jueves, 28 de agosto de 2014

Ángel Guerrero Capitulo 1 - 9



Nubes oscuras colgaban en el cielo de invierno. Desde su posición elevada sobre los hombros de piedra de una figura inclinada en oración, el cementerio era un retorcido laberinto de lápidas. Kyu extendió sus alas y saltó al suelo. La implacable fría tierra era un recordatorio, un golpe cruel a su inmortalidad. 

—Es todo lo que quiero— dijo Kyu 

Su hermano aterrizó junto a él. Jung Min, Arcángel de la curación, evitó los ojos de su hermano. 

—Es mortal, Kyu 

—Y estoy desterrado. 


—Somos del Mundo de los Espíritus— dijo Min. —Invisible, intocable para los mortales. Cuando regreses a nosotros, tú estarás como Él te creó. 

Kyu acarició una lápida de mármol negro, pasando sus dedos sobre las letras en relieve. En unas pocas décadas, era lo único que quedaría de Hongki en el mundo de los mortales. La idea incendió la furia de Kyu. Él la pateó fuera, dejándola plana y agrietada. —Voy a estar solo. 

—¿Por qué traer esta tristeza sobre ti mismo? — La voz de Min era lo que todo mortal que sufría esperaba oír cuando oraban a sus estatuas—. Tu exilio está casi por terminar. Hasta entonces, su cuerpo mortal es tuyo para disfrutar.

—No quiero sólo su cuerpo— dijo Kyu,,,.— Yo… 

Por encima de sus cabezas un cuervo graznó y cayó al suelo. Sus alas negras curvadas hacia arriba desde los hombros, Hyun vino a interponerse entre sus hermanos. Dibujó un corazón sobre la armadura de Kyu. —Estoy conmovido. Enamorado de un mortal que abre sus piernas para ti, hace cosas para ti de las que ni siquiera yo puedo hablar, adora las plantas de tus pies— golpeó con los nudillos contra el pectoral dorado de su hermano—. Conseguiste esta cosa del Destierro. La guerra no es lo mismo sin ti. 

Kyu echó la cabeza hacia atrás y lanzó sus brazos. —Tu sabes cómo es la carne. ¿Qué me está pasando? 

—Te estás convirtiendo en un hombre demasiado enamorado para su propio bien.

—¿Por qué no marcaste a Saeng? —Kyu le dijo, y lo lamentó en cuanto vio el dolor que entró en los ojos de su hermano, pero él siguió adelante. Tenía que saber—. Hongki sigue preguntándome, pero no creo que él sepa lo que significa una eternidad para nosotros. 

—Ellos no lo hacen, Kyu. Ellos no pueden. — Hyun frotó con sus manos su cara—. Si lo hubiera marcado esa noche..... Esperé tanto tiempo porque quería estar seguro. Y ves cómo terminó eso. 

—Él va a volver— dijo Min en voz baja.
Hyun volteó hacia su hermano. —No hagas resplandecer tu luz blanca sobre mí, no acerca de Saeng. 

—No fue su culpa— dijo Kyu. 

—Sí, él puede salvar a todos los mortales en la tierra, excepto al único que yo amaba. —La voz de Hyun fue baja, amarga. Él cerró los ojos y tomó un momento para sí mismo—. Si marcas a Hongki, tú serás el único inmortal que podrá estar con él, siempre, en cualquier vida. Y tú no estarás en este reino por mucho tiempo. 

Algo tiró de Kyu, un sentimiento, una sensación de que Hongki podía estar en peligro. Con sus ojos oscuros puestos en sus hermanos, dijo: —Necesito de su ayuda. No puedo ir ante el Consejo. Pero ustedes pueden. 

—Ve con Hongki— dijo Min—. Vamos a hacer nuestro mejor esfuerzo. 

La espada de fuego en la espalda de Kyu se sentía inútil, casi mal. El extendió sus alas blancas. Un torbellino de terrosa suciedad, hojas muertas, y flores olvidadas se arremolinaba a sus pies. Su pelo negro y espeso voló alrededor de su fuerte rostro mientras su cuerpo se desvaneció en el mini torbellino de sus alas. 

Hongki pateó las rocas a lo largo de la acera, inspirando el sucio aire de la ciudad mientras pensaba en los últimos meses. La primera vez que Hongki había visto a Kyu, había sido en el centro de la cuidad, de camino a casa desde su trabajo de camarero en SF Café. 

Eran casi las 02 a.m. de la noche después de un concierto, un grupo muy unido de hombres estaban en la plataforma, actuando como si estuvieran esperando el tren. 

Siendo un chico de ciudad toda su vida,Hongki sabía que eran del tipo que vivían de los turistas con mucho dinero y no con el suficiente cerebro para permanecer fuera de los callejones. 

Un escalofrío recorrió a Hongki al recordar ser salvado por los pelos. Se había mantenido a distancia, con la jodida esperanza de que el tren llegara antes de lo esperado. Si ellos lo fijaban como objetivo, sólo tenía el cincuenta por ciento de llegar a las escaleras que conducían a un lado de la calle. 

El hombre más grande en el grupo había inclinado la cabeza en dirección de Hongki y los hombres se habían reunido a su alrededor en un amplio círculo. Ellos lo habían encerrado en él. El nudo alrededor de él se había apretado. Hongki había estado a punto de gritar para pedir ayuda, y maldita sea si sonaría como una niña. 

Era mejor que sonar muerto. 

El primer hombre había levantado las manos para agarrar a Hongki justo cuando una sombra cayó sobre ellos. El otro hombre había venido de ninguna parte, con una chaqueta de cuero negro, botas de motorista, y oscuras gafas de sol. En voz muy tranquila les dijo: —Chicos deberían escoger luchar con alguien de su tamaño, ¿No les parece? 

No hacía falta ser un genio para ver que el rescatador de Hongki podría manejarlos y mucho más. Los hombres del círculo se alejaron fundiéndose en la oscuridad de la estación de metro. Algunos murmuraron en voz baja, pero ninguno se atrevió a acercarse al recién llegado.


Hongki se encogió ante el recuerdo de sus primeras palabras a Kyu. En lugar de ‘gracias’, le había dicho, ¿cómo es que llevas gafas de sol? 

Kyu le hizo señas a Hongki y lo llevó hasta la calle. Se habían establecido en Starbucks cuando el restaurante más cercano estaba cerrado. No habían hablado mucho mientras se bebían el café, pero Hongki había estado bien con eso. Ya sabían los nombres de cada uno, y eso había sido suficiente. 

Se había sentado en la dura silla, como ladrillo, y se quedó mirando la perfecta cara cincelada de Kyu. Habían pasado el siguiente par de horas caminando por la ciudad, cogidos de la mano. En el momento en que el sol se asomó por el horizonte, Hongki había descubierto que ni siquiera la compañía del hermoso hombre a su lado podía evitar que bostezara. Había pasado demasiado tiempo y necesitaba dormir. 

Kyu se había dado cuenta, por supuesto, y se ofreció a llevarlo a un lugar especial. 

Ellos habían terminado en una suite en el penthouse tan lujosa, que incluso los grifos del baño tenían incrustaciones de oro. Y después de un baño caliente, que Kyu insistió que tomara, se acostaron en la cama king-size, y hablaron hasta que Hongki se había quedado dormido. 

Los siguientes dos días habían sido los mejores de su vida, hasta ese momento. 

Ellos habían hablado más, vieron televisión y jugado todos los videojuegos en el Hotel Roster. 

Hongki se maravilló en como todo le parecía completamente nuevo a Kyu. En ese momento, había pensado que Kyu rondaba los veinte y siete años. No tenía sentido que Kyu no supiera nada de los videojuegos y cosas semejantes. Pero Hongki estaba tan atraído por la suave voz de Kyu, el modo en que sus ojos se iluminaron cuando sus dedos se rozaron, que no podría haber sido más golpeado si un ángel hubiera caído de los cielos. 

Después de esa noche, sólo durmieron y luego vino el trabajo de Hongki a interponerse entre ellos. Kyu lo esperaba después del trabajo, llevándolo a cenar casi todas las noches, y luego iban hacia el apartamento de Hongki, montados en la moto de Kyu. 

Cuando Hongki decidió que quería más que su amistad, Kyu lo había arrastrado del suelo. Hongki se estremeció ante el recuerdo de escalar a Kyu como a un árbol. 

Todavía podía sentir el calor fundido de ese primer beso, la marca impronta de las manos de Kyu en su culo, sosteniéndolo contra él. 

Pero la cabeza más fría de Kyu había prevalecido y Hongki se había encontrado siendo retirado suavemente de su aspirante a amante. Sin preámbulo, Kyu había sentado a Hongki y le dijo la verdad de quién era y como el fin de su Destierro significaría el fin de ellos. 

Y entonces le había dado la oportunidad a Hongki de alejarse. 

Pero Hongki había visto en los honestos ojos de Kyu que ninguno de los dos podía darle la espalda a los momentos que les quedaban juntos. A veces, como hoy, la idea de que iba a perder a Kyu, y que no había nada que pudiera hacer al respecto, conducía a Hongki fuera de su mente. Cuando eso sucedía, iba en busca de las partes tranquilas de la ciudad y paseaba por las aceras sin descanso. 

Deambuló entre farolas, atrapado en sus pensamientos. Había intentado durante meses, pero no pudo escapar a la sensación de que con un poco más de veinte años en su haber no era más que un latido de corazón entre las respiraciones eternas de Kyu. En la cama, siempre murmuraba en la oreja de Hongki, mío. 

Hongki decía siempre lo mismo, tuyo durante el tiempo que tu me quieras. 

El profundo sonido de una motocicleta rugió a través de la noche. Antes de que Hongki pudiera girar, Kyu estaba allí, montando a horcajadas en su Fat Boy, negra cromada y plata brillante. 

—No deberías estar aquí solo en la noche —dijo con su suave voz—. No sabes lo que te pueda pasar.

—Conozco a un ángel —dijo Hongki—. Me mantiene a salvo. 

Kyu frenó su motocicleta hasta que paró. —¿Quieres dar un paseo, chico ángel?

En jeans, su esculpido pecho desnudo bajo su chaqueta de cuero, el pelo negro pasando rosando sus anchos hombros, Kyu tenía el aspecto duro de un guerrero, y haría que Hongki viajara por cualquier camino oscuro con él. Empujó la Chaqueta de Kyu abriéndola, mordisqueó su cuello, lamió sus pezones. —Nunca lo hemos hecho en la motocicleta. 

—Nunca me lo pediste —Kyu deslizó sus manos hacia arriba bajo la camisa de Hongki, por su suave piel—. Te tomaré ahora mismo, si eso es lo que quieres. 

Nunca hubo ninguna duda, con Kyu, siempre todo se trataba de conquista. Eso conducía a Hongki a estar loco de deseo. Pero necesitaba saber por qué Kyu se había tardado. —La Invocación fue larga esta vez —Hongki se apretó cerca, susurrando—, ¿o me escondo muy bien? 

Al bajar de su moto, Kyu jaló a Hongki aún más cerca, acarició con su nariz el costado de su cuello. —Lo digo en serio. No salgas solo en la oscuridad. Soy inmortal, no perfecto. 

La manera en que Kyu evitó la pregunta hecha, hizo sentir a Hongki el tic-tac de los segundos, separándolos cada vez más y más.—¿Es casi tu hora de ir arriba? 

—No —dijo Kyu. Tengo toda la noche. —Besó la garganta de Hongki—. Tu quieres las cosas despacio deslizó sus manos sobre el culo de Hongki—, ¿o intensas?
Hongki cedió, separó sus labios del beso de Kyu. —Ambos —dijo—. Durante toda la noche. 

Kyu se echó hacia atrás, montó en su motocicleta. —Vamos—dijo—. Es hora de que te llegue a casa y tome lo que es mío. 

A Hongki le encantó cuando dijo eso. Le envió escalofríos por su espina dorsal. En la motocicleta, con los brazos alrededor de Kyu, Hongki se agarró con fuerza. 

Velozmente a través de la oscuridad, casi podía creer que todo saldría bien para ellos. 

Casi. 

Después de vueltas y giros a través de callejuelas que sólo parecían existir cuando montaba con Kyu, se detuvo en el extremo de una calle oscura, y subió unos escalones hasta una puerta estrecha. El edificio en el que Kyu vivía era de la década de 1920, restaurado por la ciudad como parte del proyecto 'Save Our History'. El edificio de los Apartamentos Vintage Circle era redondo, como si lo que solía ser era una torre de agua de ladrillo. 

Caminando por el tranquilo pasillo, pensando en estar retorciéndose en la cama, o ser inclinado sobre el sofá con las piernas extendidas o ser inmovilizado contra la pared, Hongki chocó con la ancha espalda de Kyu. 

Kyu giró alrededor, en su rostro dibujadas tensas líneas de miedo. 

—¿Qué?— dijo Hongki. 



—Tenemos compañía.




Hongki sólo sabía de dos criaturas quienes ni siquiera tratarían de entrar en el apartamento de Kyu cuando él no estuviera allí. Pero sólo podía concentrarse en una. 

¿Te refieres a Hyun? 

—Y Minl —dijo Kyu— Esperan por mi. 

—No. —Hongki agarró a Kyu en un desesperado abrazo—. ¿Qué pasa si no te vuelvo a ver? 

—No va a suceder de esa manera —Kyu lo calmó sacando el pelo de Hongki de la cara y tirando de él más cerca—. Ellos están aquí para ayudar. 


Hongki tomó la mano que Kyu le ofreció y lo siguió cuando abrió la puerta. 

Balanceando la puerta la cerró, y Kyu dijo: 

—Hyun, mantente alejado de él. 

El hermano de Kyu era alto y corpulento. Su suéter negro y jeans gastados apenas ocultaban las crestas de los músculos esculpidos en él. Sus manos, colgando a los costados, parecían lo suficientemente grandes para aporrear rocas y hacerlas polvo. 

—¿Por qué?—dijo—. ¿Atemorizado me gustará más? 

—No —dijo Kyu—. Temo que lo lleves a la parte superior de la Torre Eiffel y olvides que no tiene alas. 

—Puede pedir prestadas las mías —dijo Hyun. 

Esa idea le hizo cosquillas a Hongki. —¿Puedo usar tus alas? 

—¿Ves? —dijo Kyu—. Aléjate. No me hagas ir tras tus cuernos. 

—Sin ellos, ¿cómo podrían los mortales saber quién es el ángel malo? —Hyun alisó su pelo negro sobre sus dos pequeños cuernos rojos—. Me estás asustando. 

—Estoy teniendo esta conversación contigo, porque tienes buenas noticias para mí, ¿no? —dijo Kyu. 

—Sólo si me quedo con mis cuernos. 

—Empieza a hablar y voy a pensar en ello —dijo Kyu. 

—¿Después de que me pateaste del Cielo, sin más ni más, como si fuese una mosca a las profundas tinieblas, hermano? Soy muy generoso e indulgente, pero todos tenemos nuestros límites. 

—Hyun sonrió a los ojos de su hermano—. Kyunnie. 

Kyu saltó hasta el otro lado de la habitación hacia Hyun. Un hombre con los ojos del color del soleado firmamento en lugares felices salió de entre las sombras de la cocina y directo en el camino de Kyu. Su suéter azul marino y pantalones blancos casi brillaban en el tenue apartamento. 

—¿No están ustedes dos cansados de esos juegos de niños? 

Hongki sabía quién el rubio tenía que ser. Donde Hyun estaba construido como una bola de demolición, Min tenía un aspecto resistente, delgado pero fuerte, como si fuera lo suficientemente fuerte como para balancearse de un trapecio sin una red. 

Era alto, con la cara estrecha y lineada, como si le preocupara la forma en que los prisioneros planeaban escapar 

—Cada minuto de cada día, incluso en Navidad. 

—¿No te cansas de toda esa la luz blanca que está a tu alrededor? —dijo Hyun. 

—Encantado de conocerte por fin, Lee Hongki—dijo Min . —Kyu nos ha hablado mucho de ti. 

Su voz de Min líquida se vertió a través de Hongki. Él ni siquiera podía recordar por qué había tenido miedo. 

—Te debo una, Min —Kyu tomó a Hongki en sus brazos, ahuecando su barbilla— ¿Te sientes mejor? 

A través de la suave neblina sobre sus pensamientos, Hongki dijo: No quiero que te lleven. 

—Espera en mi habitación —dijo Kyu—. Necesito hablar con ellos. 
Incluso a través de la sensación de ensueño de la influencia de Kyu, Hongki dijo: 

—Yo no soy uno de tus guerreros. No me des órdenes.
Hyun se movió frente a la puerta del dormitorio, lo hizo en su mejor imitación de un oso pardo viéndose casual. —Un punto para el mortal —dijo—. Y de todos modos, él se queda. Lo que tenemos que decir es para los dos —señaló hacia arriba—. Órdenes. Tu sabes cómo es eso. 

Hongki hizo un sonido bajo de asfixia. —¿Dios te dio órdenes para mí? ¿El Dios?
—Microgestión, no es del todo Su estilo.—Min caminó hacia Hyun, como si ellos, ambos, hubieran decidido que la habitación necesitaba protección—. El Consejo Blanco ha dado a nuestro hermano una opción —dijo. 

—Es un real buen dilema —dijo Hyun—. Yo podría haberlo hecho mejor, pero —se encogió de hombros—, no es mi show allá arriba. 

—Hay una misión —Min deslizó sus manos delgadas profundamente en los bolsillos de sus pantalones—. Y tu eres muy adecuado para ella. 

—Menos charla, Min —dijo Kyu—. Dime algo que necesite saber. 

Hyun le dio un codazo a Min. —¿Él está impaciente? o ¿sólo soy yo? 

Hongki no vio ninguna señal en Kyu. De hecho, había una extraña clase de paciencia en los ojos de Kyu, como si pudiera esperar una eternidad a que las bromas de Hyun se acabaran. Pero Hongki era sólo un mortal y el tiempo se estaba agotando. —¿Él va a volver?—dijo. 

—Nuestro hermano no te dejará —dijo Min—. A menos que haga una mala decisión. 

—¿Cuál es la misión? —preguntó Kyu. 

Jung Min dibujó con sus labios una delgada línea. Es más bien delicado. 

—Min, para ti, todo el mundo es delicado —Kyu se volvió hacia Hyun—. Imagino que el trato es, que tu tomaras mi alma. 

—Tu no tienes una. Los ojos oscuros de Hyun cayeron sobre Hongki—. Pero el niño, incluso en su interior mortal posee una— su voz se hizo lenta, reflexiva—. Yo podría divertirme con él. Durante mucho tiempo. 

Su corazón latía con fuerza, su visión pulsando puntos negros, Hongki dijo: 

—¿Pueden hacer eso? 

—Estás asustando a Hongki Kyu dio un paso hacia su hermano—. Y tú no quieres que me enoje, ¿verdad? 

—Muy bien. —Las manos de Hyun se alzaron en señal de rendición— No te pongas así. Hay un científico. Tienes que encontrarlo y eliminarlo. 

—¿Por qué yo? —dijo Kyu—. Siwon es el que hace recolecciones. 

—Bueno dijo Min, ignorando la manera en que Kyu lo fulminó con la mirada—. Es complicado.

—Min, vamos. 

—Está trabajando en un virus. Es casi un hecho —dijo Hyun—. Y lo que es peor, lo que está en sus viales, es para los Últimos Días. 

—¿Qué, es peor que el Armagedón? —dijo Hongki. 

Lentamente mirando a Hongki de arriba hacia abajo, Hyun dijo: —Para ti, nada tiene que serlo. El Infierno tiene algunos dulces rincones traseros. Puedes esconderte. Tan profundo como tu quieras, por el tiempo que quieras. 

En su mente, Hongki se vio encadenado a las paredes de un calabozo, desnudo, y la descomunal forma de Hyun detrás de él bombeando en su culo, susurrando en su oído, tan profundo como tu quieras, durante el tiempo que quieras. Hongki se tragó su miedo, tratando de no desestabilizar la balanza que podía sentir tenuemente. 

—¿Hyun?— La voz de Kyu era baja, tolerante—. Una vez más— Aunque por dentro sabia que Hyun solo jugaba con el, después de todo todavía no podía olvidar a su mortal.

—Fue una oferta —Hyun se encogió de hombros, sus hombros agrupados con músculos—. Si él quiere. 

Kyu miró de un ángel a otro. —¿Dónde está Siwon? —dijo—. ¿Por qué no puede detener el corazón del científico? ¿Darle una embolia? 

Min levantó sus ojos a Kyu. —Eso sería la parte delicada que entra en juego. 



—¿Te acuerdas de Yong Hwa ?—dijo Hyun. 




—¿Te acuerdas de Yong Hwa ?—dijo Hyun. 

—¿Yong Hwa? ¿Mala actitud? 

—¿Quien es Yong Hwa?— preguntó Hongki. 

—Es alguien mitad ángel caído, mitad mortal. Él puede controlar demonios—respondió Kyu. 

—¿Por qué Dios simplemente no le aplasta la cara? 


Hyun se rió en voz baja. —Tú y yo, pensamos igual— dijo. —Pero las cosas no son de la manera en que llegaron a ser escritas. Él no puede simplemente hacer una redada en el mundo y hacer que todo esté bien. 

—¿Por qué no? 

—Piensa en un vaso de agua— dijo Min. —Si lo inclinas demasiado hacia un lado, algo de él se derrama, el fondo queda seco, y el otro lado queda descubierto.

—Eso es lo que pasa con el mundo de los mortales— dijo Kyu. —Él puede tocar el cristal, tal vez incluso soplar en él, pero no puede chapotear alrededor. 

Después de casi un año con Kyu, Hongki se dio cuenta de que no tenía idea de lo que Kyu hacía en realidad. —¿Qué es lo que tu haces?— dijo. 

—Ejecutar la interferencia estratégica— Kyu se volvió hacia Min. —No voy a hacer esto si Hongki tiene que estar conmigo. Eso es lo que viene, ¿no es así?

Min sacó sus manos de los bolsillos, suplicando a su hermano. —Esto significaría el final de tu Destierro. Lee Hongki será dado a ti, una dispensación. 

Kyu parecía a punto de escupir. —Mío, si sobrevive al sacrificio. 

La incertidumbre ensombrecía el rostro de Min. —Allí hay una pequeña complicación. 

—Yo no soy virgen— dijo Hongki. —No sería un buen sacrificio. 

El tormento en la cara de Kyu no cambió. Todos los tres ángeles se habían callado. 

—Nadie está hablando —Hongki tomó la mano de Kyu.— Esto no puede ser bueno. 

—¿Dónde voy a... —Kyu miró a Min.— ¿Cómo le hablo de la Catedral? 

—Se puede pensar en ello como un viaje de negocios— Min dijo. —Parte del trabajo de Kyu. 

—Sí, claro— dijo Hyun. —Él golpea a cualquiera hasta que ficha su hora de salida, o lo golpean. 

—Yo soy un ángel, no un caído— dijo Kyu. —Si tu estás conmigo en la Catedral, la mortalidad supera a la inmortalidad. 

Por primera vez, Hngki vio una oportunidad de luchar contra las fuerzas que estaban separando a Kyu de él a medida que el día pasaba. —¿Quieres decir que yo podría hacer algo para evitar que te desvanezcas lejos después de que tu Destierro termine?— dijo. 

Kyu se puso entre sus hermanos y Hongki.—Déjalo fuera de esto. 

Min se materializó a centímetros de Kyu, quien saltó hacia atrás como si hubiera pisado un cable de alta tensión. El ángel rubio miró a los ojos a Hongki.—El sacrificio es tu participación voluntaria en la misión, a riesgo de tu vida. Tu elección, libremente realizada— se volvió hacia Kyu. —Sólo él, tiene el derecho a elegir.

Hyun le dijo a Hngki: —Vas a ser el mortal dispuesto a Kyu, pero él no será capaz de utilizar sus poderes para protegerte— movió sus ojos a Kyu. —Sólo su mortal fuerza. 

«¿Solo?» Hongki pensó que eso lo hacía malditamente cerca de invencible. 

—Sí. Kyu agarró la camisa de Hongki. —¿Qué estás haciendo? ¿Has oído hablar a Hyun sobre hacer un trato? ¿Las escrituras sobre Adán y Eva no significan nada para ti? 

—Historia antigua—dijo Hyun. —¿Cómo es que todo el mundo está todavía enojado por eso? 

Hongki trató de concentrarse, pensar más allá de la angustia en el rostro de Kyu. 

—Si hago la cosa del sacrificio, entonces vamos a estar juntos, incluso cuando el Destierro termine, ¿no?

—Ese no es el punto, Hongki— dijo Kyu—. Estaremos en la Catedral. Tengo que dar caza a un Nephilim y mandarlo al Infierno. ¿Crees que sólo va a estar ahí? ¿Que no va a pelear? 

—Pero tu eres invencible, ¿no?
Kyu estaba sosteniendo a Hongki tan fuerte, que lo había levantado del suelo. Él lo puso abajo, dejándolo ir. —Te lo dije. Soy inmortal, no perfecto. Si cometo un error, estarás muerto. 

—Pero si no lo haces, entonces después… 

—Puede que no haya un después para ti —Kyu aflojó sus puños—. Soy un guerrero, Hongki. No sé cómo luchar con la persona que amo a mi lado.

—¿La persona que amas? Una especie de tonta sonrisa se propagó por el rostro de Hongki. Nunca me has llamado así antes. 

—No vayas y yo voy a decírtelo todos los días para siempre. —Kyu tomó a Hongki en sus brazos, y besó la parte superior de su cabeza. 

—Si Hongki no va —dijo Min—. Siempre sólo durará hasta el final de tu Destierro. 

—Trato por trato, hermano —Hyun era tan serio como un demonio hablando de un asesino condenado a vender su alma—. El científico es mitad mortal, mitad ángel. 

El cazador debe caminar en ambos mundos, ya que la presa lo hace. El mortal está dispuesto. Acepta la caza, o yo haré la misión y si sobrevive, Lee Hongki es mío. 

Hongki se pasó una mano temblorosa por la boca. «¿De Hyun?». 

—Enviaría a Hongki dentro de una batalla con una espada roma, antes de que lo deje ir contigo. 

—Uno de nosotros tiene que ir —Hyun hizo un gesto con la cabeza hacia Min—. Es mejor, yo protegiendo a Hongki, que la Blanca Brigada Ligera. 

Min se interponía entre sus hermanos, sereno, manos extendidas. —Nosotros regateamos por ti, Kyu —dijo—. Hyun hizo una aparición para apelar en tu nombre. 

Kyu lanzó una mirada sospechosa a su hermano. —¿Por qué? ¿Qué obtienes? 

—Un hermano que pueda quedarse con su amante mortal— dijo Hyun—. Y yo puedo volver a conducir un taxi en Manhattan. Es una guerra infernal. 

—Sí— Nadie le respondió a Hongki—. Kyu, voy a ir con ustedes.

—Una eternidad de infelicidad es demasiado difícil de soportar, hermano, incluso para un Arcángel guerrero —dijo Min—. Aprovecha esta oportunidad que se te ha ofrecido. 

—Sellaré el trato, hermanos —Kyu deslizó sus dedos por entre los de Hongki—. Con una condición. 

El aire se hizo más espeso, como si un rayo invisible crepitara alrededor de Kyul. Hongki se acordó de respirar.

—¿Qué pides? —dijo Min. 

—Si no lo consigo —dijo Kyu—, mi Destierro ha terminado, y Ki obtiene un tránsito seguro devuelta a este mundo. 

—Sabía que lo apostarías todo—dijo Hyun. 

—¡No!— Hongki trató de apartarse, pero los dedos de Kyu lo apretaron casi dolorosamente—. Nunca volveré a verte de nuevo. 

—Y tu no estarás muerto —dijo Kyu. 

—El fracaso de la misión terminará separándolos, como el Consejo decretó dijo Min—. Concedido. 

—Las arenas están corriendo dijo Hyun. 

Jung Min levantó un reloj de arena en forma de bola de cristal que había sido extendido en dos partes, dejando sólo un hilo de vidrio entre las dos mitades. Lo llevó dentro de una jaula de metal. La arena en la parte superior era blanca. Cuando se vertía hacia abajo, se tornaba roja, corriendo juntas, y goteando, recubriendo la parte inferior con sangre. —Este es el tiempo que tienes— su voz adquirió un tono calmo, tranquilo, como el de un predicador por encima de un ataúd—. Cuando el globo de abajo se llene con la sangre, los eventos habrán ido demasiado lejos. El Armagedón vendrá antes de tiempo movió sus ojos hacia Hongki—. Para todos los mortales vivos. 

—Siempre es algo. —Kyu ofreció su mano a Hongki. Mi turno para salvar el mundo. ¿Tienes algo que hacer esta noche? 

A pesar de que estaba temblando, y aunque sabía que él podría no volver a ver la Tierra de nuevo,Hongki tomó la mano de Kyu. —Nada. Sólo una cita con un ángel. 

Se dirigieron a la puerta. Rayos de luz se dispararon alrededor de ella. Donde debería haber estado la puerta, allí había un rectángulo negro. Donde debería haber estado el corredor, allí vivía la negrura como carbón. 



—Abrázame— dijo Kyu, y caminaron a través.




Fluyendo, deslizándose a través de las probabilidades, era parte del trabajo de Kyu. 

Como cuando planeaba guerras, encuadraba batallas, o calculaba estadísticas, llegaban a él tan fluidamente natural, como la lucha. Pero sintió el corazón de Hongki golpeando salvajemente. Luego la luz se convirtió en probable, y el gris se deslizó fuera de la oscuridad debajo de ellos, se retorció, se convirtió en plano y sólido, forjándose a sí mismo en el pavimento. 

Kyu cubrió los ojos de Hongki, protegiéndolo del resplandor del sol de la tarde. Los susurros de los coches corriendo se derramaban en el aire, las hojas de los árboles crujían. 

Hongki se apartó, miró a su alrededor. —¿Dónde estamos? 


—Catedral Seed —Kyu nunca había estado allí con un mortal. Un pensamiento se le ocurrió—. ¿Cómo te parezco a ti? —dijo. 

Hongki dio un paso atrás, con la cabeza hacia un lado, entrecerró los ojos contra el sol. —Al igual que un motociclista. Listo para pelearse y manotear cabezas. ¿Esta es una iglesia? 

Kyu había luchado en todo el mundo conocido, perseguido la violencia y masacrando en los rincones más oscuros de la Tierra. Sin embargo, nunca se cansaría de ver a Hongki —la forma en que sus ojos marrones brillaban por algo nuevo, la manera en que se mordía sus suaves labios justo antes de venirse, la forma en que lo jalaba más cerca cuando él pensaba que había peligro—. ¿Por qué los mortales van a la iglesia? —dijo. 

—A orar sobre todo —dijo Hongki, siguiéndolo a través de la concurrida calle—. Y para oír las palabras del pastor acerca de cómo cosas malas podrían suceder si no se actúa bien. 

—Este lugar es donde cosas como esas podrían suceder —dijo Kyu—. La llamamos Catedral Seed, porque aquí, las probabilidades son semillas. Los mortales oran. Las semillas quedan plantadas. Crecen en el mundo tal y como son. —Kyu sabía que estaba haciendo un mal trabajo, pero la inmortalidad hacía las probabilidades una forma de ser. No podía explicarlo claramente más que un mortal podría explicar por qué no se ahogaban cada vez que tomaban aire a través de una vía respiratoria del tamaño de un pitillo—. Las presiones en el mundo de los mortales tuercen las semillas. 

—Pero es perfecto —dijo Hongki—. Impecable. ¿Dónde está el equipo de limpieza todo el día? Incluso el aire huele fregadamente limpio. Los coches no tienen ningún humo. No hay nada en la Tierra como esto. 

Kyu dio la vuelta alrededor lentamente, sus brazos extendidos, como un guía turístico en cuero. —Esto es Los Angeles. 

—De ninguna manera —Hongki se echó a reír—. Soy mortal, no tonto. 

—¿Mira qué hay arriba? —Kyu se refería a las nubes, donde una ciudad iba a la deriva por el cielo, como un barco en un mar en calma. Rascacielos brillaban a la luz del sol—. Esa es la Semilla de Nueva York. 

—¿Nuestro mundo empieza perfecto? —dijo Hongki. 

—Si suficientes mortales oran y sueñan sobre algo, la Catedral trenza las oraciones y los sueños juntos, hace una Semilla, y la deja crecer. 

Hongki se quedó callado por un rato antes de decir: —¿Un tipo de ADN? 

—Eres inteligente y bonito —dijo Kyu—. Eso es el por qué me gusta hacer las cosas que hago por ti. 

—Eres fuerte y peligroso —dijo Hongki—. Por eso es por lo que te dejo. Su voz era baja, distraída. ¿Y si las personas oran por algo malo? ¿O tienen malos sueños? 

La mirada seria apareció en el rostro de Hongki, la forma en que una ligera línea de preocupación había arrugado su frente lisa, encantó a Kyu, el hecho lo hizo temer. 

Él probó el hierro en la parte posterior de su garganta, olía a extensos campos de batalla cubiertos por moribundos mortales y decidió en su mente dejar a Hongki atrás. Forzó una sonrisa y le dijo a Hongki cómo funcionaba la Catedral. 

La ciudad no tenía nombre. El territorio había sido demarcado con oraciones, hechos, y sueños. Esta Semilla era la 101.080, la que creció en el mundo de los mortales con un diez por ciento de oraciones, diez por ciento de obras, y un ochenta por ciento de sueños. Kyu le explicó eso a Hongki, mientras lo llevaba por las calles anchas. 

—¿Cómo es que está vacío? —Hongki escaneó las aceras adelante, los escaparates, los coches—. ¿Quiénes conducen? 

—Las posibilidades conducen los coches. Las Semillas cambian a cada segundo. 

—Eso no era exactamente correcto. El tiempo, en la forma en que los mortales lo percibían, no existía en la Catedral—. No hay nadie en este mundo, pero se puede ver lo que podría ser, si sólo existieran. 

—¿Kyunnie? ¿Cómo es que me estoy hundiendo? 

Los pies de Hongki se habían hundido en el suelo, como si estuviera de pie en arena movediza. Kyul lo agarró por la cintura. Él extendió sus alas y los levantó del suelo. —Agárrate a mí, ¿de acuerdo? 

Con sus brazos alrededor de Kyu, Hongki dijo: —Eso es anormal. 

Los rascacielos se doblaban, rezumando dentro y fuera de la probabilidad con la facilidad del caramelo caliente. Kyu voló sobre la ciudad, manteniéndolos alejados de objetos sólidos —coches, paredes, árboles. La Catedral estaba en proceso de cambio de probabilidad. Si volaba a través de una pared que de repente se convirtiera en sólida, aplastaría a Hongki. 

Arrojar a Hongki en la Catedral habría tenido el mismo efecto que una piedra arrojada a un estanque. Las ondas podían durar horas. 

—¿Por qué no te muestro dónde viven los ángeles? —dijo Kyu.

Hongki miró hacia arriba. —Supongo que tú no vives en una nube jugando con un arpa.

—No.




—Es más estable en el interior— la voz de Kyu sonaba al borde de la desesperación, como si fuera un guerrero con la espalda contra la pared—. Ya casi estamos ahí. 

La Semilla hacía que doliera la mente de Hongki. Mientras volaban, vio sombras parpadeantes por la esquinas de sus ojos. Pero nunca las detectó a tiempo. 

—Es poco hecho en realidad... —Hongki agarró a Kyu un poco más apretado—. Tú lo sabes. Es diferente. 

—Tengo que abrir la puerta —dijo Kyu— . Cuando te ponga dentro, no te muevas. Estaremos como en un huracán. Un paso podría ser un centenar de millas cuando se pone inestable. 

Kyu empujó una pesada puerta de vidrio, e hizo pasar a Hongki en lo que parecía ser un vestíbulo de hotel. El suelo estaba cubierto de alfombras persas del color de un cielo de media noche sin estrellas. Escalones de mármol negro, lo suficientemente amplios para que cuatro personas subieran uno al lado del otro, desembocando en la fantasmagórica oscuridad. Una lámpara araña de hierro forjado se cernía sobre ellos. Las bombillas en forma de lágrimas goteaban tenue luz amarilla de las ramas delgadas de la araña. 

Un rectángulo sólido de mármol rojo se extendía a lo largo de una pared. Mirando a las letras doradas del frente de lo que tenía que ser el mostrador de recepción, 

Hongki dijo: —¿Es esta la Semilla del Hotel California?

Las letras doradas, cerca de casi un metro de altura, enunciaban: Usted acaba de dejar la esperanza atrás. Disfrute de su estancia.

—Es un Puesto de Guardia —dijo Kyu. 

Por el rabillo del ojo, Hongki vio algo parpadeando a través de las sombras, detrás del mostrador. Esta vez, al mirar de frente, un hombre estaba inclinado sobre el bloque de mármol de la forma en que un preso se vería por entre las barras de hierro. Su chaleco de cuero sin mangas, sus amplios hombros, la forma en que sus gruesos bíceps se curvaban en montículos de músculos, todo lo hacía parecer un proscrito, como si no creyera en las leyes de cualquier tipo y de cualquier lugar. 

—Ha pasado un tiempo, Kyu— miró a Hongki a los ojos, e hizo un ruido bajo, que podría haber sido miles de moscas zumbando—. Puedo ver lo que te entretuvo.

—Mefistófeles. ¿Tu no estabas custodiando la puerta del Infierno? —dijo Kyu—. Yo no te he puesto aquí. 

—Cambié puestos. —El ángel se incorporó, tirando de su chaleco—. Tengo una especie de reunión con alguien. 

—Encuentra a Oz —dijo Kyu—. Dile que lo necesito. 

Mefistófeles dio una reverencia burlona. —Vivo para escuchar cada orden que cae de tus labios—dejó caer un lento guiño a Hongki— . Haces que mis cuernos se enrosquen cuando te pones así, todo mandón. 

Kyu rodó los ojos.

Un crujiente sonido de traqueteo vibró haciendo girar a Hongki alrededor. Las mitades superior e inferior de la escalera estaban abiertas, formando la boca de un dragón. La alfombra roja sinuosa se desplegó. Hongki retrocedió un paso. 

—Vamos —dijo Kyu, y tomó la mano de Hpngki —. Ven a ver mi versión de una nube. 

El desierto vestíbulo del hotel era todo paredes de liso mármol. Podría haber habido puertas ocultas. Pero eran definitivamente sin ventanas. 

—Si voy al Infierno, ¿puedo salir?

—Si no puedes —dijo Kyu con una sonrisa retorcida—, nos quedaremos ahí para siempre. 

Hongki sentía cada paso. Había algo demasiado resbaladizo, elástico, y rojo sobre la alfombra que conducía a la boca abierta de la escalera. El aire se espesó, tomando la sensación del agua almibarada. Una membrana invisible de absoluta falta de aire se envolvió alrededor de ellos. Kyu se tensó contra ella y tiró de Hongki a través. Salieron a un lugar sin paredes, sin techo. Pero al menos había aire, y un piso. 

Una chimenea lo suficientemente grande como para entrar en ella, estaba situada a la izquierda de Hongki, las llamas saltaban y escupían. En el parpadeante resplandor emitido por el fuego había una cama con dosel, adornada con terciopelo negro. Cada poste de mármol negro era del tamaño de una pequeña columna. El dosel era una losa de mármol negro, veteado de rojo y púrpura brillante. 
Kyu se sentó en el borde de la cama, despojándose de su chaqueta. Su cuchillo descansaba a lo largo de su antebrazo derecho, brillando en las sombras cambiantes. 

—¿Vives en el Infierno? —dijo Hongki—. Pero eres un ángel.
—También lo es Hyun y es Lucifer —dijo Kyu—. Es tranquilo —miró hacia arriba—. Nadie me molesta. No pueden llamarme aquí. —Hizo un pequeño movimiento de "ven aquí" con los dedos. 

Hongki cubrió el espacio entre ellos en un momento, deslizó sus manos sobre el pecho desnudo de Kyu, besando sus pezones. 

Llevó sus manos hacia abajo sobre el culo de Hongki y de nuevo hacia arriba hasta su cuello, Kyu besó a Hongki, hablando contra sus labios. —¿Quieres ponerte de rodillas para mí? 

Hongki no se pudo resistir. Se deslizó sobre sus rodillas, besando entre las piernas abiertas de Kyu. —Dímelo otra vez — Honki dijo. 

Desabrochando los jeans negros,Kyu los deslizó fuera, y dijo: —Tú eres el único a quien amo. 

Besando el vientre sólido de Kyu, Hongki dijo: —Entonces ¿por qué no me marcas?
Kyu inclinó la cabeza de Hongki hacia atrás, y le acarició la cara. —¿Cuánto tiempo es para siempre? 

Con un giro de su cabeza, besando los dedos de Kyu, Hongki dijo: —No lo sé. Hasta el fin de los tiempos. 

Con su mano en la parte posterior del cuello de Hongki, Kyu se inclinó y susurró contra los labios de Hongki —Para un inmortal, no hay tiempo. Para nosotros, para siempre significa para siempre. 

Hongki había oído todo esto antes. Acarició las bolas de Kyu, lamió la vena de su dura polla, chupando el inflamado glande, y lamiendo alrededor. —Entonces voy a ser marcado para siempre. —Masturbándolo lentamente, Hongki chupó las pesadas bolas de Kyu, tirando suavemente. 

Kyu gimió, abriendo las piernas más ampliamente, inclinó la espalda. —No sabes lo que estás diciendo, Ki. 

Frotando con el pulgar la cabeza resbaladiza de la polla de Kyu, Hongki deslizó su lengua en círculos lentos alrededor del ombligo de Kyu, sintiéndolo temblar.
Echando la cabeza hacia atrás, Kyu cerró los ojos con fuerza, entregándose a los suaves labios de Hongki. 

Hongki pasó la lengua por la cabeza de la polla de Kyu una y otra vez, lamiendo, besando, chupando. 

—Si esto es un chantaje —dijo Kyu—. Te la daré. —Él se inclinó hacia adelante, con el pelo negro cepillando los hombros de Hongki. 

Hongki saboreó la sensación de la cabeza del pene de Kyu, hinchada y palpitante, presionando en sus labios. Abrió la boca y tiró de él hacia adentro, deleitándose con el gemido de placer de Kyu. 

Levantando las caderas a un ritmo lento, con una mano apoyada en la parte posterior del cuello de Hongki, Kyu dijo: —Los inmortales no podemos morir de placer —apretó los dientes, empujando más duro, más rápido—. Pero, carajo, se siente bien intentarlo. 

Los duros empujones de Kyu hicieron gemir a Hongki. Él amasó las bolas de Kyu, sintiéndolas llenas y pesadas. Tomó los profundos golpes, abriendo la boca incluso más ampliamente, y dejando que Kyu enterrara su polla hasta las bolas. 

Las caderas de Kyu se balanceaban de arriba abajo. Conduciéndose profundamente en cada uno de los rápidos y duros empujes. Luego arrojó su cabeza hacia atrás y justo antes de que sus caderas corcovearan, gruñó profundamente, a continuación, soltó un chorro caliente que bajó por la estrecha garganta de Hongki. 

Tragando, tomando todo lo que pudo, Hongki llevó su mano a sus jeans, desabrochándolos. Sacó su polla y estuvo acariciándola en segundos. Kyu se quedó en su boca, todavía medio-duro. Hongki gimió. Su orgasmo se construyó con cada golpe, hasta que se vino, jadeando. 

Kyu se inclinó sobre él, llevó un brazo alrededor de su cintura y tiró de él con facilidad, y lo acostó de nuevo. Besando los pezones de Hongki, Kyu le dijo en voz baja: —Chico ángel. 

Hongki puso su cabeza en el pecho de Kyu y sonrió ante la sensación de sus alas, que ahora yacían acurrucadas sobre sus anchos hombros, haciéndole cosquillas en el rostro a Hongki. 

Kyu pasó los dedos por el cabello de Hongki, acarició hacia atrás, y luego hacia arriba para acariciar su rostro. 



Durante mucho tiempo, el único sonido era el crujido del fuego. Entonces Hongki, disfrutando del calor del cuerpo sólido de Kyu, flotó a la deriva hasta que se quedó dormido. 





Kyu sopló suavemente al oído de Hongki. Cuando se agitó, Kyu rodó a la parte superior de Hongki, presionándose a lo largo de la longitud de su cuerpo y lo miró a los ojos. —Me encanta verte dormir —besó a Hongki en sus suaves labios y se sintió cada vez más duro otra vez. Se apartó y apoyó la cabeza en la cama, con la barbilla en el hombro de Hongki. 

—Te voy a dejar aquí. 

Hongki tragó, trató de hacer una broma por fuera de eso. —La cosa de la marca —dijo—. Sólo estaba preguntando. 


Empujándose en sus alas, Kyu se apartó del dolor en el rostro de Hongki, se levantó y salió de la cama. —No puedo correr el riesgo —dijo.

Hongki se sentó, puso los pies en el suelo. —Nunca volveré a verte de nuevo. 

Kyu se concentró en la ropa que llevaba puesta en el mundo de los mortales, sintió su chaqueta de cuero, jeans y botas envolviéndose alrededor de él. Su espada se apoyó en su antebrazo, la hoja de doble filo caliente contra su piel. Hongki se veía atrapado y asustado como cualquier enemigo con quien Kyu se hubiera enfrentado alguna vez y, oh, joder, él no quería eso. Al salir de las sombras, dijo: —Yo no tengo pulmones, Hongki. Pero de sólo pensar en perderte, allí afuera, no puedo respirar. Te vas a quedar. Estrategia es lo que haré. Voy a encontrar una manera. 

—¿Recuerdas lo que dijiste? ¿Cómo sería entre nosotros? —dijo Hongki. 

—No hagas esto — Kyu había jurado que no lo haría, que no trataría de ordenarle a Hongki. No es una orden dijo. Tu casi te hundes en la acera. Si no te hubiera sacado a tiempo, no tendrías ningún pie. 

—Pero lo hiciste —Hongki dijo con una voz que intentaba ser firme, pero no lo logró—. Este científico, ¿dónde está? 

Cambiando de tema, a la espera de que estuviera lo suficientemente tranquilo como para ser razonable, era un truco que Min utilizó con Kyu. No funcionó. —No vas a ir.

—Tú eres el único a quien amo —dijo Hongki—. ¿Eso no cuenta para algo?

Kyu había vivido con los gritos de los humanos sufriendo por los siglos de los siglos, pero verlo y oírlo, no era lo mismo que vivirlo. El tormento de Hongki rasgó en un lugar muy profundo en Kyu, un lugar que nunca había sabido que tenía. 

—Siempre me frené —Hongki continuó—. Nunca te dije cómo me sentía, porque no tenía la oportunidad de quedarme contigo. Pero ahora es diferente —Kyu oyó como algo se rompía en la suave voz detrás de él—. ¿Tu quieres que te ruegue? Está bien. Te lo ruego. Todo lo que quiero es ir a donde tu vayas. 

La angustia en la voz de Hongki era más de lo que Kyu podía soportar. Estuvo al lado de Hongki en un instante, tirando de él de la cama, acercándolo. —¿Sabes lo que sería la inmortalidad sin ti? 

Las pestañas de Hongki estaban húmedas por las lágrimas no derramadas. —¿Sin complicaciones? —dijo. 

—No sería nada —Kyu presionó su frente contra la de Hongki—. Nada en absoluto —dando un paso atrás, Kyu levantó la voz—. Sal de ahí, Hyun. 

Hyun salió de la oscuridad, una pequeña sonrisa en su cara —¿Sí, hermano? 

—¿Por qué interfieres?

—Él me llamó— Hyun hizo una pequeña reverencia, con broche de oro—. Y aquí estoy. 

—Espera —Hongki le dedicó una mirada rápida a Kyu—. Yo no llamé a nadie.

Kyu tiró a Hongki hacia atrás, deslizó sus brazos en torno a él, y besó la nuca de su cuello. —Yo hice que te sintieras desesperado, te asusté. No debí haberlo hecho. —Un extraño enternecimiento sucedió dentro de Kyu cuando sintió la tensión salir del cuerpo de Hongki y lo sintió inclinarse hacia atrás, como si nada pudiera ser más seguro que donde estaba. 

—Tu apareciste —dijo Hongki—. ¿Eso significa que voy a ir a la misión? 

Kyu tomó a Hongki por los hombros, y le dio vuelta alrededor. —Tú me rogaste por algo —dijo—. Eso te hace un suplicante. Tengo que hacerlo. Pero te lo advierto. Puedo enviarte de vuelta aquí antes de que puedas siquiera parpadear. 

—Y, por supuesto, que eso lo haría mío —la voz grave de Hyun salió desde la oscuridad. 

Sin siquiera pensarlo, Kyu empujó a Hongki a su lado, escudándolo. 

Hyun se trasladó hacia el fuego, tan cerca de las llamas que deberían haber lamido su piel. —Tú, yo, Hongki —dijov. Buenos momentos, hermano —inclinó la cabeza—, no eres bueno con las emociones, ¿verdad? Juegan en tu cara como un mal piano. ¿Cómo es que estás sorprendido? Hongki va a pertenecer a uno de nosotros. No puedes reclamar a un mortal en contra de su voluntad, pero yo puedo. Si vienes a patearme el culo, él estará allí contigo —sus ojos recorrieron a Hongki—, o conmigo.

Kyu sintió como la tela cambió a su armadura, su espada ardió, flameando contra su piel. —Hyun, vas a hacerme perder mi religión (desquiciarme).

—Sólo puedo esperar —dijo Hyun con una amplia sonrisa. 

Min se había movido entre sus hermanos, colocándose en una posición en la que tendrían que pasar a través de él para poderse agarrar el uno con el otro. —Estoy seguro de que todos vamos a disfrutar de una celebración cuando Kyu y Hongki vuelvan a nosotros a salvo —juntó las manos—. Tengo una buena noticia. 

Bajo las tranquilizadoras y relajantes palabras de Min, los duros contornos de la armadura de oro de Kyu se desvaneció; su espada se enfrió. —¿Qué? ¿Por fin puedo expulsarlo de la Tierra? 

—Me extrañarías demasiado —dijo Hyun—. Además, ¿cuántos ángeles piensas que mantienen una habitación reservada para cuando, como su hermano —dejó ir sus ojos a la deriva hacia Hongki —, consigan algo lindo y suave debajo de ellos? 

—Las ondas de probabilidad —dijo Min, manteniendo su posición entre sus hermanos—. Se han establecido considerablemente. Tenemos una ubicación para el Nephilim. 

—¿Dónde está el punto de partida? —dijo Kyu. 

Min dibujó en la oscuridad y una pequeña "X" roja colgó en el aire por unos momentos. —La última vez vimos sus huellas aquí. Sector 009. 

Kyu se concentró en la "X" ardiendo en la oscuridad, pero no sintió nada. —Rastro frío —dijo. 

—Es lo mejor que pudimos hacer —Min miró a Hongki —. Encontramos más incertidumbres que de costumbre. 

—¿Por mi culpa? —dijo Hongki .

—Ser mortal presta una mayor flexibilidad a la realidad —Min dio un pequeño paso hacia su hermano—. No invoques a tus poderes por Hongki , Kyu. Lo vas a perder para siempre si lo haces. 

Kyu había luchado muchas batallas como para poder contarlas. Había visto demasiadas vidas truncadas. Habló en voz baja como un general que tiene una última oportunidad de ganar una lucha. —No puedo usar mis poderes. No puedo estar con la persona mortal que amo. Estoy atrapado. Lo sé. —Yo apostaría por tu bando en cualquier momento de aquí a la eternidad, hermano —la cara de Hyun adquirió una expresión pensativa—. Si puedo llamarte Loco. 

Una lenta sonrisa rompió en el rostro de KKyu —Te lo voy a tatuar en la frente, así no lo olvidaré —Miró el reloj de las llamas eternas en la chimenea— ¿Tiempo de misión? 

—Tienes suerte de que no tenga ganas de hacerte daño —dijo Hyun. 

—Con el flujo de probabilidad tenido en cuenta, y asumiendo la estabilidad nominal, ocho horas, cuarenta y dos minutos —Min llevó la mano hacia Kyu—. Nuestra mayor batalla es contra nuestra propia oscuridad, hermano. Recuérdalo. 

Kyu saltó hacia atrás. —No me toques —dijo—. Lo último que necesito es ir con esa sensación pacífica alrededor. 

—Yo te toqué — dijo Hyun—, pero creo que conseguiste la idea básica de las cosas —movió sus ojos sobre Hongki —. Pero puedes tratar de ir un poco más profundo dentro de él. 

Kyu deslizó sus guantes de cuero sobre sus manos, flexionando los dedos. —Debí haberte pateado fuera del Cielo con más fuerza. 

Desde un lado de la chimenea Min dijo: —Es hora de que ustedes dos sigan su camino. 

Con sus ojos en las llamas,Hongki dijo: —¿En nuestro camino? ¿Por allí? 

—No te puedes quemar —dijo Kyu—. El Fuego del Infierno sólo atormenta a las almas. 

Hongki no se movió. —Tengo un alma. 

—Se ha atascado dentro de ti— Kyu le tendió la mano—. ¿Confías en mí? —Hongki tomó su mano, y entraron al fuego juntos.







No había ninguna sensación de caer en esta ocasión, no tenía la sensación de moverse en absoluto. El aire corriendo era como los primeros vientos de un huracán, una tormenta creciendo lo suficientemente fuerte para elevar una cuadra de la ciudad. El suelo se precipitó hacia ellos. Desde la esquina de sus ojos y detrás de Kyu, Hongki vio los techos de los edificios contra el cielo, ventanas deslizándose como un manchón desenfocado de reflejos de sol en el cristal. Luego se establecieron en el suelo. El silencio se precipitó en ellos. Nada se movía. 

—¿Hay algo vivo aquí? —dijo Hongki. 

Kyu presionó un dedo en sus labios y negó lentamente con la cabeza, adelante y atrás, sus ojos escanearon el callejón en el que habían aterrizado. El asfalto estaba cubierto de babosos, pedacitos de basura con moho, capas de botellas rotas, envolturas de dulces. 

Un fuerte olor húmedo de carne podrida impactó a Hongki con la fuerza de una patada en el estómago. Esto tenía que ser un error; habían tomado un mal giro en las llamas. Este era un lugar muerto, un cementerio en junio con todos los ataúdes abiertos al sol del verano. A pesar de que quería gritar, Hongki susurró tan bajo como pudo. —¿Qué es este lugar?

—Semilla 009 —dijo Kyu, apenas moviendo los labios—. No hay oraciones, ni hechos, simplemente malos sueños sin terminar. 

Se movieron hacia la boca del callejón. La carretera principal estaba desierta, pero no vacía. Un atasco de tráfico de coches abandonados bloqueaban los cuatro carriles, todos ellos al frente de la misma manera. Algo azul e hinchado estaba detrás del volante del coche más cercano a Hongki. Retrocedió cuando vio la cosa viscosa, paja como pelo le quedaba a la encogida cabeza. —¿Qué pasó con ella? —dijo. 

—Plaga. Esta es la Semilla de los Nephilim, es la plantación para el mundo de los mortales. 

Hongki notó en los kilómetros y kilómetros de congestión de coches que se extendía a ambos lados de ellos, los edificios vacíos, y el maduro olor que revolvía su estómago por la descomposición de los cuerpos. —Pero se pondrá peor, ¿no? Quiero decir que esto es sólo una sombra de lo que podría suceder realmente, ¿verdad? 

—Estamos demasiado expuestos aquí afuera —dijo Kyu—. Y está demasiado tranquilo. 

Sea lo que fuere, Hongki pensó, que golpearía en medio del verano, probablemente en una costa. La humedad del aire caliente daba un peso que lo presionaba en el pavimento lleno de basura. 

Kyu caminó un poco por delante con su pesada chaqueta de cuero. Ni siquiera parecía notar el calor. —Entre más pronto encontremos a este Neph —dijo—. Más pronto podré sacarte del peligro. 

Hongki oyó la tensión en la voz de Kyu. —Haré lo que me digas— dijo. 

—Él puede invocar a los demonios dijo Kyu. ¿Qué es lo que estoy diciendo? La acera podría derretirse y tragarte. Yo debí haber hecho que te quedaras. 

—Tu no haces que yo haga nada —dijo Hongki. 

Kyu lo miró, le dio esa sonrisa retorcida que Hongki amaba. —Creo que podrías hacer lo que dijiste, ¿por favor? 

Ardiente deseo corrió por Hongki. Se sonrojó y se aclaró la garganta porque sabía que Kyu se había dado cuenta. —Este lugar no parece que te moleste. 

Sin apartar la vista de la tierra que se abría por delante de ellos, Kyu dijo: —La guerra, las cosas muertas, son parte de lo que hago. Mantiene el agua en el vaso, Hongki. Si yo no creyera en eso, no podría proteger el mundo de los mortales. Tarde o temprano, me convertiría en un renegado. 

—¿Un ángel fuera de la ley?

—No por mucho tiempo. Cazadores como Oz podrían seguirme hasta localizarme, me arrancarían las alas y me entregarían al Reino de las Sombras.

—¿Dónde está eso?

—Es como un confinamiento en solitario para un inmortal.

La Semilla presionaba en la mente de Hongki, una espesa nube de desesperación. Desesperado por ocultar su miedo de Kyu, Hongki imaginó un parque soleado, perros persiguiendo discos voladores, niños persiguiendo a los perros... Todavía se sentía como si estuviera caminando por Central Park a la medianoche en Halloween. —Planeaste una muy buena cita. ¿Qué estaremos haciendo para la cena? 

Estaban en pleno centro de la ciudad muerta. Kyu exploraba los rascacielos que se extendían hasta el cielo gris. —Comer debajo de una mesa a prueba de balas. 

—Eso me parece muy bien para...
Kyu presionó un dedo sobre los labios de Hongki. Ellos fueron subiendo en un espacio estrecho entre los edificios, apenas lo suficientemente amplio como para ser llamado un callejón, cuando Kyu hizo que se detuvieran. Una montaña de hombre, tan negro que podría haber sido una sombra, se deslizó fuera del callejón. 

—Tanto tiempo sin jugar, Kyu—dijo. Sus ojos fueron hacia Hongki—. O tal vez no tanto para ti. 

Kuy sonrió, un tenue estiramiento de sus labios. ¿Has conseguido tener tu culo pateado de nuevo, Siwon? 

Hongki había pensado que Hyun era grande, pero estando ahí de píe Siwon sin camisa, era triplemente esplendido, un musculoso dios con esteroides. Su cuerpo era todo líneas duras, como cincelado en mármol. El sudor caía por los lados de su grueso cuello, a los hombros grandemente redondeados y se filtraba hasta llegar a la hendidura en su inhumanamente ancho pecho. 

—Mejor que cuides tu boca, ángel —Los ojos de Siwon cayeron en Hongki y se dio cuenta que eran completamente negros, sin pupilas. O alguien podría tener en sus manos a tu chico. 

La cara de Kyu no cambió ni un ápice. —No vas a estar en la fiesta —dijo—, no después de que corte tus bolas. 

Siwon rió. Comenzó profundo en su pecho y retumbó en el aire espeso como un trueno lejano. —Fuegos del Infierno, Kyu. Te extrañé —dijo—. Nadie ha estado alrededor para hablar conmigo de esa manera en un largo tiempo. 

Kyu y Siwon se reunieron en el centro del estrecho callejón. Hongki no se movió. No pudo. Él vio con incredulidad cuando se tomaron de los antebrazos. Kyu le dio una palmada a Siwon en la espalda, el sonido se sintió alto en la extraña quietud de la ciudad.

—¿Ustedes dos se conocen? —dijo Hongki.

—Nos conocemos desde antes de que todo esto estuviera aquí —Siwon extendió sus enormes brazos para incluir la totalidad de la Catedral.

—Siwon cambió de bando en el último segundo —Kyu dijo—. Me ayudó a echar a patadas a Hyun. 

Hongki miró a la montaña negra medianoche de hombre. —¿Eres un ángel? 

—Él cayó con Hyun (Lucifer)—dijo Kyu—. Pero está en la luz ahora. 

Si Siwon era un ángel caído en la luz, Hongki esperaba nunca ver a uno en la oscuridad. 



El ángel negro levantó la vista hacia el cielo, sus ojos color ébano sin emoción, su cara estampada con preocupación. —Será mejor que salgamos de la calle.




Kyu le hizo un gesto a Hongki para que se acercara. Ki vaciló. Siwon parecía como si pudiera aplastar a un ser humano en el pavimento como una aplanadora teniendo un mal día. 

—Lo digo en serio,Kiki— Kyu levantó la vista—. Vámonos. Ahora. 

Algo se estrelló contra el pavimento a los pies de Hogki. La acera explotó. Hongki saltó hacia atrás, cruzó sus brazos frente a su cara, sus ojos entrecerrados contra una lluvia de fragmentos de concreto.
Kyu corrió al lado de Hongki, tiró de él hacia abajo al pavimento fangoso, y rodó sobre él. Una oscura forma veteada por delante de ellos. La pared del edificio al lado de ellos explotó. Ladrillo pulverizado se esparció en el aire. 


—Consigue levantar tu culo —dijo Siwon—. Vienen por las paredes. 

Kyu se movió con la velocidad mortal de un asesino. Rodó a sus pies y levantó a Hongki. —Ve con Siwon. Te encontraré.

Hongki oyó pasos corriendo detrás de ellos, pero la basura en el pavimento hacia los sonidos de los golpes imprecisos. No podía decir si tres hombres se acercaban o diez, o si eran hombres en absoluto.—¿Qué quieres decir con que tu me encontrarás? —dijo. 

Kyu agarró la parte posterior de la camisa de Hongki y lo lanzó hacia la abertura en la pared del edificio. —Llévatelo —dijo. Siwon agarró a Hongki cuando rebotaba en los dentados ladrillos, lo levantó del suelo, y dio pasos gigantescos hacia atrás. 

Mientras se refugiaban en la entrada irregular, la espalda de Kyu estaba frente a ellos. Se enfrentaba a tres criaturas. 

Tenían alas negras cortas y cuernos negros que se enroscaban alrededor de sus oídos. Ellos lo rodearon, se inclinaron hacia abajo, con los hombros caídos, sus ojos negros sobre negro en Kyu. 

—Vamos —dijo—. ¿Quién quiere ir al Infierno primero? —Él movió su muñeca y el cuchillo salió disparado hacia su mano, la empuñadura lisa y negra. 

«Su espada», pensó Hongki. 

El demonio delante de Kyu dijo: —Vamos a tener a toda la raza mortal —su voz era un susurro áspero. 

Uno de ellos señaló a Hongki y le dijo: —Pero vamos a saborear su dulce carne primero.

—No hemos tenido nada fresco y cálido en siglos —dijo el otro. 

Todo lo que Hongki vio fue un rápido rayo saltando, y luego el cuchillo de Kyu estaba enterrado en la garganta de un demonio. Los otros dos lo cerraron. Kyu los pateó fuera, golpeó a uno contra el suelo, trajo el cuchillo y talló una amplia sonrisa sobre el cuello al otro demonio.
Los dos demonios que habían sido apuñalados se volvieron humo negro. El que había sido derribado al suelo retrocedió, sus ojos en Kyu, quien levantó el cuchillo en un arco lento. El demonio se volvió y echó a correr. 

Le había tomado a Kyu solo unos segundos matar a dos demonios y hacer correr a un tercero como si sus cuernos estuvieran en llamas y estuviera alcanzando su cabello. Siwon lo dejó ir. Hongki quería correr hacia Kyu , para ver si estaba herido. Pero algo estaba mal. La ancha espalda de Kyu estaba rígida, inmóvil.  

—¿Estás bien? —dijo Hongki.

Kyu se dio la vuelta y se apoyó en la torcida puerta, el talón de una bota sobre un ladrillo. Pasó los dedos sobre su cuchillo y lo hundió bajo la manga. —¿Qué tan duro hice que rebotaras en la pared? —Levantó la vista y por un instante sus ojos eran tan negros como los de Siwon—. No puedo soportar eso. 

Hongki cruzó los escombros entre ellos, metiéndose fácilmente entre los brazos de Kyu. —No lo hagas. Estoy bien. Tengo un poco de polvo en mi pelo. Te cobraré por el champú. 

Con sus brazos alrededor de Hongki, Kyu dijo: —He visto mortales construyendo palacios por amor, pero nada de lo que he visto se acercará a lo que yo construiré para ti. 

Presionado contra el calor de Kyu, Ki sabía que el palacio más grande no podría sentirse tan bien como el estar rodeado por los brazos de Kyu. 

Para Siwon, Kyu dijo: —¿Ondas? 

—Batiéndose como el mar en un huracán —dijo Siwon.

—¿Por qué? —preguntó Hongki—. Min dijo que era estable. 

Kyu soltó a Hongki, y lo tomó de la mano. —Contigo tan cerca, no estoy de batalla-estable.

—Él está nadando en contra de la realidad actual en lugar de ir con ella —dijo Siwon—. Está haciendo que se revierta. Deshaciendo la probabilidad —disparó a Kyu una mirada de desconcierto—. No es asunto mío, pero él es como carne fresca en medio de una hambruna. ¿Cómo es que has venido aquí con él, y no está marcado? 

—Es mi culpa —dijo Kyu.

Hongki sintió que su rostro se ponía tan rojo, que podría haber estado en llamas. ¿Cuánto sabían los ángeles unos de los otros? 

—Puedes tratar de protegerlo con sólo tu espada—dijo Siwon—, pero sabes que uno de ellos puede conseguir pasar más allá de ti. Está enviando exploradores. Jugando contigo. Es como si estuvieras colgando carne cruda sobre una manada de hambrientos chacales —miró a Hongki—. No te ofendas. Sólo le digo a mi comandante lo que necesita oír. 

—¿Y después de que lo marque? Estamos en la Catedral. Seguirá siendo vulnerable. 

—Si lo consiguen, él ira al Mar Oscuro —dijo Siwon—. Tu lo encontrarás cuando renazca. Pero si lo consiguen ahora, sin tu marca, podría renacer en cualquier mundo. 

—No voy a dejar que atraviese por la muerte. ¿Entonces, qué? ¿Tendré que esperar dos, tal vez tres siglos para que vuelva?— dijo Kyu. 

—Él podría renacer al día siguiente —señaló Siwon—. Si estuvieras pensando correctamente, lo verías.

Kyu aceptó la crítica con estudiada calma. —Oz, si sólo pudiera tener a un ángel a mi lado en la batalla por el resto de la eternidad, ese serías tu —dijo—. Sé que tienes razón. Mala planificación de estrategia a corto plazo. Pero cuanto más estoy aquí con Hoongki, más riesgo hay para él. ¿Cuánto tiempo queda?
Siwon dibujó una "X" en un círculo de pequeños puntos alrededor de ésta, todos ellos negros, a excepción de dos. Un reloj, Hongki se dio cuenta. 

—Suficiente tiempo para que hagas lo que necesitas, si no quieres verlo muerto y desparecido —dijo Siwon—. Todavía tengo mi lugar en el borde —fue hacia el agujero que se había hecho a través de la pared, puso su pie sobre una pila de ladrillos, y se inclinó sobre su pierna—. Adelante. Voy a estar aquí. 

Kyu empujó a Ki hacia él. Su beso encendió una necesidad más profunda y más caliente de la que Hongki había sentido jamás. Deslizó sus manos bajo la chaqueta de Hongki, hasta la espalda. Ki quería a Kyu dentro de él, quería sentir su culo extendiéndose mientras lo tomaba, abriéndolo para tomar su dura polla profundamente. Un suave gemido se le escapó. Cuando Kyu lo dejó ir, Hongki se retiró, respirando con dificultad, casi jadeando. —¿Qué fue eso?

—Beso de ángel —Kyu apretó sus brazos alrededor de Hongki—. Vamos a subir. No te muevas. 




Kyu utilizó sus alas para volar más allá de los muros invisibles de la Semilla, hacia el borde, fuera del tiempo y del espacio. Cuanto más alto iban, más limpio era el aire. La sutil sensación de muerte que impregnaba el aire de la Semilla 009 se había ido. 

—Me estoy resbalando —Hongki parecía aterrorizado.

—¿Crees que te dejaría caer? — Kyu lo sostuvo más fuerte, con cuidado de no hacerle daño. 

—Creo que sería como renunciar a tus alas primero —dijo Hongki—. ¿Tu matas a los mortales en la batalla?
La pregunta sorprendió a Kyu, a pesar de que sabía que no debería. —¿Todo este tiempo, y no me preguntaste eso? 

—Es la primera pelea en la que te he visto. Lo más increíble que he visto. ¿Lo haces con los mortales, también? 

—Nunca. Influyo. Sugiero. Interferencia estratégica. 

El viento durante su vuelo trajo el sedoso cabello de Hongki al rostro de Kyu. Acunado en el hueco de su cuello, Ki dijo:—¿Cuáles son tus legiones? ¿Quién hace que ellos luchen? 

—Demonios —dijo Kyu—. Ellos tienen sus propias legiones. A veces mis batallas sangran hasta el mundo de los mortales. Los huracanes. Terremotos. Tsunamis. No siempre gano, Hongki.
Una impetuosa corriente de aire atrapó las alas de Kyu y les hizo subir aún más rápido. Hongki trató de ocultar su miedo, pero irradiaba de él en calientes ondas rojas. No deseando que tuviera miedo, Kyu dijo: —Tengo que preguntarte algo, en serio. 

—¿Qué? ¿Sexo con un ángel mientras vuela?

Como Kyu sabía que lo haría, Hongki se relajó un poquito. —¿Cómo quieres que sea tu aterrizaje? ¿Ruedas arriba o abajo? 

—¿Asustando al mortal? — Hongki arrastró la punta de su lengua alrededor de los bordes de la boca de Kyu, y le dio un beso profundamente—. Tenemos nuestras maneras de defendernos.

Si Kyu tuviera pulso, ahora lo tendría disparado.
Así las cosas, cayó fácilmente en el borde, las alas hacia fuera. Estaban en la cima de una montaña. Nieve coronaban las cumbres remontándose hasta un cielo azul estrellado. Detrás de Hongki había una cama, el colchón dentro de un marco de madera en bruto, una almohada dentro de una caja de madera de roble. La madera estaba en una plataforma negra yaciendo plana sobre losas grises. Un fuego crepitaba a los pies de la cama. Una luna llena colgaba entre las estrellas. 

—Mi papá construyó esto —dijo Hongki—. Es mi habitación, en su cabaña, de cuando yo era un niño —dio vuelta en círculo lentamente—. Sin las paredes.

—No quería que te sintieras asustado cuando subieras aquí —Kyu dijo—. No tienes que tener miedo cuando te marque.

Segundo a torturante segundo pasaba mientras Kyu sentía un miedo al cual era impotente de hacerle frente. Ahora sabía por qué los mortales vendían sus almas. Habría dado cualquier cosa por saber lo que Hongki estaba pensando. Ki se quedó muy quieto, con los ojos en la cama. Él todavía podría cambiar de opinión.

—Él construyó mi cama así como esa, entonces los monstruos no podrían ocultarse debajo de ella y entrar en mis sueños por la noche. —La voz de Hoongki era tan baja, que nadie más que un ángel podría haberlo entendido.

—¿Funcionó?—dijo Kyu.

El silencio de Hongki atormentaba a Kyu hasta la punta de sus alas.

—No era tan bueno como tú —Hongki se quitó la camisa, desabrochó sus pantalones, deslizándolos por sus estrechas caderas. Él se puso de rodillas, desnudo, frotándose la cara entre las piernas abiertas de Kyu—. Ni siquiera cerca.

Kyu lo levantó hacia él, y Hongki envolvió sus piernas a su alrededor. Se besaron, sus lenguas se enredaron, las manos de Kyu bajo el culo de Hongki . Kyu le dio un beso en la garganta a Hongki, lamió sus pezones, antes de dejarlo deslizar hasta al borde de la cama. —Te amo, Kiki—dijo Kyu

Hongki se arrodilló para poder empujar la chaqueta de Kyu, abriéndola, deslizándola hacia abajo de sus brazos y besando su desnudo hombro. —¿Qué quieres? Dime— Hongki deslizó su manos sobre la entrepierna de Kyu, buscando a tientas la cremallera.

Dejando de lado sus jeans, Kyu empujó a Hongki hacia atrás, se inclinó y lo besó, sosteniéndose con las manos en la cama, por encima de su cabeza. —Sabes que— Kyu pasó su lengua por el pezón de Ki, deslizando su boca sobre ellos una y otra vez.

—Tú me estás distrayendo— Hongki se retorcía bajo el toque deKyu—. Eso no es justo.

—¿No? —Kyu deslizó su boca caliente por el cuello de Hongki—. ¿Quieres que me detenga?

—Dios— Hongki echó la cabeza hacia atrás—. No lo hagas.

—¿No hacer qué?— Kyu besó el cuello de Hongki. Ki envolvió sus brazos alrededor del cuello de Kyu, mirándolo a los ojos—. Antes de que me marques —susurró—. Déjame escucharte decírmelo.

En todas sus eternidades, Kyu nunca había querido nada tanto como quería hacer a Hongki suyo, para protegerlo por los siglos de los siglos de los mundos sin fin. Entonces dijo las tres palabras que nunca había sido capaz de decir en la Tierra. —Eres mío para siempre.

Hongki frotó su dura polla contra la de Kyu, besó el costado de su cuello, y le susurró: —Tómame.

Soltando a Hongki, Kyu le dio vuelta sobre su vientre. Deslizó las manos por la espalda de Hongki tiernamente, como si fuera un artista conociendo su lienzo por primera vez. —Después de que te tome, mi marca será parte de ti —besó un camino hacia arriba por la columna vertebral de Hongki—. Y yo seré parte de ti. —Cuando Kyu llegó a la nuca, Hongki fue extendiendo sus piernas más ampliamente, levantando su culo.

Arañando las sábanas blancas, Hongki dejó caer su cabeza y dijo: —Por favor. Kyunnie. Hazlo.

Kyu rodó a Hongki hacia arriba, así él estaba sobre su espalda, tomó sus piernas colocándolas sobre sus hombros y besó todo el camino hasta los muslos. Entonces, con los brazos a cada lado de la cabeza de Hongki , sosteniendo la mayor parte de su peso, se dejó hundir hasta que su cuerpo cubrió a Hongki como una manta viva. Kyu guió su gruesa polla contra la caliente estrechez de Hongki. Y sintió pánico en él.

—La marca —dijo Hongki —. ¿Duele?

—No voy a dejar que pase —dijo Kyu—. Relájate —Frotó su miembro contra la estrecha abertura entre las piernas de Hongki.

Un escalofrío recorrió a Hongki. Presionó sus temblorosos labios en la boca de Kyu. Se besaron como si ellos tuvieran toda la eternidad.

Kyu se apartó suavemente, besó los hombros de Hongki, y avanzó poco a poco hasta que sintió que el calor de Hongki cedía. —Nada nos separará —Kyu dejó que un poco más de su peso presionara hacia abajo en Hongki—. Nunca.

Hongki gimió, sus labios húmedos entreabiertos, los ojos fijos en los de Kyu. —Yo quiero esto más que cualquier cosa que haya querido jamás.

Kyu se hundió hasta el fondo en él, con un profundo golpe, sintiendo el tembloroso culo de Hongki chupándolo hacia dentro. Ki echó la cabeza hacia atrás en éxtasis. Michael besó su cuello, la garganta, cubrió su boca con un beso profundo. Se mantuvo quieto dentro de Ki , con sus manos sujetándolo a la cama. —Tu llevarás mi marca hasta el fin de los tiempos— susurró—. Yo te protegeré, nada te lastimará, siempre te amaré.

La polla de Hongki estaba dura contra el vientre de Kyu, hinchada y palpitante.

Kyu tomó la polla de Hongki con la mano, pasó el pulgar hacia atrás y hacia adelante sobre su lubricada cabeza. Ki gimió. Sus caderas se levantaron, tomando profundamente a Kyu dentro de él.

La sensación de necesidad de Hongki por él hizo que Kyu se hinchara aún más dentro de Ki. Recorrió con su lengua los pezones de Hongki. Kyu sintió su marca construyéndose en él. Un bajo sonido escapó de él, entre un gemido y un gruñido. Tomando su peso en sus brazos, empujó dentro de Hongki, desnudando sus dientes, una y otra vez.

Hongki corcoveó bajo Kyu, se entregó al arrebatamiento de la marca. Kyu vio su marca ardiendo a través de Ki, lo sintió corcovear y gemir debajo de él, la sensación resbaladiza de su corrida entre ellos.

La sensación del cuerpo febril de Hongki debajo de él, moviéndose contra él, condujo a Kyu sobre el borde. Agarró las caderas de Hongki, sintiendo el poder abrasador de la marca fluyendo fuera de él mientras se corría con fuerza, muy dentro de Ki.

Las alas de Kyu se desplegaron, arqueándose por encima de su cabeza. Se inclinó, estando aún dentro de Ki, y lo besó tiernamente, lentamente. La forma en que Hongki acarició su rostro derritió un lugar en Kyu y en ese momento, sabía que, si fuera posible, él moriría por Hongki.

Kyu se puso de pie en toda su estatura, se empujó fuera de Hongki y lo levantó con facilidad, lo tendió en toda su longitud en la cama, y luego se acomodó detrás de él. Lo besó de un hombro al otro, su brazo sobre Ki, sus alas sobre los dos.

—Nunca había visto a tus alas llegar a ser tan grandes —dijo Hongki.

Kyu se echó a reír, suave y bajo. —Nunca me habías hecho venirme tan duro.

Hongki se empujó contra él, y Kyu sintió el calor de su culo, el calor de su marca. —¿Pueden los mortales ver la marca?

—Sólo los inmortales. Ellos la verán incluso con tu ropa puesta, y ellos sabrán que eres mío. —La voz de Kyu era suave y baja, pero sabía que no estaba ni de cerca de ser compasivo. Trató de mantener el filo de acero oculto. No quería asustar a Hongki—. Y si ellos te hacen daño, tendrán que responder ante mí.

—¿Puedes mostrarme?—dijo Hongki.

Kyu empujó a Hongki sobre su espalda, y sacó una Runa de Revelación. El aire sobre ellos brilló, convirtiéndose en un espejo que mostraba la espalda de Hongki. La marca se vertía hacia abajo de sus hombros, un negro tatuaje de alas de ángel que hacían contacto en el hueco de su espalda, justo por encima de su coxis. Era exactamente la forma en que se habría visto si estuviera en los brazos de Kyu, y él pusiera sus alas a su alrededor.

Ki recostó su cabeza sobre el pecho de Kyu. —Para siempre —susurró.

—Hasta el fin de los tiempos —dijo Kyuen su oído, y esperó, pacientemente, para lo que sabía que vendría.

—Pero no voy a vivir para siempre —dijo Hongki—. Ni siquiera cerca.

Kyu rodó sobre su costado, con la cabeza apoyada en su mano. —Mientras estés conmigo, no envejecerás.

—¿Qué pasa si cambio de opinión? —Un escalofrío recorrió a través de Hongki—. Quiero decir, no es que yo lo haría. ¿Pero qué si lo hiciera?

—No puedes, Kiki— Kyu mantuvo la voz firme—. Una marca no se puede deshacer. —En un suave movimiento, Kyu rodó a Hongki sobre su espalda, y se tendió sobre él, sus ojos a pulgadas de distancia—. Te amo —dijo—. Nada puede cambiar eso. Pero tu tienes mi marca ahora. Si alguna vez tratas de dejarme, tendrás que luchar para abrirte paso a través de mí —Él trató de suavizar sus palabras con un beso, pero los labios de Hongki temblaban.

—¿Quieres decir en combate?—Los ojos de Hongki se abrieron como platos—. ¿Contigo?

—Traté de decírtelo —dijo Kyu—. Para siempre significa eternamente para un inmortal.


Continuara..............

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