viernes, 12 de septiembre de 2014

Juegos.....




◕ ‿‿ ◕ Especial MinJun ◕ ‿‿ ◕ 
Dom caliente,sum frio

La espalda le ardía de una forma agradable que hacía que sintiera todos los músculos de esa zona deliciosamente relajados. El flogger de suaves tiras de cuero que había utilizado Jung Min para azotarle era uno de los mejores instrumentos para hacer que se calentara de una manera asombrosa. El tiempo que había pasado desde la última vez que lo habían hecho le había parecido eterno a Jun.

Lo había echado de menos.
Ahora, después de la suave paliza, descasaba su pecho en el banco de piel negra a los pies de su cama. Su cuerpo sudoroso por el esfuerzo temblaba con la expectativa de lo que estaba por venir. Arrodillado, con las manos apoyadas en el suelo, y el pecho pegado a la cálida piel, la postura le resultaba familiar y cómoda. Ajustó la abertura de las rodillas para distribuir mejor el peso, intentando que Min no se diera cuenta de su movimiento.

El ambiente en la habitación era cálido y algo húmedo. La ventana estaba abierta y dejaba pasar una ligera brisa templada proveniente de la calle.

A esa hora nocturna el abrasador calor del verano en la ciudad había disminuido, si bien los veinticuatro grados del exterior no eran precisamente frescos. La tibia brisa era bienvenida aunque solo fuera para refrescar un poco el ardiente calor de su espalda.

Los firmes y pausados azotes que Min había repartido por su espalda, hombros y nalgas le habían ayudado a relajarse y focalizar, preparándose para lo que tendría que venir después. A Jun no le llamaba la atención el dolor o daño físico excesivo en sus relaciones sexuales, pero disfrutar de las flexibles tiras de cuero de un flogger en sus nalgas de vez en cuando hacía que sus pulsaciones se aceleraran al máximo. Le encantaba disfrutar de esos momentos con Min.

—Te has movido.

—No.

—Mentiroso.

Jun sintió moverse a Min detrás de él e inmediatamente la picazón de un certero azote en su nalga derecha le hizo respingar.

—¡Ah! Lo siento. No lo volveré a hacer —Jun escondió la cara hacia el suelo. El picotazo había sido placentero. Si Min se daba cuanta a lo mejor no le volvía a azotar. Sonrió para sí mismo.

—Eres un mentiroso, y lo sabes —Min estaba en lo cierto. Su compañero de juegos era un hombre serio, con un sentido del humor muy particular. Hacía bromas en los momentos más inesperados. A Jun le encantaba ese rasgo suyo, aparte de otras características singulares de su personalidad. El ser un mandón era otra de esas cosas que le gustaban de él.

Se conocían desde hacía tres años y medio y su relación siempre había funcionado de esa manera. El temperamento y forma de ser de Min se complementaban perfectamente con los de Jun.

Jung Min era un poco mayor que Jun.

Para Jun el haber conocido a ese hombre era una de las mejores cosas que le habían pasado en la vida.

Jun giró un poco la cabeza buscando el reflejo del espejo de cuerpo entero que había en la habitación. La imagen que encontró le aceleró las pulsaciones.

Min estaba acuclillado totalmente desnudo, justo detrás de él. El dildo negro de látex en sus manos brillaba, húmedo, impregnado de lubricante.

Min lo manejaba extendiendo el líquido transparente por la flexible superficie.

—Min… —el nombre salió como un gemido a través de sus labios.

Jun corcoveó inquieto en su expuesta posición.

—Lo quieres ¿verdad? —Min se inclinó, posó su mano izquierda en la cadera de Jun impidiendo que se moviera más. Alcanzó a acariciar con sus labios las rojeces calientes en los glúteos carnosos. Escuchó a Jun suspirar y sintió el temblor de su cuerpo atravesándolo completamente.

—Te quiero a ti.
—Me tendrás —contestó con firmeza Min—. Primero disfruta de esto. Lo que te voy a dar.

Jun asintió estremecido, dejando que un nuevo suspiro saliera de sus labios. Min era fuerte, sujetó la cadera de Jun, afianzándole en su posición inclinada sobre el taburete. Debió de dejar el dildo de latex en algún lugar, ya que Jun sintió como amabas manos del hombre masajeaban sus nalgas, exponiendo su grieta y jugando con los pulgares lubricados, haciendo pasadas sobre su ano. Las placenteras sensaciones envolvieron las terminaciones nerviosas de Jun. 

Los dedos siguieron jugando con el suave músculo hasta dilatarlo, haciendo que los dos hombres respiraran pesadamente. Jun sintió el movimiento que hizo Min para recoger el juguete olvidado, sintió la punta fresca y roma apoyada en su piel, y el inicio de la penetración en su carne. Cuando el dildo pasó su entrada Jun apretó los dientes por el repentino escozor. Enseguida notó el pellizco de los dedos de Min en sus nalgas y el azote que siguió. 

Con el respingo Jun sintió la profunda penetración del juguete en su interior, haciéndole sentir pleno a rebosar. Min aguantó unos segundos la respiración, esperando para que el cuerpo de su amante se acostumbrara a la invasión. Entonces las caderas de Jun empezaron a agitarse y Min volvió a tomar el mando de la situación. El juguete bombeó dentro y fuera del cuerpo de Jun, los gemidos del hombre rebotaban en las paredes del cuarto, indicando a Min que lo estaba haciendo bien y consiguiendo que su temperatura corporal subiera unos cuantos grados.

—Te voy a montar ahora.

—Sí. Por favor —susurró Jun entre dientes.

—Ven aquí. Levanta —antes de terminar de hablar Min había sacado el dildo del cuerpo sobreexcitado de Jun, que calló abandonado al pie de la cama. Min ayudó a Jun a ponerse en pie. El hombre tenía el cabello húmedo sobre los ojos, los labios rojos de habérselos mordido y las mejillas sonrojadas de placer. Min enmarcó su cara con las manos y besó la carnosa boca con ansias.

—Túmbate boca abajo.

Jun lamió el mentón de su amante antes de separarse de él para obedecer la orden. Las frescas sábanas blancas hicieron que su piel se erizara por las sensaciones contrastadas. Su cuerpo estaba en llamas.

—Te necesito —exigió Jun en un susurro.

—Ya me tienes —contestó Min—. Quiero que mires el espejo.

Min se había tumbado todo lo largo sobre el cuerpo acalorado de Jun. Su polla anidaba entre las nalgas de su amante y el pecho tronaba sobre la espalda del otro, haciéndole sentir el golpeteo de su corazón. Jun giró la cabeza y encontró junto a su boca los labios acogedores de Min.

Sus besos fueron hambrientos y demandantes. Exigiendo una rendición. Los dos respiraban pesadamente al separarse y dirigieron sus ojos al espejo que les devolvía la imagen de ambos, acoplados, compartiendo sus cuerpos.

Min flexionó las caderas buscando la entrada al cuerpo de su amante, al hallarla gruñó junto al oído de Jun haciéndole estremecer.

—Ahora aguanta. No voy a parar hasta que te corras.

—Hazlo —gimió Jun.

Min dejó que Jun descansara la cabeza en uno de sus brazos.
Alargó la otra mano hasta entrelazar sus dedos con los de Jun, por encima de sus cabezas, y empezó un ritmo hipnótico, pausado que hizo a ambos hombres gruñir de placer.

—No pares.

—No.

El roce de los cuerpos, moviéndose acompasados, siguiendo el ritmo del placer mutuo, hizo que Min tuviera que apretar los dientes para intentar controlar su orgasmo. Agachó la cabeza y lamió la nuca húmeda de sudor de Jun. Fue un error. El sabor salado de su piel caliente activó sus ansias. 

Jun gimió de satisfacción cuando Min aumentó el ritmo de los envites, estiró su mano libre hacia a tras buscado la carne firme de Min y pellizcó sus nalgas con fuerza haciendo que los empujes de su amante se volvieran erráticos. 

Jun se abrió completamente, dejando que el placer recorriera sus sentidos. La pesada respiración de Min en su oído le hizo temblar de emoción. El orgasmo sacudió su cuerpo haciendo que las contracciones de los músculos que rodeaban a Min provocaran su propia liberación. El sudor empapaba los cuerpos de ambos, resbaladizos, lúbricos y calientes.

Jun respiró entrecortadamente, giró la cabeza para alcanzar a besar la boca de Min. Los labios de su amante acariciaron con tranquila satisfacción la boca de Jun, saborearon el placer en la respiración compartida y el gusto salado del sudor.

Jun sintió un leve escozor en la espalda y las nalgas cuando Min se retiro de su interior. Las marcas del flogger persistirían unas cuantas horas más en su piel recordándole esta noche y los juegos que Min había jugado con él.

Jun se sintió totalmente desmadejado por el placer. Agotado y satisfecho se colocó de lado, pegado a la espalda de Min, abrazando su pecho y acariciando su polla semidura.

—¿No estás satisfecho? —bromeó Min. Sabía que a Jun le gustaba acurrucarse después del sexo.

—Sí. Pero luego quiero otra ronda.

—Hecho.

Min entrelazó los dedos con los de Jun y cerró los ojos, dejando que su cuerpo se relajara en brazos de su amante.

Los juegos no habían terminado. Pero estaba deseando volver a empezar.......




.......................Fin............................

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