viernes, 13 de marzo de 2015

Demonio de Aire Capitulo 6



—Min—dijo Saeng suavemente mientras se sentaba a su lado—, reclamar a Jun es la mejor cosa que puedes hacer por él. Negar el vínculo que hay entre vosotros sólo perjudica a los dos.

—Y puede hacer que maten a Jun. —Min fue inundado por la miseria. Levantó la cabeza y miró al compañero de Hyun—. Siento como si mi corazón se estuviera arrancado de mi pecho cada maldita vez que veo a Jun, sabiendo que no puedo estar con él. Pero no puedo poner en peligro su vida así.


Saeng resopló y rodó los ojos. —Odio la lluvia en tu desfile de piedad, Min, pero la vida de Jun está en peligro tanto si lo reclamas como si no. —Saeng señaló hacia el techo con el dedo—. Él está allá arriba, solo, luchando por mantenerse con vida. Por lo menos aquí, tienes la oportunidad de salvarlo.

—¿Cómo puedes saber eso? —preguntó Jung Min—. En la superficie, es sólo otro ser humano. Sus posibilidades de ser atacado por un demonio rebelde son bastante escasas.

—Lo que no explica por qué Jun se encuentra luchando contra toda una banda de demonios rebeldes.

—¡Joder! —Min pasó las manos por su cara y las frotó sobre su mandíbula—. ¿Qué se supone que debo hacer, Saeng? Si yo reclamo a Jun y lo traigo a casa, no sé si podré mantenerlo a salvo. Pero si no lo reclamo, él estará ahí solo, y sé que así no puedo mantenerlo a salvo. No puedo ganar.

Saeng se encogió de hombros. —Me gustaría poder decir que es fácil, pero no lo es. Tengo que sentarme aquí y ver a Hyu ir a una misión a la superficie sabiendo que no puedo unirme a él y mantenerlo a salvo. Sólo puedo rezar para que llegue a casa y a mí a salvo.

Jung Min levantó la cara y miró a Saeng, cuando el hombre le dio una palmada en la pierna. Estaba confundido por la sonrisa en la cara de Saeng teniendo en cuenta que estaban hablando acerca de la seguridad de Jun.

—Y esos momentos en los que Hyun está en casa y seguro, pongo todo en ello, en caso de que sea la última vez que estemos juntos. Vivimos una vida al límite en estos días. Nos amamos uno al otro lo mejor que podemos, porque sabemos que podemos no tener otra oportunidad.

Min frunció el ceño. —¿Cómo puedes vivir así?

—Amo a Hyun.

Saeng extendió su mano y la abrió. Una pequeña piedra azul estaba en el centro de su palma. —Si te preocupas por Jun, toma esto y ve a buscarlo. Si no es así, si no puedes comprometerte con él, déjalo ir, déjalo encontrar algo de felicidad.

Min dudó aproximadamente medio segundo antes de llegar a más y robar la piedra azul de la mano de Saeng.

Cerró la mano con tanta fuerza a su alrededor que pudo sentir los bordes lisos morder su piel.
Saeng se puso de pie y dio unas palmaditas en el hombro de Min. —Hyun, Kyuhyun, y Kyu fueron tras Jun hace unos veinte minutos. Jun dijo que estaba en un almacén abandonado con su nueva pareja, Changmin, en la esquina de las calles Quinta y Central.

—¿Qué nueva pareja? —gruñó Min cuando se volvió para mirar a Saeng—. ¿Quién es ese hombre que está con mi Demonas Amaté?

—Un detective. —Saeng se rió entre dientes—. Alguien tenía que reemplazarme.

Jung Min se puso de pie. —¿Es alguien al que tengo que matar?

—¡No! —Saeng empujó la mano por el cabello—. Caray, no, no lo mates. Infiernos, ni siquiera le digas quién eres. Es humano, Min. Tengo serias dudas de que él sepa quién eres tú, por no hablar de lo que eres. Sólo... sólo mantente alejado del nuevo compañero de Jun, ¿de acuerdo?

Min frunció el ceño. No le gustaba la respuesta. Si esta nueva pareja era importante para Jun, entonces quería saber sobre él. Y ciertamente quería que el otro hombre supiera de él. —Muy bien.

Min sostuvo la piedra firmemente en su mano y se detuvo en su habitación para colocarse su largo abrigo negro, pantalones de cuero negro, y tantos cuchillos como cupieran en la ropa.

Hizo caso omiso de todo el mundo cuando se dirigía a la puerta que lo llevaría a la superficie. No quería hablar con nadie. Si alguna persona le decía que no podía ir, Min lo destriparía. Su único objetivo era llegar a Jun antes de que algo le sucediera.

El viaje a la superficie sólo duró unos minutos. Jung Min simplemente asintió a los centinelas que guardaban la puerta y luego caminó a través de ella. Un momento después, salió en el mundo de la superficie. Le tomó un momento averiguar exactamente dónde estaba, y no era donde quería estar. Estaba a unas cinco cuadras del lugar donde se encontraba Jun.

Min comenzó a caminar en la dirección que Saeng le había dado. Había muy poca gente en las calles, pero le dieron una fuerte mirada por su apariencia. Pasó tienda tras tienda mientras caminaba, cuadra tras cuadra, hasta llegar a su destino.

Jung Min podía oír la lucha incluso antes de llegar a la esquina. Sacó su espada y se preparó para la batalla mientras corría alrededor de la esquina de un viejo edificio de ladrillo. De inmediato vio a Hyun, Kyuhyun y Kyu, comprometidos en una batalla con unos pocos Shayatin. Varios demonios sombra yacían muertos en el suelo.

Min evaluó la situación en un instante, para saber dónde era más necesaria su ayuda. Con un solo vistazo vio a Jun y a otro hombre luchando contra dos Shayatin. Corrió en su dirección y comenzó a balancear su espada en el momento en que los alcanzó.

—¡Retrocede, Demonas Amaté! —gritó Min cuando blandió de nuevo la espada hacia el demonio sombra. Sintió que su espada cortaba la carne al mismo tiempo que atrapó a otro demonio sombra arrastrándose detrás de Jun.

—¡Abajo! —gritó. Vio a Jun mientras continuaba blandiendo la espada en torno a un círculo en la parte superior de la cabeza del hombre. La cabeza del Shayatin fue limpiamente cortada de sus hombros, la sangre fluía en todas direcciones.

Min se puso delante de Jun y mantuvo su espada firmemente en sus manos, listo para arrancar la cabeza del próximo hijo de puta que fuera lo suficientemente estúpido como para tratar de llegar a Jun. Min sonrió brevemente cuando sintió la espalda de Jun contra la suya y se dio cuenta de que su compañero estaba de pie, espalda con espalda con él.

—Tenemos que conseguir una espada para ti —dijo Min, inclinando la cabeza ligeramente para que Jun pudiera escucharle sobre el rugido de la batalla—. Tus armas no tienen un gran efecto en estos chicos.

—Sí, me di cuenta de eso cuando vacié mi primer cargador en ellos y siguieron avanzando.

Min gruñó. —¿Te mordieron?

—¿Morderme? —Jun sacudió la cabeza—. No, pero tengo un rasguño desagradable en mi espalda.

Min comenzó a girar cuando vio a otro Shayatin corriendo hacia ellos. Se puso tenso. —Prepárate —le dijo a Jun mientras apretaba más su espada—. Tenemos más compañía viniendo hacia aquí.
—Necesito algo para luchar, maldita sea.

Min agarró un cuchillo de una funda en la cintura y se lo entregó a Jun. —Esto debería bastar por ahora. Te daré algo más grande cuando volvamos a Jinnistan.

—Uh, Jung Min, no voy a volver a Jinnistan.

Min gruñó. —Hablaremos de eso más adelante.

O no. Jun iba a volver a Jinnistan. Sólo que no lo sabía todavía. Ahora que Min había decidido reclamar a su compañero, no había manera en el infierno de dejar a Jun en el mundo de la superficie. Jun pertenecía a Jinnistan, junto a él.

—Vigila tu flanco —gritó Min cuando otro Shayatin avanzó hacia ellos. Su primer impulso fue proteger a Jun a toda costa, pero de alguna manera, sabía que envolver a Jun en una burbuja protectora no era el camino a seguir con su compañero. Jun lucharía contra ello y contra él.

Min necesitaba trabajar con Jun poco a poco en el papel de Demonas Amaté. Era un papel importante. Jun sería la luz a la oscuridad de Min, su salvación. Ellos se aparearían por toda la eternidad, en corazón, mente, cuerpo y alma.

Ahora, sólo tenía que convencer a su Demonas Amaté.




Jung Min limpió la hoja de su espada en la espalda del Shayatin muerto a sus pies y luego la volvió a colocar en la vaina de cuero escondida en la parte posterior de su abrigo. Había momentos en que caminar por ahí con una espada en la mano no era la mejor opción. La vaina oculta la disimulaba y era de fácil acceso.

Él se puso de pie y miró la carnicería a su alrededor. Al menos siete Shayatin habían sido eliminados en la lucha. Dos de ellos habían escapado. En total, nueve demonios rebeldes se movían juntos en un grupo. A Min no le gustaba ese número. Sentía como que algo faltaba en la ecuación, algo que se le escapaba.

Los Shayatin no eran conocidos por moverse en grupos tan grandes. Uno o dos, quizá tres, sin duda, pero nueve en el mismo grupo era algo muy raro y muy relativo. Min miró a Hyun y vio la misma preocupación en su ceño fruncido. Si los demonios estaban asociándose de esa manera, los Djini estarían en un montón de problemas.

—No es que no me alegre de verte, teniendo en cuenta las circunstancias, pero, ¿qué estás haciendo aquí, Jung Min?

Min giró para ver a Jun frente de él. La expresión de dolor en su rostro se ocultó rápidamente. Min extendió la mano y la enganchó alrededor de la nuca de Jun y luego empujó al hombre más cerca hasta que estuvieron casi nariz con nariz.

—Yo he venido por ti, Demonas Amaté.



Continuara.............

3 comentarios:

  1. ooh por dios esto se esta ´poniendo buenísimo :D

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  2. así como si fuese lo mas normal se lo dice...que reacción tendrá jun? siempre queda en la mejor parte :/ sigue pronto....

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  3. Xd que espera Min, que baby vaya a sus brazos y le jure amor eterno después de cómo lo rechazo, que sufra y que baby no se la ponga tan fácil

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