Young Saeng estaba en las sombras, evaluando la escena frente a él. La gente rica lo apagaba. Todos ellos eran presumidos, sentados en sus altos caballos, pensando que eran mejores que el resto de los seres humanos. Usando sus lujosos trajes y vestidos con joyería brillante. Aún en su pequeño mundo, consideraban a algunos de sus iguales mejores que el resto.
Algún día, el día menos pensado, Saeng pensó para sí mismo, ya no tendría que inclinarse ante esta gente. Algún día el viviría en su propia mansión y sería capaz de alquilar su propio jet privado mientras viaja por el mundo tocando su música.
Pero ese pensamiento lo había dejado de lado hacía seis años y ahora aquí estaba, tratando desesperadamente de pagar la mitad de su renta, apenas sobreviviendo con una comida al día. Si tan solo tuviera la oportunidad de forzar su camino en la industria de la música. Si tan solo tuviera buena suerte en acompañar a sus habilidades más que el promedio. Porque aparte de su confianza en su habilidad como músico, Saeng no tenía nada más. Sólo tenía su vieja guitarra y su teclado de segunda mano para recordarle los sueños que tenía desde que era un niño. Se preguntó tristemente cuanto tiempo le tomaría antes de que tuviera que dejar ir esos sueños.
—Dije que me gustaría uno, o ¿no me escuchaste? —una insolente voz se dirigió a él.
—Lo siento, señor. —Saeng pasó un coctel al hombre que lo miraba penetrantemente. Respiró profundamente antes de pegar una falsa sonrisa en su cara.
—Es tan difícil conseguir buen servicio en estos días —dijo el pomposo hombre a su dama de compañía mientras se alejaban.
—Idiota —murmuró Saeng entre dientes.
—Eso ciertamente lo es —dijo alguien, riéndose suavemente detrás de él.
Saeng se volvió bruscamente, con cuidado de no volcar la bandeja que sostenía, con una preparada disculpa en sus labios… cuando se dio cuenta enfrente de quien estaba. Hyun jodido Joong.
—Demonios —dijo Saeng suavemente y con el mismo aliento—. ¿He dicho eso en voz alta?
Hyun arqueó una ceja, sus ojos asfalto divertidos. —Sí, creo que hace poco lo hiciste.
—Lo siento, señor.
Hyun le despidió con la mano. —Puedes dejar el señor conmigo. Además, después de oírte murmurar blasfemias, estamos más allá del señor, ¿no crees? —guiñó.
—Sí, señor. Quiero decir…
—Hyun. Mi nombre es Hyun.
—Sé quién eres. Infiernos, todos aquí saben quién eres —dijo Saeng honestamente mientras miraba a Hyun, vestido con sus mejores galas en un rayado traje adaptado a gris oscuro que cubría simultáneamente su aún perfilado cuerpo y resaltaba el color de sus ojos.
Hyun se rio casi amargamente. —¡Aaaah, sí! El precio de la fama y fortuna. ¿Y tú eres?
—Saeng. Young Saeng. —Tendió su mano izquierda, balanceando la bandeja con su derecha.
—Encantado de conocerte, Young Saeng. —Hyun sacudió la mano ofrecida de Saeng, liberándola rápidamente, pero no sin una ligera caricia en la muñeca. Saeng se sobresaltó ligeramente con la invitación no dicha. Sospechaba que Hyun era gay, o al menos bisexual. Era un rumor a menudo reportado en los tabloides que la estrella, ni confirmó ni negó. Pero ahora Saeng supo de primera mano que no importaba con cuantas estrellas jóvenes femeninas era fotografiado Hyun, la estrella estaba también definidamente interesado en los hombres.
—Um, sí. Mire, señor… Hyun… tengo que caminar alrededor del cuarto ahora. Trabajo y todo eso, usted sabe —dijo Saeng muy deprisa, su cara enrojeciendo ligeramente bajo la muy intensa mirada de Hyun.
—Sí, Saeng, por supuesto. Te dejaré con tu… trabajo —le sonrió Hyun.
Mientras Saeng continuaba haciendo su camino alrededor del cuarto, pasando cocteles a los invitados que le pedían, mantuvo su mirada en Hyun. Era difícil no hacerlo. Y Saeng se preguntó cómo se había perdido la presencia de Hyun antes.
Era como si todos estuvieran siendo atraídos por el tipo, especialmente los ricos, jóvenes, niños bonitos demandando atención. Esto puso a Saeng ligeramente celoso y también envidioso, porque nunca podría coquetear con Hyun de esa manera.
Hyun Joong estaba muy lejos de su liga.
Hyun Joong, dos veces ganador del Premio de la Academia por mejor actor y una vez nominado al premio de la Academia por mejor director, estaba aburrido. Aquí estaba, aún atendiendo otra fiesta en el West Hollywood. Si no fuera por el financiamiento que necesitaba para su siguiente proyecto, estaría en la cama con su actual niño juguete. En lugar de eso, estaba charlando con inversionistas potenciales. Había planeado hacer una salida prematura, pero esa idea se volvió discutible después de que uno de los meseros, Saeng, atrajo su atención momentos antes.
Oh, sí, Saeng era lindo, con su corto cabello y ojos almendrados, pero lo que más atrajo la atención de Hyun fue la mirada de desdén apenas disimulada en su cara. Era intrigante como el hombre trataba de disfrazar sus verdaderos sentimientos para con la multitud ante él, pero fallaba miserablemente en el intento.
En un mundo donde la mayoría de la gente mentía sin parpadear y las emociones eran fácilmente disimuladas detrás de máscaras, Young Saeng sobresalía con claridad.
Hyun cruzó el cuarto y se puso detrás de él. —Me estás evitando.
Saeng saltó, casi derramando el contenido del coctel que sostenía. —¿Señor?
—Me está evitando, señor Heo—repitió Hyun.
—Estoy haciendo mi trabajo, señor Kim— Saeng regresó a colocar más cocteles en su bandeja.
—Sí, ya lo veo. Pero cada vez que trato de caminar hacia ti, te retiras en la otra dirección. —Hyun se movió más cerca detrás de Saeng, susurrando en su oreja—. Uno nota estas cosas después de que pasa más de tres veces.
Saeng tembló ligeramente antes de volverse a encarar a Hyun y mirarlo directamente a los ojos. —Mira, Hyun, estoy seguro de que haces esto todo el tiempo. Recoger hombres en las fiestas. Pero no estoy interesado, ¿de acuerdo? Tan solo estoy tratando de llegar a fin de mes con las ganancias de este trabajo. Así que si tan solo pudieras dejarme hacerlo, por favor, lo apreciaría.
—Al contrario, Saeng, raramente recojo hombres en las fiestas. Normalmente ellos me invitan a mí. —El tono de Hyun no mostraba rastro de arrogancia. Estaba constatando un hecho, su confianza de varias propuestas de ambos sexos—. Y no digo sí todo el tiempo. ¿Te gustaría que te desmintiera de tu mentira? —Hyun se desplazó más cerca aún, dejando una pulgada entre ellos, antes de soplar suavemente dentro del oído de Saeng.
—Uh, Hyun… —Saeng parecía que estaba armándose de valor para decir no de nuevo, pero Hyun colocó su dedo en los labios del más joven.
—Saeng, nunca digas lo que no quieres decir. Mira a todas estas personas alrededor de ti. Más de la mitad de ellos son infelices con sus vidas porque se mienten a ellos mismos.
—¿Y tú no? —la ceja de Saeng se arqueó.
—Trato de ser tan honesto como me permiten en Hollywood. —Hyun le sonrió, pero el gesto mostraba poca diversión—. Y justo ahora tengo que hablar con los peces gordos, aunque yo preferiría estar coqueteando contigo. Volveré después. —Guiñó antes de dejar a Saeng.
Al hombre sí parecía gustarle guiñarle, pero Saeng nunca tuvo la oportunidad de hablar con Hyun de nuevo después de eso.
Fue relegado a ayudar en la cocina después de que uno de los ayudantes de cocina se lastimó. No supo si se sintió decepcionado o aliviado. Tal vez era una mezcla de ambos. Hyun era un apuesto seductor, y Saeng sabía que solamente sería una aventura de una noche si hubiera decidido aceptar las insinuaciones de Hyun. Sin embargo hubiera sido tentador ser la aventura de una noche de una estrella de cine, especialmente si esa estrella de cine era alto, oscuro, y apuesto, Saeng se creía mejor que eso. No sería la aventura de una noche de nadie, ni siquiera si ese alguien era Hyun Joong.
Mientras Saeng hacía su salida de la cocina después de completar el último de sus deberes, pasó por el piano de cola en el salón de actos y no pudo resistir tocar las teclas. Se preguntó cuánto tiempo había pasado desde que tocó el piano y no pudo encontrar respuesta excepto que había sido hace jodidamente mucho tiempo. Saeng inspeccionó el área alrededor de él y notó que estaba realmente solo. Decidió que tocar una canción no le haría daño. Al menos curaría un poco su turbada alma.
Hyun había subido a su cuarto de hotel después de que Saeng aparentemente desapareciera de la fiesta.
Había buscado alrededor, pero no pudo encontrar al hombre, así que se había disculpado y se fue más temprano de lo que planeó. Pero un sentimiento persistente, similar al que una vez le dijo que aceptara un papel en una película de bajo presupuesto que lo hizo ganar un Oscar, hizo que bajara al salón de actos de nuevo.
A través de las puertas ligeramente abiertas, Hyun pudo ver que las luces estaban apagadas; estaba a punto de irse cuando escuchó los sonidos del piano al ser tocado. Caminando lo más silenciosamente posible dentro del cuarto, fue recibido con la vista de Saeng, sus ojos cerrados, largos dedos moviéndose hábilmente por las teclas del piano. Pudo ver la ligera sonrisa y el puro abandono reflejados en la cara de Saeng.
Ahora sabía que una de las debilidades de Saeng, y también una de sus fuerzas, era la música. Cuando Saeng terminó de tocar su pieza, Hyun no pudo evitar aplaudir en apreciación. Incluso para sus inexpertos oídos, las habilidades de Saeng con el piano eran mejor que el promedio.
—¡Demonios! —Saeng saltó fuera del taburete del piano, casi cayéndose en el proceso—. ¿Hyun?
—Siento asustarte. Pero definitivamente no lo siento por escucharte tocar. Eso fue asombroso, Saeng.
Las mejillas del hombre se sonrojaron ligeramente en la oscura iluminación. —No era nada.
—Era algo. No te vendas barato. —Hyun se movió más cerca a donde Saeng estaba parado—. Tuve que regresar por ti.
—¿Por qué? —preguntó Saeng.
—No lo sé. —respondió honestamente Hyun—. Tú me intrigas. Y luego… está esto… —Hyun rozó el labio inferior de Saeng con sus dedos, haciéndolo estremecer visiblemente.
—Hyun… No debemos. Yo…
—Shhh, Saeng. No pienses. Sólo siente.
Hyun lo besó ligeramente en los labios, separándoselos ligeramente. Cuando Hyun tocó su lengua con la de Saeng, profundizando el beso, Saeng gimió.
—Llevemos esto a mi habitación.
—¿Voy a ser tan solo un barco más en la noche para ti, Hyun? —Saeng ladeó su cabeza un poco mientras un indicio de tristeza parpadeó en sus ojos.
—¿Qué tal si lo descubrimos? —Hyun ofreció su mano.
Mientras Saeng colocaba su mano tentativamente en la más larga de Hyun, tan solo pudo asentir en silencio. Pensó para sí mismo que aún si él y Hyun fueran dos barcos pasando en la noche, se aseguraría de que Hyun lo recordara.
Porque Heo Young Saeng no quería ser el recuerdo fácilmente olvidado de Kim Hyun Joong.
Continuara...............


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