domingo, 24 de mayo de 2015

El maullido del gato Capitulo 13




Jun se agazapó entre el montón de hojas de la rama del árbol tanto como pudo. Estaba bastante seguro de que a la luz de la luna, su piel blanca se destacaba como un faro para los dos soldados que caminaban hacia él.

Y si no era así, entonces lo olerían. Los felinos tenían un gran sentido del olfato. Esa era la forma en la que eran alertados del peligro, las fuentes de alimentos, e incluso la excitación sexual. Estos eran dos soldados entrenados para diferenciar entre olores, captarían el olor único de Jun en una fracción de segundo si se acercaban lo suficiente.


Jun quería que Min volviera a la ventana. Todavía estaba un poco sorprendido de que hubiera vuelto, pero todavía estaba demasiado asustado para tratar con eso ahora. Sólo quería estar con él, donde estaría a salvo.

—¿Jun, bebé?

Jun apartó la mirada de los dos soldados y se giró hacia la ventana abierta. —¿Sí?

—¿Dónde están ahora? —Min le preguntó a pesar de que Jun no podía verlo a través de la ventana debido a la oscuridad del cuarto—. No los puedo ver desde donde estoy, y si me inclino más por la ventana, tal vez me vean. Necesito que seas mis ojos y oídos, gatito. ¿Puedes hacer eso por mí?

—Sí.

Jun miró hacia abajo a la acera. Los dos soldados acababan de llegar a la escalera que llevaba al edificio. Se detuvieron y miraron a su alrededor con desconfianza. Jun podía ver sus labios moverse, pero no podía escuchar lo que estaban diciendo.

Tenía miedo de que escucharan su corazón cuando empezó a palpitar con mayor rapidez. Cuando los dos hombres se separaron, uno entró al edificio, y el otro se fue a la parte trasera, Jun ni siquiera tuvo tiempo para exhalar un suspiro de alivio. Quería volver al interior del apartamento donde estaba Min.

Bajó de un salto a la rama de al lado y corrió hasta el final. Se detuvo un momento para recobrar el equilibrio cuando la rama comenzó a tambalearse y saltó a la ventana. Las garras de Jun arañaron la madera de la ventana cuando empezó a resbalarse.

Empezado a maullar, ante el hecho de saber que iba a caer en picado hasta su muerte, cuando de repente unas manos lo agarraron y lo arrastraron hacia el dormitorio. Jun bufaba, siseaba y arañaba al que sostenía, desesperado por escapar.

—¡Jun, detente, maldita sea, esa mierda me duele!

Se desplomó contra el hombre, de repente dándose cuenta de que Min había sido quien lo había sostenido y metido por la ventana abierta. El corazón le latía en el pecho, pero no con miedo. Golpeaba con alivio. Estaba a salvo. Estaba donde se suponía que debía estar. En los brazos de su pareja.

—Joder, Jun, pensé que te ibas a caer del puto árbol. —Jun se retorció, lamiendo las heridas que sus garras le habían dejado a Min en los brazos—. No vuelvas a hacerme eso otra vez, bebé. Pensé que iba a perder la cabeza cuando te vi sentado en esa rama.

El pecho de Jun retumbó, cuando Min empezó a pasar sus manos por su piel. Le encantaba la sensación de las manos de su compañero en él, incluso en su forma de gato, a pesar de que la forma humana tenía sus ventajas.

—¿Te hiciste daño cuando saltaste? —Le preguntó Min—. ¿Te duele en alguna parte?

Jun cambió, encontrándose en su forma humana, acunado en el regazo cuando el hombre se sentó en el suelo junto a la ventana. Se enroscó en los brazos de Min, cerrando los ojos, cuando empujó su cara contra el cuello del hombre e inhaló su olor único.

—Estoy bien.

Los brazos de Min se apretaron en torno a él. —Te lo juro, Jun , si alguna vez me asustas así de nuevo voy a nalguearte el culo hasta que no te puedas sentar en una semana.

Sus ojos se abrieron por la sorpresa. Se inclinó hacia atrás para mirar a su pareja, confundido por el temor que podía oír en la voz del hombre. —¿Por qué tienes miedo? Te fuiste.

—Fui a buscar la cena, Jun. No me fui.

—Tú... ¿Fuiste a buscar la cena? —susurró él.

—¿No me abandonaste?

—Dios, no, ¿qué te ha hecho pensar eso?

—No lo hiciste... —Jun tragó saliva y apartó sus ojos de la intensa mirada de Min—. No te gustaron las respuestas que te di, así que pensé que te habías ido.

Ansiosamente apretó la cara contra la garganta de Min cuando el hombre se presionó contra su cabeza. —No, no te estaba dejando, gatito. Sólo fui por la cena. —Min le acarició el pelo y la espalda a Jun.

—Ahora, quiero que me escuches. No te voy a dejar. Nunca te dejaré. Formamos un equipo.

—¿Sí? —Jun no trató de no sorberse los mocos, cuando las lágrimas asomaron a sus ojos por las palabras de Min.

—Sí. Podemos tener desacuerdos, pero tenemos que superarlos, no ignorarlos o dejarnos uno al otro.

—Nunca te dejaré —susurró Jun en silencio.

—Puede haber ocasiones en las que quieras hacerlo. No soy un hombre fácil con el que vivir, y no sé nada de relaciones. Está es mi primera vez.

—Creo que me gusta el sonido de eso.

—¿Sí?

Jun se echó a reír cuando el asesino repitió las palabras otra vez. —Sí.

Los ojos del joven se abrieron como platos cuando la mano de Min se enroscó en su pelo y tiró de su cabeza hacia atrás. Empezó a protestar solo para que el sonido fuera ahogado por una boca que cubrió la suya. Cualquier cosa que iba a decir se evaporó de su cabeza cuando su mente se ablandó.

Los labios de Min lo rozaban suavemente al principio, pero cuando Jun abrió la boca y la lengua de Min se deslizó en él, el beso se volvió feroz. Jun gimió y volvió a empujarse más cerca del hombre, entregándose a la pasión del beso.

Min nunca lo había besado antes. Jun esperaba que nunca dejara de besarlo si esto era lo que se sentía. Sus emociones giraban y patinaban mientras los labios de Min violaban los suyos. El hombre era un maestro de los besos, y Noah tenía toda la intención de ser su entusiasta estudiante.

Cuando el asesino finalmente levantó la cabeza, ambos estaban jadeando. Jun , observó que los ojos de Min estaban medio cerrados, con el rostro enrojecido. Sabía que probablemente se veía de la misma manera. Se quedó atónito.

—Nunca me habías besado —susurró Jun.

Uno de los lados de la boca de Min subió mientras sonreía. —Los asesinos no besan, Junnie.

—Lo siento. —Jun bajó rápidamente los ojos para que Min no viera el dolor que le trajo esa declaración. Realmente le gustaba besar, pero si Min no quería besarlo, no insistiría. Jun trató de mantener la mirada baja, cuando Min le levantó la barbilla, pero no pudo evitar darle un vistazo rápido. Lo que encontró hizo que su corazón titubeara en su pecho.

La cara de Min estaba llena de una paz que solamente le había visto después de haber tenido sexo. Las líneas de tensión se habían borrado de su frente. La suave sonrisa en sus labios parecía que era real, y llegaba hasta sus hermosos ojos color avellana.

—Ya no soy un asesino, Jun. Soy tu guardián. —La sonrisa de Min se hizo más grande—. Eso significa que puedo darte un beso cada vez que quiera.

Como para probar su punto, Min se inclinó reclamando los labios de Jun de nuevo. Éste al instante gimió, apoyándose en el beso, apretándose contra el pecho y pasando un brazo alrededor del cuello del hombre. Realmente le gustaban los besos. Podría convertirse en uno de sus pasatiempos favoritos.

—Me encanta besarte —gimió Jun —. Creo que podría acostumbrarme a eso.

Min se rio entre dientes y de repente levantó a Jun, balanceándolo a su alrededor hasta que lo sentó a horcajadas en su regazo. Jun gimió cuando sintió la polla del hombre presionarse contra él a través de sus pantalones. Min le agarró el culo y lo exprimió.

—Algún día voy a correrme de esta manera, Jun —Min le gruñó al oído—. Voy a deslizar mi polla en el culo y besarte hasta que llegue.

La propia polla de Jun saltó al oír las palabras. —¿Ahora? —Min se rio y afirmó su boca en la de Jun, hambriento, llenándolo de besos. Jun habría seguido besando a Min, todo el tiempo, si alguien no hubiera golpeado la puerta de la habitación. Se puso tenso, cuando Min gruñó y separó sus labios.

—Min, hombre, tienes que salir, necesitas hacerlo ahora mismo.

Jun reconoció de inmediato la voz que llegaba a través de la puerta, era Hyun. Solamente cuando escuchó la intensidad en el tono del hombre recordó Jun a los dos soldados en el exterior que venían a matarlo.

—Min, esos dos hombres, uno entró en el edificio y el otro dio la vuelta hacia atrás. —Jun nervioso tiraba de los bordes de la camisa de su compañero—. Lo siento, olvidé decírtelo.

—Está bien, bebé —dijo Min mientras lo ayudaba a ponerse de pie y luego se levantaba el mismo. La mano de Min nunca dejó el brazo de Jun—. Quédate conmigo, ¿vale? No quiero que nada te suceda.

—Min, estoy cansado de esos chicos vengan a por mí. Sólo quiero que todos se vayan.

—Lo sé, bebé.

—No me gusta tener miedo, Min.

—No tendrás que esperar mucho más, Jun. —Este empezó casi a ronronear de nuevo cuando la mano de Min le acarició la cara. Si no estuviera tan asustado, lo haría—. Sólo un poco más, bebé, voy a resolver esto, ¿vale?

—Voy a ser rey si eso es lo que quieres —dijo Jun mirándolo.

—Sólo quiero que seas feliz, estés seguro y preferentemente conmigo. El resto no me importa.

—Bueno, eso tiene sentido. —Jun se rio alegremente—. Cuando me siento feliz y seguro es únicamente cuando estoy contigo.

—Ven, amor —dijo Min cuando empezó a tirar de Jun hacia la puerta de la habitación—. Vamos a ver lo que tiene a Hyun fuera de sus casillas, y busquemos a esos dos chicos que están detrás de ti. Creo que también tenemos que tener una larga discusión con todos los demás acerca de eso de ser rey.

Jun asintió y lo siguió, hasta que Min oyó un alto gruñido amenazador que provenía de la ventana abierta. Antes de que Jun pudiera darse la vuelta, fue empujado al suelo y Min se puso delante de él.

El ruido de un forcejeo y fuertes golpes llenaban el ambiente cuando Jun se dio la vuelta sobre su espalda. Apenas pudo contener sus lágrimas cuando vio Min librando una lucha contra un león en plena madurez. Y parecía que podría estar perdiendo.

—Hyun—Jun gritó con toda la fuerza de sus pulmones mientras cambiaba a su forma de gato. No sabía que podía hacer para ayudar a Min, pero no podía sentarse allí y ver a su compañero salir lesionado, tal vez muerto.

Jun se subió de un salto sobre la cama y esperó al momento oportuno. En el segundo en el que el león y Min rodaron en su dirección, Jun atacó. Aterrizó sobre el pelaje del león y le clavó sus garras tan profundamente como podía. Lo mordió clavándole los pequeños colmillos, sintiendo la sangre inundando su boca mientras sus dientes se hundían en la oreja del león.

No sería suficiente para que el león resultara gravemente herido, pero tal vez sería suficiente para distraerlo y que así Min pudiera ganar la posición. Jun oyó la puerta de la habitación abrirse cuando la pata del león lo golpeó, enviándolo volando por la habitación.

Jun se estrelló contra la pared y se deslizó hasta el suelo con un fuerte maullido. Se quedó allí, jadeando debido al dolor que arrasaba su cuerpo, mientras observaba a Kyuhyun y Changmin atacar al león que agredía a su pareja.

Los ruidos de los gritos y más gritos y los gruñidos eran tan fuertes que le hacían daño en los oídos a Jun. Las cosas alrededor de la habitación se estrellaban contra el piso y los muebles estaban quedando destrozados cuando los hombres y el león rodaban mientras luchaban. El lugar era un desastre.

Jun cambió de nuevo a su forma humana y agarró el mueble más cercano, cogiendo una pata rota de la pequeña mesa, sentándose cerca de la ventana. Se puso de pie sosteniendo el trozo de madera por encima de su cabeza con ambas manos, a la espera del momento justo.

Llegó tan sólo unos segundos más tarde, cuando el león mordió a Min en el hombro y rodó, tratando de atraparlo debajo de él. Usando toda su fuerza, Jun rompió la pata de la mesa sobre la cabeza del león. Escuchó un fuerte rugido, y la pata se rompió en varios pedazos.

Su respiración se quedó atrapada en su garganta, cuando el león giró su cabeza mirándolo. Lo miró tan sólo unos segundos antes de que sus ojos se quedaran en blanco y cayera al suelo. Jun jadeaba pesadamente cuando se puso de pie sobre el león, observando para ver si estaba engañándolo y de repente saltaba y lo atacaba o si era verdad que estaba inconsciente.

Después de unos momentos sin ningún movimiento, Jun dio un suspiro de alivio. Dejó caer los restos de la pata de la mesa al suelo y corrió hacia donde estaba Min intentando sentarse. Se puso de rodillas alcanzado al hombre, mientras sus ojos evaluaban la lesión de un vistazo.

Min estaba gravemente herido. Pero sus heridas no deberían amenazar su vida, aunque estaba sangrando mucho, sobre todo la marca de la mordida en el hombro. Los colmillos de un león podían hacer mucho daño y de hecho, se lo habían hecho.

—Min, ¿estás bien?

—Voy a estar bien, Jun. —Su pareja hizo una mueca mientras se sentaba más lejos y se deslizaba de nuevo para apoyarse contra un lado de la cama—. ¿Por qué no vas por algunas toallas para contener la hemorragia?

Jun asintió y se puso en pie corriendo al baño. Estaba de vuelta un momento después, de rodillas al lado de Min. Trató de tener cuidado mientras presionaba una de las toallas en la herida sangrante. No quería hacer nada que le hiciera daño.

—¿Cómo de grave es, bebé?

Jun hizo una mueca, mientras levantaba la toalla y veía el daño. Grandes marcas de colmillos estropeaban la perfecta piel de Min. Dentadas irregulares mostraban que los dientes del león se habían hundido en piel y músculos.

—Necesito asegurarme de que nada esté roto —dijo Jun cuando tentativamente se acercó y sondeó la herida, con cuidado de no hacer contacto directo con las lesiones. Tanteó alrededor de los bordes sintiendo si había cualquier cosa que pudiera estar fuera de lugar, además de los bordes dentados.

—Por Dios, Jun, tu mano. —Min se apartó.

—¿Qué? —Jun gritó cuando apartó su mano—. ¿Te duele?

—No, pero tu mano se puso muy caliente.

—¿Caliente? —Jun se dedicó a mirar la palma de su mano. Sus ojos se abrieron. Se sorprendió al ver una brillante luz azul pálida alrededor de la palma de su mano—. Que…

Nunca había visto nada igual. Cuanto más tiempo mantenía su mano lejos de Min, más débil se hacía la brillante luz azul. Jun frunció el ceño y movió su mano más cerca de la herida. La luz azul brilló más intensamente.

—¿Qué coño? —Min susurró.

Jun bajó su palma y la presionó sobre la hemorragia de la herida abierta en el hombro de Min. Cuando la levantó un momento después, la hemorragia había disminuido a un goteo ocasional.
De repente, emocionado, Jun presionó la palma contra la lesión otra vez, solo que ahora durante más tiempo. Podía sentir a Min mirando, pero decidió concentrarse en lo que estaba haciendo en lugar de responder a las preguntas que podía ver formándose en los ojos de su compañero.

Cuando Jun finalmente levantó su mano otra vez, la herida ya no sangraba. El tejido de la carne arrugada y rosa estaba reparado, y la marca de la mordida parecía que había ocurrido hacía días en lugar de tan solo unos minutos.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Jun mientras miraba a Min.

—En realidad no estoy demasiado mal, solo un poco dolorido, pero no dolor de verdad. —Los ojos de Min lo miraban confundido—. ¿Qué hiciste?

Jun se encogió de hombros. —No estoy seguro exactamente. —Levantó su mano y contempló como la luz azul se resistía a irse de su mano—. Creo que esta cosa de color azul claro te sanó.

—¿Estás bien? —Le preguntó Min, cogiendo el brazo de Jun—. No te has hecho daño de ninguna manera, ¿verdad?

—No, me siento bien.

Min de repente le dio un tirón acercándolo hasta que estuvieron nariz con nariz. —No vuelvas a hacer algo así de nuevo si no sabes lo que está pasando.

—Min, sólo estaba tratando de…

—Sé lo que estábas tratando de hacer, bebé, y lo aprecio, pero no es aceptable que te pongas en peligro. ¿Entiendes?

—Pero yo… —Jun señaló al león inconsciente—. No podía dejar que te hiciera daño, Min.

—No estoy hablando de eso, Junnie. —Su pareja tomó la mano de Jun y la acercó a él—. Estoy hablando de esto. No tenías idea de lo que pasaría cuando me sanaste. Podrías haberte lesionado o... o algo peor.

Jun sonrió al oír el pánico en la voz del hombre. Se empujó hacia adelante hasta que sus labios se encontraron, colocando un pequeño beso en los labios de Min antes de mirarlo a los ojos. —Haría cualquier cosa para mantenerte a salvo.

A pesar de que dijo las palabras, Jun se dio cuenta de que no había hecho todo lo posible para mantenerlo seguro. Había estado demasiado ocupado tratando de mantenerse a salvo. Y tal vez era el momento de cambiar eso, era el tiempo de que se levantara y fuera un socio equitativo en su relación con Min. Su compañero no se merecía menos.

—Tengo algo que hacer. —Jun se alejó de Min y se puso de pie. Había empezado a cruzar la habitación cuando un ligero movimiento del león le llamó la atención. El joven lo señaló. —Se está despertando. Te sugiero que o bien lo golpees de nuevo o lo ates de alguna manera. ¿Y alguien sabe qué pasó con el otro soldado?

—Kyuhyun lo tiene en la sala de estar. Está controlado.

Se volvió a echar un vistazo sobre su hombro cuando el hombre habló y asintió. —¿Quieres venir conmigo? Sabes más acerca de todo esto que nadie, y podría necesitar tu ayuda.

—Por supuesto, alteza.

Jun puso los ojos en blanco. —Es Jun , ¿de acuerdo? Esa cosa de alteza me da escalofríos.

—Sí, alte… digo Jun .

Éste asintió y comenzó a salir de la habitación solo para detenerse cuando Min lo llamó. Se dio la vuelta para encontrarse a su pareja de pie, una mirada severa fruncía su frente.

—¿Jun, dónde infierno te crees que vas ahora? —Soltó Min— Hay otro de esos cambiaformas en la otra habitación.

—Está bien, ven conmigo. —Jun se dio la vuelta y salió de la habitación, con la esperanza de que Hyun, y Min, estuvieran justo detrás de él. Vio a Kyuhyun y al segundo cambiaformas de inmediato cuando entró a la sala de estar. Kyuhyun estaba de pie delante del hombre con los brazos cruzados sobre el pecho. El hombre estaba sentado a sus pies, sus manos apoyadas en sus dobladas rodillas.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Jun mientras caminaba hasta él. Vio a Kyuhyun ponerse tenso por el rabillo del ojo cuando el hombre en el suelo, lo fulminó con la mirada—. Creo que te hice una pregunta.

—¡Que te jodan! —Sentenció el hombre.

Jun cruzó los brazos sobre su pecho mientras sonreía. —¿Es por ahí por donde quieres ir?

—No tengo que contestar a ninguna de tus preguntas.

—Es verdad, no tienes, pero tu amigo en la otra habitación no va a ser de ninguna ayuda para ti. Noqueé su culo.

—¿Tú? —El hombre resopló mientras lo miraba de arriba abajo—. Tengo serias dudas sobre eso.

Jun sabía que no había mucho que mirar en él. Era mucho más bajo que el resto de los que estaban en la sala y un viento fuerte probablemente que se lo llevaría. Sin embargo, eso no quería decir que estuviera totalmente indefenso. Tenía algunos talentos ocultos que estaba descubriendo ahora.

—¿Quieres probarme?

El hombre gruñó y se puso tenso, como si fuera a saltar a sus pies y atacar. Jun sintió de repente un brazo envolviéndose alrededor de su cintura y tirándolo lejos cuando Hyun corrió hasta pararse a un lado del hombre. Kyuhyun dio un paso más cerca al otro lado, todos los hombres lo rodeaban.

—Jun, esto sería más fácil si simplemente le mostraras quién eres en realidad —dijo Min—. No lo sabe, ¿recuerdas?

—Está bien, pero era más divertido a mi manera. —Mantuvo sus ojos en el soldado, se puso en cuclillas en el suelo y cambió a su forma de gato. El rostro del hombre palideció hasta el blanco nuclear.

—¡No! —gritó—. ¡Jodida mierda!

Jun cambió de nuevo y se levantó. —¿Quieres intentarlo de nuevo?

—Cómo... —El hombre negó como si no pudiera creer lo que estaba viendo—. Me dijeron que había muerto.

—Sí, eso me han dicho.

—Pero, ¿por qué? —preguntó—. Debería estar gobernando la manada, no escondiéndose aquí cuando están siendo enviadas personas a matarle. Esto está mal.

—No podría estar más de acuerdo —dijo Min cuando se acercó para estar junto a Jun, envolviendo posesivamente un brazo alrededor de su cintura—. Estoy realmente cansándome de tener soldados viniendo a por mi compañero.

—Por lo tanto, vamos a terminar con esto —dijo Jun—. ¿Dónde tiene el rey Geraldo actualmente la corte?



Continuara..............

1 comentario:

  1. Hasta que finalmente deciden hacer algo... ¡bien hecho jun! ve y reclama lo que es tuyo o líbrate de ello por siempre...

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