domingo, 28 de junio de 2015

El novio de reserva

  


  Epílogo

Un año después

—¿Extrañas estar a cargo? —preguntó Jun.

Min le dio un sorbo a su cerveza estando en la terraza del restaurante, disfrutando de la puesta de sol sobre el Pacífico y el parloteo de los motociclistas después de un buen día de viaje. La Sexta Edición de la Carrera Conmemorativa de Póker en Motos Clásicas ya había sido considerada un éxito, el tiempo era perfecto, la participación al nivel más alto de todos los tiempos. Una brisa alborotaba el cabello de Jun, su codo apretado contra el de Min, mientras estaban apoyados en el barandal de madera.


—Pensé que estuve a cargo anoche —dijo Min.

Jun continuó escaneando la multitud, sus ojos se arrugaron con humor. —Después de todo este tiempo, tu mente aún sigue siendo igual de calenturienta, Park Jung Min.

—Hey, es posible que me rescataras de un taller, me mudaras a tu casa, y me dieras formación-hogareña, pero la vida sordida aún sigue siendo una de las cosas más divertidas. —Tomó en su puño el frente de la camisa de Jun y se inclinó para morder su hombro antes de alisar la marca con su lengua—. Mientras alguien me siga visitando allí diariamente, no estoy seguro de que pueda entender cuál es la queja.

Jun se giró, sus ojos  fijos en Min. —No me estoy quejando.

Un repiqueteo de conciencia onduló justo por debajo de la piel de Min , y de mala gana se enderezó. Este no era el momento ni el lugar.

—No creo eso. —Min alisó las arrugas que había dejado en la camisa de Jun—. Y la respuesta a tu pregunta original es no. No extraño estar a cargo de la carrera de póker. Cuatro años fueron suficientes. Prefiero disfrutarla que organizar el jaleo.

—Hongki no ha dejado de quejarse durante todo el día. —La boca de Jun se elevó—. Creo que has lastimado sus sentimientos cuando contrataste a una planificadora de eventos.

Min vio a Kiki, ahora sentado en la terraza rodeado de duros motociclistas participantes vestidos para la ocasión. A diferencia de las chaparreras de cuero de sus compañeros de mesa, los pantalones de cuero de Hongki eran elegantes. Chic era la palabra que Ki utilizaba, lo que sea que eso significara. Durante el almuerzo, Hongki había compartido el precio que había pagado por su camiseta imitación de piel de cocodrilo, y Min casi se había mordido la lengua a la mitad, arruinando la perfectamente bien preparada hamburguesa de Min con el sabor de la sangre.

—Confía en mí —dijo Jung Min—. A Kiki sólo le gusta quejarse. Él prefiere pasar su tiempo con la multitud. Además —hizo un gesto con la botella en dirección a los motociclistas satisfechos—, los participantes están complacidos con los arreglos de este año. Sobre todo el entretenimiento.

—Definitivamente es mejor que el del año pasado.

Min gruñó. —No me lo recuerdes.

Hongki nunca dejaba que Min olvidara que Destiny´s Bitch había recibido una gran ovación tras su interpretación de "I Will Survive". Por desgracia, el recordatorio era aún más molesto que el incidente en sí.

Cada mes o algo así, el celular de Min sonaba a todo volumen con la canción. Aún no había logrado descubrir cómo Hongki lograba tomar su teléfono a escondidas y cambiar el tono de la llamada. O por qué la llamada siempre llegaba en el momento más embarazoso posible, con el volumen al máximo.

La semana pasada, el anciano detrás de Min en la tienda NAPA Auto Partes casi había sufrido un jodido ataque al corazón.

Min llamó la atención de Hongki, y el hombre le lanzó un guiño y una sonrisa. Min se la voleó de vuelta con un no-eres-nada-divertido en la mirada.

Sabía que Hongki esperaría hasta que Min bajara la guardia para ir nuevamente al ataque. Pero, hombre, ¿cuánto tiempo puede un hombre permanecer alerta? Había asumido que Ki finalmente se aburriría de la broma. Hasta el momento, no había habido suerte. Una vez más, y Min cambiaría la combinación de la entrada sin llave de la puerta principal y no le daría a Hongki la combinación.

Nunca.

—¡Min!

Jung Min giró la cabeza y vio acercarse a Savannah Urban.

La pequeña rubia que había contratado para organizar el evento de este año era una estudiante de segundo año de psicología, recomendada.  Además de los bonitos rasgos, sus dulces maneras y su relativa alta-potencia, la niña llegó con una ventaja adicional: una gemela llamada Sierra.

Dos por el precio de una, había dicho. Y aunque Min se había quejado, tratando de pagarles más, Sierra se había negado. Lo que les faltaba a ambas de experiencia lo habían más que compensado con entusiasmo, pero a veces su energía burbujeante era casi demasiado.

Con la larga cola de caballo hacia atrás y recogida por su visera y un tablero de clip en la mano, Savannah —o ¿era Sierra?—se acercó a Min. —Sólo quería revisar el horario de mañana de nuevo.—Savannah... —Vaciló, esperando a ser corregido, en caso de que fuera su gemela—. Yo confió en ti. Tú y tu hermana han hecho un trabajo magnifico. Hoy ha sido espectacular. Todo el mundo está diciendo que es el mejor año de la historia.

La rubia de rostro joven se ruborizó hasta la raíz del cabello. En serio, ¿había sido así de joven alguna vez?

Min le dio una sonrisa tranquilizadora mientras continuaba. —No tienes que mantener revisando eso conmigo.

Es por eso que había contratado a las dos para empezar, para que le ahorraran el tener que tratar con los detalles. Con cualquier otro podría haberse sentido inquieto, pero ellas eran tan jodidamente serias y adorables. Y saludables. Criarlas debió haber sido divertido, y finalmente entendió por qué algunas personas tomaban la loca decisión de tener hijos.

Por supuesto, con los genes de Min, probablemente terminaría con un chico que sería un infierno sobre ruedas. Sería mejor criar al hijo de Jun.

Jesús, ¿de dónde había salido ese pensamiento?

Pero lo sabía. Esta no era la primera vez que se le había venido a la cabeza. La idea parecía estar siguiéndolo últimamente, pisándole los talones.

Savannah se mordió el labio inferior. —Bueno —dijo, vacilante—, Hongki dijo que necesitaba…

—Wow. —Dylan levantó una mano—. Alto ahí. No soy de los que trata de dar consejos o compartir sabiduría o estúpidas mierdas como esas. Pero, hagas lo que hagas, no escuches a Hongki. —Puso una tranquilizadora mano sobre su hombro—. Confío en ti mucho más de lo que confío en él.

Savannah sonrió, y Min no tenía el corazón para decirle que confiaba más en el estancado sistema político de lo que confiaba en Lee HongKi.

—¿Estamos bien ahora? —preguntó Min.

La sonrisa de Savannah iluminó su rostro. —Estamos bien.

Min la vio tejer su camino de vuelta a través de las mesas atestadas e ir a pararse al lado de su hermana. Con viseras a juego, las gemelas se acurrucaron juntas por un momento, revisando sus portapapeles.

—Son niñas lindas —dijo Jun. Min subió una ceja, y Jun se encogió de hombros mientras continuaba—. Está bien. Niñas universitarias entonces.

—Sí.

Era curioso como Jun había captado el mismo pensamiento al igual que Min . Movió su mirada hacia las dos niñas y frunció los labios, contemplando la idea que lo acosaba desde hace un tiempo.

—¿Alguna vez has pensado en tener algunos? —preguntó Min.

—¿Qué?

—Niños.

Cuando Jun no respondió, Min  giró la cabeza y miró a su compañero.

Con la cadera apoyada en el barandal, Jun lo miró, su rostro reflejaba la misma perturbación presente en esos grandes ojos. Min nunca podría decidir qué era más divertido, un Jun al que se le trababa la lengua o la versión nerviosa, parloteando sin control. Parecía que el tema de los hijos había dejado a Jun mudo.

Jodida y adorablemente mudo.

Un calor familiar se extendió por el pecho de Min. Debería estar acostumbrado a esa apariencia para este momento, pero cada vez se sentía como una novedad.

—Sí —dijo Jun—. Pero...

Esas dos cortas palabras parecían haber agotado el suministro de Jun.

—¿Por qué nunca lo mencionaste antes? —dijo Min.

Jun parpadeó y se cruzó de brazos, casi viendose ofendido. —Quizás por la forma en que inicialmente te asustaste de nosotros. Cómo iba yo a sacar el tema cuando ni siquiera eres capaz de decir las palabras te amo.

Min frunció el ceño, pero su corazón no estaba en ello. —Continuaremos con esto en unos meses.

—Trata en seis.

—Está bien. —Min se encogió de hombros—. Soy lento para aprender.

—¿Lo dices en serio? —Jun lentamente ladeó la cabeza—. Quiero decir, ¿acerca de los niños?

Antes de que Min pudiera decidir cómo responder, una voz interrumpió su conversación privada.

—Hey, chicos.

Hyun se acercó a ellos con Saeng a su lado —el novio boomerang, como le apodaba Jun— y sus ojos fijos en la aún expresión aturdida en la cara de su ex.

Hyun movió la mirada entre Jun y Min, su voz tranquila. Sólo el tema delató su emoción. —Parece que Hongki ya compartió la noticia sobre los planes para el próximo año.

Jun hizo una mueca. —Lo siento. Supongo que no deberíamos haber aceptado hacer la segunda subasta anual de solteros antes de discutirlo. Pero pensé que haríamos suficiente dinero la primera vez y que estarías a salvo.

La expresión de Hyun no se movió, pero Jun siguió adelante.

—Podrías esta vez aceptar ver a Memphis para tenerlo como un posible candidato para el próximo año. Hongki va a insistir hasta que lo hagas. —La atención de Jun fue hacia Min. Después de todo eso, Min aún podía oír el hilo de asombro en la voz de Jun—. Pero de eso no era de lo que estábamos hablando.

—Entonces, ¿de qué estaban hablando? —dijo Hyun.

De una traviesa manera, Min esperó hasta que Hyun tomara un trago de su cerveza antes de contestar. —De tener niños.

Hyun se atragantó con su bebida, tosió y abrió los ojos más. Min se tragó la sonrisa de satisfacción. Era bueno ver al Hombre de Hielo perder la calma de vez en cuando.

Desafortunadamente él se recuperó rápidamente, poniendo fin a la diversión de Min.

Hyun habló lentamente. —¿Estas bromeando?

Jun miró a Min con intención, esperando claramente que él respondiera la pregunta. Min revisó la idea en su cabeza. Imaginándola en su cerebro. Antes de conocer a Jun , él solía pensar en todo tipo de horrores acerca de eso. Pero, últimamente, todo lo que Min imaginaba era una niña o un niño con los ojos de Jun y su gran corazón. Y puede que incluso su tendencia a balbucear.

Min no podía pensar en nada mejor.

—No —dijo finalmente Min—. No es broma en absoluto.

Jun sacudió la cabeza, aturdido, pero claramente satisfecho. —Lo juro, Min. —Jun apretó la frente contra la sien de Min—. Podría pasar el resto de mi vida estudiándote y nunca te entendería.

Min sonrió, envolviendo su brazo alrededor del hombro de Jun y acercándolo más. —Me parece muy bien.

Jun y Hyun empezaron a hablar de trabajo, del fondo de vivienda, y de la subasta de solteros del próximo año. Pero Min se desconectó, contentándose con sólo sostener a Jun y disfrutar del sol que se hundía en el Pacífico.

—¿Cómo quieres llamarla?

—¿Huh? —Min miró a su alrededor y se dio cuenta de que Hyun y Saeng se habían ido.

Jun apretó su cintura, como para llamar su atención. —Si tuviéramos una niña, ¿Cómo la llamarías?

Sorprendido por la pregunta, Min dijo: —No lo sé.

—Bueno —dijo Jun—, al menos si es un niño el nombre va a ser fácil.

Curioso, Min miró a Jun donde él estaba pegado a su costado. La expresión en el rostro de Jun era más seria de lo que Min había esperado.

—¿Cómo quieres llamarlo? —preguntó Min.

—Kyu .... Kyu Jong.

Min parpadeó, tratando de despejar la repentina presión detrás de sus párpados. Jesús, su novio realmente sabía cómo dar un golpe. Por un momento, Min no podía hablar, la gratitud y la paz y algo que no podía identificar, quizás alegría, se hacinaba en la parte posterior de su garganta.

Y entonces la sonrisa de Min se abrió paso. —Eso suena perfecto.




.........................FIN....................... 

2 comentarios:

  1. ahhhhhhhhhhhhhhhh!! me sorprendiste con este epilogo, no imagine uno y ahhh, tampoco lo de los hijos...fue una linda sorpresa saber que había epilogo... ¡mil gracias! esta adaptación seguirá siendo mi preferida...

    ResponderBorrar
  2. Hermosa historia!!!!!!!!!!!!😪😪😪😪😪😪😪😍😍😍😍😍😍😍

    ResponderBorrar