jueves, 27 de noviembre de 2014

El maullido del gato Capitulo 2


Jung Min metió los pulgares en los bolsillos de sus pantalones vaqueros negros y miró como Hyung Jun chisporroteaba. El hombre era divertido y una parte distante de él se entristeció, porque quizás tendría que eliminarlo, pero Jun era un testigo, daños colaterales. Tenía que hacerse. 

—No es muy agradable burlarse de la gente, Sr. Park. Fui honesto sobre mi empleo. Sea educado siéndolo igualmente conmigo. 

—¡Oh! Estoy siendo honesto contigo, Jun. Soy un asesino.

Jung Min no se sorprendido cuando los ojos del pequeño hombre se pusieron como platos. Lo esperaba. Lo que no esperaba, era la forma cuidadosa en la que Jun lo miró de arriba abajo, como si buscara algo, quizás un arma. 

—¿Estás aquí para matarme?
Bueno, eso era ir directo al grano.

—Es posible.

La frente de Jun se arrugó cuando frunció el ceño.
—¿Debido a que he visto tu cara?

—Sí —respondió Jung Min , a pesar de que lo sorprendió con su rápida conclusión. Sin embargo, no permitió que su sorpresa se le notara en su rostro. Sólo miró a Jun en silencio mientras el hombre juntaba sus manos frente a él. 

—¿Te llevarás a mi gata?
Jung Min casi deja caer su mandíbula mientras miraba a Jun pasmado. —¿Estoy aquí para matarte y quieres saber si me llevaré a tu gata? 

—Precious se enoja mucho si la dejo sola mucho tiempo. Ella puede hacer un lío. —Se apresuró Jun a través de la habitación hacia la esquina, agachándose recogió al mayor gato mestizo de pelo largo que Min hubiera visto nunca. ¿Esa era Precious? Parecía que podía comerse todo un trozo de carne de vacuno por si misma y aún tener hambre. 

—Es una chica muy buena —continuó Jun mientras llevaba al enorme gato hacia Min—. Tengo la comida para ella y todo eso. Podría hacer las maletas para que te la lleves junto con su cama, mantas y juguetes. No tomaría mucho tiempo, te lo prometo.

—Jun, estoy aquí para matarte —dijo Min lentamente en el caso de que el hombre, no lo hubiera entendido—. No estoy aquí para hacerme amigo de tu gata.

—Pero...

—¡Jun!

Min no podía creer que estuviera teniendo esta conversación con un objetivo potencial. Los chicos en la agencia se estarían partiendo el culo de la risa, si pudieran verlo ahora mismo.

—Está bien, entiendo. —Min frunció el ceño cuando la voz de Jun titubeó un poco—. Me imagino que tienes que viajar mucho por tu trabajo y realmente no tienes tiempo para un gato. ¿Si hago las maletas con sus cosas, la dejarías en el piso de abajo el de la señora Turner? Podrías dejarla delante de la
puerta de la señora Turner. Precious tiene un trasportín a pesar de que no le gusta utilizarlo. 

—Jun, no voy a hacer nada por tu gata.

—Pero, podrían transcurrir varios días antes de que alguien descubra mi cuerpo. —Jun agarró a la gata contra su pecho hasta que ella dejó escapar un maullido de protesta—. Precious podría morirse de hambre.

Min puso los ojos en blanco. —Bien, si eso te hará sentirte mejor, me aseguraré de que Precious sea cuidada. — Cualquier cosa para hacer que el hombre dejara ir a su maldita gata.

—¿Me lo prometes?

«Los asesinos no hacemos promesas».

—Sí.

—Gracias —le susurró Jun—. Voy preparar sus cosas.

Jung Min cruzó los brazos sobre su pecho y miró.
Jun dejó a la gata en el suelo, entonces se apresuró a recoger todas las cosas del animal y las colocó en la mesa de café. Durante todo el tiempo, se preguntaba qué demonios estaba haciendo. Tenía que haber perdido la cabeza. 

Min era un asesino profesional, un asesino. Tenía la reputación de ser tan frío como un bloque de hielo. Nunca perdía su objetivo, y nunca dejaba testigos. Así que ¿por qué estaba dejando que este pequeño editor de textos le enterneciera?

—Está bien, esta hecho —dijo Jun cuando puso una bolsa en el suelo a los pies del asesino. Le alcanzó un pedazo de papel a Min.

—Este es su horario de alimentación y de lo que le gusta y no le gusta. No come nada de carne. Creo que es alérgica o algo.

—Huh hum.

Jun tomó de nuevo a Precious en sus brazos y le dio un abrazo mientras la llevaba hacia el armario. Min se tensó cuando el pequeño editor abrió el armario, preocupado de que el hombre tuviera un arma hasta que lo vio sacar un trasportín de color tostado.

Jun estaba hablando con la gata, pero su voz era tan baja que Min no podía distinguir las palabras. Cuando el hombre se volvió, tenía lágrimas en los ojos. Jun le dio un último abrazo a su gata después la puso en el trasportín. Lo recogió y lo puso al lado de la bolsa con las cosas de la gata.

—Está bien, ¿qué debo hacer ahora? —preguntó Jun, su voz sonaba baja y temblorosa—. ¿Cómo se hace esto? ¿Me vas a disparar o apuñalar o algo más? ¿Qué sería más fácil para ti?

Min parpadeó. Esta conversación no podía ser real. Nadie le preguntaba educadamente a un asesino la forma en la que lo iba a asesinar y luego trataba de hacérselo más fácil al mismo. Jun debería estar corriendo y gritando por la habitación. No hizo ni un solo movimiento hacia la puerta.

—Jun, ¿qué piensas que va a pasar aquí?

Las cejas de Jun se fruncieron. —Vas a matarme luego bajarás a Precious a la planta baja y la dejarás con la señora Turner. 

—¿Entiendes que cuando te matan?, realmente te matan. Ya no estarás vivo. No respiraras más. No volverás a la vida. Los paramédicos ni siquiera serán capaces de reanimarte. Estarás muerto.

Jung Min esperaba que Jun se sorprendiera, y empezara a correr por la habitación asustado. No esperaba que el pequeño hombre asintiera. —Sí, lo entiendo perfectamente. Me lo has explicado muy bien.

—¿Y no tienes miedo?

—Por supuesto que tengo miedo. No quiero a morir. —Jun no sonaba asustado. Sonaba como si estuviera teniendo una conversación cotidiana, no una en la que se estaba discutiendo su muerte—. ¿Me dolerá?

—¿Te dolerá?

—¿Cuándo me mates, me dolerá?

—Lo haré rápidamente. No sentirás nada.

—Bueno, bueno, eso es bueno. No me gusta mucho el dolor. —Jun apretó los labios por un momento, mirando pensativo—. ¿Tendría tiempo para tomar una ducha en primer lugar? Me interrumpiste antes de que pudiera darme mi ducha de todas las noches, y odiaría que alguien me encontrara sucio.

—¡Jun!

—Me comprometo a ser rápido, y puedes primeramente revisar la ducha. No tengo ningún arma allí, lo prometo. —Jun arrugó la frente como si estuviera en una profunda reflexión—. Nunca deberías tener armas en la ducha. Podrías resbalarte y caer.

Hyung Jun era increíble. ¿Quería tomar una ducha antes de que Min lo matara? ¿Qué le importaba si estaba sucio, una vez que estuviera muerto? ¿Qué le importaba a alguien? El cuerpo de Jun lo más probable es que estuviera en un charco de sangre. Nadie se daría cuenta de si se había duchado previamente.

Jung Min abrió su boca para decirle a Jun exactamente eso cuando vio una lágrima y los ojos del hombre.
No entendía la dulzura repentina que sentía por el extraño hombre. No tenía sentido, pero no podía evitar el sentirla.

—Está bien, puedes tomar una ducha.

—Gracias, señor Park, es muy amable de tu parte. —¿Amable? Min debía estar perdiendo su toque. Negó mientras seguía a Jun al baño, mitad divertido por la rapidez ansiosa del hombre y mitad incrédulo por sí mismo. No podía creer que estuviera de acuerdo con esto.

Min rápidamente registró el baño y luego la ducha, quitando las maquinillas de afeitar del estante de la ducha antes irse hacia atrás y apoyarse contra la puerta. Cuando Jun lo miró y se quedó allí, Min arqueó una ceja.

—No me voy.

—Oh. —Jun metió su labio inferior en su boca mordiéndoselo—. ¿Podrías darte la vuelta entonces?

—¿Quieres que me dé la vuelta?

—Tengo que desnudarme y... —A Jun se le enrojeció la cara mientras sus ojos se posaban lejos de Min—. Nunca he... quiero decir, nadie nunca... ¿Por favor? 

Jung Min revolvió los ojos y se alejó de Jun, instantáneamente viendo al hombre por el espejo del baño. Se preguntó si el pequeño hombre, se había olvidado de que el espejo estaba allí cuando empezó a quitarse la ropa.

Min tragó saliva cuando consiguió una clara visión del cuerpo desnudo del editor. Tenía esa cosa por los jovencitos, y eso era exactamente lo que Jun era, desde la parte superior de su pelo hasta la planta de sus delicados y pequeños pies. Era exactamente el tipo de hombre que se habría follado contra la pared si le daban la oportunidad. 

¿Y por qué simplemente no lo intentaba?

—Jun, ¿alguna vez te han follado antes? —Le preguntó cuando recordó las palabras que había balbuceado el joven. Min se echó a reír cuando éste dio un salto y sus grandes ojos parpadearon hacia él. El color rojo brillante que cubría la cara de Jun fue suficiente respuesta para hacer palpitar su polla en sus pantalones vaqueros. 

Min se dio la vuelta y le sonrió a Jun. —¿Te gustaría que lo hiciera?

—¿Me gustaría qué?

—¿Te gustaría ser follado? —Le preguntó.

Todo el cuerpo de Jun pareció estremecerse. —¿Por ti? —susurró.

—Por mí.

—Yo... eh... sí.

Eso era suficientemente bueno para Min. Se sacó su chaqueta y la puso sobre el mueble del lavabo, cogió la cartuchera sobaquera con la pistola y la puso encima de la chaqueta y la señaló. —No la toques.

Jun movió lentamente la cabeza porque el discurso parecía que iba más allá de él. Su boca estaba abierta, y sus ojos muy abiertos dominaban su rostro. Min no podía decir si el asombro del pequeño joven era más excitante o no, pero la polla volviendo a la vida entre las piernas de Min lo era.

Min sabía que tenía que estar loco para tener sexo con alguien a quien estaba a punto de matar, pero sólo no podía dejar pasar a un hombre con la apariencia de Jun. Además, matar al hombre antes de que alguna vez lo hubieran probado iba en contra de su código moral. Todo el mundo debería tener relaciones sexuales al menos una vez en su vida.

—Métete en la ducha, Jun, y vuelve a abrirla. No me gusta el agua fría. 

Jun casi tropezó con el borde de la ducha cuando entraba y abría la llave de agua. No parecía ser capaz de apartar los ojos de Min. Observaba cada movimiento que realizaba, más ahora que cuando había anunciado que era un asesino.

Min dobló la última de sus ropas y la puso en el mueble, se acercó a Jun, empujándolo hacia atrás en la ducha sintiéndose hacinado contra su cuerpo. Era una maldita ducha pequeña, pero eso también significaba que tenía que estar cerca.

El asesino estaba por la labor.

Min envolvió su mano alrededor de la parte posterior de del cuello de Jun, agarrando un puñado grande de pelo y tirando de la cabeza del hombre hacia atrás mientras inclinaba la suya. El jovencito lo miró ansioso, frunciendo los labios como si estuviera pidiéndole un beso.

Él no besaba.

En cambio, se inclinó y succionó el cuello del chico con sus labios. Tuvo cuidado de no aspirar la piel, pero lo hizo lo suficientemente fuerte para sentir estremecerse a Jun en sus manos, un largo gemido se le cayó de los labios al hombre.

Le acarició la espalda con su otra mano, sintiendo cada hueso de su columna vertebral a su paso, hasta que llegó a la suave curva que conducía a las nalgas de Jun. La pequeña curva lo intrigaba lo suficiente como para acariciarla con su mano durante varios momentos mientras seguía dándole pequeños mordiscos al cuello. 

Comenzó a hacer pequeños círculos con la mano, cada vez más y más grandes con cada golpe hasta que sus dedos rozaron la parte superior de la hendidura entre las nalgas.

Jun gimió y se apretó contra Min.

El asesino sonrió y apretó su dedo contra la grieta, luego lentamente lo empujó hacia abajo entre las dos generosamente redondeadas mejillas. El cuerpo entero del pequeño joven vibraba, cuando rozó su agujero, el hombre se elevó en las puntas de sus pies.

—Por favor —rogó Jun, agregando más deleite al cuerpo de Min. No sólo le gustaban los hombres pequeños y delicados, le gustaban los hombres pequeños, sumisos y delicados. 

Esta vez fue Min quien se estremeció.

—No creo que tengas lubricante, ¿verdad? — preguntó Min, mientras inclina la cabeza para mirar hacia abajo, a la cara de Jun.

—¿Lubricante?

—Lubricante, aceite, algo para hacerte las cosas más fáciles cuando te folle.

Cuando Jun se quedó mirando hacia él, mirándolo confundido y aturdido, decidió tomar las cosas en sus propias manos, por decirlo así. Miró alrededor de la ducha hasta que sus ojos se centraron en una botella de gel para el cuerpo. Abrió la tapa y vertió un poco en sus dedos antes de colocar la botella en la pequeña plataforma.

Al llegar abajo detrás de Jun, Min metió sus dedos lubricados entre las nalgas del hombre. Un suave suspiro salió de los labios de éste, cuando el asesino presionó un dedo contra su apretado agujero. Min sonrió y acarició el pequeño trozo de carne arrugada durante varios minutos antes de que sintiera que se aflojaba lo suficiente como para empujar el dedo en su interior.

Maldita sea, le gustaban así. Jun estaba apretado, ansioso, y pidiendo a gritos ser llenado. Y Min era el hombre para hacerlo. Metió el dedo en el culo y después lentamente tiró de él antes de empujarlo de nuevo.

Jun se estremeció bastante en sus brazos cuando añadió un segundo dedo. El cuerpo del hombre vibraba. Pequeños gemidos salían de sus labios. Su piel ruborizada por el deseo. Bueno, por lo menos Min esperaba que fuera deseo. Si la dura polla con fugas en contra de su pierna decía algo, era eso, Jun estaba en el cielo.

—¿Te gusta esto, bebé?

Jun asintió vigorosamente.

—¿Quieres otro? —preguntó mientras metía y sacaba los dos dedos del culo. El chico tenía un férreo control sobre los dedos de Min, casi como si no quisiera dejarlos ir. El corpulento hombre tuvo un momento más difícil para sacarlos y empujarlos.

Cuando presionó un tercer dedo en la ajustada abertura de Jun, el cuerpo de este se tensó. Gritó cuando un líquido caliente salpicó la pierna del asesino.

Min miró a Jun, sorprendió que el hombre se corriera con tan poca estimulación. No le había tocado aún la polla.

Supuso que no debería sentirse tan sorprendido. 
Jun era virgen. 
Eso no quería decir que no fuera a follárselo.

Sacó los dedos del culo de Jun y agarró la botella de lubricante improvisado otra vez. Vertió un poco más en la palma de su mano y dejó la botella de nuevo en el estante. Llegando entre ambos cuerpos, Min frotó el gel sobre su polla hasta que estuvo suave y pulida. 

—Las piernas alrededor de mi cintura, Jun—dijo Min cuando levantó fácilmente al hombre por su trasero. 

Las piernas de Jun inmediatamente se envolvieron alrededor de su cintura. El enorme asesino gruñó mientras las piernas de Jun se apretaban alrededor de él como una tenaza. A pesar de aparentar lo contrario, Jun era un jovencito poco fuerte.

Min se adelantó y empujó a Jun contra la pared de la ducha. Levantó al joven lo suficiente como para colocar su polla en la entrada apretada del culo y luego, lentamente, bajó el cuerpo del chico, hasta que tocó fondo.

En cuanto a Jun, Min se preguntó si el hombre estaba incluso respirando. Tenía los ojos como platos, y su boca abierta cuando pequeñas bocanadas salían de sus labios. El jovencito parecía aturdido, pero Min no podía ver ningún signo de dolor en su cara.

—¿Estás listo, bebé?

Éste asintió, pero no dejó de jadear. Min no sabía si Jun ni siquiera sabía lo que estaba a punto de pasar. No tenía idea de la cantidad de experiencia que el hombre podía tener más allá de que era todavía virgen. Pero estaba a punto de comprobarlo.

Min tiró de sus caderas hacia atrás, sintiendo como su polla lentamente se retiraba del férreo control del cuerpo de Jun, y después se empujó hacia adelante. Los ojos del chico se abrieron como platos, y su jadeo aumentó. Min podía sentir como la polla del hombre se endurecía de nuevo, ya que se presionaba entre ellos. 

Min enganchó sus brazos debajo de las piernas de Jun, permitiendo que el hombre se deslizase por la pared, justo un poco, entonces comenzó a golpear en él sin previo aviso. La mano de Jun raspó sus hombros. Min sabía que tendría marcas de uñas por la mañana. No le importaba. La seda caliente que envolvía su polla cada vez que se movía parecía mucho más importante en este momento.

El cuerpo de Jun parecía encontrarse con cada golpe de Min, casi como si le diera la bienvenida. Cuanto más golpeaba, más profundamente entraba y mayor era la adherencia alrededor de su pene.

Min no podía recordar haber sentido nada igual.

Sonidos suaves de maullidos empezaron a llegar de Jun. El sonido, era diferente a un quejido o gemido que era lo que Min hubiera esperado, pero eso lo espoleaba. Cada vez que Jun maullaba, Min sentía la necesidad de estar en el interior del hombre, como si estuviera perdiéndose algo, pero no supiera lo que era.

Min se apoderó de las caderas de Jun y las mantuvo fijadas mientras se empujaba más fuerte, golpeando su polla en el agujero virgen de Jun . Todo su mundo se había reducido al cuerpo prensado entre la pared y él.

Ni siquiera protestó cuando Jun se inclinó hacia adelante y empezó a lamerme el cuello, incluso si la lengua de Jun se sentía un poco como diamantes en bruto, como papel de lija, aunque el hombre lo mordiera. Cada caricia parecía calentar más Min.

—Joder, Junnie, estás hecho para el sexo —Min gimió al sentir que su polla comenzaba a hincharse. Sus pelotas estaban duras como una roca contra de su cuerpo, y sabía que estaba a sólo segundos de derramar su carga.

A pesar de todas las reglas que le habían enseñado sobre no dejar evidencias atrás, mientras estuviera en una misión, Min no pudo evitar volver la cabeza y morder la suave piel del cuello de Jun cuando su orgasmo explotó dentro de él.

Se metió una, dos, luego tres veces, la última vez empujando su polla tan adentro del culo de Jun como pudo. A lo largo del estremecimiento que sacudía su cuerpo, sentía la cabeza de su polla palpitar y expandirse, mientras su semen brotaba llenando a Jun.

Oyó en la distancia a Jun gritar, y sintió el espacio entre ellos llenarse de líquido caliente. Los músculos internos de Jun se apoderaron de la polla de Min como una tenaza, arrastrando su orgasmo durante tanto tiempo que el asesino sintió el sabor de la sangre en su boca antes de darse cuenta de que había abierto la piel del joven con su entusiasmo.

Min jadeaba pesadamente mientras su orgasmo, comenzaba lentamente a disminuir. Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared de la ducha detrás de la cabeza de Jun, preguntándose cómo demonios iba a matar al jovencito cuando le había dado el mejor polvo de su vida. 


Continuara......................

1 comentario:

  1. Wuau que fuerte ... Mira que perder la virginidad con tu futuro asesino .... Eso sí que es muy hot ... Porque al parecer a Jun le había gustado desde que lo vio ...:-)

    Y esa política de Min la que nadie puede morir siendo virgen jajajaj sí que es muy buena e interesante...
    Al menos supo sacarle provecho.. Ahora me pregunto... Era capaz de matar a Jun ???
    Amix espectacular ...
    Genial gracias por actualizar :-)

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