domingo, 22 de noviembre de 2015

El placer de Saeng Capitulo 3


—¿Amo?

Hyun gimió cuando Min arqueó una ceja hacia él. Supo de alguna forma, que esto iba a estallar en su cara en el mismo instante en que puso sus ojos en Saeng. Solo que, no imaginó que fuera a explotar en sus morros cuando Min estuviera allí para verlo. Su amigo nunca lo dejaría vivir en paz.

—Saeng, levántate. —El pequeño se puso de pie al instante, pero mantuvo la cabeza baja, y las manos entrelazadas detrás de la espalda. Todo esto de la sumisión estaba empezando a volverlo loco. No conocía la historia del chico, y comenzaba a pensar que no querría conocerla.


Era obvio para cualquier persona que viera al hombre que había sido terriblemente maltratado. Eso en sí mismo enfadaba tanto a Hyun que quería perforar una pared. Los moretones que desfiguraban el delicado rostro de Saeng, fueron suficiente para sacar su, por tanto tiempo reprimida, vena protectora, que mantenía soterrada desde hacía años, con el fin de ser capaz de realizar sus funciones en la agencia.

No estaba muy emocionado con que estuviera emergiendo amenazadoramente de su cabeza. Hyun suavemente agarró a Saeng por su barbilla y levantó su rostro. No le pasó inadvertido que, aunque él, estaba mirándolo directamente a la cara, el jovencito mantenía los ojos bajos. —Saeng, ¿qué te dije sobre llamarme Amo?

El chico tragó tan fuerte que Hyun lo oyó. —No hacerlo — susurró.

—¿Cómo te he dicho que me llames?

Los ojos de Saeng parpadearon por un momento, y luego volvieron a caer. —Hyun.

—Entonces eso es lo que espero que me llames —dijo—. No soy tu Amo. Nunca seré tu-

—Hyun, espera.

Éste miró a Jun, un poco irritado porque el hombre lo interrumpiera cuando estaba hablando con Saeng sobre algo tan serio. —¿Qué?

—¿Puedo hablar contigo a solas un momento?

Hyun seriamente quería poner los ojos en blanco, pero Jun era el rey. —Saeng, quédate aquí. Regresaré. —Cuando se alejó de éste, se preguntó por qué sentía la necesidad de decirle algo en absoluto. No era como si el joven le perteneciera. Cuando llegó al otro lado de la habitación, y se quedó de pie ante Jun, cruzó los brazos sobre su pecho, y fulminó al pequeño rey con la mirada. Pero siguió mirando de reojo a Saeng. Podía ver que el hombre estaba asustado, y eso extrañamente oprimió el pecho de Hyun. No podía recordar la última vez que se había sentido tan ansioso.

—¿Qué?

—Mira —dijo Jun—. No sé de dónde viene Saeng ni lo que le ha ocurrido, pero es posible que desees ser un poco más cuidadoso con la cosa del Amo. Creo que lo toma mucho más en serio que lo que tú piensas.

—¿Y? —Hyun se rompió—. No soy su Amo.

—Ssshh. —Jun agitó las manos hacia Hyun—. No levantes la voz. Podría oírte.

Hyun estaba más confundido que un esquimal en el caribe confundido. —¿Y qué si lo hace?

—Si piensa que no tiene a nadie que lo domine, podría encerrarse en sí mismo, entonces nunca sabremos nada sobre Kyu. —Jun suspiró, a continuación, afianzó su mandíbula—. Es necesario que lo guíes, Hyun.

—¿Yo? —Las cejas de Hyun se alzaron—. ¿Por qué yo? —Y guiarle, ¿cómo?

—Porque parece haberte tomado simpatía —dijo Jun—. Te responde.

—Si lo que dices es cierto, respondería ante cualquier persona con una voz fuerte, y agallas de acero.

—En realidad —los ojos de Jun se deslizaron lejos de la cara de su amigo y por encima de su hombro—, creo que es únicamente contigo, Hyun.

Éste se dio la vuelta para encontrarse con que Saeng lo observaba atentamente, su labio inferior atrapado entre sus dientes. En el instante en que notó que estaba mirando hacia él, su rostro palideció y rápidamente bajó la vista de nuevo hacia el suelo.

Hyun tuvo una sensación de aprensión mientras observaba a Saeng. El chico gritaba naturaleza sumisa, desde lo alto de su rubia cabeza a la parte inferior de sus descalzos pies. Hyun gruñó cuando de pronto notó la ausencia de calzado.

—¡Saeng¡

El joven irguió la cabeza, pero mantuvo la mirada baja. — ¿Sí, Hyun?

—¿Dónde están tus zapatos?

Un ligero ceño fruncido se abrió camino a través del rostro de Saeng. ¿Mis zapatos, señor?

Hyun decidió ignorar el señor por el momento. Tenía cosas más importantes que hacer. —Sí, los zapatos, Saeng. —Hizo un gesto con su mano hacia los pies—. ¿Dónde están? ¿Por qué están tus pies descalzos?

—Yo-yo no tengo zapatos. —Saeng retorció sus dedos juntos por un momento, y luego se estremeció como si se hubiera dado cuenta de lo que estaba haciendo. Rápidamente los deslizó detrás de su espalda—. No estoy autorizado a usarlos.

Hyun se encontró gruñendo de nuevo. —¿Por qué no?

—¿Por qué no, señor?

—Sí, ¿por qué no? —Hyun vio como el hombrecito empezaba a temblar cuando cruzó la sala de estar colocándose de pie delante suyo—. ¿Por qué no se te permite usar zapatos, Saeng?

—Ma-Ma... —Los ojos estaban llenos de preocupación mientras parpadeaba hacia arriba.

Hyun asintió. Sabía que Saeng le estaba pidiendo permiso para usar la palabra Amo. Odiaba la palabra, pero quien fuera el imbécil que había abusado del pequeño hombre, tenía que tener algún tipo de nombre. No se lo imaginaba llamando a nadie “imbécil”.

Saeng suspiró y bajó la mirada. —El Amo lo dijo.

—¿Te dio alguna razón?

Su mandíbula cayó al levantar la vista. Hyun sabía que la pregunta debía haber sido increíble si Saeng estaba mirándolo fijamente con confusión.

—¿Alguna razón, señor? —susurró, con un poco de asombro en su voz—. El Amo no tiene que dar ninguna razón.

Y eso era el porqué Hyun odiaba la cosa esa de Amo. —Eres inteligente, Saeng. Si el Amo no te dio una razón, ¿por qué crees que no te dejaría usar zapatos?

—Así no me escaparía, señor.

Ahora, era el turno de Hyun de estar sorprendido. —¿Has tratado de escapar, Saeng?

—Oh, sí, señor, muchas veces. —Por extraño que pareciera, Saeng parecía bastante orgulloso de ese pequeño hecho. Incluso había una pequeña sonrisa en su rostro—. No soy una mascota muy obediente.

Hyun no tenía que adivinar por qué Saeng había tratado de escapar de quien lo retenía. Podía ver las razones en los hinchados moretones en su cara. —Bien.

La sonrisa de Saeng se ensanchó hasta que casi le dividió la cara. —¿Estás feliz porque traté de escapar, Hyun?

Recordando la anterior reacción de Saeng, Hyun muy lentamente levantó la mano para alisar suavemente un mechón de pelo sobre la sien del joven. —Creo que nunca deberías permanecer con alguien que pusiera moretones en tan hermoso rostro.

Saeng elevó la mano en el aire como si fuera a tocar su cara, y luego la dejó caer de nuevo a su lado. —Pero, fui malo, señor.

—Nunca voy a creer que hayas podido ser lo suficientemente malo como para merecer esto, Saeng.

—He desobedecido a mi Amo.

—¿Qué hiciste? —Le preguntó Hyun en voz baja. No podía pensar en una sola cosa que Saeng, pudiera haber hecho para cabrear a alguien lo suficiente como para golpearlo tanto como el hombrecito había sido golpeado.

—Le metí alimentos a Kyu.

Saeng susurró las palabras en voz tan baja que le llevó un momento darles sentido. Cuando finalmente lo hizo, Hyun apretó la mano libre en un puño y clavó sus uñas en la palma para no gruñir de nuevo.

—¿Tu Amo está matando de hambre a Kyu?

El chico se encogió de hombros. —No matándolo de hambre, porque realmente no quiere que muera. A él le gusta demasiado jugar con Kyu. Solo que no le dan suficientes alimentos como para mantener su fuerza, y con todos los problemas en los que se mete, tiene que seguir estando fuerte.

—¿Qué quieres decir con todos los problemas en los que se mete Kyu? —preguntó Min desde detrás de Saeng—. ¿En qué problemas se mete?

Saeng permaneció con el rostro bajo, pero no dijo una palabra.

Hyun puso los ojos en blanco. —Saeng, responde a la pregunta de Min.

—Kyu no hace lo que el Amo quiere —dijo sin dudarlo—. Desafía al Amo a cada paso. Incluso le escupió en el rostro. —La comisura de la boca de Saeng tembló, y por un momento Hyun pensó que el hombre podría sonreír, pero al parecer lo pudo controlar, ya que sacó los labios hacia fuera mientras los apretaba.

—¿Tu Amo golpea a Kyu? —preguntó Min.

—Sí, señor.

—¿Y sabes dónde está retenido? —Le preguntó Jun mientras se acercaba a Min.

Saeng mantuvo los labios apretados.
Hyun casi puso los ojos en blanco otra vez, exasperado. Su paciencia colgaba de un hilo, uno muy delgado. —Responde la pregunta de Jun, Saeng.

—Kyu está retenido en el complejo del Amo.

—¿Tu Amo tiene un complejo? —preguntó Min, Saeng asintió.

—¿Dónde? —preguntó bruscamente Min , saltando hacia adelante.

Saeng gimió y se inclinó hacia Hyun. Envolviendo un reconfortante brazo alrededor de los temblorosos hombros del hombrecito, gruñó, y se volvió para gritar a Min, pero la mirada de asombro en la cara del hombre, hizo que el deseo se desvaneciera. Min parecía dolido por el miedo que el pequeño le tenía.

—Saeng—dijo en voz baja cuando se volvió hacia el hombre que trataba de enterrarse en él—. Min no te hará daño, cariño. Te lo prometo. No dejaré que nadie te haga daño.

Hyun parpadeó. «¿Cariño? ¿Cómo coño he soltado eso?»

Los hombros de Saeng lentamente dejaron de temblar, pero su cabeza permanecía hacia bajo. Eso en sí mismo le conducía a la locura, pero Hyun pensó que solo podría pelear un combate a la vez. Ahora, lo que necesitaba saber era todo lo que el chico conocía acerca de Kyu, y de donde estaba retenido.

—Saeng, ¿dónde está Kyu?

—El complejo del A-Amo esta como a cinco manzanas del callejón donde me encontraste. Es un viejo almacén en el muelle. Al Amo le gusta. Así puede utilizar las aguas para llevar suministros dentro y fuera del complejo.

—También se pueden utilizar para escapar —dijo Min.

Hyun asintió. Necesitarían dos unidades separadas para atacar el complejo, una por agua y otra por tierra. Era la única manera de asegurar que el Amo no escapara. Salvar a Kyu tenía que ser su prioridad, pero tampoco quería que el cabrón que lo mantenía preso quedara libre.

—Min, ¿pueden Kyuhyun y tú comenzar a planificar la misión de rescate? —preguntó Hyun—. Vuelvo en un rato. Me gustaría instalar a Saeng, conseguir que se asee y se alimente.

—Puedo hacer eso por ti si lo deseas —dijo Jun.

Hyun sacudió la cabeza. —No, yo me encargo. —No le gustaba la idea de que otras personas cuidaran del chico. ¿Quién sabía en qué tipo de problemas podía meterse el hombrecillo si lo dejaba suelto por la mansión? También tenía miedo de que Saeng se escapara, y corriera de regreso con su Amo para no meterse en ningún problema. Hyun no iba a dejar que volviera con ese gilipollas. Ya había sufrido bastante.

Mantuvo una firme mano sobre el brazo de Saeng, mientras lo guiaba fuera del estudio de Jun, arriba. Hyun no se dio cuenta hasta que estuvo de pie frente a la puerta de su habitación, que tenía planeado llevarlo ahí. Ahora, parecía perfectamente razonable tener a Saeng en su espacio personal.

Hyun abrió la puerta y lo condujo a dentro de la espaciosa suite, cerrando firmemente detrás de ellos. Una ligera sonrisa se abrió camino a través de sus labios, cuando observó el asombro en la cara del pequeño hombre mientras miraba alrededor.

—¿Te gusta, Saeng?

—¿Vives aquí?

—Es todo mío.

Los ojos del hombrecito se abrieron aún más. —¿No tiene que compartirla? Esta sala es solo para ti, solamente para una persona?

—Sí, esta habitación es toda mía. —Hyun empezó a preocuparse por el ceño fruncido en el rostro de Saeng—. Pero, estoy feliz de compartirla contigo —dijo rápidamente—. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras. Hay un montón de espacio para los dos.

—¿De verdad, Hyun? —susurró Saeng—. ¿Quieres que haga eso?

Hyun no tenía ni idea de lo que estaba aceptando, pero el brillo de esperanza en los ojos del joven, no podían ser ignorados. —Lo digo en serio, Saeng. Quiero que consideres esta tu habitación durante el tiempo que quieras estar aquí.

No estaba en absoluto preparado para la súbita euforia de Saeng. El hombrecito rebotó en el espacio entre ellos, se arrojó a sus brazos, y lo abrazó hasta que Hyun gruñó. ¿Quién podría pensar que el pequeño hombre pudiera ser tan fuerte?

—Gracias, señor, gracias —dijo rápidamente—. No voy a defraudarte. Voy a ser una buena mascota. Te lo prometo. Voy a limpiar la habitación y asegurarme de que tu ropa esté siempre limpia, doblada y guardada. Voy a traerte tu desayuno cada mañana y-

—¡Guau! —Hyun lo agarró por los hombros alejando al chico de él—. Cálmate, Saeng. No es necesario hacer todo eso. No hay condiciones para que te puedas quedar aquí. No tienes que limpiar nada ni hacer-

—Pero yo quiero —susurró Saeng.

Dios, se veía tan malditamente ansioso. Hyun no podía decirle al pequeño que no. —¿Por qué no hablamos de esto más tarde? Por ahora, vas a asearte, y conseguiremos algo para que comas. —Y después de eso, Hyun quería que Saeng descansara mientras él bajaba, y ayudaba en la planificación de la misión para rescatar Kyu. Pero lo más importante, quería al jovencito en un lugar seguro.

Hyun lo condujo al cuarto de baño, riendo al ver su asombro cuando vio la gran cabina de ducha con seis cabezales diferentes. También le gustaba la ducha. —Ven, Saeng. Quítate la ropa, y luego entra en la ducha.

Hyun se volvió respetuosamente cuando comenzó a desprenderse de su ropa sin protestar. Apretó la mandíbula al darse cuenta de que la privacidad, era algo con lo que Saeng no estaba familiarizado. No hubiera reaccionado de la manera en que lo hizo si lo hubiera estado.

—Estoy listo, Hyun.

Éste casi se tragó la lengua cuando se volvió, y se encontró con Saeng de pie detrás de él, al lado de la puerta de la ducha sin nada de ropa. Ni siquiera mantenía sus manos delante de su ingle. Sus piernas estaban ligeramente separadas, y tenía sus manos entrelazadas detrás de la espalda, como si estar de pie desnudo delante de un desconocido era algo que se produjera habitualmente.

Y llevaba un collar de mierda. Hyun apretó las manos y trató de no rasgar la maldita cosa. En cambio, extendió la mano y lentamente lo desabrochó. Dejó caer el collar en la basura.

—¿H-He sido malo? —susurró Saeng. Miró a Hyun, agitando su mano cerca de su cuello desnudo como si fuera una nueva sensación para él. Un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo y entonces dejó caer de nuevo sus manos a los costados.

—No, por supuesto que no. —Hyun se sentía confundido, especialmente cuando vio aparecer lágrimas en los ojos de Saeng. Extendió la mano y le limpió una lágrima con la yema de su dedo pulgar.

—¿Por qué crees que has sido malo, Saeng?

Cuando los ojos del chico se desviaron hacia la papelera, el corazón de Hyun se hundió. No sabía mucho acerca de las relaciones Dominante/sumiso, pero vagamente recordaba haber oído algo acerca de que un sumiso necesitaba llevar un símbolo de la posesión de su Amo.

Hyun sintió que se le encogía el estómago mientras desabrochaba la cadena de oro alrededor de su muñeca. Había tenido la sencilla pulsera por más tiempo del que podía recordar. Había sido un regalo de su abuela, que había muerto hacía muchos años, y era el único miembro de su familia que él quería recordar.

—Yo espero que cuides muy bien de esto, Saeng—le dijo Hyun mientras envolvía el brazalete alrededor de la delgada muñeca de Saeng, luego le dio otra vuelta para que no se cayera del hombre más pequeño.

—Yo-yo lo prometo, Hyun.

Miró a los ojos  de Saeng cuando escuchó un pequeño sollozo. Estaba radiante como si Hyun le hubiera entregado las joyas de la corona o algo así. Sabía que esto iba a regresar, y patearle el culo de alguna manera, pero no pudo aplastar la pura alegría que podía ver en la cara del pequeño.

—Buen chico.

Hyun gimió cuando la sonrisa del chico se ensanchó. Realmente necesitaba hacer una investigación sobre cómo funcionaba toda esa mierda, antes de que causara daños irreversibles en el pequeño e intrigante hombrecito. Saeng se tomaba todo esto realmente en serio, y Hyun no quería hacerle daño. La mera idea le provocaba dolor en el pecho.

—Hora de la ducha, Saeng.

Hyun trató de apartar los ojos de la pálida piel al alcanzar el grifo y abrirlo, entonces mantuvo la mano bajo el chorro hasta que el agua alcanzo una temperatura aceptable. Una vez que la ducha estuvo preparada, dio un paso atrás y le hizo un gesto para que diera un paso adelante.

El chico estaba allí, de pie, mirando a la ducha como si estuviera mirando la cosa más milagrosa que hubiera visto. —El agua sale directamente del techo.

—Es una ducha. —¿El hombre no habría visto una nunca?

Hyun apretó sus manos en puños por un momento, y luego trató de relajarse al ver la postura del pequeño hombre con su cuerpo rígido. Dejó escapar un profundo suspiro—. Entra en la ducha, Saeng.

—Sí, Hyun. —Se estremeció en el instante en que el agua lo golpeó. Un largo gemido salió de sus labios mientras apoyaba su cabeza bajo el chorro caliente—. Oh, agua caliente — susurró Saeng—. Realmente, tiene agua caliente.

—Por supuesto. —Hyun gruñó mientras cogía la botella de gel de baño y una esponja. Echó un poco de jabón en la esponja y luego se la entregó. —También tengo jabón. Saeng agarró la esponja, llevándola hasta su nariz para olerla. Una amplia sonrisa cruzó sus labios, y comenzó a frotar su piel. —Nosotros tenemos boráx (El bórax (borato de sodio o tetraborato de sodio), es un compuesto importante de boro (un elemento metaloide, semiconductor, trivalente que existe abundantemente en el mineral bórax). Este compuesto, el bórax, se utiliza ampliamente en detergentes, suavizantes, jabones, desinfectantes y pesticidas, además de tener otros muchos usos, que no vamos a enumerar, porque ya solo con esto queda aclarado el término y no queremos aburrir al lector de la obra. Gracias Wikipedía. XD) —dijo mientras se enjabonaba—. Viene en forma de polvo para que el Amo solo tenga que volcarlo sobre nosotros. No le gusta que caiga en su ropa.

—Estoy seguro —se quejó Hyun. Estaba empezando a tener una imagen muy clara del Amo de Saeng, esperaba que ex-Amo de Saeng, y no le gustaba lo que estaba viendo.

—Esto huele mucho mejor —dijo el hombrecito mientras sostenía la esponja cerca de la nariz, y la olfateaba de nuevo—. Y no hace que mi piel se sienta como si me la estuviera arrancando.

Mientras Saeng hablaba, Hyun recordó su anterior conversación con Changmin, y la pregunta que el hombre le hizo.

Era gente como el ex-Amo del chico las que Hyun asesinaba. Ese era un hombre que él, iba a asegurarse de que no se reprodujera. Mientras observaba a Saeng lavándose su cuerpo, no pudo evitar ver las tenues cicatrices blancas que estropeaban su piel. Estaban entremezcladas con unas pocas marcas rosas y arrugadas, que Hyun sabía que eran más reciente. Estaba claro que abusaban del jovencito bastante a menudo, y lo habían hecho durante un tiempo muy largo. Solo que no sabía cuánto tiempo.

—Saeng, ¿cuánto tiempo llevas con tu Amo?

—Oh, no mucho realmente. El Amo me compró hace unos tres inviernos.

«¿Tres inviernos atrás? ¿Comprado?» —¿Te compró?

La cabeza de Saeng se hundió rápidamente. —Sí, él me compró a mi último Amo.

Hyun se agarró al borde del marco de la puerta de ducha. —¿Cuánto tiempo llevas teniendo un Amo, Saeng?

El joven frunció el ceño mirando hacia el espacio, como si examinara la pregunta. —En realidad no recuerdo no tener uno. Recuerdo tener diferentes Amos, pero no recuerdo cuánto tiempo hace que tengo uno. —Miró a Hyun—. ¿Eso es malo?

Éste tuvo que tragar saliva antes de que le pudiera responder. —No, no es malo que no puedas recordar. —Quería ser más específico acerca de eso. Estar preso estaba mal. No recordar cuánto tiempo llevaba estándolo, no lo era.

Hyun sabía una cosa con certeza. Saeng había recibido abusos durante tanto tiempo, que era algo que veía como normal en su vida. No veía nada malo en la forma en la que había sido tratado. Bueno, las cosas iban a cambiar. Él mataría a cualquiera que incluso pensara en levantarle la mano al joven.
No más. «Saeng no va a sufrir más».

—¿Qué me puedes decir acerca de tus antiguos Amos?— Hyun se aseguró de utilizar la palabra “antiguo”. Quería que Saeng entendiera que ya no tenía uno. Nunca regresaría a aquellos hombres o a esa vida, no, si él tenía algo que decir al respecto.

—Algunos eran buenos, otros no lo eran. —Saeng pronto sonrió—. Pero ninguno era como tú, Hyun. Eres el mejor Amo que he tenido nunca.

—Saeng, yo no soy tu Amo.

—Lo sé. Eres mi Hyun.

Hyun gimió y se pasó la mano por la cara. Eso no era lo que quería decir. Dejó caer su mano de su cara, y cogió el champú. Estaba seguro de que no importaba como argumentara el punto de no ser su Amo, Saeng nunca lo vería de otra manera. Haría frente a ese detalle después. En este momento, el chico necesitaba terminar su ducha.

—Extiende tu mano, Saeng. Necesitas lavarte el pelo. —Hizo lo que le decía, y Hyun echó un poco de champú en la palma de su mano. El hombrecito se quedó mirándolo. Hyun puso los ojos en blanco—. Frota tus manos juntas, y luego frota el champú en el pelo.

Una vez más, Saeng hizo lo que Hyun le dijo. Hyun instantáneamente supo que había cometido un error cuando las lágrimas comenzaron a llenar lo ojos del jovencito, cuando la espuma de jabón se deslizó hacia abajo por su frente. Hyun se metió en la ducha, y cogió un puñado de cabello del chico,
dirigiendo su cabeza bajo el chorro de la ducha. —Necesitamos lavar tus ojos, Saeng. Tienes jabón en ellos.

—Lo siento, Hyun—exclamó mientras encaraba su cara contra el agua.

—No, es mi culpa. Debería haberte dicho que mantuvieras los ojos cerrados mientras te lavabas el pelo. —Hyun simplemente no esperaba que alguien no supiera esas cosas. Debía haber sido instintivo—. Cuando tengas champú en tu pelo, siempre mantén los ojos cerrados. El producto puede hacer que te escuezan.

—¿No fui malo? —Saeng gritó suavemente, su voz temblando.

«¡Mierda!»

Saeng pensaba que estaba siendo castigado. Hyun se sintió peor que basura. Era su culpa que se hiciera daño, no del chico. Tenía que mantener su cordura con Saeng. El hombre pensaba que todo era su culpa, o que hacia algo mal. A Hyun le hubiera gustado saber quién le había hecho esto. Deseaba destripar al cabrón, lentamente.

—No, Saeng—dijo Hyun a través de los dientes apretados—. No hiciste nada mal. Me olvidé de decirte que mantuvieras los ojos cerrados.


Le ayudó a quitarse el jabón de los ojos, y entonces terminó de lavar el pelo del hombrecito. Una vez que todo estuvo enjabonado lo enjuagó, Hyun se acercó y cerró el agua. Al salir de la ducha para coger una toalla para Saeng, se dio cuenta de que estaba completamente empapado.

Bueno, no había nada que pudiera hacer al respecto ahora.

Hyun cogió la toalla, y luego le hizo un gesto para que saliera de la ducha. El cuerpo de Saeng temblaba mientras salía. Hynu esperaba que fuera solo por pasar de una ducha de agua caliente al aire frío, y no porque estuviera molesto.

—¿Estás bien, Saeng? —Le preguntó mientras comenzaba a secarle el cuerpo, intentando pasar por alto el hecho de que estuviera desnudo de los pies a la cabeza. No fue fácil. A pesar de las cicatrices y las contusiones, el jovencito tenía un magnífico, aunque compacto, cuerpo.

—Estoy bien, Hyun.

—¿Tienes hambre?

—Si eso es lo que deseas.

Hyun se quedó inmóvil y miró hacia el hombre. —Saeng, no es eso lo que te pregunté. ¿Tienes hambre?

El chico tragó saliva, con la cabeza hacia bajo. —Podría comer.

Bueno, eso no era mucho, pero Hyun asumió que era lo mejor que iba a conseguir de momento. Envolvió una toalla seca alrededor del largo cabello rubio de Saeng. Estaba sorprendido de que le cayera casi hasta el culo. Nunca había visto un pelo tan largo en un hombre. ¿Saeng nunca se lo había cortado?

—Toma, esto deberá servirte hasta que pueda encontrarte otra cosa que ponerte. —Hyun cogió el grueso albornoz de detrás de la puerta del baño, y lo ayudó a ponérselo. Los trapos que Saeng había estado usando iban a ser quemados. Hasta entonces, Hyun encontraría otras cosas para que el chico se
pusiera.

La cabeza de Hyun se elevó cuando Saeng se rio. Era un sonido alegre, que no esperaba que saliera de un hombre que había sido objeto de abusos, como lo había sido él. Estaba bastante seguro que estaría berreando si sus posiciones se invirtieran.

Todavía podría hacerlo.

—Si eso es demasiado grande, creo que tengo una camisa que podrías usar.

—Esto es maravilloso, Hyun—dijo Saeng mientras cerraba los ojos y frotaba el costado de su cara en el borde del albornoz—. Es tan suave. Nunca he sentido nada igual. —Abrió los ojos y miró a Hyun con algo que brillaba en ellos, y que hizo que éste se pusiera muy nervioso—. Voy a ser una mascota muy buena, Hyun. Nunca te arrepentirás de mantenerme.

¡Maldita sea!

«Solo... ¡maldita sea!»



Continuara................

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