sábado, 8 de noviembre de 2014

El novio de reserva Capitulo 33,34,35

Especial 3 en 1 


—Nunca encontrarás otra como esta, señor Park.

De pie en el camino de entrada, Min mantuvo sus ojos en la Triumph TR Trophy y se tragó su desacuerdo con la afirmación del dueño, muy consciente de la mirada de Jun en su espalda.

—Mmm hmm —murmuró Min, seguro que sonaba tan poco convencido como se sentía.

Jung Min ya había tomado la motocicleta para dar una vuelta rápida alrededor de la manzana, y en serio, la chica corrió más dura que algunos de los vecindarios en donde Min había crecido. Se sentía extraño ahora estar de pie con Jun frente a un hogar de clase media situado en los suburbios de clase media, sintiendo la cálida brisa con olor a hierba recién cortada. Un lugar tan absolutamente limpio y dulce a la vista que hizo que Min se sintiera un poco enfermo del estómago, como si tuviera una sobredosis de algodón de azúcar y estuviera condenado al infernal vecindario.


—¿Por qué estás vendiéndola? —preguntó Min.

—Entre mi nuevo trabajo y la familia, no tengo mucho tiempo para andar en ella —respondió el dueño.

El hombre de veintitantos años meciendo a un bebé descalzo que babeaba en sus brazos estaba observando ansiosamente a Min, claramente queriendo hacer la venta. Min estaba inspeccionando la moto. Y Jun...

Bueno, Jun parecía estar revisando a Min.

El calor que trepaba por la espalda de Min y el sudor que salpicaba su cuello no tenía nada que ver con el sol de la tarde y todo que ver con esa mirada apreciativa. Para cubrir su parcial erección, se arrodilló para estudiar el neumático delantero.

El plan de hoy parecía estar funcionando. Jun siempre se veía encendido cuando Min y motocicletas estaban a tres metros. Jung Min pensó que conducir la moto como la de James Dean podría añadir un poco de sex appeal extra.

Hace un par de días, Min estaba arrodillado en el garaje de Jun, arreglando el embrague de la Ducati, cuando Jun había regresado a casa del trabajo. El destello de lujuria en la expresión de Jun habría hecho caer a Min de rodillas si no hubiera estado ya de rodillas. Pero las manos manchadas de grasa y la camiseta sudada de Min debieron haber sido más de lo que Jun podía soportar, porque el hombre se había dirigido directamente a la cocina a preparar la cena.

Sin miedo, Min había arrastrado a Jun hoy. Tenía la esperanza de generar un poco más de esa lujuria inducida-por-la-motocicleta, ya que, dos semanas después de haber aterrizado por primera vez juntos en la cama, Min tenía una sola queja.

¿Por qué siempre tenía que ser él, quien incitara el primer contacto?

Jung Min odiaba los pensamientos que ahora azotaban su cerebro, como que quizás Jun no lo quería tanto como él quería a Jun. O quizás el sexo no era tan bueno como Min creía. Pero, maldición, sabía muy bien que Jun podría no iniciar sus sesiones maratónicas, pero estaba muy seguro de que las disfrutaba mucho. Parecía más probable que Min representara una fuente conveniente de sexo hasta Jun superara a su ex.

Mierda. ¿De dónde había venido ese pensamiento? Mientras Jun y el propietario charlaban detrás de él, Min apretó el neumático por la frustración, un pobre intento de fingir que revisaba la presión.

Al principio, la situación no le había molestado porque todavía estaba ocupado ajustándose al concepto de dormir con la misma persona por más de dos noches seguidas. Y ahora ni siquiera quería tocar el hecho de que esta persona era solo un amigo.

Quería a Jun, caso cerrado. Quería a Jun sobre él, debajo de él, o de cualquier otra forma que pudiera tenerlo. Min se negaba a perder el tiempo retorciéndose las manos y llorando con su café de la mañana o gimiendo por eso, como un adolescente que convierte todo en un emocional evento nuclear.

Así que se había movido hacia la preocupación más apremiante, la conducta de Jun.

Min creía que la decidida conducta de Jun la noche de la fiesta de Hongki había sido producto de una anomalía debida al alcohol o un efecto extraño por haberse contenido por tanto tiempo en la cama, un hecho que Min no había sido capaz de superar al intentar nuevas posiciones y maneras inusuales de hacer a Jun correrse.

A excepción de las mamadas. Min no podía soportar la idea de mamar a un hombre, tener una polla en la boca. No de nuevo.

Mierda.

Jung Min cerró los ojos y luchó contra el recuerdo del fuerte agarre en su cabeza, la pared de ladrillo del callejón presionándose contra su espalda mientras se ahogaba, incapaz de escapar. Incapaz de respirar. Ahogándose. Ahogándose...

Con un enorme esfuerzo, Min tomó una bocanada de oxígeno.

«Eso fue hace años. Deja de ser un débil cobarde imbécil»

Concéntrate. Sólo... concentrarse. Moto cara. En venta. Jun. Bebé babeando.

Luchando por controlar su rápida respiración, Min tocó el gastado neumático y se obligó a hacer un balance de la condición de la Triumph. Debido a la oxidación, el marco necesitaría ser lijado, y un nuevo trabajo de pintura era una prioridad. Los faros debían ser cambiados, pero eso era fácil…

—¿Quieres dar en ella un paseo más largo? —le preguntó el dueño.

Jesús, ¿el hombre no podía ver que Min estaba en medio de una conversación consigo mismo?

—Parece que no hubiera sido montada mucho últimamente —dijo Jung Min, obligándose a calmarse y limpiándose la grasa negra en la camisa. Y luego vio sus brazos, dándose cuenta de que estaban manchados de aceite de cuando había comprobado el nivel en la Triumph.

Maldición, de nuevo era un desastre. Este no era el sexy momento que Min había estado esperando.

—Es difícil salir con un niño pequeño y una bebé de cuatro meses, en la casa —dijo el dueño.

La concentración de Min no se rompió mientras se levantaba, sus ojos recorriendo la motocicleta. 

Cara, pero aún salvable. —Ella es una belleza.

—Gracias. Su nombre es Chloe.

—Uh... —Min levantó la mirada hacia la bebé—. Sí, ella también.

El orgulloso padre miró a la bebé, que estaba tratando de meterse todo el puño en su boca. La baba ahora hacía un impresionante sendero por su brazo.

—La moto viene con el manual del propietario original —dijo el hombre—. Te lo mostraré.

Sostuvo a su hija en dirección de Min, y obviamente la expresión de oh-diablos-no de Jung Min, no fue registrada por el papá. Aturdido, Min automáticamente agarró a la bebé por debajo de sus brazos, Chloe colgando como un cachorrito en garras de un niño pequeño miraba a Min con sus ojos azules muy abiertos y un río de baba.

Wow. No hay nada como un bebé para matar esos pensamientos sexis. ¿Y qué acerca de sus planes con Jun? Min ya había acumulado suficiente grasa y sudor para apagar a Jun. Y ahora había añadido saliva al bote.

Los labios de Jun se torcieron al suprimir su humor, mientras caminaba hacia adelante para, gracias a Dios, rescatar a Min de sostener al infante.

—Yo la sostendré. —Jun colocó a Chloe expertamente en el hueco de su codo.

Jung Min habría besado al hombre si sus brazos no hubieran estado completamente llenos de húmeda baba de bebé.

El padre forcejeó para destrabar el seguro de la alforja, otro elemento que no funcionaba bien. Min se quedó mirando a un bien vestido y limpio Jun sostener a la bebé con una línea importante de baba ahora colgando de su boca, colgando en el aire. En serio, alguien tenía que cortar la tubería principal de agua y arreglar ese problema de la horrenda fuga.

¿Pero Jun? 

Parecía totalmente despreocupado. En verdad, parecía contento, a falta de una palabra mejor.

Y justo después de que Min lanzó una mirada frustrada a la pequeña ser humano con enormes ojos azules, asesina del estado de ánimo, la mente de Min registró cuan natural se veía Jun sosteniendo a la bebé. Era evidente que en algún momento mientras adquiría todas esas letras después de su nombre —BS, MD, MPH— (BS: Bachelor of Science, es un título de grado en ciencias que se obtiene después de tres años de estudios. Es propio de los países anglosajones; MD: Medical Doctor, Doctor en Medicina; y, MPH: Master in Public Health, Maestria en Salud Pública.) Jun había realmente pasado tiempo cargando niños.

La escena era un poco linda. Casi... adorable.

Jung Min parpadeó, la palabra dando vueltas en su cabeza. Adorable. «¿Adorable? Mierda», pronto estaría comprando una jodida minivan.

—También tengo el registro de mantenimiento y dos llaves de repuesto —dijo el dueño.

El hombre finalmente sacó el manual y trató de dárselo a Min. Pero Jung Min no podía concentrarse, estaba demasiado absorto en lo lejos que sus pensamientos se habían desviado de conseguir que Jun saltara sobre él.

—Impresionante —dijo Jun al propietario, discretamente dándole a Min una mirada de mira-el-manual.

Min se aclaró la garganta y tomó el manual. —Sí. Impresionante. —Hojeó las páginas de instrucciones, sin ver nada—. Bien, aun tienes el original. Lástima que tengas que dejarla ir —dijo, dejando el manual en la alforja.

—No me importa. Además, me vendría bien el dinero extra —dijo el hombre.

—Bueno, ella es un dulce paseo. —O podría serlo después de mucho trabajo—. Pero tengo un par más que quiero revisar antes de tomar cualquier decisión.

—No hay problema —dijo el hombre, tomando de nuevo a su hija de los brazos de Jun—. Sólo llámame, si decides que la quieres.

—Por supuesto —dijo Min. 

Jung Min se dirigió por el camino de entrada hacia su motocicleta estacionada en la calle. Jun lo siguió de cerca, su carro estaba aparcado justo detrás de la moto de Min. A causa del trabajo de Jun y la ubicación, se habían encontrado aquí, en lugar de venir juntos. El destino era una perra, y estaba decidida a arruinar el plan de Min para tentar a Jun y seducirlo.

Y, Jesús, él nunca se recuperaría del breve pensamiento de que Jun con un bebé era adorable.

—Esa fue la cosa más asquerosa que he visto, hombre —dijo Min a Jun.

Jun levantó una ceja en pregunta
.
—La baba de la bebé —dijo Min.

Jun sonrió mientras se separaban, y rodeó su auto antes de detenerse en la puerta. —Eso viene de un hombre cubierto de grasa. 

Min mentalmente hizo una mueca. Entonces, sí, Jun encontraba su lío poco excitante. —Pero eso no es ni de cerca tan asqueroso —dijo Min en protesta. Cubrió la sensación incómoda con una sonrisa burlona—. Y ahora tenemos baba en nuestras manos.

—¿Tengo que ducharme antes de que me vayas a tocar?

El corazón de Min se detuvo en su pecho. Quizás aún podría salvar esto. Tendría que, hombre, justo ahora se moría de ganas de subir al carro. Min odiaba no poder poner sus manos sobre Jun durante el viaje de regreso. Sin embargo, no había nada que Min pudiera hacer ahora al respecto, especialmente si estaba cubierto de grasa, sudor y saliva del bebé.

Brillante. Descarrillado por una Triumph 1955 y una boca de cuatro meses de edad en mal funcionamiento.

—No. Pero al menos tienes que lavarte las manos primero. O... —Min le dio a Jun una sonrisa traviesa mientras se dirigía hacia su moto—. Estaré encantado de tocarte en la ducha.

Jun se rio, y Min pasó una pierna por encima de su motocicleta. Esta noche la Harley de Jun podría ser un reemplazo para la Triumph. Las nuevas alforjas para la moto de Jun habían llegado hace unos días, lo que le proporcionaba la excusa perfecta.

Ansioso por volver a la casa de Jun y salvar su plan, se volvió para mirar a Jun. —Tengo que recoger las llaves Allen de mi casa para poder reemplazar las alforjas de tu moto. 

La mano de Jun se detuvo en el pomo de la puerta. —¿Quieres que te siga hasta allí?

Las palabras no es necesario se formaron en los labios de Min, pero las reprimió. Había caído en la cómoda rutina de pasar aproximadamente de tres a cuatro noches en la casa de Jun. Ni una sola vez Min había invitado a Jun a su casa. Por supuesto, la casa de Jun era un infierno mucho más bonita que el apartamento de Min, por lo que ese arreglo tenía sentido.

Pero quizás Jun se relajaría un poco después de ver dónde vivía Min. No era como si el ver su apartamento significara que estaban unidos por la cadera o algo tan estúpido como eso. Por supuesto, aparte de su conversación acerca de Kyu la noche de la carrera de póker, las conversaciones se habían mantenido bien lejos de cualquier cosa personal. Oh, seguro que había habido algunos intentos indirectos, pero los sutiles intentos de Jun de obtener más información habían sido ignorados por Min.

Tomar una ducha era fácil. ¿Cambiarse de ropa? Una obviedad. ¿Abrirse el pecho para sacar más de la basura que guardaba en su interior? Oh, diablos no.

Pero Jun había preguntado y reusarse sería grosero, incluso para Min.

—Por supuesto. —Min dejó ir los restos de su resistencia—. Tendré cuidado de no perderte. 

Las arrugas alrededor de los ojos de Jun eran alentadoras. —Como si pudieras.

Veinte minutos más tarde se detuvieron en el bien cuidado camino de entrada de la casa de hormigón y estuco blanco, con persianas azules. Flores de colores brillantes se alineaban en la vereda del frente, y árboles salpicaban el patio delantero. Min encontraba la escena calmante, a pesar de que la casa principal se veía como si la jodida Mary Poppins fuera a aterrizar en el tejado.

Jun se estaciono detrás de Min y salió del carro. —¿Es este el columpio sexual al que te has estado refiriendo? —Jun preguntó con un cabeceo hacia el columpio del porche delantero.

Por desgracia, el comentario de Jun tenía más humor que calor. De hecho, la falta de calor en la mirada de Jun era decepcionante.

Min dejó escapar un gruñido divertido. —Difícilmente.

Trató de no pensar en lo mucho que deseaba que el fuego regresara a los ojos de Jun mientras se abrían camino hacía la parte de atrás, subir por las escaleras, y entrar a su apartamento arriba del garaje. La escasa sala y el baño eran funcionales. Su habitación por otro lado. Sin duda, ganaría si competía por el premio a la peor habitación de soltero. La cocina era casi inexistente, pero de todos modos no cocinaba. Min nunca se había preocupado antes, así que, ¿por qué se sentía tan incómodo y ansioso ahora?

Sólo necesitaba tomar sus herramientas y hacer que ambos regresaran a la casa de Jun, donde todo parecía más... normal.

La mirada de Jun recorrió las pocas piezas del mobiliario que se veían exactamente como lo que eran, un viejo juego de sala básico que había usado hasta volverlo mierda un estudiante universitario y luego le había pagado para que se lo llevara.

—Acogedor —dijo Jun.

Como comentario de broma, las palabras salieron planas. Sobre todo porque Jun no se veía relajado, sino que parecía distraído. Y no en el buen sentido.

Min puso los ojos en blanco. —Eres tan malo como Hongki—dijo—. El alquiler es bueno e incluye el garaje de abajo.

Antes de que Jun pudiera comentar algo más, Min escapó a su habitación. Sí, buen plan. Obtener un poco de ropa limpia y luego salir como del infierno de aquí. Mientras tanto, destrozó su cerebro para idear algo con que llenar el tenso silencio. Cualquier cosa para regresar a un terreno más familiar.

—¿Tú y Hyun ya decidieron sobre la recaudación de fondos? —Min preguntó.

—Quizás. El miembro de la junta directiva del Hospital. Él nos ha invitado a un partido de los Tigres para tentarnos a formar equipo para una subasta de solteros, con Hongki a cargo.

Min agarró la puerta de su dormitorio y se inclinó para mirar a Jun . —¿Estás jodidamente bromeando?

La mirada de dolor en el rostro de Jun era casi cómica. —Ya me gustaría.

—Hombre, me estremezco al pensar en Hongki actuando como maestro de ceremonias en una subasta de solteros.

Jun se rio, y Min sonrió ante las líneas de expresión alrededor de los ojos de Jun. El agarre de Min en la molduras de madera bajó. Bueno, la torpeza se había ido. Por fin, un progreso.

—¿Vas a ponerte en subasta? —preguntó Min.

La mirada en el rostro de Jun envió el estómago de Min en picada.

Joder, qué manera de centrar la atención en la bomba de tiempo entre ellos.

Hacer referencia a la soltería de Jun había sido un movimiento estúpido por parte de Min. La oblicua referencia a su relación sin salida cayó como una carcajada en un funeral. Min se culpaba completamente de eso. Debería haber sabido que para Jun, un compromiso tomaba prioridad sobre un buen momento. De lo contrario, no habría pasado dos años tratando de que las cosas funcionaran con Hyun. Por el amor de Dios, sostenía bebés como si le agradaran. Pero, por alguna razón, Jun había decidido estar con Min durante un tiempo y eso valía la pena el poner sus otras metas significativas en espera.

Hacer infeliz a Jun apestaba. De hecho, la expresión de ahora en el rostro de Jun era aplastante.

«Mierda»

Min empujó sus turbulentos pensamientos a un lado y escapó a su dormitorio, buscó a ciegas en su cómoda. Sus dedos se enredaron mientras seleccionaba al azar una camisa limpia y unos jeans. A partir de ahora no volvería a salirse graciosamente de sus planes.

—Voy a ducharme en tu casa después de trabajar en la Harley. Siguiente parada —evitó la mirada de Jun mientras salía de la habitación y tomaba sus llaves del mostrador de la cocina—, el garaje y mis herramientas.

Aunque en este punto, ¿por qué molestarse? El universo había estropeado sus planes desde el principio, y Min había saboteado el resto con su boca floja.

Jesús, Jun tenía razón acerca de él.

Realmente él no sabía cuando cerrar la boca. 




Aún aturdido por la pregunta de Min, Jun caminó detrás del hombre mientras se dirigían afuera y bajaban las escaleras, el sol casi una idea de último momento en el cielo del atardecer.

¿En qué parte del gran esquema de las cosas había pensado que podía dormir con Min y mantener todo simple? Si a Min no le importaba que Jun se vendiera para una cita al mejor postor, entonces, ¿por qué molestarse en quedarse alrededor?

«Cristo, Jun. Estás siendo tan melodramático como Hongki»

Jung Min le había preguntado sobre si participaría en la subasta de caridad, no si se inscribiría a un servicio de citas. Jun se metió el cabello detrás de las orejas. Necesitaba ajustar su actitud, se sentía totalmente descentrado.

Debido a que en el momento en que había entrado al apartamento, su corazón había sufrido un extraño salto.

Le dolía el pensar en Min regresando a casa a un ambiente tan austero. Paredes curtidas, alfombra raída. Los muebles parecían objetos rechazados de una tienda de segunda mano. No había ni un intento de decorar. No había color. Nada personal. La cocina ni siquiera parecía haber sido usada a excepción de una pieza de motocicleta que estaba sobre la maltratada mesa del comedor.

Con el ceño fruncido ante el perturbador recuerdo, Jun siguió a Min al garaje por una puerta lateral. 

Y entonces Jun se detuvo en seco, demasiado aturdido para moverse mientras veía la escena.

Mientras que el pobre apartamento era claramente deprimente, este espacio, era algo hermoso. Herramientas llenaban dos de las cuatro paredes, bien organizadas como en el taller de Min. Siete motocicletas estaban alineadas a lo largo del centro del área, cada una cuidadosamente cubierta. Una octava tenía la cadena retirada, ahora con la lona tendida por debajo de la moto. Placas de colores de automóviles llenaban las paredes libres en un diseño artístico. Un lado del garaje tenía una mesa con un pequeño televisor y una silla de patio que se veía cómoda y sin duda más nueva que cualquiera de los muebles de arriba. Incluso había una mini nevera.

No sólo Min trabajaba en un taller, prácticamente también vivía en uno.

Los años que Jung Min había pasado en las calles habían dejado un agujero más grande del que Jun había pensado al principio. No le extrañaba que la sola idea de tener una relación real asustara tanto a Min. Apenas si sabía cómo vivir en una casa.

Jun no podía decidir qué le dolía más, la cabeza o el pecho.

Con la esperanza de recuperarse de la crisis, se dirigió hacia un estante de lo que parecían ser recuerdos.

Cascos antiguos, alforjas, y algunas cosas que Jun no pudo identificar se alineaban en las estanterías.

—Parece que pasas la mayor parte de tu tiempo en casa aquí —dijo Jun.

Min se detuvo en una estantería y tomó un pequeño conjunto de herramientas en forma de pequeñas palancas, todas cabían fácilmente en su palma. —De todos modos, la mayoría de mis horas de vigilia.
Jun reflexionó sobre eso mientras pasaba la mano por un casco viejo.

Min volteó a mirar a Jun y metió las herramientas en su bolsillo trasero. —Eso era de mi papá.

Sorprendido por la información, Jundijo: —¿Tu padre estaba metido dentro del motociclismo?

—Sí. Pero lo estaba más en la bebida. Pasó la mayor parte de su tiempo desmayado de borracho. —Hizo una pausa y se movió de un pie al otro torpemente antes de cruzar al centro de la habitación y levantar la cadena en la lona—. Sin embargo, lo prefería desmayado que despierto. No tenía que esquivar sus puños.

El corazón de Jun quedó atrapado, y tuvo que luchar contra la tentación de presionar su frente en la espalda de Min, para luego envolver sus brazos alrededor de él. No por sexo, solo para sostener a Min, simplemente estar para él.

Pero Jun sabía que ese tipo de contacto no sería bienvenido. —Lo siento.

—Esas cosas suelen suceder —dijo Min con un encogimiento de hombros.

—Poca vida hogareña.

La risa que siguió fue más amarga de lo Jun hubiera pensado. —Al crecer —dijo Min—. Me aseguré de pasar la mayor parte de mi tiempo en otro lugar. Cuando las cosas finalmente se volvieron demasiado malas, vivir en la calle se convirtió en la mejor opción.

Jun esperó, pero Min no continuó. Teniendo en cuenta que Min había mantenido sus labios sellados hasta el momento, Jun sabía que no tendría esta oportunidad de nuevo. Odiaba presionar sobre el tema, pero de todos modos siguió adelante.

—¿Sabes dónde está tu madre? —Jun preguntó

—No. —Min tocó distraídamente la cadena de la motocicleta que colgaba en sus manos—. Y no sé si el alcoholismo de mi padre hizo que mi madre se fuera o el alcoholismo fue provocado por su partida. Supongo que nunca lo sabré.

Aunque las palabras estaban lejos de ser alegres, carecían de la crudeza presente cuando hablaba de Kyu. Obviamente la pérdida de su amigo le había afectado más, eso hizo que el corazón de Jun doliera más.

—No importa —dijo Min, colocando la cadena en una mesa de trabajo—. Eso ya pasó.

«Eso ya pasó»

Jun había tenido curiosidad sobre el pasado de Min desde que supo que había pasado tres años en las calles. Ahora que Jun sabía más, apenas si se sentía mejor. Su relación seriamente no tradicional no facilitaba las cosas. Aunque Min llevaba muy bien las cosas entre amigos, evitaba cualquier cosa verdaderamente personal. Y Jun no tenía idea de cómo gestionar una relación basada en dos fragmentos: amigo relajado y pareja sexual.

¿Cómo podía ofrecer consuelo cuando no se le permitía tocar a no ser que fuera por sexo? ¿Y cómo se supone que iba a iniciar el sexo con alguien que no le permitía mostrarle afecto?

El carrusel no se detenía en su cabeza, dejándolo mareado. Afortunadamente, en el dormitorio, la molestia de Jun no importaba porque el hombre estaba con Jun cada vez que podía. En ese sentido, dejar a Min marcar el ritmo había funcionado bien. Tristemente, Min parecía obsesionado con tomar una ducha, lo que hacía que la fantasía de Jun de sexo en el garage con un Min sudoroso y sucio fuera improbable.

Jun miró a Min, la camiseta empapada en sudor pegada a la ancha espalda, los músculos moviéndose con cada cambio de postura de Min. Dado el fin de la jornada laboral, la temperatura sofocante del garaje, más la adicional oleada de calor casi hace que Jun actuara.

Desde el primer momento que había puesto los ojos en Min, había encontrado al hombre excitante. Adoraba su impetuosa actitud, los bordes ásperos y el físico finamente pulido. Hace tres días Jun había llegado a casa y se encontró a Min trabajando en su motocicleta construida para la velocidad, luciendo como una fantasía encarnada. Jun casi se había ahogado con su propia lengua. Pero, como siempre, mantuvo sus manos quietas y esperó a que Min hiciera el primer movimiento.

Su decisión de permitir que Min marcara el ritmo había funcionado hasta ahora. Lo que Jun había sabido hoy era mucho peor que solo la resistencia de Min, y Jun temía alterar el status quo. Además, ahora que había descubierto esta relación, procedería dando un pequeño paso a la vez. Estaba dispuesto a ser paciente. Pero el comentario de la subasta de solteros seguía carcomiendo su confianza, recordándole a Jun la enorme incognita que constituía su futuro.

De repente, esos pequeños pasos hacia adelante se sintieron muy insuficientes. ¿Qué pasaría si Min se ponía inquieto? ¿Y si mañana despertaba y declaraba que su desequilibrada relación había terminado? 

Jun había sabido desde el principio que su tiempo era limitado.

Maldición, esto era limitado.

Jun apartó su cabello de la cara, deseando que su pulso dejara de saltar. Antes había querido alejar a Min para protegerse a sí mismo, ahora todo lo que Jun quería era acercarlo y agarrarlo fuerte.

Min miró a Jun con preocupación. —Debería abrir la puerta del garaje —dijo Min, pasando junto a Jun—. Dejar entrar un poco de brisa fresca.

El brazo de Jun salió disparado, deteniendo a Min en seco. —No lo hagas —dijo Jun entre dientes—. Necesito...


Continuara..................

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