viernes, 6 de febrero de 2015

Solo palabras Capitulo 2




Kyu se inclinó hacia delante, con los codos sobre las rodillas y la cabeza apoyada en las manos.
Hongki se arrodilló a sus pies, colocando el equipo médico en el suelo y abriendo la tapa de un
tirón.

—Esto no sucedió en la comisaría. —Kyu suspiró y sacudió la cabeza.


—Desde el principio. —Hongki desenvolvió varias gasas estériles y las empapó con alcohol—. Sería más fácil si te sentaras en el suelo conmigo. —Demasiado cansado para discutir, Kyu se deslizó de la silla para sentarse con las piernas cruzadas frente a Hongki.

—Esto va a picar.

—¡Mierda! —Kyu gritó—. ¡Una pequeña advertencia, Hongki!

—Desde el principio. Si me hablas, puede ayudarte a dejar de pensar en lo que estoy haciendo. Es una herida fea, y podría necesitar puntos de sutura.

Kyu tragó saliva.

—Bueno, ya sabes lo que pasó en la comisaría.

—Más o menos. —Hongki limpió el corte profundo. Kyu medio observaba cómo Hongki limpiaba los restos de la camiseta que habían quedado, había pequeñas fibras de franela atrapadas en la sangre coagulada.

—Ya oíste lo que dijo ese idiota.

Hongki asintió.
—Sí, lo hice.

—¿No te molesta?

—Por supuesto que sí, Kyu Jong, pero no lo suficiente como para infligir daño corporal al hombre. —Hongki tomó un par de pinzas del kit. Con cuidado, comenzó a recoger diminutos fragmentos de vidrio que estaban atrapados en el fondo de la herida.

Kyu se encogió. Pensó que si él iba pasar por esto sin perder el conocimiento sería mejor que sólo siguiera hablando.

—Bueno, me molestó, así que le pegué. Estúpida e ignorante comadreja.

—¿Ahora no estás haciendo lo mismo que él? —Hongki arrancó más vidrio.

—¿Qué? —La cabeza de Kyu giró bruscamente.

—Llamar al hombre por un nombre cruel basado en tu sesgada percepción personal de él? —Más astillas de vidrio, más trozos de tela. Pick, pic, pic.

—¡Bueno, él lo es! —Kyu se quedó mirando el suelo de tablones de madera.

—Lo mismo se podría decir de lo que dijo sobre de mí. —Hongki dejó las pinzas y la gasa, luego retiró la aguja y el hilo de sutura estéril de un paquete de celofán sellado.

—¿De qué demonios estás hablando? —Con su visión periférica, Kyu vio a Hongki enhebrar la aguja. Su estómago se volteó, como cuando Hongki lo engatusó para montar en una de esas montañas rusas de acero retorcidas en Six Flags. Kyu, tragó un sabor amargo. —¿Qué quieres decir con que se podría decir lo mismo?

Hongki lo roció con lo que Kyu reconoció como un anestésico tópico sobre la herida. Sintió un ardor frio y Kyu se preguntó si eso no le dolía más de lo que la maldita sutura dolería sin ello. Siseó y maldijo entre dientes girando el cuello.

—No mires, Kyu—dijo Hongki—. Déjame trabajar, prometo que voy a ser rápido.

Kyu Jong elevó una ceja, con los ojos entrecerrados. —¿Has hecho esto antes?

Hongki simplemente le sonrió. Jesús, era bonito.

—¿Crees que los vestidos y trajes se cosen por sí solos?

Kyu se tensó, sintiendo que sus músculos se contraían en apretados nudos.
Hongki dejó escapar un suspiro de impaciencia.

—Una costura es una costura, Kyu Jong. Ahora, por favor, sigue. Vas a tener que confiar en mí.

Lo curioso fue que Kyu lo hizo. No tenía ni idea de por qué confiaba tanto en Lee Hongki, pero lo hacía. Asintió con la cabeza y volvió la mirada hacia el suelo.

—No has respondido a mi pregunta.

—Puede haber sonado cruel, lo que dijo el sargento, pero no era del todo inexacto.

—¿Qué?

Hongki deslizó la aguja a través de la piel de Kyu.

—Se podría decir que soy flaco, que soy un poco..., y aunque detesto la palabra y sus connotaciones, soy un maricón.

—¡Hongki! —Kyu volvió la cabeza tan rápidamente que Hongki casi le dio un golpe en la nariz con la aguja.

—¡Kim Kyu Jong! Permanece quieto. Estoy intentando curarte esta herida, no causar otras nuevas.

Kyu suspiró. Volvió a mirar hacia el suelo.

—Yo no he dicho que me gustara, Kyu. Simplemente estoy diciendo que si vas a estar molesto con alguien hasta el punto de hacerle daño por algo así, tu queja tendría más credibilidad si no hicieras exactamente lo mismo. —Hongki hizo suficientes puntos de sutura en la herida como para cerrarla correctamente. Sonrió, aparentemente satisfecho con su trabajo—. No debe quedar cicatriz. Realmente soy un costurero extraordinario.

Kyu se sintió lleno cuando labios cálidos pusieron un beso cerca del corte recién cosido. Suave y sedoso cabello le hacía cosquillas en la piel. —Supongo que entiendo tu razonamiento.

—Por supuesto que sí, eres un hombre muy inteligente. —Hongki cerró el botiquín, lo recogió junto con los materiales utilizados, y luego salió de la habitación.




Hongki volvió unos minutos más tarde con una gran camiseta que Kyu había dejado en el suelo del dormitorio una noche a principios de esa semana. Sudada y arrugada entonces, la camisa estaba limpia y bien doblado ahora.

Kyu se levantó, tomó la camisa y se la puso sobre su cabeza. Sus ojos se movieron hacia abajo, hacia
la bandeja sobre la mesa de café.

Hongki siguió la línea de la vista de Kyu con los ojos y sonrió. —Me encantaría.

Kyu sirvió a ambos una bebida, una especie de licor rojo oscuro de una cara botella, de aspecto antiguo. Hongki chocó su copa contra la de Kyu y luego tomó un pequeño sorbo. Kyu bebió un sorbo grande, más como un trago. Tosió y escupió, le lloraron los ojos. —Que inf…

—Brandy de cereza —dijo Hongki—. Exótico, potente y extremadamente raro.

—¿Algo así como tú?

Hongki sonrió, pero su expresión se serenó rápidamente.

—Has logrado con habilidad evitar decirme cómo llegó ese corte.

Kyu dio un buen trago del brandy de cereza. Todavía quemó algo al tragar, pero no tosió ni lloró en esta ocasión.

—Más de lo mismo —dijo—. Más tarde, en el bar.

—Comenzaste otra pelea. — Hongki rodó los ojos.

Kyu sacudió la cabeza con vehemencia.

—No, esos dos policías imbéciles empezaron a decir…

—Son solo palabras, Kyu.

—Sí, pero eran sobre ti, ¡maldita sea! —Kyu había llegado a su límite de escuchar sermones. Había supuesto que tendría la bienvenida de un héroe por defender el honor de Hongki no una, sino dos veces en un día. Pero a pesar de las palabras suaves de Hongki, tacto amable y el tono tranquilizador, Hongki no había hecho otra cosa que decirle a Kyu lo que había hecho mal desde que entró por la maldita puerta. Ya era suficiente.

Los ojos marrón oscuro de Hongki estaban muy abiertos.

—No tenía ni idea de que yo te importaba tanto.

Kyu miró a Hongki como si al hombre le hubiera brotado espontáneamente una segunda cabeza.

—¿Cómo que no lo sabes? Jesucristo, Kiki. Estoy aquí todo el tiempo y hemos estado... bueno, hemos estado durmiendo juntos durante meses, y…

—Tú nunca me dijiste cómo te sentías.

—Son solo palabras.

—Eso no es justo. —Hongki hizo un puchero, con los ojos entrecerrados—. Estás torciendo deliberadamente lo que quiero decir.

Kyu tomó el resto de su bebida, cogió la sofisticada botella y se sirvió otro vaso.

—¿Qué quieres que diga? ¿Que Te amo? Mierda. —Kyu dejó la botella de nuevo sobre la mesa—. Infiernos, todavía estoy tratando de que enfrentarme al hecho de que incluso me gusta follar a otro hombre, mucho menos…

—¡Oh! —La boca de Hongki se quedó boquiabierta—. ¡No puedo creer que hayas dicho eso! Eres burdo, arrogante, sin clase…

—Hongki, lo estás haciendo. —Kyu luchó duro para reprimir una sonrisa, pero falló a los dos segundos.

Hongki se quedó sin aliento, sus manos volaron a sus mejillas ruborizadas por la furia. Giró sobre sus talones y corrió hacia su habitación, cerrando la puerta tras de sí con tanta fuerza que la lámpara sobre la cabeza de Kyu se tambaleó. Pero Kyu no estaba dispuesto a dejar que esto pasase. Con demasiada frecuencia sus discusiones -y había habido muchas- finalizaban con uno u otro dejando de hablar y saliendo violentamente. No esta vez.

Esta vez no se trataba de Hongki con ropa demasiado complicada para que Kyu consiguiera sacársela rápidamente. No se trataba de Kyu tambaleándose borracho a todas horas después de ver mierda que una persona nunca debería tener que ver, o sobre Hongki espantando a Kyu fuera cada vez que un cliente entraba en la tienda por algún accesorio.

No se trataba de la corta lista de restaurantes adecuados de Hongki, que solo incluía a aquellos con sommeliers que hablaban en francés y tenían lujosos carritos de postre, cuando a veces todo lo que Kyu quería era una cerveza nacional fría y una grasosa pizza. Maldición.

 Esta vez era diferente. Esta vez había sido importante.



Continuara...................

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