jueves, 28 de agosto de 2014

La evolución del amor Capitulo 1,2,3 & 4



Eran las vacaciones de primavera en, Jung Min reflexionaba, tenía una mezcla de emociones. Amaba los frescos días soleados, el aroma de las flores y sus brillantes colores.

Amaba la sensación del vigor y la excitación. Incluso amaba la repentina explosión de la gente en las calles que habían estado casi desnudas durante el invierno.

Lo que no amaba era el tráfico extra.

―Vamos, vamos, ―murmuro cuando el tráfico de nuevo lo tenía defensa con defensa―. Hoy no, por favor hoy no. Min estaba de mal humor. Él se quedó dormido por casi una hora y llego tarde a su cita con el dentista. En el camino desde el dentista al restaurant en donde trabajaba, se le poncho una llanta. Al cambiar la llanta se manchó de grasa la camisa y el pantalón, forzándose a regresar a su departamento a cambiarse, y ahora él iba tarde a su clase de cocina. A sus estudiantes probablemente no les
molestaría pero a Min sí. 

El odiaba llegar tarde.

Para cuando estaciono su BMW en el estacionamiento privado del restaurant, eran diez minutos tarde de la hora que debería de haber comenzado la clase. Min empujo su cartera en el bolsillo de la chaqueta de su traje, cerró la puerta del carro y se apresuró a la banqueta.

Llevaba solo media cuadra cuando una voz llego detrás de él. 

― ¡Oye!
Min lo ignoro, esperando que la persona estuviera hablándole a alguien más. No tuvo suerte. 

―Oye, ¡chico del traje! ―el hombre grito.
Min se mordió su urgencia de gritar. Se giró esperando enfrentar a alguien que le pediría dinero. Lo que vio fue un par de ojos hermosos, en una cara con altos pómulos y delicadamente cincelada mandíbula. El hombre era pequeño, el cabello levantado y de color de castaño, haciendo que su cremosa piel pálida brillara. Dejando que su mirada bajara en un repentino silencio, Min vio los esculpidos músculos bajo la ajustada camiseta verde, los desgastados jeans moldeaban sus delgadas caderas y muslos. 

Nunca en su vida había visto a alguien tan hermoso.

Le tomo un momento darse cuenta que el hombre le estaba hablando. ―Lo siento, ¿qué decías? ―Min le preguntó, ruborizándose.

El hombre le sonrió. ―Compañero, se te cayo la cartera. ―Extendió su
mano. Bastante seguro, que sostenía la cartera de Min en su palma.

Jung Min la tomo sin alejar la mirada de la cara del extraño. Sus dedos lo rosaron, enviando una onda eléctrica por el brazo de Min. 

―Gracias, muchas gracias, ―le dijo. Su voz se oyó gruesa.

―No hay problema ―El hombre le sostuvo la mirada, sus grandes ojos para nada tímidos―. Entonces, ¿vas de camino al trabajo?

Min se limpió la garganta. ―Sí. Sí, lo estoy.

― ¿Dónde trabajas?

―The Falls. Justo calle arriba. ―Min señalo hacia el restaurant. ―Soy el chef principal. 

―Wow. De lujo. ―El extraño sonrió ampliamente, su mirada recorrió el cuerpo de Min ―. ¿Quisieras cocinarme un desayuno alguna vez?

Oh mi Dios, una impactada vocecita murmuro en la cabeza de Min. Él está coqueteándome. 

La boca de Min actuó antes de que su cerebro pudiera recuperarse. ― ¿Te gustaría salir conmigo? ¿Podemos ir por unos tragos después del trabajo?

El brillo en sus enormes ojos hizo que las rodillas de Min se aflojaran. ―Infiernos, sí, yo salgo a las diez ¿y tú? 

―Nueve y media, ―Min contesto, sintiéndolo algo irreal― ¿Dónde trabajas? ¿Puedo pasar por ti? 

―La Cueva del Dragón. Soy un artista de tatuajes. ¿Sabes dónde queda? 

―Sí ―Min sonrió, sabiendo que se veía tan aturdido como se sentía y no le importaba―. Nos vemos a los diez.

El hombre se lamio los labios. ―No puedo esperar.

Min guardo su cartera en el bolsillo, más seguro esta vez. No podía dejar de ver la boca tan besable del hombre. ―Bien. Hasta entonces.

Él ya había empezado a caminar, cuando el hombre le llamo de nuevo. ―Oye, ¡Chico del traje! 

Min se giró tratando de verse casual. ― ¿Si?

― ¿Cuál es tu nombre?

―Jung Min. ―Min dijo, sintiéndose tonto por no haberse presentado―. ¿Y el tuyo? 

Él le dio una amplia y pecaminosa sonrisa. ―Hyung Jun. Nos vemos a las diez, Min. 

Min vio a Jun girarse y caminar alejándose. El pensar en sostener ese hermoso cuerpo, besar esos llenos labios encendía su interior. Él camino tan rápido como sus piernas lo movieron hacia The Falls, donde su clase esperaba. 

Casi había olvidado que iba tarde. El silbo mientras caminaba por la banqueta, su mal humor se había ido con sus divagaciones.






Min pasó el resto del día flotando en un estado parecido a la sorpresa. El encuentro con Jun seguía repitiéndose en su mente. No podía creer que Jun hubiera estado tan interesado, o que el mismo hubiera sido tan atrevido. Eso no parecía real.

―Min. 

Se sobresaltó al oír la voz de su jefa detrás de él. ― ¿Si?

― ¿Necesitamos Champiñones shiitake? (es un hongo comestible nativo del oriente de Asia) Sungmin ira al mercado mañana a surtir la despensa, así que pensé en revisar ―Hyosung, la propietaria y gerente de The Falls, le sonrió―. ¿Qué te sucede? Hoy has estado en otro planeta.

―No es nada, ―dijo Min, manteniendo su mirada en un gran plato de sopa de langosta que él estaba agitando―. Tuve una mañana difícil, eso es todo.


―Mm-hm. Eso es por lo que has tenido esa tonta sonrisa pegada en la cara todo el día. Cierto. 
Min vio fijamente a Hyosung. Ella tenía esa sonrisa presumida que le decía que lo sabía –sabía que ella era astuta– todo sobre esto. 

―No tengo una tonta sonrisa. Y si, dile a Sungmin que traiga champiñones. Apenas y tenemos suficientes para esta noche. 

―Champiñones, lo tengo. Y si la tienes. ―Ella se acercó y le dijo en voz baja―. Espero que te des cuenta que va a haber rumores mañana.

Min levanto la cabeza e ignoro el calor de sus mejillas. ―Te aseguro que no sé de qué hablas.

―Bien, será a tu manera. Pero te lo sacare. ―Hyosung se giró para irse―. Tu jefa demanda detalles. 

Min espero hasta que ella estuviera fuera de su vista para dejar de sonreír. Hyosung y la mayoría de las mujeres del personal invariablemente estaban alrededor de él después de una de sus raras citas, preguntándole directamente las cosas más sorprendentes. 

¿Lo besaste? 

¿Es bueno en la cama? 

¿Qué tan grande es? 

No había detalle demasiado pequeño o demasiado personal; ellas lo querían saber todo. Con todo lo que había vivido, él nunca había entendido el pensamiento que las mujeres parecían compartir, cuando se trataba de salir en citas.

Un repentino pensamiento golpeo a Min como un ladrillo entre los ojos. Se quedó viendo a la pared, olvidándose de agitar la cuchara.

―Oh mi Dios ―dijo cerca del gabinete de las especies―. No tengo ningún condón.

Después de un momento, él se encogió de hombros y regreso su atención a la sopa. Bueno solo tienes que ir a la casa de Jun. La posibilidad de que Jun no tuviera condones nunca se le cruzó por la mente. Tampoco la posibilidad de irse a casa solo. 

******

A las nueve y media, Min lanzo su chaqueta de chef a la canasta de la lavandería y se dirigió al cuarto de baño para volver a ponerse su traje. Cuando salió, Hyosung estaba apoyada en la pared de afuera del cuarto de baño, sonriendo.

―Eres un bastardo afortunado ―dijo ella―. ¿Dónde lo encontraste?

Min levanto una ceja hacia ella. ― ¿Perdóname? 

―Ese sexy pedazo de culo con el que vas a salir esta noche. Dios, ¡es hermoso!

El calor floreció en la ingle de Min. ― ¿Él está aquí? 

―Mm-hm. Esperando por ti en el bar. ¿Él batea de ambos lados?

―Aún no lo sé ―dijo Min, acomodando su negro y corto cabello con su mano―. ¿Por qué? 

―Hyorin le está coqueteando. Mejor ve con él antes de que ella te lo gane.

Min se apresuró a entrar en el restaurant y se dirigió al bar.
De seguro, Hyorin, el barman, estaba coqueteándole con impresionante determinación. Jun estaba sentado así que Min solo pudo ver un lado de su cara, pero su lenguaje corporal decía que a él no le molestaba que ella le coqueteara. 

Estaba inclinado en la silla alta con ambos codos sobre la barra, moviendo las manos mientras hablaba. Entonces el giro la cabeza y vio a Min, y Min sintió que su nerviosismo se evaporaba con el calor en la mirada de Jun. 

―Wow ―Hyosung exclamo mientras Jun bajaba de la silla alta y se dirigía a ellos―. Pierde cuidado. No creo que haya nada de lo que tengas que preocuparte.

Min quería comentar que estaba de acuerdo, pero él no podía hacer que su boca funcionara. La manera en que Jun lo veía prometía todo tipo de pecaminosos placeres. 

―Hi, Min ―dijo Jun, acercándose lo suficiente para queMin sintiera sus rodillas débiles―. ¿Te molesta que haya venido? Mi último cliente cancelo.

Min trago saliva. ―No, claro que no me molesta. Jun, ella es Hyosung, ella es propietaria de The Falls. Hyo, Hyung Jun. 

Jun le sonrió y estrecho la mano de Hyosung. ―Encantado de conocerte, Hyo. 

―También yo, Jun. 

―Estupendo lugar tienes aquí. ―Jun se giró con su megacaliente sonrisa hacia Min―. Me gusta el chef. 

―Sí. Bueno. Estás listo para irnos, ¿Jun? ―Min deseo que su voz no temblara tanto.

―Seguro. ―Jun coloco una mano en el hombro de Hyosung―. Hyo, te prometo que no lo agotare.

Hyosung levanto una ceja divertida hacia Min. ―Me agrada. 

Min sintió sus mejillas volverse rosas bajo la mirada de ambos. Empezó a dirigirse hacia la puerta. ―Buenas noches, Hyo. Nos vemos mañana.

―Buenas noches, chicos. Diviértanse. ―Hyo les dijo adióscon la mano mientras ellos se iban. 

Afuera, Min tomo una profunda respiración del aire frio de la noche, tratando de calmar sus nervios. Él no había tenido una cita en meses, y nunca había estado con nadie que lo atrajera tan fuertemente como Jun lo hacía.

―Entonces, Min. ―Jun golpeo su hombro contra el de Min ―. ¿A dónde quieres ir? 

―Veamos. ―Min pensó por un minuto―. ¿Qué te parece El Callejón de Kat? Esta justo al doblar la esquina y tienen excelente música en vivo.

―Me parece genial. 

Ellos se dirigieron ahí en silencio. El brazo de Jun rozaba el de Min mientras caminaban. Cuando llegaron a la esquina, Jun tomo el codo de Min y lo guio a las sombras de una puerta cercana. 

Estaba tan cerca que Min podía sentir el calor de su piel. 

― ¿Jun? ¿Algo está mal?

Jun lo vio con una ardiente mirada. ―Hay algo que tengo que hacer.

Min frunció el ceño. ― ¿Qué? 

En lugar de contestar, Jun deslizo la mano detrás de la cabeza de Min y lo beso. Tomado por sorpresa, Min se congelo un segundo. La lengua de Jun contra sus labios quebró su parálisis.
Coloco sus brazos alrededor de la cintura de Jun y lo acerco, dejando que profundizara el beso.

Para cuando se separaron, Min estaba tan duro que podría clavar un clavo. Jun claramente estaba tan excitado como Min, su erección se presionó contra el muslo de Min a través de los jeans y los pantalones de vestir. Min se sintió mareado, su cabeza giraba. Y esto solo era un beso.

―Te quiero ―Jun murmuro, empujando su entrepierna contra la pierna de Min―. Quiero que me jodas tan duro que no sea capaz de caminar derecho por una semana.

Min sujeto fuerte a Jun acercándolo, en parte por deseo y en parte para evitar caer. Él se sentía débil por la necesidad. ―Yo también lo quiero. ―Beso de nuevo a Jun, chupando su labio inferior―. ¿Quieres ir a la cama ahora?

―Si ―Jun exclamo―. Pero no lo haremos.

Min parpadeo. ― ¿No?

Jun le sonrió. ―Tú me invitaste a salir por unos tragos. Quiero unos tragos.

Min se rio jadeando mientras Jun dio un paso atrás, su mano se deslizo sobre su brazo y entrelazo los dedos con Min. 

―Muy bien. Tragos. Hablar y conocerse mejor antes del sexo, ¿correcto?― 

―Sí. Eso está bien, ¿no es así? ―La expresión de Jun era de ansiedad.

―Claro qué lo está. ―Sin pensarlo, Min llevo la punta de sus dedos a los labios de Jun. Labios que él ahora sabía que eran tan suaves como se veían―. Sabes, no acostumbro dormir con hermosos, jovencitos que acabo de conocer.

―Yo tampoco. ―Jun inclino la cabeza a un lado, viendo a Min a los ojos―. ¿Crees que soy hermoso? 

―Si ―Min contesto sin dudarlo. Jalo a Jun hacia él de nuevo, Una mano sosteniendo la parte de atrás de su cuello así que sus bocas estaban a un par de centímetros―. Tengo que decirte, Jun , que creo que ir a un lugar público y conocernos más es una excelente idea, porque en este momento lo que quiero más que nada es tenerte justo aquí.

Jun dejo salir un suave y pequeño gemido. ―No te andas con rodeos, ¿cierto?

―No tiene caso. ―Min roso sus labios contra los de Jun, aliviado por la manera en que Jun se quedaba sin aliento―. Nos deseamos el uno al otro, y ambos lo sabemos. ¿Por qué pretender que no está sucediendo?

―Me gusta como piensas, Min.

―Me gusta tu sabor. ―Min movió sus caderas contra las de Jun, presionando sus erecciones juntas―. Me gusta cómo te sientes.

―Oh Dios. ―Jadeando, Jun se arqueo contra el pecho de Min―. Si vamos a ir al Callejón de Kat, será mejor que vayamos ahora antes de que me corra en mis pantalones.

―No podría estar más de acuerdo. ―Min se separó con esfuerzo―. ¿Vamos?

―Sí.

Ju sonrió, dulce y sexy, y regresaron a la banqueta con sus dedos entrelazados. Caminaron la cuadra hacia el Callejón de Kat, Min ya extrañaba el calor del cuerpo de Jun en sus brazos. Pero él sabía que sostendría a Jun de nuevo más tarde esa noche y eso era suficiente para seguir adelante.



Después de esos calientes momentos en el oscuro portal, Min había esperado tener dificultades para controlarse y hablar con Jun. Pero una vez que ellos se sentaron en una de las mesas de la esquina del Callejón de Kat, Min con una copa de vino tinto y Jun con una botella de Guinness, el tiempo paso volando. Era fácil
hablar con Jun, él escuchaba con evidente fascinación las historias de Min y fácilmente compartía detalles de su propia vida.

Sus historias no podían ser más diferentes. Min había vivido en Seul toda su vida, excepto por el tiempo que paso en la escuela de cocina, sin embargo Jun se había mudado hace tres años. Min venia de un pasado de pobreza y se empujó a sí mismo a ir a la escuela, trabajando tiempo completo para pagar la matrícula e ir a las clases en la noche. Jun y su hermano, Kibum habían crecido en una familia rica y con privilegios. 


El chico estaban en su último año de la preparatoria, Jun dijo que había planeado ir a la universidad de después de la graduación. 

―Va estudia las teorías de la física. ―Jun sacudió la cabeza, distraídamente le dio un trago a su whiskey con soda, que había pedido después de su segunda Guinness (es una cerveza negra seca)―. El es descabelladamente inteligente. 

―Obviamente. ―Min le dio un trago a su vino―. Que maravillosa oportunidad para el de estudiar en el extranjero. Tus padres deben de estar muy orgullosos.

La mirada de Jun se nublo. ―Nosotros no tenemos padres.
Mi papá nos abandonó cuando yo tenía ocho años y mi madre murió el año pasado en un accidente de esquí. 

―Oh, Jun. Lo siento mucho. ―Min pasó su mano sobre la de Jun―. ¿Quién cuida a tu hermano?

―El se emancipo. Mamá no tenía ninguna familia dispuesta a encargarse de el, y claro no sabemos dónde está nuestro padre. Yo iba a regresar a casa para encargarme de el, pero no me dejo. Dicen que puede cuidarse a sí mismo, que estaría bien. Era cierto. Así que hablamos con el abogado de mi mamá, y le consiguió su emancipación legal. El cumplirán dieciocho en un par de meses. ―Los labios de Jun formaron una triste sonrisa―. Lo extraño, ¿sabes? y a mi mamá. 

―Seguro. Debe de ser difícil para ti.

―Perder a Mamá fue atroz. Fue tan repentino. Un momento estaba como siempre, tan saludable como un caballo, y la siguiente cosa que sabemos es que está muerta. ―Jun vio hacia su bebida―. Hace que pienses en las cosas. Lo rápido que todo puede cambiar. 

―Si, lo imagino. ―Min trazo con su dedo la mejilla de Jun―. Siempre he sido apegado a mis padres. El pensar en perderlos es insoportable. ¿Cómo lo has manejado? 

―No ha sido fácil, sobre todo los primeros meses. Pero lo he logrado y ahora estoy bien. Haces lo que tienes que hacer, a fin decuentas de eso se trata. ―Jun giro la y beso la palma de Min―. Háblame de tus padres. 

―Mi padre es gerente de accesorios de plomería. El empezó como dependiente cuando yo tenía cinco años y fue ascendiendo. Mi madre ha estado incapacitada desde hace años debido a la artritis reumatoide, pero aun así logra cuidar de la casa y de mi padre. ―Min sonrió recordando su infancia. Ellos nunca habían tenido mucho aparte de amor, pero eran felices con eso―. Yo admiro mucho a ambos. Son buenas personas. Y ellos siempre me han dado su amor y apoyo incondicional, incluso cuando salí, eso dice mucho acerca de ellos.

―Lo hace, sí. Parece que son geniales.

―Lo son.

―Entonces, ¿dónde vives?

―Apenas y saliendo de Seul. ―Min se rio―. Solía recorrer la calle en mi bicicleta,
viendo todas las antiguas casas y pretendiendo que vivía en una u otra de ellas.

Jun le sonrió. ―La gente debió de saber que eras gay desde entonces.

―Muy divertido. Mi madre te diría que eres un bocón. ―Min acaricio la comisura de la boca de Jun con su pulgar y repentinamente su necesidad regreso con furia―. Jun , podemos—

―Bien, gente ―el barman grito, interrumpiendo a Min―. Última llamada. Nos vamos en diez minutos, ordenen sus tragos antes de que cerremos.

Jun vio hacia el bar en donde muchos de los clientes se amontonaban, entonces se inclinó sobre la mesa con una sonrisa. ― ¿Quieres que salgamos de aquí?

―Dios, sí. ―Min se inclinó hacia Jun y ellos se besaron―. ¿Dónde vives?

Jun se rio contra la boca de Min. ―Quieres ir a mi departamento, ¿huh? Eso es fantástico.

―No tengo ningún condón. ―Min beso a Jun de nuevo, entonces se apartó―. Vámonos ahora. Te necesito. 

―Me acabas de conocer hoy.

―Lo sé. Pero siento que voy a morir si no hacemos el amor pronto.

La mirada de Jun ardía. ―Yo también. Es una locura.

―No me importa.

―Ni a mí. ―Jun se puso de pie, la silla raspo el suelo de madera―. Vamos. Mi departamento no está lejos, podemos ir caminando.

―Bien. ―Min tomo la mano de Jun cuando se puso de pie―. Guía el camino.





El departamento de Jun estaba a cuatro cuadras de distancia, un bien ventilado estudio arriba de una cafetería y a dos puertas de la Cueva del Dragón. Altos techos y altas y arqueadas ventanas, por las que se veía las calles de la ciudad. Había dos puertas una a la lado de la otra en la pared opuesta de la entrada.

Sin duda un baño y el armario, pensó Min. El lugar estaba desnudo a un punto de ser austero. No había cuadros colgados, en las paredes de ladrillos, ni tapetes sobre el piso de madera. Una gran mesa de dibujo estaba en una esquina a lado de la ventana. En el otro lado del cuarto, una pequeña televisión y un
impresionantemente enorme sistema estéreo en el lado opuesto de un bajo y cómodo sofá. Los únicos otros muebles eran una cama tamaño queen y una pequeña mesa de noche.

―No es exactamente una ratonera, ¿verdad?― Min dijo sonriendo.

―No. Hay muchos Cd en el gabinete de ahí ―Jun señalo con un simple movimiento de su mentón un simple mueble de madera a lado del sistema estéreo―. Pero es toda una colección.

―Me encanta tu departamento. Tiene una poderosa energía, ¿no es así?

―Mm-hm. ―Jun cerró con llave, entonces camino hacia Min y se presionó contra él―. Ahora, cállate y jodeme.

Lo que sea que Min iba a decir se le olvido cuando Jun tomo un puñado de su cabello y lo jalo a un duro beso. Gimiendo, Min abrió la boca, dejando que sus lenguas se deslizaran juntas. Los pequeños ruidos de jadeo que Jun hacia lo volvían salvaje. Estaba más encendido de lo que podía recordar haber estado en su vida.

Jun dio un paso hacia atrás sin quebrar el beso, jalando a Min con él. Ellos se tambaleaban hacia la cama y cayeron en el colchón, trabajando en quitarse la ropa el uno al otro con temblorosos dedos. Las camisas volaron en cuestión de segundos.

Los pantalones fueron un poco más difíciles, dado que ellos no se permitían separarse lo suficiente para poder hacerlo apropiadamente.

―Joder ―Jun gruño cuando el trato de bajar sus jeans atrapados en sus tenis purpura que había olvidado quitarse primero. Se giró con Min aun arriba de él, intentando desamarrar las agujetas.

Min podría haber encontrado la frenética frustración de Jun encantadora si no hubieran estado también tan desesperado y si él no creyera que pudiera esperar otro segundo para estar desnudo y enterrarse hasta las bolas en el interior del cuerpo de Jun. Sin una palabra se giró y le ayudo a Jun a desanudar sus tenis y quitarse los jeans. Aprovecho la oportunidad para quitarse sus propios zapatos y calcetines antes de levantarse y besar a Jun de nuevo.

―Gracias ―dijo Jun, sus dedos trabajando en los pantalones de Min.

―De nada.

Min se quitó los pantalones y los pateo a un lado. Jun se movió debajo de él y rodeo con sus desnudas piernas la espalda de Min, Jung Min pensó que podría entrar en combustión instantánea ante el fuerte calor de la erección de Jun contra la suya.

Jun dejo salir un suave gemido cuando Min metió su mano entre sus cuerpos y tomo el pene de Jun. ―Oh ¡Dios! Min, no puedo esperar, por favor.

Min toco la ranura del pene de Jun con su pulgar, haciendo que Jun jadeara. ― ¿Lubricante? ―le preguntó mordisqueando el labio superior de Jun.

―En el cajón. Apúrate.
Min, se acercó y abrió el cajón de la mesita de al lado. Busco a tientas un momento y encontró la pequeña botella de lubricante y una caja de condones, tomándolas se acomodó entre las piernas abiertas de Jun.
El mundo se detuvo un momento cuando Min vio los ojos de Jun. Sentía que estaba al borde de un precipicio. Como si toda su vida estuviera cerca de cambiar para siempre. Él no lo entendía, pero eso lo excitaba.

―Min―Jun gimió, separando aún más sus piernas―. Te necesito ¡Por favor!

Min parpadeo, sacudiéndose la extraña sensación. Abrió la botella de lubricante, cubrió sus dedos con ella, se inclinó y beso la boca abierta de Jun, Min movió su mano entre los muslos abiertos de Jun y deslizó un dedo en su interior.

Jun gimió dentro del beso, Sus manos se aferraban a la espalda de Min. ―Dios sí, más… 

Min agrego otro dedo, presionando profundamente y moviéndolo para encontrar el dulce punto. Él supo que lo encontró cuando Jun grito y se arqueo en el colchón.

―Oh joder ―Jun gimió―. Jesús, si, tan jodidamente bueno…

La manera en que el interior de Jun apretaba sus dedos hizo que Min estuviera más desesperado por tener ese aterciopelado agarre alrededor de su eje. Saco sus dedos del culo de Jun, desgarro el paquete del condón y se cubrió tan rápido como pudo.
Una mano en su propia erección y su peso apoyándose en la otra, Min se guio a la lubricada abertura de Jun y se deslizo al interior.

Las piernas de Jun enrollándose arriba de la cintura de Min.
Jung Min sosteniéndose, tratando de mantener el control. Habían pasado años desde que él había querido tener a alguien en la cama tanto como lo había querido hoy. Después de un momento los movimientos de Jun le decían tan claro como el día que se moviera.

Min comenzó a mover sus caderas saliéndose y empujándose lentamente hacia dentro, eso era maravilloso. Se sentía ahogándose en las sensaciones, en la suave nube de calor del cuerpo de Jun, en la manera en que Jun se movía debajo de él, en los ruidos de placer que Jun hacía, en el olor de su excitación. Esos enormes ojos color estaban totalmente abiertos fijos en Min.

Jung Min se encontró viendo la cara de Jun, justo mientras Jun lo veía. La desinhibida respuesta de Jun le fascinaba. Había tenido parejas silenciosas en el placer, amantes que gemían tan fuertes como si lo hubieran practicado para el teatro, y algunos otros que nunca se dejaban ir lo suficiente para responder del todo. 

Pero él nunca había tenido a nadie que se expusiera de la manera en que Jun lo estaba haciendo, con los ojos bien abiertos que dejaban que Min viera su mayor vulnerabilidad. Eso excitaba a Min, el tener a Jun tan completamente abierto para él, y fue capaz de abrirse él mismo sin dudar.

Min se dio cuenta en un repentino flash de revelación, que ese era el nivel de intimidad que había buscado toda su vida adulta.
El reconocerlo fue suficiente para enviarlo al borde. El placer recorrió su columna, apremiándolo y apretándolo, hasta que estaba gimiendo y temblando completamente.

―Jun―gruño―. Voy a correrme.

Los ojos de Jun se oscurecieron, sus pupilas se dilataron.
―Sí. Casi ahí.

Sosteniendo su peso en el brazo izquierdo, Min tomo el pene de Jun con su mano derecha y empezó a jalarlo rápido. El agarre era casi demasiado fuerte. Jun se agitaba debajo de él, soltando agudos grititos uno después del otro, sus piernas subieron a su pecho. Min se empujó en su interior sin retener nada.

―Oh, oh Dios, oh Dios sí ―Jun gimió, su pene hinchado en la mano de Min―. Joder, sí, Yo… ¡Oh!

Min se quedó en trance. Mientras el orgasmo de Jun lo golpeaba, arqueando su espalda y haciendo que su culo apretara el pene de Min. Semen caliente se disparó sobre la mano de Jung Min extendiéndose por el pecho y abdomen de Jun. Esos asombrosos ojos seguían abiertos. Viendo a Jun perdiéndose en ellos.

Empujándose Min se corrió estremeciéndose con el nombre de Jun en sus labios.

Toda la fuerza de Min se fue con su larga corrida y colapso sobre el pecho de Jun. Saliéndose cuidadosamente del culo de Jun, Min se quitó el condón, lo anudo y lo lanzó al suelo. Jun se acostó jadeando a lado de él, una pierna se deslizó sobre su espalda.

―Wow ―Jun dijo con una aturdida sonrisa―. Realmente sabes cómo joder a un tipo en la próxima semana.

Min se rio. ―Gracias. Es fácil cuando el hombre con él que estas es tan receptivo como tú.

―Mm ―Jun se estiro, cambiando de posición el dulce y pegajoso semen entre ellos de una deliciosa manera. Sus brazos rodearon a Min una mano jugando con su cabello―. ¿Sabes que es lo divertido?

―Espero que nada. Prefiero estar excitado que divertido en la cama. ―Min jalo el anillo de plata en el pezón izquierdo de Jun.

Él no lo había notado antes―. Tienes un anillo en el pezón.

― ¿En serio? ―Jun se empujó, enderezándose, forzando a Min a sentarse a riesgo de caer al suelo. Jun vio su propio pecho con un gesto de sorpresa―. ¿Cómo sucedió eso?

Min sonrió y jalo duro el pequeño anillo. Le gustaba la manera que hacía que los ojos de Jun se nublaran. ―Quiero saber qué es lo divertido.

―Oh sí. ―Jun se giró de lado en la cama y vio a Min fijamente con una seria expresión―. Sé porque tenías esa expresión en tú cara antes.

― ¿Cual expresión? ―Min preguntó, aunque él creía saber cuál.

―Como que nosotros estábamos haciendo algo más que joder. Como si las cosas fueran a cambiar, ¿sabes? ―Jun trazo la línea de la mandíbula de Min con sus dedos―. Esto de alguna manera ahora era más que una gran jodida. Nosotros tuvimos una conexión.

―Si, también sentí eso ―Min tomo la mano de Jun, besando sus dedos uno por uno. Su pecho se oprimió y su estómago se revolvió ―. No sé qué hacer con eso, Jun. Para ser honesto, me asusta.

―A mí también. Pero me gusta ―Jun se movió más cerca, pasando su pierna por la cadera de Min―. Sé que acabamos de conocernos, y nosotros no sabemos si esto funcionara, pero quiero intentarlo. Esto fue demasiado bueno para dejarlo ir.

―Estoy de acuerdo. Quizás nos estamos moviendo demasiado rápido, pero no me importa. Me gusto esto, y creo que ambos necesitamos ver a donde puede llegar ―Min jalo la cara de Jun y lo beso―. Y ciertamente no hace daño que nos sientamos atraídos por el otro.

Jun se rio y su cálida mano toco la mejilla de Min. ―Seguro como el infierno que te mantendría desnudo y en la cama por siempre si pudiera. Tú me vuelves increíblemente caliente.

Min sonrió. ― ¿Quieres decir que no siempre eres así?

―No. Usualmente cuando estoy con un tipo que acabo de conocer, el solo me toma una vez. Contigo, estoy rogando para que no puedas irte nunca más.


Continuara......

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