta que pudo envolver a Min con sus dos brazos y apoyar su cabeza en el hombro de Min. ―Sabes algo, ¿Min?

― ¿Qué?

―Amo esto. Solos tú y yo juntos. ―Levanto la cabeza y le sonrió―. Eso es lo que realmente importa, ¿no es así? Eso es lo que es importante.

Min acuno la mejilla de Jun con su palma. ―Mi amor, algunas veces eres muy sabio.

Jun sonrió y se acurruco en los brazos de Min.

Diez minutos después, Jun se había quedado dormido en el pecho de Min. Min pasó su mano arriba y debajo de la desnuda espalda de Jun, trazando la curva de su espalda y su cadera.

Mientras escuchaba el suave sonido de la respiración de Jun, pensaba acerca del día del accidente. Había estado tan cerca de perder lo más importante de su vida ese día. El shock había hecho que se diera cuenta que Jun era los cimientos de la vida que estaba construyendo. Lo mejor que ellos tenían era el uno al otro y eso debería ser celebrado.

―Quizás hay una manera, ―murmuro para sí mismo. Jun se movió en sus brazos. ― ¿Hm?

―Nada, amor. Solo hablaba conmigo mismo. Vuelve a dormir.

―Mm. ―Jun se giró sobre su espalda y se durmió de nuevo.

Min se desenredo y se puso su ropa. Jun no se movió.

Jung Min lo vio fijamente. Jun había perdido peso en el hospital, su piel estaba más pálida que lo normal. Los moretones estaban amarillos y eran un contraste en la piel de sus costillas demasiado prominentes. Manchas oscuras bajo sus ojos por la pérdida de sueño, debido a que testarudamente se negaba a tomar el medicamento para el dolor.

Min pensó en la traviesa sonrisa de Jun, las intensas emociones que no podía esconder ni tratando. Su desenfadada alegría por la vida. Todas las pequeñas y grandes cosas que hacían que él fuera más vital para Min que el aire o el agua, la sangre o el respirar. Min pensó en todas esas cosas, y se juró a si mismo que iba a mostrarle a Jun y al mundo lo mucho que su amor significaba para él.

Beso la frente de Jun y se dirigió de puntitas a la cocina.

El tomo el teléfono y marco. Hyori contesto al tercer timbre.

― ¿Hyo? soy Min, ha… Si, la doctora lo dio de alta esta mañana… Él está bien. Él está durmiendo ahora. Escucha, Hyori, Me preguntaba si podías decirme algo.

Ellos hablaron por casi una hora. Para cuando colgaron Min sabía exactamente lo que tenía que hacer.




Continuara......................

No hay comentarios.:

Publicar un comentario