domingo, 12 de abril de 2015

Demonio de Aire Capitulo 7




Jun  se puso cada vez más inquieto ante la intensa mirada de Jung Min. Torpemente, se aclaró la garganta, pero no sirvió de nada. Su voz todavía vacilaba cuando trató de hablar. —¿Por qué? —Una voz de alerta gritó en su cabeza que no hiciera preguntas de las que tenía miedo de oír la respuesta.
—Tú eres mi Demonas Amaté.

Jun inclinó la cabeza y se miró las manos. Él no sabía muy bien qué decir a las palabras de Jung Min, especialmente no después de la forma en que el hombre lo había dejado antes. Jun quería a Jung Min, pero no sabía si lo quería lo suficiente como para permitir que lo dejase de nuevo. Todavía estaba sufriendo por eso.


—Como ya has señalado de manera tan elocuente con tus acciones... —Jun apretó sus manos para prepararse para las palabras que iba a decir. Incluso sabiendo que harían doler su corazón—. No estoy en condiciones de ser tu Demonas Amaté.

—Me disculpo si mis acciones te hicieron pensar eso, Demonas Amaté. Esa no era mi intención.
Jun entrecerró los ojos. —¿Cuál era tu intención entonces, Min? Me dejaste en la mitad de la noche, sin ningún mensaje aparente, ninguna nota, ni una sola palabra. ¿Cómo se supone que debo interpretar eso?

—Demonas Amaté, no es todo como parece —dijo Jung Min—. Yo tenía…

—¡Aléjate de él!

Jun se dio la vuelta para ver a su compañero, Changmin, de pie a varios metros de distancia, un arma apuntando a Min. —Chagmin, ¿qué…?

—¡Mío! —gruñó Jung Min.

Jun parpadeó sorprendido cuando sintió la mano de Min envolverse suavemente alrededor de su cuello y tirar de él hacia atrás hasta que sus cuerpos estuvieron presionados juntos—. Jung Min, ¿qué…?

—Libera a mi pareja y podremos hablar sobre esto.

—¡Mío! —gruñó Jung Min de nuevo.

Jun rodó los ojos. Podía ver a dónde estaba yendo esto, y que iba cuesta abajo rápidamente. Cuando el otro brazo de Jung Min se envolvió alrededor de su cintura, Jun dio un codazo en el estómago del hombre. Oyó un gruñido, pero Jun no lo soltó.

—¡Maldita sea, Jung Min!

—Libera al detective Kim —Chagmin amenazó—, o voy a tener que disparar.

Jung Min gruñó y apretó los brazos que había envuelto alrededor de Hyung Jun. —Mi Demonas Amaté.

—Hombre, no me importa lo que pienses que es. Libéralo o te pego un tiro.

—¡Mío! —Jung Min empujó a Jun más atrás a su pecho. Tan bueno como se sentía, Jun sabía que se enamoraría de nuevo de este guerrero para volver a perderlo, por lo que apartó su espalda a una pulgada de distancia del calor del cuerpo de Min, sabiendo que sería imposible alejarse completamente. La distancia era buena, le daba espacio para respirar, aunque fueran sólo una o dos pulgadas.

Changmin ladeó el arma, una mirada sin emociones volviendo su cara de piedra. Para ser un novato, el tipo tenía las bolas muy grandes. Jun sintió un nuevo grado de respeto por el detective, aunque él estaba tratando de suicidarse aquí. —Mi paciencia se está agotando. Vamos. Déjalo libre.
—Yo no tengo paciencia. ¡Él es mi Demonas Amaté!

Changmin movió los ojos al suelo, indicándole a Jun que quería que se tirara al suelo para poder disparar a Min.

—Ah, infiernos, no. —¿Estaba loco su nuevo compañero? Jun podía no querer perdonar a Min, también deseaba poder darle una patada en el culo a ese cabeza dura, pero no quería que le dieran un jodido disparo.

—Ellos trataron de matarnos, Jun. Hazte a un lado y te sacaré esa escoria de encima —ordenó Changmin con calma, cuando levantó el arma un poco más alto, con el cañón hacia la cabeza de Jung Min.
Si la situación no fuera tan grave, Jun se habría reído de la imagen que se formó en su cabeza, de Changmin tratando de derribar a Storym. Pensándolo bien, no quería que Changmin tocara a Min. Jun gruñó detrás de la locura de ese pensamiento posesivo. Jung Min no lo quería. «Enfócate».

—Si disparas tu arma mientras mi Demonas Amaté está en el medio, te mataré con mis propias manos —advirtió Min detrás de Jun.

—Entonces déjalo ir.

—Él es mío.

—Te voy a disparar.

—Él es mío.

—¡Basta! —Jun gritó con todas sus fuerzas, pero Min se negó a dejarlo ir—. ¿Quieres calmarte de una jodida vez? —Jun se volvió hacia Changmin—. Baja el arma. Ellos trataron de salvarnos, si has prestado atención.

Las manos de Changmin que sostenían su arma vacilaron, pero mantuvo su arma en el aire. Changmin dio un paso atrás tentativamente, chocando a su derecha con Kyuhyun. El novato trató de darse la vuelta, pero Kyuhyun desarmó a Changmin en un abrir y cerrar de ojos.

—Ahora que el arma se fue, déjame ir —gruñó Jun a Min. El guerrero lo liberó, pero se quedó detrás de él. Jun respiró hondo y comenzó a caminar hacia atrás por el callejón—. Tanto para capturar a mi asesino —gruñó cuando se dirigía a su coche.

—Demonas Amaté, debes volver a Jinnistan. Este lugar no es seguro para ti. —Min se quedó cerca de la espalda de Jun, gruñendo en su oído.

Y no era seguro para su corazón volver allí. Jun giró sobre sus talones, los dedos apuntando hacia arriba a la cara de Min. —Mira. Tuviste tu diversión. Yo te di una noche para que tomases tu venganza contra mí. ¡Ahora jódete! —Jun giró y siguió caminando.

—¡Demonas Amaté!

—Jódete. —Él hizo un gesto a Jung Min con la mano sobre su cabeza. Jun no quería escucharlo. No había manera de que fuera a abrirse a Min  sólo para que el demonio rasgara su corazón y caminara sobre él de nuevo.

—Vamos, Changmin. Salgamos de aquí. —Jun dio otro paso hacia su automóvil sólo para que Min bloqueara su avance.

—Tienes que volver a Jinnistan. Este lugar no es seguro para ti.

«¡Eso es suficiente!» Hyung Jun estaba cansando de esta conversación de disco rayado. Se giró y señaló a Min con el dedo en el pecho cuando le gritó—. ¡Yo no soy tu puta! Tú no puedes entrar en mi cama y después decidir irte sin más.

Su dedo se deslizó sobre los musculosos pectorales de Min. Jun apretó los dientes y sacó su dedo. ¿Había algo en el manual de los Djini que dijera que todos ellos tenían que ser tan estupendos y no usar camisas?

«Enfócate».

—Vete... donde sea. Sólo mantente alejado de mí. —Jun notó la mirada perpleja en el rostro de Changmin antes de que la ocultara. «Que se joda, también». Jun  no estaba de humor para lidiar con la mierda de nadie en esos momentos. Ya tenía hasta el cuello con todas las mierdas por las que había pasado.

Necesitaba un trago.

—¡Demonas Amaté!

«¡Joder!» Jun rodó los ojos. «¿Por qué Min no…?» —¡Guau! —Los pies de Jun dejaron el suelo cuando Min lo tomó en sus brazos. Estaba a punto de darle unos golpes cuando se dio cuenta de que Kyuhyun agarraba a Changmin. Corrieron hacia el centro del callejón. Jung Min puso a Jun en sus pies y luego sacó su bolsa sagrada de sal y comenzó a crear un círculo en el suelo.
—¿Me estás obligando a ir contigo? —preguntó Jun con incredulidad.

A Min le tomó sólo un segundo apuntar en la dirección del coche de Jun. Parecía que dos de los Shayatin habían regresado, y traían a sus amigos. Jun contó cinco en total. Parecía que estarían jugando por siempre.

—Uh, está bien. Estoy bien con esto. —Jun oyó que Changmin gritó algo. Echó un vistazo para ver a su compañero luchar con Kyuhyun. Se acercó y golpeó a Changmin en la parte posterior de la cabeza—. Quédate quieto, novato. No tienes la menor idea de en qué tipo de mierda estamos metidos. Estos dos tipos están tratando de salvar nuestras vidas.

—Soy perfectamente capaz de salvar mi propia vida —espetó Changmin, pero no dejó de luchar—. Me gradué como experto en el campo de tiro, ya sabes.

—Y eso es genial, Changmin —señaló Jun a los demonios sombra que avanzaban sobre ellos desde el otro extremo del callejón—. ¿Los ves? A ellos no les importa qué tan jodidamente buenas sean tus puntuaciones. Ellos sólo quieren matarte. Ni siquiera te harán preguntas primero ni se pararán para mirar por encima de tus documentos de calificación. Y las balas no los detendrán.

—No seas ridículo —dijo Changmin—. Cualquier persona cae si pones suficientes balas en ella.

—Estos tipos no. —Jun hizo una mueca y miró más allá de Changmin para encontrarse con los ojos de Kyuhyun. El demonio asintió. Jun suspiró y miró a Changmin. Su nueva pareja estaba a punto de descubrir que la realidad no encajaba en su buen, estupendo y ordenado mundo—. No son humanos, Changmin.

Changmin parpadeó. Su mandíbula cayó. —Uh, ¿qué?

—Ahora, Demonas Amaté —gritó Jung Min.

Jun se dio la vuelta para ver a Min haciéndole un gesto. Kyu y Hyun recogían los cadáveres de los Shayatin que habían matado, colocándolos en los remolinos de viento sobre el círculo de sal sagrada tan rápido como pudieron.

—Estás a punto de descubrir de lo que estoy hablando, Changmin. —Jun agarró el brazo de Changmin y lo arrastró hacia el viento que giraba—. Ahora, ¡muévete!



Jung Min caminó fuera de la puerta del dormitorio de Jun. Debía golpear para que se le concediera el acceso a su Demonas Amaté. El habitante de la superficie estaba completamente obstinado en esta materia. Min estaba seguro de que Jun se emocionó cuando le había informado de que tenía la intención de reclamarlo. ¿Qué más quería de él ese habitante de la superficie?

Jung Min gruñó y golpeó con un puñetazo en la puerta de madera maciza de roble. —Esto es completamente ridículo, Demonas Amaté. Déjame entrar.

—Jódete —gritó la voz de Jun desde el otro lado de la puerta.

Min frunció los puños, dispuesto a echar la maldita puerta abajo y exigir a su Demonas Amaté que dejara de actuar como un niño.

—Déjame intentarlo a mí —dijo Saeng, mientras paseaba por el pasillo—. No atraparás abejas con la fuerza bruta.

Jung Min gruñó al compañero de Hyun. —Estoy tratando de acceder a mi Demonas Amaté, no jugar con insectos. —Min no estaba seguro de si alguna vez comprendería a los habitantes de la superficie. Ellos eran muy extraños y hablaban más extraño aún. ¿Qué demonio tenían que ver las abejas con esto?

Saeng rodó los ojos mientras se movía a un lado de Min. —Mira y aprende, grandote.

Jung Min se hizo a un lado y observó mientras Saeng llamó, gritando quién era, y entonces la puerta se abrió ante Saeng por arte de magia. ¿Qué demonios? Cuando trató de caminar detrás de Saeng, la puerta se cerró en sus narices.

Él dio un puñetazo en la puerta una vez más, enojado de que su Demonas Amaté lo tratara de tal manera.

—¡Deja de golpear! —Saeng gritó, esta vez a través de la puerta.

Jung Min pasó la mano por su cara cuando comenzó a pasear por el pasillo de nuevo. ¿Cuál era el gran problema? Él quería a Jun, y Jun lo habían seguido como un perrito perdido antes. Esto debería ser fácil. Min no debería tener que golpear la puerta para entrar a ver a su Demonas Amaté. Quería golpear algo. Duro.

La puerta se abrió y Saeng se deslizó fuera. —Puedes entrar ahora. Pero te lo advierto, deja tu temperamento aquí, en el pasillo.

Jung Min asintió y entró en la habitación, cerrando la puerta detrás de él. Jun estaba en la sala con los brazos cruzados sobre su ancho pecho, tirando dagas con su mirada a Min.

—Adelante. Di lo que tengas que decir para que yo pueda volver a estar enojado como el infierno contigo.

Min metió las manos en los bolsillos de sus pantalones de cuero negro. Ahora que tenía toda la atención de Jun, sus pensamientos se dispersaron. Él era un guerrero. Un Djini. ¿Qué demonios se suponía que iba a hacer ahora? Sus habilidades de combate no le iban a sacar de ésta. Probablemente ser honesto lo ayudaría, pero ¿cómo le decía a su compañero que tenía miedo?

—Pensé que eras un habitante de la superficie débil que no serías capaz de cuidarte. —Min supo de inmediato que él debería haber redactado un poco diferente lo que dijo cuando Jun entrecerró los ojos y se volvieron una sombra profunda de rojo. Lo que dijo sonaba lógico para él.

—Besa mi culo débil, Jung Min. Creo que he demostrado que puedo cuidarme solo. No necesito que corras detrás de mí tratando de matar a mis dragones. Soy perfectamente capaz de hacer eso mismo, jódete y mucho.

Jung Min fue sorprendido por las ondas de hostilidad que le llegaba de su Demonas Amaté. ¿De verdad le había hecho tanto daño? ¿Había herido tanto a Jun que no lo iba a perdonar? Min tenía que pensar en una forma de extinguir el dolor crudo en los ojos de su pareja. Se le estaba rompiendo el corazón en dos.

—Whoa, mantén el infierno arriba. —Jun levantó ambas manos cuando Jung Min cruzó la habitación y jaló a su compañero hacia su pecho. Había terminado de hablar. Hablar no los estaba llevando a ninguna parte. Min iba a mostrarle a su Demonas Amaté que lo quería.

Jung Min besó el cuello de su compañero, siguiendo un patrón lento y perezoso por su jugosa piel, succionó la nuez de Adán. Sus labios se curvaron hacia atrás en una sonrisa cuando Jun se quejó. Él no era tan inmune a Min después de todo.

—Maldito seas —se quejó Jun mientras golpeaba con el puño sobre los hombros de Min, utilizando ninguna fuerza real detrás del acto—. Esta no es una lucha justa.

—No peleemos —susurró Min contra su piel—. Quiero reclamarte.

—Oh diablos, ¡no! —Jun interrumpió cuando comenzó la lucha.

Jung Min se sorprendió por la fuerza de Jun cuando el hombre luchó para escapar de él. Estaba devastado de que esta fuera la reacción de Jun a sus palabras. ¿Verdaderamente su compañero no lo quería? La angustia que llenó a Jung Min con ese pensamiento casi lo llevó a sus rodillas. Liberó a Jun y dio un paso atrás.

—¿Tú no quieres que yo te reclame, Demonas Amaté?

—Jun. —Jun se sentó en el borde de la cama y metió la mano a través de su espeso cabello como la arena—. Mi nombre es Jun.

—Kim Hyung Jun —dijo Min—. Soy consciente de ello.

—Entonces llámame Jun, maldita sea. La forma en que me llamas Demonas Amaté me hace sentir como si yo pudiera ser cualquiera, siempre y cuando yo sea tu pareja. Eso lo hace sonar como que no te importa lo que soy como persona.

La boca de Min cayó. —Eso no es cierto, Demonas Amaté.

—Sí, lo que sea.

Jung Min cayó de rodillas delante de Jun. —No sé cómo solucionar este problema, Demonas Amaté. ¿Cómo puedo conseguir que me perdones por todo lo que he hecho?

Un mundo de tristeza llenó los ojos color azul pálido de Jun mientras miraba a Min. —Tal vez si entendieras lo diferente que sería para mí, pero no lo entiendes. Y no seré… no seré utilizado.

—Yo no quiero utilizarte, Demonas Amaté. Quiero reclamarte, tenerte a mi lado.
Jun se apoyó en la mano con la que Jun acariciaba su mejilla. Era tan cálida, tan suave, no era algo a lo que Min estuviera acostumbrado cuando era tocado por un amante. A él le gustaba y quería más, pero sabía que no iba a conseguir lo que quería cuando la mano de Jun cayó de nuevo en la cama.

—Sí, sí —le susurró Jun—. Lo demostraste cuando me dejaste en la mitad de la noche sin decir una palabra.

Las cejas de Jung Min se juntaron cuando él frunció el ceño. —No podía quedarme. Yo soy un peligro para ti. No podía poner tu vida en peligro más de lo que ya estaba.

—¿De qué demonios estás hablando? —espetó Jun—. Nunca me harías daño.

—No. —Min negó con la cabeza—. Eso no es lo que quiero decir.

—Entonces, ¿qué es?

—Como mi Demonas Amaté, con sólo amarte te traigo peligro. Eso es inaceptable. Si algo llegara a pasarte, no lo sé…

—Espera, espera, detente. —Jun frunció el ceño y levantó la mano—. ¿Me amas?

—Sí.

—Entonces, ¿por qué…? —Jun de repente se puso rígido y su cara se convirtió en una máscara de fría indiferencia. Empujó a Min lejos y caminó atravesando la habitación, llegó a la puerta y le dio un tirón para abrirla—. Vete.

—Demonas Amaté, qué…

—Lo digo en serio, Jung Min. Quiero que te vayas ahora.

Toda la confusión y la angustia que Min había estado sintiendo desde el instante en que puso sus ojos en Jun se unieron en una gran tormenta de caos. Él entrecerró los ojos mientras se ponía lentamente de pie. Podía sentir su cabello largo soplando alrededor de su cara cuando empezó a perder su férreo agarre sobre su control.

—¡Eres mío! —gruñó mientras se dirigía lentamente hacia Jun—. Tú eres mi Demonas Amaté, me has sido dado por los dioses. Eres la única persona en nuestros dos mundos que existe sólo para mí, y yo no me daré por vencido.

—No eres mi dueño —gritó Jun.

—Soy dueño de tu corazón, igual que tú del mío. Tú eres la luz de mi oscuridad, la otra mitad de mi alma. —Jung Min se detuvo frente a Hyung Jun. Quería desesperadamente alcanzar y tocar a su compañero, pero sus emociones estaban tan fuera de control, que tenía miedo de lo que pudiera hacer si lo hacía—. Tú, Kim Hyung Jun —susurró en lugar de gritar—, eres mi razón de vivir.

—Me dejaste —le susurró Jun de nuevo—. Me diste esperanza, y entonces me dejaste.

Jung Min podía ver la angustia en la cara de Jun, y eso rompió algo muy dentro de él. Él había causado que su Demonas Amaté sintiera ese dolor, nadie más. —Tenía miedo.

Las cejas oscuras de Jun rápidamente se juntaron. —¿Qué? ¿Por qué? ¿Acaso no eres uno de los hombres más fuertes que conozco? ¿A qué podrías tenerle miedo?

—A perderte.

Jun parpadeó. —Nunca hubiera pasado. No me reclamaste, ¿recuerdas? Soy un habitante de la superficie.

—¿Cómo puedo hacer que entiendas, Demonas Amaté?

—¿Entender qué?

—Tú no eres un Djini. No tienes la fuerza para luchar contra los Shayatin. No puedes mantenerte a salvo. No aquí en Jinnistan y no en la superficie. Si te reclamaba, pondría tu vida en peligro más aún.

—Pero… —Jun frunció el ceño de nuevo mientras miraba a través de la sala a donde habían estado momentos antes—. Acabas de decir que ibas a reclamarme.

—Lo haré. —La comisura de la boca de Min se elevó cuando Jun se quedó boquiabierto—. Saeng me señaló que no puedo mantenerte a salvo en ninguno de los dos mundos, pero tienes una mejor oportunidad de sobrevivir conmigo para velar por ti.

—Min, no, esto no es...

—También me señaló que el tiempo que tenemos juntos es precioso, y debemos vivir una vida en esos momentos robados, tal como lo hace él con su pareja. —Jung Min se apoderó de la mandíbula de Jun con una de sus manos—. Quiero esos momentos, Demonas Amaté.



Continuara.................

4 comentarios:

  1. wow min quiere reclamar a jun solo falta que el acepta
    esta genial :3

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  2. ahhh, ben que jun se la puso dificil, merecido se la tenia, pero min si que es idiota para hablar....

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  3. Para ser un gran guerrero como que le faltan neuronas, primero lo rechaza, lo usa y abandona, lo confunde, lo hace sufrir, lo salva y como si nada lo quiere reclamar "m í o" y Jun se arrojará a sus brazos solo porque el tonto caballo decide que quiere a su Demonas Amaté, iluso... me gusta que Jun no se la ponga tan fácil

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