jueves, 28 de agosto de 2014

Un Hombre lobo en el Zoo 1 - 15



Min se apoyó en la verja y sonrió.
—Bueno, en vaya lío te has metido dentro de aquí, hermano. —No pudo reprimir la risa cuando los ojos de color marrón oscuro en el otro lado de la verja y oyó un gruñido—. Mantente en tu piel, vendré muy pronto. Entonces podrás contarme qué demonios te ha pasado en el zoo. 

Esta vez el gruñido era inconfundible, seguido por su hermano lanzándose contra la valla y acercarse a Min. 

—No debería estar tan cerca de la valla ¿Qué haces molestándole? No se debe molestar a los animales. 

Min se volvió a ver un hombre delgado con pantalones color marrón y una camisa gris con botones en ella. La camisa tenía el logo del zoo estampado en ella. Su cabello castaño con mechones de colores caían en su nuca, sus labios carnosos fruncidos, igualando el brillo hostil de sus ojos y las manos descansando en las caderas.



Por el rabillo del ojo, Min notó que su hermano se echaba hacia atrás en la valla y miraba con avidez al pequeño hombre.

—Me disculpo. No tenía la intención de irritarle. Supongo que le gustaba el olor de la carne seca que estaba comiendo. Te prometo que no le di nada. —Min miró sobre el hombro a su hermano—. Tengo planes para esta noche, me voy—. Dándola un guiño pasó junto a el. —Gracias por su preocupación. 

Oyó murmullos mientras camina lejos de la jaula. Había descubierto todo lo que necesitaba saber de todos modos, el tipo de cerradura de la jaula que mantenía al hombre lobo. Cuando Min había oído que su hermano estaba en el zoo en forma de lobo, se había reído en su cara. 

Kiseop había desaparecido durante dos días antes de que hubiera descubierto lo que había pasado, o dónde estaba. Kiseop podía darle una idea de cómo había terminado allí. Se echó a reír ¿qué pensarían los humanos si supieran había un hombre lobo en el zoo? 

Un aroma atractivo y almizclado golpeó los sentidos de Min y se detuvo. Sus encías comenzaron a sentir un hormigueo y tuvo que concentrarse para mantener sus colmillos. Tomando varias profundas respiraciones, miró alrededor. 

—¿Qué demonios? —Susurró. 

La mirada de Min barrió el área, tratando de encontrar la fuente del delicioso olor. 

Una mirada sobre su hombro se enfocó en un esbelto hombre joven que estaba hablando con el hombre que acababa de dejar. 

El hombre tenía el pelo castaño alborotado que rozaba su cuello. Tenía una altura media y los músculos definidos se mostraban en el brazo que sostenía su cartera negra. Llevaba la misma ropa que aquel hombre, con una bata de laboratorio sobre su camisa gris de botones. 

Ambos se dirigieron a un edificio a varios metros de distancia. Cuando el hombre se detuvo en la parte de arriba de las escaleras y le miró por encima del hombro, el aliento de Min se quedó atascado en su garganta, el hombre tenía los ojos más profundos que había visto en su vida. Su polla, estaba medio dura desde el delicioso aroma almizclado, ahora se llenó y se presionó contra la costura de sus 
pantalones, demasiado apretados de repente. 

Dio un paso hacia el hombre, pero cuando los ojos se abrieron por sorpresa, Min obligó a su cuerpo a pararse. Su lobo interior quería gemir por el destello de pánico en los ojos del hombre antes de que se metiera en el edificio y cerrara la puerta tras él. 

Tomando una profunda respiración, Min sacudió la cabeza y aclaró sus sentidos. 

Un momento después se dio cuenta que seguía mirando la puerta cerrada y obligó a su cuerpo a darse la vuelta. 

—Volveremos. —Prometió al agitado ritmo de su lobo interior.

Algo del hombre había movido a su bestia. Después de lidiar con el problema de su hermano atrapado, se tomaría tiempo para averiguar por qué. 

*********

—Oye, hermano. —Jun sonrió cuando vio a Kibum fruncirle el ceño—. Lo siento, llego tarde. El doctor Hwa necesita una mano extra para sujetar a Sally. Se ha cortado en la pierna. 

Kibum rodó sus ojos. 
—¿Quién llamó Sally al cocodrilo? 

Jun se echó a reír.
—Un auxiliar administrativo que se llama Sulli, trabajó aquí hace tres años, cuando llegó el cocodrilo. No tengo ni idea porque se quedó con ese nombre. 

Al abrir la puerta siguió a Kibum. Un cosquilleo se abrió camino hasta su columna y se detuvo en la puerta para echar un vistazo sobre su hombro, su mirada barrió las aceras entre los santuarios de los animales, pero no vio nada fuera de lugar. A continuación miró a un hombre a unos veinte pasos de distancia que le miraba directamente. Pasó su mirada sobre el hombre, quería gemir. 

¡Oh, mira ese cuerpo!

Tenía un cuerpo varonil, voluminoso pelo oscuro, y profundos ojos que estaban centrados en él con una intensidad que causó que un escalofrío recorriera su columna durante un segundo. Vaqueros azules oscuros abrazaban sus tonificados muslos, y una camiseta negra ajustaba marcaba sus abdominales. 

Dios, ¿podría recorrerlos con mi lengua? 

Jun frunció el ceño dándose cuenta de la dirección de sus pensamientos. 

Mierda

Su amigo Ji Yong había salido con sus padres durante su segundo año de universidad, la familia lo había rechazado, y los padres de Jun habían apoyado la decisión de su familia. No podía ser gay, a menos que quisiera perder a su familia. 

Rodando sus hombros, empujó sus inquietantes pensamientos. Un movimiento rompió la mirada del hombre, y Jun lo vio andar varios pasos hacia él. Sintió que sus ojos se abrían cuando el pánico lo inundó. 

¡Oh, infiernos no!

Si el hombre se acercaba más, Jun sabía que terminaría haciendo algo estúpido. 

Consiguió mover sus pies y cerró la puerta tras él y se encontró a su hermano mirándolo. Bum era Gay, pero a diferencia de Ji sus padres habían mantenido eso en secreto y no era por que sus padres fueran buenas personas, en especial su padre, si no por que Bum había sido un niño enfermo y sus padres siempre sabían que en cualquier momento podría pasarle algo. Pero todo quedo en Jun, aceptando que sus padres le dejaran la tarea de traer nietos a la familia. 
Respiró hondo para lograr controlar su pulso acelerado y se dio cuenta que las líneas de la mandíbula de Bum estaban apretadas.

—¿Quién es?
El frunció el ceño. 

—Nada. Solo un imbécil jugando con el nuevo lobo. ¡Dios! algunas personas son tan irritantes. 
Gracias a Dios que no había visto su momento de distracción. 

—¿Qué pasó?
Jun miró como se encogía de hombros. Cuando su mirada aterrizó en él, y levantó las cejas, Bum sacudió la cabeza. 

—No estoy segura. Cuando me acerqué, el lobo se acababa de lanzar a la valla. El tipo pensó que era divertido. 

—Entonces, ¿qué?
Durante un segundo, Bum pareció confundida.

—Oh, nada. Cuando le pregunté, se inventó una historia sobre que al lobo le había gustado el olor de su comida y se fue. 

Huh, nunca había visto a Bum tan preocupada porque alguien molestara a un animal antes. Seguro que resultaba frustrante que algunas personas no respetaran a los animales, pero si dejaban que eso les molestase podían estar enfadados durante días, todo el día.

—Tranquilo hermanito. Estoy seguro que el lobo está bien. Estaba sentado en silencio cerca de la valla cuando nos fuimos. —Sabiendo que todo estaba en orden, forzó una sonrisa—. Entonces, ¿qué necesitas de mí? 

—Tenemos dos serpientes que necesitamos revisar. No se comieron los ratones que les dimos anoche. 

Jun se quejó.
—Impresionante ¡Mierda! Sabes que odio las serpientes. ¿Por qué no las ha comprobado Eli? No le molestan las criaturas repugnantes. 

Vio con sorpresa que Bum se estremeció.
—Lo siento, pero Eli me da escalofríos, se pasa el rato tocándome. Prefiero no trabajar con él. 

—¿Tocándote? —Gruñó Jun, siguiendo a su hermano detrás de las jaulas—. ¿Qué quiere decir tocándote? 

—Todo muy inocente, ¿sabes? —El agitó su mano con desdén—. Una mano en el brazo, en el hombro, ese tipo de cosas. Pero me pone los pelos de punta. 

—Bueno si pasa algo me avisas. Me ocuparé de él. 

— ¡Whoa! ¿De dónde venía el instinto de protección?
La risita de Bum le devolvió al presente.

—¿Qué vas a hacer hermano mayor? ¿Citarle la política de recursos humanos en materia de acoso sexual? 

—Wow ¡Ay! —Así que era un geek. Tenía que serlo. Si sus padres se enteraban que a día de hoy le prefería los hombres a las ocasionales mujeres a las que atraía su look de erudito, estaba frito. Y no había manera que quisiera eso. 

—Lo siento Jun, —le calmó Bum—. Es solo que ambos sabemos que no eres un gran luchador. 

—No. —Admitió—. Pero tengo antigüedad. He trabajado aquí casi siete años. Puedo tirar de algunos hilos para conseguir que le reasignen. 

Los ojos de Bum se dilataron.
—¿Harías eso por mí? 

Pasó el brazo por sus hombros y sonrió.
—Por supuesto. Eres mi hermanito. 

—Eres el mejor Jun. Haría cualquier cosa por ti también, ¿sabes? 

—Por supuesto, hermano. —Se giró en dirección a las jaulas. Su corazón dio un vuelco en el pecho ¿Podría decirla que prefería ser follado por un hombre en vez de follar a una mujer? ¿O el sentía lo mismo que sus padres? No podía correr el riesgo ¿Y qué más daba? Había controlado sus impulsos durante años sin que nadie se enterara ¡Maldito extraño sexi!—. Veamos estas malditas serpientes y nos vamos de aquí. 

Bum se echó a reír. Jun sonrió. 

Le tomó más tiempo del previsto revisar a las serpientes, sobre todo porque quería estar en contacto tan poco como fuera posible. No sabía por qué a Bum le encantaba trabajar con ellas. Cuando salió de la casa de los reptiles, miró su reloj y vio que eran cerca de las seis en punto. 

—¿Quieres tomar un bocado en el café antes de que cierre? 

—Por supuesto —dijo Jun asintiendo con la cabeza. Nada lo esperaba en casa excepto un apartamento vacío y algunos libros de ciencia ficción. 

Jun siguió a su hermana al otro lado del parque y entraron en la cafetería que había al lado de la tienda de regalos. Cerraban en veinte minutos, pero tendrían tiempo suficiente para tomar un bocado. 

Era de noche cuando terminaron de comer. El café había cerrado y Donny y Casey, la cocinera y el cajero, se sentaron y hablaron con ellos durante un rato. Jun miró alrededor del oscuro parque, echando de menos los días cálidos del verano. 

—Oscurece temprano, ¿verdad? —Murmuró Bum a su lado.

Jun asintió con la cabeza, mirando hacia el parque.
—Seguro que lo hace, pero me gusta la quietud de la noche. Hay algo en escuchar los sonidos de los animales en sus jaulas. 

—Así es. ¿Vas a cenar con mamá y papá mañana?
Asintiendo con la cabeza otra vez sonrió. 

—¿Y tener a mamá sobre mi culo por faltar dos jueves a la cena durante dos semanas? Todavía se queja de cómo dejo que estos animales se interpongan a la familia. 

Bum puso una mano sobre su brazo.
—Está preocupada porque nunca llevas a nadie a cenar contigo, y la única razón por la que faltas es por trabajo. 

Jun gimió.
—Oh Dios Bummie, no empieces tu también. Estoy contento con mi trabajo. —Ante su mirada herida se tragó el resto de sus clásicos argumentos, sobre todo ese de que no necesitaba a nadie en su vida. De todas formas todo era mentira. En cambio dijo—: Estoy seguro que esa persona especial está por ahí, yo simplemente no tengo prisa por encontrarla.



Un Hombre lobo en el Zoo. 
Cap 2 

Min vio a Kiseop correr y pasar una mano por su pelo rojo. Sabía que su hermano estaba profundamente irritado por su acento. 

—Estoy bastante seguro que eran cazadores furtivos. Estaba fuera estirando las piernas cuando olí a sangre, encontré un ciervo herido en un claro. El olor del pánico del ciervo era bastante abrumador, así que no noté el olor de los hombres hasta que fue demasiado tarde. Me cogieron,no me tumbaron por completo. No podía moverme, pero me acuerdo de ellos lanzándome a una jaula y llevándome a alguna parte con más jaulas. Podía oler a otros animales, pero me mantuvieron sedado y no podía cambiar o mirar alrededor. Finalmente, terminé en el zoológico. 

Min vio a su hermano levantarse y comenzar a pasear, sus movimientos eran bruscos y agitados. 

—Tenemos que encontrar a esos gilipollas y parar esto. 

—¡Cálmate Kiseop! —le dijo Hyun. El era alto con unos músculos firmes, su Alfa, se levantó y puso una mano en el hombro de Kiseop apretando para tranquilizarle—. Hemos tenido que poner a otro lobo en tu lugar para que no pareciese un robo, ya hemos llamado al detective Kyu. Va a mirar como fuiste comprado e intentar seguirlos. 

Min sonrió. El detective Kyu Jong no era un lobo, pero era un solitario por naturaleza y un buen hombre para tener alrededor, Hyun le había dado permiso para acceder a las tierras de la manada. El gran tigre de Bengala estaba rodeado por lobos, pero Min había hecho amistad con él cuando habían coincidido en un bar gay en una ciudad cercana. Incluso habían salido una vez, rápidamente decidieron que era mejor ser amigos. 

—Si alguien puede encontrar la verdad, es Kyu. No nos defraudará.
Kiseop asintió con la cabeza. 

—Mientras tanto me gustaría volver al zoológico y ver si puedo aprender algo hablando con los trabajadores. Si consiguen animales de cazadores furtivos, tiene que haber alguien trabajando desde dentro. 

Después de que el Alfa asintiera con la cabeza dando su consentimiento, Kiseop estrechó la mano a su padre. Min escuchó un susurro. 

—Estoy contento que estés a salvo. —Le dijo Hyun antes de soltar a Kiseop para salieran por la puerta. 

El recuerdo de un sexy-como-el-pecado castaño con el cabello alborotado levantó a Min. 

—Creo que iré con él. 

Una vez más Hyun asintió dando permiso.
Min se dirigió rápidamente hacia la puerta. Acababa de llegar al asiento del coche de Kiseop cuando este salió al camino. Al ver el gesto de la cara de Kiseop, Min se rió. 

—No pensarías que te iba a dejar hacer esto solo, ¿verdad? Con cazadores furtivos en marcha, necesitamos vigilar nuestras espaldas. 

En ese momento, Kiseop gruñó con reconocimiento y giró el coche hacia la carretera. 

Min dejó que el silencio se alargara durante un momento antes de volverse a su hermano.
—¿Estás seguro de esto hermano menor? Haber estado atrapado así es una odisea. Tal vez deberíamos esperar hasta mañana. 

A pesar de que su lobo protestó por la idea, podía decir por las líneas de cansancio alrededor de los ojos de Kiseop y los nudillos blancos que veía en el volante que su hermano no estaba bien. 

Kiseop lo miró antes de aspirar profundamente.
—Creo que he encontrado a mí pareja. Tengo que volver.

—En el zoo. ¡Eso es genial! —Sonrió Min—. ¿Por qué no estás feliz? —Abrió los ojos cuando se le ocurrió una idea—. No es uno de los animales enjaulados, ¿verdad? —Kiseop soltó una carcajada—. Dios no. Es el hombre que te gritó. 

—¿El qué gritó? —No podía dejar de sonreír. Ese hombre también había desaparecido en el edificio con el hombre que olía ¡oh tan bien! Tal vez ambos estuvieran en el mismo sitio—. Bien te ayudaré a encontrarla. 

—¿Para qué se dé , de cabezazos antes de que tenga oportunidad de cortejarlo? No lo creo. 

—Ah Kiseop, eso fue culpa tuya, lo sabes. Si no hubieras atacado a la valla, no me habría metido en problemas. 

Con ese comentario Kiseop se echó a reír.
—Claro hermano mayor. Claro 

Los hombres cayeron en un sociable silencio. 

Min aprovechó la oportunidad para dormitar. Recuperar a Kiseop del zoológico la noche anterior había ido sin problemas, pero le había tomado la mayoría de la noche. Min había logrado descansar una hora antes de salir en misión de rescate y la falta de sueño le estaba cazando. Un manotazo en el brazo le sacó de la vigilia completamente y la señal del zoológico apareció por delante. 

—Así que tu compañero es un empleado del zoo, —reflexionó Min—. ¿Cómo sabes que es el? 

Después de pagar su cuota de entrada, Kiseop lo miró y se encogió de hombros. 

—Solo lo sé. La manera en la que olía, jodidamente fantástico. Y la forma en que mi cuerpo reaccionó ante el, como no podía esperar para desnudarlo, lamer cada centímetro de su cuerpo, y… 

—¡Hey! Demasiada información hermano. Tengo la imagen. —La imagen del joven que había visto ayer llegó a su mente, porque maldita sea, esa fue la misma reacción que tuvo Min al verle a él. ¿Podría ser? Su cabeza se intoxicó de un soplo de embriagador almizcle—. ¡Joder, por allí! 

Kiseop se dio la vuelta y le siguió. 

—Buena nariz, Min, pero ¿cómo lo sabes? 

—Porque algo huele absolutamente maravilloso, y ahí está. —No pudo dejar de soltar un gruñido de satisfacción cuando vio al joven hombre al que echó miradas lascivas ayer. Podía sentir su polla beneficiarse de la mirada cuando reconoció al castaño. Un gruñido a su lado le sorprendió, y Min se volvió para ver a Kiseop mirándole. 

—Mío. —Espetó su hermano. 

La frente de Min se disparó.
—¿Qué?

—El hombre es mío. No lo toques.
Fue entonces cuando vio al hombre hablando con el objeto de su lujuria. Se echó a reír. 

—Maldita sea, Kiseop. Relájate. Cómo si me gustara. Me conoces mejor que eso. 

—Miró como se aliviaba la tensión en la postura de su hermano y se apoderó de su hombro—. Vamos. Vamos a conocer a nuestros compañeros. 

Las cejas de Kiseop se dispararon.
—Sí. —Dijo Min—. El hombre que está a su lado es mío. 






Kiseop asintió con la cabeza y abrió camino. 

Como hermano mayor, Min le dejó ir primero, cogiendo a su presa justo fuera del hábitat de los pingüinos. 

—¿Disculpe jovencito? —Llamó Kiseop, tocando el brazo del hombre ligeramente.
Ambos se detuvieron y se volvieron hacia el. 

—¿Sí? —Preguntó mirando entre los dos hombres antes de centrarse en Kiseop.
Para el placer de Min, el hombre lo miró durante un segundo antes de que sus ojos le reconocieran. Trató de centrarse en las palabras de su hermano cuando el hombre habló sobre una exhibición de cocodrilos vacía.

—Jun, aquí, podría darles más información. Es uno de los veterinarios del zoo.

Al verse observado por todos, Jun se ruborizó. 
¡Oh si! Min quería saber que otra cosa del cuerpo de Jun se ruborizaría cuando lo follara. 

—Sally tenía una raja en su pierna, así que está en observación en este momento. Alguien tiró una botella en su jaula y se rompió. Cuidamos de nuestros animales, así que si encuentro a quien lo hizo, le… 

El hombre mas pequeño puso una mano sobre el brazo del hombre. 
Min apenas pudo reprimir un gruñido por el toque personal. 

—Relájate, Jun. Ella estará bien. —Se volvió hacia ellos—. Mi hermano se toma el cuidado de nuestros animales muy en serio, como yo. —Su mirada se centró en Min—. Por eso es por lo que a ninguno nos gusta que la gente juegue con ellos. 

Mierda, el lo reconoció. Kiseop se debió dar cuenta también porque le tendió una mano y se presento. 

—Soy Kiseop . Este es mi hermano mayor Min. Él mencionó el altercado de ayer. Créame los dos somos amantes de los animales, y nunca haríamos nada a propósito para hacerles daño. 

Uh, ¿Olvidó Kiseop a propósito su carrera semanal? No era como si no les cazasen. Min tuvo que morderse de nuevo un gemido. Esto podría causar problemas más tarde. 

—Soy Kim Kibum, y este es mi hermano Jun. Soy uno de los vigilantes. 

—Kibum , hermoso nombre. —Dijo Kiseop suavemente—. Siempre me he preguntado qué pasaba detrás del escenario. ¿Me harías el honor de cenar conmigo esta noche? Me encantaría aprender más sobre tu trabajo. Soy guardián de un bosque nacional cercano y me gustaría comparar. 

Bum dudaba, centrando su extraviada mirada en su hermano. 

Detectando su preocupación, Min ofreció. 

—Desde que lo he conocido me temo que no la he causado buena impresión, tal vez ¿estaría más cómodo si fuéramos todos? —La mirada de Min se alejó de Kibum a Jun—. Sin duda, usted tiene que comer también, Jun?

*********** 

¡Sagrada mierda! ¿Estaba el hombre coqueteando con él? ¿Aquí al aire libre? Sin tener experiencia Jun no podía estar seguro. Miró a Bum, cuya frente se levantó preguntando. Jun podía decir que Bummie quería ir, pero no estaba absolutamente segura de estar a solas con un completo extraño. Agachó la cabeza en un gesto de asentimiento. 

—Claro pero no podemos esta noche. ¿Qué tal mañana?
Min y su hermano intercambiaron una mirada, pasándose un mensaje como solo los hermanos podían hacer. Los hombres asintieron. 

—Eso suena maravilloso. —Dijo Kiseop. 

Después de confirmar la hora y el sitio, los dos hombres se despidieron y se fueron por un lateral, hablando y señalando las exposiciones según pasaban. 

Cuando estuvieron fuera de la vista, Kibum le tomó del brazo.

—Muchas gracias, Junnie. Es el hombre más caliente que he visto en años.
Jun se echó a reír y tiró de Bum hacia adelante, continuando hacia la casa de los reptiles para verificar sus serpientes. Quería terminar y hacerlo lo más rápido posible. Estaba seguro que al tratar con las serpientes se libraría de la erección que había conseguido por estar tan cerca de Min. Claro que, su hermano pensó que Kiseoop era caliente, pero no sería un sujeta velas con Min. —¿Vas a hablarle a mamá acerca de la cita mañana por la noche? —Bromeó. 

—De ninguna manera. ¿Y qué haga un millón de preguntas que no puedo contestar? Dios, sus brazos hacen que se te caiga la baba, ¿no crees? —Espetó Bum. 

Al abrir la puerta, Jun rodó sus ojos. 

—No puedo creer que me acabes de preguntar eso. No hago comentarios de los atributos de tus citas, —se quejó de buen humor. 

Kibum se rió, se rió realmente. Esos hombres les afectaban, porque cuando Min centró sus penetrantes ojos en él, había querido reírse también. 

—Lo siento. Incluso tú tienes que admitir que ambos son sementales.
Negó con la cabeza y suspiró, no quería decir nada que pudiera incriminarlo. 

—Vamos a ver tus serpientes.




Esto no era una cita. No quería pensar en esto como si lo fuera. Bum tenía una cita, y Jun la acompañaría. Más o menos. Min y él solo iban a echar un ojo para que las cosas entre Kiseop y el fueran cómodas. Mierda, ¿a quién quería tomar el pelo? Era una maldita cita. 

Agarrando una camisa, la levantó contra su pecho. Jun se había cambiado tres veces y todavía no podía decidir que ponerse. Nunca había estado en el pub en el que habían decidido reunirse con los hermanos y no estaba seguro de cuál era la norma. Mirando sus vaqueros y mocasines, se encogió de hombros. No era como si necesitara impresionar a nadie, ¿verdad? Así que, ¿por qué se estaba estresando? Gruñendo irritado lanzó su camiseta en la cama y miró la habitación poco amueblada. Se había trasladado a un apartamento de dos dormitorios hacía tres años, después de haber ascendido como veterinario de alto nivel. 

Miró el reloj y se dio cuenta que debía haber recogido a Bum hacía cinco minutos, abandonó su búsqueda de otra camiseta y agarró las llaves de la mesa cerca de la puerta corriendo hacia su camioneta. Llegó en un tiempo record, el saltó por la puerta antes incluso que hubiera parado el coche. Al menos uno de ellos estaba muy emocionado. 

Y era Bum quién estaba emocionado. Jun se amonestó mentalmente. Era el quién tenía la cita. 

—Hey. Gracias por venir a buscarme. —Bum le dio un beso en la mejilla y sonrió—. Realmente apreció que hayas venido. Este tipo me emociona y me pone nervioso al mismo tiempo. Es muy raro. 

Poniendo la marcha atrás, Jun se echó a reír. Sabía exactamente lo que quería decir. Excepto en su caso, que estaba asustado hasta las trancas. 

—¿Realmente te gusta, eh? 
Le sonrió asintiendo con la cabeza. 

—Espero que sea tan dulce como parecía ayer. 

—Estoy seguro de que lo es. Con una cita contigo en el brazo, ¿cómo no lo iba a ser? 

—Sabía que había una razón para traerte. —Le dijo Bum con una sonrisa. 

—¡Eh!, te estoy llevando, y fue Jun quién me invito. —Señaló. 
Bum se echó a reír. 

—Siempre y cuando no te metas con mi estilo. 

—No te preocupes hermano. Me quedaré fuera de tu camino. —Replicó secamente.

—Hey, eso no es lo que quise decir. No seas ridículo. Somos un grupo de amigos pasando un buen rato. —Se fijó en él un momento—. ¿Estás bien? Pareces un poco tenso. 

—Estoy bien. —Aseguró Jun, mostrando su mejor sonrisa—. Solo tengo un montón de papeleo en casa. —Sintió la mano de su hermano apretarle el brazo. 

—Es viernes, Junnie. Reserva el trabajo para otra noche y diviértete un poco. 

Esta vez Jun no necesitó forzar su sonrisa.
—Lo haré hermanito. 

Tan pronto como llegaron al pub irlandés Jun fue un paso por detrás de el rodeándolo cuando llegaron a la puerta para abrírsela y cederle el paso. Miró a su alrededor con sorpresa, impresionado por la limpieza del lugar. Una barra cruzaba toda la pared del fondo, las otras dos tenían cabinas, los suelos de madera, vio a los hermanos en una cabina a su izquierda. Parecían tener una conversación profunda, pero como si fueran uno, se pararon y giraron hacia la puerta. Una sonrisa de bienvenida iluminó el rostro de Kiseop cuando vio a Kibum. Jun corrió el riesgo de echar un vistazo a Min y se encontró su mirada recorriéndole. Luchó contra un escalofrío de calor por el aspecto de Min y pasó el momento. Jung Min se levantó de la cabina, seguido de su hermano y fue hacia ellos.

Después de que Kiseop le diera a Jun una breve sonrisa y un movimiento de cabeza, los ojos del hombre solo fueron para Kibum. Jun miró a Kiseop besar la mano de su hermano, y poner la otra en la baja espalda sin soltarlo acompañándolo a la cabina. 

—No te preocupes. No voy a hacerte eso.
La cabeza de Jun no se movió y le miró de reojo por las palabras susurradas. Min estaba detrás de su hombro izquierdo, su pechó casi tocaba la espalda de Jun. —No es que no sea tentador, por supuesto. —Le dijo. 

Todo lo que pudo hacer fue mirar al hombre magnífico que tenía detrás. 

—Vamos, guapo. Vamos a unirnos a ellos.
La risa de Min y la mano en su hombro rompieron su shock. 

No, no, no, no, esto no está sucediendo. Había estado escondido demasiado tiempo, como para salir ahora porque no podía conseguir que su cerebro trabajara para evitar a este chico. No importaba lo bien que olía el hombre, cómo era de intenso el brillo de sus ojos, poniéndolo la piel de gallina, o cuanta insinuación había en sus palabras endureciendo su polla. 

Jun no podía dejar que este hombre llegara a él. 

Echando un vistazo a Min por encima de su hombro, se encogió de hombros retirando la mano del hombre. 

—Manos fuera. Estoy aquí por mi hermano.
Sus ojos brillaban todavía, pero quitó la mano. 

—Por supuesto. En ese caso, después de ti.
Jun se acercó a la mesa, una mirada atrás le mostró que la mirada de Min estaba pegada a su culo. Atrapado mirando, el hombre sonrió descaradamente y le guiñó un ojo. Sorprendido por su descaro y por la comodidad con su obvia sexualidad, Jun sacudió la cabeza y se sentó. 

Min se deslizó a su lado, lo suficientemente cerca como para frotar los muslos juntos. Se movió acercándose a la pared tanto como fue posible, arreglándoselas para conseguir un par de centímetros más entre ellos. 

El camarero apareció, y Jun pidió una Sam Adams (La cerveza más cara del mundo.). Un momento más tarde, dio las gracias y se bebió la botella de dos tragos para tranquilizar sus nervios. Después de pedir su comida miró a su hermano y lo vio en una profunda discusión con Kiseop. No tenía ayuda allí. Mirando al hombre que tenía al lado le pregunto: 

—Así que ¿qué haces Min? —Se dio cuenta que preguntar fue un error tan pronto como el hombre le volvió a mirar con esa sonrisa sexy y esa mirada centelleante.

—Soy contable. Me gustan mucho los animales pero no deseo trabajar con ellos. Eso lo dejo para mi hermano. 

—Tu acento, ¿tu familia es originaria de Irlanda?
Min asintió y sonrió. 

—Sí. Mi familia es originaria de Irlanda. Mis padres emigraron hace muchos años. El acento de nuestros padres es bastante pronunciado, nosotros lo tenemos por ellos, a pesar de que hemos viajado al viejo país un par de veces. 

Vio la mirada de Min parpadear a su hermano y Jun le echó un vistazo. Cuando Kiseop dio al hombre joven una aprobación con un movimiento de cabeza, Jun se preguntó la jerarquía entre ellos. Kiseop parecía ceder ante el otro, siguiendo su ejemplo y le permitió tomar decisiones. Se trataba de una mentalidad interesante de familia, y Jun se preguntaba si era una cosa irlandesa. 

—¿Siempre has querido ser veterinario?
La pregunta de Min trajo a Jun de vuelta de sus pensamientos. Se encogió de hombros. 

—En realidad no. Originalmente quería ser escritor. 

—Oh, ¿escribes?

—Lo hice cuando era más joven, pero no mucho más. Ahora no tengo tiempo.

Min escuchó el lamento en su voz y le pregunto:—¿Cómo llegaste a ser veterinario entonces, si no te deja tiempo para hacer lo que te gusta? 

Jun vio el confuso interés en los ojos de Min y tuvo que sonreír. El hombre pareció genuinamente atento, pero ¿cómo le dices al hombre, que en opinión de su padre, ser escritor no es una carrera aceptable? 

—Nuestros padres.
Los ojos de Jun se centraron en Bum. El evidentemente había escuchado la pregunta de Min, y sabía que no aprobaba que hubiera renunciado a escribir por deseo de sus padres. Ahora lo utilizaba como una forma de tensión. 

Los labios de Kibum se fruncieron.
—Son un poco controladores, por decirlo suavemente. 

—¿Controladores de qué forma?
Jun se inclinó sobre la mesa y tomó la mano de Bum antes de que respondiera a Kiseop. Apreciaba la indignación que sentía en su nombre, pero el estaba en una cita. No debería estar hablando de esto. 

—Está bien hermano. —Su mirada se desplazó al hombre que tenía a su lado—. Me amenazaron con quitarme el apoyo financiero, principalmente. No lo necesito ahora, pero mientras estaba en la universidad lo hacía.

Se sonrojó asombrado de haber admitido eso. ¿Qué tenían esos dos hombres que lo animaban a hablar más de lo que lo hacía normalmente? Jun sintió un ligero toque en la rodilla y se volvió hacia Min. No podía siquiera a empezar a adivinar el significado de la cara de Min. La llegada del camarero con la comida rompió la tensión y la necesidad de explicar nada más. Nunca había estado más aliviado por una interrupción. Cortando su carne, gimió con aprecio. 

—Wow, es buena. 

Min se congeló junto a él, con un bocado a medio camino de su boca abierta, sus ojos fijos en los labios de Jun. Jun tragó saliva, deseando que su pene no tomara ese momento para endurecerse hasta casi el dolor por la mirada de lujuria desenfrenada en el rostro de Min. 

Lamiendo sus labios, Jun bajó la mirada. Una mirada a través de sus pestañas le mostró que Kiseop había visto el intercambio, pero Bum seguía centrado en su comida. 

Dejó escapar un suspiro que parecía no tener y volvió a comer. 

De repente, sintió un brazo detrás de la espalda de la cabina. Jun miró a Min, pero el hombre estaba mirando a su hermano. Con cierta sorpresa, se dio cuenta que el hombre había terminado su carne. 

—Hay un bonito bar a media hora de distancia que tiene una buena pista de baile. ¿Qué dicen si movemos esta fiesta? 

Los ojos de Kibum se iluminaron.
—¿Bailar? Oh, eso suena divertido ¿Qué piensas Kiseop? 

Su cita se giró.
—¿Significa que tengo oportunidad de abrazarte? Suena como un plan fantástico.
Bum le devolvió la sonrisa, y Kiseop recorrió los nudillos por su mejilla.
La cuenta llegó y Min se hizo cargo sin dudas. 

—Espera, —llamó Jun.

Min le tocó el hombro con la mano detrás de él.
—Relájate Jun, déjame pagar. Puedes invitarnos a una cerveza o dos en el bar.

Jun asintió con la cabeza, y salieron del pub. Kiseop les acompañó a la explanada del parking. Agarró la mano de Bum y la atrajo hacia sí. 

—Tu vienes conmigo, ¿sí?

El echó un vistazo a Jun y sonrió. Le agitó una mano y dijo—: ¡Fuera de aquí! ¡Yo los sigo! 

Respiró hondo mientras se movía entre los vehículos hacia su camioneta. De repente sintió una presencia detrás de él, y miró por encima del hombro. No pudo demostrar sorpresa de que Min se uniera a él. 

—Me han dicho que venga contigo. Espero que no te importe. 

—No en absoluto. —Tiró las llaves al hombre que las atrapó y levantó una ceja preguntando—. Sabes a dónde vamos. Yo no. Conduce tú. 

Min sonrió.
—¿En serio? ¿No te importa? Algunas personas son particulares con sus coches. 

La risa brotó de su garganta, sorprendiendo a ambos. Se detuvo junto a su vieja camioneta, descansando una mano en la baca y sonrió.
—No soy una de esas personas. Este cubo de basura es mío. ¿Todavía quieres conducir? 

—Estoy feliz de hacerlo. Y deberías hacer eso más a menudo.

—¿Hacer qué? 

Min agarró su brazo y le acercó.
—Reír. Eres demasiado serio. 

Las palabras susurradas fueron directamente a su ingle y la erección palpitaba contra su cierre. Tuvo que morderse un gemido cuando el aliento le acarició la oreja. 

¡Qué ganas de dar y tomar lo que este hombre ofrecía! Había pasado tanto tiempo desde que tuvo una tentación. Incluso en la universidad siempre mantuvo el control. 

¿Qué pasaba si las voces se corrían y llegaban a sus padres? La idea le hizo abrir los ojos y sabía que Min vio su pánico. 

El hombre más alto sonrió antes de alejarse. 
—Relájate. —Murmuró y abrió la camioneta—. No hay nadie alrededor. Aparte de nosotros. Nadie nos ha visto.




Min miró el volante y esperó que Jun entrara y aprovechó para tomar una profunda respiración pero eso no alivió su polla llena de sangre. Joder, estaba lo suficientemente fuerte como para sacar sus uñas. El olor de Jun impregnaba el vehículo, y Min quería tumbar al hombre en el asiento y meter sus bolas profundamente en su culo hasta que no pudiera decir donde terminaba él y empezaba Jun.

Pero el hombre estaba tan dentro en el armario que necesitaría cadenas para sacarlo. Cadenas, ahora tenía una idea. Cadenas, una cama, y… Min gruño y cerró los puños en el volante. 

¡Mierda!


—¿Está todo bien? ¿No arrancas?
Enviando una sonrisa a Jun, asintió con la cabeza. 

—Sí. Lo siento. ¿Estás listo? —Miró significativamente el cinturón de seguridad que el hombre no se había puesto e ignoró la mirada confusa de Jun. Agarró su propio cinturón y se lo abrochó. Aunque estaba seguro que era casi imposible matar un hombre lobo, pero un ser humano no era tan resistente. Min debía tener cuidado con su compañero humano. 

—Oh, sí.
Después de oír el click del cinturón, Min arrancó y salió del aparcamiento. El silencio reinó durante varios minutos. 

Jun preguntó: —Entonces, ¿te gusta ser contable? 

Min sonrió. A su pequeño compañero le gustaba llenar el silencio. Interesante.
—La mayoría de las veces. Me gusta trabajar con números, eso es definitivamente una ventaja. —Quería saber más de Jun y le pregunto—. ¿Hace cuanto tiempo trabajas para el zoo? 

—Casi siete años. Estaba contratado como asistente mientras estaba en la escuela y fui ascendiendo. Ahora, soy uno de los dos jefes de veterinarios.
Podía oír el orgullo en la voz de Jun y sonrió. 

—Bien. ¿Te gustan todos los animales o te gustan más unos que otros?
El calor se propagó a través de Min con la sonrisa de Jun, y tiró de su polla. Dios no podía esperar para derribar los muros del hombre. Quería hacerle reír todo el tiempo, especialmente si seguía teniendo ese resultado en su libido. Pronto, le prometió Min a su lobo interior, paciencia lobo. Pronto. 

—Tengo que decir que no me gustan los reptiles. En este momento, Bum tiene un par de serpientes que se tragaron algo que no deberían haber hecho y me ponen los pelos de punta. Todo lo que quiero hacer es correr en sentido contrario cuando saca esas cosas de sus jaulas. No sé cómo trabajar con ellas. 

Se rió asintiendo con la cabeza con simpatía.
—Prefiero no tratar con ellas tampoco, —admitió—algunos animales son más cariñosos que otros. 

—Hablando de cariñosos, tenemos una cebra…

Min escuchó como Jun le habló de una de sus cebras y su amor por los Doritos, la bestia haría cualquier cosa por un caramelo, aunque retorcía sus labios por la valla para sacar las cosas de las bolsas de la gente. Mientras escuchaba, le echó un vistazo por el rabillo del ojo. Estaba tranquilo contra la puerta, su pierna doblada apoyada contra el asiento mientras hablaba animadamente. Se veía tan cómodo. 

¿Qué hacía falta para conseguir que Jun se relajara mientras Min le sostenía? 

Había sacado gente del armario, pero normalmente esperaba a la segunda o tercera cita por su miedo a lo que los otros pensaran. Sabiendo que esta vez era su compañero, Min necesitaba la manera de demostrar a Jun que estar con él valía la pena el riesgo. 

Demasiado pronto Min llegó y dirigió la camioneta hacia el aparcamiento. Vio el sedán de Kiseop y paró cerca de él. Sonrió cuando vio las ventanas empañadas parcialmente y negó con la cabeza. 

—¿Qué? ¿Qué está mal? 

—No es realmente malo, diría yo. —Min señaló hacia el coche—. Parece que tu hermano no nos necesita como acompañantes más. 

Los ojos de Jun se abrieron antes de desviar la mirada ruborizándose.
Min sonrió y se desabrochó el cinturón extendió la mano y frotó los muslos de Jun.

—Ven. Estoy seguro que el vapor llega hasta la parte de atrás. 

—Sí, pero, es mi hermano, —murmuró— mi hermanito. No necesito… —Jun dejó escapar un suspiro—. Vamos. 

Riendo Min siguió a Jun hacia el edificio admirando el culo sexy del hombre y sus ágiles movimientos. Pagaron su entrada y se sentaron en unos taburetes de la barra. Cada uno pidió una cerveza, charlaron y vieron bailar a las parejas. 

Kiseop y Kibum se unieron a ellos diez minutos más tarde. Min se fijó en la ropa un poco arrugada después de una sesión de caricias. El olor del aire le acercó la esencia del semen de Kiseop en la mano de Kibum cuando apoyó esta en la barra. 

Levantó las cejas a su hermano, pero la expresión de su hermano no se movió. 

Lástima que no pudiera decir lo que la esencia del lobo, relajado y satisfecho. Un trabajo manual. Maldita sea, Kiseop trabajaba rápido. 

La pareja no se quedó mucho tiempo antes de desaparecer en la pista de baile. 

Una mujer apareció a la derecha de Min y le pidió bailar. Sonrió y negó con la cabeza.

—Lo siento, cariño. Estoy con alguien, pero gracias.
Después de que se fuera, Jun se inclinó hacia él. 

—¿Estás aquí con alguien? Ella era caliente. ¿Por qué no bailaste con ella?
Min apretó los dientes para contener el gruñido posesivo cuando se dio cuenta que su compañero estaba mirando hacia fuera a otra persona. Respiró hondo, le dio una sonrisa arrogante a Jun. 

—Por supuesto que estoy con alguien. Estoy contigo. Y sí, me di cuenta que era caliente, pero ella no tiene lo que quiero. 

—Ella no tiene… —Jun abrió los ojos cuando se dio cuenta lo que ella no tenía. 

Min se acercó, aspirando el olor almizclado de la excitación de su compañero.
—Tú en cambio, tienes exactamente lo que quiero. 

—No soy gay, —susurró su compañero.

Min no podía dejar de reír. ¿A quién estaba tratando Jun de conseguir a él o a sí mismo? Apostaría su derecho a cazar en las tierras del Alfa que era a sí mismo. Deslizando su mano por detrás de la barra se inclinó hacia él. 

—Eres tan gay como lo soy yo, y me he dado cuenta de un par de cosas que prueban eso. —Tuvo una idea y sonrió—. Sin embargo, si bailando con un par de mujeres hago que te sientas mejor, me puedes persuadir, por un precio. 

—¿Un precio? ¿De qué estás hablando?
Las palabras susurradas de su compañero y la profunda respiración, le dijeron cuanto quería ceder Jun al deseo de Min. Todo lo que tenía que hacer era darle algo que pensar mientras bailaba. Acercándose al oído de Jun le susurró. 

—Precioso, ambos sabemos que cualquier cosa entre nosotros sería explosiva. En menos de tres minutos, podría tenerte gimiendo contra la pared, justo delante de todos, mi mano apretando tu polla, y tú rogándome para que te deje correrte. Pero como estás en el armario y no quieres que tu hermano sepa que eres gay todavía, vamos a hacer un trato, buscamos un par de chicas para bailar, y cuando me lleves a casa esta noche, me das un beso. 

Para su sorpresa, Jun dejó escapar un gemido y asintió con la cabeza. 
—Está bien, —susurró.

El olor almizclado de Jun impregnó el aire en torno a ellos y Min respiró hondo gimiendo.
—Oh, bebé. No sabes lo que me haces. —Agarró la mano de Jun y se dirigió a la pista de baile. Su agarre era fuerte mientras luchaba por controlar a su lobo interno. Sin no podía follar a su compañero, sabía que tendría que echar una carrera pronto para aplacar a su bestia. 

Llegando a la pista de baile, le dio la vuelta y lo empujó contra una probable candidata. Min se puso a la espalda de la niña y se puso a bailar. No pasó mucho tiempo para conseguir que bajara su erección, pero luego tuvo que hacer frente a los celos al ver a las tres chicas rodear a su sexy pareja. Tres cervezas habían relajado al hombre, y se abría paso entre las mujeres con una gracia que el hombre probablemente no sabía que tenía. 

Min sintió un codazo en las costillas. Girando la cabeza olió a su hermano.
—¿Cómo te va? —Preguntó. 

—Genial. —Dijo Kiseop—. Voy a reclamar a mi compañero en cualquier momento. ¿Y tú qué tal? 

Después de un bufido, sacudió la cabeza.
—Creo que estoy haciendo progresos, pero Jun está tan dentro del armario que necesitaré un cabestrante para sacarlo. 

—Ouch. —Susurró Kiseop—. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?

Pensó por un segundo ya que bailaban espalda contra espalda.
—Sí, no le digas a Bum nada hasta que Junnie esté por lo menos dispuesto a salir.
Kiseop gimió, pero asintió con la cabeza. 

—Espero que no tarde mucho tiempo, hermano. ¿Algo más? 

—Bueno, tal vez. Cuando salga, necesitará el apoyo de su hermano. Parecen cercanos. 

—¿Cómo nosotros?
Riendo, Min miró al techo. 

—Algo por el estilo. —Debido a que su envejecimiento era más lento que el de los humanos, debían mudarse cada dos décadas para que no se dieran cuenta de su falta de envejecimiento. Eso hacía que se forjaran fuertes lazos entre la familia y la manada, pero muy pocos amigos fuera de ella—. Solo asegúrate de que no se asuste. Tengo una sensación extraña con sus padres, será suficiente para ellos. Perder a su hermano lo aplastará. 

—Siento eso también. Haré lo que pueda. 

—Gracias hermano.

—Por supuesto. Vamos a salir de aquí, te veré mañana.

Min lo vio pasar por el rabillo del ojo antes de bailar de nuevo. El hombre estaba rodeado de tres mujeres rozándolo por todos lados. Y aunque su compañero parecía estar disfrutando, Min no parecía notar ningún olor de excitación. Mujeres, bien, no se preocuparía por eso. 

Retirando a Jun un par de pasos, cubrió sus hombros con sus manos por detrás y frotó su erección contra su trasero, sabiendo que la multitud de gente que tenía alrededor ocultaría sus acciones, para tratar de disimular se inclinó hacia adelante y dijo por encima de la música. 

—Bum y Kiseop están listos para irse. ¿Estás listo para irte? —Sintió a Jun empujar su trasero contra él y gemir suavemente—. Tomaré eso como un sí. Vamos, precioso. 

Su compañero le siguió de buena gana. Una vez que llegó al estacionamiento, sacó las llaves de su bolsillo, ayudó a Jun a subir en el asiento del pasajero y se subió al volante. Veinte minutos más tarde, se detuvo frente a su pequeño apartamento y se dio cuenta de que Jun se había quedado dormido. 

—Bueno, maldita sea. —Murmuró Min, antes de echarse a reír—. Ah, bebé. No tengo ni idea de dónde vives, a menos que quieras pasar la noche en mi casa, necesitas despertarte.

Deslizó la mano por el cabello de Jun, amando la sensación del cabello entre sus dedos, pero el hombre no respondió. 

—Está bien. Supongo que puedes quedarte esta noche. —Se rió entre dientes. Guardando las llaves en el bolsillo caminando alrededor de la camioneta, tomó a Jun y lo llevó dentro. 

Sin dudar, Min llevó a Jun a su dormitorio y lo puso sobre la cama. Lo desnudó hasta dejarle en calzoncillos. Cuando le miró tumbado, frunció el ceño. 

—No es bebedor, ¿es simplemente exceso de trabajo? —Tenía la extraña sensación de que era una combinación de ambos. Los hombres en el armario parecían llenar su tiempo con distracciones que a menudo terminaban siendo su trabajo. 

Sin ninguna forma de obtener la respuesta de inmediato, se desnudó, recogiendo y se arrastró hasta la cama junto a Jun. No tenía un dormitorio de invitados, pero sí tenía un sofá, sin embargo, Min no tenía ninguna intención de hacer de caballero. 



No había manera en el infierno que no durmiera con su compañero, aunque todo lo que hiciera fuera dormir. 



El sol se filtró a través de sus párpados por una ventana cercana haciendo que Jun se preguntara si se había olvidado de cerrar las cortinas la noche anterior. Levantó un poco un párpado y vio un desconocido aparador de madera. Jun frunció el ceño. Recuerdos de la pasada noche se filtraron en su mente. Entonces, el peso de un brazo alrededor de su cintura y se puso tenso. 

—Relájate cariño. Es demasiado temprano para estar pensando tan fuerte. No pasó nada. 

Al estar medio dormido profundizó el acento del hombre. Dios, era tan sexy. Tuvo que tragarse un gemido, pero el temblor no pudo ocultarlo. 

Min se echó a reír, sacudiendo su pecho.
—Sí, creo que te gusto. 

Las palabras susurradas enviaron corrientes de aire caliente hacia el vello de la parte posterior de su cuello y Jun se estremeció de nuevo. El brazo le apretó la cintura, poniendo la espalda de Jun contra su pecho. 

El hombre acarició con su mano los músculos de su tembloroso estómago y la deslizó bajo sus calzoncillos para acariciar los rizos de alrededor de su polla. El calor empapó su cuello y le atravesó el pecho, fue directo a su ingle, se quedó sin aliento, sacudiendo su polla.

Su pecho jadeaba mientras trataba de aspirar el suficiente aire para respirar. Jun se quedó mirando el aparador, pero en realidad no lo vio. Debía parar a Min, no debía permitir que esto siguiera adelante. Sin embargo, la mano del hombre se sentía tan bien que no podía hacer que la garganta formara las palabras, o conseguir que su cuerpo se moviera. De repente un puño que no era el suyo envolvió su erección mañanera, su cuerpo corcoveó y esta vez no pudo mantener el gemido. 

—Min. —Dijo entre dientes, sintiendo las callosas manos deslizarse arriba y debajo de su duro eje. 

—¿Sí bebé? ¿Qué es? 
Min continuó masajeando su polla y toda su sangre se fue hacia el sur, haciendo imposible que hablara cuando su polla palpitaba. El hombre frotó el pulgar sobre la cabeza de la polla, recogiendo las generosas cantidades de líquido pre-eyaculatorio que salía de la punta. Min apretó y comenzó a hiperventilar. La respiración de Jun se aceleró aún más hasta que jadeó. 

—Min. —Gritó tratando de respirar—. ¡Por favor! 

—¿Te quieres correr dulzura? ¿Necesitas liberarte?

— ¡Síiiiiiiii, por favor! —Casi no reconoció su propia voz y no hubiera podido detener mendigar si su vida hubiera dependido de ello. Tenía que correrse, necesitaba que la callosa mano lo acariciara más fuerte, más rápido.

Necesitaba liberarse. Se balanceó descaradamente contra el hombre, su culo presionando contra la dureza de Min antes de balancearse hacia adelante contra su puño. 

Sus gritos fueron respondidos cuando la mano de Min apretó y se movió más rápido. Podía sentir la dura polla contra su baja espalda. Líquido caliente y húmedo se filtraba de la polla de Min donde se frotaba contra él. Un gemido escapó de sus labios. 

—Oh, Dios. Más duro. —Gimió al sentir el hormigueo revelador en la base de su espina dorsal. 

—Eso es bebé. Muéstrame como te gusta mi mano en tu polla, —susurró la voz sexy de Min en su oído—. Córrete para mi cariño. Córrete sobre mi mano. Quiero sentirlo. 

—¡Aaaahhhhhh! —No podría haber frenado aunque lo hubiera intentado. Las bolas de Jun se apretaron a su cuerpo y su orgasmo se impulsó sobre su pene y disparó a lo largo de la mano de Min, manchando los dedos que le masajeaban prolongándolo con placer—. Min —llamó mientras su cuerpo se estremecía continuando con el orgasmo más intenso que jamás podía recordar. 

—Te tengo, bebé. Estoy aquí. —Murmuró Min contra su cuello. 

Se relajó en los brazos de Min, gimoteando suavemente y disfrutando de la ola de placer que le inundó.

Unos instantes después, Jun reconoció la humedad en la espalda baja y culo. No era el único que se había corrido. El conocimiento de su situación le obligó a regresar a la realidad. 

—Mierda. ¿Qué he hecho? —Jun se tiró de la cama y anduvo unos pocos pasos antes de tener el valor de darse la vuelta y mirar a su nuevo amante. Dios, el hombre se veía increíble.

Min ni siquiera trató de cubrirse cuando le devolvió la mirada. El semen de color lechoso arrastraba por su abdomen, demostrando lo que acababan de hacer. 

—Diría que solo disfrutaste de un encuentro muy agradable de sexo por la mañana. 

—El hombre se levantó de la cama poniéndose frente a Jun. Min ahuecó sus mejillas y le besó la frente—. Creo que es hora de tomar una ducha. 

Jun siguió a su sonriente amante y… Dios, tenía un amante. Si alguna vez alguien se enteraba… 

—Estás pensando demasiado otra vez. —Sonrió a Jun mientras entraba en el baño—. Ya es bastante, ¿no? —Min se volvió a tomar la temperatura del agua y señaló al armario—. Las toallas están ahí. Voy a poner tu ropa en la puerta y preparar el café. Deja los bóxers con la toalla y los echaré a lavar. —Dijo indicando el semen que empapaba la prenda de vestir, una prueba más de lo que acababa de ocurrir unos momentos antes en el dormitorio—. Me ducharé después del desayuno. 

Mi debió haber visto su mirada confusa porque agarró a Jun y lo atrajo hacia sí.
Mordisqueando su oreja, Min susurró. —Me encantaría ducharme contigo, bebe, pero si tengo la oportunidad de recorrer las manos sobre tu cuerpo desnudo y mojado no me detendré. Te joderé contra la pared tan duro que lo sentirás durante una semana. 

Echándose hacia atrás, Jun miró al los ardientes ojos del hombre.
—Y no creo que estés listo para eso todavía.

Cuando Min se fue, Jun se metió en la ducha. El calor no tenía nada que ver con el agua en forma de cascada que caía sobre su espalda asentándose en su estómago. 
Media hora más tarde, Jun miró por encima del borde de su taza de café. Min se movía de manera competente alrededor de la cocina, revolviendo los huevos, las patatas y tostando el pan. Cuando Jun se había ofrecido a echarle una mano, Min lo empujó a una silla en la mesa, poniendo una taza de café frente a él y le dijo que se relajara. Escondiéndose detrás de la taza, viendo como el cuerpo de Min, su torso musculado y sus brazos se flexionaban mientras se movía. Su piel bronceada casi se mezclaba en los armarios de madera clara. Min solo llevaba un par de pantalones vaqueros con el primer botón desabrochado, sus pies desnudos susurraban en el suelo de madera cuando se movía. Era la cosa más atractiva que Jun había visto nunca. 

Forzando a su mirada se quedó en la taza, pero luego empezó a pensar sobre lo que había ocurrido en el dormitorio. Nunca había sentido algo tan erótico como las manos de Min en la piel de su pecho, el estómago, y la polla. Su polla se contrajo en sus pantalones vaqueros, rellenándolos, preparándose para la segunda ronda. 

¿Qué daría por sentir otra vez a Min enterrar la polla en su culo? Su pensamiento hizo que su eje empujara contra el cierre de sus ahora incómodamente pantalones ajustados. El objeto de su lujuria hizo una pausa y miró por encima del hombro lanzándole una sonrisa sexy cómo si supiera exactamente lo que Jun estaba pensando. 
Se sonrojó y apartó la mirada tratando de ocultar su reacción. Tomando un sorbo. Casi saltó cuando Min puso una mano sobre su hombro y dejó un plato de tocino, y huevos frente a él. El hombre frotó con sus labios sobre la piel del cuello de Jun. 

Suspiró e inclinó la cabeza, dando un mejor acceso a su amante.

—Relájate. —Murmuró Min—. Todo estará bien. 

Jun cerró los ojos. Quería creerlo tanto, se sentía cómodo aceptando la atención que Min le ofreció. Cuando Min mordisqueó su cuello, gruñó y asintió con la cabeza. Min se alejó para tomar su propio plato. A mitad del desayuno sonó el timbre. 

Min le dio un guiño y se levantó. 

—Ya vuelvo bebe. Termina.
Segundos más tarde, oyó el murmullo de voces, y Kiseop paseaba en la habitación. 

—Buenos días, Jun. No puedo decir que estoy sorprendido de verte aquí. No parecías ser uno de los que más sale en la ciudad. 

Jun agachó la cabeza.
—Sí, tenía demasiada cerveza, supongo. Me quedé dormido en el camino del bar hasta aquí. —Jun miró al hombre. Seguro que había estado alegre para estar bebiendo y bailando a mitad de la noche—. Puedo asumir que mi hermano llegó a casa, ¿verdad? 

—Sí. —Murmuró . Sacó su teléfono móvil y pulsó el botón para mostrarle el número dándole el teléfono a Jun—. Puedes comprobarlo si quieres.

Jun soltó una carcajada.
—¿Y despertar a mi hermano una mañana de sábado a las diez? ¿Estás loco? —Se burló de nuevo—. Hazme caso, Kiseop. No se te ocurra hacer eso. Si el no te llama, no lo llames antes del mediodía del sábado o domingo. Gran error.
Kiseop y Min intercambiaron una mirada antes de reírse a carcajadas. Kiseop asintió con la cabeza.
—Es bueno saberlo. Tu hermano no es una persona de mañanas. Gracias por el aviso. 

—Te gusta de verdad, ¿eh?

Kiseop hizo un gesto brusco. 
—Tanto como mi hermano te gusta a ti. 

Jun sintió endurecerse su columna vertebral.
El hombre vio su ceño y levantó las manos. 

—Relájate. Mi hermano salió cuando tenía quince años. He tenido un montón de años para acostumbrarme. No me importa a quien se folla, siempre y cuando esa persona lo trate bien. —Kiseop se sentó en la silla al otro lado de Jun y sonrió tristemente—. Y no se lo diré a tu hermano. No a menos que tú quieras. Y si decides decírselo, te apoyaré. 

Jun dejó caer su mandíbula.
—Pero no me conoces. ¿Por qué harías eso? —Jun sintió la mano de Min en la parte posterior de su cuello, tranquilizándolo, pero no dijo nada. Jun lo miró antes de volver su atención a Kiseop. 

El hermano de Min hizo una mueca.
—Le gustas a mi hermano, y yo amo a mi hermano. Independientemente de su elección de compañero, sé que mi hermano no se involucraría con alguien que no lo merece. Eso es por lo que te apoyaré. Y sé que mi familia lo hará también. 

Las lágrimas quemaban en la parte posterior de sus párpados, pero parpadeó alejándolas. Jun asintió con la cabeza.
—Gracias. —Murmuró. —No sabes lo que significa para mí. Gracias. 

Levantándose de la mesa, se bebió el último trago de su café.
—Debería irme. Gracias por el desayuno, Min. Te lo agradezco.

Min asintió con la cabeza.
—Déjame entregarte tus llaves. 

Después de un último guiño a Kiseop se dirigió hacia la puerta. Se sentó en un banco cerca de la puerta y se puso los zapatos. Segundos después, Min cayó de rodillas entre sus piernas. Tenía las llaves de Jun frente a él. 

—Diría que lo siento, pero me ha encantado abrazarte. Y quiero verte de nuevo, así que no quiero recoger mi pago todavía. 

—¿Tu pago? —Preguntó, divertido por la alegría del hombre. 

—Por supuesto. Aún me debes un beso, pero si lo cobro ahora. ¿Querrás verme de nuevo? 

Sus ojos se cerraron y tragó duro. Después de un segundo, miró al objeto de su lujuria y asintió con la cabeza bruscamente. 

—Quiero verte otra vez. —Maldita sea, quería ver a Min todos los días, pero no sabía por qué. Nunca había sentido esto por nadie. 

La sonrisa de Min se volvió brillante.
—Esta noche. Vuelve esta noche y cocinaré para ti ¿por favor?

Jun asintió con la cabeza.
—Me gustaría. Nos vemos a las siete. 

—Bien. —Suspiró Min. 

Entonces el hombre tomó sus mejillas y selló sus labios con los de Jun. El beso fue dulce, casto, y no era suficiente. Jun no pudo contener un gemido cuando se alejó de Min. 

El gran hombre sonrió.
—Hasta esta noche. Te veré a las siete. 





Min se apoyó en el marco de la puerta mientras observaba a su compañero conducir alejándose. Una sensación de emoción que no había sentido nunca penetraba su ser, y prácticamente estaba vibrando. 

Jun iba a volver, de buena gana. 

El hombre quería pasar tiempo con él. No podía dejar de sonreír. 

Sintió a Kiseop mirándolo, giró su cabeza sobre el hombro. Kiseop pasó un brazo alrededor de sus hombros y miró hacia la calle. 

—¿Realmente se quedó dormido en el camino? 

Min se echó a reír.
—Realmente lo hizo.

—Y así, siendo el caballero que eres, ¿le cediste tu cama mientras dormías en el sofá? 

—No seas ridículo. Ninguno de nosotros es un caballero. —Se dio la vuelta y se dirigió de nuevo a la casa tras él—. Somos lobos, ¿recuerdas? No creo que tengamos un hueso civilizado en todo nuestro cuerpo. 

Kiseop se echó a reír.
—Tienes razón. Eso sí, no se lo digas a Bum. Creo que conseguí engañarlo.
Volviendo a la mesa del comedor, Min se sentó y dio a su hermano una mirada especulativa. 

—¿Qué posibilidades teníamos de que nuestros compañeros fueran hermanos como nosotros? Parece tan extraño. 

Su hermano asintió con la cabeza, se encogió de hombros.
—No importa. Hemos estado buscando a nuestros compañeros cerca de un siglo. No escogemos a nuestros compañeros Min y con cuántas personas estamos en el mundo. —Sonrió—. Solo tienes que tomarlo como el regalo que es. 

Min asintió aceptando las palabras de su hermano. Mirándolo con curiosidad Min sonrió.

—¿Por qué estás aquí Kiseop? ¿No deberías estar con Kibum? 

—Lo creas o no, yo anoche fui un caballero, y lo dejé en su casa a una hora decente. —Kiseop sonrió—. Lo voy a ver esta noche, pero vine porque no contestaste al teléfono. He estado intentando contactar contigo desde las ocho en punto. 

Min miró el reloj del horno e hizo una mueca. Eran casi las once. 
—Lo siento. Puse en silencio el teléfono antes de entrar en el bar ayer por la noche. Creo que se me olvidó poner el sonido de nuevo. —Sonrió y se encogió de hombros —. He estado un poco distraído. ¿Qué pasa? 

—Hyun se ha comprometido a vernos. Mamá y papá estarán allí. Tan pronto como quedamos con Bum y Jun. Contacté con él sobre el encuentro de nuestros compañeros. Tenemos que hacerle saber lo que está pasando, y, por supuesto, nuestros padres están contentos de oír hablar de ellos. 

—Oh, bien. Debería haber pensado en eso. —Min sacudió la cabeza sabiendo donde había estado su mente, y no era en los temas de la manada—. ¿A qué hora es la reunión? 

—A mediodía, en casa de Hyun, así que más te vale darte prisa.

Una hora más tarde se detuvieron en casa de su Alfa. Min reconoció el SUV de su padre y echó un vistazo a un nuevo modelo Dodge de una camioneta. 

—¿Hey no es el camión de Kyu? ¿Qué está haciendo aquí? 

—Sí. Debe haber venido para hablar de los cazadores furtivos también. 
Min asintió con la cabeza ante las palabras de Kiseop, notando la dureza en la voz del hombre. No podía ni entender lo que había pasado Kiseop, y abrazó a su hermano por los hombros y le apretó con fuerza. 

—Los cogeremos. —Prometió.
Kiseop asintió con la cabeza antes de salir del coche. Min siguió a su hermano por el camino. La puerta se abrió antes de que llegaran y su madre, los tomo a ambos en un abrazo. 

—Mamá, no en el porche delantero. —Se rió—. Entremos primero. 

—Estoy muy feliz por mis niños. No puedo evitarlo. —Les sonrió y les dio un beso en cada mejilla antes de liberarlos. 

Min siguió a la bajita y regordeta mujer atravesar la puerta, sus zapatos golpeando en el suelo de madera. Echó un vistazo alrededor de la cabaña rústica pasando por una chimenea de piedra a la derecha y la gran cocina con comedor a la izquierda. 

Todo el lugar gritaba que era una cabaña de caza. 

Cuando llegaron al patio cubierto, Min miró fuera al gran claro y se acordó de la última luna llena, cuando el Alfa organizó una barbacoa para la manada, los miembros habían llenado el espacio antes de que saliera la luna, y los que podían cambiar habían cambiado y se habían ido a correr a través de los doscientos cincuenta acres a la espalda de un bosque nacional. No podía esperar para presentar a Jun a todo el mundo. Ser un veterinario, no solo sería un activo valioso para los miembros que resultaran heridos, porque tenía un gran corazón y cuidaría a los otros miembros incluso de cosas pequeñas. 

Se dio la vuelta cuando su padre, inmediatamente envolvió a su madre en sus brazos y la besó profundamente. Min y Kiseop intercambiaron una sonrisa. No era de extrañar que tuvieran otros seis hermanos. Sus padres no podían mantener lejos las manos uno del otro, y después de encontrar a su compañero, Min no se preguntaba el por qué. 

Hyun se apartó de la parrilla y asintió con la cabeza a los hermanos. Ambos, Min y Kiseop agacharon la cabeza, dejando al descubierto su cuello presentándolo al fuerte lobo.

—Me alegro que hayan llegado. Estas hamburguesas están hechas. Coger un plato. 

Kyu se levantó de la butaca reclinable y se unió a ellos. —Hola chicos, me alegro de veros de nuevo. 

El poderoso olor de gato golpeó las fosas nasales de Min y sonrió.
—Es bueno verte también, tigre. Has estado muy ocupado. ¿Tienes mucho trabajo? —Sabía que el detective trabajaba largas horas en la estación. Era bueno en su trabajo y parecía disfrutar con ello. 

El were-tigre gruñó.
—Así es. Y ustedes chicos no ayudan. —El gran hombre miró hacia Hyun, Min negó con la cabeza llenando su plato. Su hermano hizo lo mismo y se unió a todos en las sillas del patio—. Escuché que encontraron a sus compañeros. —Comentó Kyu después de tragar un bocado de hamburguesa.





Min miró a Kiseop, quien asintió con la cabeza antes de mirar a su izquierda donde Hyun estaba sentado. 

El Alfa levantó una ceja preguntando.

Min sonrió.
—Sí, Hyung Jun. Es un veterinario del zoo, pero puede que me lleve un tiempo reclamarlo. Está en el armario. 

—Mierda. Esto podría crear problemas. —Murmuró Kyu. 

Kyu y él habían intercambiado historias de sus ex una noche con una botella de whisky. La historia de Kyu lo había golpeado, después de haber descubierto que un ex suyo tenía esposa y niños y que habían estado al lado. 

La revelación no se parecía a nada a los chicos que descartó Min porque ellos no querían salir. Min se negó si quiera a pensar que Jun haría lo mismo. Negó con la cabeza. 

—Creo que los padres serán un problema. ¿Qué hay de Kibum? ¿Ha descubierto ya que soy gay? 

Sonrió cuando Kiseop se echó a reír y se encogió de hombros.
—No estoy seguro. Creo que lo pille mirando tu acto posesivo sobre el culo de Jun la otra noche, tenía una mirada de preocupación en el rostro durante un rato, pero no ha dicho nada. ¿Debo sacarte? 

Hyun aclaró su garganta. 
—¿Quién es Kibum? 

Min giró su mirada a Hyun, que escuchó su intercambio con interés. Recordando la barbacoa, no envidiaba al hombre su posición. No estaba emparejado, cada mujer en la manada hizo desfilar a sus hijas bajo la nariz del lobo, tratando de seducirlo. El hecho de que el hombre fuera cortes y distante con todas ellas le hizo preguntarse a Min si la preferencia del Alfa era algo un poco más masculino, pero nunca había oído hablar a nadie de haber tenido una cita con el Alfa, ya fuera hombre o mujer. 

—Lo siento Alfa, —dijo Kiseop— KiBum es el hermano menor de Hyung Jun. Extraño, lo sabemos, pero nosotros estamos al cien por cien seguros que son nuestros compañeros. 

—¿Y qué hace? — Kiseop sonrió a su madre. 

—Trabaja también en el zoo. Es uno de los guardianes, trabaja sobre todo con reptiles. Ahí es donde lo conocí. Bueno, donde lo reconocí. Mientras estaba enjaulado como lobo, sentí su esencia un par de veces.

—Apuesto a que te pusiste como un loco, siendo capaz de sentir su esencia y sin poder hacer nada.— Murmuro su padre 

Una mueca arrugó las facciones de Kiseop. —Sí. 

—Tienen que decirme si la familia de sus compañeros será un peligro para la manada. Teniendo a sus hijos saliendo con un par de hermanos parecerá definitivamente extraño para los padres cuando las noticias corran. —Señaló Hyun. 

—Sí, señor. Le contaremos lo que sepamos. —Prometió Min. 

Hyunn se volvió a Kyu y sonrió. —Así qué ¿te damos más trabajo?

Kyu se encogió de hombros. —Mejor que venga de ti, supongo. Estoy seguro de que no querría ser el que dijera que los cazadores furtivos están atrapando a tus lobos. 

El Alfa sonrió. —Mi temperamento no es tan malo.

Kyuy levantó una ceja. 

Hyun rió. —Está bien, está bien. ¿Algún avance?

Kyu miró a su alrededor al grupo, su mirada era clara. Esta conversación era asunto de la policía y se suponía no podía compartir con nadie. —Me reuniré con el director del zoológico el lunes. Tengo una orden para ver toda la documentación respecto a las nuevas adquisiciones durante el último año. Vamos a ver de dónde vienen. También he estado patrullando por el bosque dónde a Kiseop le dispararon, pero como es un bosque nacional, hay olores humanos en todo el sitio. Me llevará algo de tiempo resolverlo. 

—¿Necesitas alguno de mis rastreadores? 

—Por supuesto. Definitivamente acelerará las cosas, siempre y cuando no les importe recibir las órdenes de un gato. —Sonrió Kyu. 
Kyu se volvió hacia Kiseop.
—¿Tienes tiempo mañana para correr conmigo y enseñarme exactamente donde te dispararon? 

Kiseop asintió con la cabeza antes de girarse hacia Min. —¿Quieres venir y estirar las piernas? 

—Por supuesto ¿A qué hora? —Preguntó Min. 

Kiseop miró a Kyu y giró sus hombros como si estuviera pensando. —¿Qué tal a las tres de la mañana? No tiene ningún sentido correr riesgos.

Min hizo una mueca. —Mierda, ¿a las tres de la mañana? Tenía la esperanza de que… —Min se ruborizó y miró hacia otro lado. Demasiado para Jun quedarse otra noche—. No es nada. —Murmuró. 

Atrapó la sonrisa de Kiseop cuando Min se puso colorado durante unos segundos. 
Cuando nadie miraba le hizo una seña poco elegante a su hermano.



Jun se quedó en la puerta de Min durante treinta segundos antes de que se le pasaran los nervios para llamar. Aún no podía comprender lo que había pasado entre la noche y la mañana. ¿Qué tenía este hombre que le había hecho lanzar la precaución al viento y poner en marcha una relación? Mierda, se trataba de una relación, ¿verdad? Min no quería simplemente pasar un buen rato, ¿verdad? 

La puerta se abrió y Min sonrió por lo menos. —Hola, bebe.

—¿Quieres una relación conmigo o solo se trata de una aventura para ti? —¡Mierda, Joder, Demonios! ¿Cómo podía hacer soltado algo como eso? La cara de Jun se puso colorada cuando Min parpadeó hacia él anonadado. Entonces el hombre se movió con la velocidad del rayo agarrando su brazo y arrastrándolo al interior. 

Segundos después la puerta se cerró y sintió el gran cuerpo de Min clavándose contra el suyo. Gimió por el íntimo movimiento del cuerpo del hombre moldeando el cuerpo de Jun, desde el pecho hasta los muslos. Podía sentir los pequeños nudos de los pezones de Min, los músculos del abdomen, y lo más importante la larga dureza que empujaba contra la suya.

Min tomó sus mejillas y le besó con fuerza, con exigencia. No tenía nada que ver con el casto beso y respetuoso de la mañana. Dominó la boca de Jun, poseyéndolo, mordiendo los labios y forzando la entrada. Jun sintió que la lengua de Min se deslizaba por la suya, antes de probar los recovecos de su boca. Suspiró dentro del beso, amando el deseo que el otro le transmitía. 

De repente la boca de Min se separó y Jun trató de seguir sus labios, con ganas de más. Cuando las manos a ambos lados de su rostro no se lo permitieron abrió los ojos de golpe. 

Si el beso no le había robado el aliento, la posesiva lujuria que ardía en los ojos de Min lo hubiera hecho. 

—Sí, esta es definitivamente una relación. No verás a nadie más mientras estés conmigo, hombre o mujer. Eres mío ahora, Jun. ¿Lo entiendes? 

La declaración de propiedad del hombre debía haber atemorizado a Jun, pero su pulso se aceleró y una sensación de absoluta seguridad lo inundó, era lo que había estado buscando, deseando, anhelando, alguien que lo quisiera tanto como él lo quería. Y quería a Min, tanto que se sintió consumido por una necesidad repentina. 
Jun tuvo dificultades para comprenderlo, pero las manos en la cabeza lo mantuvieron firme.

—Dilo. —Mandó Min. 

—Sí. Nadie más.
Algo parecido a tranquilidad quemó en la mirada de Min, como si hubiera estado atemorizado que Jun dijera que no. Rechazó esa idea tan ridícula hasta que Min bajó la cabeza murmurando de nuevo contra sus labios antes de que el beso le entumeciera la mente y dispersara los pensamientos de Jun. 

—Mío.
Mientras el primer beso había sido duro y posesivo, este era más como un proceso lento y sensual. Min exploró la boca de Jun y gimió cuando él hizo lo mismo. 

Vacilante al principio, antes de ser audaz, la lengua de Jun se encendió, hizo un mapa de los labios, dientes y lengua del otro. Gimió por el embriagador exquisito gusto de hombre y cerveza. Nunca había disfrutado de algo más, y el maldito hombre caliente sabía besar. 

En el momento que Min terminó el beso ambos hombres estaban jadeando. Min apoyó la frente contra la de Jun, su lengua trazó sus labios hinchados por los besos. 

—Quiero joderte tanto, Junnie. —Admitió susurrando—. Ni siquiera sabes lo mucho que te quiero, tu dulce culo envuelto alrededor de mi polla. ¿Puedo bebé? ¿Puedo enterrar mi polla tan profundamente dentro de tu precioso agujero que me sientas durante días? 

Jun se estremeció y vació su mente de las imágenes que Min estaba creando. Su agujero reaccionando y sus caderas empujando contra el otro hombre. Miró al serio hombre y asintió con la cabeza. La sonrisa feliz de la que hizo gala parecía decir que Jun le había concedido el acceso al tesoro más grande del mundo. 

Min agarró su mano y lo condujo a la cocina, donde, sin soltarle la mano, como si no pudiera soportar estar lejos de él ni por un segundo metió un par de filetes en la nevera y le guiñó un ojo. 

—Los tendremos más tarde.
Siguiendo a su amante por el pasillo hasta su habitación, sus nervios comenzaron a manifestarse. 

¿Y si no era bueno? ¿Y si no podía satisfacer a Min? ¿Qué pasaba si… 

—Estás pensando demasiado de nuevo bebe. No te preocupes. —En el dormitorio, Min acercó a Jun junto a él y le besó suavemente—. Cuidaré de ti. Te lo prometo. 

Confiando en el otro hombre, Jun asintió con la cabeza. Min tiró de él hacia la cama y comenzó lentamente a desabrocharle la camisa. A medida que separaba el tejido, Min besó cada trozo de piel expuesta.

La piel de gallina se desató en el pecho de Jun cuando Min se fijó en un pezón. La carne endurecida pedía más atención. Min le dio al cuerpo de Jun lo que quería y con puso su boca alrededor de la pequeña protuberancia. Jun dejó escapar un grito, su cuerpo se empujaba instintivamente más cerca del exquisito placer. 

Min alternativamente lo mordía y lo calmaba chupándolo. Repetía el proceso. En el momento que terminó el cuerpo de Jun estaba temblando, suaves gemidos escapaban de su garganta y la cabeza de su erección prácticamente se asomaba por la cintura baja de sus jeans. 

Min dejó caer una mano a la polla llena y apretó a través de la tela. Jun dejó escapar un grito ronco cuando su polla se sacudió. Empujó sus caderas hacia su toque, incapaz de detener el movimiento, su mente estaba nublada por la lujuria, tardó un segundo en darse cuenta que sus pantalones estaban alrededor de sus tobillos y Min estaba de rodillas delante de él. El hombre liberó la polla de Jun de sus calzoncillos y se quedó mirando durante varios segundos. 

—Tan hermoso. —Susurró.
La primer lamida de la base a la punta casi hizo que Jun cayese de rodillas.

Min le miró y sonrió.
—Agárrate a mí, Junnie. —Le indicó cuando el agarró sus caderas. 

Jun puso las manos sobre los hombros de Min cuando el hombre se centró de nuevo en su polla. Rodeó su lengua por la cabeza, recogiendo una porción de pre-semen. 

—Tu sabor es tan bueno, bebé. —Gimió Min. 

Y entonces su boca se cerró sobre la cabeza de la polla de Jun y su cerebro se apagó. El hombre presionó la lengua sobre los nervios de la cabeza, y las caderas se resistieron al agarre de Min. Las manos sujetaron sus movimientos mientras bajó hasta la empuñadura. La nariz de Min estaba enterrada en su vello púbico, inhalando su olor, con sus labios envueltos alrededor de su pene, era lo más sorprendente y lo más sexy que nunca había visto Jun.

—Oh, Dios. Min. —Dijo entre dientes.
Su mandíbula se apretó cuando luchó rápidamente contra la construcción de su orgasmo. 

Min se levantó lentamente, con los labios creando un vacío alrededor de su polla y chupando con fuerza. Segundos más tarde, volvió a bajar y lo hizo de nuevo, su lengua se arrastró a lo largo de la vena golpeando en la parte inferior de su eje.

—Minnie, por favor. No puedo mantenerlo. Voy a… —Entonces Min clavó su lengua en la ranura de su polla y Jun explotó. 

Sus pelotas se apretaron y entraron en erupción tan rápido que no podía respirar mientras disparaba una corriente de semen en la garganta de Min. El hombre aspiraba como si no pudiese conseguir lo suficiente, incluso se amamantó cuando el eje de Jun se comenzó a ablandar y luego lamió todo a su alrededor sin dejar caer ni una gota. 

Los ojos de Min taladraron a Jun cuando dejó su polla y rozó su pulgar contra la esquina de su boca, chupando un poco de semen que amenazaba con escaparse. 

—Delicioso. —Susurró. 

Jun gimió con la visión y sintió su idiota polla, tratando de endurecerse de nuevo. 

Min sonrió y luego terminó quitándole la ropa, le animó a extenderse más en la cama. No podía apartar los ojos del hombre que se quitaba rápidamente su propia ropa, se puso delante de él en toda su desnuda gloria. Jun no pudo averiguar lo que había hecho para atraer la atención de este Adonis de bronce. El hombre era malditamente hermoso.



Después de hurgar en su mesita de noche, Min se tendió en la cama junto a Jun. Por fin tenía a su compañero justo donde había deseado desde el primer momento que lo había olido. 

—Será más fácil para ti la primera vez si estás apoyado en tus manos y rodillas, —murmuró mordisqueando los labios del hombre— pero también me gustaría ver tu cara mientras te jodo. —Min no podía ocultar la sonrisa cuando Jun se sonrojo. Su hombre ciertamente amaba que le hablara sucio—. Así que voy a dejar que tú decidas. 

Jun vaciló un segundo antes de rodar sobre su estómago y poner sus rodillas bajo su cuerpo. Abrió las piernas y enterró el rostro en el hueco de un brazo, mostrándose a sí mismo a la mirada de Min. Éste incapaz de contenerse, se estremeció y acarició la mejilla de su culo perfectamente redondo. 

—¡Dios Jun, eres impresionante! 

Inclinándose hacia adelante, mordió suavemente la otra mejilla, haciendo que el hombre saltara. Min se echó a reír y se arrodilló detrás de su compañero. Se inclinó y mordisqueó la línea de la columna por la espalda del hombre hasta arriba cuando sintió a Jun tensarse.

—Tranquilo bebé. —Murmuró. Mordisqueó de nuevo la columna bajando, mientras suavemente deslizaba el pulgar sobre el orificio de Jun—. Necesito que te relajes.

Jun asintió con la cabeza, pero almacenaba tensión residual. 
Min bajó sus labios en el cuello de Jun y comenzó a besarlo. El hormigueó de sus encías y el deseo de hundir sus colmillos en el cuello de su compañero casi lo abrumó. Tomo varias respiraciones profundas, movió su beso hacia la oreja de Jun. 

Una vez que sintió al hombre relajarse, volvió con su mano al culo de Jun circulando su agujero una y otra vez.

—¿Has jugado aquí alguna vez contigo mismo? —Susurró.

Jun sacudió la cabeza.
Min sonrió. 

—Así que voy a ser tu primero. No sabes lo duro que eso me pone. —Como para confirmar su declaración su pene se sacudió con entusiasmo. Dejó salir un pequeño gemido y continuó en voz baja profundizando en su acento, porque podía oler la excitación del hombre volviendo cuando lo acariciaba. Apenas necesitaba mirar, abrió de golpe la botella de lubricante y echó una gran cantidad en los dedos, extendiéndolo entre sus dedos para calentarlo.

»En primer lugar voy a empujar dentro un dedo, y luego dos. Voy a estirarte, bebé. —Susurró mientras regresaba a acariciar el agujero de Jun. Cuando Min sintió al hombre bajo él empezar a mecerse hacia él, buscando su toque, empujó un dedo hasta la articulación. 

Jun dejó escapar un gemido y empujó más duro. 

»¿Te gusta eso, bebé? ¿Te gustaría tener una parte de mí dentro de ti? 

Jun asintió con la cabeza y se echó hacia atrás otra vez. Min empujó su dedo más profundo antes de sacarlo de nuevo. Después de haber aflojado lo suficiente a Jun deslizó un segundo dedo haciendo que su compañero se parara y aspirara con un grito sorprendido. No quería que sintiera dolor durante mucho tiempo, sus dedos se torcieron y buscó la próstata de Jun. Supo que la había encontrado cuando brincó por debajo de él y exclamó su nombre. Maldita sea, le encantaba escuchar su nombre de labios de Jun. Acarició la glándula un par de veces más y suavemente extendió sus dedos abriendo a su compañero. Después de conseguir que Jun estuviera cómodo con un tercer dedo, sacó sus dedos y fue a por un condón. 

Jun gimió, moviéndose sin cesar.
Min besó la parte de atrás de su cuello.

»Tranquilo bebé. Voy a por el condón. Estoy aquí. —Segundos más tarde tenía su dolorido eje cubierto, lubricado y preparado en la entrada de Jun. Cuando Jun trató de empujarse contra Min, éste le calmó con una mano en su espalda. 

»Empuja hacia mí Jun. 

Cuando Jun obedeció, Min deslizó la cabeza de su polla atravesando el primer anillo de músculos. El apretado calor alrededor de su polla fue directamente a su cabeza. Su lobo quería empujar dentro de su compañero y reclamarlo, obligar al hombre que tenía debajo a reconocer su fuerza. Aspiró varias profundas respiraciones y los sacó de sus pulmones, mientras esperaba que Jun se ajustara. Finalmente los músculos empezaron a relajarse y lentamente se empujó el resto. 

Acostado sobre la espalda de su compañero enterró su polla hasta la empuñadura, Min apoyó la frente en la espalda de Jun. 

»Oh, joder Junnie. Te siento tan bien. Por favor, dime que puedo moverme. 

—Síiiiiiiii. —Susurró Jun—. Jódeme Min. Por favor, jódeme. 

No se lo tenía que pedir dos veces. Min se retiró casi hasta la cabeza antes de empujar de nuevo. Segundos más tarde se dio cuenta que Jun estaba empujando de nuevo contra él, encontrándose empuje con empuje. Saberlo hizo que sus bolas se apretaran, y Min sabía que no iba a durar mucho. Buscando por debajo de su compañero, encontró la polla de Jun dura y goteando. La acarició al mismo ritmo que sus empujes y aceleró el ritmo. 

Las caderas de Min se inclinaban hacia adelante, sus bolas golpeaban contra el culo de Jun con cada golpe. 

La habitación se hacía eco con sus gruñidos y gemidos, cuando los dos se encaminaban hacia su finalización. 

—Córrete para mi, Junnie. Déjame sentir con mi polla hace que te corras. 

Jun gritaba debajo de él a la vez que el interior de sus músculos se apretaban fuerte. Dos golpes más tuvieron a Min siguiendo a su compañero en el éxtasis y gritó su propia liberación. Cayó encima de Jun, apoyando la mayoría de su peso en los codos mientras su cuerpo se estremecía poco a poco bajando de las alturas de su orgasmo. 

—Wow.
Si no hubiera tenido oído de lobo no había oído las palabras susurradas por Jun. 

—Sí, cariño. Eso lo resume todo. —Agarró la base del condón y se retiró.

Por primera vez lamentó tener que usar uno. Min quería derramarse en su compañero. Tendría que hablar con Jun acerca de eso en algún momento. 

—Ahora vengo. —Murmuró dejando un beso rápido en la base de su cuello.

Se deshizo del preservativo y tomó una toalla caliente del baño. Después de limpiarse tomó otra y regresó con su compañero. Jun se había desplazado a su lado y miraba por encima del hombro cuando Min entró. Jun sonrió vacilante. Bajando tranquilamente cerca de él, Min reclamó los tímidos labios de su amante, disipando la preocupación que veía en sus ojos. Poco a poco, estuvo haciendo el íntimo acto de limpiar los genitales del hombre. 

Después de lanzar la toalla al suelo, empujó a Jun a sus brazos y lo abrazó. 

—Creo que necesitamos una siesta. —Murmuró bostezando—. Y luego cenamos. ¿Algo que decir? —Min sonrió cuando Jun le abrazó de nuevo apoyando su cabeza sobre su hombro. 

—Es un plan fantástico. —Murmuró ya medio dormido.



Maldita sea, pero podría acostumbrarme a esto rápidamente.



Min pensó en su compañero, esperándole en la cama de su casa y decidió que aceptar esa carrera no fue tan buena idea. Pero sabía que su lobo tenía que salir. Habían pasado casi dos semanas desde que había ido a correr. Se estremeció cuando se desnudó. 

—¿Qué te tiene de mal humor? —Le preguntó Kiseop—. Despertaste en el lado contrario de… —Los ojos de su hermano se agrandaron al captar su aroma—. Mierda. ¿Dejaste a Jun durmiendo de nuevo? 

Min se encogió de hombros.
—No podía soportar la idea de enviarle a casa. 

Kyu pasó junto a él y lo olió. Dejando escapar una risa y dijo—: No hay ninguna sorpresa de lo que habéis estado haciendo. 

Min le dio la vuelta antes de llamar a su lobo y comenzar a cambiar. Los huesos estallaron y se reorganizaron y de la piel brotó una cola creciendo. Su rostro se apretó y alargó su hocico creciendo los dientes. Diez segundos más tarde un gran lobo negro salió de su chaqueta y aulló, diciéndoles a su hermano y su amigo que se dieran prisa de una puñetera vez. Tenía un compañero con el que volver. Su forma canina sonrió con tan feliz pensamiento. 

Menos de un minuto después vio a su hermano cambiar a un lobo similar, un poco menos grande. Min miró hacia atrás y vio un gran tigre de Bengala cazar más allá de ellos. Gruñó antes de internarse en el bosque. Min y Kiseop siguieron el ritmo de la bestia más grande. A los diez minutos de estar corriendo, Kiseop aulló y se dirigió más hacia el oeste. Los otros se desviaron siguiéndolo. 

Después de casi cuarenta minutos, Min se fijó en su hermano olfateando en el suelo. Kyu y él le siguieron cuando poco a poco Kiseop los llevó a través de un barranco, alrededor de un estanque, en un claro. 

Se dejó caer a un lado en el borde y aulló. Sí, este era el lugar. Min se puso al lado de su hermano y vio al gran tigre alrededor del claro. Después de treinta minutos de verlo, Min miró al cielo y vio que solo quedaba una hora y media de madrugada. 

Min mordisqueó a Kiseop y señaló el horizonte con el hocico. Kiseop asintió con la cabeza y aulló al tigre. El tigre giró la cabeza para hacerles frente. Kiseop frotó por los árboles y aulló. Kyu hizo con su pata una señal para que siguieran adelante y se volvió a seguir explorando. 

Kiseop se sentó y movió su cuerpo claramente irritado de que el tigre no se uniera a ellos.

De repente el tigre los pasó en dirección a los coches. Miró sobre su hombro encantado consigo mismo. Min ladeó la cabeza, tratando de decidir si el gato grande se estaba riendo de ellos antes de que cambiar. 

Rayas rojas acababan de iluminar el cielo cuando llegaron a sus coches. Después de comprobar que no había nadie cerca, Min se libró de su lobo y comenzó a cambiar. Se agachó y tomó sus vaqueros sin molestarse en abrocharlos. Se puso la camiseta y zapatillas de deporte y sacó las llaves de su bolsillo.

—Me voy de aquí chicos.

—Póker en mi casa el sábado. A las siete en punto. Lleva cerveza. Yo pongo la pizza. 

Min asintió con la cabeza.
—Claro. —Dijo a su hermano por encima del hombro—. Déjame saber cuántos somos, ya sabes. 

Oyó cerrar de golpe la puerta del coche de Kiseop mientras revisaba su teléfono y veía el número de Jun. 

—Mierda, —gimió, sin saber que decirle. Realmente esperaba estar de vuelta antes de que despertase. 

Saliendo a la calle, marcó y esperó. El mensaje era de hacía una hora y oyó a un vacilante Jun preguntar si todo estaba bien, empezó a decir más pero colgó a mitad de la frase. Llamó al número de Jun pero no se lo cogió.

Frunció el ceño, Min gruñó a su furgoneta y aceleró hacia la casa. 
Su estómago se cayó cuando entro en su calle y vio que el coche de Jun no estaba. Saltando de su camioneta, se precipitó al interior, buscando una nota, pero no encontró nada. 

—Joder. —Gritó, golpeando el puño sobre la mesa. Tomando el teléfono de nuevo marcó el número de Jun.

Su aliento salió corriendo cuando escuchó que el hombre descolgaba. 

—Hey bebé, siento que me tomara tanto tiempo volver aquí, yo… 

—No te preocupes por eso. Tengo un montón de papeleo con el que ponerme al día antes de mañana, me vino bien.

A Min no le gustó el tono plano en la voz del otro hombre. Buscó en su cerebro una manera para conectar. 

—Como estás tan ocupado, tal vez te lleve una pizza o algo para la cena. Estoy seguro que descansarás entonces, ¿sí? 

—No. Está bien. Estoy realmente muy ocupado, Jung Min. Nos veremos en otra ocasión. 

Antes de que pudiera replicar, Jun continuó.

»Hey me voy a correr. Gracias por llamar. Estaba… preocupado cuando me desperté y no estabas. Me alegro que todo esté bien. Hablaremos más tarde.
Con la boca abierta miraba el teléfono y escuchó el tono de marcado. 

—¿Qué demonios? —Min no podía imaginar lo que acababa de pasar. Se sentó en la mesa durante varios momentos antes de coger el teléfono otra vez.
Cuando una voz respondió, susurró. 

—Te necesito aquí.

—Estoy en camino.

No se movió hasta que escuchó la llamada a la puerta. Todavía en las nubes, Min se levantó y abrió la puerta. No fue hasta que su hermano se acercó y secó las lágrimas de su rostro que se dio cuenta que estaba llorando. 

—¿Qué paso Min? ¿Qué está mal? 

Min vio a Kiseop encender una cafetera.
—No tengo ni idea. —Susurró—. Jun me dejó un mensaje mientras estaba con ustedes. Cuando llegué se había ido. Lo llamé y me dejó. 

Kiseop lo miró fijamente durante varios segundos.
—¿Qué le dijiste que estabas haciendo esta mañana?

—No le dije nada. ¿Qué le podía haber dicho?
Kiseop lo miró durante varios segundos frunciendo el ceño. 

—A ver si lo entiendo. Tienes sexo con tu pareja, que esencialmente era virgen.
Min abrió la boca para disputar ese punto.
Kiseop levantó la mano. 

»Me refiero a sexo gay. —Agregó enfáticamente. 
Min se encogió de hombros. 

»Y entonces se despierta a solas sin ninguna explicación. Sin nota, y tú no respondes al teléfono. —Kiseop sacudió la cabeza—. Dios mío, Min. Ponte en sus zapatos. Pensó que lo habías dejado. 

—¿Qué? ¡No! Me ofrecí a llevarle la cena.

—Demasiado poco. Demasiado tarde hermano. Tienes que hacer algo más serio, pedirle disculpas en persona. —Explicó.

—No sé donde vive. —Frunció el ceño antes de mirar a Kiseop de nuevo—. Bum Puedes preguntarle a Bum. 

Su hermano soltó un bufido.
—¿Y decirle qué? Bummie cariño, mi hermano gay ha tenido una bronca con tu hermano gay y Min no sabe donde vive Jun, ¿me quieres dar la dirección para que pueda ir a pedir disculpas? 

Min hizo una mueca.
—Supongo que no.

—Relájate. Mañana, iremos a visitarlos al zoo, puedes quedarte con él a solas y chuparle la polla o algo para hacer las paces con él. 

—Dios mío, Kiseop. Estás demasiado cómodo diciendo eso para salir con su hermano menor. —Kiseop estrechó sus ojos, Min gimió

—Te he oído bastante para que no me sorprenda nada.

Min sonrió con tristeza—. Gracias por venir. 

—Por supuesto. Me puedes hacer el desayuno para compensarme. 




El sueño se le escapaba. Jun miró al techo. ¿Quién pensó Min que era para jugar con él de esa forma? Claro, pensó que era un niñato virgen con la pregunta acerca de la relación, pero eso no significaba que tenía que largarlo después del sexo como una prostituta. 

Golpeando su puño contra la almohada, gruñó con frustración. ¿Había algo que lo hacía diferente? Jun no lo sabía. No tenía experiencia con los hombres. Tirando la colcha salió de su cama y fue descalzo a la cocina, metió la mano en la despensa y sacó la botella de whisky. Solo necesitaba unos pocos tragos para apagar su cerebro. Entonces sería capaz de dormir. 

Saltándose el vaso, bebió un trago directamente de la botella, haciendo muecas por la quemadura cuando cayó a su estómago. Agarrando la botella de alcohol en un puño, se dirigió a la madriguera. 

Mirando alrededor del cuarto, se quedó con el frío mobiliario en blanco y negro. Cuando lo hubo decorado, había pensado que no había nada más maravilloso que gastar su dinero en sí mismo de esta manera. Ahora se sentía vacío. El deseo de acurrucarse en una pequeña sala de estar en un sofá con Min lo inundó gimiendo. 

Tomó otro sorbo de whisky y luego otro en un intento de ocultar sus pensamientos.
Unos golpes fuertes sacudieron a Jun de su sueño. 
El dolor estalló en su cabeza y rodó más. De repente la cama se movió bajo él y cayó al suelo. El dolor le atravesó el hombro antes de asentarse.

—¿Jun? ¿Junnie me oyes?
Forzó un ojo para abrirse y vio a Bum flotando sobre él.

—Oh. Dios mío Jun. ¿Qué pasó? 

—Café y aspirina. —Susurró. 

—Por supuesto. Seguro. —Dijo Kibum desapareciendo. 

Jun se forzó para ponerse de rodillas. Maldita sea, ¿qué había estado pensando y en una noche de trabajo nada menos? Agarró su cabeza con una mano, la otra la deslizó a lo largo de la pared, y poco a poco se tambaleó al cuarto de baño. Jun se echó agua sobre su cara antes de meterse en la ducha y limpiarse. Cuando avanzó pesadamente hacia afuera, se sintió un poco mejor, pero el café que olía y las aspirinas le limpiarían más la cabeza. 

En su camino a la cocina, cogió la botella vacía de whisky e hizo una mueca. ¿Realmente se había bebido todo? Sacudiendo la cabeza, Jun dejó caer la botella a la basura y Bum le entregó una taza de café. Mantuvo la cabeza hacia abajo evitando la mirada interrogante de su hermano. Sabía que no iba a esperar mucho y enjuagó la taza. 

—Tienes un aspecto horrible, Jun. ¿Qué pasó? 

—No quiero hablar de eso. —Murmuró.

Mirando el reloj se dio cuenta que ambos llegaban tarde al trabajo. Debía haber sido eso lo que alertó a Bum.
El lo miró. 

—Tonterías. Te quedaste toda la noche bebiendo y no fue por nada, quiero saber que pasó. 

Jun se encogió. 

—Tranquilo hermanito. La aspirina no ha funcionado de momento. —Cuando apretó los labios y el abrió la boca para seguir discutiendo, levantó las manos. Podía decirle algo de manera indirecta—. Mira, solo te diré que tuve una cita el sábado, nos metimos en la cama juntos, pero me desperté solo. Realmente me gustó mucho mi pareja, y me golpeó duro. ¿De acuerdo? 
Los ojos de Bum se suavizaron y pasó un brazo alrededor de su cuello. 

—Oh Junnie. Lo siento. ¿Hay algo que pueda hacer? 
Acercó más a su hermano abrazándolo. 

—No, pero gracias por preguntar. Dolerá unos días pero seguiré adelante. —Jun hizo una mueca—. Siempre lo hago. 

—Hey, ¿estás bien? ¿Necesitas otra aspirina? —Preguntó Bum. 





Jun levantó la vista de la serpiente que había estado mirando.
—No, estoy bien. 

¿Cómo le dices a tu hermano menor que ayer había tenido su primera relación homosexual? Le había tomado un montón rebuscando en su alma, después de que su dolor de cabeza pasase a ser un ruido sordo, para darse cuenta de que debería haber esperado para ver por qué se había ido Min, aunque terminó teniendo una confrontación con el hombre siendo un gilipollas. 

Pero Jun no había sido bueno en las confrontaciones, y siempre había tomado la salida cobarde. Huía. Si hubiera sido una persona honesta, después del malentendido, y como había actuado, no le sorprendería si Min nunca volvía a hablarle. 

Enfocando sus pensamientos de nuevo en la Boa Constrictor que estaba tumbada sobre su mesa, verificó el recuento de glóbulos blancos de la serpiente. Oyó la puerta detrás de él y habló sin mirar. 

—Estaré contigo en un momento. 

—De hecho, he venido a robarte a Bummie. Me gustaría llevarlo a comer, si está bien. 

Jun se puso rígido con la voz de Kiseop. ¡Mierda! ¿Le contó Min a su hermano sobre su estúpida actuación? Mientras Kibum chilló y corrió hacia su nuevo novio, Jun mantuvo la atención en la serpiente. No había manera en el infierno que mirara la cara del hermano de Min en esos momentos. 

—Kim Kibum, no me dejes solo con esta serpiente. —La puerta se cerró a su declaración y suspiró. 

—No te preocupes bebe. Te mantendré a salvo. 

Las palabras tranquilas de Min le causaron un vuelco. El shock llenó a Jun cuando vio a Min con una postura nerviosa. Incluso incómodo, el hombre era sexy. 

—Min, ¿qué estás haciendo aquí? —Oh, sí gran saludo gilipollas. 

—He venido a pedirte disculpas. Lo siento. —Sus ojos se oscurecieron cuando se acercó y tomó la parte superior de sus brazos—. Debería haberle dicho a Kiseop que no. No debería haberte dejado solo. Estuvo mal. Por favor, perdóname. Por favor, dame otra oportunidad para demostrarte que no soy un imbécil y que realmente me preocupo por ti. 

La súplica en los ojos de Min y el tomo derretido de su voz fundió cualquier enojo que todavía podía haber albergado. 

—Por supuesto. —Susurró y tocó los labios de su amante—. Yo también lo siento. No debería haber corrido. Debería haberte esperado, o al menos haber aceptado la pizza que ofreciste. Sé que suena extraño, solo te conozco desde hace poco, pero te extraño, extraño tus brazos alrededor de mí. 

—Ah, bebé. Gracias. —Suspiró Min antes de capturar sus labios. 

En el fondo de su mente, Jun sabía que hacer eso con Min en su lugar de trabajo no era la mejor manera de mantener un perfil bajo, pero en ese momento no podía prestar atención o dejar de hacerlo. 

Abriéndose con facilidad, se hundió en el beso y enterró sus manos en las gruesas hebras de cabello oscuro de Min. Los brazos de Min se deslizaron alrededor de sus caderas y tiró de él hacia su cuerpo. Jun gimió en voz baja, su polla se engrosó frotándose con la polla erecta del otro hombre. 

—Oh. Dios mío.
Las palabras sorprendidas de su hermano cortaron la niebla llena de lujuria de Jun. Girando de golpe la cabeza, rompió el beso y se quedó mirando el pálido rostro de Kibum y su expresión de sorpresa. 

—Bummie, —dijo entre dientes.

Kibum levantó la mano y les señaló.
—¿Era…Min…tú cita? —Chilló el incrédulo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas antes de que el se diera la vuelta y huyera de la sala de examen, desapareciendo en la sala de espera. 

—Mierda, —exclamó Jun, yendo tras el. 

No tenía idea de que decirle o como explicárselo, pero tenía que intentarlo. Oyó los pasos de Min tras él justo antes de ver a Kiseop , agarrar a su hermano y abrazarlo cerca. 

Min tiró de Jun parándolo con un brazo alrededor de su cintura.
—Espera, Jun. —Susurró. 

Kibum luchó contra el agarre de Kiseop y su control se aflojó pero no la dejó salir del círculo de sus brazos. 

—¿Qué es Bum? ¿Qué pasa? 

—Tu hermano es gay, y ha corrompido a Jun. Eso es lo que pasa. 

—Bummie, por favor, cálmate y escucha. —Dijo Kiseop con serenidad.

Jun se llenó de asombro cuando Kibum obedeció quedándose en sus brazos mirando a Kiseop.
Su tono de voz salió tranquilo y persuasivo. 

—Sé que mi hermano es gay, y el no le hizo nada a Jun, así que por favor, no la uses más, mi amor. Como para tu hermano, temía esta reacción eso es por lo que nunca te ha dicho nada. Min se preocupa por Jun, como yo me preocupo por ti. 
Finalmente ha encontrado a alguien por el que merece la pena salir, y por eso, te necesita más que nunca. Jun necesita tu apoyo, Bum. Sé que le amas. No dejes que algo como esto te nuble. 

Kibum se quedó en silencio en sus brazos durante varios segundos antes de girarse haciendo frente a Jun. 

—¿Se lo dijiste a Kiseop pero no a mí? ¿Por qué? 

Jun suspiró, apoyando la espalda contra Min.
—Porque me temía que ibas a reaccionar exactamente como lo has hecho. Vi lo que pasó cuando Ji Yong salió delante de su familia. Fue rechazado, y mamá y papá aprobaron la decisión de sus padres. No vi nada que me hiciera creer que tú me apoyarías. Ademas siempre me dijeron que contigo era mas que suficiente, Bummie siempre te apoyaron por ser el bebe de la casa, pero no iba a ser lo mismo conmigo, papa me lo advirtió.

—Tenía doce años cuando eso sucedió Jun. —Dijo el con exasperación—. Eso fue hace diez años. Entrar y verte con Min ha sido un shock. Podrías habérmelo dicho. —Kibum apoyó una mano en la cadera y le fulminó con la mirada.

Jun se soltó de los brazos de Min y se detuvo delante de el.

—Lo sabes ahora. Me gusta Min. Me gustaría saber a dónde nos lleva esto. Sé que mamá y papá no lo van a aprobar. Así que probablemente me echaran de la familia. Tú eres mucho más cercana a ellos de lo que yo nunca lo he estado, y no quiero eso para ti. 

Kibum le echó los brazos alrededor y lo abrazó. 

—No voy a darte la espalda. No por esto. Por nada del mundo. Lo siento, me asusté, Jun. Nunca me has dado ninguna pista. —Terminó sin poder hacer nada. 

Una lágrima se deslizó de los ojos de Jun antes de que pudiera cerrar los ojos.

—Gracias Bummie. —Entonces miró a Kiseop sonrió—. Y gracias a ti.
Kiseop abrazó a su hermano y asintió con la cabeza. 

—¿Entonces Min y tú están bien? 

—Sí, nosotros estamos… ¡joder! —Jun se giró hacia el movimiento del borde de su visión y gritó—. ¡Kibum coge tu maldita serpiente! Ya le he hecho el examen, así que llévatela un infierno lejos de aquí. 

Su hermano rodó los ojos, acercándose despacio a los seis metros de serpiente y la recogió, envolvió sus anillos alrededor de sus brazos. 

—Uf, qué dramático eres, Jun.

Min agarró el brazo de Jun y lo sacó de la trayectoria de Kibum cuando el pasó volando y la puso en una jaula de transporte. 

—Estoy contigo bebe. No me gustaría tener nada que ver con ella tampoco. 

Los labios de Kiseop temblaban. Aunque Kibum consiguió que la gran serpiente se metiera en la jaula móvil, les sonrió a ellos susurrando:—Estoy con vosotros chicos.





—¿Estás seguro que está bien que yo vaya? —Preguntó Jun por teléfono. 

—Sí, cariño. Salí fuera cuando tenía quince años. Les he hablado bastante de ti, y esperan reunirse contigo. Mi madre me ha estado pidiendo que te invite a cenar durante varios días. Estoy tan contento de que finalmente hayas accedido y haya podido apaciguarla. 

Jun sonrió, imaginando la sonrisa de alivio en la cara de Min mientras hablaba. 

—Está bien, iré a tu casa después de trabajar y te recogeré. —Colgando el teléfono hizo una mueca, pero no pudo sentir lástima después de escuchar la emoción en la voz de Min, el hombre realmente pensaba que su familia estaría emocionada por conocerle. 

Después de pasar casi tres horas con la familia de Min, el hombre empujó a Jun fuera de la casa. Jun se derrumbó prácticamente en su camioneta. 

—Santo infierno, tu familia es… 

—¿Abrumadora? —Bromeó Min.

Jun se echó a reír.
—Iba a decir exuberante. Nunca he visto a una mujer tan emocionada por conocer al novio de un hombre, o incluso al novio de una mujer para el caso. —Se echó a reír, incapaz de expresar el placer que sentía de que alguien estuviera feliz por él y Min. 

Min se inclinó y le dio un beso profundo.
—Bueno, sé que no era la única, mi papá lo oculta mucho mejor. 

Su sonrisa se volvió acusadora.
—Se te olvidó mencionar que tus seis hermanos y sus familias iban a estar ahí.

Su amante tuvo el decoro de parecer avergonzado.
—Iba a decírtelo, pero luego pensé que te negarías a venir. 

—¿Cómo podría rechazarte? —Sonrió Jun.

Manteniendo sus ojos en la carretera, tomó la mano de Min antes de decir secamente.
—Todo lo que tienes que hacer es mirarme con esos sexy ojos y me derrito. Un poco como cuando el niño de Sky High (Película Walt Disney Pictures, en Español Escuela de Altos Vuelos <<la de los super héroes, creo que en México se llamo, "Super escuela de héroes">>.) hacía con sus helados. 

—¿Qué?
Jun se sonrojó ante la diversión en la voz de Min. Sí, había revelado su preferencia cursi por esa película. 

—Es una película infantil de superhéroes. —Dijo entre dientes. 

—¿Y uno de los superhéroes se derrite? —Preguntó Min confuso—. ¿Cómo lo hace eso un superhéroe? 

—No es así. Es un compinche. —Arriesgando un vistazo, se sintió aliviado al ver algo de interés, aunque estuviera confundido, en el rostro de Min—. Los niños están divididos en dos grupos según sus superpoderosas habilidades. Algunos son héroes y algunos son compinches. —Sonrió—. Tonto, lo sé, pero realmente me gusta la película. Trata sobre la aceptación y comprensión sobre los que son diferentes a ti, y, por supuesto, derrotar al malo de la película y conseguir a la chica. —Sintiéndose más cómodo, consiguió una sonrisa de Min. 

—Bien, ahora estoy curioso por este tipo que se derrite. ¿Tienes la película?

Y el rubor estaba de vuelta. 
—Sí, —admitió parando el coche frente a la pequeña casa de Min. 

—Bueno, la veremos juntos en algún momento.

Jun se giró ante las palabras de Min, pero se dio cuenta que estaba bastante serio cuando lo dijo y Jun sonrió cuando se deslizó del coche. 

—Vete a casa y descansa un poco. —Le ordenó—. Conozco a mi familia, pueden ser bastante abrumadores al principio. Será más fácil. —Empezó a cerrar la puerta y luego se detuvo—. No te olvides del sábado. Nos veremos a las seis y media. 

********** 

Jun se quedó mirando la casa y negó con la cabeza.
—¿Cómo me metería en esto otra vez? —Preguntó mirando sobre su hombro a Min. 

Min miró a su preocupado compañero y sonrió.
—¿Qué quieres decir? Es solo una noche de póker en casa de mi hermano. Como mi novio, eres siempre bienvenido a unirte. De hecho, casi esperan que estés allí.

Jun le dio una sonrisa torcida.
—Tu novio, ¿eh? 

Sonriendo, asintió con la cabeza.
—Oh, sí. —Agarró la mano de Jun, lo acercó y selló los labios con los suyos. Dios, amaba besar a ese hombre. Podría hacerlo toda la noche. Su polla se endureció y le recordó que había otras cosas que quería hacer. Apartándose de Jun, sonrió—. Trata de relajarte. 

Jun le sonrió.
—¿Me besas así y luego esperas que me relaje?
Riéndose, liberó a su hombre. Sí, le gustaba como sonaba, su hombre. 

—Me parece justo. Coge el resto de la cerveza y vamos. —Abrió el camino atravesando el resto de la casa hasta la cocina y dejaron lo que llevaban en el mostrador. 

Jun puso sus cosas también y miró hacia el congelador.
—¿Quieres que llene el fregadero con hielo? 

—Claro, voy a buscar a mi hermano.

—No necesitas buscarlo, —interrumpió Kiseop, entrando en la cocina con una sonrisa curvando sus labios—. Es bueno volverte a ver, Jun. Estaba hablando con Bum de otra cita doble. ¿Les viene bien mañana por la noche? 

Jun miró hacia Min y se encogió de hombros.
—Seguro. 

—Suena bien para mi, hermano. —No había visto a Kibum desde que Jun salió el lunes.
Le había preguntado a Jun como iba entre ellos, y le contestó que genial. El le había hecho un montón de preguntas. Por la esquina de sus ojos vio a Jun sacar una bolsa de hielo del congelador y llenar el fregadero antes de abrir varias cajas de cerveza. Min había retrasado el cortejo de su compañero por el bien de Jun. No quería asustar al hombre con la forma posesiva en la que ya se sentía, pero con solo hablar por teléfono cada noche y un par de citas para cenar, el lobo se impacientaba. 

—Hey, ¿cómo te va con él? —Preguntó Kiseop en voz baja—. Parece que se siente como en casa. 

Min sonrió.
—Estoy trabajando en relajarle. —Se encogió de hombros—. Nos hemos tomado las cosas con calma esta semana, pero tengo planes para más tarde. —Vio la divertida expresión de Kiseop, aclaró su garganta y habló en voz alta—. ¿A qué hora es nuestra cita? 

—Nos encontraremos en Mario a las siete. 

Min miró hacia Jun, quién echó un vistazo sobre sus hombros y asintió con la cabeza. Min sonrió.
—Me parece bien. Así que… ¿Quién viene esta noche? 

—Kyu, Saeng y Junsu.

—Genial, mierda, ¿en serio? ¿Has invitado a Junsu? —Min sacudió la cabeza. Junsu no era de la manada, pero los conocía, y después de muchas explicaciones, resultó comprensivo. Junsu era de la manada, pero le gustaba meterse contra los “maricas” y “jodeculos”. Presentarle a Min en este punto frágil de su relación no era hacerse ningún favor a sí mismo. 

—Lo siento Min. Me oyó pedírselo a Kyu. —Kiseop puso una mano sobre su hombro—. No le quitaré ojo. 

Jun les miró.
—¿Un gilipollas? —Preguntó sin rodeos. 

—¿Quién es un gilipollas? —Preguntó una voz profunda desde la puerta. 

—Tú Junsu. ¿O no sabes cómo llamar? —Le gruñó Kiseop. Su tono hizo que el otro hombre bajara sumiso la cabeza, lo cual sería difícil de explicar si Jun preguntaba. 

—Lo siento Kiseop. —Murmuró Junsu rápidamente—. Hey, Min no te había visto… — Kiseop estaba detrás de Jun y le hizo una seña advirtiéndole que guardara su lengua,… ah desde hace un tiempo. ¿Dónde has estado? 

—He estado ocupado trabajando.
Junsu miró disimuladamente a Jun.

—¿Y cortejando a tu amigo, eh? —Le tendió una mano a Jun—. Xiah Jun Su.

—Kim Hyung Jun. 
Junsu parpadeó, levantando las cejas.

—¿Kim? No estará relacionado con el Doctor Kim, ¿verdad?

Min vio como Jun palideció ligeramente antes de asentir con la cabeza. Su olor cambió sutilmente a cautela y Min esperó que Junsu no se diera cuenta. 

—Sí, es mi padre. ¿Cómo le conoces?

—Saeng y yo trabajamos en el hospital Kim's Memorial. Soy paramédico. 

—¿He oído mi nombre? —Una susurrante voz masculina preguntó. Un hombre bajo y delgado, con pelo rubio largo entró en la cocina y lanzó una sonrisa tímida a todo el grupo—. ¿Llego tarde? 

—No en absoluto. Estamos esperando a Kyu. —Le dijo Kiseop—. La pizza estará aquí en media hora. 

Como si hubiera oído su nombre, la puerta se cerró y un hombre entró en la habitación. Kyu tiró cincuenta sobre la mesa. 

—Eso es para la pizza. ¿Empezamos? 

—Sí. —Respondió Min. 

Jun sacó las cervezas para los demás antes de abrir una para sí mismo, todo el mundo lanzaba furtivas miradas a Kyu. Una vez hecho esto, se volvió y le tendió la mano.

—Soy Hyung Jun. Soy uno de los veterinarios del zoológico. ¿No te he visto la semana pasada? 

Kyu estrechó la mano de Jun asintiendo con la cabeza y oliéndolo discretamente. Miró a Min antes de contestar. 

—Sí, he estado un par de veces esta semana. 

—¿Trabajas con animales? 

El hombre se echó a reír.
—No. Soy detective. Detective Kyu Jong. 

Los ojos de Jun se agrandaron.
—Oh Dios. Nada grave está pasando espero.

—Un, no tengo libertad para hablar de eso. 

—Lo siento. No debería haber preguntado. Debería saberlo. 

—Si tú padre es el doctor Kim sabes que él no habla del trabajo en casa todo el tiempo. —Anunció Yunsu antes de tomar un trago de una cerveza—. Ya sabes, nunca ha mencionado tener un hijo. ¿Es porque eres maricón?

Kiseop gruñó furioso.
—¿Qué te dije sobre decir esas cosas en mi casa? ¿O quieres que te de una patada en el culo?

Jun se puso colorado.
Junsu levantó las manos en señal de rendición. 

—Lo siento. Gay ¿Mejor? —Entonces el hombre se volvió a Jun—. ¿Y? 

—Joder. Les dije a todos que eres un gilipollas. Sal de aquí, Junsu. —Gruñó Min 

—No te mosquees. Solo estaba curioseando. 
Min vio a Junsu salir de la cocina y lanzarse contra una silla del comedor. 

—Cualquiera pensaría que se daría cuenta de que la mayoría de nosotros somos gay. —Dijo Saeng en voz baja. 

—No es el lobo más brillante de la manada, seguro. 

Min lanzó un gemido por el desliz de su lengua.
Jun se limitó a asentir.

—Veo lo que quieres decir acerca de que era un imbécil.

—Hey, —murmuró Saeng—. ¿Tiene razón? ¿Tú padre es el doctor Kim? 

Jun asintió con la cabeza.
—Sí, soy su hijo. Junsu dijo que trabajaban en el hospital con él. 

Saeng sonrió ligeramente.
—Más o menos. Soy asistente de rayos y más o menos trato de mantenerme fuera de su camino. 

Sorprendido por la insinuación, la mirada de Min se asentó en el hombre tímido delgado. Min había rescatado a Saeng frente a un bar gay en una ciudad cercana. Había salvado al joven hombre de que le patearan el culo un par de heteros que habían estado al acecho alrededor del bar. Cuando aprendió que vivía cerca, Min y Kiseop habían tratado de incluirle en cualquier cosa no relacionada con la manada. 

Cuando fue a la fiesta, hacia unos meses, del Cuatro de Julio había visto cambiar a un par de cachorros accidentalmente. Después de un montón de explicaciones por parte de su parte y de Kiseop, Saeng aceptó la revelación y siguió adelante. 

La risa de Jun hizo regresar a Min a la conversación. 



—Sí, mi padre puede ser un idiota, quería que hiciera medicina pero yo no quería trabajar con él, así que me hice veterinario.




Min lanzó su mano en el bote.
—Doblo.

Jun se estiró mirando el reloj. Era casi media noche ¿Hasta qué hora jugaba por lo general Min? Luchaba contra un bostezo, miró a su amante y atrajo su mirada. Min le guiñó un ojo y volvió a estudiar sus cartas.

—Voy a por algo de agua. ¿Alguien quiere algo?

—Me traes una cerveza, ¿quieres? —Dijo Junsu. 



—Gracias Jun. Tomaré una cerveza. —Añadió Kiseop.

Saeng saltó.
—Te ayudaré. Estoy de guardia mañana, así que tomaré algo de agua. 

—Una cerveza sería fantástico, bebé. —Dijo Min con una sonrisa caliente. 

Jun luchó contra sus colores por el cariño en la voz de Min, y cuando Kyu le pidió una cerveza levantando un dedo, se obligó a moverse. Entrando en la cocina y cogiendo las bebidas, Saeng le sonrió tímidamente.

—Debes ser importante para Min. Nunca ha traído a su novio a una noche de póker antes. 

—¿En serio? —No pudo dejar de sonreír cuando miró hacia atrás.

Saeng asintió con la cabeza.
—Es bueno verlo tan relajado. Normalmente está tan tenso, como si estuviera siempre en guardia, en busca de algo o esperando que algo suceda. Contigo, —Saeng se encogió de hombros— quizá haya encontrado lo que haya estado buscando. 

—Dios, espero que sí. —Murmuró Jun. Saeng frunció el ceño—. No soy realmente bueno en las relaciones y esta es mi primera relación gay. Definitivamente siento algo por Min, solo espero que el sienta lo mismo.

Apoyando una mano sobre su brazo, Saeng le sonrió.
—Seguro que lo hace.

Jun sonrió, le gustaba la idea de ser especial para Min. Miró por encima de su hombro a través de la barra que separaba el comedor de la cocina, pero su sonrisa se desvaneció rápidamente cuando vio el resplandor del enojo de su amante destinado a Junsu.
Observó a Junsu saltar poniéndose de pie con tanta fuerza que su silla cayó hacia atrás ruidosamente al suelo. 

Kiseop levantó una mano y señaló a Junsu y a la silla caída.
—¡Siéntate! 

Jun tembló por el claro mandato en la voz del hombre, pero Junsu solo gruñó.
—No está pasando. Lo has oído, Min me desafió. Si no me sigue fuera, lo resolveremos aquí.

Saeng le agarró del brazo y le susurró.
—Oh joder. 

— ¿De qué está hablando Saeng? ¿Van a pelear? 

—No hice tal cosa, cabrón. Te acabo de decir que aunque sea maricón, si lo necesito puedo patearte el culo. —Gruñó Min suavemente. 

—Eso es todo. Yo te enseñaré. —Junsu saltó atravesando la mesa, clavando las garras en Min.

Jun parpadeó ¿Garras? Y entonces en vez de un hombre, un gran lobo marrón cayó encima de su amante. Sin perder tiempo Min metió los pies contra el pecho de la bestia y alejó a patadas el lobo de él. El lobo cayó en la habitación pero se puso rápidamente de pie. Min rápidamente se levantó del suelo, esperando que el animal que gruñía se pusiera otra vez en marcha, pero cuando lo hizo, el lobo de color marrón fue interceptado por un lobo negro que le parecía familiar a Jun.
El lobo negro más grande, agarró la pata trasera del lobo color marrón y lo volcó contra su espalda. A continuación, sus mandíbulas rodearon la garganta del lobo marrón, la garganta gruñó quejándose, escarbó un par de segundos tratando de escapar, pero el lobo negro le sujetaba con más fuerza, sacudiendo la cabeza. Por último, el lobo golpeado se relajó dejando al descubierto su vientre mostrando su sumisión al lobo más fuerte.

—Jodida mierda. —Susurró Saeng. 

Las palabras sacaron a Jun de su estado de congelación y corrió alrededor de la barra donde Min lo envolvió en sus brazos. 

—Tranquilo bebé. Está bien. —Lo tranquilizó Min.

Jun miró al lobo negro liberando al lobo marrón y el animal comenzó a temblar. Segundos después un Kiseop muy desnudo estaba de pie en la habitación.
Sus ojos marrones, tan familiares a los de lobo, lo miraron durante un momento antes de tomar un teléfono móvil del aparador.
Kiseop miró a Kyu y ordenó.
—Vigilale. 

Kyu asintió. El gran hombre se levantó de la silla en la que seguía sentado y caminó hasta el lobo.
—Hyun, tengo una situación. Un no iniciado nos ha visto. —Kiseop escuchó por un segundo—. Sí, el compañero de Min. —Un segundo más tarde—. Sí. —Y colgó el teléfono. 

—Joder. —Susurró suavemente Jun—. Bum me va a matar cuando se entere que vi a Kiseop desnudo.

La frente de Kiseop se elevó pero se volvió a Saeng y dijo—: Hay un chándal en el aparador de la habitación de la derecha arriba de las escaleras. Traes algo para mí, y Junsu ¿por favor?

Saeng asintió con la cabeza y salió corriendo de la habitación.

Jun no se dio cuenta de que estaba temblando hasta que Min lo levantó a sus brazos y se dirigió escaleras arriba. Min lo llevó a una habitación y se sentó en la cama sujetando a Jun en su regazo.
Se sentaron en silencio durante varios minutos antes de hablar por fin.

—Lo siento tenía que sacarte de en medio. 
Jun sabía que el hombre estaba demasiado emocional por su acento.

—¿Qué está pasando Min? —Susurró—. ¿Qué pasó abajo? ¿Bebí demasiado y perdí el conocimiento? ¿Es un sueño? —Sintió a Min besar su frente antes de meter la cabeza contra su cuello.

—No bebé. Estás muy sobrio. Has visto a Junsu y a mi hermano volverse lobos. Nosotros somos shifters.

—Shifters. ¿Cómo hombres lobos? —Eso sonaba como la cosa más loca que Jun había preguntado a alguien. La apertura de la puerta les llamó la atención.
Saeng estaba en la puerta, sosteniendo dos tazas y mirándolos incierto.

—Pensé que podías querer algo de té. —Murmuró saltando de un pie a otro—. Cuando me enojaba, cuando era joven, mi madre me hacía té. 

La mano de Min soltó a Jun para hacerle una seña con la mano al pequeño hombre y que avanzara.

—Gracias, Saengie. Es muy considerado de tu parte. —Después que Saeng pusiera las tazas en la mesilla de noche al lado de la cama, salió de la habitación. Min suspiró a sabiendas que Jun esperaba todavía una respuesta.

—Sí, cariño. Algo así, como los hombres lobo. Pero no se parece a lo de Hollywood. No somos criaturas medio locas, no atacamos humanos, y no puedo convertirte en uno. Cuando me convierto en lobo, soy perfectamente consciente. Sigo siendo yo, y todavía te conozco.

Jun se puso tenso.
—¿Cuándo te conviertes? ¿Tú también?

—Sí, Junnie. Yo también.

—¿Puedo verte? —Acababa de ver a dos lobos en el comedor ¿Realmente quería ver otro? Sí. Sí quería. Necesitaba saber que Min no era un loco o un demente. Poco a poco los brazos que le apretaban le soltaron y los preocupados ojos  le miraron.

—¿Estás seguro?
La pregunta susurrada con tanto miedo derritió el corazón de Jun. Alzó la mano y tomó la mandíbula de Min, frotando el dedo pulgar sobre los labios, antes de reemplazar el dedo con sus labios.

—¿Tienes miedo de hacerme daño?

—No, precioso. Nunca te haría daño. —Susurró Min en sus labios.

—Entonces, ¿qué?

—Estoy asustado de que me dejes.

Jun vio la verdad en los ojos de su amante. ¿Cuánto había intercambiado este lado de sí mismo con alguien? Solo había una cosa que podía prometer. 

—No puedo decirte que cosas harás que me darán ganas de dejar tu culo sexy, pero te puedo decir que el convertirte en lobo no será un problema para romper. —Min se le quedó mirando durante largo rato, viendo la verdad de sus palabras. Jun le devolvió la mirada.
Min asintió con la cabeza. Se apartó y se acercó al centro de la habitación. Después de haberse desnudado, miró incómodo por la habitación. Se pasó una mano por la cabeza y se encontró con la mirada de Jun. 

—Eres mi compañero, así que nunca te haré daño. Pero si corres te podría perseguir. —Haciendo una mueca, Min se encogió de hombros—. Soy un lobo después de todo.

Sonriendo de frente a Min por preocuparse por él, asintió con la cabeza.
—Prometo que no voy a correr, y tu y tú hermano podréis explicarme el tema de los compañeros después.

Jun miró atentamente mientras un escalofrío recorría el cuerpo de Min, la piel de gallina ondeaba sobre su piel, y luego los huesos y los músculos se estiraron, se modificaron y cambió.
Min cayó de rodillas, el pelo crecía, una cola apareció, y la larga cara de Min se estiraba y contorsionaba cambiando hacia una boca llena de dientes afilados. Segundos después, un gran lobo negro se tumbó contra el suelo tratando de buscar una posición lo menos intimidatoria posible.
Arrodillado en el suelo miró a Jun con sus profundos ojos de lobo. Jun sonrió y torció un dedo.

—Ven aquí Minnie.
El lobo se movía lentamente, la cola se movía como la de un perro cauteloso, pero seguía preocupado por asustarlo. Pero como era un veterinario, Jun había aprendido a distinguir la diferencia entre un animal agresivo y otro no. Min sin duda encajaba en la última categoría, y la necesidad de enterrar sus manos y su nariz en la piel de su amante era demasiado dura de resistir.
Enganchando sus dedos en el cuello del lobo, frotó la mejilla contra la cabeza de Min, disfrutando de la suave piel de sus orejas. 

—Eres un lobo muy guapo, Min. —Murmuró contra su piel.

El lobo le lamió la cara.
Sus miradas giraron con el pomo de la puerta del dormitorio.
Un hombre alto, musculoso, estaba de pie en la puerta. 

—Bien, supongo que eso responde a la pregunta de cómo te has tomado las noticias.
Las cejas de Jun se alzaron cuando vio rodar a Min sobre su vientre sumisamente al hombre que estaba en la puerta.
El desconocido hizo un gesto con la mano y se echó a reír. 

—¿Por qué no cambias Min? .Me gustaría que me presentaras a tu compañero

Unos segundos más tarde, Min agarró los pantalones vaqueros y se los puso. Puso a Jun entre sus brazos y lo besó profundamente, demostrando con su beso lo agradecido que estaba que su compañero lo hubiera aceptado. Un carraspeó seguido de una risa les hizo terminar el beso. 

—Jun, este es mi Alfa Kim Hyun Joong, Alfa este es Kim Hyung Jun. 


Continuara....

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