domingo, 15 de marzo de 2015

El novio de reserva Capitulo 43



Jung Min condujo su carro a casa y luego pasó las dos horas siguientes en su Indian Blackhawk, recorriendo sin rumbo la ciudad sin ningún destino en particular o plan en mente. Pensar en el final de su amistad con Jun hacía que Min se sintiera delgado, tan extremadamente disperso, como si no hubiese suficiente mermelada para intentar cubrir la totalidad de un pan tostado.

No era de extrañar que esta farsa finalmente lo hubiera alcanzado.


Pasó a través de los barrios que a Jun le gustaban y terminó en el estacionamiento del bar deportivo favorito de Jun. El destino apestaba, esto era una idea estúpida, pero Min no pudo evitarlo. Así que estacionó su moto, encontró una mesa una vez dentro y pidió una cerveza. Nunca, nunca bebía cuando manejaba, pero esta noche parecía un buen momento para empezar.

Abrió de golpe el primer botón de su camisa de vestir, cabreado por no haberse tomado el tiempo suficiente para cambiarse antes de subirse a su motocicleta. Pero estar acelerado y a punto de estallar significaba que moverse era su única manera de permanecer cuerdo.

Correr a toda velocidad por la autopista no lo había ayudado.

Recostándose contra la cabina, se desconectó del sonido de los clientes que se habían reunido para ver un partido de fútbol. Por los aplausos ocasionales, el público parecía contento con el resultado.

Recordó como Jsun e veía cada vez que habían terminado aquí y se quedaba atrapado viendo un juego universitario. O la maldita hermosa sonrisa en su rostro cuando consiguió arrancar su Harley por primera vez. Pero Min no quería pensar en cómo se sentía con Jun alrededor, hombre, eso no iba a volver a suceder nunca más.

El pensamiento retorcía el corazón de Min en formas que nunca había experimentado antes. Gruñón como el infierno, se dejó caer más profundamente en el asiento.

Cuatro cervezas más tarde, la cabeza de Min giraba, revolviéndosele el estómago y su pecho no se sentía menos propenso a explotar en cualquier momento. ¿Y por qué abanonar a Jun le dolía tanto? No es que se sintiera en estos momentos como cuando sostuvo una vela por la muerte de Kyu, pero en cierto modo, la sensación era similar.

Una pérdida era una pérdida, ya sea a través de una situación o la muerte.

Min agarró su jarra de cerveza. —¿Por qué tuviste que morir, hijo de puta?

—Hermoso, te vas a arrepentir de esto en la mañana.

Min parpadeó, y por un extraño momento, se preguntó si Kyu le estaba hablando. Pero Kyu nunca le llamó hermoso. Ese era el trabajo de Hongki. Y cuando Min levantó la vista, vio a Hongki, quien estaba mirando alrededor como si acabara de entrar en un mercado de carne y se estuviera muriendo por una costilla.

—Mmm —murmuró Kiki, mirando a unos hombres de traje en una mesa cercana disfrutando de unas cervezas al final de la jornada—. Peces gordos de Wall Street.

A pesar del dolor de cabeza, Min rodó los ojos y luego hizo una mueca cuando el mareo se hizo más fuerte.

—¿Cómo me has encontrado?

Hongki arqueó una ceja. —Tú borracho me enviaste un mensaje.—Oh. —Min frunció el ceño. No recordaba haber hecho eso.

—Estoy bromeando. —Hongki se sentó a su lado—. Si creíste eso, debes estar mucho peor de lo que pensaba. Jun llamó, estaba preocupado de que por estar tan enojado terminaras estrellando tu carro de camino a casa desde la ceremonia. Cuando no contestaste tu teléfono celular, le dije que iría a buscarte.

Bueno, maldición. Eso era un alivio. Quizás no estaba tan borracho como su confundido cerebro sugería. Parpadeó con fuerza, tratando de aclarar su visión, y vio cuatro jarras de cerveza vacías.
Bueno, quizás si lo estaba.

—Cuando llegué a tu apartamento, tu carro estaba allí, pero tú no estabas —dijo Hongki—. Así que llamé a Jun y le informé, pero él seguía preocupado. Dijo que tenía que ir a buscarte.

—Seul es una ciudad bastante grande.

—Jun me dijo las rutas que solían tomar cuando daban un paseo. También mencionó el bar Danny’s Suds and Sports. Y por el número de jarras en la mesa, claramente voy a tener que llevarte a casa. —Tomó una servilleta y limpió la mesa, despejando un lugar para apoyar sus codos—. ¿Por qué te enojaste?

Min frunció el ceño frente a su cerveza actual, pero no dijo una palabra.

—Los labios de Jun estaban fuertemente cerrados acerca de todo el asunto. —Hongki continuó.

Durante el silencio que siguió, una camarera se acercó, y Hongki pidió agua con gas. Cuando ella se fue, Hongki pasó su brazo alrededor de los hombros de Min.

—Vamos. Dile a tu tía Hongki.

Min le frunció el ceño a su amigo, aunque su corazón no estaba en ello. —¿Vas a tratar de aprovecharte de mí otra vez?—Por favor —dijo Hongki con una fuerte carcajada que hizo que la cabeza de Min doliera más.

La camarera regresó con su agua, lo que, afortunadamente significaba, que Hongki tenía que quitar su brazo del hombro de Min para tomar un sorbo de su bebida.

—Sólo porque tú descubriste que te gustan las pollas no significa que a mí me guste la tuya —dijo Hongki.

—No me gustan las pollas. —Y entonces Min frunció el ceño, odiando el sabor de las palabras en su boca—. De todos modos no la mayoría de ellas.

—Sólo te gusta la de Jun.

Min mantuvo la boca firmemente cerrada y trató de no pensar en como Jun se sorprendería al saber que podía cerrar la jodida boca. Pasaron varios segundos, y la silenciosa mirada especulativa de Hongki finalmente hizo hablar a Min.

—Hay algo muy atractivo y ordenado acerca de dormir con un amigo. —Orgulloso de haber dicho algo que tuviera sentido aunque zumbaba más allá de lo que creía, Min continuó—. Ya sabes, como dos por el precio de uno, ese tipo de cosas.

Incluso después de que las palabras salieron de su boca, sabía que no encajaban bien. Hongki levantó los ojos al cielo, haciéndole entender a Min que sabía que mentía. Quizás debería intentar algo un poco más cercano a la verdad.

—Estoy cabreado —dijo Min.

—Puedo asegurarlo.

—Jun no debió haber presionado —dijo Min, aumentando su furia de nuevo—. Él quiere que yo haga algún tipo de maldito compromiso. Sólo porque dijo que me ama…

—¿Él dijo eso? —Hongki se veía positivamente aturdido.

—¿Qué? ¿Es tan difícil de imaginar?

—Para ser perfectamente franco, sí. No eres un hombre fácil de amar. —Hongki se cruzó de brazos,
mirando a Min con calma—. De hecho, es posible que nunca tengas esta oportunidad de nuevo.

—Sé serio.

—Lo soy.

Min ignoró a Hongki y finalmente compartió su mayor temor, el único que le había estado pisando los talones durante semanas. —Pero ¿cómo sé que Jun de repente no va a decidir que quiere a Hyun de regreso?

El pecho de Min dolía, como si se fuera a dividir. Ese era el problema de expresar sus pensamientos en lugar de mantenerlos a buen recaudo en su cabeza. Sonaban mucho peor cuando los decía en voz alta.

Hongki, como de costumbre, no era útil. —No lo sabes.

Min frunció el ceño, y el recuerdo de su respuesta a la pregunta de Jun lo golpeó duro.

«¿Quién me merece?»
«¿Cómo infiernos voy a saberlo?»

Deseó retroceder y retirar todo lo que había dicho. Gritar blasfemias. Derribar una puerta de madera y patear una pared de ladrillos.

—Podría volver con Hyun en cualquier segundo —Hongki continuó—. Él es la opción más segura, al ser un gay abierto y todo eso.

—Si estás tratando de ayudar, por favor, deja de hacerlo.

Hongki no lo hizo. —Al igual que yo no sabía que Kyu se iba a morir.

Todo el aire en el pecho de Min salió precipitadamente en un aplastante silbido. —Jesús, detente. Solo jodidamente detente.

—Lo siento, Min. —Hongki se recostó, con el brazo descansando sobre el reborde detrás de los hombros de Min—. Tienes que escuchar la verdad en estos momentos. Mimarte no te ayudará en nada.

Min soltó un bufido. —¿Cuándo me has mimado?

—Cuando Kyu se estaba muriendo.

Min cerró los ojos, pero el mareo empeoró. No estaba seguro de si debía culpar a las palabras de Hongki o a las cuatro cervezas que había consumido.

—Pero no te preocupes —Hongki continuó, dándole palmaditas en la espalda a Min—. Lo compensaste más de lo que esperaba en ese horrible día y las semanas que siguieron.

Min apoyó los codos sobre la mesa y presionó sus manos contra sus ojos. Sí, ellos se habían caído a pedazos por turnos. Min había sido un caso perdido los últimos días de la vida de Kyu, obligado a ver a la única persona en el planeta que se preocupaba por él, irse lentamente, con dolor, y con Min incapaz de hacer una maldita cosa. Hongki había mantenido a Min lo suficientemente centrado para que se enfocara en Kyu. Pero después de que Kyu murió, Hongki se había desmoronado. Hongki lloró y bebió siete días seguidos, culminando en la noche donde él había hecho un movimiento hacia Min. No era difícil darse cuenta que el intento de seducción había sido para controlar el dolor. El alcohol ciertamente no había ayudado, a ninguno de los dos.

Min casi se había sentido mal por rechazar a Hongki.

—Fuiste mi primer intento de seducir a un hetero —dijo Hongki con una sonrisa nostálgica. A pesar de todo, los labios de Min se arquearon.

—¿Soy el único que se escapó?

Hongki echó hacia atrás la cabeza y rio. —Oh, confía en mí, ha habido otros. Pero fuiste el primero. Una figura romántica que no tengo ninguna intención de cambiar.—Me alegro de ser bueno para algo.

—Está bien estar enojado con Kyu.

Las palabras salieron de la nada. Pero, en el fondo, Min sabía que ese pensamiento había estado dando vueltas en su cerebro como un enjambre de tiburones acercándose más y más.

—Jesús, Hongki. No es como si el hombre hubiese querido morir.

—Sí —dijo Hongki—. Pero los dos sabemos que sus elecciones desempeñaron un papel para que contrajera el virus.

—Él no tuvo ninguna opción, hombre.

—¿Entonces por qué estás enojado?

Las palabras salieron como en un tobogán de hormigón a ochenta kilómetros por hora con la piel desnuda. —Estoy enojado con él porque me dejó solo.

Hongki miró fijamente a Min mientras el pulso de Min latía tan fuerte que el movimiento sacudía su pecho. Uno de los equipos en la pantalla panorámica anotó un touchdown, y un sonido entusiasta de aplausos, y algunos gemidos, llenaron el aire. Ninguno de los ruidos, ni uno solo, parecía ser más fuerte que el latido del corazón de Min.

Cuando el ruido se apagó, Hongki continuó. —Entonces deja de verter tu enojo sobre Jun. Una ira en la que debiste haber trabajado para haberla superado desde hace mucho tiempo.

Min soltó un suave resoplido. —Eso lo dice el tipo que ha estado persiguiendo a hombres que no están disponibles desde entonces.

Hongki tomó su botella de agua con una sonrisa de suficiencia. —Hay algo deliciosamente prohibido acerca de los hombres imposibles de obtener. Me he vuelto bastante adicto a la persecución.

Min miró fijamente a su amigo. Hongki podría parecer satisfecho de sí mismo, pero Min lo conocía bien.

—Hongki, caminas, hablas y mientes como un saco de mierda.

Hongki frunció la nariz ante la descripción. Pero Min notó la forma en la que la mirada de Hongki se deslizó de sus ojos a algún lugar por encima de su hombro.

—Tus duras maneras solían ser intrigantes. —Hongki se limpió un derrame inexistente con la servilleta—. Aunque ahora no puedo recordar por qué.

«Porque sabes que tengo razón»

—Además —Hongki puso su botella sobre la mesa—, no estamos hablando de mí, hermoso. Estamos hablando de ti. —La mirada marrón de Hongki se negaba a apartarse—. Y tú has caído, Park Jung Min, algo que pensé que nunca llegaría a ver, especialmente por otro hombre, pero ahí lo tienes.

El ahí lo tienes resonó en la cabeza de Min hasta ser reemplazado por el tú has caído.
Las palabras lo paralizaron, dejándolo jodidamente asustado y en pánico.

«Caído»

Joder. Qué pobre descripción. Se sentía más como si se hubiera desplomado en desbandada, desde tres mil metros de altura de la vida tal como la conocía, salpicando en suelo rocoso.

—Lamento ser el que te lo diga —Hongki continuó con soltura, como si no acabara de alterar el curso de la vida de Min para siempre—. Prometo que si alguna vez caigo de nuevo, podrás refregar las noticias en mi cara.

Min arrastró lentamente hacia abajo las manos de sus ojos. Jesús, necesitaba encontrar algunos amigos mejores. Preferiblemente, más simpáticos.

—¿Y cómo, exactamente, esa promesa me ayudará ahora? —Min murmuró entre sus dedos.

—Te dará algo que esperar con impaciencia, por supuesto —dijo alegremente.

Lo que implicaba, sin duda, cuánto Min necesitaría de algo que esperar. Especialmente con su futuro pareciendo tan sombrío.

Sí, sin duda necesitaba conseguir nuevos amigos.


Continuara.................

3 comentarios:

  1. nuevos amigos? si claro, solo quiere uno que este de acuerdo con su retorcida mente que ya ni sabe lo que siente o quiere... situé pronto, amo esta adaptación!!!!

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  2. hay dios jung min no sabe ni lo que quiere ya necesita aclarar sus sentimientos y su mente

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  3. Oh si, lo de Kyu fue trágico, pero, que ya lo supere, Baby le ofrece amor incondicional y el tonto de Min por sus inseguridades lo rechaza y mi bb sufre

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