domingo, 11 de enero de 2015

Demonio de Aire. Capitulo 2



Jun se recostó contra la pared del balcón y miró a los guerreros en el patio de entrenamiento. Tenía que admitir que era bastante impresionante. Estaba acostumbrado a usar una pistola y los puños.

Estos chicos utilizaban espadas.

A veces, Jun se preguntaba si había sido transportado a otro tiempo en lugar de a un mundo bajo la superficie de la tierra. Las cosas eran un poco medievales. Jun les estaba eternamente agradecido de que tuvieran inodoros. Por suerte no estaban afuera.


Los ojos de Jun se posaron en un guerrero de cabello oscuro blandiendo su espada. Él había estado observando a Min los días previos y posteriores a que hubieran hablado. Sabía que el hombre era un experto con la espada, pero siempre estaba un poco sorprendido de ver cuánto.

También había estado evitando a Min en esos días. Jun no era tan obstinado como todo el mundo parecía pensar. Él podía tomar una indirecta. Jung Min había dejado más que claro que él no quería tener nada que ver con Jun, ni siquiera como un amigo. Jun lo comprendió. Se había mantenido al margen del hombre desde entonces.

Eso no significaba que dejara de mirar a Min cuando pudiera, ni tampoco de fantasear sobre el hombre. Los dos metros con quince centímetros de altura de Jung Min, sólo hacían que se le cayera la baba. Agregando a eso todos los músculos gruesos y el cabello largo y negro del demonio, Jun estaba en un húmedo sueño en el cielo.

Realmente era una lástima que Min no mostrase ningún interés. Jun no tendría ningún problema en agacharse para registrar lo que Min tenía entre sus piernas. Él sería el primero en admitir que sería algo de un tamaño queen (Bueno creo todas lo sabemos xD se refiere a un tamaño bastante grande o considerable xD Jun goloso *o*), y a él le gustaba saber que estaba siendo llenado cuando alguien lo jodía.

Su único problema era que había encontrado muy pocos tipos con los que quisiera follar. Infiernos, a excepción de Min, en realidad no había encontrado a nadie que le interesara. La única razón por la que había estado con otros hombres en el pasado, se debió a la soledad. Ahora no era diferente, excepto que no quería estar con nadie que no fuera Jung Min. Estar solo se veía mejor y mejor a cada momento.

Por fin había encontrado a un hombre que hacía que su pene se pusiera duro como una roca, y este no estaba interesado. Eso apestaba totalmente. Jun miró hacia el cielo azul respirando profundamente. Si se mantenía de esta manera, se tiraría él sí mismo a Min. Necesitaba encontrar otro gran guerrero fuerte y tener sexo.

Cuando Jun miró hacia abajo, Min estaba mirando directamente hacia él. Jun sintió que su rostro se sonrojaba cuando él le devolvió la mirada. En realidad, no era justo que un hombre pudiera verse tan condenadamente bien. Cada vez que Jun estaba alrededor de Min, sólo quería frotarse en todo el hombre.

—Tú eres el elegido, ¿no?

Jun se dio la vuelta para ver a un hombre de aspecto bastante desesperado detrás de él. La mirada ansiosa en la cara del hombre le dio qué pensar. ¿Se trataría de otro guerrero que deseaba un Demonas Amaté? Jun suspiró. Además de ver que el hombre era algo atractivo, no sentía nada por él.

—Soy Jun.

—¿Tú eres el elegido?

—Supongo. —Jun todavía no estaba seguro de eso.

El hombre sonrió. —Entonces, tú eres mío.

—Whoa, amigo, yo nunca he dicho que vaya a ser tuyo. —Jun comenzó a retroceder a medida que el hombre avanzaba. Podía ver una especie de ardor desesperado en los ojos del hombre. La intensidad de su mirada le daba escalofríos. Jun levantó rápidamente las manos para alejar al hombre—. Oye, mira, esto no es una buena idea.

—Yo soy un demonio de aire. Tú tienes el signo de un demonio de aire. Eres un elegido. Serás mío.

—¿No crees que tengo algo que decir al respecto?

—¡No!

Jun saltó hacia atrás cuando el hombre se abalanzó sobre él, pero no fue lo suficientemente rápido para escapar. El demonio lo tomó de los brazos y lo atrajo hacia él. El estómago de Jun comenzó a revolverse cuando el hombre trató de atacar su boca. Un olor fétido llenaba el aire, por lo que Jun sintió arcadas. Estaba seguro de que iba a vomitar.

—¡Vete al infierno lejos de mí! —exclamó Jun. Gritó y el demonio agarró un puñado de su cabello, sosteniendo aún su cabeza. Jun dio un tirón, tratando de escapar, pero todo lo que consiguió fueron unos cuantos cabellos menos en su cabeza ya que varios fueron arrancados.

—Te reclamo como mi Demonas Amaté.

—¡Yo no creo esa mierda! —gritó Jun cuando cayó de rodillas entre las piernas del hombre. Oyó el gruñido del hombre cuando conectó justo donde su mamá le había enseñado que golpeara. Las manos aun sujetaban sus brazos. Jun rápidamente empujó con todas sus fuerzas.

—Tendrás que pagar por esto, Demonas Amaté —gruñó el demonio.

—¡Jódete!

El dolor estalló en la cabeza de Jun cuando el gran demonio le dio un revés en la cara. Voló hacia atrás y golpeó contra la barandilla de piedra. Jun tuvo el tiempo justo para mirar hacia arriba y ver al demonio avanzar hacia él antes de que sintiera cómo la barandilla detrás de él comenzaba a desmoronarse.

Jun gritó cuando la barandilla cedió y cayó hacia atrás dentro de nada más que aire. Lo último que vio antes de caer al duro suelo, fue al demonio sonriendo hacia él desde el balcón roto.

Jun no podía respirar. El dolor impregnaba todos los huesos de su cuerpo. Sabía que iba a morir. No era posible sentir ese nivel de dolor y no morir. Simplemente no era posible. No había un lugar en su cuerpo que no le doliera con soporífera agonía.

Jun parpadeó varias veces mientras esperaba la muerte. Sentía una profunda tristeza entrando en su corazón cuando se dio cuenta de que nunca sabría por qué no le gustaba a Min. Y que nunca tendría la oportunidad de encontrar a su propio demonio.

Tal vez esto fuera lo mejor. Un amor como el que soñaba existía sólo en los cuentos de hadas y las novelas románticas, y tal vez entre Saeng y Hyun. No era para él. Jun cerró los ojos y dejó que el dolor se lo llevara.


El corazón de Jung Min retumbó en su pecho en el momento que oyó gritar a Jun. Dejó de latir por completo cuando vio a alguien golpear a Jun, y luego a Jun volando hacia atrás. El balcón cedió, y Jun cayó a la tierra antes de que Min pudiera detenerlo.

Jun no se movió.

Min dejó caer su espada en el suelo y corrió hacia el lado de Jun, cayendo al suelo. Él inhaló profundamente ante la palidez de la piel de Jun. El aire se precipitó justo atrás cuando vio la acumulación de sangre alrededor de la cabeza de Jun. Un goteo pequeño cayó de la esquina de los labios de Jun.

—¿Demonas Amaté? —susurró Min. Tenía miedo de que el hombre no quisiera responder y miedo de que lo hiciera. Jun parecía roto. Min sabía que era culpa suya. Tendría que haber estado vigilándolo con más cuidado. Tendría que haber sido capaz de detener esto. Él era un
jodido demonio de aire. ¿Qué tan bueno era si no podía usar sus poderes para salvar a su Demonas Amaté?

—Demonas Amaté, vamos, abre tus ojos.

Min acarició la cabellera de Jun apartándole unos mechones de los ojos, rezando para que pudiera abrirlos. Cuando no lo hizo, Min tuvo ganas de gritar a los cielos. Sin duda, los dioses no serían tan crueles como para traer a este hombre a su vida, y luego arrebatárselo.

—¿Qué demonios ha pasado? —gritó Hyun al salir corriendo al patio de entrenamiento y se dejó caer al lado de Jun.

—Alguien atacó a Jun, y se cayó del balcón —gruñó Min.

—¿Está vivo? —parecía que Hyun quería tocar a Jun, pero tenía miedo de hacerlo.

—No lo sé.

Hyun levantó la vista y miró a su alrededor hasta que vio a otro guerrero de pie cerca. —Ve a buscar a mi Demonas Amaté y tráelo tan rápido como puedas. También quiero que llames a un sanador. Y encuentra al jodido que estaba en el balcón.

Un par de guardias salieron corriendo. Min sólo se quedó mirando a Jun. No tenía ni idea de cómo tratar a un ser humano. Él sabía cómo hacerlo con los demonios. Nada de lo que hiciera tendría el potencial de matar a Jun. Entonces Min se quedó allí, sentado, con un sentimiento de impotencia.

—Oh, Dios mío, ¿qué pasó? —gritó Saeng al salir corriendo del edificio y parándose al lado de Jun. Hyun lo atrapó y lo retuvo aún antes de que Saeng pudiera caer hasta el suelo al lado de Jun.

—Jun se cayó del balcón, Demonas Amaté —dijo Hyun suavemente—. Necesito tu ayuda. No sé si los seres humanos tienen la misma constitución que los de aquí en Jinnistan. ¿Qué debo buscar?

—¿Tiene pulso?

—¿Pulso?

Saeng apartó a Hyun y se arrodilló en el suelo junto a Jun. Min observó atentamente mientras Saeng se agachaba y ponía dos dedos en un lado de la garganta de v. Casi gruñó al ver a otro hombre tocar lo que era suyo, pero se detuvo justo a tiempo. Él no tenía ese derecho.

—Oh, gracias a Dios, está vivo —susurró Saeng.

—¿Está vivo? —Min sentía que el corazón le empezaba a latir de nuevo.

Saeng asintió y comenzó a recorrer con sus manos los brazos y las piernas de Jun.

—¿Qué estás haciendo? —gruñó Ju8ng Min, incapaz de mantener la nota de tensión en su voz esta vez. Realmente no le gustaba la forma en la que Saeng tocaba a Jun.

—Estoy comprobando si tiene huesos rotos.

—Su cabeza está sangrando.

—Tiene heridas sangrantes en la cabeza, Min.

—Pero podría estar muriendo. —Min no entendía por qué Saeng no estaba más preocupado. La sangre de Jun estaba por toda la tierra.

—Y su cabeza tiene que ser revisada, pero antes de que podamos avanzar hay que asegurarse de que no tiene ningún hueso roto. Si Jun se ha roto la espalda y lo movemos, podría quedar paralizado por el resto de su vida.

—¿Paralizado? —susurró Min cuando la sangre se le subió a la cabeza tan rápido que sentía como si estuviera nadando en el lodo—. ¿Jun está paralizado?

Saeng suspiró profundamente. —No lo parece, no, pero tengo que estar seguro. —Saeng miró alrededor con rapidez y luego señaló—. Trae ese tablón aquí, y necesito una cuerda o un trapo, algo para atar a Jun al tablón.

Las manos de Min estaban apretadas formando un puño cuando él gruñó. —¿Por qué quieres atar a Jun?

—Quiero mantener a Jun abajo, Min. Si tiene cualquier tipo de lesión en la espalda, la rigidez evitará que empeore mientras lo movemos.

Min no entendía exactamente lo que Saeng estaba diciendo, más allá del hecho de que todo lo que Saeng iba a hacer podría salvar a Jun de una lesión mayor. Rápidamente se puso de pie y corrió dentro de la casa. Agarró lo primero que pudo ver, un mantel, y lo arrancó de la mesa. Mientras regresaba al patio de entrenamiento, Min comenzó a rasgarlo en tiras largas.

—¿Funcionará? —preguntó Min mientras corría de vuelta hacia el lado de Jun. Levantó un puñado de tela rasgada, orando haber hecho lo correcto.

—Sí, eso debería funcionar perfectamente. —Saeng hizo un gesto con la mano—. Está bien, tráeme ese tablón y ponerlo junto a Jun. Hyun, quiero que me ayudes a rodar a Jun por su lado. Min, quiero que hagas rodar la parte superior de su cuerpo. Voy a mantener la cabeza recta. Cuando lo giréis, alguien tiene que deslizar la tabla debajo de él.

Hyun se agachó y agarró las piernas de Jun. Saeng agarró la cabeza. Min se deslizó hacia el otro lado de Jun, entre Saeng y Hyun, y lo agarró los hombros. A medida que colocaban a Jun suavemente sobre su costado, otro guerrero colocó el tablón debajo de su cuerpo. Con cuidado lo dejaron caer sobre el tablón, y luego Saeng comenzó a atarlo.

A Min todavía no le gustaba esto.

Nadie debía atar a Jun. Pero Saeng parecía saber lo que estaba haciendo. Min sólo se aseguró de mantener una estrecha vigilancia sobre Jun y Saeng mientras este ayudaba a llevar a Jun a la casa y subir las escaleras.

Min casi protestó cuando los otros guerreros comenzaron a ir hacia la habitación de Jun. Él quería a Jun cerca de él. Pero, de nuevo, él sabía que no tenía ese derecho. Él no había dicho a Jun nada todavía. No estaba seguro de que alguna vez se lo dijera. Pero el hecho de que el hombre era un habitante de la superficie no lo hacía menos importante para Min con cada segundo que pasaba.

Cuando el sanador se precipitó en la habitación y comenzó a echar a todo el mundo, Min se plantó en sus pies, cruzó los brazos sobre el pecho, y sacudió la cabeza. Él no iba a ninguna parte, y no le importaba lo que le dijeran.

—No.

—Djini, por favor —el sanador comenzó—. Necesito espacio para trabajar en mi paciente.

—No voy a irme.

—Djini…

—Yo no me voy.

—Muy bien —suspiró el sanador antes de girar hacia la cama donde Jun había sido colocado, con tabla y todo. El sanador frunció el ceño—. ¡Por los dioses, ¿por qué está atado?

—Debido a que se cayó del balcón y podría tener graves lesiones en su espalda —dijo Saeng—. Es una práctica común en la superficie para mantener el cuerpo inmovilizado, cuando existe la posibilidad de lesiones graves como esta.

—Qué interesante. —El sanador comprobó la tabla en la que Jun había sido atado, moviendo las manos curiosamente mientras miraba el artilugio—. ¡Qué interesante!

—Sanador, por favor, ¿puedes comprobar el tablón más tarde? —rompió Saeng—. Jun tiene que ser revisado. Te lo prometo, cuando él esté mejor, te daré el maldito tablón.

Los labios de Min temblaron cuando trató de no reírse ante las palabras de Saeng. Él también quería que el sanador revisara a Jun. Simplemente, no lo habría redactado tan delicadamente. Probablemente habría atacado al sanador si no empezaba a tratar a Jun en los próximos minutos.

La espera era insoportable. Entre Saeng y el sanador, pareció una eternidad el que pudieran comprobar el estado de Jun. El cuerpo de Min se tensó con cada toque invasivo. Nadie debía estar en contacto con Jun.

—Min, ¿no necesitas irte? —preguntó Hyun cuando él se acercó después de un tiempo.

—No.

—¿Estás seguro?

—Sí.

—Entonces, ¿podrías dejar de destruir los muebles?

Jung Min parpadeó y miró hacia abajo cuando se dio cuenta de que tenía sus manos alrededor del borde superior de una silla de madera. Sus manos estaban envueltas firmemente alrededor de él, y había estado aplastando la madera maciza.

Min sintió que su rostro se ruborizaba cuando le echó un vistazo a Hyun. —Lo siento. Lo reemplazaré.

El sonrojo se hizo más intenso en su rostro cuando Min vio la sonrisa en el rostro de Hyun. Sabía que el hombre se reía de él, y sabía por qué. Hyun había empezado a sospechar que Jun era el Demonas Amaté de Min.

—¿Lo vas a reclamar? —preguntó Hyun.

—No.

Hyun se quedó pensativo un momento y luego asintió. —Muy bien.

Min esperaba que Hyun dijera más. Cuando no lo hizo, la sangre de Min comenzó a hervir. —Muy bien, ¿qué?

—Nada. —Hyun agitó su mano en señal de despido.

—Quisiste decir algo con tus palabras, Hyun. Me gustaría saber lo que era.

—En realidad no es nada. Han venido hasta mí varios guerreros interesados por Jun. Los estaba alejando porque pensaba que había despertado tu interés, pero si eso no es cierto… —Hyun negó con la cabeza—. Bueno, supongo que ya no puedo postergarlo más. Voy a tener que empezar a considerarlos como posibles compañeros de Jun.

—¡No! —gritó Min. Sus colmillos bajaron a través de sus encías cuando un fuerte crujido llenó la habitación. Min miró hacia abajo para ver la silla en pedazos en sus manos. Había destruido totalmente la silla, sosteniéndola entre sus manos.

—¿Tienes algo que decir, Jung Min?

Min arrojó los pedazos de la silla rota al suelo y salió de la habitación. Se negaba a ser forzado a una unión que no era de su elección. ¿Y qué si Nick olía como la cosa más deliciosa que había olido alguna vez? ¿Y qué si Nick era más hermoso que cualquier puesta de sol? ¿Y qué si Storym deseaba al hombre como a su próximo aliento? No se acoplaría a un habitante de la superficie.



Continuara............

2 comentarios:

  1. Que testarudo Min...no se a cuenta que pone en peligro a Jun..

    ResponderBorrar
  2. Tonto Min para cuando te des cuenta que no puedes vivir separado de baby, espero que no sea demasiado tarde, que baby este bien!!!!

    ResponderBorrar