martes, 11 de noviembre de 2014

Demonio de Fuego Capitulo 8



Saeng no podía creer las palabras que salieron de su boca, pero él las escuchó de sí mismo. Él había aceptado ir a un mundo extraño con un demonio.

«¡Un demonio!»

Y estaba seguro de que al aceptar ir a Jinnistan, también accedió a ser el compañero de Hyun.
Lo que confundía más que nada a Saeng era que no le importaba la parte de “compañero” de la situación. Él en realidad esperaba un poco acoplarse al gran hombre. Hyun sin duda era lo suficientemente atractivo para dar a Saeng más que unos pocos sueños húmedos.

—¿Estás seguro de que esto es lo que quieres, Saeng?

—En realidad no —dijo Saeng. Podía ver la forma en que sus palabras afectaban a Hyun por el dolor que podía ver en los ojos oscuros del hombre. No quería hacerle daño a Hyun, pero él estaba muy confundido acerca de todo.

Hasta que Hyun llegó e hizo lo que hizo, Saeng no estaba tan interesado en el sexo o en relaciones por el simple hecho de no estar solo.

Ahora todo en lo que podía pensar Saeng era en estar con Hyun, incluso cuando estaba enojado con él.

—No estoy realmente seguro de nada, Hyun—dijo Saeng lentamente—. Sólo sé que nunca me he sentido así antes, y por más que tú me hagas enfadar, y lo haces realmente, no puedo dejarte ir sin saber lo que es esto entre nosotros.

Hyun abrió la boca para hablar, pero Saeng levantó la mano para detenerlo. —No estoy diciendo que estoy de acuerdo en ser tu Demonas Amaté. Y no estoy en desacuerdo tampoco. Sólo necesito un tiempo para considerar todo esto.

Hyun miró como si quisiera decir algo más, pero él apretó los labios en su lugar, asintiendo. Hizo un gesto con la mano a Saeng y Jun para que se acercaran. —No pisen la sal.

Jun y Saeng pasaron por encima de la sal y se pararon junto a Hyun.

Saeng respiró hondo cuando sintió un viento salido de la nada que empezaba a girar alrededor de ellos. El viento se hizo más espeso, como un tornado, hasta que Saeng no pudo ver más su sala de estar.

Entonces, de repente, se detuvo. Se detuvo tan rápido que Saeng cayó sobre sus manos y rodillas. Mientras levantaba la cabeza, se dio cuenta de que Jun estaba a su lado en el duro suelo. Saeng levantó sus manos y miró hacia abajo. No era la alfombra marrón de la sala de su casa, sino más bien una piedra dura y blanca de alguna especie.

Levantó la cabeza aún más buscando a Hyun, su sentido de la orientación se había perdido un poco en la confusa tormenta. Hyun estaba justo detrás de él, su mano extendida. Saeng levantó la mano para estrechar a Hyun, pero antes de que pudiera tocarlo, una voz gritó: —Qué maravilloso, Hyun, me has traído a mi nuevo compañero, justo como te lo he ordenado.

Saeng sintió un shock que lo mantuvo inmóvil por un momento mientras miraba a los rasgos feroces de Hyun. El hombre parecía a punto de romper a alguien en partes. Saeng podría jurar ver pequeñas llamas a lo largo de sus manos.

—¿Hyun? —Susurró.

Los ojos de Hyun bajaron a reunirse con los de Saeng. Se ablandó brevemente antes de girar otra vez enojado mientras miraba al hombre que hablaba. —Saeng ha sido marcado como mi Demonas Amaté.

—Bien, desaparecerá una vez que esté en mi harén. —El hombre golpeó sus manos—. Guardias, escolten de mi nuevo consorte al harén. Debe estar preparado para esta noche como corresponde a mi compañero.

Escuchando pasos golpeando hacia él, Saeng se giró para ver por primera vez el aspecto real del hombre que hablaba. No era un hombre feo, pero no del calibre de Hyun. Llevaba pantalones sueltos, de seda blanca y una túnica que le llegaba hasta casi las rodillas. Llevaba un cinturón de oro alrededor de su cintura y anillos en casi todos los dedos.

Cuando los guardias se dirigieron hacia él, Saeng se puso en pie y se acercó a Hyun. Tiró del brazo de Hyun sin quitar los ojos de los guardias, que se detuvieron a unos pocos metros cuando Hyun les gruñó.

—Cuando pedí al Amir tu admisión en mi clan, me dijo que quería conocerte primero porque tú eres un habitante de la superficie y él sólo sabía que habías derrotado a un Shaiatín. Yo no sabía que iba a utilizar la reunión como una excusa para robar mi Demonas Amaté.

El Amir movió un dedo hacia atrás y adelante. —Uh-uh-uh, Hyun Joong—dijo—. Hasta que no hayas completado el vínculo de apareamiento, no es tu Demonas Amaté. Como tal, puede ser reclamado por otro.

—¿De qué demonios está hablando, Hyun? —Preguntó Saeng desde la comisura de su boca, los ojos fijos en las largas y curvas espadas en las manos de los guardias.

—Me fue ordenado por mi Amir no completar nuestro vínculo de apareamiento hasta el momento en que pudiera reunirse contigo. Como soy leal a Jinnistan, no lo hice. Si yo hubiera sabido lo que el Amir planeaba…

—¿Qué fue lo que no hiciste?

—Para completar el apareamiento, debe haber intercambio de sangre mientras se tienen relaciones sexuales —dijo el Amir—. Pero no te preocupes, mi querido consorte, no voy a esperar a reclamarte como nuestro querido Hyun Joong lo hizo.

Saeng comenzó a sacudir la cabeza, cuando los guardias dieron un paso hacia él.

—Yo no voy a ir contigo. ¡No puedes obligarme a hacer una mierda! Y no hay manera en el infierno de que vaya a tener relaciones sexuales contigo.

—Me temo que eso no depende de ti —dijo el Amir—. Yo soy el rey de Jinnistan, y lo que digo es ley. Por lo tanto, harás lo que te ordene. Guardias, llévenlo a mi harén. Estoy cansado de esperar.

—Amir, él ha sido marcado por Hyun—dijo uno de los guardias.

—Sin duda…

—¡Ahora!

—Pero, Hyun Joong... Amir, lo hará —balbuceó el guardia.

—Él va a morir si interfiere en las órdenes del Amir.

Saeng pudo ver que el Amir hablaba completamente en serio por la sonrisa en su rostro. También pudo ver que los guardias se asustaron y más cuando los vio de cerca. Los músculos que quemaban bajo su mano no mejora la situación. Hyun se estaba preparando para atacar.

Saeng arrojó su mochila a Jun, una mueca de dolor cuando el hombre dejó escapar un gruñido, y se colocó en el paso entre los guardias que avanzaban y Hyun. Agarró los brazos de Hyun y le dio una pequeña sacudida, que no fue tarea fácil teniendo en cuenta el gran tamaño del hombre.

—Hyun, no sé qué jodidos está pasando, pero es mejor que saques mi culo fuera de este lío. Si no, la destrucción que viste en la sala de mi casa no será nada comparado con lo que se te haga a ti. ¿He sido muy claro?

Los ojos oscuros de Hyun parpadearon ante Saeng. Ellos se llenaron de ira y angustia. —No puedo dejar que te tome, Demonas Amaté. Te prometí amarte y protegerte hasta mi muerte.

—Bien, ese día no será hoy, ¿me entiendes? Ve a hablar con tus amigos o haz lo que necesites hacer para resolver esto, pero espero que lo hagas en una sola pieza. Si alguien va a tomar un pedazo de tu culo, ese voy a ser yo.

Saeng sabía que esto era probablemente un error muy grande, pero no podía pensar en ninguna otra forma de mantener a Hyun a salvo. Dio un gran empujón a Hyun, lo suficiente para causar que el hombre diera un paso atrás y liberó sus brazos.

Saeng lentamente se alejó de él.

—Jun, te necesito para mantener a Hyun seguro.

—Ya te escuché.

Saeng dio un paso más lejos. Los ojos llenos de dolor de Hyun siguieron todos sus pasos. Saeng señaló con el dedo hacia él. —Espero que soluciones este problema —dijo, giró y corrió hacia el otro lado de los guardias.

Hyun rugió. Las llamas lamían a lo largo de sus hombros y brazos. Sus ojos brillaban con furia. Jun intentó agarrar el brazo de Hyun, pero fue echado hacia atrás varios metros. Saeng vio cómo varios guardias se apresuraron hacia Hyun a la vez. Él estaba muy contento de que estuvieran tratando de someter a Hyun y no de hacerle daño.

Vio cómo luchaba contra ellos por un breve momento, haciendo una mueca cuando varios guardias fueron derribaros y no volvieron a levantarse. Realmente esperaba que Hyun no matase a nadie. 

Pensando que lo mejor que podía hacer en ese momento era salir de allí, giró hacia el Amir y los guardias que los rodeaban.

—Sugiero que salgamos de aquí antes de que mate a todos tus guardias.

—Sí, parece un poco molesto —dijo el Amir—. Muy bien, vamos a seguir nuestro camino, entonces.
El Amir caminaba junto a Saeng, con dos guardias delante y otros dos detrás de ellos. Saeng no estaba seguro de qué pensar del Amir más allá del hecho de que parecía un niño rico malcriado. Él quería las cosas a su manera en todo momento y no le importaba lo que tenía que hacer para conseguirlo.

—Estoy tan contento de que decidieras ser mi consorte —dijo el Amir, su voz sonaba emocionada, casi como un niño.

Saeng frunció el ceño. —Nunca estuve de acuerdo en ser tu nada.

—Pero, por supuesto que sí —el Amir insistió—. Te fuiste del lado de Hyun y viniste conmigo. Tú serás acompañado a mi harén, donde te bañarás y luego frotarás tu piel con aceites perfumados. —El Amir dio una palmada—. Vamos a tener esta noche una cena formal. Voy a invitar a todos los miembros de la realeza y vamos a celebrar nuestra unión.

Saeng se detuvo a mirar al Amir con asombro.

—Hay una parte de esto que no estás recibiendo. Yo no te quiero. 

El Amir dejó de caminar y miró a Saeng. Su risa envió un escalofrío por la columna vertebral de Saeng, un frío tan intenso que pensó que nunca conseguiría calentarse nuevamente. —No me importa.




Saeng se sentía como un idiota cuando fue escoltado a través de dos puertas grandes.

Él debería haber escuchado a Hyun porque no estaba seguro de que iba a salir de este lío con todas sus partes intactas. El Amir estaba más loco que un insecto.

Saeng no tenía idea de cómo un hombre tan loco y hambriento de poder como el Amir ganó su asiento como el gobernante de Jinnistan. Era claro para él que el hombre no tenía por qué estar a cargo. Al Amir no le importa nada su pueblo, sólo lo que él quería.

—Sungmin. —Uno de los guardias gritó—. El Amir ha ordenado que su nuevo consorte reciba el tratamiento completo de baño, aceites perfumados y vestidos para la cena real de esta noche.

Saeng vio a un pequeño hombre de cabello oscuro caminar hacia adelante. —Como el Amir desee, así será —dijo el hombre mientras juntaba las manos, las puntas de los dedos y palma con palma, y se inclinaba ante ellos varias veces.

Saeng se quedó perplejo cuando los guardias se fueron, las grandes puertas se cerraron detrás de él y lo dejaron a solas con el hombre pequeño.

Sus ojos casi se salieron de las cuencas cuando Sungmin le sacó la lengua a las puertas cerradas antes de dar vuelta para mirarlo.

—Vaya, eres uno grande, ¿no? —Sungmin señaló con la mano—. Bien, vamos. Al Amir no le gusta que le hagan esperar. Tiende a ponerse un poco irritable cuando eso sucede.

Saeng se mantuvo firme, cruzando los brazos sobre su pecho mientras que él consideraba al hombre más bajo. —Realmente no me importa lo que el Amir quiere. Yo no soy de él.

—Querido señor, todos somos de él —dijo Sungmin mientras agitaba su brazo alrededor. Fue entonces que Saeng se dio cuenta de los demás en la gran sala. Más y más parecían venir de la nada, o al menos desde los oscuros rincones de la amplia sala.

Saeng bajó los brazos y comenzó a caminar lentamente hacia adelante, viéndolo todo a su alrededor. La habitación en que vivían era enorme. Solo los techos parecían ser de diez pies de altura. Había varios nichos alrededor de la habitación y en el centro de la habitación había una gran piscina con azulejos azules.

—¿Qué es este lugar?

—Este es el harén del Amir.

—¿Estos son sus consortes?

—Sí —respondió Sungmin—. Sólo tenemos que pasar una sola noche con el Amir y luego somos capaces de vivir nuestra vida en el harén. Nadie ha pasado más de una noche con el Amir.

Saeng se detuvo. —Espera, ¿me estás diciendo que tiene un nuevo consorte todas las noches?

—No, él sólo elige un nuevo consorte cada semana —dijo el hombre—. Pero no te preocupes, sólo pasarás una noche con él. Después somos libres para vivir nuestras vidas aquí en el harén. No es una mala vida, de verdad. Ya lo verás. Un hombre de tu tamaño y estructura, hará amigos rápidamente.

—¿Y nunca dejan el harén, incluso después de esa noche? ¿Te pasas la vida entera aquí? ¿No puedes ir a casa a ver a tu familia?

El rostro de Sungmin palideció. —No, está prohibido. Cualquier consorte que trate de salir del harén se someterá inmediatamente a la muerte.

—¿Nadie ha protestado?

—¿Protestado?

—¿Decir no?

Sungmin parecía confundido por un momento, luego comenzó a reír.

Su risa pronto se mudó a una carcajada llena. —No podemos protestar. Él es el Amir. Si no estamos de acuerdo, expondremos a nuestras familias a la muerte o a algo peor.

—¿Hay algo peor que exponer a tu familia a la muerte?

Sungmin asintió rápidamente. —Ser entregado a la guardia personal del Amir. Nadie ha regresado en su sano juicio después de eso.

—¿Los Djini saben de esto? —Saeng tuvo que preguntar. Tenía que saber si Hyun sabía de esta práctica y no había hecho nada al respecto. Quería creer que Hyun no lo sabía, pero él no sabía nada acerca del hombre.

—¿Por qué los Djini sabrían de esto? —Preguntó Sungmin—. Esto no es de su interés.

—Ahora lo es —dijo Saeng. Se sacó la camisa a un lado y ladeó la cabeza—. Yo fui marcado por Hyun Joong antes de que el Amir entrara y nos separara.

Sungmin inhaló profundamente. —Tienes la marca de un Djini. —Él dijo las palabras en voz baja, pero se hizo eco por toda la habitación. Saeng pudo ver a varias personas más empezando a salir de las alcobas, mirándolo, mirándolo fijamente.

—Sí, Hyun Joong me marcó. Yo soy su Demonas Amaté.

La mano de Sungmin revoloteó en su garganta. —Oh, esto no es bueno, no es bueno en absoluto.

Saeng empezó a sentir un poco de claustrofobia ya que cada vez más hombres vestidos con poca ropa comenzaron a colocarse alrededor de él. Acariciando con las manos sus brazos, su pecho, su espalda. Parecían fascinados por él.

—¿Todos ustedes son consortes del Amir? —preguntó Saeng mientras miraba a los hombres que provenían de lo que parecía ser el último rincón llenando la habitación. Tenía que haber allí al menos un centenar de hombres y mujeres.

Sungmin asintió. Él sonrió mientras otro hombre de cabello oscuro se acercó a él. —Este es Jaejoong. Él fue el consorte 117 del Amir. Hemos tenido la suerte de estar juntos por más de dos años.

Saeng asintió y tendió la mano al hombre, riendo cuando Jaejoong se quedó mirándolo. —Es una manera de saludar a alguien en el mundo de la superficie —dijo Saeng—. Nos damos la mano.

Jaejoong asintió y tendió la mano, agitándola. Saeng se echó a reír. —No, no, toma mi mano de esta manera —dijo mientras estrechó la mano de Jaejoong en la suya, entonces la soltó—. Hola, es un placer conocerte, Jaejoong.

—Sí, sí, gracias.

—Ven —dijo Sungmin—. Hay que ayudarte a prepararte para tu noche con el Amir.

Saeng susurró a Sungmin. —No voy a pasar la noche con el Amir.

«¿Qué parte de eso esta gente no entiende?»

Saeng estaba teniendo dificultades para despejar su cabeza de que quería estar con Hyun, y él realmente le gustaba. No podía soportar al Amir. 

No había manera en el infierno de que él fuera a dejarse tocar por ese hombre.

Sungmin frunció el ceño, como lo hicieron varias personas que los rodean. —Pero es necesario hacerlo. El Amir ha ordenado que seas su consorte, y nadie dice que no al Amir.

Saeng resopló. —Yo lo hago.

—Pero tú no puedes —dijo Jaejoong, visiblemente pálido—. Te matarán si te niegas al Amir, o... o...

—¿O dado a sus guardias personales? —preguntó Saeng—. Sungmin, ya me lo has dicho.

Jaejoong se estremeció. Sus ojos parpadeaban pasando a Sungmin, a alguien que estaba en las sombras. —Es mejor hacer lo que el Amir quiere —dijo en voz baja. Miró de nuevo a Saeng—. O morir.

Saeng frunció el ceño. Eso no sonaba bien. Giró para mirar a quien sea el que estuviera en las sombras. Podía ver la silueta de una figura pequeña, más pequeña incluso que Sungmin. Saeng caminó lentamente hacia adelante, porque no quería asustar al hombre.

—Mi nombre es Saeng—dijo en voz baja. Él extendió las manos, las palmas hacia arriba en un gesto de sumisión—. Yo no voy a hacerte daño.

La respiración de Saeng quedó atrapada en la garganta cuando el hombre dio un paso adelante.
Un rayo de luz cayó sobre el hombre, poniendo en relieve la masa de cicatrices en su cuerpo. Estaba vestido sólo con un par de pantalones sueltos y un chaleco, al igual que los otros, pero incluso su ropa no escondía las cicatrices horribles que cubrían al hombre.

—¿Qué te pasó?

Los ojos del hombre se dejaron caer rápidamente, y se encogió de hombros. Saeng se quedó horrorizado por la crueldad que vio. En todos sus años como detective de policía, no había visto a nadie que hubiera sido tan terriblemente maltratado.

—¿La guardia personal del Amir te hizo esto?

Los ojos del hombre parpadearon brevemente, antes de caer al suelo. Él asintió sin decir una palabra, pero su postura derrotada le decía mucho a Saeng y lo hizo enojar más de lo que él recordaba haber estado en su vida.

—Vamos —dijo Saeng mientras hizo un gesto con las manos hacia el hombre para que diera un paso
adelante—. No voy a hacerte daño. No tienes nada de qué avergonzarte. Estuvo mal que te hicieran esto, muy mal. Nadie debe obligarte a hacer algo o hacerte daño cuando te niegas. No sabías que esto estaba mal, ¿verdad?

—Por favor —dijo Sungmin, mientras rápidamente corrió hacia Saeng—. No puedes decir estas cosas. Si los guardias te escuchan, nosotros... todos podemos ser castigados.

—¡Esto está mal, Sungmin!

—Por favor, esto es… —las manos de Sungmin comenzaron a revolotear de nuevo.

—Mira, no me importa lo que este mundo es o quién está a cargo o lo que sea —dijo Saeng—. Esto está mal. Nadie tiene el derecho a forzar a alguien a tener relaciones sexuales o a castigarlo si se niega a ello. Ni siquiera Hyun me dañó cuando le dije que no a él.

Los ojos de Sungmin se abrieron como platos.

—¿Rechazaste a un Djini? —Dijo una voz pequeña y tranquila al lado de Saeng. Giró para encontrar al hombre desfigurado acercándose, una mirada de asombro en su rostro cuando miró fijamente a Saeng.

—No lo rechacé exactamente —dijo Saeng—. Yo sólo le dije que necesitaba un tiempo para pensar en ello y que necesitaba que me dejara tener ese tiempo. —Saeng se encogió de hombros—. Él estuvo de acuerdo.

—¿Un Djini aceptó eso?

Saeng no podía entender el asombro en el rostro del hombre.

Hyun era un hombre de honor. Nunca le obligó a hacer algo a Saeng... respiró profundamente cuando su tren de pensamiento lo llevó a una conclusión firme.

Hyun nunca lo forzó. Saeng tenía el poder de decir sí o no al hombre, Djini o no, y Hyun respetaba eso. Crecientes sentimientos por el hombre se apoderaron de Saeng, repentinamente creciendo a pasos agigantados hasta el punto en el que él quería estar envuelto en los brazos del hombre de nuevo. Le dolía estar alejado de él.

—Hyun nunca obligó a nadie a hacer lo que no quería hacer.

—Pero él es un Djini —dijo Sungmin—. Él hace cumplir las leyes.

—Mira, yo sé qué Hyun hace cumplir las leyes, pero nunca estaría de acuerdo en hacer cumplir algo como esto si lo supiera. Te lo aseguro, si Hyun supiera lo que está haciendo el Amir, le habría puesto fin.

El hombre de las cicatrices parecía entusiasmado por un momento, y luego dejó caer los hombros.

—¿Qué? —Preguntó Saeng.

—Pensé... pensé que si tal vez si Hyun se enterara podría ser capaz de... pero ya es demasiado tarde para eso.

—¿Demasiado tarde para qué?

—Es demasiado tarde para que Hyun nos salve.

Saeng se agachó y tomó suavemente la mano del hombre. —¿Cuál es tu nombre?

—. Hongki 

—Soy Saeng, Hongki, y te prometo, como el Amate Demonas de Hyun, que vamos a encontrar una manera de salir de esto. —Saeng agitó su mano alrededor para abarcar toda la habitación—. Todos nosotros.

—No puedes prometer eso —dijo Hongki—. Tú estás en la misma posición en la que estamos todos aquí y no hay nadie para salvarnos. 

Saeng sonrió. —¿Sabes lo que es un Shaiatín?

Hongki asintió, dando un pequeño estremecimiento de disgusto.

—Entiendo que yo soy el único habitante de la superficie que ha derrotado a un Shaiatín. También hice que Hyun cayera sobre su culo cuando me molestó. —Saeng sonrió a las exclamaciones de asombro que escuchó a su alrededor.

—Les prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para liberarlos y que estén a salvo. Y sé que Hyun me ayudará.

—¿Crees realmente que un Djini nos ayudará? —Preguntó Hongki—. ¿Incluso a mí?

—Hyun es un buen hombre —dijo Saeng—. No tengo ninguna duda de que nos ayudará.

—¿Cómo? —Preguntó Sungmin.

—Esa parte queda sin discusión —admitió Saeng—. Tenemos que avisar a Hyun de alguna manera, hacerle saber lo que está pasando aquí.

Saeng miró a su alrededor a la gente que lo miraba. —¿Hay alguna una manera de hacer eso?

Sungmin miró a Saeng un momento y luego a un par de los demás. Finalmente asintió. —Hay una manera, pero es peligroso. Si somos atrapados, podríamos ser ejecutados.

—Mira, yo no quiero que nadie se ponga en peligro, pero es muy importante avisar a Hyun. Él no nos puede ayudar si no sabe nada de esto.

Sungmin miró a su amante, que asintió en respuesta. —Bien, vamos a avisar a Hyun, pero mientras tanto tienes al menos que fingir, como si estuvieras siguiendo las órdenes del Amir. Si no te preparas para él, nos castigará.

Saeng no quería hacer nada de lo que el Amir quería, pero tampoco quería que nadie más pagara por su negativa. Él asintió, deseando estar en cualquier otro lugar, excepto donde se encontraba. Estar de vuelta en su destrozada sala sería mejor que esta situación.

—Muy bien, ¿qué debo hacer?




Hyun Joong irrumpió en el cuartel general de su clan, con Hyung Jun rápidamente sobre sus talones.

Las llamas de la ira lamían todo el largo de sus brazos. El humo se arremolinaba a su alrededor. El olor a azufre llenaba el aire por donde él caminaba. Hyun estaba enfurecido.

Saeng había sido alejado de él, y no por medios honestos. El Amir sabía exactamente lo que estaba haciendo cuando le prohibió a Hyun reclamar a su Demonas Amaté. Él tenía toda la intención de reclamar a Saeng cuando ordenó una reunión. Hyun en el fondo lo sabía en sus huesos.

—Kyu—gritó con la parte superior de sus pulmones. 


Continuara.............. 

2 comentarios: