No es que me haya gustado.
Yo era como el Charlie Brown de los niños mientras iba creciendo. Otros niños me invitaban a sus fiestas si ellos eran forzados a darme regalos de San Valentín porque la escuela hacía darles regalos a todos los niños, pero en su mayor parte, al ser pequeño, simple y aburrido, era pasado por alto. Entonces, cuando regresé a casa de mi curso de la mañana de la universidad local tres días antes de San Valentín, apenas le di un vistazo a la pequeña caja roja de corazón de chocolate que estaba en la mesa de café. Me imaginé que era para mi compañero de cuarto, Jung Min, o que lo había comprado para dárselo a alguien él mismo. Min y yo nos convertimos en compañeros de cuarto junto con mi primo, Kyu, cuando los tres decidimos tener un departamento para nosotros después de empezar la universidad.
Min ha sido el mejor amigo de Kyu desde la escuela primaria y yo solo me uní.
Pero Kyu recientemente se mudó con su novio, ahora solo somos nosotros dos.
Tuve un par de horas antes de estar en el trabajo que está cerca de la tienda de departamentos, así que me fui directamente a la cocina a prepararme un sándwich.
Me incliné sobre el cajón de las verduras del refrigerador cuando Min habló desde la puerta. ―Hey, ¿Has visto lo que llegó para ti?
Hice una pausa mientras mi mano se cerró en torno a una lechuga y me enderecé ―¿Para mí?
Gilbert estaba sonriendo, mostrando sus perfectos dientes blancos. No es como si yo lo hubiera notado ni nada. Pero, demonios, ¿A quién estaba engañando? Min era hermoso. Él destacaba con su perfecto cuerpo de nadador vistiendo una camiseta sin mangas que dejaba ver sus bíceps de nadador, y un jeans que abrazaba su culo. Su cabello había sido estilizado por uno de esos salones de fantasía.
―Eso es lo que dice la tarjeta ―dijo Min―. Está en la mesa de café.
Ceñudo, cerré el refrigerador y dejé la lechuga junto al pan de molde, luego caminé hacia la sala donde había visto la caja en forma de corazón. Min me siguió y señalo a la tarjeta adjunta.
―¿Ves? Dice Jun.
Pestañé. ―Pero nunca nadie me ha dado cosas a mí por ser día de San Valentín.
Él se encogió de hombro. ―Ahora lo hacen. Ábrelo y ve de quién es.
Después de abrir la delgada envoltura, se deslizó una tarjeta verde cubierta de purpurina dorada con la palabra “Cariño” escrito en él. Dentro solo decía “Con Amor”.
Le entregué la tarjeta a Min quien frunció el ceño. ―¿Eso es todo?
―Parece. ¿Debería abrir el dulce?
―Seguro.
Por un segundo consideré llevarlo a mi cuarto para abrirlo privadamente en caso de que fuera una broma. Mi primer año en secundaria encontré lo que parecía una tarjeta de cumpleaños atado en mi casillero. Cuando abrí la envoltura había una carta la cual contenía un montón de insultos. Yo no quería ser humillado en frente de Min y averiguar si la caja contenía un perro o algo.
Pero levanté la tapa de la caja y encontré que solamente contenía trufas.
―Oh, trufas. ¿Puedo tener una? ―Min preguntó mientras buscaba por una de chocolate con leche en el medio.
―¿No estás preocupado de que estén envenenadas?
Min ya tenía la trufa en sus labios. ―¿Por qué debería? ―Sacudió su cabeza y se metió el chocolate en la boca―. Oh, mi Dios.
―¿Estás bien? ¿Estaba envenenado?
―Seriamente eres raro, Jun. No, no estaba envenenado. Son realmente buenos.
―Él agarro uno y lo sostuvo en mis labios―. Abre.
¡Ah, demonios! Y ahora mi pene escogió este momento para ponerse duro. Sí, estoy caliente por Min, pero a pesar de que es gay, él está totalmente fuera de mi liga. Abrí mi boca y él colocó el chocolate dentro, después mastiqué y tragué un pequeño pedazo de cielo. Asentí ―Gracias. Esos son realmente buenos. Me pregunto de donde son. Él volteó la caja. ―Dice Mademoiselle Lacrosse. ―Wow, ¿En serio? He escuchado que ese lugar es súper costoso.
Min me entregó la caja y sonrió. ―Supongo que tienes un admirador. En eso yo giré mis ojos, y luego puse la caja de regreso en la mesa de café. Regresé a la cocina para proceder a hacer mi almuerzo. Él me siguió. ―¿Qué? ¿No crees que podrías?
―No es probable. Chicos que conozco están interesados en chicos como tú. Ellos definitivamente no desean a alguien con 1.81 cm y con un peso empapado en 67kg . No importa que tanto coma o que tanto he intentado realizar un trabajo con los músculos siempre quedan igual, igual.
―Eres un poco más pequeño que algunos chicos ―Min añadió―. Pero tú tienes todo ese negro cabello ondulado, esos grandes ojos cafés, y esos lindos labios.
―¿Lindos labios?
Min resopló. ―Pero tienes unos labios besables. Sé que un montón de chicos piensan que eres realmente caliente.
―Uh-huh. ¿Algunos de tus amigos? ―tomé la carne del almuerzo de la nevera y lo coloqué junto a la lechuga y el pan que estaban en el mostrador.
―Bueno.―Él se encogió de hombros.
―Es lo que pensé.
―Jun, la mayoría de mis amigos son heteros. Y un par de ellos no tienen novios.
―Sí, sí. Ya hice mi punto. ―Agitando un cuchillo de mantequilla hacia él que estaba usando para embarrar mayonesa en el pan―. Sospecho que esa caja de chocolates fue un error.
―Tiene tu nombre en él.
―Estoy seguro que ellos me confundieron con alguien más.
Min sacudió su cabeza. ―Lo que sea. ¿Trabajas hoy?
―En un par de horas. Voy a tomar una siesta rápida después de mi sándwich.
―¿Qué tal el día de San Valentín? ―Min fue al armario y tomó un vaso de plástico. Lo llenó con agua del filtro de agua.
Suspiré. ―Traté de conseguir más horas para ese día pero ellos no me necesitan. Así que, lamentablemente, nada. Estaré en casa aburrido hasta el cráneo.
Probablemente ordenaré una pizza. ¿Qué sobre ti? Sé que tendrás una cita caliente. ¿Sigues viendo al asistente del entrenador de natación?
―Nah. Eso terminó hace algunas semanas. Estaba demasiado en sí mismo. Pero sí, espero tener una cita caliente. Estoy trabajando en ello, actualmente.
Lo cual es extremadamente depresivo. Yo sé que nunca tendré a un chico como Min, y lo había aceptado, algo así, pero todavía dolía un poco que hablara de sus planes que no me incluían.
Él se terminó su agua y dejo el vaso en el fregadero.―Bueno, me dirijo a hacer algo de natación.
Sí, él siempre se dirigía a hacer algo de natación. Pensé que podría estar escondiendo branquias debajo de su ropa. Él deseaba estar en el equipo de natación de los Juegos Olímpicos de verano y había estado entrenando duro.
―Okey, tal vez te vea en la noche cuando regrese a casa del trabajo.
Salí del trabajo cuando la tienda cerró a las diez, así que para hacer tiempo hice algo de limpieza, fui a mi coche, y manejé a casa, faltaba un cuarto para las once.
Mientras subía las escaleras para nuestro apartamento vi un jarrón azul con un solo clavel teñido de azul. Envuelto alrededor del cuello del jarrón una cinta azul.
Me agaché para recogerlo y esta vez no era más que una nota adhesiva azul en el florero que decía Jun. El que lo dejó sabía que los claveles eran mi flor preferida y el azul mi color favorito. Abrí la cerradura de la puerta y entré, sosteniendo el florero.
―¿Min?
―¿Si? ―él llamó desde la sala.
Cargando tanto mi mochila, que llevo a todas partes conmigo, y el florero, caminé dentro de la sala. ―¿Cuándo llegó esto?
Jung Min estaba sentado en el sofá, viendo la televisión. Él fruncía el ceño. ―No tengo idea. ¿Dónde lo encontraste?
―Enfrente de nuestra puerta.
―No estaba ahí cuando llegué.
―¿Cuándo fue eso? ―dejé mi mochila en la silla.
―No sé. Solo después de las ocho, creo. ―Él sonrió y apagó la televisión. ―Estoy suponiendo que es tuyo de nuevo. ¿Verdad?
Asentí. ―Sí, y sean quienes sean, ellos saben que me gusta el azul y los claveles. Tú no piensas que tengo un acosador, ¿verdad?
Él salió del sofá y agarró el florero, llevándolo a la cocina. Naturalmente lo seguí y observé cuando él le agregó agua del lavadero al florero.
―No, no creo que tengas un acosador. ¿No son ellos usualmente siniestros? ¿Cómo una caja de flores con gusanos dentro o algo así? ―Él se encogió de hombros―. Creo que quien quiera que él sea, sólo le gustas, Jun.
―Okay. ―Exhalé―. ¡Magnífico! Bien, entonces, esto es en cierto modo agradable. Si a alguien realmente le gusto, ¿por qué no sólo viene y me lo dice?
―Creo que esta es su forma de decírtelo. ―Min me entregó el florero.
Me incliné para oler el clavel. ―Dulce. Tiene ese aroma a clavo de olor que amo tanto. Algunos de ellos, apenas se pueden oler. En este tú puedes.
―Me estoy haciendo algo de té verde ―dijo Min, volteándose hacia el hervidor eléctrico―. ¿Quieres un poco?
―Sí, gracias. Eso suena bien. ―Me fui a sentar en la mesa de la cocina donde pude verlo mientras sacaba dos tazas y las puso con el filtro y su té verde a granel.
Él me dijo más de una vez su otro sueño, aparte de estar en las olimpiadas, era tener su propia tienda de té. Quizá incluso un té con motivos de cama y desayuno.
Sonrío pensando en su entusiasmo cuando nos platicó a Kyu y a mí.
―¿De qué te ríes? ―pregunto él.
―Solo pensando sobre cuanto amas tu té. ―El té verde que estaba sirviendo era una mezcla especial que él había creado.
Él sonrió. ―¿Cómo estuvo el trabajo?
―Repleto de gente al principio, pero luego decayó en la hora de la cena y nunca se llenó de nuevo. Me mantuve viendo el reloj, esperando para cerrar. ―Suspiré―. Tengo la sensación de que la tienda va a cortar horas de todo el mundo o tal vez incluso, trabajadores.
―Tan mal, ¿eh?
―Sí. Honestamente. Necesito algo donde paguen mejor de todas formas. Apenas lo estoy haciendo con el pago del alquiler y de la escuela, con el trabajo y la ayuda financiera y las propinas de la gente.
Min trajo nuestras tazas de té a la mesa y se sentó a mi lado. ―¿Crees que deberíamos tener otro compañero de cuarto? Hay tres cuartos.
―Tal vez. ―Tomé un sorbo de té―. Tenía la esperanza de ser solo nosotros dos. Ahora estamos acostumbrados a ser nosotros mismos. Realmente no me gusta la idea de vivir con un extraño.
Sus labios temblaron. ―Sí, acostumbrados el uno al otro. Me gusta. Tal vez deberíamos hablar con el encargado del edificio sobre conseguir un lugar más pequeño. La de dos dormitorio es de al menos un par de cientos menos que este lugar.
―Eso suena como una opción mucho mejor para mí. La idea de trasladar toda nuestra mierda no me emociona, pero es mejor que tratar con un nuevo compañero de cuarto.
Min asintió. ―Bueno. Lo investigaré para nosotros.
Después de unos cuantos sorbos más de mi té verde, entre bostezos, me levanté y estiré. ―Estoy totalmente exhausto. Me iré a la cama.
―Sí. Me terminaré mi té, haré algunos platillos, luego iré a la cama. Buenas noches, Jun.
―Buenas noches, Min.
―¿Te han dado dulces y flores? ―preguntó Hongki, empujando sus lentes de regreso a su nariz. Su nombre era Lee Hongki pero por alguna razón que no sé, nadie lo llamaba por su nombre.
―Flor. ―Tomé un sorbo de mi café con leche―. Fue un solo clavel azul.
―Hmm. ―Saeng golpeó una uña en su taza de café.
Conocía a mis tres amigos hace años. Antes, cuando éramos niños habíamos formado una especie de pandilla. Una friki, y aún lo éramos. Hyun y Saeng, eran a los que les gustaba vestir extravagante, habían trabajado en ser novios en la secundaria. Y ellos todavía seguían juntos. Yo imaginaba que siempre sería así. Yo era el unico soltero, y un artista, aunque en realidad no había hecho nada de arte en un par de años. Por lo que yo podía decir, Ki no tenía preferencias por algún género.
A él le gustaba la ciencia y la ciencia ficción. Él estaba en lo de Star Wars y Star Trek. Y tal vez en Battle star Galactica.
―¿Qué significa: hmm? ―pregunté.
El se encogió de hombros. ―Estoy tratando de pensar quien podría ser tu admirador. Él sabe algo sobre ti.
―Lo sé.
―Podría ser un golpe de suerte ―dijo Hyun―. A él particularmente no le gusta o disgusta las trufas. Y a muchos chicos les gusta el azul.
―Bueno, sí, creo que es verdad ―Estuvo de acuerdo Saeng. El miró a Ki―. ¿Qué sobre ti?
―¿Qué sobre mí? ―Acababa de dar un gran sorbo de su bebida y ahora tenía un anillo de espuma alrededor de la boca.
―Tú tienes… ―El apuntó a su boca―. Tú podrías estar enamorado en secreto de Jun.
―¿Yo? ―chilló, haciendo caso omiso de sus intentos de señalar la espuma en su cara―. ¿Por qué yo?
―Oh, por amor de Dios. ―Cogí una servilleta y la empujé hacia él―. Límpiate la espuma de tu boca.
Ki lo hizo y luego me miró. ―Ni siquiera me gusta Jun tanto como persona, mucho menos como algo más.
―Gracias a Dios por eso ―dije.
―Creo que se verían bien juntos ―dijo Saeng, que le valió una mirada de los dos. El agitó su mano―. Pero ya que no cooperas en eso, um, ¿qué hay de tu compañero de cuarto? ¿Min? Él es caliente.
Resoplé. ―No hay forma de que sea él.
―¿Por qué no? ―preguntó,
―Porque, él no va por los bajos, frikis escuálidos. He visto a los chicos de sus citas. Además, estaba tan perplejo como yo acerca de quién era.
Ki agitó su cabeza. ―No compro eso de solo un golpe de suerte. Tal vez el azul, pero ¿el clavel? La mayoría de las personas elegirían una rosa si él no conoce a la persona tan bien.
Una camarera se acercó a su mesa con un plato que tenía un pequeño pastel de chocolate en forma de chocolate. ―¿Cuál de ustedes es Jun?
―¿Huh?, um, yo.
Ella colocó el plato con el pastel en frente mío. ―Alguien deseaba que le diera esto a usted.
―¿Qué? ¿Quién?
Ella se encogió de hombros. ―No dijo su nombre. Y él se fue. ―Sin esperar a que le preguntaran otra cosa, ella caminó hacia el frente de la tienda de café.
Me quedé mirando el pequeño pastel. Podía oler el cacao.
―Eso se ve delicioso ―Saeng dijo a los tres amigos, inclinándose hacia adelante con entusiasmo―. Eso no vino de aquí. ¿Vas a probarlo?
Mordiéndome el labio, lo corté con un tenedor de plástico y salsa de chocolate caliente brotaba desde el medio.
―Es un pastel de lava.―Hyun declaró lo obvio.
Y uno excelente, decidí, cuando puse un bocado en mi boca.
―Hiciste un sonido delicioso. Quiero un poco. ―Saeng tomó otro tenedor y se fue a apuñalar a mi pastel.
―Hey, hey, consigue el tuyo.―Egoístamente lo cubrí.
―No seas tan tacaño ―protestó Ki.
Girando los ojos, lo empujé hacia ellos y los tres de ellos se lanzaron sobre él como buitres sobre la carroña.
―Oh, Dios mío ―dijo Saeng, cerrando los ojos―. Quien quiera que sea ese tipo, él lo tiene tan mal.
Yo estaba empezando a preguntarme acerca de eso, y como el Día de San Valentín se acercaba rápidamente, también me pregunté si mi admirador se revelaría en ese día.
***************
Recogí el correo de nuestro buzón por la tarde antes de ir a nuestro departamento.
Dentro del buzón estaba uno de esos sobres marrones de anuncio publicitario dirigido hacia a mí. Lo sentí y me di cuenta que tenía la forma de un DVD o algo así. Como yo no había pedido nada, me preguntaba si era otro regalo de mi admirador.
Min aún no había llegado a casa, así que cerré la puerta, fui a la cocina por una soda, y abrí el sobre. Dentro había un videojuego de rol que había tenido en una lista de deseos en línea.
En el recibo aparecía mi dirección y el mensaje: ¡Feliz Día de San Valentín, Junie.
En el Día de San Valentín encuéntreme en Enrique’s a las 7:30.
Enrique’s era un pequeño restaurante mexicano familiar que me gusta bastante. El Día de San Valentín es mañana, así que mi admirador planea revelarse así mismo en la cena del día de mañana en la noche. Mi estómago se agitaba mientras leía la nota una y otra vez.
¿Era prudente encontrarse con un extraño? ¿Y era mi admirador incluso un extraño? Sí que parecía saber mucho sobre mí. ¿Debería conseguir que vinieran otros al restaurante conmigo o tomar mi oportunidad, ya que estaríamos reunidos en un lugar público?
Todos estos pensamientos corrían por mi cabeza aún más tarde cuando llegó Min a casa. Había dejado caer el paquete en el sofá junto a mí, haciendo poco más que cambiar los canales con el control remoto.
Min observó el paquete al lado mío. ―¿Obtuviste algo más?
―Sí. Un videojuego. Y una invitación a cenar.
Se sentó en el sofá en el otro lado del paquete y lo tomó. ―Oh, cool, este es el videojuego que estabas esperando.
Asentí.
―¿Enrique’s? ―Él sonrió un poco―. Él parece saber mucho.
―Sí. ¿Debería? Digo, ¿todo este asunto no es un poco raro?
Min pareció pensar en eso por un segundo, y luego se encogió de hombros. ―Al menos escogió un restaurante para conocerse. Si tienes algunas malas vibras puedes irte.
―Verdad. ―Me mordí mi labio inferior―. ¿Entonces piensas que debería ir?
―¿Qué es lo que deseas hacer, Jun?
―Creo que quiero ir. Nadie ha pagado por estas atenciones hacia mí por ser Día de San Valentín. Es algo agradable. Raro, pero agradable.
Él se rio. ―Sí. Entonces ve por él. Si tú quieres, puedo pasar por Enrique’s para ver cómo van las cosas.
―¿Sí? ¿Harías eso?
―Seguro.
―Minnie, ¿Vas a abrir? ―Grité.
Pero no hubo respuesta por parte de Jung Min y el timbre volvió a sonar. Supuse que tal vez Min había salido de nuestro departamento mientras estaba en la ducha, porque sabía que él había estado ahí antes.
Abandoné el tiempo de selección de la ropa por el momento, me dirigí por el pasillo hasta la puerta principal justo cuando el timbre sonó por tercera vez. Miré por la mirilla y vi a Min de pie ahí.
Riendo, abrí la perta. ―¿Has ido a recoger el correo y te has quedado afuera, otra vez?
Él negó con la cabeza. ―No. Esto es para ti.
Miré hacia abajo y vi que sostenía un ramo de una docena de claveles azules. Las colocó en mis manos. ―¿Dejaron estas para mí?
―No, Junnie. He venido a recogerte para nuestra cita.
―¿Nuestra… cita? ―De repente no podía respirar mientras miraba a sus muy serios ojos. Mi corazón latía con fuerza y rapidez. ―No lo entiendo.
―Lo sé. ¿Puedo entrar?
Aturdido, me coloqué a un lado para dejarlo pasar y cerró la puerta del frente.
―¿Minnie?
Él sonrió ahora. Brillante y hermoso. ―Soy yo, Junnie. Yo soy tu admirador. Yo mandé todos esos regalos.
Tragué saliva, sintiéndome más que un poco decepcionado ya que me di cuenta de que Min probablemente sólo me había enviado todas esas cosas para ser agradable. Para hacer este Día de San Valentín un poco más especial que los ordinarios de los años anteriores.
―Oh. ―Asentí con la cabeza, tratando de pensar en lo que podía decir. Durante unos pocos días había sido agradable pensar que tal vez había alguien por ahí a quien le gustaba.
Él parpadeó, mirando primero confundido, y luego abatido. ―Lo siento ―susurró.
―No, no lo estés. Es solo, creí, bueno, pensé, que tal vez yo realmente tenía un admirador.
―Pero, ¿No lo entiendes? ―Min preguntó.
―¿Entender qué?
―Lo haces. Soy yo. Junnie, todos esos regalos, lo que decían, las notas, yo lo siento. Por ti. Quiero que seas mi San Valentín.
Solo podía mirarlo, porque no podía formar palabras para responder. Era como querer algo toda tu vida, o la mayor parte de ella, y finalmente dicho esto, sí, que se puede tener, y por estar tan atónito, uno se queda sin palabras. Tenía que decir algo porque Min parecía muy incierto y un poco triste. Yo no quería eso.
―Tú… Casi no puedo creerlo. ―Finalmente me las arreglé para decir. Aquí estaba yo, parado en nada más que en mi albornoz oyendo a Min decir que él me quería. A mí.
Él dejó escapar un suspiro. ―¿Crees que tal vez puedas sentir lo mismo?
―¿Quizás? ―Y entonces estaba mareado y sonriente. La fiebre de la felicidad me hacía sentir grande―. He tenido un enamoramiento por ti desde que estaba en el quinto grado.
―¿Sólo un enamoramiento? ―Entonces el ceño fruncido, la tristeza se habían ido, y sustituido por una chispa de esperanza. Lo cual me hizo más feliz.
Todavía un poco indeciso, di un paso más cerca de él, lo suficientemente cerca como para llegar a él por si quisiera correr el riesgo. Yo lo podría tocar. Poner las manos en sus brazos o incluso poner mis brazos alrededor de él.
―Nunca me atreví a esperar por más ―admití―. Incluso ahora, que me estás diciendo que me enviaste todas esas cosas, y fue porque tú es… tú estás interesado en mí. Es como un sueño. No quiero despertar y descubrir que sólo mi subconsciente te hizo mi admirador.
Jung Min hizo el primer movimiento. Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y acercó nuestros cuerpos. Tuve que estirar un poco el cuello para poder mirarlo a los ojos. ―No estás soñando, Junnie. Te quiero tanto.
Su mano acarició mi mandíbula e inclinó mi cabeza hacia atrás un poco más antes de sellar sus labios sobre los míos, nuestro primer beso. Gemí y cerré mis brazos en su cuello, salvando desesperadamente la pequeña porción de distancia entre nosotros. Me habían besado antes, pero nunca así. Nunca esta embriagadora sensación de completa perfección. Por no hablar de mi polla que se levantó con toda la atención dentro de mi bata y presionó sin vergüenza en Min.
Sus manos bajaron agarrando mi trasero a través del albornoz. Sus dientes mordieron mi labio inferior, y entonces Min los succionó dentro de su boca. Estuvimos así separándonospor aire y él apoyó su frente en la mía.
―Yo quería llegar con un gran gesto romántico para conseguir que vieras que te quiero. Nunca pensé que podrías pensar que era un acosador o algo así. ―Se rio.
―Era romántico y tan dulce. Pero ¿qué pasa con la cita en Enrique´s?
―Yo quería que te sintieras cómodo. No pensé que no querías que alguien viniera a recogerte ―dijo Min.
―Nuestra reservación realmente es a las 7:30. Pensé, ya sabes, tal vez. ―Y luego, para mi sorpresa, él se sonrojo y trató de no mirarme a los ojos.
Me reí y le di un beso. ―¿Estabas esperando tener suerte a la primera?
Él asintió.
―Bueno, ¿adivina qué? ―Llevé mi mano entre nuestros cuerpos y puse mi mano sobre su prominente entrepierna―. Lo eres.
El aliento de Min se atrapó. ―Feliz Día de San Valentín para mí. Vamos.
Él prácticamente me arrastró por el pasillo hacia su habitación. No me importó. No me importaba nada en ese momento porque estaba en una nube, feliz y emocionado.
Nos enfrentamos uno a otro, de pie junto a la cama, y luego comenzamos a besarnos de nuevo. Una y otra vez, no podíamos conseguir lo suficiente, no se podía llegar a conocer el gusto de cada uno lo suficientemente rápido. Enredé mis dedos en el cabello rubio de Min y traté de trepar por su cuerpo.
Rompió la cerradura de nuestros labios y se rió un poco. ―Alguien está ansioso. Acuéstate. Necesito conseguir el lubricante y los condones del baño.
Me sacudí todo, dejé caer mi bata al suelo y luego me quedé desnudo de espaldas en la cama, mi mente nadaba con las palabras de lubricante y condón. Nosotros realmente íbamos a joder. Min y yo, realmente estaba sucediendo.
Había tenido relaciones sexuales antes, pero nunca fue así, nunca con alguien que quería mucho, que le importaba tanto como a Min. Era maravilloso y abrumador al mismo tiempo.
Mientras esperaba que regresara, envolví mis dedos alrededor de mi polla, frotando el pulgar a lo largo de la ranura.
―Hey, hey, no te pongas demasiado por delante de mí ―dijo Min cuando salió sosteniendo una tira de condones y una pequeña botella de lubricante―. Quiero hacer eso.
―Desde luego no voy a detenerte.
Observé a Jung Min quitarse su ropa, dejándolas que se agruparan en un montón en el suelo mientras se acercaba a la cama mirandocomo un depredador.
Cuando llegó a la cama, se arrodilló a mi lado, y justo cuando pensaba que iba a inclinarse y besarme, se deslizó entre mis piernas y envolvió sus manos alrededor de mi pene, llevándolo hacia su boca.
―Oh, joder.
Su lengua era un poco fría, ya que birló la pequeña gota de líquido pre seminal en la punta, y luego giró por el eje, trazando las venas mientras lamía su camino hacia mis bolas. Decidí en ese momento que me había muerto e ido al cielo.
La lengua de Min lamió mis bolas por un momento antes de que hiciera su camino de regreso a la ranura y luego abrió sus labios y tragó mi polla dentro del calor húmedo de su boca. Resistí el impulso de empujarme por su garganta, no quería ahogarlo. Pero maldita sea, se sentía bien. Agarró la base de mi polla y avanzó más profundo. Justo cuando pensaba que estaba en lo profundo de su garganta sacó mi polla con un ruido fuerte, un chasquido húmedo, antes de chupar debajo de nuevo.
Cavé mis dedos en las sábanas de la cama, mis piernas temblando, ya que la succión se hizo más intensa, algunas veces Min añadía un roce con sus dientes en contra de mi carne caliente.
Yo no había tenido muchas mamadas, pero decidí en ese momento, sin duda rectificar esa falta en mi vida. Y no podía esperar a probar mis habilidades en Min.
Tenía la esperanza de que hubiera un montón de oportunidades para ello.
El hormigueo se había iniciado en la columna vertebral, la indicación de que estaba cerca de mi liberación. Toqué su cabello. ―Me voy a correr ―le advertí.
Min asintió y chupó duro, más profundo, llevándome hasta el final sin poder evitar gritar su nombre, probablemente lo suficientemente fuerte como para que nos oyeran nuestros vecinos de tres pisos de distancia. Durante mucho tiempo después de haberme venido, Min seguía chupando y tragando hasta que yo era una masa de jalea temblorosa.
Finalmente me soltó, mirándome con una malvada sonrisa de satisfacción.
―¿Orgulloso de ti mismo? ―Me las arreglé para decir con una voz entrecortada después de un momento.
―Lo estoy. ―Tomó el lubricante y roció una gran cantidad en sus largos dedos―. No puedo esperar para estar dentro de ti.
Incliné mi culo por lo que sería más fácil para que me preparara. Deslizó dos lisos dedos dentro de mí, extendiendo y explorando. A pesar de que sería un rato, antes de ponerme lo suficientemente duro todavía se sentía bien.
Después de varios minutos de estiramiento y tocar mi próstata, Min retiró sus dedos y rodó un preservativo sobre su erección. Levantó mis piernas en el aire, colocándolas en sus hombros, y luego empujó lentamente dentro de mí. Cuando empujaba profundamente en mí, rozó mi próstata una y otra vez, no pude evitar sentirme emocionado cuando estaba desparramado en la cama de Min siendo totalmente jodido. Se inclinó y me besó, metiendo su lengua en mi boca para que coincidiera con sus embestidas en mi culo.
Y luego él aceleró, golpeando en mí duro y profundo, fusionando sus labios con los míos mientras sentía su cuerpo temblar con el poder de su orgasmo. Él gimió mi nombre y colapsó sobre mí.
Envolví mis brazos alrededor de él, queriendo sentir esa cercanía.
―Debo de estar aplastándote ―dijo Min después de un tiempo. Él se retiró de mí y me dio un beso suave en la boca antes de salir de la cama. Un par de minutos más tarde regresó y se acostó a mi lado―. Tendremos que levantarnos en unos minutos para estar listos para nuestra reservación.
Asentí con la cabeza y me acurruqué en él. ―Eso fue increíble. No puedo esperar para hacerlo otra vez.
Min rio. ―Después de la cena, estoy hambriento.
―Yo también. Me cuesta creer que realmente eres tú. Realmente eras mi admirador.
―Ajam. Nada en pasado sobre ello. Y va mucho más allá de admirar a Jun. Te adoro.
Felicidad burbujeante dentro de mí y yo sólo tenía que darle un beso. Largo y profundo.
Min golpeó mi culo. ―Vamos. Enrique´s está esperando.
~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~ ~ .~
Debo decir que ese fue el día de San Valentín del año pasado. Nos mudamos a un departamento de dos dormitorios y usamos la segunda habitación en una combinación de oficina-gimnasio. Desde entonces hemos pasado varios días festivos juntos. Pascua no suele ser un gran problema para mi familia, pero Min y yo estuvimos allí para su sobrina y sobrino en la búsqueda de los huevos de pascua.
Vimos los fuegos artificiales juntos, acurrucados bajo una manta en el parque. Vino Halloween, Para Acción de Gracias y Navidad hicimos las cosas locas de pareja donde intentamos ir a las reuniones en las casas de ambas familias. Y yo compartí mi primer beso de medianoche con él en la víspera de Año Nuevo.
―¿Puedo ayudarle? ―La anfitriona me preguntó cuándo me acerqué al estrado de Enrique´s. Sonreí. ―Se supone que debo encontrarme con alguien aquí. ―¿Una dama? ―Ella preguntó conscientemente. ―No, uh, un chico, en realidad. ―Me sonrojo un poco y luego me siento estúpido por ello. Yo no estaba avergonzado de ser gay o estar con Min. Ella sonrió. ―No hay problema. ¿Porqué no mira dentro y me dice si está aquí?
Di la vuelta para mirar hacia el comedor y allí vi a Min sentado en la misma cabina que había reservado para nosotros en nuestro primer día de San Valentín. Sin poder evitar la sonrisa que casi dividía mi cara, hice una línea recta hacia la mesa y me incliné para darle un suave beso antes de sentarme frente a él.
Me agarró la mano. ―Estaba empezando a preguntarme si debería irme.
―Lo siento, tuve un cliente en el último momento y ella realmente quería mi ayuda para elegir un regalo para su marido. ―Apreté su mano―. Pero no podía dejar de pensar en ti y no podía esperar para estar aquí.
―Yo también.
―Casi no puedo creer que hayamos estado juntos durante un año. Antes del día de San Valentín pasado, pensaba que estar con alguien como tú nunca sucedería para alguien como yo.
Él levantó una ceja. ―¿Alguien como yo? Me tienes. Y confía en mí, Jun, no hay nadie más con quien prefiero estar. Te amo.
―También te amo.
Min tomó su menú. ―¿Vas a pedir lo mismo que el año pasado?
―Sí ―le dije―. Tú. Y también todos los años después de este.
Min tomo la pequeña cajita del bolsillo de la chaqueta y la puso en la mesa entre nosotros.
Sonrei con curiosidad hacia el. ―¿Qué es esto?
El corazón de Min latía rápido y duro, y dijo: ―Ábrelo.
Contuve la respiración mientras quitaba la parte superior de la caja para revelar dos alianzas de boda masculinos de titanio a juego. Me quedó en silencio durante tanto tiempo que mi estómago se agitaba con mariposas. Supuse que Min empezó a preocuparse de que hubiera cometido un gran error. Lo supe por su mirada
Pero finalmente, levante mi mirada fija con la suya y sus ojos brillaban. ―¿Me estás pidiendo lo que creo que es?― le dije con asombro
Asintió con la cabeza. ―¿Tu respuesta es?
―Sí, definitivamente, sí.
―Yo sé que no es legal ni nada, pero podemos hacerlo de todos modos, ¿no? Y algún día podrás abrir tu tienda de té o incluso tal vez podamos hacer uno con motivos de cama y desayuno, y puedo entender lo que voy a hacer…
―Minnie ―dije, interrumpiendo su balbuceo―. Dije que sí.
―Oh.― Se rio―. Lo sé, sólo estoy un poco feliz.
―¿Sólo un poco? ―Se inclinó sobre la mesa y me dio un beso.
―Más que un poco. ¿Tenemos que cenar o podemos ir a casa directamente a la cama?
Min sonrió y negó con la cabeza. ―Elige tu comida. Tenemos el resto de nuestras vidas, Junnie.
Y lo hicimos.
...................................Fin....................................
Los amo demasiado, son tan bellos.
ResponderBorrar