jueves, 28 de agosto de 2014

Dom Caliente Sum Frió Capitulo 1 - 18




—¡No me jodas! 

—Impresionante, ¿no es así, Hyun?

—Impresionante —susurró Hyun Joong con asombro mientras observaba al hombre más sexy que jamás había visto bailar en la parte superior de la barra del bar. Sus caderas ondulaban, moviéndose de aquí para allá, mientras se balanceaba al ritmo de la música. 

Los pantalones ajustados de cuero negro abrazaban su culo, pero colgaban bajo en sus caderas, dándole a la audiencia una vista del apretado abdomen del hombre. 

Las luces bajas del club no hacían nada para ocultar los ondulantes músculos expuestos.

El hombre no llevaba ninguna joya, sin un collar de propiedad. Él ni siquiera llevaba camisa. Sus únicos accesorios parecían ser un par de botas de cuero negro, el tatuaje de dos S entrelazadas, que si se podría juntar poner una al lado de la otra formarían un perfecto corazón. 

—¿Quién diablos es? —le preguntó Hyun. Se daba cuenta que había estado fuera del club varias semanas, pero no había pasado tanto tiempo. ¿Podría este hombre de repente haber aparecido mientras estaba en un viaje de negocios? 

Min se encogió de hombros. —No lo sé —dijo—. Lo llamamos S, pero eso es sólo porque él no le da a nadie su verdadero nombre. Llegó aquí hace dos semanas después de que te fuiste a Hong Kong. Ha estado viniendo todos los sábados. 

—¡Maldita sea!

—Sí, más o menos. —Min se echó a reír—. Él pone el lugar en llamas cada maldito fin de semana. Es un espectáculo digno de ver. 

Hyun dio unos pasos más cerca. Tenía que conseguir una mejor visión. Ese hombre era glorioso. Hyun podía decir que S era un sumiso. Su verdadera naturaleza se mostraba en su forma de moverse, en la forma en la que se perdía con la música. 

Hyun apostaba que se perdería de la misma manera bajo las manos de un Amo, y Hyun quería ser ese Amo. 

—¿Uh, Hyun? —Min lo llamó mientras daba otro paso más, con la mirada fija en el espectáculo a pocos metros de donde se encontraba—. No se va a casa con nadie, nunca. 

Hyun miró por encima del hombro, sonriendo con confianza. —Se irá a casa conmigo. 

Min parecía dudoso. Hyun no compartía su incertidumbre. Había estado dominando a otros hombres, desde que había sabido qué hacer con su polla. Si toda la conducta del hombre no estaba gritando dómame, Hyun se comería el sombrero. 

La música terminó justo cuando Hyun llegó al borde de la pista de baile. El hombre se trasladó hasta el borde de la barra y se preparaba para saltar. Hyun rápidamente intervino entrando en el juego, tendiéndole su mano para ayudarlo a bajar al suelo.

Arqueó una ceja perfectamente cuidada, entonces S tomó la mano de Hyun, sentándose en la barra para aterrizar a su lado. S lo miró de arriba abajo. Una sonrisa lenta y sensual se dibujó en sus labios. 

—Mi caballero de brillante armadura —dijo S arrastrando las palabras, sin soltar la mano de Hyun. 

Hyun sonrió. —¿Quieres ser la damisela en peligro, entonces? 

—No lo creo. —El hombre se echó a reír. A Hyun le sorprendió lo mucho que la suave risa llenó el espacio que los rodeaba, dándole un aire de cruda lujuria a cualquiera que tuviera la suerte de oírla. El sonido hizo que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Hyun debido a la anticipación—. Estoy mucho mejor equipado que cualquier damisela. 

—¿Puedo invitarte a un trago? —le preguntó Hyun, y luego sonrió—. ¿O un coche?
S se rio de nuevo, retirando la mano. —Aunque aprecio el pensamiento, temo que tengo que decir que no. —Inclinó la cabeza hacia un lado, un mechón de pelo marrón arenoso cayó sobre su mejilla—. Ya tengo coche. 

—Entonces, ¿qué hay de esa bebida?

—Tengo una de esas también. —S señaló al camarero, que le había traído una fresca y todavía sellada botella de agua. S asintió al camarero, desenroscó la tapa, rompiendo el sello y luego tomó un largo trago. 

Hyun gimió mientras miraba los músculos de la garganta de S moverse al tragar. Oh, era perfecto. Hyun apostaba que S podría chuparle la polla y tragársela como el mejor. No podía esperar para averiguarlo. 

—Entonces, ¿qué puedo ofrecerte?

—¿Quién dice que necesito algo? —preguntó S. 

—¿Estás diciendo que no tengo nada en lo que podrías estar interesado? —preguntó Hyun dando un paso atrás y dejando que el hombre lo mirara completamente. Y sí que lo miró. 

Hyun sintió la suave mirada sobre cada centímetro de su cuerpo, hasta llegar a los dedos de sus pies, y luego cómo regresaba poco a poco. Su polla empezó a endurecerse cuando los ojos del hombre llegaron a sus rodillas. Su ingle, dura como el mármol. Para el momento en el que la mirada de S llegó a su pecho, Hyun había tenido miedo de correrse en sus pantalones como un inexperto adolescente. 

Las chipas de tensión sexual que se formaban entre ellos podrían haber incendiado la habitación. Hyun estaba seguro que S las sentía. Su piel blanca estaba demasiado enrojecida. Sus ojos tenían un brillo especial que sólo un hombre muy interesado podía tener. Y el impresionante bulto en sus pantalones gritaba su necesidad, una necesidad a la que Hyun desesperadamente quería responder. 

S sonrió. —Oh, tienes mucho en lo que estaría interesado —dejó el agua embotellada en el mostrador, cogió la camisa y se la puso—. Desafortunadamente, creo que acabarías rompiendo mi corazón, y no estoy seguro de que eso sea atractivo. —Los ojos del hombre vagaron por Hyun otra vez, con la cabeza inclinada hacia un lado—. Por supuesto, puedo estar equivocado. 

Hyun abrió la boca cuando el shock lo atravesó. El sumiso de sus sueños se volvía y se alejaba. No lo podía creer. Los sumisos nunca lo abandonaban. Él los abandonaba. Observó a S abrirse paso entre la multitud y luego hacia la puerta. 

—Te desechó, ¿verdad?
Hyun se volvió para mirar a Min.

Min se echó a reír, levantando las manos en señal de rendición. —Lo siento, hombre, pero te lo advertí. No se va a casa con nadie. 

—¿Quién es él?

—Nadie lo sabe con exactitud. Como he dicho, se presentó aquí hace un par de semanas después de que te fueras a Hong Kong. Ha estado viniendo cada sábado por la noche y llega sobre las nueve y se va a medianoche. Nunca se va a casa con nadie, y nunca acepta bebidas de nadie. Ni siquiera bebe de la botella de agua que deja cuando se va a la pista de baile. Él siempre pide una nueva. 

—Eso es un poco paranoico, ¿no te parece?
Min se encogió de hombros. —Tal vez tuvo una mala experiencia. Eso podría explicar por qué no se fue a casa contigo. Nunca pensé que vería a un sum sacudirte. Demonios, la mitad de los Dom quieren que lo lleves a casa y ser tus sumisos. 

Las cejas de Hyun se juntaron en un ceño. —Tal vez sí, pero...

—Entonces, ¿qué vas a hacer? 

Buena pregunta. ¿Qué iba a hacer? Podía tratar de olvidar que había conocido a un hombre que estaba tan cerca de lo que había imaginado sería el sum de sus sueños, algo que había creído casi imposible a estas alturas, o… 

Hyun le sonrió a Min. —¿Qué haces el próximo sábado?






Hyun se aseguró de estar temprano en el club al sábado siguiente, arrastrando a Min con él. Había reservado un lugar en la sección VIP, como correspondía a su condición de miembro. Su mesa tenía una clara vista de toda la sala principal del club. Hyun sería capaz de ver donde quiera que S estuviera. 

Ordenó una cubitera de agua embotellada y sellada en hielo. Si eso era lo que el hombre quería, Hyun se lo proporcionaría. Pidió un whisky con hielo para sí mismo, se sentó apoyándose contra los cojines de felpa del asiento semicircular y esperó. 

Y esperó…



A las diez en punto, Hyun empezó a preguntarse si el hombre aún aparecería. Tal vez lo había asustado. No podía empezar a describir su decepción. Había querido ver a S de nuevo, disfrutar de su pura y gloriosa sensualidad. No quería estar sólo sentado aquí y beber whisky aguado con Min. 

—Mmm, creo que el hombre de tus sueños ha llegado.

Hyun volvió bruscamente la cabeza al escuchar las palabras de Min. Buscó entre la multitud al sexy hombre que no había sido capaz de sacar de su mente desde la última vez que lo había visto. Y allí estaba, abriéndose camino a través de la habitación hacia el bar. 

Hyun sonrió. 

Dejó el vaso sobre la baja mesa y observó. 

Quería ver si lo buscaría. 

Decepción como no había conocido en años lo llenó cuando S pasó directamente por el área donde estaba su reservado sin un solo vistazo. 

De hecho, S no se veía como si estuviera buscando a nadie. Se dirigió al bar, entregó su camisa, luego se dirigió a la pista de baile. A pesar de su enojo por ser prácticamente ignorado, no podía dejar de apreciar la forma en la que el cuerpo del hombre se movió cuando comenzó a bailar. 

Era un anuncio andante de sexo. Uno que Hyun no podía ignorar. Se levantó y se dirigió a la pista de baile. Se abrió paso entre la creciente multitud alrededor de S hasta que estuvo justo detrás de él.

Este parecía estar inmerso en su propio mundo, su cuerpo moviéndose al ritmo de la música de tal manera que Hyun empezó a creer en el viejo adagio de que bailar era la versión vertical de los preliminares. Su polla palpitaba detrás de su cremallera. 

Sonrió y dio un paso adelante para hacer su movimiento. Se detuvo justo detrás de S y agarró las caderas del hombre. Gimió cuando los movimientos naturales del cuerpo de S empujaron su culo contra él. Lo atrajo más cerca, dejando que el otro hombre sintiera su excitación. 

Hyun pensó que la sensación de su dura polla podría hacerlo vacilar o alejarlo un paso. En cambio, S retrocedió más, su culo moliéndose contra su ingle. Hyun pensó que podría empezar a babear como un niño en una tienda de dulces cuando S levantó los brazos y los envolvió alrededor de su cuello. 

El cuerpo de S siguió moviéndose, balanceándose. Dejó caer la cabeza contra el pecho de Hyun. Este podía ver sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos. Parecía totalmente perdido en la música, en la danza. Tenía el aspecto de un ángel. 

Hyun deslizó sus dedos desde las caderas hasta el abdomen de S. Los músculos ondularon bajo su toque. Bajó la cabeza y pasó la lengua por la curva de la oreja de S. —Te verías muy bien con mis marcas en tu piel. 

S se rio entre dientes. Tomó las manos de Hyun y las deslizó hacia arriba por su cuerpo. Apretó sus pequeñas protuberancias contra las palmas de las manos de Hyun. Su polla palpitaba. Quería doblar a S sobre la superficie plana más cercana y follar el pequeño y apretado culo que se movía en su contra.

—Ven a casa conmigo, ángel. Quiero enrojecer ese dulce culo tuyo —gruñó Hyun entre dientes. Trató que no sonara demasiado a una orden, pero en cuanto las palabras salieron de su boca supo que no había tenido éxito. Los ojos de S se abrieron, y se apartó de los brazos de Hyun. 

—Por muy tentador que parezca, cariño, me temo que tengo que decir que no.
Hyun estaba en shock. No había tenido a un sum… joder, no había tenido a nadie en el pasado que lo hubiera rechazado desde… bueno, nunca. Sólo tenía que curvar el dedo meñique, y los hombres llegaban corriendo a él en manada. ¿Quién diablos se creía que era este pequeño mequetrefe? 

—Tú te lo pierdes. —Hyun se alejó lo más civilizadamente que pudo. Giró sobre sus talones y caminó de regreso hacia su asiento VIP. Sus manos se apretaron cuando la ira golpeó cada poro de su cuerpo, luego rebotó alrededor como una pelota de ping-pong. 

Se detuvo en la entrada de la sala VIP e hizo un gesto a dos sumisos del club. 

Sabía que se habían sentado fuera de la sala, con la esperanza de algún Dom los viera y los invitara. Bueno, esta noche era su noche de suerte. 

—Tú y tú —señaló—, lleven sus culos a mi reservado. 

No esperó a ver si ellos lo obedecían. Sabía que lo harían. En un momento u otro, había jugado con la mayoría de los sumisos del club. Ellos sabían lo que podía hacer por ellos, para ellos. Era bueno, y lo sabía, lo que hacía que su confusión ante la negativa de S de irse a casa con él fuera peor. 

Hyun se dejó caer en el asiento de su reservado y señaló el suelo. 



Los dos sumisos que había escogido se movieron rápidamente sentándose a sus pies. Hyun ignoró sus suplicantes miradas y echó otra larga mirada por la habitación hacia donde S todavía bailaba. 





Dom Caliente
Sum Frió
Capitulo 3

Su ira creció cuando se dio cuenta que S se comportaba como si no hubiera pasado nada entre ellos. Rodeado de hombres dispuestos y deseosos, Hyun sin embargo, no podía dejar de querer al único hombre que no lo quería. 

Tenía que estar perdiendo la cabeza. 

—Hyun, mi hombre, ¿cómo lo llevas? 
Hyun casi gruñó cuando Min se interpuso entre el objeto de su lujuria y él, bloqueando su línea de visión. Apretó las manos y luego las liberó lentamente, sintiendo la tensión estallar en sus nudillos cuando lo hizo. Tal vez no sería una buena idea tener a S bajo su látigo en ese momento. Con esta excitación, Hyun probablemente no trataría al hombre adecuadamente. 

Y Hyun no podía recordar haberse sentido de esa manera. Inclinó su cabeza hacia atrás contra el reposa cabezas y respiró profundamente, centrándose en sí mismo.

Estaba perdiendo el control y eso era inaceptable en todos los niveles. 

—¿Hyun? 

—Hey, Min. 

—¿Estás bien, amigo?

—Sí, estoy bien.
Pero no lo estaba, y Hyun lo sabía. Estaba a punto de estallar. No se había sentido tan fuera de control desde que era un adolescente. Se enorgullecía de su nivel de contención. Todo el mundo sabía que un hombre necesitaba autodisciplina para ser un Dom. Perder el control significaba que alguien sería lastimado, y eso era imperdonable. 

Hyun había sido un adolescente lleno de ira. Su padre era un hombre manipulador que había engañado a la madre de Hyun en cada oportunidad. Cuando no estaba siendo infiel, estaba haciendo la vida de Hyun un infierno. La única manera que Hyun conocía para hacer frente al odio hacia su padre era exteriorizar su ira contra el hombre. 

Intentó eliminar su ira demasiadas veces, y lo que le salvó la vida y le mostró las ventajas de ser un Dom, fue la última vez que había tratado de intimidar a otro hombre, un Dom, y este le había dado una lección. 

Hyun se pasó los siguientes dos años aprendiendo todo lo que pudo del hombre que lo tomó bajo su ala, el Dom que le salvó la vida y le enseñó una forma mejor para lidiar con su ira. 

Kyu se reiría tontamente si pudiera verlo ahora. 

Tal vez necesitaba llamar a Kyu y conseguir un curso de actualización del control, porque parecía haber olvidado todo lo que el hombre le enseñó. Mientras más pensaba al respecto, mejor le sonaba la idea. Tal vez podría ayudarlo a averiguar por qué un pequeño sum sin nombre lo tenía obsesionado, porque Hyun no podía entenderlo. 

—Me tengo que ir —dijo Hyun mientras se ponía de pie—. Tengo que ir a hablar con alguien. 

—¿Regresarás?
Hyun miró hacia la pista de baile otra vez. Sus ojos se agrandaron cuando vio a S mirando directamente a él. —Sí, volveré. 

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

El corazón de Saeng dio un vuelco al ver a Hyun salir de la sala VIP y del club. 

Sabía que tenía que fingir que lo ignoraba para llamar la atención del hombre con su negativa, pero de repente se preocupó de haber ido demasiado lejos. 

¿Tal vez debería haber cedido y haberse ido a casa con el hombre que realmente quería? ¿Tal vez no debería haberlo rechazado? ¿Había perdido su oportunidad? ¿Estaba Hyun muy frustrado con él? 

Saeng volvió a mirar al hombre sentado en la sala VIP y este abrió exageradamente los ojos. Min se encogió de hombros y asintió hacia una puerta en el extremo de la habitación junto a la barra. Saeng asintió y se movió en esa dirección, a sabiendas de que Min se reuniría allí con él. 

—Eso no estuvo tan bien —dijo Saeng en el momento en el que Min se unió a él. 

—¿Me estás tomando el pelo? —Min se rio en voz alta—. Eso fue perfecto. Hyun está que se muerde las uñas. El hombre está a punto de explotar. 

—Entonces, ¿por qué se fue? —Saeng se mordió el borde de la uña del pulgar, un hábito nervioso, que nunca había sido capaz de romper—. Pensé que la idea era interesarlo, no alejarlo. 

—Oh, créeme, está interesado. —Min soltó un bufido, un sonido muy mediocre para un Dom, pensó Saeng—. Él está tan interesado que casi ni es capaz de aclararse. 

Saeng apenas controló el movimiento de sus ojos mientras seguía a Min a la gran oficina detrás de la barra. Un hombre estaba sentado detrás de un escritorio, hablando por teléfono. El hombre levantó un dedo mientras hablaba. 

Saeng se acercó al brillante escritorio negro y se apoyó en el borde, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura mientras esperaba que Geun Suk, propietario del club, terminara su conversación telefónica. 

Había accedido a este pequeño plan porque quería que Saeng fuera suyo. Después de verlo dejar el club hecho una furia, estaba empezando a preguntarse si ese sueño nunca se haría realidad. Parecía muy enojado. 

—Entonces —dijo Geun Suk cuando dejó el teléfono—, ¿cómo te fue? 

—Hyun está corriendo como alma que lleva el diablo. 

Una ceja oscura de Geun Suk se arqueó. —¿Es decir?

—Saeng tiene a Hyun atado con tantos nudos que el hombre no es capaz de aclararse —dijo Min simplemente—. Él no sabe si va o viene. 

Geun Suk se rio entre dientes mientras se reclinaba en su silla y cruzaba las manos juntas. —Me parece perfecto.

—¿Cómo puedes decir eso? —preguntó Saeng mientras agitaba su mano hacia la puerta—. Está enfadado. Se fue. Probablemente no quiera tener nada que ver conmigo ahora. 

—Exactamente. 

Saeng sacudió la cabeza vigorosamente. —Nunca debería haberlo rechazado esta noche. Incluso invitó a un par de sumisos a su mesa.

—Está frustrado, Saeng. 

Saeng se volvió para mirar a Min cuando el hombre se sentó en el sofá de cuero negro contra una pared. 

—Hyun no sabe manejar que alguien lo rechace —dijo Min—. Tiene sumisos, a veces incluso dominantes, con solo lanzarles una mirada. Está acostumbrado a conseguir exactamente lo que quiere. 

—Es por eso que es tan importante para ti rechazarlo —añadió Kim—. Si se lo pones demasiado fácil, perderá el interés en el momento en el que consiga lo que quiere de ti y pasará al siguiente sum. Si realmente quieres quedarte con él, tienes que seguir adelante con nuestro plan. 

—Sigues diciendo eso, pero… 

—Mira, Saeng, es realmente simple —dijo Min—. Hyun te necesita tanto como tú lo necesitas. Incluso Kyu cree que los dos son el uno para el otro. Él no estaría de acuerdo con este plan si no fuera a funcionar. Hyun está aburrido, insatisfecho con su vida actual. Necesita un reto. 

—Sólo continúa con el plan, Saeng —dijo Geun Suk—. La subasta es un par de días. Puedo garantizar que Hyun estará allí, y se asegurará de que ninguna competencia lo supere. Sólo para que sea un poco más interesante, he acordado con algunos Dom que pujen por ti para mantener a Hyun en ascuas. 

—¿Qué? —gritó Saeng mientras saltaba poniéndose de pie—. ¿Cómo puedes… y si decide no pujar por mí? No quiero irme a casa con ningún otro Dom. Quiero a Hyun. 

Saeng había querido a Hyun desde el primer momento en el que lo vio en una foto en el aparador de su primo Kyu. El hombre estaba para morirse, desde su cabello negro hasta sus pies, y cada gloriosa pulgada en el medio. 

Hyun simbolizaba todo lo que deseaba: alto, fuerte, y dominante. Saeng sólo había visto en unas pocas ocasiones a Hyun en persona, pero eso solo sirvió para consolidar sus sentimientos por el hombre más grande. Sabía que Hyun sería el Dom perfecto para él. 

Su primo le había dicho que era demasiado joven cuando por primera vez mostró interés en Hyun, a pesar de que tenía veintidós años, esperó su momento. Eso había sido hacía dos años. Su fascinación por Hyun sólo se había hecho más intensa durante los siguientes meses. 

Sabiendo que Hyun había sido alumno de su primo, Saeng había empezado a aprender todo lo que podía para ser el sum perfecto, entrenando con otros Dom y Kyu hasta que supo que podía darle a Hyun exactamente lo que el hombre necesitaba en la vida... 

El sum perfecto. 

—No hay por qué preocuparse, Saeng —dijo Geun Suk— cualquier sum en la subasta tiene el derecho a rechazar la oferta del Dom que puje por él hasta que se firme el contrato. Dudo que Hyun deje que nadie lo supere, pero si sucede, puedes rechazarlo. 

—¿Y si no me niego? 



—Entonces pertenecerás al Dom ganador durante una semana. 



Saeng se frotó las manos en la cara para ocultar la mueca que el pensamiento le trajo. La idea de pertenecer a alguien más casi le hacía daño. No podía imaginar que cualquier otro hombre lo tocara a excepción de Hyun. Por supuesto, había estado bajo la mano de varios Maestros en el último par de años, durante su formación, pero eso era precisamente eso, formación. No había habido ninguna conexión emocional real con los hombres que lo entrenaron. 

Saeng se guardaba para Hyun. 


—Está bien —dijo Saeng mientras plantaba las manos en las caderas y se volvía hacia Suk y Min—. Voy a seguir adelante con este plan vuestro, pero es mejor que tengáis un plan de contingencia en caso de que las cosas se nos vayan de las manos. Me niego a ser el juguete de algún Dom que no conozco. 

—Recuerda tu entrenamiento, Saeng, y estarás bien.
Saeng miró a Suk con los ojos entrecerrados. Él había sido uno de los Maestros que lo habían entrenado, ante la insistencia de Kyu. Suk tenía una mano ligera con el flogger, incluso Saeng había sido incapaz de cumplir con los altos estándares del hombre. Dudaba que hubiera un sum vivo que pudiera. 

Aun así, había aprendido mucho del hombre e incluso le tenía un poco de consideración. Era prácticamente imposible estar bajo la mano de un Dom, uno bueno, por lo menos, y no sentir algún afecto por él, aunque sólo fuera el de un estudiante por su maestro. 

—Está bien, Suk, voy a hacer lo que dices. 

GeunSuk se rio entre dientes. —Siempre fuiste un pequeño y buen sum. 

Saeng arqueó una ceja mientras Min comenzó a reír. Sacudió un dedo al hombre que estaba empezando a ver como familia, al igual que Suk. —Uno de estos días, Jung Min, algún pequeño sum robará tu corazón, y entonces no te reirás. 

—Nunca sucederá. —Min soltó una risita. 

—Lo veremos.

Saeng estaba tan nervioso que tenía ganas de vomitar. El pequeño y apretado tanga rojo que llevaba se le metía entre las nalgas, y lo hacía sentirse terriblemente expuesto. El tanga podía cubrir toda su parte delantera, pero eso era todo lo cubría. 

El resto de su cuerpo estaba desnudo, excepto por el lazo rojo alrededor de su cuello, y se sentía un poco como una mezcla entre un stripper y un regalo de cumpleaños. 

Saeng sabía que si Hyun se quedaba con él, esperaría que llevara su collar. Pero eso estaba bien para él. Quería llevar el collar del hombre. Quería que todo el mundo supiera que pertenecía a Hyun. Usaría el signo de propiedad del hombre con orgullo. 

El lazo rojo alrededor de su cuello podía tener el aspecto de un collar, pero no era nada más que una imitación hasta que adquiriera uno real. 

—¿Cómo lo llevas, Saeng?
Saengse giró para ver a Suk de pie detrás de él. Le hizo un gesto nervioso, luego se metió la uña del pulgar entre sus labios mientras se encogía de hombros. Comenzó a rebotar de un pie a otro, y luego rodó los ojos mientras tiraba del tanga de entre la raja de su culo por lo que parecía ser la centésima vez. 

—¿Quién exactamente eligió estas malditas cosas? —preguntó. 

—Yo.

—Me lo imaginaba.

—¿Hay algún problema?

Saeng no era estúpido. Sabía que no debía quejarse por la falta de cobertura que suministraba el tanga. Si Hyun lo reclamaba, podría encontrarse caminando desnudo por todo el club. Cualquier cosa era posible en cuanto a un Dom se refería. 

—No, es solo… —Saeng frunció el ceño—. ¿Alguna vez has usado una de estas cosas? Se meten por el culo como si estuvieran a su propio asunto. 

Suk se rio entre dientes. —Creo que ese es el punto, querido muchacho. 

Saeng tiró del material nuevo. —Si tú lo dices. 

—Estarás bien, Saengie —dijo Rio mientras le palmeaba el brazo—. Sólo recuerda el plan. Sal al escenario y pavonea tus cualidades. Has entrenado lo suficiente como para dar un buen espectáculo. 

—¿Está Hyun aquí? 

—En el centro de la tercera fila.
Saeng inhaló rápidamente con el conocimiento de que el hombre de sus sueños estaba a unos simples metros de él, más allá de la cortina de terciopelo que separaba al público del escenario. Estaba desesperado por verlo, comenzó a dar un paso en esa dirección cuando la mano de Suk en su brazo lo detuvo. 

—Todavía no, Saeng. Hyun todavía no sabe que estás en la subasta. Queremos que siga siendo así hasta que se levante el telón. La sorpresa será aún más espectacular cuando se dé cuenta de que tiene una oportunidad de conseguirte con un contrato para toda la semana. 

—Esperemos que quiera extender ese contrato después de que la semana haya terminado. 

—Estoy seguro de ello. 

Saeng no estaba tan seguro. Nada en el mundo le complacería más que firmar un contrato a largo plazo con Hyun. Era su sueño. En su mente, el acuerdo entre un Dom y un sum era más vinculante que una licencia de matrimonio. 

Saeng sabía que no todo el mundo creía lo mismo que él. Muchos dominantes y sumisos firmaban contratos simplemente para mantenerlo todo claro y arreglado entre ellos. Para Saeng, firmar en la línea de puntos significaba que estaba comprometiendo su vida a la de su Amo, a Hyun. No podía pensar en nada que lo hiciera más feliz. 

—Deja de morderte las uñas, Saeng. 
A regañadientes sacó el dedo de su boca. Tenía planeado frenar uno de estos días este hábito nervioso suyo. Eso sí, todavía no. Era prácticamente lo único que lo estaba manteniendo de una pieza por ahora. 

—Ponte de pie y asume la posición de reposo. 
Saeng oyó la voz de acero de Suk. Su cuerpo instantáneamente sucumbió al dominante tono y cayó en la posición que le había ordenado. Sin pensarlo cuadró los hombros y cruzó las manos detrás de su espalda, vista al frente y los pies separados. 

Había pasado seis meses bajo la tutela de Suk y se sabía las reglas del hombre de memoria. Suk no aceptaría ningún movimiento descuidado de su parte o toleraría ningún encorvamiento. Se negaba a permitirle a un sumiso ser menos de lo que podía, parte de la razón por la que Kyu envió a Saeng bajo la tutela del hombre. 

—Vas a estar bien, Saeng —dijo Suk mientras acariciaba con el dorso de su mano el largo de la mejilla de Saeng—. Recuerda tu entrenamiento, y haz que nos sintamos orgullosos. Tú tienes todo lo que tiene que ser el sumiso perfecto de Hyun, te amará. 

Saeng oró porque Suk tuviera razón. Sabía que sus sentimientos no tenían mucho sentido, ¿quién se enamora de una fotografía? Pero era lo que era. Le había echado un vistazo a Hyun, al brillo sensual en sus ojos color avellana, y supo que el hombre era para él. Su obsesión creció a partir de ahí. 

—Sí, Señor —le susurró Saeng. 

Suk sonrió y señaló que aprobaba las palabras y su postura. Saeng había aprendido mucho durante el tiempo que había pasado con el Dom. Suk rara vez sonreía, pero cuando lo hacía, se le iluminaba toda la cara y hacía que todos a su alrededor se sintieran felices. 

—Tengo que comenzar la subasta. Quédate aquí hasta que te llame por tu nombre. 

—Empezó a alejarse, pero se detuvo y miró atrás por encima del hombro—. Y recuerda, Saeng, no mires directamente a Hyun o le hagas saber lo mucho que quieres que haga una oferta por ti. El plan es mantenerlo queriéndote hasta que firme el contrato. 

Saeng asintió y trató de recordar todo lo que le habían enseñado los pasados años. 

Su formación había sido intensa, el objetivo principal fue convertirse en lo que se requería para ser el sumiso perfecto de Hyun. 

Tener a Kyu, Min, y Suk en su formación lo había ayudado mucho. Ellos sabían lo que le gustaba a Hyun y establecieron su entrenamiento en consecuencia. Saeng sólo esperaba que fuera suficiente para que este quisiera mantenerlo a largo plazo. 

Las manos de Saeng empezaron a sudar mientras oía a Suk comenzar la subasta. 

Miró rápidamente alrededor para asegurarse de que nadie lo estaba mirando, luego extendió la mano para tirar del lazo alrededor de su cuello. La maldita cosa se sentía como si estuviera cortando el aire a sus pulmones. 

—Lo vas a extender si sigues haciendo eso.

Saeng saltó y giró alrededor al oír las palabras dichas suavemente. Su mirada aterrizó en un pequeño hombre, de pelo castaño de pie detrás de él, vestido igual que él. 

Saeng sonrió. 
—¿Subastado? 

El hombre asintió. —Soy Jun. 

—Saeng... pero aquí casi todo el mundo me llama S. 

—Encantado de conocerte, S. 

—¿Nervioso? —preguntó Saeng cuando el hombre miró rápidamente de lado a lado. 

—Diablos, sí. 

—Yo también. —Saeng miró hacia atrás por encima del hombro a la pequeña hendidura en el terciopelo de la cortina—. Estoy esperando que cierto Dom haga una oferta, y mi estómago está agitado, así que podría vomitar. 

—¿En serio? Yo también. 

Saeng miró hacia atrás cuando escuchó la emoción en la voz de Jun. —¿Sí? ¿Cuál es? —Mejor que no fuera su Hyun. 



—Jung Min. 




Dom Caliente
Sum Frió
Capitulo 5


Saeng sintió que sus cejas se disparan. —¿En serio? —Se acordó de su comentario sobre que uno de estos días un sumiso le robaría el corazón a Min. 

Saeng rápidamente se cubrió la boca cuando la risa amenazó con extenderse a sus labios. 

—¿Qué? 

Saeng negó. —Conozco a Min. Puede ser un poco intenso, pero tú podrías estar con un Dom mucho peor.

—Tú tuviste…

—No, nada serio. Él sólo me estaba entrenando. Nunca hubo nada sexual entre nosotros. Me estoy guardando para el hombre que espero presente una oferta por mí esta noche. 

Saeng podía ver la expresión de alivio en el rostro de Jun y se preguntó si se sentiría de la misma manera, si alguna vez le presentaban a otros sumisos que hubieran estado con Hyun. Después de una cuidadosa consideración de sus sentimientos, estaba bastante seguro de que estaría tratando de hacer que se tragaran sus dientes. 

Sabía que Hyun había estado con una gran cantidad de sumisos. Tendría que aprender a vivir con eso. Si lo reclamaba y le ponía su collar, Saeng se sentiría positivo y podría aprender a vivir con lo demás. Un collar era lo único que Hyun nunca le había dado a ningún sum. 

—Nuestro próximo sum para la subasta ha estado quemando la pista de baile durante las últimas semanas. 

—¡Oh, Dios mío! —susurró Saeng al oír la voz de Suk a través de la cortina. Era el siguiente. Se frotó las palmas de las manos a los lados de su tanga y exhaló un profundo aliento—. Supongo que soy el siguiente. 

—Buena suerte.

—Sí, a ti también. —Saeng se acercó a la cortina y adoptó la postura preferida de Río. Trató de despejar su mente y recordar que todo esto era por una buena causa.
Era difícil hacerlo cuando su corazón se sentía como si fuera a salirse de su pecho. 

—Él cree que el compromiso entre un Dom y un sum es uno de los compromisos más importantes que una persona puede hacer. Le gustan los azotes, flagelación, el bondage, y un Dom fuerte que pueda mantenerlo a raya. Señores, les presento a S.

~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ 

—Señores, les presento a S. 

Hyun casi se traga la lengua al ver al objeto de su obsesión durante la última semana salir al escenario vestido con nada más que un tanga rojo y un lazo rojo alrededor del cuello. 

Él no había querido ir a la subasta de Navidad, pero Min lo había convencido para que quizás encontrar a algún sum para dominar durante una semana le haría mucho bien, tal vez incluso sacara de su mente al único hombre que no parecía quererlo. 

Y ahora, el mismo hombre se pavoneaba por el escenario como si no le importara el mundo. Ni siquiera miró en la dirección de Hyun, simplemente caminó del principio hasta el final del escenario, dio una vuelta y se dirigió de nuevo al lado de Suk. 

Hyun se tragó un gruñido cuando varios hombres sentados alrededor de él silbaron. 

Sólo presionando los labios y apretando sus manos en puños hizo que evitara gritarles que dejaran de mirar lo que le pertenecía. 

Y S le pertenecería. Hyun se aseguraría de eso, incluso si tenía que tomar una segunda hipoteca sobre su casa para tener el dinero suficiente para superar a todos los demás. No le importaba que sólo tendría una semana con S 

Siete días era tiempo suficiente para superar el capricho que tenía con el hombre. 

Además, un contrato entre ellos significaba que podían hacer todo lo que los límites del contrato establecían. Hyun tenía la intención de tener sus huevos profundamente dentro del pequeño y espectacular culo del sumiso en la siguiente hora. Tenía que asegurarse que estuviera en el contrato. 

—¿Oigo mil?
Hyun sacudió la cabeza para traer su mente de vuelta a los acontecimientos que lo rodeaban. Él necesitaba enfocar su mente en el juego si quería ganar el contrato de este sum particular. Podía oír la puja de otros Dominantes, y eso nunca pasaría.

S era suyo. 

—Diez mil dólares.
La sala quedó en silencio ante las palabras de Hyun. Se negó a permitir que el rubor que sentía construyéndose en su interior saltara en libertad. No quería que nadie supiera las ganas que tenía de poner sus manos en S. Ya era suficientemente malo que hubiera saltado con la oferta más alta, estaría condenado si permitía que sus oídos se enrojecieran. 

—Uh, diez mil a la una —dijo Suk, un poco aturdido—. A las dos.
Hyun miró a su alrededor cuando Suk hizo una pausa, mirando a los ojos de varios dominantes, desafiándolos a pujar de nuevo. 

—Vendido a Hyun Joong por diez mil dólares.
Hyun apenas podía mantenerse en la silla cuando Suk golpeó el podio con su martillo. S era suyo. El hombre podría haberle costado a Hyun una buena porción de sus ahorros, pero se aseguraría que valiera la pena cada centavo durante la próxima semana. 

Observó atentamente a S hasta que el hombre desapareció tras la cortina para que el siguiente sum pudiera salir. La siguiente hora fue borrosa para Hyun mientras veía a un sum tras otro salir al escenario. 

A Hyun no le importaba nada quién pujaba por quién llegados a este punto. Quería encontrar a S, firmar el contrato de siete días entre ellos, y tener en sus manos el hombre, de preferencia en alguna habitación que tuviera una superficie plana. 

Su mente vagaba, días de ensoñaciones y fantasías de tener a su merced a S llenaron su cabeza, bloqueando todo lo que lo rodeaba. Cuando el golpe final del martillo cayó, y Suk anunció que la subasta había terminado, se dio cuenta que había perdido casi toda su paciencia. Se puso de pie, mirando a su alrededor con curiosidad, mientras trataba de averiguar dónde podría estar S. 

Su primer impulso fue dirigirse a la zona situada detrás de la cortina del escenario. 

Lo único que lo detuvo fue el conocimiento de que no quería parecer demasiado ansioso. Un Dom inteligente nunca le hacía saber a su sum que él tenía todas las cartas. 

—Diez mil dólares, ¿eh?
Hyun comenzó a asentir cuando se dio la vuelta para encontrarse a Jaejoong detrás de él. 

—Sí. 

—¿No es gastar demasiado en un sum solo por una semana? 

—¿En serio? —le preguntó Hyun. Trató de sonar indiferente—. S pasará una semana bajo mi cuidado y podré hacer lo que yo quiera. Creo que vale la pena el dinero. Además, me habría gastado más en un coche, y ya me rechazó esa oferta. 

—Supongo.

—Estoy a la espera de que Suk me traiga el contrato, y luego me llevaré a S a casa para comenzar su entrenamiento personalizado. 

—Te das cuenta de que se espera una demostración de lo que tu sum ha aprendido durante la semana en la fiesta de Fin de Año, ¿verdad? 

Hyun sonrió. —Estoy deseando que llegue. 

Él tenía ganas de mostrar a su nuevo sum. No sabía cuánto sabía S sobre una relación D/s, pero aprendería. Hyun tenía toda la intención de poner al hombre en el camino, hasta que reaccionara a lo que quería sin dudarlo. S sería el sum perfecto. 

—Aquí viene Suk con tu sumiso, Hyun.
Hyun se dio la vuelta, colocando la mirada al instante en el pequeño hombre al lado de Río. S todavía llevaba sólo el tanga rojo y la cinta roja alrededor de su garganta. 

Hyun se tomó un momento para disfrutar de cada centímetro del esbelto cuerpo del glorioso hombre antes de quitarse su camisa. 

—Cúbrete —le espetó mientras le tendía su camisa—. Nadie ve tu cuerpo a excepción de tu Dom. 

—Me puedes dar órdenes una vez que el contrato haya sido firmado.
Hyun apretó la mandíbula para evitar gruñir ante las suaves palabras de S. No le preocupó mucho que su sum lo contradijera, ya que S no era realmente su sum todavía. 



—Bien, entonces vamos a firmar el contrato. 





Hyun siguió a Suk a una pequeña mesa. Alargó la mano hacia el papel que Suk le tendió y lo leyó. Los términos parecían claros para él. Durante un período de siete días, S le pertenecía. 

Hyun notó que S se negaba a participar en cualquier humillación verbal, asfixia erótica, defecación, lluvia dorada, o juegos de sangre, algo con lo que Hyun no tenía problema. A él no le gustaban especialmente esos tipos de juegos. Más allá de eso, S parecía estar dispuesto a aceptar cualquier demanda que Hyun le hiciera. 

—¿Cuál es tu palabra segura? —preguntó Hyun mirando a S.


—Nutria. 

Hyun arqueó una ceja y miró hacia abajo al papel. Frunció el ceño cuando llegó a una cláusula específica en el contrato, y luego tuvo que volver a leerla. Seguramente no la había leído bien la primera vez. 

—¿Sin penetración sexual? 

—No, Señor. —S sonrió—. Mi culo está reservado para mi Amo permanente. 

Hyun gruñó, la esquina de sus labios se arrugaron cuando una ardiente ira se apoderó de él. ¿No se le iba a permitir follar el culo por el que se le había estado haciendo su boca agua en el último par de semanas? Eso era casi inaceptable. Se le ocurrió la loca idea de que S nunca tendría otro Dom excepto él. 

Hyun parpadeó, la ira lo dejó tan repentinamente como lo había llenado. ¿De dónde demonios había aparecido ese pensamiento? Él sólo quería a S durante una semana, no para toda la vida. Sólo tenía que quemar el control obsesivo que S parecía tener sobre él. 

—Bien —replicó Hyun—. Supongo que el sexo oral es aceptable para ti.

—Por supuesto. 

—¿Tienes los resultados?

—Página dos —dijo Suk—. También he incluido los resultados de las pruebas más recientes de S. 

Hyun miró a la segunda página y la leyó detenidamente. Satisfecho de que tanto S como él estuvieran limpios médicamente, Hyun miró al hombre que estaba a punto de dominar. 

—¿Has leído esto?

—Sí, Señor.

—¿Hay algo que quieras saber antes de firmar?

—Me gustaría saber sus reglas, Señor.

Hyun encontró la respuesta de S extrañamente agradable. Asintió aceptando la pregunta. —Espero que sigas mis órdenes sin rechistar. Voy a empujar y empujar tus límites, pero nunca te haré daño. 

—Sí, Señor.

—Espero que te dirijas a mí como Maestro en todo momento, a menos que considere lo contrario. Tú llevarás mi collar mientras me pertenezcas. —Nunca había sentido la necesidad de ver su marca de propiedad alrededor del cuello de un sumiso antes, tal vez porque nunca se había encontrado con un sum que considerara digno de ello o tal vez porque simplemente no había encontrado quien le fascinara tanto como S. 

Cualquiera fuera la razón, la emoción que se disparó a través de Hyun debido a sus propias palabras lo sorprendió. No sabía hasta que lo dijo lo mucho que quería ver su collar alrededor del cuello de S. 

Incluso se sorprendió más por el profundo rubor que llenó la cara de S.

—¿Será esto un problema para ti? —le preguntó. 

—No, Señor.

Hyun extendió la mano y agarró la barbilla de S, llevando el rostro del hombre hasta el suyo. —Entiende esto, ángel, mientras me pertenezcas, te voy a tocar cada vez que quiera. Pediré todo lo que quiero de ti. Tú me perteneces para hacer lo que desee dentro de los límites de este contrato. Si no te gusta algo, establécelo ahora para que puedan añadirlo al contrato, o lo veré como una aceptación automática de tu parte. ¿Está claro? 

—Sí, Señor. 

—¿Hay algo que quieras agregar?

—No, Señor.

—Después de firmar los documentos, S —dijo Hyun mientras señalaba el montón de papeles—, en el momento en el que firmes el contrato, tú me perteneces. Espero silencio de ti a menos que recibas mi permiso para hablar.

Hyun se estaba preparando, temía que si S decía algo lo hiciera precipitarse. 

Necesitaba tiempo para tener al hombre en algún lugar privado, así podría tomar un par de respiraciones profundas y recuperar el control que lo estaba dejando rápidamente debido al conocimiento de que S pronto sería suyo. 

Hyun contuvo el aliento mientras lo observaba inclinarse sobre la mesa y firmar en la línea punteada. En el momento en el que S dio un paso atrás, Hyun estampó su firma en el documento, notando que el verdadero nombre de S era Saeng. Usaría el nombre dado al hombre, no quería ser asociado a los otros dominantes en el club que solo querían al sum. 

Hyun quería ser especial. 






Suk cogió el contrato, y rápidamente lo leyó y asintió antes de colocar el sello del club en el papel. Suk sonrió cuando miró a Hyun. —Es todo tuyo, Hyun. Esperamos un buen espectáculo cuando vuelva a verlos a los dos de nuevo aquí en la fiesta de la víspera de Año Nuevo. 

Hyun no perdió ni un momento más. Envolvió su camisa alrededor de los hombros de Saeng. Nadie iba a ver lo que le pertenecía durante el tiempo que fuera suyo. 

Sólo deseaba no tener que esperar hasta llegar a casa para poner su collar alrededor de la garganta del hombre.


—Vámonos. 

Hyun no esperó a que Saeng respondiera. Cogió la mano del hombre y lo arrastró fuera de la habitación. Tenía una cosa en su mente, y no se trataba de una sala de bar repleta de personas. 

Saeng caminaba junto a su Maestro temporal y esperaba su siguiente orden. Sabía que todo lo que hiciera ahora era elección de Hyun. El Dom tenía todo el control, no porque tuviera ese derecho, sino porque Saeng decidió dárselo. Él quería que Hyun lo dominara. 

Lo deseaba, lo necesitaba. 

Esperaba con ansiedad que Hyun hablara. 

—Vas a usar mi collar cuando lleguemos a mi casa —dijo Hyun mientras sus dedos rozaron cuello de Saeng—. Si bien puede ser temporal, lo usarás durante la duración de nuestro contrato. ¿Lo entiendes, mi lindo angelito? 

—Sí, Maestro. —Saeng se preguntó si Hyun podía notar lo emocionado que se sentía por el tono de su voz al hablar. La idea de usar su collar, que todo el mundo supiera que pertenecía al hombre, envió un escalofrío a través de Saeng que lo dejó cerca del orgasmo, nunca había estado realmente tan al borde. La sola idea hizo latir su polla en el pequeño y apretado tanga. 

Saeng sólo deseaba que su collar no fuera temporal. Esperaba que al final de la semana Hyun le ofreciera un contrato de por vida. Ese era su objetivo, por lo menos. Quería ser el maldito mejor sum que Hyun jamás hubiera tenido y convencer al hombre de que estaban destinados a estar juntos para siempre. 

Ese era el sueño de Saeng.

—Ven, ángel —dijo Hyun mientras tiraba de su muñeca.

Saeng siguió tranquilamente detrás de Hyun, con la certeza de que este no dejaría que nada malo le sucediera. Confiaba en el hombre más viejo de forma explícita. 

—No quiero… —comenzó Hyun.

—¿Qué tienes ahí, Hyun? 

Hyun se congeló cuando escuchó a alguien hablar a sus espaldas, Hyun apretó su muñeca. Se suponía que él no iba a hablar, que debía permanecer de pie con su mirada hacia el suelo. Un sum no debía hablar o interactuar con otras personas a menos que se le dieran instrucciones para hacerlo. 

Sin embargo, quería desesperadamente darse la vuelta y ver quién estaba hablándole a Hyun. Había algo en el hombre que estaba detrás que hacía que Saeng quisiera apoyarse más en los brazos de Hyun y esconderse. 

—Yunho, ¿cómo estás?

—No tan bien como tú, al parecer —respondió el hombre.
Saeng frunció el ceño, algo en la voz de este Yunho le sonaba vagamente familiar. No podía recordarlo, pero Saeng estaba bastante seguro de haber oído al hombre hablar antes. Y eso le dio escalofríos. 

—¿Un nuevo sum? —preguntó Yunho.

—Sí. 

—¿No es el sum de la subasta?

—Tú sabes muy bien que lo es. Estabas allí esta noche cuando pujé por él.
Saeng se estremeció cuando la mano de Hyun se apretó alrededor de su muñeca, pero permaneció en silencio. 

—Creo que tú hiciste una oferta por él también —añadió Hyun. 

Saeng se echó hacia atrás cuando un dedo rozó la línea de su mandíbula. Él no quería que nadie lo tocara excepto Hyun. Empujó su cuerpo más cerca de su Dom, deseando no estar tan escasamente vestido. Se sentía expuesto. 

—¿Vas a compartirlo?

—¡No! —La voz de Hyun se volvió de acero—. Mi sum tiene un contrato exclusivo conmigo. 

—Ah, pero es sólo un contrato de siete días, si no recuerdo mal. —Yunho se echó a reír—. Él será un agente libre, capaz de firmar un contrato con la persona que elija después de la víspera de Año Nuevo. ¿Correcto? 

Hyun gruñó. 

—Creo que pujaré por sus servicios entonces. Creo que tiene un gran potencial para ser un buen sum con el entrenamiento adecuado. 

—Él es mío.



—Ah, pero sólo por los próximos siete días. ¿No es así?




Saeng cerró los ojos cuando de pronto recordó de dónde conocía la voz de Yunho. 

El hombre le había tirado los tejos cada vez que se encontraban. Saeng lo había rechazado cada vez, pero eso no parecía importarle. Parecía que creía que sería el Dom perfecto para Saeng. 

Había visto lo que el hombre le había hecho a sus sumisos, incluso a los temporales y a los sumisos del club. Egoísta y cruel, Yunho pensaba que era el mejor Dom del mundo, un regalo para cada sum vivo. Excepto que los trataba como basura, abusando de ellos y dejando moretones no deseados en más de uno de ellos. No estaba seguro de por qué Suk le seguía permitiendo la entrada al hombre en el club. 


—Él puede firmar un contrato con la persona que elija después de que nuestro contrato haya terminado. 

Saeng apenas pudo controlarse para no alejarse de Hyun cuando escuchó las palabras del hombre. Las sintió como puñales en su corazón. Quería pertenecerle para siempre, no sólo durante los próximos siete días. 

—¿Qué dices, Saeng? —preguntó Yunho—. ¿Quieres firmar un contrato conmigo la próxima semana? Te puedo asegurar que tengo mucho más para enseñarte que Hyun. Sé cómo tratar a mis sumisos. 

Con los ojos aún fijos en el suelo, a sus pies,Saeng se estremeció ante ese pensamiento abominable, sin darse cuenta, hasta que Yunho volvió a hablar, su movimiento había sido visto por los hombres. 

—Creo que le gusta la idea, Hyun. —Yunho se echó a reír de nuevo—. Te estaré esperando, mi pequeña mascota. 

Saeng oyó fuertes pisadas alejarse de Hyun y él, y dejó escapar un aliviado suspiro. Un momento más tarde, segundos más tarde, ese suspiro quedó atrapado en su garganta cuando Hyun lo empujó contra la pared y lo mantuvo con su cuerpo presionándolo contra el suyo. 

—Tienes el derecho de firmar un contrato con quien quieras cuando nuestro tiempo se haya terminado, pero hasta entonces me perteneces, ¿entendido?

Saeng asintió rápidamente, de repente sintió miedo de Hyun por primera vez desde que supo quién era el hombre. Parecía enojado, no, furioso y sus ojos se habían reducido a pequeñas rendijas. 

—No tienes que hablar con nadie sin mi permiso expreso. ¿Eso es perfectamente, entendible? 

Saeng asintió de nuevo, preguntándose qué había hecho mal. Él no hizo ningún movimiento hacia el otro Dom o incluso habló con él. ¿Por qué se había enfadado Hyun con él? 

—No reconozcas a nadie más. Tú no hablarás con ellos, incluso si hablan contigo hasta que tengas mi permiso. —Saeng tragó duro cuando sintió los dedos de Hyun enroscarse alrededor de su cuello. La voz de Hyun bajó a un susurro—. Tú me perteneces por los próximos siete días, Saeng. Si te atrapo en cualquier lugar cerca de otro Dom, lo voy a considerar un incumplimiento de nuestro contrato. ¿Ha quedado perfectamente claro? 
Saeng asintió. 

—Quiero una respuesta verbal. Quiero saber que entiendes exactamente lo que te dije. Estas reglas no son tema de debate. Viola cualquiera de ellas, habla con alguien sin mi permiso, y cancelaré el contrato y haré cumplir la cláusula por incumplimiento del mismo de inmediato. 

—Sí, Maestro —le susurró Saeng.

Saeng sintió los dedos de Hyun acariciar suavemente su garganta antes de que la alejara, y se preguntó si se había equivocado al darle su confianza al hombre. En todo el tiempo que había sabido quién era Hyun, jamás había oído que este perdiera los estribos. 

De hecho, Hyun era casi una leyenda en lo que se refería a mantener el control, una de las razones por las que Saeng había estado tan interesado en el hombre. Quería ser dominado, no abusado. Estaba empezando a preguntarse si había tomado la decisión equivocada. 

La presión del cuerpo de Hyun disminuyó lentamente, y este renovó el agarre en su muñeca. Saeng empezó a masticarse la uña del pulgar mientras se arrastraba detrás de Hyun. 

Sentía como si todo con lo que había estado soñando durante los últimos cinco años le hubiera explotado en la cara, y no estaba seguro de cómo hacer frente a su decepción. 

Así no era como se suponía que deberían ir las cosas. 

Se suponía que debía impresionar a Hyun con su conocimiento de ser un sum. Se suponía que Hyun estaría tan impresionado que se quedaría con él, ofreciéndole un contrato de por vida, para que siempre pudieran estar juntos. 

Kyu, Suk, y Min ciertamente pensaban que el plan funcionaria. Fue por eso que se había pasado los últimos dos años entrenándose bajo su dirección. Se suponía que esos hombres conocían a Hyun, pero Saeng sentía que todo lo que le habían dicho había sido una gran mentira. 

Sabía que podía usar su palabra de seguridad en este momento, antes de que incluso llegara a la entrada del club, y el dinero le sería devuelto a Hyun. Podrían irse por caminos separados. Saeng pensó la idea lo suficiente para conseguir un pequeño tirón en su muñeca, y luego cayó en sintonía con Hyun de nuevo. 

—Maestro —le susurró Saeng.

—¿Qué?

Saeng respiró hondo al oír la ronca voz de Hyun. Aparentemente, el hombre todavía estaba enojado. —Mis pertenencias —dijo en voz baja Saeng—. Están en la parte de atrás. 

—Tú no necesitarás nada que no te dé yo. 

«Bien, entonces».
Saeng se estremeció cuando una puerta se abrió y una fría brisa sopló sobre su casi desnudo cuerpo. Una camisa y un tanga no hacían mucho para cubrirlo y mantener el frío alejado, no es que realmente le importara. Se sentía helado hasta el fondo de sus huesos. 

Podía sentir la ira rodando fuera de Hyun como una ola de calor, pero no hacía nada para calentar su cuerpo, ni siquiera cuando Hyun pasó un brazo alrededor de sus hombros y caminó con él por las escaleras que conducían fuera. 

Hyun escoltó a Saeng a un coche y lo puso en la parte de atrás, luego subió detrás él. Un momento después estaban en el camino. Saeng no tenía idea de adonde iban, pero oyó a Hyun darle la dirección a alguien en la parte frontal de la limusina para llevarlos a casa. 

La brecha entre Hyun y él era demasiado grande. Apenas podía decir que el hombre estaba en el mismo vehículo. Saeng movió lentamente los dedos por el suave asiento de cuero hasta que sintió el suave tejido de los pantalones de Hyun bajo sus dedos. 

El calor del cuerpo de Hyun calentaba el material y lentamente se filtraba por el brazo de Saeng hacia abajo por su cuerpo hasta que no se sintió tan frío. No eran los fuertes brazos que quería envueltos a su alrededor, pero era algo, y Hyun no le dijo que no. De hecho, acarició suavemente la parte superior de la mano de Saeng, y luego apoyó su mano sobre la de este durante el resto del viaje. 

Saeng volvió su rostro hacia la ventana. Hyun no podía verlo, pero su expresión eufórica podría haber mostrado sus sentimientos desde la distancia. Estaba extasiado por la reacción de Hyun. 



¿Tal vez las cosas no serían tan malas después de todo? 




Hyun estaba tan confundido como no recordaba haberlo estado jamás. Saeng lo había fascinado desde el instante en el que había visto al hombre, y había pensado que reclamarlo aliviaría su fascinación. En su lugar, sólo crecía con cada momento que pasaba. 

Tocar la suave y sedosa piel del hombre sólo había hecho que Hyun quisiera tocar más. Pensar en follarse ese apretado culo sólo lo hacía pensar en querer hacerlo una y otra vez. Todo sobre Saeng hacía que quisiera más. 

No se suponía que funcionaría de esa manera. 


Hyun se había mantenido siempre al margen de sus sumisos. Oh, les había dado un buen rato, conocía sus necesidades, y les había dado la experiencia de la sumisión de sus sueños, pero nunca estuvo emocionalmente involucrado. 

Involucrarse emocionalmente con un sum era una línea que no quería cruzar. 

Porque implicaba pasar el control del Dom al sum, y Hyun necesitaba el control. Estaría perdido sin él. Era un peligro sin su auto disciplina. 

Hyun necesitaba recuperar su perspectiva y poner un poco de distancia emocional entre Saeng y él. Se estaba involucrado demasiado y eso sólo podría conducir a una mayor pérdida de control de su parte. Sólo empeoraría a medida que pasaran los días y al final de la semana dolería.

Mirar cómo Yunho golpeaba sus dedos en la mejilla de Saeng casi lo envía al borde. Había querido rasgar al hombre en diminutos pedazos. Había querido estampar su reclamación de propiedad sobre Saeng para que todos lo vieran. 

Quería que le perteneciera a él y sólo a él. 

Hyun suspiró profundamente mientras se daba cuenta que ese era su objetivo final. 

Él quería estar con Saeng, ahora y después de que su semana hubiera terminado. 

«¿Y cómo demonios había sucedido eso?», se preguntó a sí mismo. Nunca había sentido interés a largo plazo por un sumiso. Le gustaba jugar en la escena. Le gustaba tener un sumiso diferente todo el tiempo. Nunca había querido atarse a un solo hombre. 

Hyun pensó una vez o dos veces que podría haber conocido a alguien que le intrigara durante unas cuantas escenas, pero ese interés pronto se desvaneció, y se trasladó al siguiente sum. 

Él nunca miró hacia atrás o lamentó dejar ir a un sum. 

Muchas personas, incluyendo algunos de los Dom, pensaban que Hyun era frío e insensible, y lo sabía. No le importaba ya que nunca había conocido a nadie que lo fascinara lo suficiente como para bajar los muros que había construido en torno a sí mismo debido a su necesidad de control. 

Sin embargo, la idea de que Saeng firmara un contrato con cualquier otro Dom, le daban ganas de gritar de rabia. Lo miró y vio al hombre sentado en silencio, con la cabeza vuelta hacia la ventana. No se veía como si tuviera una sola preocupación en el mundo, pero Hyun podía sentir sus dedos rozando la tela de sus pantalones. 

El gesto parecía tímido y nervioso. ¿Estaba ansioso por algo así? Hyun puso su mano sobre la de Saeng, acariciando la suave piel de sus dedos. 

—¿Te sientes bien, ángel? 

—Sí, Maestro.

—Gira la cabeza hacia mí, ángel. Me gusta mirarte. 

El rostro de Saeng se sonrojó cuando se volvió hacia él. 
Hyun sonrió y se inclinó para acariciar con su mano la mejilla de Saeng. —Tan hermoso rostro. 

—Gracias, Maestro.
Hyun sonrió y se recostó en su asiento. Observó atentamente a Saeng, con ganas de ver cada respuesta del hombre. —¿Qué tipo de cosas te gustan, ángel, floggers, paletas, restricciones? 

—Cualquier cosa que desees, Maestro. 

Hyun sonrió. —No es una respuesta, ángel. Inténtalo de nuevo. 

—¿No es la respuesta adecuada, Maestro? 

Hyun podía ver una pequeña sonrisa traviesa en el rostro de Saeng. La vista lo regocijó. Por mucho que lo quería bajo su control, de repente supo que no quería que el pequeño y obstinado hombre llegara a estar totalmente sometido a él. 

La experiencia anterior de Hyun con sumisos había consistido en que ellos hacían todo lo que les pedía sin hacer preguntas, y aunque le había expresado exactamente a Saeng todo lo que quería, se daba cuenta de que este no lo hacía. 

Le gustaba el desafío que presentaba. 

Hyun movió sus dedos sobre la piel expuesta en el brazo de Saeng, y luego los arrastró hasta su desnudo muslo. —Tu piel es exquisita, ángel. Puedo imaginar que se marcará hermosamente. 

—Gracias, Maestro. 

—¿Haces alguna cosa para mantener tu piel tan suave? 

—Uso una loción especial que me hace un amigo.

—Hmm, tendré que invertir en esa loción. Me gusta lo suave que es tu piel.
Hyun podía imaginar perfectamente cómo la piel de Saeng se marcaría con los juguetes que tenía en casa, tanto si se trataba de un flogger, una paleta o incluso la palma de su mano. La pálida y cremosa piel se enrojecería a la perfección. 

No podía esperar. 

«Y no tengo que hacerlo». Hyun notó que se habían metido en la entrada de su propiedad. Una vez que el coche se detuvo, Hyun no se molestó en esperar a que el chofer se bajara. 

Abrió la puerta y le indicó a Saeng que saliera. 

—Vamos, ángel. 

Hyun llevó a Saeng hasta los escalones de entrada y a la casa. Asintió brevemente hacia el mayordomo y llevó a Saeng directamente a su sala de juegos. Sabía que su mayordomo ni siquiera levantaría una ceja. Había visto a Hyun traer a casa a otros sumisos. Kibum, sólo no sabía lo especial que era este sum en particular. 

Lo empujó dentro de la sala de juegos y cerró la puerta. Apoyándose contra la fresca madera, Hyun vio a Saeng visualizar la habitación y todos sus juguetes. 

Látigos y paletas de varios tamaños y formas colgaban de las paredes. Cestas con otros juguetes se alineaban por toda la habitación. 

Hyun no quería nada más que ver sus marcas en la parte posterior de Saeng, pero no estaba lo suficientemente controlado como para manejar un flogger en este momento. Como estaba, las manos le temblaban tanto que las empujó detrás de su espalda para que el hombre no pudiera verlas. Necesitaba algo para relajarse antes de perder el control que aún tenía. 

—Quítate el tanga y arrodíllate en el suelo, ángel. Asume la posición de reposo.

Hyun decidió que la confianza era lo primero que Saeng tenía que aprender. No podían desarrollar cualquier tipo de relación real si no había confianza entre ellos.
También tenía que ver lo que Saeng realmente sabía. Por mucho que Hyun quisiera enseñárselo todo, en este momento tampoco tenía la paciencia para mostrarle cómo funcionaba todo. 

Hyun contuvo el aliento mientras lo observaba empujar el tanga rojo por sus piernas. 

El aire que tenía en los pulmones lo abandonó cuando vio la dura polla que sobresalía de la afeitada ingle. Luchó por respirar. Su polla estaba tratando de forzar su salida de sus pantalones. 

Saeng se arrodilló en el suelo en un movimiento sensual y separó las piernas ligeramente, mostrando su dura polla y el saco que contenía los pequeños huevos que colgaban entre sus piernas. Apoyó las palmas de las manos sobre sus muslos. Cuadró los hombros y mantuvo su cabeza alta, pero sus ojos bajaron sumisamente.
Hyun deseaba tener una cámara para poder sacarle una foto. El hombre era el ejemplo perfecto de cómo un sumiso debía sentarse. Tenía casi decidido contratar a alguien para que pintara al hombre tal y como estaba ahora. Colgaría la pintura encima de la chimenea, así podría mirarla y fantasear durante horas. 

Hyun se acercó a las cajas en la pared del fondo y comenzó a revolver en ellas hasta que encontró lo que buscaba. Agarró una pequeña máscara negra y un conjunto de restricciones de material blando, forrados de piel con velcro para las muñecas, luego fue hacia Saeng.

Se arrodilló en el suelo detrás de Saeng y se inclinó para aspirar el dulce aroma que rodeaba al hombre. —¿Estás listo para las cosas que voy a hacerte, ángel?
Hyun sintió sacudirse el cuerpo de Saeng contra él ante sus suaves palabras y sonrió. Le puso la máscara negra y la estiró hacia atrás. —Tienes un hermoso cabello, ángel.—dijo Hyun cuando empezó a tocar el cabello color arena—. Apuesto a que se vería perfecta fluyendo por tu espalda mientras follo tu apretado culo. 

Hyun terminó de tocar el pelo de Saengy y lo extendió sobre los hombros del desnudo hombre. Tenía razón, se veía impresionante. Pasó los dedos hasta que sus manos tiraron de los extremos. Hyun levantó la mano y arrastró su dedo sobre los labios de Saeng, gimió cuando este le mordió el extremo. 

—Y sé que voy a tener estos deliciosos labios alrededor de mi polla antes de que salgas de esta sala, ¿no es así? 

Saeng asintió. 

—Dilo, ángel.

—Sí, Maestro —le susurró Saeng. 





Las palabras eran como el nirvana en el cielo para Hyun. Hicieron que su polla palpitara de dolor, pero de alguna manera, también le permitió recuperar algo del control que había perdido poco a poco. 

—Dame tus manos, ángel. 

Hyun llegó alrededor del cuerpo de Saeng y sostuvo las muñecas del hombre extendidas en el aire. Colocó suavemente las acolchadas restricciones en torno a cada una, y luego las apretó antes de unirlas a los aros a cada lado.

—Cuando estés de rodillas en la posición de reposo, mantendrás las manos entrelazadas detrás de tu espalda a menos que yo las haya esposado o te diga lo contrario. —Hyun se agachó y le dio a la polla de Saeng un rápido golpe con los dedos—. Me gusta mirar.



—Sí, Maestro —le susurró Saeng mientras se estremecía—. ¿Maestro? 

—¿Sí, ángel?

—Tú quieres… —Saeng tragó tan duro que Hyun lo oyó—. ¿Quieres que mantenga mis piernas juntas o separadas cuando esté en la posición de reposo? 

—Te dije que me gusta mirar.
Saeng se movió un poco y separó las piernas más. Desde su posición de rodillas detrás de él, Hyun podía ver la dura polla pegando hacia arriba en el aire como si estuviera pidiendo otro toque de la mano de Hyun. 

Cuando Hyun no hizo nada más que mirar, Saeng se agachó y comenzó a masturbar su polla. Hyun rápidamente agarró las muñecas atadas del hombre y tiró de ellas. 

—No, ángel, si te corres, será por mi mano. Tú no debes tocarte de manera sexual, sin que te dé permiso. 

Un pequeño gemido de protesta salió de los labios de Saeng, pero no discutió. 

Indeciso sobre qué hacer a continuación, Hyun miró a su alrededor hasta que su mirada se encontró con un gancho que colgaba del techo. Hyun sonrió cuando una idea le vino de repente. Tiró de Saeng poniéndolo de pie mientras él se levantada. 

Lo dejó allí de pie y cruzó la habitación para coger el control remoto que bajaba el gancho del techo. Le tomó un momento conectar el gancho alrededor de los aros de las esposas, las manos de Saeng fueron estiradas, entonces golpeó el mando a distancia de nuevo y levantó el gancho hasta que los brazos de este se extendían sobre su cabeza. 

Hyun dio un paso atrás y una vez más se maravilló de la impresionante vista que tenía delante. Esta sería otra imagen que habría retratado. Quizás sería bueno contratar un fotógrafo para hiciera imágenes de Saeng en diferentes poses y las colocaría a lo largo de su casa. Serían obras maestras. 

Paso a paso se acercó más a Saeng, Hyun lo acarició suavemente, bajando su mano por un lado de la cadera del hombre. Podía sentir la piel temblar debajo de su toque y se tragó un gruñido. 

La excitación lo llenaba al darse cuenta de que Saeng no era inmune a él. Hyun estaba detrás del hombre y llevó sus manos lentamente desde el abdomen del hombre hasta su pecho. Empezó a moverse hacia arriba, hacia la clavícula cuando sintió las pequeñas y duras protuberancias frotarse contra las palmas de sus manos y eso lo cautivó. Hyun dibujó pequeños círculos alrededor de los pezones, envolviéndolos cada vez más en sus dedos con cada círculo antes de tirar. 

—¿Te gustan mis caricias, ángel? 

—¡Sí! —siseó Saeng cuando su cabeza cayó sobre el pecho de Hyun. Este le retorció los pezones, tirando de los pequeños anillos suavemente, luego más y más duro con cada tirón hasta que el hombre comenzó a empujar su pecho buscando el toque. 

Hyun recordaba vagamente estar en esta posición con Saeng una vez antes en la pista de baile. Incluso podía sentir el apretado culo empujándose contra su dura polla y dulcemente gimió ante el exquisito placer que le trajo. 

Él quería más que nada en el mundo hundir su polla en el culo que se apretaba en su contra. No podía creer que hubiera aceptado un contrato que le prohibía ese placer. 

Y Hyun estaba seguro que sería un placer exquisito. 

—Por lo tanto, tú estás guardando este culo para tu Dom permanente, ¿eh?



Dom Caliente
Sum Frió
Capitulo 11



—S-sí, Maestro. 

—Eso es muy malo, ángel. Me hubiera gustado joder este apretado agujero.
Cuando Hyun se inclinó y pasó los dedos entre las nalgas de Saeng, sintió al hombre ponerse de puntillas, con las piernas temblando. Hyun lamió una línea a lo largo de la curva suave del oído antes de susurrarle.

—¿Te gusta eso, ángel?

—Por favor, Maestro. 

Hyun cerró los ojos por un momento, la declaración de Saeng rodó suavemente sobre él como un maremoto. Sabía que no iba a llegar a ninguna parte con el entrenamiento de Saeng como le habría gustado esta noche. La necesidad de follarse al hombre lo abrumaba. Hyun tenía que recordarse a sí mismo que no era parte del trato. 

Saeng gimió cuando él se apartó y sonrió. —Te dije que me gusta ver, ángel. ¿Y a ti? —Sonrió ante el pequeño gemido que salió de los labios de Saeng. Sonaba a necesidad, una necesidad que Hyun tenía toda la intención de llenar—. No; creo que voy a dejarte con los ojos vendados. Tal vez te mantenga con los ojos vendados durante toda la semana, así te preguntarás qué es lo siguiente que voy a hacer. 

¿Esa idea te excita, ángel?

Se quitó los zapatos dejándolos a un lado y luego buscó los botones de su pantalón, deshaciéndolos. Luego se quitó los pantalones. Hyun miraba a Saeng mientras doblaba sus pantalones y los ponía sobre sus zapatos. Se acercó a Saeng y arrastró su mano sobre el abdomen del hombre paseándose a su alrededor. 

—Estoy tan desnudo como tú lo estás ahora, ángel —le susurró Hyun contra el pelo cuando dio un paso detrás del hombre y empujó su dura polla contra la parte trasera de Saeng—. ¿Puedes sentir lo mucho que te quiero? 

Hyun agarró su polla y la arrastró hasta el pliegue del culo de Saeng antes de dar un paso atrás. Pese a la insistencia de este de que no hubiera penetración, el hombre estaba prácticamente rogando por ello, presionando su espalda contra Hyun, su cuerpo tembloroso. 

—¿Tus reglas sobre la penetración es sobre todos los juegos, o estoy autorizado a jugar contigo un poco? 

Saeng gimió. —Todo, Maestro. 

Hyun estaba decepcionado, pero nunca había roto las reglas de un contrato, y no iba a empezar ahora. Sin embargo, las reglas no decían nada acerca de jugar con la polla de Saeng. Hyun sonrió cuando se agachó y envolvió sus dedos alrededor del duro miembro. Saeng gimió y se empujó contra su mano. 

—¿Tengo que atarte para mantenerte quieto, ángel? —Las cejas de Hyun se alzaron cuando lo sintió estremecerse contra él—. Creo que te gusta la idea, ¿verdad, ángel? 

Por mucho que quería estar profundamente hasta los huevos dentro de Saeng en los próximos segundos, pensar en tenerlo atado, mientras le follaba la boca envió a Hyun en un frenesí de necesidad. 

Ambas ideas lo llevaron fuera de sí, sobre todo cuando Saeng gimió y se empujó contra él. El hombre estaba pidiendo que lo follasen, y Hyun se estaba muriendo por darle lo que quería. Eso casi lo mata por no ser capaz literalmente de hacerlo.

Saeng necesitaba saber desde el principio quién era el Dom y quién era el sum. Hyun apartó sus dedos de la polla del hombre y fue a por el mando a distancia. 

—Un momento, ángel. —Hyun golpeó el mando a distancia y observó cómo Saeng descendía al suelo, con los brazos aún en alto debido al gancho en el techo. Hyun pulsó el botón para detenerlo con una mano mientras tenía la otra envuelta alrededor de su polla para evitar correrse antes de poder follarle la boca. 

La visión de su ángel atado con las manos en el aire y de rodillas en el suelo era casi demasiado para él. Sería demasiado para cualquier hombre. Era sólo otra imagen que Hyun necesitaba tomar del hombre. Decidió que iba a comprar una cámara, sería lo primero que haría por la mañana. En este momento, Hyun tenía a un sumiso que necesitaba su atención. Hyun volvió con Saeng y se puso entre las piernas abiertas del hombre. 

Él agarró su polla y empujó la cabeza contra los labios de Saeng hasta que el hombre los abrió y lo llevó dentro. 

A Hyun le gustaba tener las manos libres. Tan pronto como Saeng lo acogió, Hyun alzó sus manos y agarró las cadenas que sostenían las manos del joven encima de su cabeza. Vio cómo su polla violaba lentamente los labios del hombre. Lentamente, pulgada a pulgada, Hyun se empujó hacia dentro, hasta que sintió sus huevos presionando contra la barbilla de Saeng. 

—Eres tan jodidamente bueno en esto, ángel. —Hyun tomó aire silbando mientras se tomaba un momento para saborear la sensación de tenerlo chupándole la polla. No estaba seguro de que jamás hubiera sentido nada tan bueno en su vida, y había estado con una gran cantidad de sumisos.

Hyun miró de nuevo mientras salía hasta que sólo la cabeza de su polla se mantuvo dentro de la boca. Era casi tan fascinante verlo como sentirlo. 

Hyun se apartó lentamente, no queriendo que las cosas terminaran muy pronto, no esta vez, esta primera vez. Se imaginó que jodería la boca de Saeng muchas veces a lo largo de la próxima semana, pero sólo había una primera vez con un nuevo sumiso. 

—Joder, ángel —gruñó Hyun. Envolvió una mano sobre el hombro de Saeng para mantenerse en pie. Su cabeza daba vueltas. Era el paraíso en la tierra estar en la boca del sum. 

—Haz que me corra, ángel —ordenó Hyun con dureza—. Haz que tu Maestro se corra. 

Hyun agarró la cabeza de Saeng con las dos manos, y se empujó en la boca del hombre una y otra vez hasta que sintió que explotaba en brillantes millones de estrellas. 

La habitación se desvaneció a su alrededor, estrechando al hombre en sus brazos y conectando sus cuerpos. Podía oír su propia respiración pesada y la rápida y corta de Saeng. 

Con su cuerpo todavía temblando, Hyun se apartó de Saeng y se dejó caer en sus rodillas. Sus piernas se negaban a trabajar y sostenerlo. Se sentó y miró al hombre todavía suspendido del techo, llenándolo de asombro la lujuria que se disparó a través de él al pesar de que acababa de follarlo. 

La cabeza de Saeng colgaba hacia atrás, su pelo arrastrándose por todo el piso. El sudor brillaba en el cuerpo del hombre, destellaba bajo la luz. Simplemente se veía hermoso, y la polla de este hombre estaba tan dura que latía. 

—Córrete, ángel. 

El cuerpo de Saeng se tensó cuando un gemido llenó la habitación. Hyun dejó caer la quijada mientras observaba cómo la polla de Saeng tiroteaba cuerdas de semilla blanca y nacarada salpicando el suelo. 

Estaba hipnotizado, no salía de su asombro. Saeng estaba excitado, no dudaba eso. Ese hecho era difícil de pasar por alto, teniendo en cuenta la pesada respiración del hombre y la dureza de su polla, ¿pero que se corriera con solo la orden de un Dom? 

Hyun estaba atónito. 

Gimió cuando se dio cuenta de que también estaba más intrigado de lo que jamás recordaba haberlo estado. Su obsesión por el pequeño sum no había disminuido después de estar en la boca del hombre o verlo correrse con una simple orden. Se había vuelto más fuerte, y un pensamiento empezó a correr por su mente, una y otra vez: ¿cómo demonios lo dejaría ir una vez su semana terminara? 



«¡Oh, Dios —pensó—. Estoy tan jodido!»


Dom Caliente
Sum Frió
Capitulo 12


Saeng oía el susurro de la ropa y a Hyun respirar cerca de él, pero aparte de eso, el hombre no hacía ningún sonido. Casi estaba agradecido porque le hubiera vendado los ojos. No estaba seguro de que fuera una buena idea dejar que el Dom viera cómo lo había afectado lo que acababa de suceder. 

Si el hombre podía arrancarle una de las capas que protegían el corazón de Saeng con una simple mamada, estaba profundamente asustado de lo que el hombre podría hacer si realmente lo intentaba. Estaba tan absorto en tratar de encontrar una manera de ocultarle sus reacciones, que no oyó al hombre levantarse hasta que sintió las calientes manos resbalar por encima de su muslo. Saeng se sacudió, luego sintió su cara enrojecer ante su inesperada reacción. 

—¿Te he hecho daño, ángel?

—No. —A Saeng le dolía, pero no de la manera en la que Hyun creía. Sus labios estaban un poco doloridos e hinchados, pero eso era de esperar. El dolor más grande estaba profundamente dentro de su pecho donde Hyun no podía verlo. 

Quería compartir este espectacular momento con Hyun, gritarle al mundo que finalmente había sido capaz de darle placer a su Dom, que había experimentado el placer del hombre como se había imaginado haciéndolo todos estos años. Saeng sentía que había esperado una eternidad para pertenecer a Hyun.

Pero permitirle al otro saber lo mucho que significaba para él podría alejarlo por completo, y eso no podía permitirlo. Él sabía que tenía que jugar de cierta manera, y eso significaba no compartir sus pensamientos y deseos internos hasta que Hyun pudiera realmente apreciarlos. 

Este no era el momento. 

—No, ¿qué?

—No, Maestro. —Saeng escondió su mueca mordiendo su labio. Él deseaba que sus manos estuvieran libres porque necesitaba el consuelo de morderse el pulgar. En este punto, se habría conformado con acurrucarse en un abrazo si pensara que así podría escaparse de esta. 

Necesitaba consuelo. Necesitaba los fuertes brazos de Hyun envueltos a su alrededor y la profunda y rica voz del hombre calmándolo. Necesitaba saber que había satisfecho a su Maestro. Y ninguna de esas opciones estaba abierta para él.
Saeng trató de recordar las palabras que Kyu, Suk, y Min le habían dicho. Se suponía que sería distante y no le mostraría lo mucho que su tiempo juntos significaba para él. Se suponía que iba a hacer que Hyun trabajara por su relación. 

Eso era difícil de hacer cuando finalmente estaba consiguiendo todo lo que deseaba. Estaba empezando a tener dudas sobre el gran plan. No estaba seguro de cuánto tiempo podía ocultar su necesidad por Hyun. Por el momento, no estaba seguro de por qué se suponía que tenía que ocultarla. 

Estar rodeado por los brazos de Hyun sonaba malditamente bien en estos momentos. Saeng estaba muy decepcionado y tuvo que contener un gemido de protesta cuando Hyun lo desenganchó y le quitó las restricciones en torno a sus muñecas. 

—¿Necesitas ayuda para limpiarte?

—No, Maestro. —Saeng se estremeció ante la indiferencia en la voz de Hyun. Una pequeña parte de su corazón se apretó en su pecho. Al parecer, el momento no había significado tanto para Hyun como para Saeng—. ¿Puedo ir al baño? 

—Es la puerta situada a la izquierda —respondió Hyun con severidad—. Tienes cinco minutos, quítate la venda de los ojos y límpiate, luego la quiero de vuelta en su lugar. 

Saeng asintió mientras se ponía la máscara en la frente. Parpadeó cuando las brillantes luces de la sala lo cegaron por un momento. Una vez que pudo ver, le robó una rápida mirada a Hyun, y su corazón se hundió aún más. 

Acababan de tener lo que Saeng había sentido como una experiencia que había cambiado su vida, y el hombre parecía completamente imperturbable, sin un cabello fuera de lugar. Sus pantalones ni se habían arrugado. Nadie que mirara a Hyun siquiera hubiera imaginado que el hombre había hecho ejercicio físicamente. Nadie sabría que sólo unos minutos antes, su polla estaba hasta los huevos en el interior de la boca de Saeng. 

Saeng se dio la vuelta antes de que Hyun pudiera ver las lágrimas que brotaban de sus ojos. ¿Tal vez no era cierto que era tan especial? ¿Tal vez era el único que lo veía de esa manera? 

Saeng cogió su tanga del piso y se dirigió al baño. Empezó a cerrar la puerta tras él cuando escuchó a Hyun aclararse la garganta. Los hombros de Saeng se hundieron, dejó la puerta abierta y caminó hacia el lavabo. 

Se miró en el espejo. No vio nada distinto, el mismo pelo rubio arena, la misma cara delgada. Sus ojos de color pálido parecían un poco más tenues de lo usual, pero creía que podía ser debido a la luz del cuarto de baño. 

Saeng se sintió decepcionado. Debería haber algo que gritara su cambio de estado, su condición de sum, su paso de agente libre a ser uno tomado, aunque fuera temporalmente. Bueno, tal vez no una fiesta, pero por lo menos un reconocimiento de algún tipo. 

Saeng sacudió la cabeza ante la inutilidad de sus emociones y agarró una toalla limpia. Rápidamente se limpió, se puso el tanga, entonces se miró en el espejo de nuevo. Agarró el borde del mostrador y tomó varias respiraciones profundas lentamente mientras intentaba recuperar la compostura lo suficiente como para salir de nuevo a la otra habitación y enfrentarse a su nuevo Dom. 

—Es tiempo, ángel.
Saeng se dio la vuelta y le llevó dos pasos estar entre la puerta y él. Se detuvo en el marco de la puerta y deslizó la venda sobre sus ojos. Al menos este pequeño material negro le daría algún tipo de barrera entre sus sentimientos y Hyun. 

—Muy bien. 

—Gracias, Maestro.



—Ven, ángel.




Saeng caminó hacia la voz de Hyun, confiando en que el hombre impediría que nada lo lastimase. Había dado varios pasos en la habitación cuando sintió las manos suavemente agarrar su brazo. 

—Las manos juntas, ángel.
Saeng colocó las manos juntas, a continuación, sintió cómo Hyun le volvía a colocar las restricciones. Se estremeció. Había descubierto durante su entrenamiento que le encantaba ser inmovilizado. Le daba la oportunidad de lanzarle todo el control a otra persona y lo liberaba para disfrutar simplemente de su placer.

—Creo que vamos a tomar una pequeña siesta y luego algo de comer antes de comenzar realmente a jugar. ¿Qué te parece a ti, ángel? 

—Sí, Maestro. 
De hecho, sonaba maravilloso para Saeng, especialmente la parte de la siesta. Sintió que se derretía. No podía pensar en nada que deseara más que acurrucarse con Hyun y descansar, con la esperanza de tener los brazos de su Amo ciñéndolo. 

—¿Debo dormir contigo, Maestro? —Saeng se preocupó cuando Hyun no respondió de inmediato—. ¿Maestro? 

—Normalmente, los sumisos no pasan la noche en mi casa, Saeng. Esta es una situación inusual. 

—Yo podría dormir en la habitación de invitados, si lo prefieres —ofreció Saeng, él se encogió a la idea. Sabía que algunos amos preferían que sus sumisos durmieran en la alfombra del suelo o incluso en habitaciones separadas. Saeng odiaría eso, pero lo haría si eso es lo que Hyun prefería. 

—Creo que, dadas las circunstancias, puedo suavizar las reglas, por el momento, ángel. Puedes dormir en mi cama. —Hyun tiró de las muñecas atadas de Saeng—. Pero tú, sin embargo, seguirás atado y con los ojos vendados. 

Saeng casi rebotó con alegría. —Gracias, Maestro. 

Perdió la cuenta de las vueltas y revueltas que habían dado, y de las escaleras que habían subido. Cuando Hyun lo condujo por una puerta y de repente se detuvo, Saeng se preguntó si habían llegado a su destino y dónde exactamente era eso.
Se quedó en silencio, esperando la siguiente orden. Su cuerpo zumbaba con anticipación. Se estremeció cuando sintió a Hyun bajarle el tanga. Saeng salió de él y esperó de nuevo.

—Tan lindo como luces, creo que podemos deshacernos de esto —dijo Hyun mientras desataba el lazo alrededor del cuello de Saeng. 

Hyun se apartó, y Denny lo oyó caminar por la habitación. Un momento después, regresó. Sintió algo envolverse alrededor de su cuello y cerrarse en su lugar. —Tengo algo mejor para que uses. 

Saeng intentó tragar saliva, pero un repentino nudo de emoción llenó su garganta. Hyun le había colocado un collar alrededor de su cuello. Por mucho que le gustaba estar atado y con los ojos vendados, justo en ese momento, deseaba estar libre. Quería ver el collar alrededor de su cuello. Quería tocarlo. Él quería una prueba visual de la reivindicación de Hyun por él. 

—Ahora, esto luces lindo —murmuró Hyun. Saeng se estremeció cuando sintió los dedos de Hyun moviéndose a lo largo del collar de cuero, las puntas rozando su piel—. Muy sexy, ángel. 

—Gr-gracias, Maestro.

—Ven, ángel, hora de la siesta para los dos.

Saeng siguió la guía de Hyun hasta que sintió la esquina de cama contra sus piernas. Se sentó, luego se deslizó hacia atrás hasta que sintió las almohadas detrás de él. Un momento después, el colchón se hundió y Hyun se extendió a su lado. 

—Ruédate de lado, ángel, quiero mi polla entre tus muslos mientras duermo. 

Saeng estaba para todo eso. Entusiasmado se rodó de lado. Hyun se acurrucó a su espalda. Su pierna fue levantada, y la dura polla de Hyun se metió entre sus muslos. Hyun pasó un brazo alrededor de la cintura de Saeng y apretó su cara contra la parte posterior de su cabeza.

—Duerme, ángel, tendremos una noche muy ocupada por delante de nosotros, y tú necesitarás tu fuerza. 

¿Dormir? Claro, como si pudiera dormir con la dura polla de Hyun entre sus muslos. La tentación de moverse un poco, sentir cómo se deslizaba esa polla con fuerza contra él, casi lo abrumaban. 
Sus tumultuosos sentimientos no se aliviaron cuando Hyun acercó su cuerpo y envolvió sus dedos alrededor de su polla. ¿Se suponía que iba a dormir así en realidad? 

—Shh, ángel, estás pensando demasiado. —La voz de Hyun era tan suave, el interior de Saeng se fundió con el sonido—. Cierra los ojos y duerme. 

Saeng cerró los ojos y se deslizó hacia atrás contra el cálido cuerpo mientras trataba de relajarse. Era casi imposible. Su mente daba vueltas a todo lo que había sucedido en las últimas horas y todo lo que Hyun le había prometido que iba a pasar próximamente. 

Sobre todo, Saeng no podía creer que por fin estaba aquí, en los brazos de Hyun. 

Había sido el objetivo de cada uno de sus momentos de vigilia durante los últimos dos años. Bueno, casi la meta. Que lo reclamara era definitivamente el objetivo principal, pero esto bastaría mientras tanto. Sólo rezaba para poder convencerlo de que lo mantuviera para siempre. 

No sabía qué iba a hacer si el hombre optaba por dejarlo en libertad cuando la semana terminara. El último pensamiento de Saeng antes de quedarse dormido era el infierno que viviría si tenía que alejarse de Hyun cuando esto hubiera terminado. 



No estaba seguro de que lo haría para sobrevivir a ese tipo de angustia.




Dom Caliente
Sum Frió
Capitulo 14

Saeng sintió el movimiento de la cama debajo de él cuando Hyun se apartó. Escuchó con atención, oyó los pasos del hombre mientras este cruzaba la habitación. Un cajón abrirse, se oyó un crujido, entonces Hyun volvió de nuevo a la cama. 

Saeng rodó sobre su espalda cuando el colchón se hundió mientras Hyun se sentaba. —¿Maestro? 

—Estoy aquí, ángel.

Saeng lanzó un pequeño gemido de placer que corrió por su cuerpo cuando Hyun ahuecó un lado de su cara. Deseaba más allá de cualquier cosa no tener los ojos vendados en ese momento. Quería ver a su Maestro mirándolo, ver al hermoso Hyun, a sus sensuales ojos.

—Es hora de levantarse y jugar, ángel. Nos hemos quedado dormidos, y la noche ha pasado para nosotros. 

Saeng ansiosamente rodó a un lado de la cama después de que Hyun se levantara. Giró sus piernas por un lado y se puso de pie, esperando la siguiente orden de su Maestro. 

—¿Necesitas algo de comer antes? 

—Prefiero esperar, Maestro.

—Muy bien, ven conmigo.

Saeng sintió el tirón de la mano de Hyun en su brazo y lo siguió de buena gana. De buena gana seguiría a Hyun hasta los confines de la tierra, con los ojos vendados o no, si eso es lo que el hombre quisiera. 

Sabía que Hyun lo había llevado de vuelta a la sala de juegos cuando el fuerte olor del cuero le golpeó. El aroma embriagador amenazó con hacer que sus rodillas se doblasen. Amaba el olor del hombre, del cuero y del sudor. Era crudo, primitivo, y una manera segura de hacer que la polla de Saeng estuviera tan dura como sus uñas. 

—Posición de reposo, ángel. 

Saeng hizo lo que Hyun le había ordenado, bajando las rodillas hasta el suelo. Cuidadosamente separó las piernas y apoyó sus manos atadas sobre sus muslos. Saeng cuadró sus hombros y miró al frente, a pesar de que no podía ver nada a través de la venda en sus ojos.

Su piel se erizó cuando los dedos de Hyun se arrastraron a lo largo de su mejilla. Comenzó a apoyarse en la palma de Hyun, pero el hombre de pronto movió su mano, agarrando un puñado grande de su pelo y tirando de su cabeza hacia atrás. 

—Eres un muchacho ansioso, ángel —le susurró Hyun al oído—. Me gusta eso.

—Gracias, Maestro. 

—¿Vas a ser tan ansioso cuando sientas el beso de mi cuero a través de tu piel?

Saeng tragó saliva y asintió. —Sí, Maestro.

—Ya veremos. —Hyun se echó a reír—. Dame tus manos, ángel. 

Saeng levantó las manos y las sostuvo para Hyun, tirando un poco cuando Hyun las agarró y tiró de ellas sobre su cabeza. Había esperado que Hyun agarrara sus manos, pero aun así estaba un poco en shock. Una vez más ató sus manos al gancho del techo. 

Un momento más tarde, Saeng sintió el tirón del gancho del techo y se puso de pie mientras sus manos se elevaban hacia arriba. Hyun no tiró demasiado, sólo lo suficiente para que Saeng estuviera de pie con la espalda recta, las manos atadas por encima de su cabeza. 

—Tan hermoso —dijo Hyun mientras lo acariciaba con la mano desde el torso hasta la curva de la cadera. Saeng se estremeció ante el ligero toque, su cuerpo tenso—. Demasiado hermoso. 

Una vez que estuvo donde Hyun quería, el hombre se apartó de él. La alfombra amortiguaba los pasos de Hyun, pero Saeng lo oía moverse por la habitación de todos modos. 

Tal vez tenía un sexto sentido en lo que a Hyun concernía porque toda su atención se centraba en el hombre. O tal vez era sólo la perturbación en el aire cuando este se movía por la habitación. Cualquiera que fuera el caso, sabía exactamente dónde estaba.

Su corazón empezó a latir más rápido cuando Hyun volvió al otro lado de la habitación junto a él. Podía oír el suave chasquido de cuero contra la desnuda carne y se estremeció por la anticipación. 

Saeng había entrenado durante mucho tiempo sólo para este momento. Pasó meses bajo la mano de todos los Dom que Kyu le había sugerido, entrenando para ser el sum perfecto. Pero de repente, sentía que cada parte de la formación que había tenido no valía nada. Se sentía como un novato. 

Casi salta fuera de su piel cuando sintió los largos mechones de cuero arrastrándose por encima de su hombro. Hyun no hizo nada más que mover el flogger alrededor de su cuerpo, los extremos de las tiras de cuero susurrando a través de su carne cuando Hyun utilizó el flogger para empujar su pelo por encima de su hombro. 

Su piel se puso de gallina. La respiración de Saeng se volvió áspera. Podía sentir su polla llenarse cuando la excitación se extendió por él. Dio una vez más gracias por la venda de los ojos. No creía que pudiera ocultar su deseo por Hyun si el hombre decidía mirarlo a los ojos. 

—Tan bonito, ángel, tan sensible. 

La alabanza de Hyun fue directa a la cabeza de Saeng, haciéndolo girar. Inhaló con suavidad, tratando de calmar su corazón a toda velocidad. El hombre ni siquiera había comenzado con el flogger, y ya estaba sobrecargado. Ni siquiera quería pensar en cómo iba a ser una vez que comenzara a usar las pequeñas cuerdas de cuero. 

—Recuerda tu palabra de seguridad, ángel. 

—Sí, Maestro.

Saeng contuvo la respiración mientras esperaba sentir la primera caricia suave de cuero en su piel. Cuando llegó, el golpe fue casi sorprende por su ligereza. Por alguna razón, Saeng había esperado que Hyun lo golpeara más duro, más fuerte, no la ligera azotada que le estaba dando. 

Los suaves y continuos golpes del cuero en su espalda hicieron que se arquera en el aire. Cada vez que los latigazos caían, cada uno le traía a un placer más allá de lo imaginable. Sus gritos llenaron la sala de juegos. 

—Maestro.

Las manos de Hyun estaban repentinamente en su espalda, acariciando hacia abajo la suave curva de la parte inferior de su columna vertebral y parándose en sus nalgas. Sus dedos trazaron los verdugones que Saeng podía sentir en su piel. 

—Está bien, ángel, te marcas hermosamente.

—Gr-gracias, Maestro.

Saeng jadeaba mientras Hyun seguía acariciándolo. Entre los azotes, el olor del cuero y del hombre que llenaban la habitación, y estando atado como estaba, montaba el borde de su autocontrol, apenas colgando de un hilo. 

Le dolía, entre los omóplatos, bajando por su espalda y sobre las nalgas. Un dolor delicioso, que hacía palpitar y gotear a su polla y tronar a su corazón. 

Saeng gimió cuando Hyun repentinamente bajó el gancho y lo empujó sobre sus rodillas, soltando las manos de las restricciones en sus muñecas. Independientemente de su deseo de cubrir su expuesta erección, Saeng todavía separó las piernas como Hyun quería. 

Hyun levantó de pronto la venda de la cabeza de Saeng. Él parpadeó con fuerza por la brillante luz hasta que sus ojos se adaptaron lo suficiente para mirar a su Maestro. Tragó duro por la necesidad de hambre que podía ver en el rostro de Hyun. El hombre se lo comía con los ojos. Nadie nunca lo había mirado así. 

—Chúpame.

Saeng mantuvo su mirada pegada a Hyun cuando abrió la boca y tomó la rígida polla del hombre. El sabor del pre-semen explotó a través de su lengua. Podría haber chupado a Hyun una vez antes, pero la experiencia fue tan explosiva en esta ocasión como lo había sido la última vez. Sólo ahora, Hyun le permitía ver, y estudió el rostro de su Maestro, para medir sus emociones, mientras se tragaba la polla del hombre. 

Hyun no movió ni un músculo. Dejó a Saeng hacer todo el trabajo, todos los movimientos. Sus ojos, por otro lado, lo decían todo. Cada dolorosa necesidad y cada deseo brillaban en los ojos color avellana. 

Con cada golpe de su lengua, con cada succión de su boca, Saeng podía ver el placer que le estaba dando a su Maestro, y eso lo ponía más duro de lo que jamás podía recordar haber estado.

Saeng gimió, deseando poder agarrar su propia polla, acariciarse a sí mismo. Podía sentir su sangre golpeando a través de su cuerpo, instalándose en su ingle, y le dolía. Pero la orden de su Amo debía ser obedecida. 

Así que en lugar de darse placer a sí mismo, apretó más sus manos juntas y renovó su ataque a la polla de Hyun, chupó y lamió por todo lo que valía la pena. 

Necesitaba demostrar que era el sumiso perfecto para el hombre. 

La mirada de Hyun empezó a volverse vidriosa, sus párpados caían más y más hasta que solo mostraban un destello de color avellana. Sus labios se curvaron, su mandíbula apretada. Saeng notó una palpitante vena en la sien del hombre. Pequeñas gotas de sudor goteaban por los lados de su cara. Pero aun así, el hombre no se movió. Si su pecho no hubiera estado subiendo y bajando rápidamente, se habría preguntado si el hombre aún respiraba. Excepto por sus ojos, y la rapidez de su respiración, estaba quieto como una estatua. 

Sin previo aviso, la cabeza de Hyun cayó hacia atrás sobre sus hombros, y un fuerte gemido se hizo eco por toda la habitación cuando la crema caliente llenó la boca de Saeng. Este se lo tragó y lamió la polla alrededor, hasta que limpió hasta la última gota. 

Gimió en protesta cuando Hyun de pronto se apartó. Saeng estaba confuso. Hyun tenía un ceño gracioso en su rostro. Él no dejaba de mirar hacia abajo a Saeng con una expresión burlona, como si estuviera tratando de encontrar algo. 

—¿Maestro?

—Silencio, Saeng.

Saeng parpadeó sorprendido. Hyun no lo había llamado por su nombre de pila desde que lo había conocido. Él siempre lo había llamado ángel. ¿Qué había ocurrido que cambiara eso?

Una oleada de miedo corrió a través de él. ¿Había hecho algo mal? 

Quería preguntarle, pero había recibido la orden de guardar silencio. Si se quedaba callado, nunca sabría qué había hecho mal. Pero si no se quedaba tranquilo, estaría desobedeciendo la orden. 

No sabía qué hacer, así que se quedó sentado esperando a que Hyun decidiera lo que fuera que tuviera que decidir. Se moría de ganas por correrse, pero cuanto más esperaba a Hyun, menos intensa era su necesidad. Cuando finalmente Hyun se acercó y lo levantó, Saeng estaba tan agradecido que casi llora... hasta que Hyun dio un paso atrás. 

Podía sentir algún tipo de pared que se elevaba entre Hyun y él, y no entendía por qué estaba ocurriendo. Pensaba que las cosas iban a la perfección. ¿Podría haber estado tan equivocado? 

—Ven conmigo. 

La orden de Hyun era simple, y Saeng siguió ansiosamente detrás de él, con la esperanza de averiguar qué le estaba molestando al hombre tanto. Su corazón comenzó a hundirse cuando pasaron el dormitorio de Hyun y entró a lo que obviamente era una habitación de invitados. 

—El cuarto de baño está al otro lado de la sala, por si lo necesitas, Saeng. Te veré dentro de poco tiempo. 

—¿Maestro, qué…? 

Los dedos de Hyun se apretaron contra los labios de Saeng, deteniendo sus palabras. —Descasa, Saeng. 

La boca de Saeng cayó. Vio en estado de shock cómo Hyun salía de la habitación y cerraba la puerta. Se quedó mirando la puerta cerrada, sin tener idea de lo que acababa de suceder.

Después de un momento, cuando la puerta no se abrió, Saeng se acercó y se sentó en un lado de la cama. Su mente se aceleró pensando en la escena anterior con Hyun mientras trataba de averiguar por qué esto le había estallado en la cara. 

Todo parecía marchar perfectamente. A Hyun le gustaban las marcas que había dejado en su cuerpo, las marcas que ahora Saeng podía sentir palpitar en su piel. 

Parecía que le había gustaba mucho la mamada que le había dado.

Sólo después fue cuando Hyun cambió de humor, volviéndose más frío y distante. Y por su vida, Saeng no podía entender lo que había ocurrido para el cambio de comportamiento de Hyun. 

Frunció el ceño, su mente corriendo. Tal vez Hyun no estaba tan molesto por algo que hubiera hecho, tal vez estaba enojado por algo que Saeng no había hecho, o mejor dicho, no haría. ¿Podría estar cabreado porque no le permitiría que lo follara? ¿Podría ser ese un punto de ruptura para Hyun? ¿Había llegado a estar tan frustrado, que había decidido que ya no lo quería en absoluto? 



Tal vez eso era algo que tenía que tener en cuenta.





Dom Caliente
Sum Frió
Capitulo 15 

Hyun abrió los ojos, parpadeando ante la luz de la luna que brillaba a través de la ventana de su dormitorio. Dejó caer su brazo sobre sus ojos ante la sensación de cansancio como si no hubiera dormido ni un instante. Demasiados pensamientos en su cabeza lo habían mantenido divagando. 

Estaba tan confundido que no sabía en qué dirección estaba yendo. Saeng era todo lo que siempre quiso tener en un sum, pero no era un arreglo permanente. En tan sólo unos días, tendría que dejarlo con quien fuera que firmara su siguiente contrato con él. Sólo la idea de que estuviera con alguien más lo enfadaba tanto que casi vibraba. 

Ni una sola vez, desde que había comenzado a trabajar con sumisos, Hyun había querido firmar un contrato a largo plazo con nadie. Le gustaba la libertad que venía al tener a alguien nuevo todo el tiempo. Le gustaba la emoción y la variedad de tener un sum diferente cuando quería uno. No quería estar atado a un solo hombre.

Al menos, eso es lo que trató de decirse cuando escoltó a Saeng a la habitación de invitados unas horas antes. Necesitaba un poco de tiempo para pensar, tiempo para decidir por qué estaba tan atraído por el hombre, por qué sentía que estaba perdiendo la cabeza.

Se había pasado todo el día encerrado en su despacho, tratando de trabajar, ignorando el conocimiento de que Saeng estaba sentado arriba esperándolo. Podría haberlo llevado de nuevo a la sala de juegos, pero su fascinación era tan grande en lo que al hombre se refería, que tenía miedo de rogarle que rompiera las reglas de su contrato y follar al hombre. 

Hyun se sentó de repente cuando una idea lo golpeó. Tal vez tenía que pasar algún tiempo con otro sumiso para recuperar su punto de vista. Había estado tan absorto en Saeng, que no había pensado en estar con nadie más por el momento. Y tal vez eso era lo que lo hacía perder el control. 

Desde el comienzo de su vida como Dom, Hyun había pasado de un sum a otro. Nunca se había quedado con uno solo más que unos pocos días, incluso si había repetido las escenas con ellos. Nunca había querido estar atado de esa forma.
Y tal vez ese era su problema. Estaba permitiendo que su fascinación por Saeng lo atara a un sum. Hyun bajó las piernas por el borde de la cama, se levantó y se dirigió a su armario. 

La idea de traer a casa a otro sum para jugar sonaba mejor y mejor. Podría ser lo que necesitaba para dejar de obsesionarse con Saeng. Rápidamente se puso un traje y se salpicó un poco de colonia. Quería verse bien cuando se fuera. Siempre ayudaba a atrapar a los sumisos más sexys. 

Cogió la chaqueta del perchero, Hyun salió de su dormitorio y fue por el pasillo. Hizo una pausa fuera de la puerta de Saeng, llamó suavemente. Oyó el golpeteo de los pies cuando el hombre cruzó corriendo la habitación para abrir la puerta. 

Hyun se sorprendió de que Saeng todavía tuviera la venda en los ojos. Había pensado que el hombre ya se la habría quitado. Hyun acarició con su mano un lado de la cara de Saeng, sintiendo el salto del hombre ante el inesperado toque.

—Voy a salir un rato, Saeng. 

—Sí, Maestro.

—Te puedes quitar la venda de los ojos si lo deseas. —Hyun lamentablemente dejó caer su mano—. No sé cuándo volveré. 

—Sí, Maestro. —Saeng sonaba tranquilo, triste, pero no se movió para quitarse la venda de los ojos. 

—Si necesitas algo de comer, Berwick puede conseguirlo para ti. 

—Sí, Maestro. 

Hyun frunció el ceño. Se sentía como si estuviera traicionándolo, de alguna manera, y sabía que no debería. No tenían un contrato a largo plazo. Demonios, sólo llevaban juntos unos días. Entonces, ¿por qué se sentía como una mierda?

—Descansa un poco, Saeng. 

Hyun ignoró la pequeña voz en su cabeza que le decía que estaba cometiendo un enorme error y se fue. Oyó la puerta cerrarse detrás de él antes de llegar a la parte inferior de las escaleras. 

Hyun hizo una pausa por un momento. Le tomó toda su fuerza de voluntad no volver por las escaleras y llevarse a Saeng a la sala de juegos. Quería al hombre más de lo que quería su siguiente respiración. 

Y eso era lo último que un hombre como él necesitaba. Hyun apretó los dientes y se obligó a soltar la barandilla. Caminó hacia la entrada y salió por la puerta. Tenía que controlarse. Lo sabía. Y Saeng estaba llevándose el último control inmediato que le quedaba. Eso lo hacía peligroso.

De un modo u otro, Hyun esperaba romper este extraño agarre que S tenía sobre él. 

Recuperaría su famoso control, y todo su mundo volvería de nuevo en lugar.

Tenía que hacerlo. 

Tenía miedo de saber lo que sucedería si no conseguía el control de nuevo. 



Tenía miedo de a quién podría lastimar. 




Saeng oyó risas cuando la puerta principal se abrió y luego se cerró de golpe. 

Fuertes pasos acompañados de las risas por las escaleras. Saltó de la cama y corrió través de la habitación. Apretó la oreja a la puerta para escuchar. 

Risitas suaves y una risa áspera sonó cuando alguien pasó por delante de su habitación. Un momento después, una puerta por el pasillo se abrió y se cerró. 


Saeng se mordió la uña del pulgar cuando se dio cuenta de que la puerta que había oído llevaba a la sala de juegos, y que Hyun no había vuelto a casa solo. 

Le había dado permiso para quitarse la venda de los ojos, pero no le había dado permiso para salir de su habitación. No sabía si se le permitía vagar libremente alrededor de la casa. 

Pero su curiosidad lo carcomía. 

¿A quién había traído a casa? ¿Por qué había traído a alguien? ¿Por qué lo había dejado en primer lugar? ¿Estaba satisfecho con su arreglo? ¿Quería cancelar su contrato? 

Tantas preguntas y tan pocas respuestas. Saeng sintió que estaba perdiendo la cabeza. Quería a Hyun como nunca había querido a nadie en su vida. Pensó que podría perderse sin estar bajo la dirección del hombre. Había dominado cada uno de sus momentos de vigilia durante los últimos dos años.

Y justo cuando pensaba que su viaje podría estar llegando a su fin, el camino por el que viajaba se había nublado y no sabía qué camino tomar o cómo comportarse. Sus tutores no estaban aquí para aconsejarlo. 

Saeng no podía soportarlo más. Tenía que saber lo que estaba pasando. Abrió la puerta y se deslizó por el pasillo hacia la sala de juegos. Podía oír los ruidos que llegaban de dentro, pero ya no sonaba la risa. Eran más como gemidos, e hicieron que la sangre de Saeng se congelara. 

Rezando para que lo que encontrara no fuera lo que pasaba por su cabeza, abrió la puerta del cuarto de juegos. El espectáculo que vieron sus ojos se marcaría en la mente de Saeng durante el resto de su vida. 

Hyun estaba casi desnudo detrás de un hombre de pelo negro que colgaba suspendido del techo, tanto como Saeng lo había estado cuando lo había llevado por primera vez a la sala de juegos. 

Hyun estaba blandiendo su flogger, marcando la espalda del hombre. Los gemidos de placer que caía de los labios del hombre disparaban fragmentos de dolor al corazón de Saeng. La excitación creciente en el rostro enrojecido de Hyun era aún peor. 

Hyun, su Maestro, había traído a casa a otro sum para jugar. 

—¿Maestro? —Saeng lamentó la palabra suavemente murmurada en el momento en el que cayó de sus labios. 

Hyun lo miró fijamente, con una expresión de sorpresa en su rostro. La boca de Saeng se abrió mientras trataba de formar las palabras para preguntar qué estaba haciendo otro sum allí, pero ningún otro sonido salió. 

—Saeng—dijo Hyun mientras bajaba el flogger—. No recuerdo haberte dado permiso para salir de tu habitación.

—Yo... oí ruidos. 

—Vuelve a tu habitación, Saeng. —Hyun hizo un gesto con la mano—. Iré a verte cuando haya terminado de jugar con Kibum. 

Saeng frunció el ceño y negó un poco. Extendió las manos con desesperación. —Pero... Pero ¿por qué necesitas otro sumiso? Estaba en la habitación del pasillo. Podrías haber venido a mí. 

—No creo que tenga que pedir tu permiso, Young Saeng. 

Se estremeció al oír la aspereza en la voz de Hyun. Su tono era frío, antipático, y casi hostil, como si Saeng hubiera hecho algo mal, muy mal. 

—Pero... Pero, Maestro, yo…

—Vete, Saeng. —Hyun señaló hacia la puerta. 

Habiendo sido entrenado para seguir las ordenes de su Maestro incluso si no le gustaban, comenzó a alejarse cuando el otro sum se rio. Saeng cerró los ojos por un momento y respiró hondo. 

No era así como se suponía que las cosas sucederían. Kyu, Suk, y Min, todos, le prometieron que si se pegaba al plan, Hyun sería suyo. Ese plan no incluía a otro sum o esta angustia. 

Saeng abrió los ojos y se dio la vuelta, endureciéndose a sí mismo por la desaprobación que sabía que iba a ver en el rostro de Hyun por desobedecer la orden de su Amo. Él tenía que saber si tenía futuro. 

—Por favor, Maestro, despídelo.

—¿Qué?

—Despídelo —dijo Saeng de nuevo. Corrió por la habitación y se arrodilló a los pies de Hyun, implorando al hombre con los ojos—. Por favor, Maestro, no necesitas otro sum. Soy tu sumiso. 

—Durante los próximos días —resopló Hyun—, y entonces firmarás un contrato con quien quieras. 

—Firmaré un contrato contigo, un contrato a largo plazo. —Era, de hecho, el mayor deseo de Saeng—. Seré tuyo. 

—¿Qué? ¿Esperas que pase el resto de mi vida con un sum, al que ni siquiera puedo follar? —Hyun sacudió la cabeza—. No lo creo, Young Saeng. 

Una sensación sofocante obstruyó la garganta de Saeng. Trató de tragar. —Me estoy guardando para el que firme un contrato a largo plazo conmigo. Si tú lo haces, yo podría… 

—No, Saeng. 

Cogió la pierna del pantalón de Hyun. —Por favor, Maestro, yo… —La mano de Saeng cayó sin fuerzas en su regazo cuando Hyun sacudió la pierna poniendo distancia. 

—Yo no tengo que firmar un contrato a largo plazo para follar a este sum, Saeng. No tengo que firmar ningún contrato. Kibum me deja follarlo sólo por el privilegio de estar bajo mi azote. No necesito un sumiso a largo plazo. 

Hyun hablaba con tanta crueldad, que Saeng se preguntaba cómo podía haber pensado alguna vez que era su tipo. Sintió cómo su corazón se marchitaba en el interior de su pecho, le era difícil respirar. Lágrimas de desesperación surgieron ante sus ojos al ver su sueño de estar con Hyun escaparse. 

—Por favor, Maestro. —Saeng intentó una vez más—. Dejaré que me folles. Sólo envíalo lejos. 

—¿Y romper las reglas de nuestro contrato? No lo creo. —Hyun hizo una mueca—. Nunca he roto las reglas de un contrato en mi vida, y no voy a empezar contigo. 
Ahora, vuelve a tu habitación, Saeng. Cuando haya terminado con Kibum, iré a verte. 

—Nutria, Maestro. 

Las cejas de Rafe se alzaron. —¿Es tu palabra segura? 

—Por favor, haré lo que quieras. Sólo échalo.

—Lo siento, Saeng, pero no puedo hacer eso. Tú no tienes que participar en esta escena pero…

—No tienes que estar involucrado en esta escena —repitió lentamente Saeng mientras su mundo se desmoronaba a su alrededor—. Eso es todo esto para ti, verdad, una escena. 

La sensación de mareo intenso y la desolación se apoderó de Saeng mientras se ponía de pie. Se retiró, incapaz de apartar los ojos de los dos hombres en la habitación, uno de los cuales le estaba rompiendo el corazón, y otro que lo estaba reemplazando.

—Yo pensé —Saeng tragó—. Pensé que sería el único, pero no es así. No eres más que una fantasía que construí en mi mente. 

—¿El único qué, Saeng?

Saeng negó. —No tiene importancia, Hyun. Tú no eres quien pensé que eras. —Saeng se rio incómodamente cuando la angustia se apoderó de él. Apoyó las manos contra su esternón, tratando de buscar una medida de restricción—. Tal vez nunca lo fuiste. 

Saeng podía ver la confusión en el rostro de Hyun. Se mezclaba con la furia apenas disimulada que imaginaba que el hombre estaría sintiendo con su desobediencia. 
Pero nada de eso le importaba ya. 

Podría haberse entrenado correctamente para ser el sum de Hyun, soñando con eso durante años, pero esto no era lo que esperaba. Ni siquiera se acercaba. Hyun obviamente no era el Dom que había estado buscando.

—Adiós, Hyun Joong. 

Le dio la espalda al hombre que había querido con cada fibra de su ser durante tanto tiempo y fue la cosa más difícil que había hecho. Y fue aún más difícil aceptar el hecho de que Hyun no era su Amo. 

Los pasos de Saeng eran lentos, mientras caminaba por el pasillo hasta la habitación de Hyun. Se sentía entumecido. Quizá su gran error fue asumir que él lo desea tanto como él quería a Hyun. Tal vez fue haber pensado que el hombre era el Maestro que Saeng necesitaba. Y quizás, ese hombre no existía. 

Le tomó unos minutos encontrar el contrato que ambos habían firmado. Hyun lo había dejado en el pantalón que había estado usando esa noche. Rompió el contrato en dos y lo puso en la almohada de Hyun. 

Los dedos le temblaban mientras cogía la hebilla del collar alrededor de su cuello. Sabía que un sumiso nunca debía quitarse el collar. Sólo su Maestro podía hacerlo. Incluso si los sum querían quitarse el collar, debían pedírselo a su Maestro para poder hacerlo. 

Pero de todas formas, Hyun no era su Amo.

Saeng desabrochó el collar y lo apartó de su cuello. Las lágrimas rodaron por su rostro mientras frotaba los dedos sobre la delgada pieza de cuero. Puede que no tenga mucho significado para otra gente, para Hyun, pero la pequeña tira de cuero significaba el mundo para Saeng. Había sido un símbolo de todo lo que siempre quiso tener en la vida, y ahora todo lo que representaba era un par de noches de placer y un corazón roto. 

Saeng puso el collar de cuero encima del contrato desgarrado y se alejó antes de cogerlo de nuevo. Sabía que sería sancionado por haber violado el contrato. Esperaba eso. Sólo que no le importaba. 

Buscó alrededor de la habitación de Hyun, hasta que encontró un par de pantalones de correr y una simple camiseta de algodón. Se vistió rápidamente, entonces se paró en medio de la habitación, pensando. Ahora sólo tenía que encontrar una manera de llegar a casa. Saeng cogió el teléfono y llamó a la única persona que se le ocurrió que podía ayudarlo a salir del lío que había hecho. 



—¿Kyunnie? —dijo Saeng en voz baja cuando Kyu contestó. Sus dedos se cerraron en el cable del teléfono cuando la angustia lo llenó—. Necesito algo de ayuda. 




Hyun se quedó mirando el pequeño y alegre culo colgando frente de él y no sintió nada. No tenía ganas de azotar el culo, no necesitaba ver sus marcas enrojecer en los redondos globos. 

Ni siquiera estaba duro. Sentía una abrumadora sensación de pérdida. Había estado muy seguro que traer a casa a otro sum para jugar curaría la extraña obsesión que tenía por Saeng. Había estado seguro de que sería capaz de quemar el control que este tenía sobre él y volver a ser un Dom controlado, a cargo de sí mismo y su sum. 

En cambio, sintió que su corazón estaba siendo arrancado de su pecho. Los dedos de Hyun se apretaron alrededor del flogger en su mano. Trató de alejar esos sentimientos. Necesitaba renovar su interés en la flagelación del hombre que tenía delante. Tenía que estar controlado. 




Todo lo que podía ver era la angustia y la desesperación en el rostro de Saeng cuando el hombre le rogó que echara a Kibum. Hyun podía ver caer el rostro de S a su fría respuesta mientras estaba todavía arrodillado en el suelo delante de él, e hizo que el corazón de Hyun se sacudiera. 

Se dio cuenta que había recuperado su control, algo, pero ¿a qué costo? Mirando hacia atrás a los últimos días… La forma en la que Saebg le había suplicado, la manera en la que había utilizado su palabra de seguridad. Oh, Dios. ¿Qué había hecho?

Había roto a Saeng, la única cosa que un Dom nunca debía hacerle a un sumiso. 

Hyun cogió el mando a distancia y bajó Kibum al suelo. La luz se encendió en su cabeza, tenía su respuesta. La salvación no residía en huir de Saeng, sino en que no necesitaba un sumiso sustituto. Tenía que echar a Kibum e ir a hacer las paces con Saeng. 

Quería a su sum. Quería a Saeng. 

—Voy a decirle a Berwick que te pida un coche, Kibum —dijo Hyun mientras ayudaba al hombre con las ataduras—. Gracias por tu tiempo. 

—¿Me estás despidiendo?
Hyun trató de sonreírle al sum pero supo que no lo había logrado cuando las cejas de Kibum se dispararon hacia arriba.

—Me disculpo, Kibum. No eres tú. 

—Es él, ¿no es así? —Kibum hizo un gesto hacia la puerta por donde había salido Saeng. }

Hyun asintió.
—No lo habría creído si no lo hubiera visto con mis propios ojos. —Kibum se rio entre dientes ligeramente, sin verse incómodo—. Hyun Joong, Kim Hyun Joong, el Dom de los dominantes, cayendo por un sumiso. 

Hyun pasó la mano por la parte de atrás de su cuello mientras sus mejillas se sonrojaron. —Sí, bueno, ¿qué puedo decir? Saengie es un sumiso único en su clase. 

—No puedo decir que no extrañaré nuestras pequeñas escenas juntos, pero te deseo toda la felicidad con tu sumiso. 

—Gracias, Kibum. —Hyun estaba un poco sorprendido por la reacción de Kibum al ser despedido—. Eso es muy amable de tu parte, dadas las circunstancias.

Kibum se encogió de hombros mientras empezaba a ponerse la ropa. —Eso es todo lo que cualquiera de nosotros realmente quiere, Hyun, alguien a quien pertenecer a largo plazo. Después de escuchar a tu pequeño sum pedirte que me enviaras lejos, sospecho que eso es lo que él quiere. 

Hyun hizo una mueca. Creía que Kibum tenía razón, y si la tenía, Hyun tendría mucho trabajo con Saeng. Lo primero que tendría que hacer era convencer al hombre de que podían tener algo juntos. Sospechaba que podría mendigar un poco por su parte. 

Había sido muy duro con Saeng desde el momento en el que se conocieron. Ni siquiera había contemplado la idea de que podría ser feliz con un contrato de exclusividad con un solo sum, pero cuanto más pensaba en ello, mejor sonaba la idea.

La idea de tenerlo solo para él le dio una enorme calma que no había sentido desde que había puesto los ojos en el hombre en la pista de baile. Le había quitado la constante necesidad que sentía de estar en control con todo lo que lo rodeaba y le había dado paz. 

Hyun podía imaginarse el futuro con Saeng, cumpliendo sus fantasías, representando escenas, incluso teniendo al hombre dormido en sus brazos todas las noches, todas las cosas que Hyun nunca había considerado necesarias a tiempo completo. 

Siempre había permanecido separado, emocionalmente distante de las escenas que hacía. Saeng había sido el único que alguna vez había atravesado el muro que había construido alrededor de sí mismo. Era el único que Hyun deseaba que lo hiciera cada vez más. 

—Gracias por tú tiempo, Kibum, y tus palabras de sabiduría —dijo Hyun mientras el hombre caminaba hasta la puerta de la sala de juegos—. Espero sinceramente que firmes un contrato con el Dom de tus sueños algún día. 

—Oh, no tengo ninguna duda de que lo haré. —Kibum se rio de nuevo—. Sólo tengo que encontrarlo. 

—Si alguna vez necesitas una recomendación, por favor no dudes en llamarme.

Kibum sonrió y caminó por el pasillo. Hyun soltó una pequeña risa cuando observó al hombre irse. Tenía la esperanza de que Kibum encontrara lo que estaba buscando. 

El hombre era un gran sum.

Sólo que no era Saeng. 

Hyun se volvió y caminó por el pasillo hacia la habitación y al sum que quería. De repente sintió su corazón ligero, un rebote en su paso. Sabía lo que quería, y lo iba a conseguir. 

—¿Saeng? —Hyun llamó suavemente a la puerta, bien, la puerta de la habitación de invitados. Si tenía algo que decir al respecto, S dormiría en su habitación a partir de ahora—. ¿Podemos hablar, ángel? 

Hyun frunció el ceño cuando no oyó nada desde el interior de la habitación. Había esperado oír de los pies de Saeng sobre la alfombra al cruzar la habitación. O tal vez el sonido de algo golpear la pared. Tenía que estar alterado después de como lo había tratado. 



—¿Saengie?




Cuando Saeng no contestó, Hyun abrió la puerta y entró. La primera cosa que notó fue la cama vacía. Lo segundo fue el hecho de que Saeng no estaba en ningún lugar de la habitación. Se veía exactamente igual que antes de que Hyun lo llevara a casa esa primera noche, hasta la cama estaba perfectamente hecha. 

La mente de Hyun se quedó en blanco por un momento. No podía ver nada, excepto la habitación vacía. Nada de Saeng.
Un tormento interior comenzó a roerlo. ¿Dónde diablos estaba su sumiso?

Corrió por el pasillo hasta el cuarto de baño, pero estaba vacío, la puerta abierta. Hyun corrió a su habitación, esperando contra toda esperanza que hubiera entrado allí, pero encontró esa habitación vacía también. Buscó en el baño y el vestidor, cada vez más alarmado.



Hyun estaba en el medio de la habitación, frotándose la mano sobre su boca mientras trataba de averiguar dónde se había ido. Mientras miraba alrededor de la habitación, los ojos de Hyun cayeron en un destello blanco en la almohada.

Cerró los ojos, con el corazón destrozado por el dolor. Sabía lo que estaba viendo incluso antes de abrir los ojos de nuevo. Su garganta se cerró mientras miraba hacia abajo al símbolo de lo que su necesidad de control le había traído.

El contrato que habían firmado Saeng y él, y el collar que le había dado al hombre. Hyun sabía en su corazón que era la manera de Saeng de decirle que no quería ser el sumiso de Hyun nunca más.
Hyun levantó el collar y lo apretó en su mano mientras se sentaba en el borde de la cama. Su corazón se apretó por la angustia al darse cuenta de que lo había dejado. Realmente lo había dejado. 

Hyun no sabía cómo traer al hombre de vuelta. No sabía si tenía algo que ofrecerle al hombre que pudiera convencerlo para que volviera. La había jodido realmente mal, dudaba que Saeng le diera siquiera la hora del día, y mucho menos el tiempo suficiente para sentarse y escucharlo rogar.

—¿Señor?

—Sí, Berwick. —Hyun se quejó por la interrupción.

—El coche del joven no tardará en llegar. ¿Quiere que le acompañe cuando llegue?

—Sí, Berwick.

—Muy bien, señor.

Hyun esperó oír que Berwick se alejara. Cuando no lo hizo, Hyun se volvió hacia el hombre.

—¿Necesitas algo más, Berwick?

—Si no le importa que lo diga, señor, su joven no parece estar en condiciones de viajar solo. ¿Quiere que lo acompañe, o debería permitir sólo que se vaya por su cuenta?

Hyun frunció el ceño. Berwick había estado con él durante mucho tiempo, y nunca comentó sobre los sumisos que iban y venían a la casa de Hyun. Además, Kibum no estaba en mala forma cuando se había ido. Aun así, Hyun apreciaba la preocupación de Berwick.

—Kibum va a estar bien, tan pronto como tome una noche de sueño reparador. No te preocupes por él, Berwick.

—No me refería al señor Kibum, señor, sino a su invitado, el señor Saeng. Parece bastante molesto, señor, y no me atrevo a dejarlo salir en su condición actual. 

—¿Saeng? —gritó Hyun mientras se ponía en pie, dejando caer el collar en el suelo—. ¿Saeng todavía está aquí?

—Sí, señor —respondió Berwick—. Actualmente está en el estudio.

El corazón de Hyun tronó. Corrió hacia su armario y tiró del cajón con tanta fuerza para abrirlo que cayó al suelo. Hyun se agachó y sacó las cosas del cajón hasta que encontró el elemento especial que había estado buscando, el que había estado esperando en casa desde el día en el que Hyun se convirtió en un Dom.

Hyun se puso de pie y corrió pasando a Berwick por el pasillo. Se tambaleó bajando las escaleras, estuvo a punto de caerse varias veces antes de llegar a la parte inferior, y luego corrió hacia la entrada de su estudio.
Hyun golpeó la puerta abriéndola, haciendo una mueca cuando se estrelló contra la pared y Saeng saltó. Se puso de pie junto a la ventana, con un brazo envuelto alrededor de su estómago. Estaba masticando una uña, y se veía realmente enfermo.

—Saeng. —Hyun soltó un suspiro de alivio, luego se tragó el repentino nudo en su garganta cuando este le dio la espalda para mirar por la ventana—. Yo... ¿Te vas? 

—Creo que es lo mejor —susurró Saeng—. Lo he arreglado para que recibas tu dinero de la subasta. Si decides presentar una queja por incumplimiento de contrato, no lucharé en contra.

—Saeng, eso no es lo que quiero.
La risa repentina de Saeng era casi tan dolorosa como el dolor en su rostro.

—No siempre conseguimos lo que queremos, Hyun.

—¿No podemos hablar de esto, Saengie?

—No hay nada de qué hablar.
Hyun no se había dado cuenta de la magnitud del daño que había hecho o lo mucho que tendría que trabajar para conseguir que Saeng regresara hasta que el hombre se volvió a mirarlo. Las lágrimas caían silenciosamente por su pálido y angustiado rostro.
—Tú has dejado tu posición muy clara.

—No, no lo he hecho. —Hyun caminó lentamente por la habitación y se acercó más a Saeng, como si se acercara a un animal asustado—. No he dejado nada claro.

Saeng pareció que creyó en Hyun durante aproximadamente medio segundo, entonces negó. —Nunca funcionará —susurró mientras miraba hacia abajo a sus manos, retorciéndose los dedos—. Queremos cosas diferentes.

—Queríamos cosas distintas, Saengie—dijo Hyun cuando se acercó más—. Eso es una gran diferencia.

—¿En serio?

Hyun dio un paso más cerca. —Lo es, ángel, una diferencia muy grande.

Las oscuras cejas marrones de Saeng se juntaron en un ceño. Parecía estar tratando de procesar lo que estaba diciendo, lo que Hyun estaba diciendo pero dudaba en ver demasiado en sus palabras. Hyun imaginaba que este estaba tratando de proteger su corazón, un corazón del que tenía toda la intención de ser el propietario antes de que dejara esta habitación.

—Mira, si me hubieras preguntado hace un par de días lo que quería, te habría dicho que un buen sum que no me exigiera nada, uno que pudiera dejar de lado cuando la escena hubiera terminado y en el que nunca pensaría otra vez.

El rápido inhalar de Saeng fue un sonido bajo y torturado en la habitación. El dolor en el pequeño ruido hizo que los ojos de Hyun se aguaran con lágrimas no derramadas. Dio otro paso, y luego otro hasta que estuvo justo delante de Saeng. Hyun extendió la mano y levantó su mentón con la mano. 

—Si me preguntas esta noche lo que quiero, yo te hubiera dicho que quiero un sum, un sum en particular.

La respiración de Saeng se enganchado de nuevo.

—Quiero un sum que esté dispuesto a llevar esto. —Hyun levantó el objeto en su mano, el que había sacado de su cajón. Lo había encargado el día en el que se convirtió en un Dom, nunca pensó que realmente lo necesitaría. Ahora sabía que había estado esperando a que Saeng llegara.

Hyun pasó los dedos por el cuero marrón oscuro, las secciones lisas y los diseños intrincados estampados en él. Era un collar único, con la intención de mostrarle a todo el mundo que el sumiso que lo llevaba pertenecía a Hyun. Podía ver los ojos de Saeng seguir cada movimiento de sus dedos con los ojos hambrientos.

—Este es un collar muy especial, ángel. —Hyun hizo un gesto hacia el enganche en cada extremo—. Mira aquí, una vez que lo ponga en mi sum, nunca podrá ser quitado. Este es un collar para toda la vida, ángel, destinado al sum que pasará su vida conmigo. Ha estado en el fondo de mi cajón. Hasta ahora.

Los dedos de Saeng temblaban mientras extendía la mano para acariciar el cuero suave, pero justo antes de tocar el collar, los retiró, como si temiera sentirlo bajo sus dedos.

—Adelante, ángel —susurró Hyun en voz baja—. Lo puedes tocar. Es para ti.

—¿Q-qué quieres decir?

—Mi entrenador, Kyu Jong, me dijo el día que me declaró un Dom, que un día encontraría al sumiso que se llevaría todo mi control, pero que me daría la paz. Y ese día, me gustaría que mi sum fuera mío en todos los sentidos de la palabra, quiero que el mundo sepa que eres mío. Yo quiero que uses este collar.

—Pero si tú… —Saeng se mordió el labio y apartó la cara, pero no antes de que Hyun viera la lágrima que caía por la pálida mejilla del hombre.

—¿Si yo qué, ángel?

—Si me querías, ¿por qué trajiste a ese otro sum? Te habría dado lo que querías. —Saeng lo miró brevemente entonces se volvió de nuevo—. Yo hubiera dejado que me follaras.

—Ah, ángel —dijo Hyun mientras acariciaba con la mano un lado de la cara de Saeng—. Esto no se trata de mí follándote. Por supuesto, eso es algo que desesperadamente quiero hacer, nunca pienses lo contrario, pero no se trata de eso.

La frente de Saeng se arrugó de nuevo con el ceño fruncido. —¿Entonces de qué se trata?

—He aprendido con los años que tengo que tener el control de mi vida. Esa es una de las razones por las que me convertí en Dom, para tener el control. Tú, mi hermoso ángel, me has hecho sentirme necesitado, obsesionado. Te llevaste cada pedacito de mi control lejos y me has vuelto loco. No puedo soportar la idea de que alguien te mire, te toque. Te quiero todo para mí. 

—Pero me puedes tener, te lo dije.

—Cuando traje a Kibum  a casa, todavía estaba luchando con las cosas que me haces sentir. Tenía miedo de dejar ir el control que he tenido en los últimos años. Tenía miedo de que pudieras tener el control.

Saeng negó. —Pero no quiero controlarte.

—Puede que no me quieras controlar, pero lo haces. —Hyun sonrió ante la idea de cuánto lo controlaba Saeng—. Tú respiras —Hyun acarició con los dedos el pulso en la garganta de Saeng—, y mi corazón tartamudea. Lloras —dijo mientras le limpiaba una lágrima pérdida—, y mi corazón sangra. Tú sonríes —Hyun tomó la mano de Saeng y la apretó contra su pecho, justo sobre su corazón—, y mi corazón canta.

—Hyun. —Saeng lo miró atónito. Sus ojos eran tan grandes que su color pálido dominó su rostro.

Hyun sostuvo el collar en una mano hasta que Saeng se acercó. Envolvió la otra alrededor de la cintura del hombre y tiró del cuerpo del hombre a ras con en el suyo. —Quiero que te pongas esto Saeng, y no para la semana, no por unos pocos meses, sino de forma permanente. 

—¿En…? —Saeng ingirió—. ¿En serio?

—Seriamente. —Hyun sonrió. Pensó que Saeng podría estar de acuerdo y empezó a colocar el collar alrededor del cuello del hombre sólo para ser detenido por una mano en su brazo—. ¿Saeng?

—Espera, tengo que decirte algo primero.

Saeng se veía tan nervioso que el corazón de Hyun empezó a hundirse. ¿No quería Saeng esto con él? —¿Qué?

—Yo te elegí.

—¿Me elegiste? —Hyun frunció el ceño. No tenía la menor idea de lo que significaba esa declaración—. ¿Elegirme cómo?

—Lo que quiero decir es que, bueno, yo... yo... —Saeng comenzó a retorcer los dedos juntos de nuevo—. Vi tu foto, y tú estabas tan... y yo quería ser tuyo, así que empecé a entrenar con otros Dom. Quería ser el sumiso que pudiera satisfacer todas sus necesidades. 

—¿Qué otros Dom? —gruñó Hyun.

—Suk, Min y mi primo Kyu.

—¿Primo Kyu? —Los ojos de Hyun se agrandaron cuando el shock se disparó a través de él—. ¿Kyu es tu primo?

Saeng asintió rápidamente. —Ahí es donde vi tu foto, cuando fui a visitarlo. Me dijo que yo era demasiado joven en ese entonces, y que tenía que aprender cómo ser un buen sum para ti, así que empecé a entrenar. 

—¿Te entrenabas con ellos?
Saeng asintió.

—¿Has tenido relaciones sexuales con ellos?

—Oh, no, mira, esa es la cosa, por eso había esa cláusula en el contrato. Nunca tuve relaciones sexuales con ninguno de ellos. Nunca he tenido relaciones sexuales. Yo estaba guardando eso para ti. Yo quería que fuera mi regalo para mi Dom permanente. Yo quería que fueras tu. 

Hyun retrocedió hasta que sintió el lado del sofá contra sus piernas y se sentó golpeado de repente con las palabras de Saeng que lo llenaban. Era virgen. Su Saengie era virgen, ningún otro hombre lo había tocado. Hyun se tambaleó con el conocimiento.
Saeng rápidamente se acercó y se arrodilló a sus pies, con las manos descansando sobre las rodillas de Hyun. Parecía ansioso.

—Yo pensé que te haría feliz. ¿Estaba equivocado? ¿Tú no me quieres ahora que sabes lo que hice, y que soy virgen?

Hyun se rompió. Extendió la mano y agarró a Saeng por los brazos, y tiró al hombre a su regazo. Envolvió una mano alrededor de su cintura para mantenerlo allí. La otra mano la envolvió alrededor del cuello de Saeng, atrayendo al hombre a un profundo beso.
Hyun no conseguía suficiente de Saeng, no de su dulce sabor, o la forma en la que el hombre se sentía pegado a él, sobre todo sabiendo que era todo para él y siempre sería suyo.
Hyun tomó a Saeng en sus brazos y se levantó. Mantuvo sus labios pegados mientras caminaba por la casa y subía a su dormitorio. La sala de juegos estaba para jugar y Hyun no estaba jugando. 

Esto era real.

Suavemente puso a Saeng en la cama y se inclinó sobre él, tratando de alcanzar el dobladillo de la camiseta de Saeng para quitársela. Este no se resistió, sólo lo miraba, alzando los brazos cuando fue necesario, o las piernas cuando le quitó los pantalones de correr que llevaba.

Hyun sonrió mientras se levantaba y tiraba la ropa al suelo. Se tomó un momento para disfrutar de la belleza acostada en la cama, y luego empezó a quitarse su propia ropa. Saeng era realmente precioso.

Una vez que se las había quitado, se arrastró sobre la cama entre las piernas del hombre. Él podía sentir la dura polla de Saeng chocar contra él, sabía que estaba excitado. Aunque no lo hubiera sentido, lo habría visto en los ojos de Saeng. Brillaban de emoción.

—Te quiero. Ya lo sabes, ángel, pero no te voy a follar hasta que te comprometas a ser mío. —Hyun levantó el collar—. Te azotaré, te chuparé la polla. Incluso te mostraré en la fiesta de Año Nuevo, pero no te follaré hasta que te comprometas a ser mío. 

Saeng frunció el ceño. —Te das cuenta de que esto es por lo que he estado trabajando durante los últimos dos años, ¿no?

—Lo hago.

—¿Entonces por qué es aún un problema?

—Porque, Saengie, necesito oír de tus labios que esto es lo que quieres, no de un sum a un Dom, sino de ti a mí. Sin papeles, sin contratos, sin nadie que presencie las cosas entre nosotros. Sólo tú y yo, aquí y ahora. —Hyun frotó el cuero suave sobre labios de Saeng—. ¿Qué dices, ángel? ¿Quieres ser mío a largo plazo?



Continuara...............

No hay comentarios.:

Publicar un comentario