martes, 9 de septiembre de 2014

Dom Caliente, sum frio. Capitulo Final !!



—¿Estás seguro de que quieres hacer esto, ángel?

—Estoy seguro, Maestro. —La sonrisa de Saeng hizo que su cara entera brillara—. Quiero que todos sepan que te pertenezco.

—Saeng, nosotros podemos anunciarlo, ya sabes. No tenemos que montar un espectáculo para ellos.

Saeng se rio entre dientes y se frotó contra el cuerpo de Hyun. —¿No quieres que los otros Dom sepan lo mucho que me controlas?

Hyun tenía que admitir que lo quería. Sentía un placer perverso en saber había otros Dom que querían a Saeng, pero el hombre le pertenecía exclusivamente. A él le gustaba pensar que la sumisión de Saeng le pertenecía sólo a él también. Sólo que no estaba seguro de cómo se sentía acerca de que Saeng estuviera mostrándose para el placer de los demás.

—Yo te pertenezco a ti y sólo ti, Maestro —susurró Saeng contra el costado del cuello de Hyun. Los ojos de Hyun se cerraron mientras trataba de reprimir el profundo estremecimiento que sacudió su cuerpo con el ligero toque.

—Sigue así, y la cuestión de quién controla a quien será obvia para todo el mundo.

La cabeza de Saeng cayó hacia atrás mientras su risa llenaba la pequeña habitación donde se encontraban. Se suponía que se estaban preparando para montar un espectáculo para la fiesta de la víspera de Año Nuevo en Floggers. Hyun sólo quería llevar a Saeng a casa y desnudarse con él. En los días desde que Saeng había aceptado su collar, Hyun había recuperado el fuerte control que tenía sobre sí mismo. Se sentía más seguro de lo que se había sentido nunca. Y entonces Saeng le sonreía, o lo tocaba, y la restricción de Hyun volaba por la ventana.

Saeng tenía una capacidad única para llevarse pieza por pieza, su disciplina duramente ganada, luego lo ayudaba a construirla de nuevo, devolviéndole todos los pedazos de control que necesitaba y algo más. Le daba paz, tranquilidad y confort, y bien, se lo daba todo.

No era mucho pedir darle algo a cambio. Exponer su relación ante los otros Dom parecía importante para su ángel, y no le podía negar nada al hombre.

Acarició con su mano el resplandeciente costado de la cara de Saeng. —Mi bello ángel —susurró—. Vamos a mostrarles cómo respondes ante tu Maestro, mostrarles lo maravillosamente que te sometes a mí.

—Sí —susurró Saeng mientras se inclinaba hacia Hyun de nuevo—. Por favor, Maestro.

Hyun gimió mientras su polla se endurecía como el acero.
—¿Sabes lo que me haces cuando ruegas, ángel?

—Lo sé.

—Sabes que vas a ser castigado por haber provocado a tu Maestro.

—Lo sé.

Hyun sonrió. —Entonces, asume la posición de reposo para que pueda ayudarte a prepararte, ángel.

Hyun tragó con fuerza con la gracia con la que Saeng se mostraba cuando se ponía de rodillas en el suelo y extendía sus piernas. Sus manos descansaban a cada lado con las palmas sobre sus muslos, con los hombros cuadrados, y su mirada hacia el frente.

—Hermoso.

—Gracias, Maestro.

Tan tranquilo como Saeng se veía en su posición, Hyun aun podía sentir el temblor del hombre cuando le acariciaba los hombros. Le gustaba tocarlo y lo hacía con mucha frecuencia.

La respuesta de Saeng incluso a un ligero toque despertaba mucho a Hyun, tanto, que a menudo terminaba follándose al hombre dondequiera que estuvieran en ese momento. Otra forma en la que Saeng le robaba su control. Pero sin duda, siempre se lo devolvía aceptando cada orden que le daba. Hyun aún tenía que encontrar algo en lo que Saeng objetara, no una buena paliza, una buena follada, o incluso dormir atado y con los ojos vendados. A Saeng le encantaba todo. Era el sumiso perfecto.

—Manos, ángel.

Hyun sonrió ante el entusiasmo con el que Saeng levantó las manos al aire. El hombre verdaderamente disfrutaba estando restringido. Hyun no podía esperar para ver la reacción de Saeng cuando se diera cuenta de que las restricciones que Hyun había traído hoy eran diferentes a las que habían usado anteriormente en sus juegos. Estos puños de muñeca se conectaban a los puños de los tobillos, manteniendo las manos de Saeng atadas a los tobillos y con seguridad fuera del camino mientras Hyun azotaba al hombre.

Hyun puso un brazalete en cada una de las muñecas de Saeng, pero no las ató juntas. Sintió la sorpresa de Saeng cuando envolvió unos puños similares alrededor de sus tobillos. Una vez que estuvo esposado, Hyun acarició con los dedos la fruncida frente de Saeng.

—Tú vas a amar esto, ángel, sólo tienes que esperar y ver.

Saeng asintió, la confusión escrita en su cara como Hyun sabía que pasaría. Lo ayudó a ponerse de pie, luego se agachó para reajustar el pequeña tanga roja que apenas cubría la ingle del hombre. Se echó a reír cuando la polla de Saeng palpitó en su mano.

—Pronto, ángel, pero no antes de que yo lo diga.

El aliento de Saeng se enganchó. —Quiero que te sientas orgulloso, Maestro, solo estoy... Estoy realmente cerca.

—Harás que me sienta orgulloso, ángel, no tengo ninguna duda. No te he dado permiso para correrte todavía, y no lo harás. Es tan simple como eso.

Saeng pareció un poco sorprendido por un momento, y luego se echó a reír. —¿Tú crees que es simple?

—Sé que lo es. —Hyun acarició con su dedo el collar envuelto alrededor de la garganta de Saeng—. Soy tu Maestro, y yo digo que es así de simple.

—Sí, Maestro.

—Ahora, ¿dónde está esa cinta roja?

—La metiste en tu bolsillo. —Saeng puso los ojos en blanco—. Todavía no entiendo por qué quieres mi cuello cubierto. Pensé que la idea era que todo el mundo supiera que te pertenezco a ti.

—Lo es, ángel —dijo Hyun mientras sacaba la cinta roja de su bolsillo y la ataba alrededor del cuello de Saeng, asegurándose de que cubría el collar que le había dado a su sum—. Pero, quiero que todos vean lo hermoso que eres cuando estás en tu sumisión antes de que se den cuenta que no te pueden tener. 

—Lo único que quieres es mostrar tus juguetes.

—Lo hago. Quiero mostrarle al mundo a mi hermoso ángel. —Hyun se echó a reír—. Y entonces quiero mostrarles que mi ángel me pertenece sólo a mí.

—Yo vivo para servirte, oh Maestro.

Hyun arqueó una ceja ante las palabras atrevidas de Saeng. Este podría ser un sum, y uno perfecto para eso, pero el hombre todavía tenía una mente propia y un sentido del humor salvaje. Lo ponía en práctica en los momentos más extraños.

Hacía la vida de Hyun feliz.

—Está bien, ángel, hora de que salgamos al escenario. Si necesitas parar en cualquier momento, sólo házmelo saber, ¿de acuerdo?

—No lo haré.

Hyun asintió. No tenía la menor duda de que Saeng seguiría adelante con sus planes para el espectáculo. La demostración que estaba a punto de presentar era sencilla en comparación con algunas cosas que habían hecho juntos en la escena.
Hyun estaba nervioso. No porque Saeng estuviera casi desnudo o mostrándole su sumisión a todo el mundo, sino porque Hyun no sabía si podría no seguir y follar al hombre allí mismo, en el escenario.
La sumisión de Saeng despertaba en Hyun un punto álgido en todo momento. Saber que solo se sometería a él lo hacía aún mejor. Hyun tenía grandes problemas para mantener sus manos fuera del hombre.

—No te correrás hasta que yo lo diga, ángel.

—Sí, Maestro.

Hyun sonrió y se inclinó para besar a Saeng suavemente en los labios.
—Vas a estar perfecto.

—Gracias, Maestro.

Hyun tomó la mano de Saeng y lo sacó de la pequeña habitación. Se reunió con Kyu detrás del escenario. Aun a sabiendas de que le debía mucho al hombre, Hyun estaba emocionado porque Saeng no miraba a nadie ni nada que no fuera él. Ni siquiera reconocía que Kyu estaba allí.

—Kyu.

—Hyun. —Kyu deslizó su mirada a Saeng—. Saeng.

Hyun sonrió cuando Saeng continuó mirándolo sólo a él. —Saluda a Kyu, ángel.

—Hola Kyu—dijo Saeng, dándole al hombre una rápida inclinación de cabeza antes de nuevamente volver a mirar a Rafe.

—Ustedes dos lucen bien —dijo Kyu—. ¿Supongo que esta semana ha ido bien para los dos?

—Sí.

Hyun se negó a decir más que eso. No quería arruinar la sorpresa, aunque, por la sonrisa que Kyu le estaba dando, Hyun sospechaba que ya lo sabía. El hombre era demasiado inteligente para no saberlo.

—¿Supongo que somos los siguientes?

—Sí, y luego Min y su sum nos darán una demostración después de que ustedes hayan terminado. Ustedes me prometieron algo espectacular. Estoy deseando verlo. 

Hyun miró a Saeng cuando su sumiso le tiró de la manga. Inclinó la cabeza ligeramente cuando se inclinó, y luego comenzó aparecer una sonrisa en sus labios mientras este le susurraba al oído.

—Kyu, mi sum y yo necesitaremos una habitación privada cuando hayamos terminado con nuestra demostración. Saeng siente que necesitará unos minutos para recobrar la compostura.

Kyu arqueó una ceja. —Debe ser todo un espectáculo.

—Oh, lo será.

—¿La sala en la que se encontraban antes sería aceptable?

Hyun pensó en el gancho en el techo, el banco alto en medio de la habitación con restricciones y sonrió. —Será perfecto, gracias.

Una luz roja se apagó de repente sobre sus cabezas. Kyu miró hacia arriba, y luego se echó a reír.
—Creo que es su turno.

Hyun asintió. Acarició con la mano el centro de la espalda a Saeng cuando sintió al hombre temblar a su lado.

—Gracias, Kyu. Si pudieras darnos un momento a solas, te lo agradecería. Tengo que preparar a mi sum.

Kyu asintió y salió a través de las cortinas que los separaban de la audiencia. Hyun se volvió para abrazar a Saeng. —Aún hay tiempo para cambiar de opinión, ángel.

—No, sólo quería decirte que he sido un sum malo.

—¿Oh? —Hyun no veía cómo. Saeng parecía conocer todos sus deseos incluso antes de que él mismo lo supiera.

—Hice algo sin tu permiso, Maestro.

Hyun estaba intrigado. —¿Qué hiciste, ángel?

Saeng se dio la vuelta y se dobló por la cintura, con las manos descansando sobre sus piernas. Sus ojos  brillaban mientras miraba por encima del hombro. Parecía estar esperando algo. Las cejas de Hyun se juntaron en un ceño confuso mientras miraba el cuerpo de Saeng. Estuvo a punto de tragarse la lengua cuando se dio cuenta de que había una pequeña impresión de algo bajo el tanga de Saeng.

—¿Saeng? —Las manos del sum temblaron de deseo desenfrenado cuando él se acercó y tiró del borde de la tira a un lado. El aire en sus pulmones siseó cuando vio el rojo tapón anal plantado firmemente en el culo de Saeng.

—¿Te taponaste tú mismo? —le susurró Hyun.

—Yo sabía que la presentación de esta noche sería intensa para los dos, y quería estar preparado para ti.

—Dulce infierno, ángel, tal vez ni siquiera lleguemos a la presentación. —Hyun tragó duro. Su polla se sentía como si estuviera tratando de encontrar una manera de salir de sus pantalones. Se sentía tan excitado, Hyun se preguntó cómo podría hilar dos frases completas.

No sirvió de nada cuando Saeng separó las piernas para que Hyun pudiera ver el saco de los huevos del hombre que colgaban debajo del tapón. No pudo evitarlo. Metió la mano y agarró el tapón, girándolo en el culo de Saeng.

—¡Maestro!

—Joder, Saeng, tú eres la jodida cosa más sexy que jamás he visto.

Hyun bombeaba el tapón dentro y fuera del culo de Saeng hasta que oyó pequeños gemidos cayendo de los labios del hombre. Sabía que si seguía, se correría, y él quería eso en su presentación.
Aun así, le tomó casi todo su control empujar el tapón profundamente en el culo de Saeng y tirar del tanga de nuevo sobre él. Le dio una palmada, deleitándose con el fuerte gemido que le dio en respuesta.

Cuando Saeng se enderezó, Hyun lo rodeó y palmeó el grueso bulto en la parte delantera del tanga. Apretó su cuerpo contra el de Saeng y lamió una pequeña marcar en el cuello del hombre, mordiendo la piel salada.

—Tú me perteneces, ángel, y voy a tocarte cada vez que quiera. Pediré todo lo que quiera de ti. Me perteneces para hacer lo que yo quiera. ¿Lo entiendes?

—Sí, Maestro.

—Vamos a salir ahí fuera y mostrarle al mundo el perfecto sum que eres, y luego te voy a llevar de nuevo a esa pequeña habitación y follar tu culo hasta que grites.

Saeng se estremeció.
—Sí, Maestro.

—Vamos, ángel.
La respiración agitada de Hyun contrastaba con su calma exterior. Él sólo quería salir al escenario y hacer su demostración, para después, tener a Saeng solo en algún lugar para poder violar al hombre. Ese era su objetivo principal en este momento.

Ya no le importaba darle a los otros Dom una muestra de lo que no podían tener. No le importaba mostrar a su sum. Ni siquiera se preocupaba por mostrarle al mundo que Saeng le pertenecía. Sólo quería a Saeng.
Hyun abrió la cortina y escoltó a Saeng al escenario. Podía oír el murmullo de la multitud cuando vieron al sum carentemente vestido y apenas se reprimió a sí mismo de gruñir. 

—Asume la posición de reposo.

Hyun esperó a que Saeng se arrodillarse en el suelo del escenario, y luego se puso en cuclillas a su lado. Observando cuidadosamente a Saeng mientras enganchaba los puños de las muñecas con los puños en sus tobillos. Quería ver la reacción de Saeng.

Hyun no estaba decepcionado. El hombre inhaló suavemente y le lanzó una mirada rápida llena de una excitación profunda. Hyun sonrió y pasó el dorso de su mano por la enrojecida mejilla de su sum.

—Pensé que te gustaría esto —dijo Hyun lo suficientemente suave para que solo Saeng lo escuchara.

—Gracias, Maestro —le susurró Saeng.

—No hay de qué, ángel. Ahora, mirada al frente. Ya es hora de vendarte los ojos.

Saeng miró al frente. Hyun sacó la venda para los ojos de su bolsillo y suavemente la colocó sobre la cabeza del hombre.
Hyun se levantó. Saeng parecía perfecto. Hacía la posición de reposo como un sumiso que lo había estado haciendo durante años. Todos en la audiencia podían verlo. Pero sólo Hyun podría tenerlo.

Comenzó a caminar lentamente alrededor de Saeng, arrastrando los extremos de su flogger sobre los hombros de Saeng, y luego por la espalda y el pecho.

—Tú oirás mi voz solamente, ángel. No te moverás a menos que yo lo diga. Sólo responderás para mí y seguirás cada una de mis órdenes.

—Sí, Maestro.

Hyun comenzó a colocar pequeños azotes del flogger contra la piel de Saeng. En primer lugar, trabajó las nalgas de Saeng justo en el borde superior donde se unían a la espalda y, a continuación, se trasladó a la parte delantera, prestando especial atención a los pezones.

Hyun se vanagloriaba de los susurros de la gente que los veía. Era una cosa hermosa para ver, tal despliegue de control por parte de un sumiso. Saeng no se movió. Su pecho subía y bajaba cada vez más con los golpecitos del flogger, pero no movió ni un dedo. Hizo exactamente lo que Hyun le había ordenado.

Hyun se enamoró de cada franja roja en la piel. Cada una mostraba la sumisión de Saeng, su amor por ser dominado. Cada una mostraba a Hyun cuánto quería esto Saeng.
Finalmente redujo sus golpes y rodó los extremos de cuero del flogger sobre la piel de Saeng. Sabía que el público estaba tan excitado como él. 

¿Cómo podrían no estarlo después de presenciar la sumisión de Saeng?

Dio la vuelta colocándose detrás de Saeng, para que el público pudiera ver cada pulgada de su sum. Esperó, anticipando. Hubo un silencio en el aire como si cada Dom que observaba estuviera conteniendo la respiración. Hyun esperaba eso. La mejor parte de la presentación aún no había llegado.

—Córrete.

El cuerpo de Saeng se puso rígido. Sus manos se apretaron en puños, y un gemido se redujo de sus labios. A pesar del tanga que lo cubría, algunas gotas de semilla se escaparon, goteando por la parte delantera del material cuando Saeng hizo exactamente lo que su Maestro le había ordenado.

El asombro y el silencio llenaron la habitación por un momento, y luego un fuerte aplauso llegó de la audiencia. Hyun estaba malditamente orgulloso de su sum, pero también necesitaba tener al hombre a solas antes de explotar.

Se agachó y desabrochó el pestillo de fijación de los tobillos y las muñecas de Saeng.

Se puso de pie de nuevo y ayudó a Saeng ponerse en pie. Este se tambaleó un poco, y Hyun puso una mano en medio de su espalda para sostenerlo. Podía sentir el calor torrencial que salía del cuerpo del hombre y tosió para cubrir un gemido.

Cuando Hyun miró, la multitud se había acercado, rodeando el escenario. Hyun podía leer el deseo de poseer a Saeng en los ojos de varios Dom. Podía ver la envidia en los ojos de varios sumisos.
Quiso sonreír, reír. Quería gritarle al mundo que podían mirar, pero no podían tocar. Saeng era suyo. En su lugar, simplemente Hyun levantó la mano y tiró de la cinta atada alrededor del cuello de Saeng hasta que cayó y reveló su collar.

Hyun ni siquiera esperó las protestas y los gemidos de decepción antes conducir a Saeng de vuelta por donde habían venido. Le llevó más tiempo del que le hubiera gustado llegar a la pequeña habitación donde habían estado antes, y estrelló la puerta contra la pared en su prisa por entrar.

La suave risa de Saeng lo relajó solo un poco, pero aún tenía que tener su dolorida polla dentro del apretado culo de su sumiso. Esperar podría significar que dejara de respirar. Hyun puso a Saeng en el banco alto y aseguró las restricciones de sus muñecas a los ganchos incorporados. Aseguró sus tobillos también, entonces se dejó caer la parte inferior del asiento.

Le tomó sólo unos momentos más quitarse la camisa y deshacer sus pantalones, empujándolos hacia abajo por sus muslos. Cuando se acercó, se detuvo justo en contra el culo de Saeng y entre sus piernas atadas.
Hyun arrastró sus manos por los muslos de Saeng hasta el tanga que cubría su cuerpo. Él rio para sus adentros cuando se dio cuenta que se había olvidado de quitarle la maldita cosa antes ponerle las restricciones.

Hyun no veía la hora de reclamar a su sum. Sabía que no tenía control. Se agachó, agarró el borde de la tela y tiró, deleitándose con el sonido del tanga al desgarrarse en sus manos.

—¿Maestro?

—Me olvidé de quitarte el tanga, ángel.

La suave risa de Saeng llenó la habitación.
—Pero no te olvides del tapón. No creo que ambos quepan.

—¿Te refieres a este tapón? —le preguntó mientras retorcía el tapón en el culo de Saeng.

—Si… sí —siseó Saeng mientras arqueaba su cuerpo.

Hyun jugó con el tapón un momento antes de sacarlo y dejarlo caer al lado del banco. Rápidamente miró a su alrededor buscando lubricante, sabiendo que eso era algo que no podía olvidar.

—En el bolsillo, Maestro.

Hyun miró a Saeng y arqueó una ceja. —¿Qué?

—El lubricante.

Hyun frunció el ceño. Los ojos de Saeng todavía estaban vendados. ¿Cómo podía saber que estaba buscando el lubricante?—¿Cómo sabes que eso es lo que estoy buscando?

—Debido a que nunca me follas sin lubricante, y si lo hicieras, ya estarías en mi culo.

Hyun torció los labios juntos mientras trataba de contener la risa. Metió la mano en su bolsillo y, efectivamente, había un pequeño tubo de lubricante. Hyun sacudió la cabeza mientras abría el tubo y rociaba un poco.

Lo frotó sobre su polla, cubriéndose a sí mismo, y luego goteó un poco más de lubricante en Saeng. Él empujó dos dedos dentro del agujero, asegurándose de extender el lubricante alrededor generosamente, luego los liberó.

El hombre ya estaba extendido por el tapón, y Hyun estaría por siempre agradecido de que Saeng hubiera pensado por adelantado. Esto confirmaba que era el sum perfecto. Siempre estaba tratando de anticiparse a las necesidades de Hyun. Además, solía tener razón.

Hyun cogió los muslos de Saeng y tiró del culo del hombre hasta el final de la banca. Sus ojos casi se cruzaron mientras se veía hundirse en el apretado agujero. Saeng tembló a su alrededor, sosteniendo su polla, sosteniéndolo como si estuvieran hechos para estar juntos.

—Tan, jodidamente hermoso, mi ángel —susurró Hyun, más para sí mismo que para Saeng.

Salió hasta que sólo la cabeza de su polla se mantuvo en el estrecho canal, luego se vio hundirse de nuevo. La imagen era demasiado perfecta como para solo verla un par de veces.
Sin embargo, la necesidad de sentir a Saeng correrse en sus brazos era abrumadora. Hyun comenzó a empujarse más duro, más rápido y más profundo. Podía sentir el sudor empezar a construirse entre sus omóplatos.

Mientras observaba, la polla de Saeng comenzó a llenarse hasta que se levantó en su ingle, dura y espesa. El nivel de excitación de Hyun parecía estar ligado al de Saeng. El placer que Saeng sentía, lo llenaba más.
Hyun llegó a cada lado del cuerpo de Saeng y agarró los extremos del banco donde los tobillos de Saeng estaban restringidos. Él los empujó hasta doblar las rodillas de Saeng, y que sus tobillos estuvieran cerca de su cuerpo.

—Abre las piernas, ángel.

Hyun tragó saliva cuando Saeng hizo lo que ordenó. Las rodillas del hombre cayeron a los lados, mostrando su ingle maravillosamente. Hyun seguía empujándose en el culo mientras alargaba la mano y agarraba la botella de lubricante. Rápidamente la apretó y sacó un poco, dejó caer el tubo de nuevo.

Envolvió la mano alrededor de la polla de Saeng, comenzó a acariciar al hombre con cada empuje de sus caderas. Cuanto más rápido golpeaba el apretado culo de Saeng, más rápido acariciaba la polla del hombre.

Usó su otra mano para acariciar las marcas que el flogger había dejado en la piel de Saeng. Este siseó y se apoyó en cada caricia como si ansiara el contacto.

—Quiero escuchar tu placer, ángel.

Saeng, tan controlado, tan bueno en seguir órdenes, abrió la boca y gritó, el dulce sonido llenó la habitación. Mientras Hyun más lo tocaba, más le gustaba a él, más fuerte era el grito de Saeng.

—Un sum perfecto, tan hermoso —gimió Hyun—. Córrete por mí, mi ángel, córrete por tu Maestro. Déjame sentir tu placer.

Saeng gritaba cuando el líquido caliente se derramó sobre la mano de Hyun. Su interior se apretó, los músculos envueltos alrededor de su polla ondularon y lo arrastraron sobre el borde. Embistió tan profundamente en el culo de Saeng como pudo, y luego dejó que su orgasmo lo consumiera.

Hyun sintió que su cuerpo ardía mientras llenaba el culo con su liberación. Su piel se erizó con la sensación, el aire a su alrededor parecía acariciarlo como si tratara de arrebatarle su clímax hasta que las piernas de Hyun se sacudieron.

Se inclinó sobre el cuerpo de Saeng mientras trataba de recuperar el control, un control que estaba dispuesto a entregarle a su sum. Podía sentir el corazón de Saeng latiendo contra él mientras plantaba pequeños besos a lo largo de su clavícula.

—¿Estás bien, ángel? —le preguntó Hyun mientras empujaba la venda de los ojos de Saeng, sacándosela por la cabeza. Saeng parpadeó varias veces y luego sonrió.

—Estoy perfecto.

—Sí. —Hyun sonrió mientras miraba a los ojos suaves que lo miraban con adoración—. Sí, eres perfecto. —Él pasó los dedos por el collar decorativo envuelto alrededor de la garganta de Saeng—. Tú eres el sum perfecto para mí. 


...............Fin..............

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