sábado, 24 de enero de 2015

El maullido del gato. Capitulo 8



Decir que estaba en estado de shock habría sido una subestimación y no una que Min, estuviera listo para decir en voz alta. No estaba seguro de que situación era más extraña, si ver a Jun, cambiar a gato o ver la cara del otro hombre cuando estaba siendo atacado, escupiendo y resoplando. Ambas estaban en lo alto de lo considerado raro en la escala del asesino.

Sin embargo, por extraño que pareciera, se le hacían cada vez menos raras a cada minuto. Ver a Jun atacar, ante la amenaza recibida por él, lo hacía sentir que no cabía en su pellejo. No podía dejar de sonreír, hasta que el joven, se negó a mirarlo y luego frunció el ceño.


—¿Jun?

—Creo que probablemente será mejor si tu amigo y tú, se vayan.

—¿Qué? —Jung Min se quedó atónito. Había pensado por las acciones de Jun, que estaba feliz de verlo. Esperaba que estuviera feliz de verlo. Él estaba feliz de ver al joven—. ¿Qué está pasando aquí, Junnnie?

—No es nada que deba preocuparte. —La sonrisa que Jun le envió se arrastró por su piel. No era real, y no se reflejó en sus ojos. Min únicamente podía ver la mísera en lo ojos de su amor.

—No es suficiente, amor.

—Me temo que esta vez va a tener que serlo. —Jun puso a Precious en el suelo y se levantó. Hizo un gesto con su mano alrededor de la sala hacia los demás que estaban allí mirándolos—. Esto no te concierne.

—Lo hace ahora —dijo el asesino, apretando las manos en puños, mientras trataba desesperadamente de controlar la ira que amenazaba con liberarse—. Me involucré en el momento en que follamos en la ducha.

Min, tuvo la satisfacción de ver los ojos de Jun, ampliarse ante sus palabras. Abrió los brazos para abarcar toda la sala. —Ahora, ¿quieres decirme qué coño está pasando aquí? ¿Por qué estos hombres están tratando de matarte y por qué diablos se lo permites?

El joven simplemente apretó los labios y negó. Min, de repente tuvo la impresión de que no importaba lo que dijera, Jun no iba a decirle nada. Tenía una vena obstinada que era tan grande como una catedral.

Por suerte, Min sabía cómo romper esa terquedad. Atravesó la sala de estar y lo agarró por el brazo, impulsándolo hacia la puerta del dormitorio. En el marco de la puerta, se detuvo para echar un vistazo sobre su hombro a Hyun, señalando a los dos hombres.

—Mantén un ojo en ellos —le dijo—. Vamos a necesitar un ratito. Tengo que convencer a Jun de las bondades de la honestidad hacia mí.

—Hecho.

Min asintió y empujó a Jun al dormitorio, cerrando la puerta tras él. Se recostó contra ésta y cruzó los brazos sobre su pecho mientras que evaluaba al nervioso hombre que lo miraba desde el otro lado de la habitación.

—Habla, Jun. Dime lo que está pasando aquí. ¿Por qué esos dos hombres están aquí para matarte y por qué se lo permites?

El chico volvió a presionar los labios y negó. Min suspiró profundamente y alcanzó el borde de su camiseta. —Hemos pasado por esto antes, Jun. Ya sabes, puedo hacerte hablar.

—No.

Jung Min sonrió y tiró de la camiseta sobre su cabeza, dejándola caer al suelo. Comenzó a acechar a Jun a través de la habitación, mientras que poco a poco se desabrochaba los pantalones. Podía sentir los ojos del hombre siguiendo cada uno de sus movimientos, lo mismo que hacia él con el joven.

Había un hambre ardiente en los ojos de Jun, que casi hace que Min, deseara que no estuviera más que jugando. No quería forzarlo a hablar, a menos que tuviera que hacerlo. Quería que el hombre de buen grado se lo contara todo.

Eso no significaba que se fuera a desviar de conseguir lo que quería. Min estaba aprendiendo rápidamente que Jun tenía debilidad por él. Solo esperaba no tener que admitir nunca que tenía la misma debilidad por el chico.

—Vas a hablar, Junnie, de una manera u otra.

El asesino se quitó los zapatos y luego se agachó para tirar de sus calcetines. Jun todavía observaba cada movimiento que hacía, pero su respiración se hacía más sonora. Sus ojos  iban cambiando de manera constante a más oscuros.

—Min—susurró en voz baja, se lamió los labios—, no puedes... —Jun hizo una mueca—. No podemos... —sacudió la cabeza—. No lo entiendes.

—Entonces explícamelo, Jun, así podré entenderlo.

Se sentó en el extremo de la cama y le tendió su mano al joven hombre, esperando pacientemente. Jun se limitó a mirarlo durante varios minutos luego resopló y se acercó tomando la mano, y sentándose a su lado.

—Estoy escuchando, amor.

—No soy tu amor, deja de llamarme así —su voz se quebró, sorprendiendo a Min con su vehemencia—. Crees que soy un bicho raro.

—No creo que seas un bicho raro, bebé. —Insistió el asesino—. Solo un poco diferente. Tienes que admitirlo, te trasformas en un gato común.

—Es debido a de donde procedo.

—¿Y de dónde procedes? —Min tenía tanta curiosidad que apenas podía mantenerse quieto. Era obvio que Jun no era un humano corriente. Si trasformarse en gato común era normal de dónde viniera, Min tenía que preguntarse acerca de su gata—. ¿Precious puede cambiar?

—No. —El chico se echó a reír—. Ella es simplemente una gata.

—¿Simplemente una gata? Jun, ¿tienes alguna idea de lo extraña que es esa declaración? —Min deseó no haber hablado cuando Jun se apartó de él y se enroscó sobre sí mismo. El asesino extendió la mano y agarró la de Jun, negándose a permitir que la conexión entre ellos se rompiera—. Bebé, vas a tener que darme un margen de maniobra con mi confusión. Hasta que te trasformaste en el motel, no sabía nada de que esto sucediera fuera del cine.

—No soy un bicho raro —murmuró Jun.

—No he dicho que lo fueras.

La cara de Jun era mitad ira, mitad turbación cuando se volvió para mirarlo. —Pero lo hiciste, en el motel. Dijiste que era un monstruo.

—No, dije que era una situación extraña, y lo era. Nunca había visto a nadie cambiar. Pero ni una sola vez te llamé raro, Junnie, así que no digas que lo hice. No pongas palabras en mi boca que no estuvieron ahí.

—¿Soy diferente?

—Muy diferente, Jun. La gente se asusta ante las situaciones extrañas todo el tiempo, especialmente cuando no esperan que sucedan o nunca las han experimentado antes. Eso no quiere decir que las personas involucradas en la situación sean raras.

—¿Por tanto, no estás asustado de que puede trasformarme en gato?

—Voy a ser sincero contigo, Jun, me asuste, me volví un poco loco. Pero eso no tiene nada que ver contigo, no realmente. Sigo pensando que eres muy especial. Además, acabo de verte atacar a un hombre que amenazaba con hacerme daño. En mi experiencia, eso significa algo.

Min miró boquiabierto cuando Jun de repente cambió de nuevo. Casi en un abrir y cerrar de ojos, el hombre que estaba sentado junto a él se trasformó en un gato. Esos oscuros ojos parpadearon hacia él cuando se sentó, agitando su cola un lado a otro.

—¿Y ésto? —Le susurró Jun mentalmente, lo que probablemente lo asustó más que cualquier cosa que hubiera experimentado en las últimas horas—. ¿Realmente puedes decirme que ésto no te asusta?

—Estoy muy interesado en saber cómo haces eso, porque sí, que me hables mentalmente es un poco extraño.

—¿Demasiado extraño? —preguntó Jun, de nuevo en la mente de Min—. La última vez te asustaste y me dejaste. ¿Vas a irte de nuevo?

—Te dejé la última vez, pero volví, ¿no?

La cabeza del gato se inclinó ligeramente. —¿Por qué regresaste?

—No estoy seguro, la verdad. —Min frunció el ceño—. No tenía previsto volver cuando me fui. Probablemente necesitas saber que estaba sentado en el taxi, y no podía dejar de pensar en ti. Y no era... me preguntaba si estabas a salvo, si estabas bien. Infiernos, me preocupaba que no estuvieras lo suficientemente abrigado. Simplemente no tenía sentido para mí, así que decidí que necesitaba volver a verte.

—Sólo que no estaba allí.

—No, no lo estabas, y vamos a tener que hablar de eso, Jun. No está bien que te pongas en peligro. —Min se echó hacia atrás, sorprendido cuando Jun repentinamente cambió de nuevo a su forma humana, con la ropa puesta y todo—. ¿Cómo haces eso y que ocurre con la ropa cuando cambias?

—¿Eso es lo que quieres saber? —Jun se echó a reír en voz baja.

Min se encogió de hombros. —Me imagino que voy a tener una gran cantidad de preguntas para ti, pero, sí, tengo curiosidad.

—No sé exactamente lo que le sucede a mi ropa. Cuando cambio, sencillamente se desvanecen supongo. Cuando vuelvo a cambiar de nuevo, están ahí.

—¿Y el cambio? ¿Cómo lo haces? ¿Te duele?

—Me dolió la primera vez que cambié, pero me ha dolido menos esta vez. —Jun miró hacia abajo al edredón que cubría la cama y comenzó a tirar de la tela blanca—. Cuando cambio, únicamente pienso en cómo quiero verme y ocurre.

—Así que, ¿desde hace cuanto que cambias? Es decir naciste así o...

—No, nací de esta manera.

—¿Y lo de cambiar?

—Yo... eh... cambié por primera vez en el motel, contigo.

Min se quedó boquiabierto. —¿Nunca habías cambiado antes?

La mano de Jun trabajó frenéticamente en el edredón, su nerviosismo se mostraba en cada uno de sus nerviosos dedos. —a causa de quien soy, no podía cambiar hasta que... hasta que... bueno, ya sabes, y...

—Espera, espera, ¿debido a quien eres? —Le preguntó el asesino—. ¿Quién eres tú?

Jun se dobló sobre sí mismo otra vez, y justo cuando Gage pensaba que estaba llegando al hombre. —No importa.

—Ya has dicho eso antes, amor. No te creí entonces, y no te creo ahora.

—Min... —El joven sacudió la cabeza—. No lo entenderás y te irás.

—No voy a dejarte, Jun.

Min no podía recordar cuándo se había sentido tan frustrado con alguien. Jun podía ser gentil y tímido y sólo un poco extraño, pero era el hombre más terco que él hubiera conocido. Era como sacarle las palabras con un sacacorchos.

—¿Por qué simplemente no lo dejas estar? —Soltó Jun cuando se puso de pie y empezó a pasearse delante de la cama. Sus manos se agitaban frenéticamente alrededor de la habitación. Min estaba bastante seguro que era lo más expresivo que había visto a Jun, salvo cuando follaron—. No querrás saberlo, creedme, porque lo que tendría que decirte es mucho más raro que trasformarme en gato.

Min no estaba seguro de que fuera posible. —Jun, dímelo.

—¡Muy bien! —Saltó Jun—. ¿Quieres saber la verdad? Me follaste en la ducha y no me mataste como se suponía que harías y ahora tengo que pagar por ello durante el resto de mi vida, por larga que sea.

—¿Cómo dices? —Min se puso en pie y dio un paso hasta quedarse delante de él, deteniendo su paseo. Apoyó las manos en sus caderas y se inclinó para mirarlo—. ¿Estás diciendo que toda esta mierda es por mi culpa, porque no te maté?

—¡Sí!

El asesino parpadeó, aturdido. No había esperado esa reacción de Jun. No estaba seguro de lo que esperaba exactamente, pero que éste estuviera enojado con él porque no lo mató, eso no. Min se pasó la mano por la cara, cuando dio un paso atrás para sentarse en la cama. Estaba muy confundido.

—Jun, ¿por qué quieres tanto morir? —eso le dolía incluso mencionarlo. No entendía la disposición del chico a morir. No estaba seguro de hacerlo jamás.

—No quiero morir —dijo Jun en voz baja, como si la rabia lo hubiera abandonado—. Nunca quise morir, pero sé que va a suceder, y estoy cansado de esperar a que ocurra. Solo deseo que seas tú quien lo haga.

—Bueno, ahora has sido directo. No tengo intención de matarte, jamás. Así que deja de esperar que lo haga, porque no va a suceder.

—¿Por qué no?

—¡Porque no quiero matarte! —Cuando las esquinas de los labios de Jun se convirtieron en un ceño fruncido, Min estaba aún más confuso. Era como si el hombre estuviera triste por el hecho de que no quisiera matarlo—. Jun.

—¿Sabes lo que me va a pasar si uno de esos hombres en la otra habitación o tú no me matan? —susurró Jun—. Y eso es suponiendo que no envíen a alguien más para hacer el trabajo.

—¿Vas a vivir una vida larga y saludable?

—No realmente. —La risa de Jun sonó más despreciativa que feliz—. Poco a poco, me volveré loco hasta que o bien me tengan que sacrificar por la seguridad de otros o me matare a mí mismo porque no me podré controlar más.

Min tragó saliva. —¿Por qué? —se ahogó.

—Hay una cosa curiosa acerca de mí —dijo Jun—. Mi madre me lo advirtió, y sabía que tenía razón, pero pensé que si me iban a matar, no tendría importancia. Pero no lo hiciste y ahora la tiene y…

—¿Qué cosa, Jun?

—Me emparejo con la persona con la que tengo la primera relación sexual.

—¿Qué?

—¡Incluso en el mundo de los cambiaformas soy un bicho raro!

—Jun, no eres un bicho raro.

—Soy un bicho raro —exclamó Jun—. Me uní contigo y ahora no puedo ser tocado jamás por nadie que no seas tú y... —Jun sollozó—. No tienes idea de lo que será para mí.

—Dímelo —dijo Min mientras envolvía el brazo alrededor de los hombros del chico y llevaba la cabeza a su pecho. Jun se resistió durante un momento y luego empezó a frotar su cara contra la piel desnuda de la clavícula del asesino.

—Nos unimos cuando follamos en la ducha. No seré capaz de soportar que nadie me toque, jamás. Estar separado de ti se convierte en un dolor físico. No comeré. No dormiré. No seré capaz de pensar en otra cosa que en estar contigo otra vez. Mi piel ya pica por sentir tu toque, y solo va a empeorar cuando estemos separados.

—Entonces, ¿quién dice que vamos a estar separados? —La boca de Jun se quedó desencajada en el momento en que levantó su cabeza para mirar al enorme hombre, pasmado. Min se rio entre dientes y le cerró suavemente la boca—. ¿Por qué crees que es tan importante para mí saberlo todo, Jun?

—¿Debido a que estás loco?

—Eso puede ser cierto, pero realmente necesito saberlo todo porque no tengo ninguna intención de ir a ninguna parte sin ti, y con el fin de protegerte de todo lo que está pasando, lo que necesito saber es por qué alguien quiere matarte. También me gustaría saber más acerca de ti y de cómo funciona esa cosa del apareamiento.

—Hemos tenido relaciones sexuales. Así es como sucedió.

—Y vamos a tenerlas otra vez, estoy seguro. —Min sonrió al ver la expresión de asombro en la cara de Jun—. No sé a ti, pero a mí me gustó mucho, y me gustaría probarlo una vez más, por lo menos unas cuantas cientos de veces.

—¿Recuerdas que me trasformo en gato, ¿verdad? —preguntó Jun mientras apartaba alejando un poco al hombre para mirarlo más fácilmente.

—Es un poco difícil pasarlo por alto, Jun. —Min señaló a la mano que Jun tenía en su pierna—. Sobre todo cuando estás amasado mi muslo.

Jun apartó su mano, su rostro ardientemente ruborizado.

—Lo siento.

Min agarró la mano del joven y la llevó de vuelta a su muslo, acariciándola suavemente. —De hecho, eso me gustaba, mi amor.

—Realmente necesitas dejar de llamarme así —gimió—. No lo dices en serio.

—No sé cómo me siento acerca de ti, Junnie. —Y Min no estaba seguro de que alguna vez realmente lo supiera. El chico era demasiado confuso para que afirmara cualquier emoción—. Pero sé que no me gusta estar lejos de ti. Me preocupo cuando no puedo verte. Sé que hago cosas contigo que nunca he hecho antes.

—Eso es únicamente la unión por el apareamiento. Desaparecerá cuando este muerto.

—Jun, no vas a morir —espetó Jung Min. Tenia ganas de sacudir al hombre hasta que le castañearan los dientes—. No voy a dejar que suceda.

—No se puede parar.

—Puedo si me dices por qué quieren matarte.

Jun casi revolvió los ojos. Min podía ver la necesidad en la cara de Jun . Sólo arqueó una ceja hacia el hombre y esperó en silencio.

—Bien, ahora que puedo cambiar y me he acoplado contigo, Me he convertido en una amenaza para el jefe de mi pueblo.

—¿Quién?

—Cuando era un niño, mi padre fue asesinado. Mi madre siempre pensó que fue asesinado, pero no pudo demostrarlo y todo el mundo dijo que decía eso por su pena. Los compañeros no lo pasan bien cuando uno de ellos muere.

—Otra razón para que me lo digas todo.

—No vas a dejarlo estar, ¿verdad?

—No, desembucha.

Esta vez, Jun si que puso los ojos en blanco. Min simplemente se rio entre dientes.

—Mi madre me cogió y escapamos, nos escondimos. Ella pensó, ya que era el siguiente en la línea de liderazgo, que mi vida estaría en peligro. Me advirtió una y otra vez que estaría a salvo si no reclamaba a mi compañero.

—Eso pareció funcionar bien para ti.

—Se suponía que me ibas a matar después de haber follado, ¿te acuerdas? Si lo hubieras hecho, nada de esto habría sucedido.

Los ojos de Min se estrecharon. —¿Y cómo llegaste a esa conclusión?

—Porque no podía cambiar hasta que tuviera compañero.

—¿Qué tiene que ver lo de cambiar con lo otro?

Jun se puso de pie y fue hasta la ventana de la habitación. Abrió la cortina y señaló. —Eso es lo que tiene que ver con todo lo demás.

Confundido, Min se levantó y se acercó a la ventana. Se sorprendió al ver a más de diez gatos caminando por la acera debajo de la ventana de Jun. En el momento que vieron a Jun, los gatos se detuvieron y comenzaron a maullar, y más bien demasiado fuerte.

—¿Qué están haciendo? —El asesino frunció el ceño—. ¿Son cambiaformas como tú?

—Nadie es como yo, Min. —Jun soltó un bufido. Dejó caer la cortina en su lugar y caminó por la habitación—. Dije que, incluso en el mundo de los cambiaformas, soy un bicho raro.

—¿Y eso qué quiere decir exactamente?

—¿De verdad crees que hay un mundo ahí fuera completo de gatos comunes cambiaformas?

—Realmente no lo sé, Jun. Tú eres el primero que he conocido —Min frunció el ceño al considerar esa declaración—. Creo.

—En realidad, hay más alrededor de lo que piensas, manadas enteras y orgullosas. Estamos en todos lados, se mezclan con los humanos en casi cada área del mundo.

—Así que, ¿cómo eres tan diferente?

—¿Alguna vez has visto alguno de esos canales de la naturaleza? —preguntó Jun cuando se volvió a sentar en el extremo de la cama.

—¿Por supuesto, no lo hace todo el mundo? —Min se encogió de hombros.

—Los lobos se aparean de por vida, al igual que los de mi clase. También tienen una jerarquía en sus manadas, al igual que en la mía. Solo que, en una manada de lobos, el más fuerte es el alfa.

—¿Y en tu manada es... eh... manada?

—Manada de felinos.

—¿Igual que la de los leones?

—Exactamente igual que una de leones. Los miembros de mi manada se trasforman en leones, tigres y eso.

Los ojos de Min se estrecharon. Sentía que le faltaba un gran pedazo del rompecabezas, y Jun le daba cada pieza para digerirla muy lentamente. —¿Por lo tanto, puedes cambiar a gato común porque...?

—En mi manada, la línea directa de la familia gobernante cambia a gatos comunes. Es por eso que quieren matarme. Ahora que puedo cambiar, soy la prueba viviente de mi condición real. Ya que mis padres están muertos, soy el único con vida que puede trasformarse en un gato común, lo que
significa que no se me puede negar mi derecho a gobernar. Cualquier persona que me vea cuando cambie se dará cuenta.

—¡Mierda!

—Sí, bastante.

—¿Ellos quieren matarte para evitar que ocupes tu posición?

—¿No pasaría si la hubieras estado gobernando desde hace más de veinticinco años?

—¿Por lo tanto, quien esté gobernando actualmente está tratando de matarte?

—Mi tío Geraldo se ha encargado desde que mi padre murió. En un principio, se suponía que solo era para ocultarme de la manada hasta que cumpliera la mayoría de edad. No es un gato descendiente directo de sangre por lo que no puede prohibirlo si hubiera alguien más para ocupar su lugar.

—Tú, en otras palabras —Jun asintió.—¿Por qué no trataron de matarte hasta ahora?

—Porque antes, no podía cambiar. No era una amenaza para nadie. —Se encogió de hombros—. Además, hasta que me apareé contigo, no me podían encontrar.

—No veo la conexión, Jun.

—Básicamente, antes de que me apareara, era humano. Todo lo que había de gato en mí estaba bloqueado. Cuando nos acoplamos, abrimos las compuertas, y mi gato surgió. Otros de mi especie ahora me seguirán. —Jun hizo un gesto con la mano hacia la ventana—. Por tanto, soy un gato acechado.

—¿Así que, no podían encontrarte hasta ahora, porque nunca habías tenido antes relaciones sexuales?

—Sí.

—Supongo que eso, me hace responsable, ¿no? —preguntó Min sentándose junto a Jun—. Desde que acabé con tu virginidad y todo eso.

—No, por supuesto que no. Nunca esperaría que…

—¿Qué pasa si quiero serlo?




Continuara................

1 comentario:

  1. ¡wow! Que lindo Min va a proteger a su lindo gatito, Min usando sus encantos para sacarle información a Jun, genial el cap

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